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¿QUÉ ES LA TOLERANCIA?

                                                                                  Juan José Nicolás Guardiola

INTRODUCCIÓN Y JUSTIFICACIÓN.

Este monográfico está dedicado principalmente al problema de la tolerancia (o intolerancia)
religiosa durante los siglos XVII y XVIII, aunque será inevitable hacer referencia a otras épocas,
tanto anteriores como posteriores, con el fin de comprender mejor el recorrido histórico de esta
palabra que, según J. Habermas, "se tomó prestada del latín y del francés tan sólo a partir del siglo
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XVI, esto es, en el entorno europeo de la división religiosa ". Fue entonces cuando se empezó a
hablar de tolerar a los "confundidos" en cuestiones de fe, con el pretexto de evitar males mayores.
Pero veremos todo esto más adelante.

Los principales referentes para el desarrollo de este trabajo serán Locke ("Ensayo y Carta sobre la
tolerancia") y Voltaire ("Tratado de la tolerancia"), no obstante se utilizarán otros textos de los
cuales se darán las oportunas referencias en el apartado de bibliografía.

En esta introducción trataré de hacer una escueta referencia acerca del significado de la palabra
tolerancia, a continuación, en un segundo apartado, haré un breve recorrido sobre el concepto de
tolerancia a lo largo de la historia clásica. En el tercer apartado se hablará sobre los antecedentes
previos (sobre todo religiosos) al desarrollo de las obras de estos dos pensadores con el fin de que
sus textos puedan ser comprendidos desde la perspectiva histórica en que se desarrollaron.
También hablaré de los autores de referencia y sus correspondientes obras; en el cuarto punto
desarrollaré algunas conclusiones y perspectivas; en el quinto y último apartado redactaré la
correspondiente bibliografía.

Son muchas las definiciones que se pueden encontrar de la palabra "tolerancia". Si, por ejemplo,
cogemos cualquier diccionario o enciclopedia que tengamos a mano podemos encontrar como una
definición de tolerancia la siguiente: "Tolerancia, del latín tolerare (sostener, soportar), es una
noción que define el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral, civil o
física. Más generalmente, define la capacidad de un individuo de aceptar una cosa con la que no
está de acuerdo. Y por extensión moderna, la actitud de un individuo frente a lo que es diferente de
sus valores".

Si queremos ser un poco mas exhaustivos y buscamos en el Diccionario de la Real Academia
Española, podemos encontrar otra definición: " Tolerancia (del latín tolerantia): f. Acción y efecto de
tolerar. // 2. Respeto y consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque
repugnen a las nuestras. // 3. Reconocimiento de inmunidad política para los que profesan
religiones distintas de la admitida oficialmente. // 4. Derecho reconocido por la ley para celebrar
privadamente actos de culto que no son los de la religión del Estado... Hay otras definiciones que
he decidido omitir por no tener relación con el tema que nos ocupa.

Pero, para algunos personajes, la palabra tolerancia también puede llevar implícitas ciertas
connotaciones negativas, así, por ejemplo, Gandhi asegura que la palabra tolerancia, mal

1
 Habermas, J., "De la tolerancia religiosa a los derechos culturales", en "Claves de la razón práctica", nº 129, Enero-
Febrero-2003, p. 4.
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entendida, nos puede conducir a la idea de que la fe de los demás es inferior a la nuestra , y ya
conocemos las desastrosas consecuencias que esto conlleva.

En ocasiones se ha llegado, incluso, a criticar la propia definición de tolerancia que aparece en la
Real Academia Española, tal es el caso de Pablo Latapí, investigador de la Universidad Nacional
Autónoma de México, que llegó a decir que no quería imaginarse una sociedad democrática
donde un conjunto de personas se aguantaran unas a otras porque no les quedaba otro remedio.
También, Juan María Bandrés Molet, hace algunas objeciones a la definición de la Real Academia;
según él, tolerar es mucho más que "sufrir, aguantar, soportar, y hasta incluso, como dicen los
académicos, permitir lo que no se tiene por lícito"... "Tolerar es una actitud del espíritu que tiene
mucho que ver con la benevolencia, la comprensión, la condescendencia, la admisión del 'otro' y la
                                                                                                     3
comprensión de la diferencia. La tolerancia es disculpar, consentir, dispensar, explicar y justificar ".

Por último, en 1995, año de la Tolerancia, la UNESCO definió esta palabra como:

     1. El respeto, la aceptación y el aprecio de la riqueza de las culturas de nuestro mundo, de
        nuestras formas de expresión y medios de ser humanos. La fomentan el conocimiento, la
        apertura de ideas, la comunicación y la libertad de conciencia. La tolerancia es la armonía
        en la diferencia. No sólo es un deber moral, sino una obligación política. La tolerancia es la
        virtud que hace posible la paz y que contribuye a la sustitución de la cultura de guerra por
        la cultura de paz.
     2. La tolerancia no es concesión, condescendencia ni indulgencia. Ante todo, la tolerancia es
        el reconocimiento de los derechos humanos universales y de las libertades fundamentales
        de los demás. En ningún caso puede utilizarse para justificar el quebrantamiento de estos
        valores fundamentales. La tolerancia han de practicarla los individuos, los grupos y los
        Estados.
     3. La tolerancia es la responsabilidad que sustenta los derechos humanos, el pluralismo, la
        democracia y el estado de derecho. En torno a ella se articulan las normas afirmadas por el
        conjunto de los instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos.
     4. Practicar la tolerancia no significa renunciar a las convicciones personales ni atemperarlas.
        Significa que toda persona es libre de adherir a sus convicciones individuales y aceptar
        que los demás adhieran a las suyas propias. Significa aceptar el hecho de que los seres
        humanos, naturalmente caracterizados por la diversidad de su aspecto, su situación, su
        forma de expresarse, su comportamiento y sus valores, tiene derecho a vivir en paz y a ser
        como son". (No he podido resistir la tentación de transcribir estos cuatro artículos en su
        totalidad, ya que los considero suficientemente importantes y aclaratorios para tener una
        idea de que es lo se entiende hoy por tolerancia).

Hasta ahora hemos estado viendo el significado actual de la palabra tolerancia, pero ¿tolerancia
significó lo mismo en todas las épocas? ¿Qué entendían, por ejemplo, los griegos o los romanos
por tolerancia? ¿Usaban esa palabra? Trataré de contestar a todas estas preguntas en el apartado
siguiente.



2
 Carta del Mahatma Gandhi dirigida a sus discípulos durante su estancia en la prisión de Yerauda (1930).
3
 Bandrés Molet, J.M., Prólogo de "La tolerancia - Antología de textos" -. Selección de Zaghloul Morsy, Madrid, Ed. Popular,
1994
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EL CONCEPTO DE TOLERANCIA EN LA ÉPOCA CLÁSICA.

En lo que se refiere a los antiguos                        griegos, lo que podríamos llamar
                             4
"situaciones de tolerancia" podrían ser pensadas a través del concepto de prudencia, que en esta
época histórica se definía como el respeto a las opiniones ajenas en materia religiosa, siempre que
esas opiniones no comprometieran la seguridad del Estado. En el caso concreto de los pirrónicos,
por ejemplo, la prudencia consistía en abstenerse de enfrentarse a opiniones ajenas cuando
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sabíamos que ese enfrentamiento podría comprometer nuestra seguridad . Todavía no estamos en
situación de utilizar la palabra tolerancia; aún no se pueden encontrar actitudes del tipo "tolerar a",
sino más bien "sustraerse de", se trata, más bien, de evitar situaciones peligrosas, tanto en el
ámbito individual como general.

Voltaire, en su "Tratado de la tolerancia", señala que ni los griegos ni los antiguos pueblos
civilizados ponían trabas a la libertad de pensar y que a los primeros, por muy religiosos que
fuesen, no les parecía mal que los epicúreos negasen la Providencia y la existencia del alma. Por
otro lado, todos los antiguos pueblos civilizados reconocían un dios supremo, pero le asociaban
una cantidad prodigiosa de divinidades inferiores; sólo tenían un culto, pero permitían una multitud
de sistemas particulares. Además, es sabido que los griegos tenían altares dedicados a las
divinidades extrajeras. Es necesario aclarar en este punto que estamos hablando, principalmente,
de tolerancia religiosa, ya que en otros aspectos como el social, el económico, el político o el
científico, la tolerancia dejaba mucho que desear; tal es el caso de los extranjeros, considerados
por los griegos como bárbaros y, por consiguiente, como "esclavos naturales", según Aristóteles.
También Protágoras sufrirá la intolerancia de la sociedad que le tocó vivir; sus libros fueron
quemados en el Ágora. Anaxágoras fue condenado al ostracismo por decir que el Sol era una
piedra incandescente.

Como hemos podido comprobar, los griegos se sentían más amenazados (en sus instituciones) por
los innumerables intentos de sustituir la doxa por la episteme que por cuestiones puramente
religiosas. Existen gran cantidad de ejemplos sobre la tolerancia (o intolerancia) no religiosa en la
Grecia clásica, pero eso nos alejaría demasiado del tema que nos ocupa. (Se me podría reprochar
el no haber nombrado la condena a muerte de Sócrates, acusado de corromper a los jóvenes
enseñándoles creencias contrarias a la religión del Estado, pero de todos es sabido que esa
condena fue el resultado de una artimaña política de los sofistas Anitos, Melitos, y Licón, aunque
también tuvo que ver la actitud que el propio Sócrates adoptó ante los que le juzgaban).

 Por lo que respecta a los romanos, éstos no profesaban todos los cultos porque no daban a todos
sanción pública, pero todos eran permitidos. Tenían un consentimiento hacia todos los dioses, pero
sólo era objeto de culto el César, un César deificado. Podemos encontrar multitud de ejemplos de
esta "tolerancia" religiosa, citaré sólo algunos casos, como el de Lucrecio, que lo negaba todo y
nunca se le reprochó nada. También encontramos a Plinio, que llegó a decir que sólo existe un
Dios, el Sol. El propio Séneca decía que no había nada después de la muerte y Cicerón negó la
existencia del Infierno; ante todas estas afirmaciones nunca hubo la menor protesta. La tolerancia
religiosa era una de las principales características de los romanos, como queda demostrado en el


4
  Aunque en esta época no cabría hablar de un concepto de tolerancia, si es posible citar situaciones susceptibles de ser
entendidas retrospectivamente bajo este concepto.
5
  En el caso de los pirrónicos se trata de una seguridad individual.
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principio que sobre esta cuestión les guiaba: "sólo a los dioses les corresponde entender de las
ofensas ingeridas a los dioses".

Hay un ejemplo de la tolerancia religiosa romana que, en mi opinión, merece un singular apartado,
se trata de la condena a muerte de Jesús de Nazaret. Éste fue acusado de blasfemo por el
sanedrín, lo que implicaba la muerte por lapidación, aunque fue condenado a la crucifixión, pena
no prevista en la ley judía. Sin embargo, el derecho romano si contemplaba el castigo de muerte en
cruz, pero sólo para delitos como la piratería, la sedición y la rebelión, nunca para la blasfemia.
Los miembros del sanedrín, con la intención de que el pretor de Roma homologara la pena de
muerte en cruz que ellos habían dictado, acusaron a Jesús del delito de sedición.

REFORMA, ILUSTRACIÓN Y TOLERANCIA.

La Reforma fue un movimiento cuyos máximos representantes fueron Martín Lutero (1483-1546), J.
Calvino (1509-1564) y Erasmo de Rotterdam (1466-1536), éste último, en su obra "Elogio de la
locura" (1511) hace una dura crítica contra la decadencia de las costumbres de su época que,
según él, eran la superstición y la Iglesia. El texto de Erasmo puede ser considerado como el
precursor de un moralismo laico, moralismo que sustituirá al dogma y preparará el camino de la
tolerancia. Este movimiento reformista promovía la renovación de la Iglesia, a la que acusaban de
         6
corrupta . Sus propuestas iban encaminadas a la creación de nuevas iglesias independientes de la
autoridad del Papa.

Pero este camino de segregación no iba a ser fácil. Lutero, por ejemplo, fue excomulgado por el
Papa León X, pero pronto recibió a cambio el apoyo de los príncipes alemanes, que vieron en esta
separación la posibilidad de desprenderse del dominio de la Iglesia Católica. El número de
seguidores de Lutero aumentó rápidamente surgiendo de esta manera la nueva doctrina; doctrina
que, entre otras cosas, eliminaba algunos sacramentos, negaba la adoración de los santos,
suprimía el latín como idioma oficial de la Iglesia y, quizás el más importante, desconocía la
autoridad del Papa como el máximo representante de Dios en la Tierra.

En otros países las ideas protestantes también se difundieron; en Suiza, Calvino dio origen al
            7
Calvinismo y en Inglaterra, Enrique VIII se separó de la Iglesia Católica y formuló una nueva
religión, el Anglicanismo. Esto supuso un duro golpe a la Iglesia Católica que llevó a cabo una
exhaustiva revisión interna; convocó un concilio en la ciudad de Trento (1545) que duró varios años
y en el cual la Iglesia definió su doctrina: validez de la autoridad del Papa, celibato eclesiástico,
devoción a los santos, ratificación de los sacramentos, etc. A este movimiento católico se le
conocerá con el nombre de Contrarreforma. Como consecuencia de la división de la fe entre
católicos y protestantes, estallaron las llamadas Guerras de Religión en todo el continente; guerras
de una crueldad que sólo puede ser justificada por un afán de poder sin medida y por la defensa
radical de la fe de cada uno de los bandos. Durante el periodo comprendido entre los años 1590 y



6
  Esta crítica contra la Iglesia no es nueva; en el Renacimiento ya se abogaba por una libre interpretación de la Biblia. La
invención de la imprenta tuvo mucho que ver en esto, ya que permitía la accesibilidad de los escritos sagrados a todas las
esferas sociales, sobre todo nobleza, burguesía y clero secular.
7
  La doctrina de Calvino profundizó en el luteranismo, sobre todo en aspectos como la doctrina de la predestinación, la de la
libertad y la teoría de los sacramentos, además, preconiza que el Estado debe ser religioso y estar totalmente unido a la
Iglesia.
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1630, los procesos y las persecuciones por cuestiones religiosas alcanzarían su máximo nivel;
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quemando el cuerpo de un hereje, por ejemplo, se podía salvar su alma inmortal .

Aunque en este apartado trataré de analizar de forma explícita las obras de J. Locke, "Ensayo y
Carta sobre la tolerancia", y de Voltaire, "Tratado de la tolerancia", no sería justo pasar por alto la
importancia de un personaje como Pierre Bayle (1647-1706), el cual puede ser considerado,
además de como el precursor de los enciclopedistas y del espíritu ilustrado, como el primer
pensador de la modernidad que promulgó, entre otras cosas, la tolerancia religiosa del Estado y la
libertad de conciencia . Decía Bayle, que las autoridades no tenían legitimidad para intervenir en
las contiendas religiosas y que la blasfemia no podía ser considerada como un delito. Además,
para determinar si un convencimiento (religioso) es o no verdadero debe bastar con apelar a la
conciencia individual, que es la única instancia normativa legítima. Pero Bayle considera también
que la tolerancia no puede ser aplicada a favor de los católicos, ya que éstos no toleran otras
creencias, y el intolerante, según él, no puede esperar tolerancia de los demás.

En este sentido, el pensamiento de J. Locke no se diferencia mucho del de Bayle; para Locke la
amenaza católica fue siempre intolerable. El pensador de Wrington era partidario de consentir toda
clase de opiniones religiosas, siempre que no perjudicaran los intereses de la sociedad y del
Estado. Su "Ensayo sobre la tolerancia" (1667) es un intento por establecer los límites del poder
civil en materia religiosa, pero Locke no tiene in mente una intención pastoral, sino política; no se
trata de la salvación de las almas, sino de la protección del Estado. Aún así, quedan excluidos del
beneficio de la tolerancia los que niegan la existencia de Dios y los católicos, que profesan
obediencia ciega al Papa poniendo en peligro la seguridad de la comunidad. No podemos hablar,
por tanto, de una tolerancia radical en Locke.

Pero si hay una propuesta decisiva en el pensamiento lockiano, ésta consiste en la separación
entre Iglesia y Estado. El Estado, dice Locke en su "Carta sobre la tolerancia" (1689), debe ser
tolerante con las convicciones religiosas y, aunque su misión no sea la salvación de las almas si
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puede ser partícipe en un cambio interior del hombre . Aunque Locke apuesta por ignorar las
diferencias marginales de las distintas sectas cristianas y fijarse en las coincidencias esenciales del
mensaje cristiano, la perspectiva de su propuesta parece claramente anglicana.

Locke está convencido que la permisividad en los credos implica una convivencia más pacífica y
productiva, pero teniendo siempre por encima la seguridad del Estado y la estabilidad social. Si
éstas se vieran comprometidas, el gobierno tendrá derecho a usar los medios necesarios para
eliminar de raíz los credos sediciosos. Además de la seguridad y la estabilidad, son competencias
del Estado el orden civil y la propiedad privada. Por consiguiente, si una práctica o confesión
religiosa son consideradas por un magistrado como dañinas para la sociedad civil, dicha práctica
será inmediatamente prohibida.
Por lo que respecta a la ley, ésta debe ser muda ante las creencias privadas, siempre, claro, que
no afecten al bienestar del prójimo o a la seguridad del Estado.


8
  También hay antecedentes históricos sobre estas persecuciones y ajusticiamientos: S. Agustín creía legítimo el uso de la
fuerza contra los herejes. Las Cruzadas y, más cercana en el tiempo, la Inquisición, hicieron de la fuerza y el fuego
instrumentos purificadores del alma.
9
  Esto es interpretado por algunos autores como paradójico. A mí no me lo parece, ya que en ningún momento se habla de
intervención forzosa del Estado en el pensamiento religioso de los ciudadanos, sino de una cura caritativa que consiste en
llamarlos a la razón. Se trata de una propuesta estatal más que de una obligación.
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Es manifiesta, en el "Ensayo" de Locke, la preocupación que éste siente por el "bienestar de la
sociedad" y "la seguridad del Estado"; enunciados que podemos encontrar de forma continua al
final de cada reflexión en el texto de referencia. Por ejemplo, cuando divide el derecho a la
tolerancia en tres grados, a saber: en primer lugar, las opiniones y acciones que merecen
tolerancia universal, por no tener influencia en la sociedad, tales son las opiniones especulativas y
el culto religioso. Entre las primeras se encuentran la Trinidad, el Purgatorio y la Transustanciación;
opiniones que no entorpecen el trato entre los hombres. Por lo que respecta al segundo, el culto
religioso, éste debe gozar de tolerancia ilimitada acerca de la hora, el lugar y el modo en que se
celebre, porque... "es éste un asunto enteramente entre Dios y yo, y de una dimensión eterna que
está por encima de la política y del gobierno, los cuales sólo se refieren a mi bienestar en este
        10
mundo ". En segundo lugar, nos encontramos con las opiniones y acciones que no pueden ser
toleradas de ninguna manera porque son destructivas para la sociedad, tales son, el fraude, la
injusticia y la herejía, entendida esta última como el intento de los súbditos de reformar la religión
del Estado sin la aprobación del magistrado. El tercer y último grado de tolerancia hace referencia
a las opiniones y acciones que ni ayudan ni estorban a la sociedad, como la discusión sobre la
legalidad o ilegalidad de la poligamia (discusión que en la actualidad sería impensable en algunos
sectores de la sociedad), o que si se debe comer carne o no en ciertas fechas señaladas. Ahora
bien, estas acciones y opiniones sólo pueden ser toleradas "en la medida en que no se interfieran
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con el bien público, ni sirvan para perturbar el gobierno de ninguna manera ".

Como he señalado al principio, y se puede comprobar en el propio texto, la seguridad civil, el
bienestar social y la protección del Estado, gozan de una especial primacía en el pensamiento de
Locke acerca de la tolerancia.

A continuación, trataré de explicar la negativa de Locke a que los papistas puedan gozar del
derecho de tolerancia. El filósofo de Wrington señala que "por causa de varias de sus peligrosas
opiniones que son absolutamente destructivas para todos los gobiernos excepto el del Papa, no
                                                   12
debería dejárseles que propagasen sus doctrinas ". Además, según Locke, predican la tolerancia
siendo ellos mismos intolerantes, crueles y, seguramente lo más importante para Locke, enemigos
del gobierno, por lo que su erradicación sería beneficiosa para el Estado. Por lo que respecta a los
fanáticos (a los que el pensador inglés también llama ingenuos o disidentes), es necesario que
éstos "sean de utilidad y asistencia, y que permanezcan leales al gobierno... lo cual sólo puede
lograrse haciendo que los espíritus de los fanáticos se conviertan a la fe que nosotros profesamos,
o, si esto no es posible, al menos, que abandonen su animosidad y se hagan amigos del Estado,
                                   13
aunque no sean hijos de la Iglesia" (Anglicana).

Locke finaliza su "Ensayo" con la advertencia del peligro que supone el intento de unificar los
distintos credos usando la fuerza; "... las gentes así divididas en diferentes facciones, dice Locke,
                                                                 14
serán mejor controladas si se practica con ellas la tolerancia" , de lo contrario, es decir, si estas
sectas o facciones se sienten amenazadas por el uso de la fuerza, se unirán para enfrentarse al
Estado por muy diferentes que sean sus doctrinas entre sí. Está suficientemente demostrado en el


10
   Locke, J., Ensayo y Carta sobre la tolerancia, Madrid, Alianza, 2005, p. 27. En adelante citaré como Locke, J. "Ensayo", y
la página correspondiente.
11
   Ídem, p. 45.
12
   Locke, J., "Ensayo", p. 46.
13
   Ídem, p. 49.
14
   Ídem, p. 54.
                                                                                                                           6
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devenir de la historia, que las opiniones no pueden ser introducidas por la fuerza, ya que esto
impide a los individuos identificarse con ellas.

Locke, en su "Carta sobre la tolerancia" sentencia: "... la tolerancia es la principal característica de
                     15
la verdadera Iglesia" . Pero, ¿qué características debe tener la verdadera Iglesia según este
pensador inglés? Ante todo debe practicar la caridad, la humildad y la buena voluntad hacia la
humanidad, incluso hacia los que no ejercen los mismos credos que nosotros.

Además de explicar lo que es la verdadera Iglesia, en la "Carta", "uno de los más sólidos
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monumentos elevados a la libertad de conciencia" , podemos encontrar un claro alegato a la
separación entre religión y gobierno civil que tanto preocupaba a Locke y que, todavía hoy, no se
ha producido en algunos países. Para el filósofo nacido en Wrington, esta separación debe ser
absoluta, ya que su génesis, su fin y su sustancia son distintos. Mientras que la ocupación de la
religión debe limitarse a la salvación de las almas, el Estado es el encargado de procurar el
bienestar de sus súbditos en la tierra. Además, el gobierno civil obliga, mientras que la religión sólo
puede persuadir y, aunque el primero pueda argumentar a favor de una determinada creencia, sin
embargo no puede obligar a que ésta sea ejercida.

Locke también asegura en su "Carta" que la libertad de conciencia es un derecho natural de cada
hombre, pero esa libertad de conciencia aparece en Locke un tanto sesgada ya que, según él, no
tienen derecho de tolerancia los que niegan la existencia de Dios, los que pretenden el dominio
sobre otras religiones y los que tienen opiniones contrarias a la sociedad humana. Ahora bien, por
lo que respecta a la existencia de otras religiones, es aquí donde la tolerancia se despliega en todo
su ser; nadie, dice Locke, que practique cualquier doctrina religiosa puede ser acusado de hereje o
cismático, pero sí de herrar en la fe, lo que para el pensador inglés no supone ningún perjuicio
para el Estado. Además, el Estado, como hemos dicho más arriba, puede persuadir a los hombres
a que practiquen la fe "oficial", pero nunca obligarles a ello, ya que " hay solamente una cosa que
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reúne a las gentes para organizar tumultos sediciosos, y es la opresión ".

Podríamos resumir la tesis lockeana en materia de religión y tolerancia en los siguientes términos:
separación radical entre Iglesia y Estado, derecho de tolerancia de todas las opiniones religiosas
(con las excepciones ya mencionadas, y siempre que los intereses de la sociedad y del Estado no
se vean perjudicados), pero, si hay un principio sobre el que se asientan todos los demás, éste es
el de fundamentar el hecho religioso en la razón misma y no en la fe.

François-Marie Arouet (1694-1778), más conocido como Voltaire, escribió su "Tratado de la
tolerancia" (1763) con motivo de la muerte de Jean Calas, comerciante muy conocido en Toulouse
y considerado buen padre y buen protestante. Monsieur Calas había sido condenado a muerte
acusado de asesinar a su hijo Marc-Antoine al sospechar que éste quería convertirse al
catolicismo. Pero nada más lejos de la realidad, Marc-Antoine, jóven dado a la introspección y de
un humor sombrío, además de gran aficionado a leer el Hamlet de Shakespeare y las páginas de
Séneca sobre el suicidio, fue encontrado ahorcado y, aunque todo indicaba que se había
suicidado, el caso calló en manos de un juez que bajo las presiones del pueblo devoto condenó a

15
    Locke, J,. Carta sobre la tolerancia, Madrid, Alianza, 2005, p. 61. En adelante citaré como "Carta", y la página
correspondiente.
16
   Abbagnano, N. Historia de la Filosofía, vol. II, Barcelona, Montaner y Simón, 1978, p. 303.
17
   Locke, J., "Carta", p. 113.
                                                                                                                  7
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Jean Calas a morir en la rueda. Todas las pruebas en defensa de Calas fueron pasadas por alto;
tenía otro hijo que se había convertido al catolicismo por influencia de una criada y ambos vivían
en la casa en perfecta armonía, además, era de dominio público la ternura que siempre había
demostrado con sus hijos.

Voltaire quedó impresionado por el caso y acogió a la familia Calas en Ferney, donde escuchó de
sus propias bocas la verdad de lo sucedido, convenciéndose de la inocencia de Monsieur Calas y
del injusto suplicio al que éste fue sometido por culpa del fanatismo religioso. Voltaire dedicó tres
años de su vida a denunciar públicamente el procedimiento seguido contra Calas, implicando en
ello al duque de Choiseul, al rey de Prusia, a Catalina de Rusia y a todos cuantos podían utilizar su
influencia para lograr la revisión del proceso. Finalmente se logró la revisión del mismo, a pesar de
que algunas voces fanáticas proclamaban que era preferible ajusticiar a un viejo protestante
inocente que poner en tela de juicio la decisión de ocho magistrados de Languedoc. La
intervención del Parlamento de París fue decisiva para que la sentencia fuese anulada. El rey
concedió a la viuda treinta y seis mil libras como compensación por su sufrimiento.

Después de la solución del caso Calas, empezaron a llegar a Ferney todo tipo de denuncias sobre
abusos judiciales semejantes. Voltaire se interesó por todos ellos y consumió gran parte de su
tiempo y de sus energías en ofrecerles una solución justa y tolerante.

Voltaire estaba convencido de que se podía transformar la sociedad por medio de la fuerza de las
ideas. Creía firmemente que cuando la mayoría de los ciudadanos estuvieran adecuadamente
informados de los crímenes, éstos dejarían de existir. Su apuesta más importante y significativa se
podrían interpretar de la siguiente manera: contra el oscurantismo fanático, transparencia social.
Voltaire era también un gran comunicador y, aunque no proclamó dogmas, si atacó los ya
existentes, sobre todo a los dogmas cristianos, en cuyo nombre, dice, "se ha derramado tanta
sangre y provocado tantos desastres en Alemania, Inglaterra e incluso en Holanda como en
        18
Francia ".

Otra de las grandes preocupaciones de Voltaire es la verdad, o mejor, los obstáculos que impiden
alcanzarla. Su opinión al respecto es que ésta se abrirá paso por sí misma si partimos de la razón y
de la ley natural que todos compartimos; tarea que el propio Voltaire reconoce bastante difícil, ya
que debemos tener la suficiente sensatez para reconocer que muchas de las preguntas que nos
hacemos escapan siempre a una respuesta que las anule definitivamente.

Por lo que respecta a la razón, Voltaire dice que ésta nos ofrece una doble vertiente: por un lado
debe ser atrevida, con el fin de desprenderse de supersticiones, fanatismos y pseudociencias, por
otro debe ser modesta, para así poder reconocer sus propios límites. "El hecho de que haya
supersticiosos en una esquina de barrio, dice Voltaire, es una enfermedad pediculosa que sólo
ataca al populacho más despreciable. En Francia, la razón penetra todos los días tanto en la tienda
de un comerciante como en las residencias de los señores. Es necesario pues cultivar los frutos de
                                                   19
esa razón, tanto más porque es imposible impedirla ".



18
   Voltaire, Tratado de la tolerancia, Buenos Aires, Losada, 1998, p. 46. En adelante citaré como Tratado y la página
correspondiente.
19
   Voltaire, Tratado, p. 135.
                                                                                                                   8
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El objetivo, pues, que se plantea Voltaire es hacer a las personas conscientes de su
independencia intelectual, de su autonomía de pensamiento. Denuncia la impostura de los
farsantes y defiende la dignidad de la cordura, sus ideas, en definitiva, salen al paso de devotos,
fanáticos y supersticiosos.

Pero entonces, ¿es necesaria la religión en la sociedad según Voltaire?, Está claro que si, pero
                                     20
ésta debe regir los delitos "secretos ", mientras que las leyes (entiendo positivas) deben regir los
delitos conocidos. La religión, asegura Voltaire, se ha creado para hacernos felices en esta vida y
en la otra; la vida futura será feliz si somos justos e indulgentes en esta. Voltaire se declara
cristiano, pero, acusa a los sectarios de un Dios clemente de llenar de sofismas y disputas
incomprensibles un principio tan puro y santo como el de "amad a Dios y a vuestro prójimo".

Por último decir, que la tolerancia que propugna Voltaire consiste, principalmente, en que los
gobiernos no prescriban ninguna religión concreta a sus súbditos, es más, que les permitan no
tener ninguna, esto supondría, según el pensador parisino, alcanzar el logro político de un Estado
laico bajo cuya tutela imparcial cada ciudadano trataría de buscar la salvación de su alma como
mejor le pareciese. Voltaire luchará incansablemente por suprimir la influencia eclesiástica sobre
leyes y autoridades.

CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS.

En la época actual, y a pesar del desarrollo de la democracia, existen ejemplos de ideologías o
religiones cuyas pretensiones son convertirse en referentes de la vida social: el racismo nazi, el
totalitarismo comunista y el integrismo islámico, además de la persistente intrusión de la Iglesia
Católica en asuntos políticos y sociales, a los que denomina engañosamente "asuntos referentes a
los valores". Contra estos fanatismos ha de imponerse la lucha por la tolerancia. Voltaire nos ha
recordado que la tolerancia no es una actitud pasiva, resignada o indiferente ante lo que nos rodea,
sino que implica una movilización de nuestras energías, una militancia intelectual combativa, una
puesta en marcha de la razón. Pero, si hay ciertos credos o formas de vida que pretenden
imponerse como un referente de pensamiento absoluto (tal es el caso de cualquier tipo de
fanatismo), ser tolerante implica entonces no tolerar dichas pretensiones y salirle al paso con toda
la fuerza de nuestra razón. Mientras perdure en la humanidad la defensa volteriana de la tolerancia
y se concrete en acciones en pos de la libertad y la justicia, no podrán vivir impunes ni los fanáticos
ni los tiranos. Las propuestas de Locke y de Voltaire adquieren en estos momentos plena vigencia;
si el primero criticaba la práctica de la opresión, la persecución y la intolerancia, el segundo
abogaba por no dejar en el olvido los terribles tiempos pasados con el fin de enmendar los abusos
que la intolerancia ha cometido en el devenir de la historia.

No debemos bajar la guardia cuando, ¡todavía!, en el año 1998 se intentó abrir de nuevo el arcaico
y peligroso debate sobre la razón y la fe. Tal es el caso de la decimotercera carta encíclica del
Papa Juan Pablo II. En ella podemos encontrar expresiones como: "La Iglesia... considera a la
filosofía como una ayuda indispensable para profundizar la inteligencia de la fe y comunicar la
verdad del Evangelio a cuantos aún no la conocen". Y también: "La Filosofía... en lugar de
apoyarse sobre la capacidad que tiene el hombre para conocer la verdad, ha preferido destacar
sus límites y condicionamientos. Ello ha derivado en varias formas de agnosticismo y de


20
     Entiendo por delitos secretos los correspondientes al espíritu o al alma humana.
                                                                                                     9
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relativismo, que han llevado la investigación filosófica a perderse en las arenas movedizas de un
escepticismo general". Aún hay más: "Reafirmando la verdad de la fe podemos devolver al hombre
contemporáneo la auténtica confianza en sus capacidades cognoscitivas y ofrecer a la filosofía un
estímulo para que pueda recuperar y desarrollar su plena dignidad". Amén.
                                                                                                   21
En un artículo del diario "El País", fechado el 14 de marzo de 2006, Ayahan Hirsi Ali ,
parlamentaria holandesa de origen somalí, clama porque Occidente genere un nuevo Voltaire para
el mundo musulmán. Pero, no es necesario hacer referencia a religiones de las que, seguramente,
conocemos bien poco, basta con leer la prensa de cualquier ciudad para darse cuenta de los
brotes de intolerancia religiosa hacia cuestiones cívico-sociales. Tal es el caso de la entrevista
realizada a Juan Masiá Clavel, jesuita y director de la Cátedra de Bioética de la Universidad
Pontificia de Comillas (Cátedra que abandonó al finalizar el curso 2005-2006 debido a las
presiones de la cúpula eclesiástica), publicada el día 28 de marzo de 2006 en el diario "La
Verdad". Este jesuita, que manifiesta sentirse parte de la Iglesia, ha sufrido sin embargo las iras de
ésta, sobre todo de su jerarquía, por manifestarse a favor del uso del preservativo, la utilización de
células madre, la libre reproducción asistida y el derecho a una muerte digna, son cuestiones,
dice, de responsabilidad, de sentido común, de buen humor. Juan Masiá asegura que una parte de
la jerarquía piensa igual que él, pero que no se atreve a decirlo porque si lo dices no llegas a
arzobispo o no llegas a cardenal. Con esto queda demostrado que en el año 2006 aún es posible
correr el riesgo de que te expulsen de una cátedra por desviarte de la ortodoxia establecida. Esto
me recuerda, en cierto modo, el caso de Hume, al que le negaron dos cátedras, una de Moral y
Filosofía en la universidad de Glasgow, en 1744, y otra de Lógica, en 1751, en la universidad de
Edimburgo, ambas por escéptico y ateo.

Se podrían citar gran cantidad de situaciones actuales donde la tolerancia, tanto civil como
religiosa, brilla por su ausencia, pero eso haría el presente trabajo demasiado extenso, por lo que
prefiero dejarlo para un posible análisis posterior.

BIBLIOGRAFÍA.

J. Locke, Ensayo y Carta sobre la tolerancia, Madrid, Alianza, 2005.
Voltaire, Tratado de la tolerancia, Buenos Aires, Losada, 2003.
Cruz, Manuel,"Tolerancia o barbarie" (comp.), Barcelona, Gedisa, 1998.
Sahel, Claude, "La tolerancia. Por un humanismo herético", Madrid, Cátedra, 1993.
Morsy, Zaghloul (selección), "La tolerancia. Antología de textos", Madrid, Popular, 1994.
Habermas, Jürgen, De la tolerancia religiosa a los derechos culturales, en "Claves de la razón
práctica", nº 129, 2003.
Abbagnano, Nicolás, "Historia de la Filosofía", vol. II, Barcelona, Montaner y Simón, 1978.
Bello, Eduardo, "Tolerancia, verdad y libertad de conciencia en el siglo XVIII, en "Isegoría", nº 30,
Madrid, 2004.
Bello, Eduardo, "La aventura de la razón: el pensamiento ilustrado", Madrid, Akal, 1997.
Paulus, Joannes, pp.II, "Fides et Ratio", Madrid, San Pablo, 1998.
De las Casas, Bartolomé, "Brevísima relación de la destrucción de las Indias", Madrid, Tecnos,
1992.



21
     Este artículo se publicó con motivo de la presentación de su libro "Yo acuso".
                                                                                                   10
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Qué es la tolerancia

  • 1. ¿QUÉ ES LA TOLERANCIA? Juan José Nicolás Guardiola INTRODUCCIÓN Y JUSTIFICACIÓN. Este monográfico está dedicado principalmente al problema de la tolerancia (o intolerancia) religiosa durante los siglos XVII y XVIII, aunque será inevitable hacer referencia a otras épocas, tanto anteriores como posteriores, con el fin de comprender mejor el recorrido histórico de esta palabra que, según J. Habermas, "se tomó prestada del latín y del francés tan sólo a partir del siglo 1 XVI, esto es, en el entorno europeo de la división religiosa ". Fue entonces cuando se empezó a hablar de tolerar a los "confundidos" en cuestiones de fe, con el pretexto de evitar males mayores. Pero veremos todo esto más adelante. Los principales referentes para el desarrollo de este trabajo serán Locke ("Ensayo y Carta sobre la tolerancia") y Voltaire ("Tratado de la tolerancia"), no obstante se utilizarán otros textos de los cuales se darán las oportunas referencias en el apartado de bibliografía. En esta introducción trataré de hacer una escueta referencia acerca del significado de la palabra tolerancia, a continuación, en un segundo apartado, haré un breve recorrido sobre el concepto de tolerancia a lo largo de la historia clásica. En el tercer apartado se hablará sobre los antecedentes previos (sobre todo religiosos) al desarrollo de las obras de estos dos pensadores con el fin de que sus textos puedan ser comprendidos desde la perspectiva histórica en que se desarrollaron. También hablaré de los autores de referencia y sus correspondientes obras; en el cuarto punto desarrollaré algunas conclusiones y perspectivas; en el quinto y último apartado redactaré la correspondiente bibliografía. Son muchas las definiciones que se pueden encontrar de la palabra "tolerancia". Si, por ejemplo, cogemos cualquier diccionario o enciclopedia que tengamos a mano podemos encontrar como una definición de tolerancia la siguiente: "Tolerancia, del latín tolerare (sostener, soportar), es una noción que define el grado de aceptación frente a un elemento contrario a una regla moral, civil o física. Más generalmente, define la capacidad de un individuo de aceptar una cosa con la que no está de acuerdo. Y por extensión moderna, la actitud de un individuo frente a lo que es diferente de sus valores". Si queremos ser un poco mas exhaustivos y buscamos en el Diccionario de la Real Academia Española, podemos encontrar otra definición: " Tolerancia (del latín tolerantia): f. Acción y efecto de tolerar. // 2. Respeto y consideración hacia las opiniones o prácticas de los demás, aunque repugnen a las nuestras. // 3. Reconocimiento de inmunidad política para los que profesan religiones distintas de la admitida oficialmente. // 4. Derecho reconocido por la ley para celebrar privadamente actos de culto que no son los de la religión del Estado... Hay otras definiciones que he decidido omitir por no tener relación con el tema que nos ocupa. Pero, para algunos personajes, la palabra tolerancia también puede llevar implícitas ciertas connotaciones negativas, así, por ejemplo, Gandhi asegura que la palabra tolerancia, mal 1 Habermas, J., "De la tolerancia religiosa a los derechos culturales", en "Claves de la razón práctica", nº 129, Enero- Febrero-2003, p. 4. 1 Vol. III agosto-diciembre 2011 www.somecrimnl.es.tl
  • 2. 2 entendida, nos puede conducir a la idea de que la fe de los demás es inferior a la nuestra , y ya conocemos las desastrosas consecuencias que esto conlleva. En ocasiones se ha llegado, incluso, a criticar la propia definición de tolerancia que aparece en la Real Academia Española, tal es el caso de Pablo Latapí, investigador de la Universidad Nacional Autónoma de México, que llegó a decir que no quería imaginarse una sociedad democrática donde un conjunto de personas se aguantaran unas a otras porque no les quedaba otro remedio. También, Juan María Bandrés Molet, hace algunas objeciones a la definición de la Real Academia; según él, tolerar es mucho más que "sufrir, aguantar, soportar, y hasta incluso, como dicen los académicos, permitir lo que no se tiene por lícito"... "Tolerar es una actitud del espíritu que tiene mucho que ver con la benevolencia, la comprensión, la condescendencia, la admisión del 'otro' y la 3 comprensión de la diferencia. La tolerancia es disculpar, consentir, dispensar, explicar y justificar ". Por último, en 1995, año de la Tolerancia, la UNESCO definió esta palabra como: 1. El respeto, la aceptación y el aprecio de la riqueza de las culturas de nuestro mundo, de nuestras formas de expresión y medios de ser humanos. La fomentan el conocimiento, la apertura de ideas, la comunicación y la libertad de conciencia. La tolerancia es la armonía en la diferencia. No sólo es un deber moral, sino una obligación política. La tolerancia es la virtud que hace posible la paz y que contribuye a la sustitución de la cultura de guerra por la cultura de paz. 2. La tolerancia no es concesión, condescendencia ni indulgencia. Ante todo, la tolerancia es el reconocimiento de los derechos humanos universales y de las libertades fundamentales de los demás. En ningún caso puede utilizarse para justificar el quebrantamiento de estos valores fundamentales. La tolerancia han de practicarla los individuos, los grupos y los Estados. 3. La tolerancia es la responsabilidad que sustenta los derechos humanos, el pluralismo, la democracia y el estado de derecho. En torno a ella se articulan las normas afirmadas por el conjunto de los instrumentos internacionales relativos a los derechos humanos. 4. Practicar la tolerancia no significa renunciar a las convicciones personales ni atemperarlas. Significa que toda persona es libre de adherir a sus convicciones individuales y aceptar que los demás adhieran a las suyas propias. Significa aceptar el hecho de que los seres humanos, naturalmente caracterizados por la diversidad de su aspecto, su situación, su forma de expresarse, su comportamiento y sus valores, tiene derecho a vivir en paz y a ser como son". (No he podido resistir la tentación de transcribir estos cuatro artículos en su totalidad, ya que los considero suficientemente importantes y aclaratorios para tener una idea de que es lo se entiende hoy por tolerancia). Hasta ahora hemos estado viendo el significado actual de la palabra tolerancia, pero ¿tolerancia significó lo mismo en todas las épocas? ¿Qué entendían, por ejemplo, los griegos o los romanos por tolerancia? ¿Usaban esa palabra? Trataré de contestar a todas estas preguntas en el apartado siguiente. 2 Carta del Mahatma Gandhi dirigida a sus discípulos durante su estancia en la prisión de Yerauda (1930). 3 Bandrés Molet, J.M., Prólogo de "La tolerancia - Antología de textos" -. Selección de Zaghloul Morsy, Madrid, Ed. Popular, 1994 2 Vol. III agosto-diciembre 2011 www.somecrimnl.es.tl
  • 3. EL CONCEPTO DE TOLERANCIA EN LA ÉPOCA CLÁSICA. En lo que se refiere a los antiguos griegos, lo que podríamos llamar 4 "situaciones de tolerancia" podrían ser pensadas a través del concepto de prudencia, que en esta época histórica se definía como el respeto a las opiniones ajenas en materia religiosa, siempre que esas opiniones no comprometieran la seguridad del Estado. En el caso concreto de los pirrónicos, por ejemplo, la prudencia consistía en abstenerse de enfrentarse a opiniones ajenas cuando 5 sabíamos que ese enfrentamiento podría comprometer nuestra seguridad . Todavía no estamos en situación de utilizar la palabra tolerancia; aún no se pueden encontrar actitudes del tipo "tolerar a", sino más bien "sustraerse de", se trata, más bien, de evitar situaciones peligrosas, tanto en el ámbito individual como general. Voltaire, en su "Tratado de la tolerancia", señala que ni los griegos ni los antiguos pueblos civilizados ponían trabas a la libertad de pensar y que a los primeros, por muy religiosos que fuesen, no les parecía mal que los epicúreos negasen la Providencia y la existencia del alma. Por otro lado, todos los antiguos pueblos civilizados reconocían un dios supremo, pero le asociaban una cantidad prodigiosa de divinidades inferiores; sólo tenían un culto, pero permitían una multitud de sistemas particulares. Además, es sabido que los griegos tenían altares dedicados a las divinidades extrajeras. Es necesario aclarar en este punto que estamos hablando, principalmente, de tolerancia religiosa, ya que en otros aspectos como el social, el económico, el político o el científico, la tolerancia dejaba mucho que desear; tal es el caso de los extranjeros, considerados por los griegos como bárbaros y, por consiguiente, como "esclavos naturales", según Aristóteles. También Protágoras sufrirá la intolerancia de la sociedad que le tocó vivir; sus libros fueron quemados en el Ágora. Anaxágoras fue condenado al ostracismo por decir que el Sol era una piedra incandescente. Como hemos podido comprobar, los griegos se sentían más amenazados (en sus instituciones) por los innumerables intentos de sustituir la doxa por la episteme que por cuestiones puramente religiosas. Existen gran cantidad de ejemplos sobre la tolerancia (o intolerancia) no religiosa en la Grecia clásica, pero eso nos alejaría demasiado del tema que nos ocupa. (Se me podría reprochar el no haber nombrado la condena a muerte de Sócrates, acusado de corromper a los jóvenes enseñándoles creencias contrarias a la religión del Estado, pero de todos es sabido que esa condena fue el resultado de una artimaña política de los sofistas Anitos, Melitos, y Licón, aunque también tuvo que ver la actitud que el propio Sócrates adoptó ante los que le juzgaban). Por lo que respecta a los romanos, éstos no profesaban todos los cultos porque no daban a todos sanción pública, pero todos eran permitidos. Tenían un consentimiento hacia todos los dioses, pero sólo era objeto de culto el César, un César deificado. Podemos encontrar multitud de ejemplos de esta "tolerancia" religiosa, citaré sólo algunos casos, como el de Lucrecio, que lo negaba todo y nunca se le reprochó nada. También encontramos a Plinio, que llegó a decir que sólo existe un Dios, el Sol. El propio Séneca decía que no había nada después de la muerte y Cicerón negó la existencia del Infierno; ante todas estas afirmaciones nunca hubo la menor protesta. La tolerancia religiosa era una de las principales características de los romanos, como queda demostrado en el 4 Aunque en esta época no cabría hablar de un concepto de tolerancia, si es posible citar situaciones susceptibles de ser entendidas retrospectivamente bajo este concepto. 5 En el caso de los pirrónicos se trata de una seguridad individual. 3 Vol. III agosto-diciembre 2011 www.somecrimnl.es.tl
  • 4. principio que sobre esta cuestión les guiaba: "sólo a los dioses les corresponde entender de las ofensas ingeridas a los dioses". Hay un ejemplo de la tolerancia religiosa romana que, en mi opinión, merece un singular apartado, se trata de la condena a muerte de Jesús de Nazaret. Éste fue acusado de blasfemo por el sanedrín, lo que implicaba la muerte por lapidación, aunque fue condenado a la crucifixión, pena no prevista en la ley judía. Sin embargo, el derecho romano si contemplaba el castigo de muerte en cruz, pero sólo para delitos como la piratería, la sedición y la rebelión, nunca para la blasfemia. Los miembros del sanedrín, con la intención de que el pretor de Roma homologara la pena de muerte en cruz que ellos habían dictado, acusaron a Jesús del delito de sedición. REFORMA, ILUSTRACIÓN Y TOLERANCIA. La Reforma fue un movimiento cuyos máximos representantes fueron Martín Lutero (1483-1546), J. Calvino (1509-1564) y Erasmo de Rotterdam (1466-1536), éste último, en su obra "Elogio de la locura" (1511) hace una dura crítica contra la decadencia de las costumbres de su época que, según él, eran la superstición y la Iglesia. El texto de Erasmo puede ser considerado como el precursor de un moralismo laico, moralismo que sustituirá al dogma y preparará el camino de la tolerancia. Este movimiento reformista promovía la renovación de la Iglesia, a la que acusaban de 6 corrupta . Sus propuestas iban encaminadas a la creación de nuevas iglesias independientes de la autoridad del Papa. Pero este camino de segregación no iba a ser fácil. Lutero, por ejemplo, fue excomulgado por el Papa León X, pero pronto recibió a cambio el apoyo de los príncipes alemanes, que vieron en esta separación la posibilidad de desprenderse del dominio de la Iglesia Católica. El número de seguidores de Lutero aumentó rápidamente surgiendo de esta manera la nueva doctrina; doctrina que, entre otras cosas, eliminaba algunos sacramentos, negaba la adoración de los santos, suprimía el latín como idioma oficial de la Iglesia y, quizás el más importante, desconocía la autoridad del Papa como el máximo representante de Dios en la Tierra. En otros países las ideas protestantes también se difundieron; en Suiza, Calvino dio origen al 7 Calvinismo y en Inglaterra, Enrique VIII se separó de la Iglesia Católica y formuló una nueva religión, el Anglicanismo. Esto supuso un duro golpe a la Iglesia Católica que llevó a cabo una exhaustiva revisión interna; convocó un concilio en la ciudad de Trento (1545) que duró varios años y en el cual la Iglesia definió su doctrina: validez de la autoridad del Papa, celibato eclesiástico, devoción a los santos, ratificación de los sacramentos, etc. A este movimiento católico se le conocerá con el nombre de Contrarreforma. Como consecuencia de la división de la fe entre católicos y protestantes, estallaron las llamadas Guerras de Religión en todo el continente; guerras de una crueldad que sólo puede ser justificada por un afán de poder sin medida y por la defensa radical de la fe de cada uno de los bandos. Durante el periodo comprendido entre los años 1590 y 6 Esta crítica contra la Iglesia no es nueva; en el Renacimiento ya se abogaba por una libre interpretación de la Biblia. La invención de la imprenta tuvo mucho que ver en esto, ya que permitía la accesibilidad de los escritos sagrados a todas las esferas sociales, sobre todo nobleza, burguesía y clero secular. 7 La doctrina de Calvino profundizó en el luteranismo, sobre todo en aspectos como la doctrina de la predestinación, la de la libertad y la teoría de los sacramentos, además, preconiza que el Estado debe ser religioso y estar totalmente unido a la Iglesia. 4 Vol. III agosto-diciembre 2011 www.somecrimnl.es.tl
  • 5. 1630, los procesos y las persecuciones por cuestiones religiosas alcanzarían su máximo nivel; 8 quemando el cuerpo de un hereje, por ejemplo, se podía salvar su alma inmortal . Aunque en este apartado trataré de analizar de forma explícita las obras de J. Locke, "Ensayo y Carta sobre la tolerancia", y de Voltaire, "Tratado de la tolerancia", no sería justo pasar por alto la importancia de un personaje como Pierre Bayle (1647-1706), el cual puede ser considerado, además de como el precursor de los enciclopedistas y del espíritu ilustrado, como el primer pensador de la modernidad que promulgó, entre otras cosas, la tolerancia religiosa del Estado y la libertad de conciencia . Decía Bayle, que las autoridades no tenían legitimidad para intervenir en las contiendas religiosas y que la blasfemia no podía ser considerada como un delito. Además, para determinar si un convencimiento (religioso) es o no verdadero debe bastar con apelar a la conciencia individual, que es la única instancia normativa legítima. Pero Bayle considera también que la tolerancia no puede ser aplicada a favor de los católicos, ya que éstos no toleran otras creencias, y el intolerante, según él, no puede esperar tolerancia de los demás. En este sentido, el pensamiento de J. Locke no se diferencia mucho del de Bayle; para Locke la amenaza católica fue siempre intolerable. El pensador de Wrington era partidario de consentir toda clase de opiniones religiosas, siempre que no perjudicaran los intereses de la sociedad y del Estado. Su "Ensayo sobre la tolerancia" (1667) es un intento por establecer los límites del poder civil en materia religiosa, pero Locke no tiene in mente una intención pastoral, sino política; no se trata de la salvación de las almas, sino de la protección del Estado. Aún así, quedan excluidos del beneficio de la tolerancia los que niegan la existencia de Dios y los católicos, que profesan obediencia ciega al Papa poniendo en peligro la seguridad de la comunidad. No podemos hablar, por tanto, de una tolerancia radical en Locke. Pero si hay una propuesta decisiva en el pensamiento lockiano, ésta consiste en la separación entre Iglesia y Estado. El Estado, dice Locke en su "Carta sobre la tolerancia" (1689), debe ser tolerante con las convicciones religiosas y, aunque su misión no sea la salvación de las almas si 9 puede ser partícipe en un cambio interior del hombre . Aunque Locke apuesta por ignorar las diferencias marginales de las distintas sectas cristianas y fijarse en las coincidencias esenciales del mensaje cristiano, la perspectiva de su propuesta parece claramente anglicana. Locke está convencido que la permisividad en los credos implica una convivencia más pacífica y productiva, pero teniendo siempre por encima la seguridad del Estado y la estabilidad social. Si éstas se vieran comprometidas, el gobierno tendrá derecho a usar los medios necesarios para eliminar de raíz los credos sediciosos. Además de la seguridad y la estabilidad, son competencias del Estado el orden civil y la propiedad privada. Por consiguiente, si una práctica o confesión religiosa son consideradas por un magistrado como dañinas para la sociedad civil, dicha práctica será inmediatamente prohibida. Por lo que respecta a la ley, ésta debe ser muda ante las creencias privadas, siempre, claro, que no afecten al bienestar del prójimo o a la seguridad del Estado. 8 También hay antecedentes históricos sobre estas persecuciones y ajusticiamientos: S. Agustín creía legítimo el uso de la fuerza contra los herejes. Las Cruzadas y, más cercana en el tiempo, la Inquisición, hicieron de la fuerza y el fuego instrumentos purificadores del alma. 9 Esto es interpretado por algunos autores como paradójico. A mí no me lo parece, ya que en ningún momento se habla de intervención forzosa del Estado en el pensamiento religioso de los ciudadanos, sino de una cura caritativa que consiste en llamarlos a la razón. Se trata de una propuesta estatal más que de una obligación. 5 Vol. III agosto-diciembre 2011 www.somecrimnl.es.tl
  • 6. Es manifiesta, en el "Ensayo" de Locke, la preocupación que éste siente por el "bienestar de la sociedad" y "la seguridad del Estado"; enunciados que podemos encontrar de forma continua al final de cada reflexión en el texto de referencia. Por ejemplo, cuando divide el derecho a la tolerancia en tres grados, a saber: en primer lugar, las opiniones y acciones que merecen tolerancia universal, por no tener influencia en la sociedad, tales son las opiniones especulativas y el culto religioso. Entre las primeras se encuentran la Trinidad, el Purgatorio y la Transustanciación; opiniones que no entorpecen el trato entre los hombres. Por lo que respecta al segundo, el culto religioso, éste debe gozar de tolerancia ilimitada acerca de la hora, el lugar y el modo en que se celebre, porque... "es éste un asunto enteramente entre Dios y yo, y de una dimensión eterna que está por encima de la política y del gobierno, los cuales sólo se refieren a mi bienestar en este 10 mundo ". En segundo lugar, nos encontramos con las opiniones y acciones que no pueden ser toleradas de ninguna manera porque son destructivas para la sociedad, tales son, el fraude, la injusticia y la herejía, entendida esta última como el intento de los súbditos de reformar la religión del Estado sin la aprobación del magistrado. El tercer y último grado de tolerancia hace referencia a las opiniones y acciones que ni ayudan ni estorban a la sociedad, como la discusión sobre la legalidad o ilegalidad de la poligamia (discusión que en la actualidad sería impensable en algunos sectores de la sociedad), o que si se debe comer carne o no en ciertas fechas señaladas. Ahora bien, estas acciones y opiniones sólo pueden ser toleradas "en la medida en que no se interfieran 11 con el bien público, ni sirvan para perturbar el gobierno de ninguna manera ". Como he señalado al principio, y se puede comprobar en el propio texto, la seguridad civil, el bienestar social y la protección del Estado, gozan de una especial primacía en el pensamiento de Locke acerca de la tolerancia. A continuación, trataré de explicar la negativa de Locke a que los papistas puedan gozar del derecho de tolerancia. El filósofo de Wrington señala que "por causa de varias de sus peligrosas opiniones que son absolutamente destructivas para todos los gobiernos excepto el del Papa, no 12 debería dejárseles que propagasen sus doctrinas ". Además, según Locke, predican la tolerancia siendo ellos mismos intolerantes, crueles y, seguramente lo más importante para Locke, enemigos del gobierno, por lo que su erradicación sería beneficiosa para el Estado. Por lo que respecta a los fanáticos (a los que el pensador inglés también llama ingenuos o disidentes), es necesario que éstos "sean de utilidad y asistencia, y que permanezcan leales al gobierno... lo cual sólo puede lograrse haciendo que los espíritus de los fanáticos se conviertan a la fe que nosotros profesamos, o, si esto no es posible, al menos, que abandonen su animosidad y se hagan amigos del Estado, 13 aunque no sean hijos de la Iglesia" (Anglicana). Locke finaliza su "Ensayo" con la advertencia del peligro que supone el intento de unificar los distintos credos usando la fuerza; "... las gentes así divididas en diferentes facciones, dice Locke, 14 serán mejor controladas si se practica con ellas la tolerancia" , de lo contrario, es decir, si estas sectas o facciones se sienten amenazadas por el uso de la fuerza, se unirán para enfrentarse al Estado por muy diferentes que sean sus doctrinas entre sí. Está suficientemente demostrado en el 10 Locke, J., Ensayo y Carta sobre la tolerancia, Madrid, Alianza, 2005, p. 27. En adelante citaré como Locke, J. "Ensayo", y la página correspondiente. 11 Ídem, p. 45. 12 Locke, J., "Ensayo", p. 46. 13 Ídem, p. 49. 14 Ídem, p. 54. 6 Vol. III agosto-diciembre 2011 www.somecrimnl.es.tl
  • 7. devenir de la historia, que las opiniones no pueden ser introducidas por la fuerza, ya que esto impide a los individuos identificarse con ellas. Locke, en su "Carta sobre la tolerancia" sentencia: "... la tolerancia es la principal característica de 15 la verdadera Iglesia" . Pero, ¿qué características debe tener la verdadera Iglesia según este pensador inglés? Ante todo debe practicar la caridad, la humildad y la buena voluntad hacia la humanidad, incluso hacia los que no ejercen los mismos credos que nosotros. Además de explicar lo que es la verdadera Iglesia, en la "Carta", "uno de los más sólidos 16 monumentos elevados a la libertad de conciencia" , podemos encontrar un claro alegato a la separación entre religión y gobierno civil que tanto preocupaba a Locke y que, todavía hoy, no se ha producido en algunos países. Para el filósofo nacido en Wrington, esta separación debe ser absoluta, ya que su génesis, su fin y su sustancia son distintos. Mientras que la ocupación de la religión debe limitarse a la salvación de las almas, el Estado es el encargado de procurar el bienestar de sus súbditos en la tierra. Además, el gobierno civil obliga, mientras que la religión sólo puede persuadir y, aunque el primero pueda argumentar a favor de una determinada creencia, sin embargo no puede obligar a que ésta sea ejercida. Locke también asegura en su "Carta" que la libertad de conciencia es un derecho natural de cada hombre, pero esa libertad de conciencia aparece en Locke un tanto sesgada ya que, según él, no tienen derecho de tolerancia los que niegan la existencia de Dios, los que pretenden el dominio sobre otras religiones y los que tienen opiniones contrarias a la sociedad humana. Ahora bien, por lo que respecta a la existencia de otras religiones, es aquí donde la tolerancia se despliega en todo su ser; nadie, dice Locke, que practique cualquier doctrina religiosa puede ser acusado de hereje o cismático, pero sí de herrar en la fe, lo que para el pensador inglés no supone ningún perjuicio para el Estado. Además, el Estado, como hemos dicho más arriba, puede persuadir a los hombres a que practiquen la fe "oficial", pero nunca obligarles a ello, ya que " hay solamente una cosa que 17 reúne a las gentes para organizar tumultos sediciosos, y es la opresión ". Podríamos resumir la tesis lockeana en materia de religión y tolerancia en los siguientes términos: separación radical entre Iglesia y Estado, derecho de tolerancia de todas las opiniones religiosas (con las excepciones ya mencionadas, y siempre que los intereses de la sociedad y del Estado no se vean perjudicados), pero, si hay un principio sobre el que se asientan todos los demás, éste es el de fundamentar el hecho religioso en la razón misma y no en la fe. François-Marie Arouet (1694-1778), más conocido como Voltaire, escribió su "Tratado de la tolerancia" (1763) con motivo de la muerte de Jean Calas, comerciante muy conocido en Toulouse y considerado buen padre y buen protestante. Monsieur Calas había sido condenado a muerte acusado de asesinar a su hijo Marc-Antoine al sospechar que éste quería convertirse al catolicismo. Pero nada más lejos de la realidad, Marc-Antoine, jóven dado a la introspección y de un humor sombrío, además de gran aficionado a leer el Hamlet de Shakespeare y las páginas de Séneca sobre el suicidio, fue encontrado ahorcado y, aunque todo indicaba que se había suicidado, el caso calló en manos de un juez que bajo las presiones del pueblo devoto condenó a 15 Locke, J,. Carta sobre la tolerancia, Madrid, Alianza, 2005, p. 61. En adelante citaré como "Carta", y la página correspondiente. 16 Abbagnano, N. Historia de la Filosofía, vol. II, Barcelona, Montaner y Simón, 1978, p. 303. 17 Locke, J., "Carta", p. 113. 7 Vol. III agosto-diciembre 2011 www.somecrimnl.es.tl
  • 8. Jean Calas a morir en la rueda. Todas las pruebas en defensa de Calas fueron pasadas por alto; tenía otro hijo que se había convertido al catolicismo por influencia de una criada y ambos vivían en la casa en perfecta armonía, además, era de dominio público la ternura que siempre había demostrado con sus hijos. Voltaire quedó impresionado por el caso y acogió a la familia Calas en Ferney, donde escuchó de sus propias bocas la verdad de lo sucedido, convenciéndose de la inocencia de Monsieur Calas y del injusto suplicio al que éste fue sometido por culpa del fanatismo religioso. Voltaire dedicó tres años de su vida a denunciar públicamente el procedimiento seguido contra Calas, implicando en ello al duque de Choiseul, al rey de Prusia, a Catalina de Rusia y a todos cuantos podían utilizar su influencia para lograr la revisión del proceso. Finalmente se logró la revisión del mismo, a pesar de que algunas voces fanáticas proclamaban que era preferible ajusticiar a un viejo protestante inocente que poner en tela de juicio la decisión de ocho magistrados de Languedoc. La intervención del Parlamento de París fue decisiva para que la sentencia fuese anulada. El rey concedió a la viuda treinta y seis mil libras como compensación por su sufrimiento. Después de la solución del caso Calas, empezaron a llegar a Ferney todo tipo de denuncias sobre abusos judiciales semejantes. Voltaire se interesó por todos ellos y consumió gran parte de su tiempo y de sus energías en ofrecerles una solución justa y tolerante. Voltaire estaba convencido de que se podía transformar la sociedad por medio de la fuerza de las ideas. Creía firmemente que cuando la mayoría de los ciudadanos estuvieran adecuadamente informados de los crímenes, éstos dejarían de existir. Su apuesta más importante y significativa se podrían interpretar de la siguiente manera: contra el oscurantismo fanático, transparencia social. Voltaire era también un gran comunicador y, aunque no proclamó dogmas, si atacó los ya existentes, sobre todo a los dogmas cristianos, en cuyo nombre, dice, "se ha derramado tanta sangre y provocado tantos desastres en Alemania, Inglaterra e incluso en Holanda como en 18 Francia ". Otra de las grandes preocupaciones de Voltaire es la verdad, o mejor, los obstáculos que impiden alcanzarla. Su opinión al respecto es que ésta se abrirá paso por sí misma si partimos de la razón y de la ley natural que todos compartimos; tarea que el propio Voltaire reconoce bastante difícil, ya que debemos tener la suficiente sensatez para reconocer que muchas de las preguntas que nos hacemos escapan siempre a una respuesta que las anule definitivamente. Por lo que respecta a la razón, Voltaire dice que ésta nos ofrece una doble vertiente: por un lado debe ser atrevida, con el fin de desprenderse de supersticiones, fanatismos y pseudociencias, por otro debe ser modesta, para así poder reconocer sus propios límites. "El hecho de que haya supersticiosos en una esquina de barrio, dice Voltaire, es una enfermedad pediculosa que sólo ataca al populacho más despreciable. En Francia, la razón penetra todos los días tanto en la tienda de un comerciante como en las residencias de los señores. Es necesario pues cultivar los frutos de 19 esa razón, tanto más porque es imposible impedirla ". 18 Voltaire, Tratado de la tolerancia, Buenos Aires, Losada, 1998, p. 46. En adelante citaré como Tratado y la página correspondiente. 19 Voltaire, Tratado, p. 135. 8 Vol. III agosto-diciembre 2011 www.somecrimnl.es.tl
  • 9. El objetivo, pues, que se plantea Voltaire es hacer a las personas conscientes de su independencia intelectual, de su autonomía de pensamiento. Denuncia la impostura de los farsantes y defiende la dignidad de la cordura, sus ideas, en definitiva, salen al paso de devotos, fanáticos y supersticiosos. Pero entonces, ¿es necesaria la religión en la sociedad según Voltaire?, Está claro que si, pero 20 ésta debe regir los delitos "secretos ", mientras que las leyes (entiendo positivas) deben regir los delitos conocidos. La religión, asegura Voltaire, se ha creado para hacernos felices en esta vida y en la otra; la vida futura será feliz si somos justos e indulgentes en esta. Voltaire se declara cristiano, pero, acusa a los sectarios de un Dios clemente de llenar de sofismas y disputas incomprensibles un principio tan puro y santo como el de "amad a Dios y a vuestro prójimo". Por último decir, que la tolerancia que propugna Voltaire consiste, principalmente, en que los gobiernos no prescriban ninguna religión concreta a sus súbditos, es más, que les permitan no tener ninguna, esto supondría, según el pensador parisino, alcanzar el logro político de un Estado laico bajo cuya tutela imparcial cada ciudadano trataría de buscar la salvación de su alma como mejor le pareciese. Voltaire luchará incansablemente por suprimir la influencia eclesiástica sobre leyes y autoridades. CONCLUSIONES Y PERSPECTIVAS. En la época actual, y a pesar del desarrollo de la democracia, existen ejemplos de ideologías o religiones cuyas pretensiones son convertirse en referentes de la vida social: el racismo nazi, el totalitarismo comunista y el integrismo islámico, además de la persistente intrusión de la Iglesia Católica en asuntos políticos y sociales, a los que denomina engañosamente "asuntos referentes a los valores". Contra estos fanatismos ha de imponerse la lucha por la tolerancia. Voltaire nos ha recordado que la tolerancia no es una actitud pasiva, resignada o indiferente ante lo que nos rodea, sino que implica una movilización de nuestras energías, una militancia intelectual combativa, una puesta en marcha de la razón. Pero, si hay ciertos credos o formas de vida que pretenden imponerse como un referente de pensamiento absoluto (tal es el caso de cualquier tipo de fanatismo), ser tolerante implica entonces no tolerar dichas pretensiones y salirle al paso con toda la fuerza de nuestra razón. Mientras perdure en la humanidad la defensa volteriana de la tolerancia y se concrete en acciones en pos de la libertad y la justicia, no podrán vivir impunes ni los fanáticos ni los tiranos. Las propuestas de Locke y de Voltaire adquieren en estos momentos plena vigencia; si el primero criticaba la práctica de la opresión, la persecución y la intolerancia, el segundo abogaba por no dejar en el olvido los terribles tiempos pasados con el fin de enmendar los abusos que la intolerancia ha cometido en el devenir de la historia. No debemos bajar la guardia cuando, ¡todavía!, en el año 1998 se intentó abrir de nuevo el arcaico y peligroso debate sobre la razón y la fe. Tal es el caso de la decimotercera carta encíclica del Papa Juan Pablo II. En ella podemos encontrar expresiones como: "La Iglesia... considera a la filosofía como una ayuda indispensable para profundizar la inteligencia de la fe y comunicar la verdad del Evangelio a cuantos aún no la conocen". Y también: "La Filosofía... en lugar de apoyarse sobre la capacidad que tiene el hombre para conocer la verdad, ha preferido destacar sus límites y condicionamientos. Ello ha derivado en varias formas de agnosticismo y de 20 Entiendo por delitos secretos los correspondientes al espíritu o al alma humana. 9 Vol. III agosto-diciembre 2011 www.somecrimnl.es.tl
  • 10. relativismo, que han llevado la investigación filosófica a perderse en las arenas movedizas de un escepticismo general". Aún hay más: "Reafirmando la verdad de la fe podemos devolver al hombre contemporáneo la auténtica confianza en sus capacidades cognoscitivas y ofrecer a la filosofía un estímulo para que pueda recuperar y desarrollar su plena dignidad". Amén. 21 En un artículo del diario "El País", fechado el 14 de marzo de 2006, Ayahan Hirsi Ali , parlamentaria holandesa de origen somalí, clama porque Occidente genere un nuevo Voltaire para el mundo musulmán. Pero, no es necesario hacer referencia a religiones de las que, seguramente, conocemos bien poco, basta con leer la prensa de cualquier ciudad para darse cuenta de los brotes de intolerancia religiosa hacia cuestiones cívico-sociales. Tal es el caso de la entrevista realizada a Juan Masiá Clavel, jesuita y director de la Cátedra de Bioética de la Universidad Pontificia de Comillas (Cátedra que abandonó al finalizar el curso 2005-2006 debido a las presiones de la cúpula eclesiástica), publicada el día 28 de marzo de 2006 en el diario "La Verdad". Este jesuita, que manifiesta sentirse parte de la Iglesia, ha sufrido sin embargo las iras de ésta, sobre todo de su jerarquía, por manifestarse a favor del uso del preservativo, la utilización de células madre, la libre reproducción asistida y el derecho a una muerte digna, son cuestiones, dice, de responsabilidad, de sentido común, de buen humor. Juan Masiá asegura que una parte de la jerarquía piensa igual que él, pero que no se atreve a decirlo porque si lo dices no llegas a arzobispo o no llegas a cardenal. Con esto queda demostrado que en el año 2006 aún es posible correr el riesgo de que te expulsen de una cátedra por desviarte de la ortodoxia establecida. Esto me recuerda, en cierto modo, el caso de Hume, al que le negaron dos cátedras, una de Moral y Filosofía en la universidad de Glasgow, en 1744, y otra de Lógica, en 1751, en la universidad de Edimburgo, ambas por escéptico y ateo. Se podrían citar gran cantidad de situaciones actuales donde la tolerancia, tanto civil como religiosa, brilla por su ausencia, pero eso haría el presente trabajo demasiado extenso, por lo que prefiero dejarlo para un posible análisis posterior. BIBLIOGRAFÍA. J. Locke, Ensayo y Carta sobre la tolerancia, Madrid, Alianza, 2005. Voltaire, Tratado de la tolerancia, Buenos Aires, Losada, 2003. Cruz, Manuel,"Tolerancia o barbarie" (comp.), Barcelona, Gedisa, 1998. Sahel, Claude, "La tolerancia. Por un humanismo herético", Madrid, Cátedra, 1993. Morsy, Zaghloul (selección), "La tolerancia. Antología de textos", Madrid, Popular, 1994. Habermas, Jürgen, De la tolerancia religiosa a los derechos culturales, en "Claves de la razón práctica", nº 129, 2003. Abbagnano, Nicolás, "Historia de la Filosofía", vol. II, Barcelona, Montaner y Simón, 1978. Bello, Eduardo, "Tolerancia, verdad y libertad de conciencia en el siglo XVIII, en "Isegoría", nº 30, Madrid, 2004. Bello, Eduardo, "La aventura de la razón: el pensamiento ilustrado", Madrid, Akal, 1997. Paulus, Joannes, pp.II, "Fides et Ratio", Madrid, San Pablo, 1998. De las Casas, Bartolomé, "Brevísima relación de la destrucción de las Indias", Madrid, Tecnos, 1992. 21 Este artículo se publicó con motivo de la presentación de su libro "Yo acuso". 10 Vol. III agosto-diciembre 2011 www.somecrimnl.es.tl