Comunicación: Proceso Histórico de la advocación de nuestra Señora de El Cisne
1. Padre Armando Jiménez Rector del Santuario Reina de El Cisne
PROCESO HISTÓRICO DE LA ADVOCACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE EL CISNE E
INFLUENCIA EN LA VIDA CRISTIANA DE LOS DEVOTOS
INTRODUCCIÓN
Plantearse los temas del “Proceso Histórico de la Advocación de “Nuestra Señora de El
Cisne” Venerada en su Santuario del mismo nombre desde el año de 1594, así como,
analizar “la Influencia de la misma en la Vida Cristiana de los Devotos”, son tareas, en sí
mismas dignas de ser tratadas en los más altos niveles de la investigación histórica, social,
religiosa y teológica, que con seguridad alcanzarán conclusiones de alta valía y escribirán
páginas sumamente interesantes que serán verdaderos aportes para el desarrollo de esta
advocación tan querida de la “Virgen de El Cisne”. Por mi parte, aprovecho estas páginas
para dar algunas pinceladas sobre lo que ha sido y es, “La Advocación de la S Virgen de El
Cisne” en el Pueblo Cristiano‐Católico de Loja, de la Patria y del mundo.
I PARTE
PROCESO HISTORICO DE LA “ADVOCACIÓN DE NUESTRA SEÑORA DE EL CISNE”
El devenir en el tiempo de esta tan apreciada y expandida advocación de la Virgen María,
llamada “de El Cisne”, puede abordarse en dos grandes momentos históricos: el de los
orígenes y primera estructuración (S XVI‐ S XVIII); y, el periodo de su establecimiento
definitivo y expansión (S XIX – XXI).
Para averiguar los principales hechos del tiempo de los orígenes y el de la primera
estructuración de la Advocación de N S de EL Cisne, se hace indispensable acercarse a los
textos de dos cronistas de aquellas épocas, que independientemente, nos han heredado
extensos y fehacientes testimonios[1]:
a) Fray Diego de Córdova y Salinas, en “Crónica de la Religiosísima Provincia de los Doce
Apóstoles del Perú” (1651); obra, que en lo referente a esta advocación,
fundamentalmente transcribe una carta del P. José Lucero –Doctrinero del Cisne‐, que tras
solicitud de sus superiores la escribe, certifica y firma en el Cisne el 6 de abril de 1647.
b) Fernando Montesinos “Anales del Perú”/ En Particular el “Anónimo Adicionador”
(1596)[2].
2.
Estas fuentes, relativamente contemporáneas entre sí al igual que con los hechos que
narran sus autores, desde dos situaciones diferentes, el primero “Notario Apostólico de
los Franciscanos”, y el segundo, hombre muy cercano al Gobierno de la Real Audiencia de
Quito y de Lima. Escritos, que por más de una razón gozan de un alto concepto de
autoridad, tanto por la veracidad de de los detalles subrayados en aquellos tiempos y
que la investigación histórica así lo ha ratificado, como por su antigüedad.
De acuerdo con estos escritos y con la viva tradición oral que se conserva y transmite
entre las generaciones de “EL Cisne”. Los Orígenes de esta Advocación empezaron de la
siguiente manera:
Según Fray Diego de Córdova.‐ que compuso su Crónica en 6 libros, y precisamente en el
Libro VI, Cap. II; pág. 593 con el título: “De Algunas imágenes de Nuestra Señora
Milagrosas que tiene Nuestra Orden en la Provincia de Quito”, da fe de tres imágenes con
el calificativo de “milagrosas”; primero, detalla aspectos sobre Nuestra Señora de los
Ángeles de la Villa de Zaruma; luego, se detiene en N S. del El Cisne con un título “otra
imagen milagrosa”; y termina el acápite dando noticias a cerca de N S de Montserrat.
En cuanto se refiere a N S de EL Cisne, da un alto valor al testimonio del P. J. Lucero y nos
la transmite, la misma, que en lo más relevante señala lo siguiente:
“Fray José Lucero, Predicador y Vicario de esta doctrina de Nuestra Señora de Guadalupe
de del Cisne, certifico:
En dicho pueblo esta una Santa Imagen de Nuestra Señora de poco más de una vara de
alto, con su niño en la mano, la cual dicen los naturales, trajeron de la ciudad de Quito,
hace más de cuarenta años, y colocaron en una capilla pequeña…había pocos indios y que
por ser tan pocos, el licenciado Diego de Zorrilla, oidor de la Real Audiencia de Quito,
mandó quemar los ranchos en que vivían y se redujesen al Pueblo de San Juan de
Chuquiribamba …; hiciéronlo así,, llevando la Santa Imagen, se levantó tan gran tempestad
de aires, que se hacían pedazos los árboles y las casas se descobijaban … Visto esto los de
Chuquiribamba, dijeron a los del Cisne que se llevasen su imagen otra vez a su Pueblo ….;
Con que al punto que torcieron con la Imagen sosegó la tempestad. Con este primer
prodigio asentaron por esclavos y mayordomos de esta Santísima Señora. Corrió la fama a
la Ciudad de Loja, a la villa de Zaruma…. Todos hicieron una hermandad y cofradía que
confirmaron los Señores Obispos de Quito. Acuden todos a la Fiesta que es el 8 de
Septiembre, hacen promesas con tan grande devoción, por los continuos milagros que
está haciendo su Divina Majestad por intercesión de su santísima Madre… “
EL Relato del Anónimo Adicionador de los Anales de Montesinos (1596 ¿?).‐ este relato
amplio y detallista aporta algunas novedades. La fecha exacta en los que habrían sido
3. publicados estos documentos aún reclaman alguna investigación un tanto más profunda,
sin embargo, Francisco Rofrio, Historiador sin par de la Advocación de El Cisne, que leyó
estos documentos en el Real Archivo de Madrid, señala el año de 1596. Pero esta
situación en nada merma los valiosísimos aportes que dicha obra transmite, y que son los
siguientes:
“Comenzó, Dios a manifestar las maravillas que suele con los devotos de María. Hubo
hambre muy grande en el Pueblo de El Cisne… trataron los indios de dejar aquel puesto;
algunos insistían en que se entrasen tierra adentro con ánimo de huir de la religión
católica, más que de buscar mejor tierra. Estando en esta determinación, se les apareció la
Virgen Santísima a los principales y les dijo: fundaseme aquí una Iglesia que allí os quiero
asistir, para que no tengáis más hambre. Hiciéronlo así, y pusieron a la Iglesia de Nuestra
Señora de El Cisne, como al Pueblo. Desde aquel momento comenzaron a sentir los
favores de la Virgen Santísima ….. Es la hechura de la Imagen, de bulto poco menos de una
vara, al modo de la de Guadalupe, hermosísima y de color trigueño. No puede averiguar lo
cierto en razón de si es aparecida, o puesta en lugar de la que se apareció. Celebrase su
fiesta por diciembre, día de la concepción, habiendo sido su aparición el 12 de octubre. Es
la fiesta solemnísima y dura tres día: el primero lo hacen los de Loja, el segundo los
naturales de la doctrina, y el tercero los forasteros de toda la comarca….”
Un examen a los contenidos de cada texto – aunque este fuera somero‐ con facilidad
pone a relucir algunas concordancias, así como, ciertas diferencias, que en suma, no
hacen sino complementarse mutuamente y ofrecernos juntas una cualificada serie de
elementos de un primer proceso histórico dentro del cual se ha desarrollado y
evolucionado el Culto o Advocación de “El Cisne”.
Así, estos testimonios advierten, de una u otra forma y en primera instancia, la causa
fundante, un “adorable designio de la providencia” manifiesto en especiales prodigios. En
segundo lugar aparece la raíz primera de esta advocación “que María fue venerada en el
Cisne en su glorioso y singular privilegio de su concepción inmaculada”, razón por lo que,
desde los primeros años se celebró de modo fijo la fiesta del ocho de septiembre. Como
tercer punto denótese que el nombre “del Cisne” aparece identificando un nuevo lugar
de asentamiento de la devoción a María. En Cuarto lugar, se muestra la cercana y decidida
intervención y acompañamiento de la autoridad de la Iglesia, legitimando y afirmando a la
vez las distintas iniciativas del pueblo (las hermandades y cofradías). Finalmente, señálese
que la imagen de la Virgen María fue llevada desde la ciudad de Quito, cuya talla y
policromía poseen rasgos parecidos a la Imagen de Guadalupe (España y México).
Iniciada la época hispánica de la conquista y fundación de la ciudad de Loja, que hecha sus
primeras raíces desde 1546 (la Zarza); desde la Diócesis de Quito y Vicaría de Loja,
rápidamente se emprenden en fuertes y organizados afanes de adoctrinamiento
Cristiano dirigido a los indios. Los religiosos de la Orden de S. Francisco toman a cargos la
parte territorial del norte y occidente, entre otros, los territorios de Ambocas
4. (Chuquiribamba, San Lucas, el Cisne, Santiago, S. Pedro de la Bendita). Más, a la llegada
de los hijos de San Francisco a la “Doctrina de El Cisne” precedió la labor de un “Clérigo”
secular ‐dato del anónimo adicionador a los Anales de Montesinos‐, cuyo nombre y obra
aún no ha sido descubierto y valorado por la investigación histórica, porque este oculto
personaje podría aportar con novedosos datos sobre los orígenes. Lo cierto es que dicha
“Doctrina de El Cisne”; “Cuizne” o “Kushny” (lugar con humo; lugar con nieve), era ya
famosa y con gran proyección, razón por la cual, la Orden de San Francisco solicita,
influyendo en las más altas instancias, se le confíe la custodia de la Doctrina de El Cisne,
aspiración que logran con no buen miramiento del Clero y entregando a cambio la
“Doctrina de las Cebadas”. En todo caso El santuario de El Cisne aparece ligado a la Misión
de la Orden Franciscana, a quienes les cupo el honor de ser sus Custodios durante 179
años. A ellos se debe, en buena parte, el segundo gran envite hacia el crecimiento y
desarrollo de la piedad y devoción a la Virgen Santísima, así como la construcción del
segundo y tercer templo, el último fue consagrado a pocos años de su salida (1752).
Otro elemento que impulsó esta advocación es despliegue Pastoral del Cuarto Obispo de
Quito (1594 ‐1606), Luis López de Solís, hombre virtuoso y de gran celo apostólico, que en
su gobierno eclesiástico se propuso la celebración de Sínodos Diocesanos y la visita
pastoral, objetivos que los alcanzó dentro de los primeros años de su Obispado. En Loja
celebró el II Sínodo Diocesano del 15 al 24 de agosto de 1596, con la participación de
eclesiásticos y representativos de la Real Audiencia de Quito y del Corregimiento de Loja.
Entre los invitados participa Cristobal de Ortegón, cura de Ambocas. Fundó también el
monasterio de las Concepcionistas, obra para la que aportó con algunos de sus bienes
personales. Y, con fundamentada razones se afirma que este afanoso Obispo ligado a los
“caballeros de del Cisne” de Europa, conoció de los aconteceres de El Cisne y recomendó
el nombre y los talleres de Diego de Robles y Ribera, para la respectiva talla de la Imagen y
Policromía de la misma.
Desde la tenencia de la imagen en “Una pequeña capilla” en el año 1596, entrado el S.
XVII, a partir de 1620, El Cisne, de hecho se constituye en un centro Principal de la
Parroquia, aunque la Sede y titularidad reposaba en Chuquiribamba. El nombre de “El
Cisne” se impuso en todo el territorio de aquella jurisdicción designándose como
“Parroquia o Doctrina de Santa María del Cisne”, categoría que conservó hasta mediados
del S. XVIII[3]. En este intenso periodo de tiempo, ya superadas las vicisitudes naturales y
otras de carácter social, la advocación se afinca sobre una estructura mayormente
definida: se inicia y aplica la construcción del segundo templo, pasados los años de un
tercero y mayormente majestuoso, bendecido en 1752. El Pueblo se ha organizado en
hermandades y Cofradía, confirmada por Benedicto XIV en 1753, dotada de indulgencia
plenaria para el 20 de agosto y 8 de septiembre, y de estatutos desde1869; órgano
importante por su obrar espiritual y material a favor de la Advocación, así adquirió los
primeros “patrimonios de la Virgen” (pequeñas fincas), que servirán para acrecentar y
mejorar el culto a la Virgen. Las fiesta y con ellas las romerías y peregrinaciones al cisne
del 8 de septiembre y del 15 de agosto se encuentran “desde la cuna misma de esta
advocación”[4] y son como un llamamiento o cita para Loja, la patria y el mundo.
5. A la par y desde los principios de la Advocación de El Cisne, se aprecia la participación
cercana del Cabildo Lojano de aquellas épocas; quien interpretando los vivos sentimientos
de los lojanos, se gloriaba de darse a sí mismo el Título de “Patrono y Protector de la
Advocación de el Cisne, preconizando a la Virgen por Jurada Protectora de Loja y su
Provincia”[5]. En varias ocasiones sesionó extraordinariamente dentro del Santuario y
conceptuaron un deber ponerse al frente de las peregrinaciones y con caudales públicos
dar lustre y esplendor al culto de la Sagrada Imagen de La Virgen de El Cisne.
Fray Diego de Córdoba, en la citada obra, al referirse a la virgen de El cisne apunta una
“nota marginal”, que reza “otra imagen milagrosa”, y Montesinos nos trae lo que podría
ser el mensaje de la “Virgen de El Cisne” referido a los “principales” del pueblo “fundasen
aquí una Iglesia que allí os quiero asistir, para que no tengáis más hambre”. Esta
advocación nació crecida y grande por los favores de María, en principio para con el
Pequeño Poblado de la nación Palta de la Aldea del Cisne, para seguidamente expandirse
en su obra de amor y misericordia hacia las ciudades más remotas.
Tal es el caso sucedido en el año de 1779. En que Loja vive un desolador panorama de
muerte y hambre; ante tal situación el “ Mayordomo de la Ciudad” se dirige conforme a
Derecho al Ilustre Cabildo de Justicia Mayor y Regimiento, para exponer la gravísima
situación del Vecindario y solicitar se sigan los trámites correspondientes para que visite
la Imagen del Cisne a la Ciudad, así : “comprimido por una sangrienta y general peste, con
destrucción y mortandad, hallándose a la presente muchos enfermos de Peligro,
agonizando unos, sepultándose otros, otros sacramentándose, y finalmente todos
descompuestos y despavoridos… peste que amenaza con mayor crecimiento... y aún
teniéndose otra la calamidad de hambre… No teniendo más refugio que el soberano
patrocinio de la Preeminente Reliquia de nuestra Reina y Soberana de El Cisne”. El
vecindario se preparó intensamente y los favores de la Madre y Señora de El Cisne no
tardaron en llegar; “apenas fue entrada triunfalmente la Sagrada Imagen, la peste cesó en
su rigor”.
Esta Visita de la Imagen del Cisne a la ciudad de Loja, no fue la Primera, más imprimió una
“cierta ritualidad observada por las autoridades y vecinos como norma y regla, cuantas
veces se ordenaban dichas romerías; encabezadas por la jerarquía del más alto nivel “civil
y eclesiástico”.
En Los Siglos XIX – XXI, se tejen algunas novedades en la línea de enriquecer y acrecentar
“La Advocación de la N S de El Cisne”
En la organización eclesiástica se ven algunos cambios: la Comunidad Franciscana terminó
su misión por los años de 1775. La Vicaría de Loja es Parte de la Diócesis de Cuenca, hasta
que fue erigida Diócesis en el año de 1862; El cisne es elevado a la Categoría de Parroquia
Eclesiástica en 1921. En este trance aparecen nuevos y relevantes aconteceres que
muestran el progreso en los siglos de esta devoción, la misma, que entrados los primeros
6. años del S XIX, había desbordo el alcance de todo tipo de capacidad, a punto que los
vecinos de Loja solicitan a la Municipalidad la gestión para trasladar las romerías del 8 de
septiembre y 15 de agosto a Loja.
Tal Pretensión (feria exenta de todo derecho o impuestos) se acompaña para su
justificación, bajo las razones de que en El Cisne: “no existen cómodas viviendas donde
acoger a las más de diez mil almas, que van a la romería; que están expuestos a muchas
enfermedades y robos frecuentes; que los romeriantes pierden sus acémilas por las
montañas … que es todo confusión y desorden”. El libertador, presidente de la Gran
Colombia, acoge la solicitud en decreto del 28 de julio de 1829. Valga decir, que tal
decisión causó inquietud en Los Cisneños, que contundentes presionaron hasta lograr del
presidente Juan José Flores una reforma al Decreto en el año de 1831, en el que les
restituye la romería del 15 de agosto, y deja para Loja la fiesta del 8 de septiembre.
Tiempos pasados desde los Cuales La Virgen de El Cisne realiza su entrada triunfal a la
Ciudad, tras superar una larga marcha desde su santuario, “animada de vitalidad,
radiante de belleza excepcional, dulcísima en la incomparable atracción de su mirada”[6]
vestida de peregrina hasta la entrada de la ciudad y de Reina hasta la catedral, cada 20 de
agosto.
La Autoridad de la Iglesia universal y Diocesana en todo momento a hecho lo suyo, para
enriquecer de mayor gloria la devoción a la Virgen de El cisne. Así, Benedicto XIV concede
indulgencias a la Parroquia y devotos”[7]; el mismo Papa Conoció y confirmó con
personería jurídica la “Cofradía de N S de El Cisne”. Años más tarde Pio IX, también con el
fin “de acrecentar la devoción de los fieles…” dota de mayores gracias e indulgencias a los
devotos[8], y dotó de estatutos a la Cofradía, agregándola a su vez a la Archicofradía Prima
de la Anunciación en Roma”; concedió privilegio de altar portátil (facultad para que se
pueda celebrar en el sitio donde se encuentre la imagen durante el trayecto a Loja) 1869.
En 1927 se expide el Decreto de “Coronación canónica de la Imagen” sublime acto que
tuvo efecto el ocho de septiembre de 1930.
Con tan alto motivo, el de la coronación canónica, se emprende en la necesidad y tarea
de dotarle a la Imagen de la “Reina de El Cisne” de un nuevo templo. Obras que avanza en
su construcción por más de cincuenta años hasta su culminación y consagración en el año
de 1979. Finalmente, Juan Pablo II eleva el Santuario a la Categoría de Basílica Menor en el
año de 1980.
En tiempos actuales la Advocación de la “Virgen de El Cisne” ha alcanzado para sí el
privilegio de ser considerada la devoción más popular y reconocida en todo el Ecuador y
más allá de sus fronteras.
II PARTE
7. LA INFLUENCIA DE LA ADVOCACIÓN DE LA VIRGEN DE EL CISNE EN LA VIDA CRISTIANA DE
SUS DEVOTOS
Introducción
Me parece oportuno, antes de abordar directamente el tema, hacer hincapié en el
concepto teológico del término “Advocación”, que proviene del latín advocare, y hace
referencia a la invocación y al mismo tiempo al hecho de dirigirse hacia un objeto con
caracteres específicos. Esto sucede con las imágenes de la Virgen María: la invocación es
en realidad a la Virgen María que vive en el reino de Dios tal y como enseña la fe de la
Iglesia, pero que, en tal o cual lugar, se ha enriquecido con elementos culturales e
idiosincrasia, y con el sentimiento popular ‐religioso del medio. Por eso es posible
desarrollar la fe en una advocación mariana específica, pero que representa un valor
común para todo un pueblo.
Desentrañar la especificidad de la Advocación de “El Cisne” más allá de la simple
denominación, es quizá otra de las necesidades no satisfechas a plenitud. Sin embargo el
análisis histórico nos puede conducir a un estado bastante óptimo y digno .
La advocación de “N S de El Cisne” y sus repercusiones en la vida cristiana
En América Latina, la figura de María mantiene una vitalidad antropológica, espiritual y
eclesial que ya es parte de la cultura y de la historia de los pueblos y que ayuda a
mantener la cotidianeidad de la identidad cristiana y la práctica de la fe. Ella es el punto de
enlace del cielo con la tierra. O, como señala el documento de Aparecida, que los pueblos
“encuentran la ternura y el amor de Dios en el rostro de María. En ella ven reflejado el
mensaje esencial del Evangelio”, El amor.[9]
La Advocación de “N S de El Cisne” para sus devotos es ante todo inspiración para el
seguimiento de Cristo en la Iglesia, muy en particular en la familia. Los devotos hemos
entendido la presencia de María en la Advocación de “El Cisne” como un “don de Dios”,
8. que quiso mostrarnos en la vida de la Virgen María el camino a Cristo; y con Ella, animar
el peregrinaje de la fe del Pueblo Cristiano “devoto”, golpeado en su dignidad por
situaciones inhumanas e injustas, pero que postrado a los píes de la Virgen del “El Cisne”
se siente hijo/a amados, acogidos, perdonado por Dios y fortalecido en su esperanza.
Uno de los textos antiguos del Anónimo Adicionador a los Anales de Montesinos, trae
entre otros, dos textos, que pueden clarificar la idea: “Trataron los indios de dejar aquel
puesto; algunos insistían en que se entrasen tierra adentro con ánimo de huir de la religión
católica”; líneas más abajo, pone en labios de María la frase “fúndaseme aquí una Iglesia
que allí os quiero asistir, para que no tengáis más hambre”. Es decir la figura de María –
en el Cisne‐ resulta interpelación e inspiración para acoger y encarnar las actitudes y
valores propuestas por N. S Jesucristo. María se nos propone como la Madre de Cristo,
como la primera cristiana, por sus actitudes, porque en las condiciones concretas de su
vida se adhirió total y responsablemente a la voluntad de Dios, porque acogió la palabra y
la puso en práctica; porque su acción estuvo animada por la caridad y por el espíritu de
servicio, es decir, porque “fue la primera y más perfecta discípula de Cristo, interlocutora
del Padre…”[10]
En el VI Congreso Mariano Celebrado en Loja en 1994, se dijo “Los Lojanos sabemos muy
bien que María es la Madre de Jesús… pero el primer sentimiento es que Ella es Madre
mía, Madre nuestra, la mamita de El Cisne; y es en este sentir –se dijo‐ es “donde quedó
sembrada la indestructible devoción a la Virgen de El Cisne”[11]; es decir, para un devoto
la “Virgen de El Cisne” es el ser Más importante de la familia”, es la Madre.
Por otra parte, La “Virgen de El Cisne” es insignia esencial del “ser católicos”. Los
“devotos” que buscan el encuentro con la Madre de Dios en el ámbito de la materna
presencia de María, encuentran la consolidación de su propia fe en compromiso de
servicio y en una dimensión profunda de eclesialidad. Así, “Como en la familia humana, la
Iglesia‐familia se genera en torno a una madre, quien confiere “alma” y ternura a la
convivencia familiar, María, Madre de la Iglesia, además de modelo y paradigma de
humanidad (modelo de ser humano y valores éticos), es artífice de comunión”[12], y de
eclesialidad.
Dilucidar algunos hechos históricos de la Advocación de “Nuestra Señora de El Cisne” y
enfocar su influencia en la fe y vida de los devotos, sólo es “algo” del largo recorrido que
9. lleva el Sendero de la Virgen de El cisne; ojalá con su bendición susciten investigadores
prolijos que echen más luces allí donde falte y hagan justicia en Mayor Gloria a la Madre
de El Cisne.
BIBLIOGRAFÍA:
‐ Fr Diego de Córdova y Salina; “Crónica de la Religiosísima Provincia de los Doce Apóstoles
del Perú”, Lima, 1651
‐ Fernando Montesinos “Anales del Perú”; Lima, 1596
‐ González Suárez, Federico; “Historia General de la Republica del Ecuador” Tm III, Quito,
1881
‐ Fr Vargas, José María; “Biblioteca Ecuatoriana Clásica del Arte Ecuatoriano”, Quito, 1989
‐ Riofrio, Francisco; “La Advocación de Nuestra Señora del Cisne”, quito 1924
‐ Jaramillo Alvarado, Pio; “Crónicas al Margen de Loja y su provincia”, Loja,
[1] Duplicados de estas Obras están disponibles en la Biblioteca de Archivos Jacinto Jijón y Caamaño, del
Banco Central del Ecuador.
[2] Creo necesario recordar que “Los cronistas de indias” nacieron tras un mandato Real de Felipe II, Rey de
España, con el fin de constatar los avances del “descubrimiento” y corregir algunas irregularidades
cometidas por los conquistadores.
[3] Según Autos y documentos de los archivos de la Parroquia de Chuquiribaamba ‐ Loja
[4] González Suárez “H. General el Ecuador” Tm III, Quito
[5] Actas del cabildo de 1766, citadas por F. Riofrío en La Obra “La Advocación de N S del Cisne” 1924
[6] Dr. Pio Jaramillo Alvarado