Entre 1870 y 1911, varias potencias europeas y no europeas establecieron su influencia imperialista en diferentes partes de África y Asia, lo que llevó a tensiones geopolíticas y dos crisis marroquíes. Francia, Gran Bretaña e Italia se repartieron Etiopía, mientras que Rusia y Francia se acercaron diplomáticamente. Estados Unidos y Japón también persiguieron metas imperiales.