1. LA INFLACIÓN, ¿una anomalía en la economía?
Cuando se habla de inflación, se hace referencia a un alza parcial o generalizada
de los precios de los bienes y servicios que se transan en una economía, pero ¿será
sano mantener algún grado de inflación, aún cuando este fenómeno traiga desarreglos
en los agregados macroeconómicos a largo plazo? Para esto, imaginemos por un
momento que dentro de la economía doméstica los precios no aumenten, o sea, una
economía donde la inflación es de 0%. A vista y paciencia de unos cuantos, aquéllos
comunes y silvestres, esto sería excelente, un paradigma ideal, pero para otros como
lo son aquellos estudiosos del caso, no lo es. Imagina un mundo donde el precio del
pan o del pollo que compra diariamente, el precio del automóvil para el que tanto ha
ahorrado o el precio de la casa de sus sueños siempre cueste lo mismo. Pues para los
primeros que se mencionan líneas más arriba, esto sería vivir en un mundo ideal,
donde sus ingresos y ahorros siempre alcanzarán para cubrir esos gastos planeados. De
todas formas, la amenaza de un encarecimiento del pan, pollo, automóvil o casa jamás
les podría obligar a cambiar su presupuesto semanal o más aún, cambiar sus
expectativas de ahorro para el futuro. Si éstas son las ventajas de un mundo de
inflación cero, imagine usted qué beneficios traería uno en el que los precios bajen
siempre (deflación).
Entonces, los beneficios de no tener inflación parecen estar claros; ¿por qué
nos buscamos que la economía de nuestra nación funcione a precios que nunca
cambien o en el mejor de los casos, que caigan siempre?
Por el otro lado de la situación, es importante aclarar que la inflación no
siempre se debe a un aumento de la cantidad de dinero (agregado monetario) según
como lo estipulan los estudiosos de la teoría cuantitativa del dinero. La inflación no
sólo se debe a una variación en la cantidad de masa monetaria de una economía. Es
cierto que si fuera así, tendría repercusiones a largo plazo. Sin embargo existen otros
factores que influyen en la variación inflacionaria pero a corto plazo, como lo son los
choques o presiones de oferta, demanda, y el alza de los precios internacionales, que
no es otra cosa sino la interacción de las fuerzas de mercado (oferta y demanda) en un
contexto internacional.
Una de las razones que explica la inflación es lo que en economía se conoce
como presiones de demanda. Suponga que las familias y empresas se disponen a
endeudarse para consumir e invertir más de lo usual, respectivamente, aumentando
así la demanda por varios productos que se transan en la economía. Imagínese a usted
como dueño de un negocio de expendio de comida y observa que las personas hasta
hacen cola para entrar a su restaurant, ¿no le resultaría exquisito aumentar los precios
de sus platillos, ya que cada vez hay más gente que quiere comprarle? Así, cuando el
gasto y la demanda crecen a tasas superiores a la producción, se genera presiones
inflacionarias.
2. Así como aquél ejemplo de presiones de demanda, también existen las
denominadas presiones de oferta. Por ejemplo, variables extrañas que a pesar del
conocimiento de su existencia y de su posible ocurrencia, escapan de las manos de uno
y pueden tener efectos en la economía. Se refiere esto a los inesperados huaycos por
ejemplo, que afectan el abastecimiento de productos agrícolas en los mercados, pues
hay un bajo flujo en las carreteras como producto de estos fenómenos climáticos. De
esta forma, también se genera coyunturas inflacionarias.
Otra de las razones que converge junto con las ya mencionadas a presiones
inflacionarias, puede ser cuando se da un alza de los precios internacionales. Esto es un
alza del precio del petróleo, del maíz o de la soya. Al ser estos bienes insumos
utilizados en el proceso productivo de muchas industrias, su encarecimiento
internacional, genera un aumento de los costos que tienen que afrontar empresas del
sector real de la economía. Dado este contexto, el consumidor final, deberá pagar más
por la gasolina para darle funcionamiento a su auto, o las amas de casa deberán pagar
más por la cantidad de pan que siempre comprar o pagar lo mismo por menos
cantidad de pan o incluso la botella de aceite puede costar más. Por ello, es de
esperarse que una empresa que enfrenta fuertes aumentos de costos, reaccione
aumentando los precios finales de los pasajes de transporte, la unidad de pan o de la
botella de aceite.
En términos generales, podría decirse que en cortos períodos de tiempo todo
factor que afecta la deseabilidad o escasez de un bien o servicio determinado puede
afectar a los precios generándose así un alza de precios. Si este factor se da de forma
generalizada, se tiene inflación.
Es importante también no dejar de lado lo siguiente. Los precios también
pueden subir por mejoras en la calidad o características de los bienes. Tomando el
ejemplo del restaurant, si se ha mejorado la calidad de sus productos y servicio
brindados, es razonable incrementar sus precios.
Y la pregunta siguiente es: ¿una inflación alta es mala para una economía?
Definitivamente sí. Una elevada inflación como la de los años 80’s acentuada más aún
en el primer gobierno de Alan García, puede afectar el bolsillo de los consumidores y
destruir la economía, generando un escenario desfavorable en el producto y el empleo
y otros agregados macroeconómicos. Aquí nace otro tema afín como lo es la
dolarización de una economía, donde los agentes toman al dólar como reserva de
valor, y a esto comúnmente se le conoce como sustitución de activos. Los agentes,
frente a los fuertes grados de devaluación de la moneda doméstica, solían refugiarse
en el dólar, para así evitar un mayor impacto de la inflación sobre sus bolsillos.
Ahora, si es que mayores precios disminuyen el poder adquisitivo de la
población como en aquellas épocas de hiperinflación, ¿se debería buscar que los
3. precios bajen (inflación negativa)? Definitivamente no. Si los precios cayeran
constantemente, pocas personas tendrían el incentivo de consumir hoy. Resulta obvio,
pues usted muy probablemente decidirá esperar que los precios caigan aún más para
recién animarse a efectuar una compra a precios más baratos. Este menor consumo, a
pesar de la caída de los precios, implica una menor demanda para las empresas, las
que se ven obligadas a recortar su producción y reducir personal. ¿Cuál sería el efecto
traducido al sector real de la economía? Una elevación de la tasa de desempleo, por
ende, los ex empleados sin aquellos ingresos de cuando trabajaban se ven en la
necesidad de consumir menos, y el círculo destructivo comienza nuevamente.
Además, la cada vez menor producción y la constante reducción de precios
como se viene suponiendo hasta esta parte del ensayo, implicaría menores utilidades.
Esto reduce los recursos de las empresas para investir y dinamizar la economía. Es
más, este efecto se agravaría si es que las familias y empresas están seriamente
endeudadas. Si los precios de venta de una empresa caen, entonces ésta tendrá que
vender cada vez más para poder pagar la misma cuota de crédito mensual y evadir los
intereses por demora en los pagos de los créditos otorgados para su financiamiento. Si
así no ocurriera, el “peso” de su deuda aumentaría. Si a eso se suma que sus ventas
probablemente estén cayendo, prácticamente se hace imposible generar recursos para
pagar las cuotas de los créditos, haciendo que las empresas eventualmente quiebren.
Lo mismo ocurre en las familias.
Frente a esta suposición, ¿lo más adecuado sería que los precios no varíen
(inflación cero)? Igualmente, la respuesta es no. Imagine que un país con inflación 0%
cae en recesión. Frente a ellos, el Banco Central tendría un impacto igualmente
limitado sobre la actividad económica, pues si bien podría bajar su tasa de referencia a
0% también, con expectativas de inflación nulas, la tasa de interés real no podría ser
negativa. En un contexto de inflación observada y esperada positiva, el BCR podría
incentivar el crecimiento del crédito reduciendo la tasa de referencia; en vez de salir
de recesión, sufre una recaída.
Por esta razón, el BCR más bien apunta a que la inflación se ubique dentro de
un rango entre 1% y 3%, lo que le da al ente emisor una mayor capacidad de
reaccionar efectivamente frente a recesiones. A esto se le conoce como meta explícita
de inflación (inflation targeting), que si bien es cierto, es un tema afín, pero no el
propósito final del ensayo presente.
Frente a todo lo dicho, se puede decir que una inflación es buena para una
economía cuando es positiva sí, pero más bien baja y estable. Esto incentiva a las
familiar a consumir hoy y no posponer indefinidamente sus decisiones de compra,
alentando o dinamizando la economía de alguna manera. De la misma forma, las
empresas preferirán inversiones productivas que usualmente son más rentables antes
que invertir en activos financieros cuyo rendimiento puede reducirse por la inflación.
4. Adicionalmente y para terminar, una inflación moderada permite que el
mercado laboral funcione adecuadamente. Usualmente es difícil para las empresas
reducir sueldos en el corto plazo, y en situaciones como una recesión o cuando el
salario mínimo está por encima del nivel de equilibrio, el único mecanismo de ajuste
que tienen éstas, en ausencia de inflación, es el despido y, por ende, el aumento del
desempleo. Pero una inflación moderada permite que, al mantenerse constante los
salarios nominales, los salarios reales se puedan ajustar a la baja, permitiendo que el
mercado laboral se “limpie” por precios y no por cantidad (despidos).
Williams Castillo Torres
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