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         “Papá Quique, fue un exitoso ganadero y caficultor”,
   añadía ella, con su mirada perdida en la lejanía. “Construyó su
   propio beneficio de café y prestaba sus servicios a otros caficul-
   tores. Acuñó sus propias “chavetas”, que eran unas monedas
   especiales para pagar con ellas a los peones de las fincas… yo las
   recuerdo”. “Mi papá fue uno de los prominentes ganaderos y
   caficultores que tuvo Boquete. También criaba finos caballos de
   paso”.
         Luego, esbozando una sonrisa decía: “Cuando la sala de
   cine mudo de Mr. Laws se quedó pequeña, él hizo una sala y la
   alquiló para presentar películas. Como sus paredes eran de
   madera, los muchachos traviesos hicieron agujeros en ellas para
   ver gratis las películas”. Allí paraba el relato. Todos nos ponía-
   mos a simular que estábamos abriendo huecos en las paredes para
   aguaitar las películas. ¡Y la historia terminaba en risas!
         Siendo yo más grande, me documenté sobre mi bisabuelo:
   En los escritos de mi abuelo Esteban y en lo que decían los viejos
   que quedaban de aquella época. Allí me di cuenta de que se
   trataba de “Don Enrique Vásquez”.
         Mi abuela Carmelita lo había descrito muy bien.
   ¡Caballero a imitar! Hombre sencillo, diligente y decidido. Incur-
   sionó en las finanzas y la política. Puntal principal entre los que se
   agruparon para conseguir la ley que creó el Distrito de Boquete y
   uno de sus primeros Alcaldes. Recaudador de Hacienda y agente
   del Banco Nacional de Panamá en Boquete. Construyó, con sus
   propios medios, el primer acueducto del poblado, el cual sirvió de
   modelo para construir el actual Acueducto Municipal de Los
   Ladrillos.
         Hay un adagio inglés que dice: ¡Hoy es el mañana del cual
   nos preocupábamos ayer! Hoy es ese mañana, del cual ellos,
   “nuestros viejos” se preocuparon en aquel ayer. Caminaron en la
   búsqueda de estas tierras que serían nuestra heredad. Y a pesar de
   que muchos no han conservado esa heredad, hay quienes sí
   podemos decir: ¡Aquí estamos!
         En la Calle Central del Distrito de Boquete, aún está en pie
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   vetusto y mudo que guarda el eco de su voz hablando con mi
   abuela Carmelita y con sus amigos, en las tertulias de aquella
   abarrotería. Que guarda sus sueños de patriota, sus planteamien-
   tos y sus luchas de pionero y ciudadano.
          Hace poco, las autoridades del distrito, en ceremonia espe-
   cial, honraron la Calle Central de Boquete con el nombre de
   “Enrique Vásquez Serracín”.
          Ahora yo también puedo decir como mis abuelos. ¡No se
   puede escribir la historia del Distrito de Boquete sin mencionar a
   “Don Enrique Vásquez”!. Y yo añado que: ¡El que siembra…
   Cosecha! (La foto de fondo es Enrique Vásquez, mi bisabuelo.)

                    ¡PELIGRO AL ACECHO!
          Mamá Carmelita nos contó de aquellos días cuando en el
   camino encontraron las huellas del felino. Se corrió la voz:
   “Había desaparecido un caballo y se culpaba al tigre o al león de
   habérselo comido”.
          Después se supo que había sido un parroquiano que se lo
   había llevado sin permiso del dueño. Pero igual, hubo muchos
   eventos donde aquel tigre o león, nunca se supo, se hizo respetar.
   ¡Se comió un par de grandes presas, entre ellos: caballos, cerdos
   y vacas! ¡Sólo encontraron sus osamentas!
          Cuentan de aquel enorme animal, que caminaba merode-
   ando la montaña. Que oculto entre el follaje, iba paso a paso, al
   lado de los que hacían el recorrido por esos solitarios caminos.
   Los caminantes decían que escuchaban el resoplido de su nariz y
   que ellos casi dejaban de respirar para no hacer ruido.
          Cuando iban dos o tres personas, entonces se atrevían a dar
   una miradita en medio de los matorrales y encontraban las
   enormes pisadas. ¡Gracias a Dios nunca hubo situaciones que
   lamentar! ¡Pero todos sabían que aquellos grandes y salvajes
   felinos los atisbaban, como a sus presas!
          Debieron asegurar siempre muy bien sus viviendas para
   protegerse del frío, del viento, del bajareque y de los animales
   hambrientos de aquellas montañas vírgenes que los acechaban en
   el silencio de la floresta.
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               ¿ERAN RONQUIDOS DEL VOLCÁN?
         Hubo una temporada que se extendió desde 1955 hasta
  1963 más o menos, con intermedios irregulares de horas o días.
  Los perros comenzaban a aullar angustiosamente, las gallinas se
  inquietaban y cacareaban escandalosamente, la naturaleza parecía
  quedarse quieta, esperando algo. Entonces se escuchaba un ruido,
  algo como un zumbido, como una masa muy grande de “algo”,
  como de muchas piedras.
         El ruido venía por debajo de la tierra, debajo de nuestros
  pies. Venía de algún sitio que no se podía precisar. El sonido
  venía acompañado de una vibración y luego, de una sacudida muy
  fuerte, al final. Después el ruido se alejaba. Todo volvía a la
  normalidad. Era repetitivo. Causaba mucho temor porque a
  veces las sacudidas eran muy violentas.
         Los viejos nos decían: ¡Posiblemente es el volcán que
  quiere despertar! Y en ese momento aprovechaban para contar:
  Cómo fue que hace muchos años el Volcán hizo erupción.
  Cuando Boquete era una laguna. Y la erupción quitó un pedazo
  de montaña por donde se escurrió toda el agua de aquel lago.
         ¡Ah, si! Hay piedras con fósiles de hojas de helechos mari-
  nos y hay otras con el esqueleto de un pez. ¡Yo las he visto! Una
  de ellas la encontró mi primo Titito Ruiz cuando hacían los traba-
  jos de la hidroeléctrica! ¡Él me la ha mostrado! Allí está la prueba
  de que en el pasado, sí hubo un gran lago entre las montañas de
  Boquete.
         Así decía mi abuela, que su abuela le había dicho que su abuela
  le había contado. ¡Y cómo dudarlo! Si ellas vivían en Dolega, en
  aquellos tiempos cuando nadie había puesto los ojos en Boquete.
         ¡Allí estaban los temblores de nuevo! Y nadie se movía. No
  podíamos irnos de allí. No podíamos hacer nada para evitar aquello.
  Sólo debíamos, como decía mi abuela “pegarnos de Dios”.
         ¡De pronto, todo cesó! Los pobladores olvidaron aquello. O
  tal vez lo recuerdan pero no desean hablar de ello. ¡El Volcán Barú
  sigue dormido! ¡Quizás solamente fueron unos ronquidos que escu-
  chamos de ese gigante, mientras soñaba! ¡Gracias a Dios! Porque
  después de haber visto tanta piedra en los terrenos de Potrerillos, no
  me gustaría ver a ese volcán jugando a: ¡A que te pego una piedra!

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                    ¡UN MILAGRO PARA “POP”!
         Uno de estos días fuimos a cenar al Hotel Panamonte.
  Como siempre, me llamó la atención: los muebles, lámparas y
  otras reliquias que son parte del ambiente tranquilo que regala el
  restaurante de ese hotel.
         En la conversación no se hizo esperar aquellos temas del
  pasado que rodean edificaciones como el Panamonte. Y allí salió
  a relucir la historia de aquel hombre que a la edad de 47 años le
  fue diagnosticada un asma bronquial que había minado su salud,
  dejándole cuatro meses de vida.
         El personaje que nos ocupa era un americano nacido en un
  pueblito de Texas, llamado Quitman, donde su padre laboraba
  como médico. Su nombre era William Joseph Wright y le apoda-
  ban “Pop” por alguna razón que no logré saber. Se había trasla-
  dado a Panamá para prestar sus servicios en la Zona del Canal.
         Por su buen desempeño le habían otorgado la Medalla
  Roosevelt, pero debido a su enfermedad no podía continuar en su
  trabajo. En medio de su infortunio, Pop Wright decidió hacer un
  viaje a Boquete. El traslado de Panamá a Chiriquí demoraba
  varios días por barco y luego había que hacer otro viaje en carreta
  desde David a Boquete que demoraba otro par de días.
         La pareja Wright hizo la travesía y se hospedó en el Hotel
  Lino, de propiedad del Capitán Henry Watson. A los pocos días de
  estar en Boquete, Pop sintió una gran mejoría y decidió instalarse
  en aquel lugar. Compró un pedazo de tierra a Henry Watson, en
  una de sus fincas de El Guacal. Su experiencia en negocios llevó
  a Pop a aprovechar la oportunidad que se le presentaba. Edificó
  su casa en aquella tierra y la convirtió en el Hotel Wright el cual
  adquirió fama rápidamente. Hacía unos años, en 1894 había
  llegado a Boquete en el negocio del café, Mr. J. Thomas, quien al
  probar unas naranjas las encontró muy ácidas. Tuvo la idea de
  solicitar seis plantones de la conocida y dulce naranja “Washing-
  ton navel orange” originaria de Brasil, pero producida con éxito
  en Estados Unidos. Él deseaba hacer una prueba plantándolos en
  Boquete para reproducirlos.
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          Los plantones de aquella fruta le fueron enviados desde
   California pero debido al largo viaje llegaron casi muertos. El
   canadiense Frank Tedman Carl quien se había instalado en
   Boquete en 1895, después de trabajar para la Compañía Francesa
   en el Canal de Panamá, conoció de lo sucedido a Thomas con los
   plantones. Le pidió a éste uno de aquellos, casi muertos arbolitos,
   para plantarlo, a ver si podía salvarlo. El arbolito se fortaleció
   con los cuidados de Tedman.
          El estadounidense David Theodore Sasse, llegó en 1914 a
   trabajar en la División Eléctrica de la Zona del Canal y también
   viajó hasta Boquete a disfrutar de unas vacaciones. Él tenía cono-
   cimiento de injertos y al conocer la historia del arbolito que había
   salvado Tedman puso a su disposición sus servicios para repro-
   ducir aquella planta.
          Como Sasse estaba hospedado en el Hotel Wright, Pop le
   solicitó a su huésped que le sembrara en su hotel un arbolito de
   aquella naranja. Así lo hizo y Pop Wright fue reproduciéndolos,
   de modo que llegó a tener un naranjal en su hotel. Se dice que Pop
   Wright escribía para periódicos y revistas del extranjero y describía a
   Boquete como un paraíso escondido entre montañas. Ponderaba las
   bendiciones de su clima, sus bellas flores, sus montañas, su café y sus
   dulces y jugosas fresas y naranjas.
          Dos figuras, mundialmente conocidas, llegaron a hospedarse
   en el hotel de Pop dándole una nueva propaganda al Boquete de
   sus escritos.
          En 1928, el aviador Charles Lindbergh, quien le había dado
   la gloria a los Estados Unidos de ser el primer aviador en cruzar
   el Océano Atlántico en un vuelo de Nueva York a Paris, llegó a
   hospedarse en el Hotel Wright.
          Al año siguiente, Pop hospedó en su hotel, al Contraalmi-
   rante Richard Byrd, quien a la sombra de uno de los árboles de
   naranja escribió el artículo “La Conquista de la Antártica por
   Aire”, el cual fue publicado en la revista National Geographic en
   su ejemplar del mes de agosto de 1930. Para este momento ya se
   conocía aquella naranja como la “Boquete navel orange” y se
   cree que el mismo Pop Wrigth las bautizó con ese nombre.
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         Venció el pronóstico de muerte y disfrutó treinta y un años
   más. Él y su esposa tenían especial cariño por los gatos. Me
   contaron que existe una foto donde él tiene a uno de sus felinos
   durmiendo en su hombro.
         William Joseph “Pop” Wrigth vivió hasta el año 1962,
   cercano al arribo a sus 99 años. Al cumplir 82 años decidió
   regresarse a San Antonio, Texas, con su única hija después de
   vender su hotel al Capitán sueco Hans Elliot. Mr. Elliot, como se
   le conocía, lo llamó Hotel Panamonte.
         Los descendientes de Mr. Elliot atienden el hotel hasta el
   día de hoy. Y conservan una oficina con paredes tapizadas por
   aquellas valiosas fotos que entre otras cosas, nos hablan de “el
   gran milagro de vida que recibió Pop Wright, en Boquete”.




                  HOMBRE DE BUEN CORAZÓN
         Muchas veces no teníamos los diez centavos que costaba el
   tiquete para ingresar al Teatro Cumbres y recurríamos a la venta de
   unas libritas de café que habíamos recolectado de los árboles del
   patio. El café ya lo habíamos procesado (cosa que sabían hacer en
   todas las casas de Boquete), entonces íbamos a la Casa Bruña
   donde el conocido Hernán Bruña. Él pesaba nuestra bolsa de café
   y jamás nos ponía peros. Nos daba nuestro dinero con el que

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  podíamos asistir al teatro y ¡ya está!
         Estoy segura de que su buen corazón se alegraba cuando
  hacía eso y se alegraba más cuando le comprábamos manteca,
  arroz o algún producto que debía ser pesado en aquella balanza
  de “pesitas de hierro”. Él, conociendo que éramos una familia de
  siete niños, más mis padres y mi abuelita, cuando pesaba arroz,
  manteca o frijoles nos ponía siempre un poco más, y nos decía
  “¡Aquí va la ñapa!”
         Cuando una encuentra en su camino gente como Hernán,
  hay que atrapar ese ejemplo para imitarlo, vivirlo, hacerlo propio,
  sabiendo que, “es más bienaventurado dar que recibir”. Veamos
  con “ojos espirituales”, el gran tesoro que Dios tiene guardado
  para los que actúan con nobleza de corazón. Sé que Dios tiene
  para Hernán algo especial, que él, ni siquiera imagina. Porque
  Hernán, sin saberlo, con su actitud para con nosotros, nos enseñó,
  y lo hemos imitado siempre en la medida de nuestras posibili-
  dades.
         Hernán con su bondad, mostraba vivir en obediencia al
  principio bíblico que dice: “A cualquiera que te pida, dale; y al
  que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como
  quer!is que hagan los hombres con vosotros, as" tambi!n haced
  vosotros con ellos.# Lucas 6:30-31




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               ¡ESA CALLE TIENE SUS CUENTOS!
         Mi imaginación vuela recorriendo las calles hartamente
  conocidas por mí. Doy gracias a Dios por la calle donde yo crecí y
  por cada calle de mi Boquete querido. Esas calles de antes. De
  tierra, unas. De piedra, otras. Y un par de ellas, asfaltadas.
         Recuerdo cómo le llamábamos, y aún se le llama igual a
  algunas de esas calles: La Calle del Moco, La Calle Del Tropezón,
  La Calle del Gallote, La Calle del Cacho, La Calle de la Reculina,
  La Calle de Los Sapitos, La Calle de Los Ratones, La Calle de la
  Orilla’el Río… Aquellos nombres obedecían a algún suceso o
  personaje que allí vivía. Todos sabíamos porqué o por quién se le
  había dado aquel mote. Había una calle, cerca de mi casa. “La
  Bajada de los Galán”. Es una de aquellas inolvidables calles.
         En aquel tiempo en que yo era pequeña, aquella loma la veía
  inmensa, empinada, inaccesible. Su superficie era áspera, abrupta,
  empedrada. En el día era transitable, pero en la noche… con aquel
  único poste de luz desmayada que tenía, era bastante escabrosa. Y
  eso que no he dicho que cuando había neblina espesa, el triste
  bombillo parecía más lejos que la misma luna en cuarto men-
  guante.
         Había pasado la navidad y “el Niño Dios me había traído un
  par de patines”. ¡Patines de metal con llantitas de metal! Eran
  muy pesados pero yo aprendí a patinar en ellos. ¡Y en aquella
  loma! Como en esa época no había muchos carros en Boquete, la
  loma era para mí sola. Así que yo subía y bajaba, y volvía a subir
  y a bajar. Hasta que me hice “una experta patinando entre piedri-
  tas”. Además, mis raspadas rodillas podían decir si acaso había
  sido fácil aquel aprendizaje. ¡Como eran vacaciones, allí estaba
  yo, en la lomita, yendo y viniendo con mis patines, cada día!
         Podía decirse que yo era parte de aquel coro de guitarristas y
  cantantes de tango y bolero. ¡Qué temas tan nobles! ¡Canciones
  lindas y bueno… las canciones de antes! No de “mi tiempo”, que
  ya serían bastante viejas, sino “del tiempo de ellos”, que era aún
  más añejas en el calendario. ¡Canciones de los años treinta! “Han

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  brotado otra vez los rosales junto al muro del viejo jardín…”
  “Abre el balcón y el corazón mientras que pasa la ronda…”
         ¡Eso ocurría en la Bajada de los Galán! Le llamábamos así,
  porque la única casa que había en esa loma era la casa de los Galán.
  Una casa muy vieja, de madera sin pintar. Tenía una escalera que
  iba desde la calle hasta un balconcito donde siempre estaban senta-
  dos los hermanos Guillermo y Ciro Galán. Y así fue, hasta que la
  hicieron nueva, a finales del siglo pasado.
         Allí, resguardados de la lluvia, los Galán, como se les
  conocía, eran los guitarristas y cantores de aquellas preciosas
  canciones de antaño. A veces los acompañaba otro vecino que se
  llamaba Fraile Guerra. Nunca pude entender porqué si “un fraile
  debe ser hombre de paz”, este señor se llamaba “Fraile Guerra”,
  pero ¡así le puso su mamá y se acabó! ¡Fraile también cantaba muy
  lindo! ¡Esa es la calle donde yo aprendí a patinar con aquellos
  patines de ruedas de metal que “me había traído el Niño Dios” y
  éste, es uno de las historias de esa calle.




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                    MIS VECINOS “EMPÍRICOS”
        Boquete estaba lleno de “Profesionales Empíricos”, autodi-
  dactas. Así como mi abuelo, que fue “Abogado Empírico”; Ciro
  Galán, llegó a ser Profesor de Música en la Universidad, “Maestro
  Empírico”. Y frente a nuestra casa, estaba el señor Tollo Ordóñez,
  “Mecánico Empírico”, y del otro lado, el señor Gil Contreras,
  “Panadero Empírico”.
        Las mujeres casi todas estaban en sus casas, como “Amas de
  Casa Empíricas” porque mi abuela Carmelita no aprendió en
  ninguna escuela a hacer aquellas “conservas de mango” y “pa-
  payita cristalizadas”. ¡Eran amas de casa empíricas! Y Doña
  Micaela González, vivía frente a nosotros, ella no fue a ninguna
  universidad a aprender medicina, pero era la “Partera Empírica”
  que “trajo al mundo” a medio Boquete. Y Doña Tiva de Menén-
  dez que en su propia casa era una “Comerciante Empírica”. Y tía
  Chala de Villarreal que no estudió hotelería pero su negocio, “La
  Pensión Villarreal” fue próspero y de excelencia. ¡Ella también fue
  Empírica!
        Un día me enteré de que a Ciro Galán le habían hecho un
  homenaje por ser un músico empírico. ¡Y qué decir! No un
  músico cualquiera. ¡Tocaba estas canciones que había que
  quitarse el sombrero! ¡Un excelente músico! Y fue nombrado
  “Profesor de música en la Extensión Universitaria” que ya existía
  en la Ciudad de David.
        Y es que empírico quiere decir: experimental, práctico, real,
  hábil, positivo, conocedor, experto, preparado, versado, ducho,
  competente, avezado, listo, perito, diestro, apto, capaz, dispuesto,
  industrioso, habilidoso.
        ¡Así eran mis vecinos! ¡Empíricos! No tuvieron la oportunidad
  de graduarse con títulos, de aquella profesión u oficio al que se dedica-
  ban, pero lo hacían tan bien, que así prosperó Boquete, gracias a cada
  uno de ellos. La lista de Boqueteños Empíricos llenaría todo el libro y
  ya no habría espacio para seguir hablando de Boquete. Pero es que,
  ¡Boquete son ellos! Y fueron un ejemplo a seguir. ¡Amén!
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     ¡EL GRANO DE CAFÉ Y LA MANO QUE LO COSECHA!
        Los cafetales plenos de granos rojos, han sido la gran fuente de
empleo para muchos, pero sobretodo para los miembros de la raza Ngöbe.
En tiempos de mi niñez, los indios Ngöbe llegaban por miles a Boquete,
inundaban nuestras calles, nuestro parque y nuestras fincas, en el afán de
tener un ingreso cosechando el café maduro.




         Cada año, llegaban con sus atuendos coloridos, alegrando aún más
el paisaje de Boquete. Y con su lenguaje diferente al nuestro, se llenaba el
ambiente, como cuando llega una bandada de pájaros a un árbol frondoso.
(Mi tío le llamaba a su esposa Nila, “mi meriche” porque lo aprendió con
los indios y eso significa “mujer”). Los hombres, vistiendo pantalones de
colores llamativos, con una chácara al costado, tejidas de hilo vegetal, de
pita o chunga. El indio siempre acompañado por su perro, caminaba
adelante llevando su machete en la mano.
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         Las indias, con sus largas cabelleras negras y lisas, adornadas con
ganchitos y peinetas de todo color. Con sus anchas enaguas de telas de
colores muy alegres, marcadas a mano con figuras geométricas donde
abundaba el triángulo. Con sus grandes chácaras a la espalda, tejidas a mano
con hilo silvestre teñido en lindos tonos y figuras.
         Muchas veces la enagua disimulaba la preñez de la india, lo que no
era obstáculo para dar esas caminatas kilométricas trasladándose de un
punto a otro. Emigraban en el mes de noviembre de cada año, desde las
montañas de Tolé, Nancito, San Félix, Remedios y desde la Meseta de Chor-
cha. Se les veía caminar por el hombro de las carreteras y por los caminos de
tierra y piedras con sus pies descalzos. Las indias nuevas tenían dentaduras
muy lindas y fuertes pero casi todas las indias viejas estaban sin dientes,
indicativo de su alimentación precaria y de la falta de dentista.
         Llenaban los cafetales con el colorido de sus vestidos y allí estaban
recolectando el grano maduro de café, como un numerosísimo enjambre de
abejas buscando la miel. Desgranaban esas ramitas del cafeto, y grano a
grano iban llenando grandes javas o grandes latas que les daban para llevar
a cabo su labor.
        Sus niñitas usaban largas enaguas como sus mamás, pero los
  varoncitos vestían solamente con una camisita. No importa qué
  clase de frío hubiese, ellos andaban expuestos al clima, de la cintura
  para abajo.




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        Cuando uno se les acercaba, parecían duendecillos desnuditos
 que corrían a esconderse. ¡Y eran los meses de fin de año, el tiempo
 más frío y lluvioso en Boquete!
        Trabajaban desde el Lunes hasta el sábado a medio día y en ese
 tiempo casi no se les veía en el pueblo. Luego cobraban el pago de su
 salario y bajaban de las fincas al centro del pueblo. Y los abarrotes se
 “abarrotaban” de ellos. No había tienda que no tuviera cliente los
 sábados. ¡Era el día del negocio del poblado! ¡Todo se vendía!
        Como en agonía, a toda velocidad, el indio hacía la escuálida
 compra de la comida de la semana. Acto seguido, le dejaba rápidam-
 ente la compra a “su chola” para irse a beber licor el resto del fin de
 semana.




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       Entonces se vaciaban las tiendas y se llenaban las cantinas con
aquella clientela que no salía de ellas hasta no haber agotado el último
real del bolsillo. En el camino cerca de la gallera, o en la orilla del río,
o en una de las calles apartadas, comenzaban a juntarse los hombres.
Algunos, ya borrachos, otros con “pachas de ron” en las manos y en
los bolsillos para seguir tomando abrazados, hablando, discutiendo o
gritándose cosas en su lenguaje que yo no podía entender.
       Y luego… los efectos del alcohol no se hacían esperar.
¡Aquellas terribles peleas! Eran dos bandos. Cada cual ponía su repre-
sentante, y ¡a darse trompadas, se ha dicho! Hasta que uno de los dos
caía, ensangrentado, como muerto, entre los matorrales o en la tierra
mojada del camino.
       Las indias se sentaban con sus niños semidesnudos en el frío
piso del cemento de las aceras en las abarroterías o bien debajo de
algún techo cercano a la pelea, como para recoger a sus heridos. Se
echaban encima una cobija, una manta. Y allí pasaban la noche de
bajareque y de frío con sus bebés y con sus niñitos. ¡La permanente
vida de la india! Hasta que terminaba la cosecha y otra vez volvía a su
comarca, a su montaña, con su indio y sus hijos. Así, año tras año,
desde que tenían trece o catorce años hasta envejecer caminando
detrás de ese hombre sin mañana. Desde cada octubre hasta cada
febrero. Debajo de los bajareques, víctimas de las ventiscas. Sentadas
o agachadas en el borde de los portales, tratando de guarecerse de la
lluvia o buscando un poco de abrigo donde no lo había. Ignoradas,
ellas y sus hijos, de su hombre. A veces, la chácara servía para cargar
los productos de la compra semanal. Otras veces, me sorprendía la
cabecita de un niño que se asomaba desde adentro de la chácara,
como si estuviera en el balcón de su casita. Nuestros indios Ngöbe,
han sido esclavizados sin misericordia. No solamente por los diferen-
tes grupos de colonos que han llegado a través del tiempo a nuestro
istmo en busca de fortuna. También por los propios hermanos de su
raza. Esperando con paciencia inagotable el apoyo, para salir adel-
ante. Y tal vez gritando en sus corazones: ¿De dónde vendrá


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  mi socorro? Y no había quién les dijera su respuesta: ¡De lo alto,
  del que hizo los cielos y la tierra!
        Arrinconados en las montañas, en su pobreza y su ignoran-
  cia, no les ha sido fácil reajustar su pensamiento a los cambios
  sociales. Ha pasado un siglo también para ellos. Y siguen esper-
  ando las migajas sociales. El apoyo que les urge y que no llega.
        Siguen soñando que se acercan al progreso. Nuestros
  indios e indias han sido en el Boquete Centenario, el brazo fuerte
  en la cosecha del grano de café maduro. Muchos viven asinados
  y no hay remordimiento en quien pueda solucionar el mal. Al
  menos ahora se les ve calzados sus pies. Y a sus niños con ropita
  de la cintura hacia abajo. Y algunos están estudiando. Y otros,
  muy pocos, ya son profesionales. ¡Pero les falta tanto aún! Si
  hablamos de honrar a nuestros pioneros… ¡Ellos también lo son!
        ¡Han esperado un siglo por un cambio en sus vidas! En las
  últimas décadas, las Iglesias Protestantes del Distrito han hecho
  su invaluable labor con estas familias indígenas. Han traído a sus
  vidas la Palabra de Salvación y mediante la enseñanza del evan-
  gelio los han armado espiritual y mentalmente para la lucha
  contra los vicios y la miseria que los azota.
        ¡Finalmente, a los que han abrigado la fe en Jesús, se les ve
  caminando por las calles de Boquete, en familia! Con buenos
  abrigos y zapatos. Pero sobretodo con el hombre atendiendo a la
  mujer y a los niños, con cariño, como Dios manda.
  ¡A los cosechadores del grano de café maduro, se les ha abierto
  una puerta de esperanza!




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                ¡PORQUÉ LLORAN LOS QUETZALES!
            En los momentos en que el sentimiento de regionalismo, de
    amor al terruño y el nacionalismo se siente amenazado, hay quienes
    no pueden quedarse callados. Frente al rumor de ataque y al olor
    de peligro, salen a la defensa y de alguna forma dicen ¡No estoy de
    acuerdo! Por que sienten que si se callaran, se cumpliría lo que dice
    la Santa Palabra en Lucas 19:40 Cuando la multitud alababa a Dios
    a grandes voces y los fariseos le pedían a Jesús que los hiciera
    callar. Jesús respondiendo, les dijo: “Os digo que si estos callaran,
    las piedras clamarían”.
             En el año 2003, se suscitó en Boquete aquella controversia
    que tomó cariz internacional. El gobierno de turno estaba decidido
    a construir de manera arbitraria e inmediata, una carretera de
    asfalto por aquel llamado Sendero de los Quetzales, patrimonio de
    Boquete y del mundo.
              Como siempre hay diferencia de opiniones, no faltaron
    boqueteños que apoyaban aquella idea, para muchos, descabellada.
    La mayoría de los pobladores, concientes de la tragedia natural que
    sería aquello, estábamos alerta y a la defensiva de aquel patrimonio
    mundial.
              La construcción de aquella carretera sería una puñalada
    certera a uno de los pulmones verdes del planeta. Sería la devas-
    tación de aquella conservada flora milenaria. Causaría el deterioro
    del habitat de una inmensa variedad de animales y el exterminio de
    infinidad de seres vivos que tienen allí la última oportunidad de
    conservar su especie.
           ¡Pero siempre hay aquellos, cuyos intereses están sobre cual-
    quier razonamiento sabio, y se oponen, hasta con el uso de la
    fuerza, a las voces que llaman a la reflexión!
            Las agrupaciones y asociaciones que promueven la defensa
    del ecosistema del planeta se unieron. Se veía por doquier, los
    grupos con pancartas, camisetas, gorras y diferentes formas de
    protestar. La lucha fue larga. Tomaron partido todas

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  las fuerzas vivas de la sociedad y el clamor era: ¡No a la carret-
  era por el Sendero de los Quetzales!
         Un día llegué a visitar a mi tío Abelardo “Tito” Ruíz y lo
  encontré muy compungido con el tema. Estaba escribiendo
  algo que llamó mi atención. Lo leí y le dije: ¡Tío, déme este
  escrito! ¡Lo voy a publicar para que se oiga su voz! Y así lo
  hice.
          Los meses pasaron, los dimes y diretes, las reuniones, las
  marchas, los discursos, las entrevistas radiales y televisivas, los
  mensajes por periódicos, las camisetas, los afiches, las gorras,
  todo lo que se hizo, valió la pena. El gobierno tuvo que retro-
  ceder con aquella imposición y ¡Venció la razón y el buen
  sentido! ¡No se haría aquella controversial carretera de asfalto
  en medio del precioso Sendero de los Quetzales!
         ¡Enmarqué aquel escrito! Y el día del cumpleaños de Tío
  Tito, la familia se reunió en su casa para agasajarlo. Como un
  regalo especial, le hice entrega de aquel cuadro “más significa-
  tivo, que lujoso”. Él estuvo en esa batalla y alzó su voz de
  protesta. En la pared principal de la sala de su casa está
  colgado lo que salió del corazón de un boqueteño amante de
  este paraíso que el Creador nos dio… ¡Boquete!
                   De la inspiración de Abelardo “Tito” Ruíz...




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                              ¿Por qué lloran los Quetzales...?

 ¡Lloran porque estamos destruyendo los enormes y frondosos
 árboles donde con tanto esfuerzo y cariño acomodan sus nidos!
 ¡Lloran y lloran… al notar el gran desprecio con que se destruye
 día a día la naturaleza que Dios nos dejó!
 ¡Y lloran con tanta tristeza…! Que sus lágrimas se convierten en
 el fino bajareque que riega este rico y hermoso valle, empujado
 como caricia, por la deliciosa y fresca brisa que tanto agrada al ser
 humano!
 No sólo anidan en el Volcán Barú y sus alrededores. Con nervi-
 osismo… vuelan de lado a lado… en esta otrora encantadora
 región de las flores y del café, sin encontrar paz ni sosiego. Pues,
 las tupidas montañas ya no son un refugio seguro.
 ¡Sus singulares y sonoros trinos se van perdiendo en el infinito...!
 ¡Huyen del hombre, del ruido, del humo, del hacha, de la sierra
 inmisericorde!
 ¡Lloran de profundo sentimiento...!
 ¡Lloran de dolor por el resto de los animales y aves que habitan
 esos lugares y que… ahora también huyen, buscando un refugio
 que sea respetado por la humanidad…!




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    ¡BOQUETE, CIUDAD DE LOS “SOBRENOMBRES”!
         Hoy, Boquete ha cambiado un montón. Sus calles, casi
 todas son más anchas y están asfaltadas. Muchas de sus casas
 ahora son más grandes y modernas. Otras, están igual que cuando
 fueron construidas, conservando su aire de antaño, el diseño
 “rococó” de sus verjas y balcones. Sus mismas ventanas de
 tablones y rendijas, sus portales sin baldosas, las macetas de
 flores colgando en sus paredes de vieja madera sin pintura.




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          Muchos lugares siguen como antaño. Como era el pueblito
 en el pasado. Las casas con jardines de vistosas flores. Con sus
 gallinas y pollitos escarbando, buscando entre las flores los bichos
 y lombrices de aquella tierra negra. Con sus perros y gatos cami-
 nando libres por las calles como antes, cuando había más caballos y
 carretas y unos pocos automóviles. Pero allí está la influencia de lo
 moderno, hasta en los animalitos. Hay uno que otro perro o gato,
 los privilegiados de ahora, las “mascotas”. Perezosos y friolentos
 sobre una almohadita y con un plato de “Wiskas” comprado en
 “Price Smart”.
          El abuelo perro y el bisabuelo gato, tenían que ver cómo
 cazaba su ratón o su lagartija para comer. Acomodarse a dormir
 donde pudiera, fuera de la casa. Tal vez sobre la silla de montar a
 caballo o en la mera tierra, donde quedaba su reguero de pulgas.
          Aún quedan casitas con su árbol de guayaba en la cerca del
 frente, para amarrar el caballo. Pero ya casi no hay casas donde los
 gallos de pelea, con sus patas rapadas y sus muslos colorados,
 cantaban sin cesar, mientras daban vueltas, ariscos, incansables,
 alrededor de aquellas estacas clavadas en el suelo donde estaban
 amarrados.
          Así era la casa de mi vecino. ¡Él era gallero, y a mucha
 honra! En ese tiempo existía en la callecita que va del Hotel Wing
 hacia el Río Caldera, una gallera muy famosa. Era una casona
 vieja, de madera. Nunca se me ocurrió preguntar el año de
 fundación de aquel “monumento al sacrificio de los pobres gallos
 de pelea”. Lo que yo sí sé, es que nos escapábamos hasta allá a
 comprar unas empanaditas deliciosas que vendía una señora en la
 parte de afuera de aquel garito.
          En medio de hombres gritones, viejos y jóvenes y una que
 otra mujer con su gallo de apuesta, yo lograba ver a mi vecino,
 tirando al ruedo su gallo que lo había preparado cada día de la
 semana. Casualmente mi vecino se llamaba como se llama mi
 esposo, “Feliciano”. Se le conocía como el Señor Chano, pero
 cuando fue pasando el tiempo, por causa de lo que él hacía, todos lo
 conocíamos como “Chano Gallo”.
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          ¡Ese era el Boquete de antes! ¡Y sigue siendo el de hoy!
  Nadie se escapa de un sobrenombre tan fácilmente.
          ¡Nuestros antepasados nos legaron un espíritu alegre!
  Entre ellos usaban mucho “sobre nombres”, como algo muy
  normal, por lo que “la costumbre se hizo ley”, como reza el dicho.
          Algunos sobrenombres eran más feos que otros. A veces
  hasta un poquito ofensivos, razón por la que no se lo decían en su
  cara, a la persona. Pero cuando se hablaba de aquel fulano, la
  gente decía el sobrenombre y todos sabíamos de quién se trataba.
          ¡Increíble! ¡En Boquete, casi nadie se salva de un sobre-
  nombre! Al tiempo de vivir allí, se bautiza a cada cual y así es
  conocida la persona y a veces, su familia. Aquel mote o “sobre-
  nombre” siempre responde a algún suceso, a algún defecto físico,
  o a alguna habilidad. ¡Pero, mejor es no ponerse molesto y
  seguirle la corriente a la gente, ya que en vano te molestas porque
  seguirán llamándote con tu sobrenombre que será heredado
  también a tu descendencia.
          Enlistamos aquí los sobrenombres de ciudadanos y de
  familias. ¿“Quién es”, o “Quiénes son”? ¡CON TODO RES-
  PETO, no conozco otro pueblo como el nuestro, tan imaginativo,
  tan artístico, tan interesante, tan ocurrente, tan inventivo, tan
  ingenioso y tan creativo! Presentamos a continuación la lista de
  sobrenombres. ¡Allí está el mío! ¡Allí está el tuyo o el de tu
  familia! ¡Y allí está el sobrenombre con que, tal vez, tú bautizaste a
  alguien más! ¡Disfruta de la naturaleza alegre de nuestro pueblo!




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                        ¡SOBRENOMBRES BOQUETEÑOS!

Puma                       Doña Bárbara                           Frijól                   Safari
Pingüino                   Gallina Fina                           Poroto                   Ñanga
Tin Tan                    Los Cumbos                             Torcío                   Burro
Juan Moco                  Chichón de Piso                        Tachuela                 24 horas
Gallote                    Las Carabinas                          Polocho                  Don Chón
Ña Perica                  Panza e Yegua                          Doña Trueno              Toro
El Brujo                   Clavo ´e Línea                         El Bujo                   Ñato
Pájaro Bobo                Chancleta                              Cachete                  Mandibulín
Las Michitas               Chorizo Ranchero                       Gallinazo                Cocorocho
El Duende                  Cachete ´e yoyo                        Crema                    Patilla
Figurita                   Juan Plata                             Pasillo                  La Muerte
Yeyón                      Cachete ´e Puerco                      Repollo                  Berrinche
Tacho                      Cara ´e búfalo                         Peluquita                Julio Pata
Curingo                    Los Chayotes                           Pichilingo               Puerco
Los Sapitos                Tiempo Maravilloso                     Chup Chup                Tres Quintales
Las Chitras                Pez de Perro                           Chayotón                 Billi bobo
El Ruso                    Rula de media vida                     Tiburón                   Mata Yegua
Las Lentejas               Los Michos                              Lagrimitas               Pulundunes
Macarrón                   Tiqui Churra                           Pichicho                  Pez Bola
Bombillo                    El Mea Pasito                          Polochín                 La Negra
Li án Dáo                  La Esperanza                            El Guardia                La Señorita
Loma Bú                     El Mesías                              Pegajoso                  Limoncito
Casito                     Peñón                                   El Sutico                Yuca
Caballón                   El Bobo de la Yuca                      El Baboso                Tío Mino
El Sastre                   Bozo Loco                              Tin Posta                Cubico
Cola ´e Pato               Frente de aeropuerto                   Balo Taza                  Orejón
Boliqueso                   Los Cartoncitos                        Redondo                   Putacón
La Boa                      La Barbie                              Calcuta                   Cosita
Peje Frito                  La Mariposa                             Noveluz                  El Pupilo
Micho Chingo               Puerco Loco                              La Lora                  Los Chivá
Carne Seca                  Pichón de Bruja                         El Viejo                 Panza
La Mula                     Oreja                                   Los Peca                 Cebo
Perro                       Coca Cola Grande                        Mazo Duro                Campani
El Campanero                Las Rocas                               Centavito                Goldo


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Moñón          Los Pichungo                                           Rula                        Ña Tea
Don Silvestre Tuco e Ratón                                            Los Kinkos                  Ñopa
Las Artistas   Sin Coca Cola Pariente                                 Changurrata                 Pichía
Chano Gallo    Los Ratones                                            El Paisa                    El Tico
Chito Pipón    Gusano e Tuco                                          Vitico                      Pelota
Cielo Raso     El Ratón Miguel                                        Calacha                     Palomo
Los Mazo       Caballito ´e Paso                                      Tortilla                    Pije
El Cuervo      Negro Cori                                             Los Pipos                   Gallito
Tres Pelos     Mambo Loco                                             La Cuecha                   Foco
Yeyo Muñeco Ñañelito La Opa                                            Boca e Tubo                Pullillo
Juan Frente    La Pobreza                                             Voz de Pito                 Torombolo
Gallaza e Coco Negro Político                                          Nando Zorra                 Los Fifi
Lalo Peseta     El Gordo                                               Puzuña                      Babún
Don Tranquilo Gusano e Tuco                                            Changamé                    Pilucho
Centavito       El Cantante                                            La Vizca                    Belleza
Las Chancletas Cara e Tomate                                           La Choqui                   Lazo
Bola de Nieve   Roberto en el Aire                                     Chacato                     Fish
Mejengue        Muñeco Lindo                                           Bolillo                     Las Chatas
El Zoco         Quico Pisote                                           Chungo                      Ñata
Japón           Jo Jó                                                   Grillo                     Mango
Nando Boom      Trompeta                                               Papaya                      Los Pasitas
Pachango        Piña Daiquirí                                          Pacha                       Sapo
Mal Paso        Cabeza e mango                                          Perra                      Palitroque
Las Pijas       Melcocha                                               Tío Sapo                    Ahijadita
Chochó          Pinocho                                                Paquetón                    Los Chivos
Las Tortolitas  Gallito de Pelea                                       El Chambón                  Paparrucha
Las Guayabitas Las Cucharitas                                          Papón                       La Mamita
De Chupampa      Voz de Pito                                           Barra                       El Gago
Cabeza ´e Mango Las Coronelas                                          Los Azules                  Culebrón
Palomo           Muñeca ´e Trapo                                       El Secre                    Floja
El Lince         Papá por Siempre                                      Chencho                     Ña Perica
Foquito          Alante alante                                         Pera loca                   Alientito
  ¿Te encontraste a ti o a tu familia? Muy bien, si no estás en la
  larga lista de los boqueteños de siempre y que todos conocemos,
  prepárate porque por allí te tienen preparado tu sobre nombre.


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                  ¡CAZANDO CONEJOS PINTADOS!
          Vienen a mi mente aquellas Semanas Santas. Los hombres
  se iban de noche a los ríos a “lampariar” camarones. Se ponían en
  la frente una lámpara con un bombillo igual que hacían para ir de
  cacería o a “montiar”. Y cuando regresaban triunfantes con su
  presa, ésta era paseada como un trofeo por las principales calles del
  pueblo mientras las aceras de las tiendas se llenaban de curiosos.
  La exhibición duraba muy poco porque las calles eran cortas y
  pocas, por lo que había que pasear el trofeo varias veces para
  levantar comentarios y aplausos.
          Recuerdo al tío Agustín y al vecino Cheo Guerra. Iban de
  casería y venían trayendo saínos, enormes conejos pintados, vena-
  dos y chivos, cuya carne, a falta de refrigeradores debía salarse.
  Luego se compartía con el resto de la familia y nos duraba varios
  días. Luego, en tanto que la carne se asaba, los cazadores y “mon-
  tiadores” explicaban la cacería con lujo de detalles. La audiencia
  por lo regular era la propia familia y los vecinos. ¡Había que oír
  aquellos relatos! Cómo, gracias a la luz de la lámpara habían visto
  al conejo en el fondo de su profunda cueva. ¡El animal chillaba
  mientras ellos hacían la fogata con paja seca, en la boca de la cueva
  y el humo los obligaba a salir! ¡Salían turulatos y cegados por la
  luz y allí eran atrapados! ¡Era toda una odisea!
          Echados en el suelo, al lado de los héroes, sus perros se
  dormían, ejerciendo su derecho al descanso luego de una ardua
  jornada. Y cuando de ellos salía algún ronquido, los dueños decían:
  “Ahí está soñando con el conejo pintáo! O con el armadillo o con
  el “venáo” o lo que fuera que hubieran encontrado aquellos oreju-
  dos perros cazadores entrenados para el oficio.
          A veces, en vez de conejo traían camarones, “lampari-
  ados” entre las piedras de los ríos. ¡Esos eran nuestros manjares,
  era la costumbre!
          Había muchos boqueteños que tenían la comodidad de un
  refrigerador. Pero, los que no teníamos esa comodidad, en la noche
  poníamos sobre la mesa la vasija con la gelatina aguada y al día
  siguiente estaba perfectamente cuajaba. ¡Increíblemente hasta
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  llegaba a hacérsele una capa de escarcha en su superficie! ¡Así
  era Boquete de frío en sus noches! Aún hoy, se conservan frescos
  los alimentos a pesar de que ha variado un poco la temperatura a
  causa de la tala de las montañas.
          ¡Las costumbres han cambiado y con ellas ha cambiado
  Boquete! ¡Han diezmado los camarones en los ríos y las presas en
  los montes! La contaminación diaria que hemos causado con lo
  que llamamos el progreso, ha invadido nuestras corrientes de
  agua y hemos invadido sin análisis ni veda el medio ambiente de
  muchas especies de animales y plantas.
          Antes el ideal era conquistar, poseer, urbanizar, transfor-
  mar lugares. Hoy el ideal es cuidar el medio ambiente. Causar el
  menor impacto ambiental posible. Hoy tenemos que cuidar cada
  rincón del planeta. Hay que cuidar los lugares como Boquete que
  son todavía un reservorio. Hay que cuidar sus montañas y sus ríos.
  Obligarnos a conservar lo que tenemos y obligar a los que llegan
  a compartir nuestro paraíso para que nos dure sano para nuestra
  descendencia. ¡Para que ellos no crean que lo aquí comparto es un
  cuento de ciencia ficción! ¡No lo es, así era Boquete hace sólo
  unas décadas y debemos cuidar para que siga siendo así!
          Nuestros abuelos se asombrarían de cómo se ha poblado
  Boquete. De cómo ha cambiado la naturaleza que ellos encon-
  traron y el pueblo que ellos dejaron. ¡Vivimos en lo que para ellos
  sería “el futuro”!




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           “TEATRO CUMBRES”, ¡INOLVIDABLE!
         No me pregunten porqué se llamaban “teatro” si allí no
 había obras de teatro, sino películas. Debía haber sido “cine”,
 pero no, se llamaba “Teatro Cumbres”. ¡Estoy segura de que aún
 es muy recordado! Allí celebrábamos “matinés” de las escuelas,
 para recoger fondos para las navidades o las graduaciones. Se
 llevaban a cabo eventos del Club de Leones, Graduaciones, Vela-
 das, reuniones y muchas citas de enamorados, por ser uno de los
 pocos lugares de esparcimiento que tenía Boquete, donde uno se
 podía reunir.
         Para la muchachada como yo, no era fácil conseguir
 “aquellos $0.10” centavos que costaba el cine. Los juntábamos
 centavo a centavo, a veces en cuatro moneditas de “medio” (que
 ya no existen), o dos moneditas de un real. ¡Cómo obtener esa
 cantidad! ¡Cincuenta años atrás, esa cantidad era un dineral!
         ¡Había una forma! Cosechando un poco de café del patio
 de la casa, secándolo y moliéndolo. Luego puesto en un pequeño
 cartucho de papel amarillo, había que venderlo.
         Cuando lo tenía listo, yo lo llevaba donde el Sr. Hernán
 Bruña, a Casa Bruña. Él, conocía nuestras necesidades y creo que
 además, con algo de compasión, por verme tan niña tratando de
 hacer un negocio, siempre me compraba aquel café molido y lo
 vendía en su tienda. ¡Y yo, podía ir al cine! ¡Y a veces, con aquel
 dinerito, podíamos salir de algún apuro que había en nuestra casa!
 ¡Siempre recuerdo al Sr. Hernán como un hombre de buen
 corazón! ¡Que Dios lo bendiga!
         Algunas veces, Él me preguntaba, mientras se acomodaba
 sus lentes de grandes vidrios de aumento: ¿Para qué quieres ese
 dinero? Yo, con un poco de pena, no respondía. Entonces él decía
 sonriendo, mientras ponía un real de más en la palma de mi mano:
 “¡Esto, para los chicles!” ¡Qué emoción! ¡Él no sabrá cuanta
 alegría me regalaba! ¡Parecía una tontería, pero en ese momento
 aquello era muy importante para mí!
         ¡Ejemplos tan valiosos como éste los grabó mi mente y mi
 corazón. Y más adelante, traté de emular a los que tuvieron
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conductas así, ayudando siempre al prójimo, cuando he tenido la
oportunidad!
        ¡Cuánto hemos cambiado! ¡Sí, hemos cambiado mucho!
¡No es el mismo Boquete del pequeño y primer caserío! ¡Tampoco
es el Boquete de los primeros 50 años de vida como distrito,
descrito por mi abuelo! ¡Ni aún es, aquel de mi niñez, que yo recu-
erdo!... ¡Es el Boquete después de 100 largos años! ¡Nuestro
Boquete Centenario! ¡Es el Boquete de hoy!
        Este Boquete de hoy, es aquel Boquete de antaño, que se ha
construido de a poquitos, con fe y amor, con esperanza, con sacrifi-
cio, con esfuerzo, con el sudor de muchas frentes y con las ideas de
muchas mentes produciendo iniciativas de progreso. Es el
Boquete de cosas nuevas y de gente nueva. Es el Boquete del
futuro. De aquel futuro que leíamos en los paquines de Superman,
de Batman, de Aquaman y de Los Halcones Negros. Es el mundo
del futuro que no pensamos que llegaríamos a ver tan diferente al
nuestro, y tan pronto.
        Cuando en la radio se cantaba “Estamos en la era del
botón… y si tocas un botón, sale la nena bailando el son…” Y la
era del botón llegó y se fue dando paso a lo digital.
        Hoy, “El Teatro Cumbres” es sólo parte de la historia. Pero
allí soñamos con ser aquellos artistas que veíamos, y copiábamos
sus gestos y sus canciones. Allí me emocioné, lloré, reí, tuve
miedo, grité, aplaudí. Viví la euforia de Tarzán cuando iba a ser
presa del cocodrilo. La angustia de aquella mujer de la carreta,
cuando la caravana de vaqueros quedaba en medio de una
emboscada de indios en el oeste de Estados Unidos. O del indio
que era injustamente ajusticiado. O de la película de terror, que
también las había, donde el corazón se me quería salir del pecho,
al ver los colmillos del hombre vampiro. No se me salió, pero
muchas noches, soñando, volvía a revivir aquel horror.
        A veces, al entrar, nos daban el tiquete con un número para
ganar un premio de alguna tómbola y “remábamos” (pedíamos) en
vano el número para ganar aquel premio. Hoy en el lugar donde
estuvo el “Teatro Cumbres” ha habido otros negocios.
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 Allí llega gente que nunca supo ni sabrá que hace unos años, en ese
 mismo lugar, hubo un gran movimiento de gente, gran algarabía,
 llantos y risas, en aquel Teatro Cumbres.
          Cuando llegó la televisión a Boquete, el cine perdió interés para
 muchos. Algunos se ahorraban aquel dinerito pues había otra forma de
 entretenimiento, aunque también éste era en “blanco y negro”.
          Entre una película y otra, presentaban documentales de la
 realeza de Inglaterra o de España en sus carruajes y caballos. Eventos
 que sucedían en Estados Unidos, Europa o cualquier sitio importante
 en el mundo. Las grandes carreras de autos. El gran león de la MGM
 que ocupaba toda la pantalla, sólo para rugir y anunciar el noticiero y la
 película muy esperada.
          Las “estrellas del cine”, con sus manos ocupadas, en una, la
 copa y en la otra, el cigarrillo. Lo que muchos imitaron para su mal y
 hoy tal vez enfrentan alguna enfermedad producida por esos vicios
 subliminalmente publicitados hasta que se nos colaban en la mente,
 mientras uno sentía que aquello era la elegancia.
          En esa pantalla “blanco y negro” viajé por países que me dije
 “Quiero estar allí”. Allí conocí el amplio mundo que me esperaba y
 deseé conocerlo y conquistarlo.
          Un día volví a Boquete y ya no estaba el Teatro Cumbres. Y
 después de él no ha habido otro “teatro”, no ha habido otro “cine”.
 Todo se circunscribe ahora a la televisión, la computadora y el Internet.
          Ya no existe el “Teatro Cumbres”, pero tiene un lugar muy
 especial en mi recuerdo y en la historia de Boquete.

                         HOTEL FUNDADORES
         Un día en el pasado, alguien dijo: “Voy a bajar por el Callejón
 de la Cruz, voy a bajar por el boquete”, y así llegó al Valle de Las Flores
 y el Arco Iris, a Boquete.
         Al llegar a este valle, bajando por la calle central donde tiempo
 atrás fuera el trillo que usaron los primeros pobladores, allí, a la izqui-
 erda, antes de cruzar el puente de la Quebrada Grande, hay una
 construcción cuya fachada es un castillo. A un lado y a otro de los
 ventanales, se elevan dos torres, donde los caballeros imaginarios,
 resguardan la entrada de este castillo que es el cofre del tesoro de
 muchas historias. Los niños sueñan con castillos de arena, castillos con
 dragones cuidando sus gigantescos portones, castillos donde habitan
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 las princesas… con castillos… y más castillos. ¡Los adultos también
 soñamos con castillos!...
          Yo conozco a un hombre, a un gran hombre, que viniendo de
 modesta cuna, habiendo caminado descalzo los senderos de su niñez
 pobre, soñó con hacer un castillo entre montañas. Él probó el caldo, de
 solamente guineo verde con sal, cuando por muchos días, no había más
 nada que poner en la olla y el hambre se convertía en verdugo.
          Conozco al que soñó con hacer un castillo, cuando su vestido y
 su frazada eran confeccionados con sacos de harina que desechaba una
 panadería. Conozco al que de niño admiró los juguetes ajenos pues la
 cartita escrita al Niño Dios, apareció al día siguiente debajo de su almo-
 hada de tela de saco, sin respuesta. Y en lugar de aquella escopeta
 deseada, encontró una cajita de fósforos con un centavo y medio adentro,
 como regalo de noche buena.
          Conozco a aquel, a quien su madre de crianza, testigo de verlo
 mirando los juguetes ajenos, poniendo las manos sobre sus hombros, le
 hizo el mejor de los regalos de navidad, el que hasta hoy le ha servido.
 Unas sabias palabras: “Mi hijito, entienda que somos muy pobres.
 Quiero que usted nunca envidie lo que tienen los demás. Cuente con lo
 que usted tenga y con lo que sea capaz de hacer y lograr honestamente”.
          Pasaron los años. Él soñaba con construir castillos en su vida y
 los recursos para realizar aquellos sueños, no llegaban. El niño creció,
 estudiando con sacrificio y dedicación y logró sus metas.




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           Un día, en uno de los viajes a donde lo llevó su destino,
   llegó a Alemania, país de origen de su abuelo, uno de los funda-
   dores del distrito de Boquete. Allí visitó un impresionante
   castillo, y se dijo, “hagamos uno en las montañas boqueteñas,
   para honrar a nuestros antepasados”. Y retornó a Boquete con
   aquella quimera: “¡Construir un castillo para honrar a los pioneros
   de su Boquete, poniendo en él, las banderas de cada uno de los
   países de los cuales procedían aquellos colonos! ¡Que sea un
   museo, con el material que conserva cada una de las familias
   fundadoras! ¡Será además un lindo paseo turístico!” Pero sus
   palabras no hicieron eco en aquellos a quienes les compartió su
   ideal. ¡Sólo él estaba enamorado de aquel sueño!
           Un día, adquirió un terreno y comenzó a levantar la estruc-
   tura para hacer un pequeño negocio familiar y alguien le comentó:
   “Si añades unos cuartos, conviertes tu construcción en hotel”.
   Reestructuró su idea. Construyó cinco cuartos y así nació un
   pequeño hotel. El terreno donde edificó, estaba ubicado al lado de
   lo que había sido el camino al valle, abierto por los primeros hom-
   bres que bajaron por la cañada siguiendo el paso de los hatos de
   ganado que venían hasta el río Caldera a tomar agua.
            Era el 23 de enero de 1964. ¡El hotel estaba terminado y
   había que ponerle un nombre! Hacía tres años, en 1961, se había
   celebrado aquel Tercer Festival del Café en Boquete, Feria del
   Cincuentenario de la Fundación del Distrito, en el cual se honró a
   los Fundadores del Distrito de Boquete, y del cual yo hago men-
   ción en la primera página de éste, mi libro.
           Conozco también al promotor de aquel inolvidable festi-
   val, que con el apoyo del Concejo Municipal del cual era su Presi-
   dente, lograron un evento exitoso.
           Él es, el Ingeniero Carlos Enrique Landau. Es aquel
   mismo niño soñador de castillos. Es también el edificador del
   nuevo hotel que ahora nacía.
           Carlos Enrique, sabe lo que se siente ser aseador, mensa-
   jero, cargador, profesional (Agrónomo, Caficultor), docente,
   político (Concejal, Diputado, Ministro), cooperativista, defensor de

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 la naturaleza y la ecología… Ahora, como ingenioso comerciante,
 se avocaba a un nuevo reto. Un hotel. Y que mejor nombre, que
 aquel que reunía para él todo un cúmulo de historia familiar y
 colectiva, “Hotel Fundadores”.
         El Hotel Fundadores ha llenado un espacio muy especial en
 el desarrollo de la comunidad boqueteña. Con el paso de los años
 ha tenido cambios en su fachada, hasta que de pronto un día, el
 Ingeniero Landau lo convirtió en un castillo. Y hoy va cargando en
 sus paredes medio siglo de vida boqueteña.
         Para la muchachada de aquellos años fue un fabuloso e
 inolvidable lugar de reunión y esparcimiento. Allí disfrutábamos
 de la candidez y la simpleza; de la inocencia y la sinceridad de
 aquellos tiempos de candor y de idealismo de que nos impregnaba
 la adolescencia. Allí cantamos y reímos nuestras alegrías de juven-
 tud.
         Para los Clubes, Asociaciones, etc. éste ha sido desde su
 apertura, el lugar perfecto para mostrar la frescura y belleza de
 Boquete. Para las reuniones, congresos y todo tipo de evento, su
 fondo musical ha sido la corriente sonora de las aguas de la Que-
 brada Grande que pasa cantarina por el centro del hotel.
         Aquel pequeño hostal, se convirtió en una edificación de 40
 habitaciones, Sala de eventos, Comedores; el lugar campestre y
 citadino a la vez, con la excelente atención de sus colaboradores y
 empleados de siempre.
         El ingeniero Carlos Enrique Landau y El Hotel Fundadores,
 han caminado en el tiempo, dejando su sello, que de una u otra
 forma nos da alcance en el recuerdo, como aquellos castillos que
 guardan, como un cofre, incontables gratas historias.




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            ¡EL RÍO CALDERA TIENE CAMISA DE FUERZA!

         Las autoridades han hecho un trabajo espectacular. Se ha
 limpiado el cause del río Caldera, desde su cabecera. Se han
 talado los árboles más cercanos a sus riberas y se han cortado en
 leños, los troncos de árboles caídos que pudieran ser arrastrados
 por su corriente. Además, se ha dragado su lecho.
         El río Caldera pareciera bajar manso y tranquilo. Su corri-
 ente serpentea encajonada en un lecho construido con sus propias
 piedras. Sus aguas corren obedientes entre los dos muros que se
 han levantado de lado y lado del río. Las piedras han sido dispues-
 tas en forma tan ordenada que pareciera que nada las volverá a
 mover de su sitio actual.
         Cuando vemos la corriente normal, que usualmente tiene el
 río, nadie lo imaginaría capaz de hacer las “terribles travesuras”
 que ha hecho cuando, allá recóndito en su nacimiento, recibe el
 bajareque del abundante “norte” que hacen crecer su caudal.




                          Río Caldera, manso, tranquilo y libre


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        Río Caldera con camisa de fuerza con sus propias piedras


 Se comenta que la asombrosa cantidad de piedras que hay en su
 cause las extrae, tal vez, de las profundidades del Volcán Barú y
 las tira a su paso como reguero desordenado de frijoles gigantes-
 cos.
 Los viejos de antes decían, y yo respeto su sabiduría, que nadie
 puede poner “camisa de fuerza” al río Caldera. El es libre y
 caprichoso y cuando, montaña abajo, viene trotando como caballo
 desbocado, es mejor quitarse de su vía.


       AQUEL DOMINGO 22 DE AGOSTO DE 2010
         Amaneció un día soleado. Hacia el medio día, las monta-
 ñas poco a poco se escondían detrás de la cortina de niebla que
 acostumbra formarse en la época lluviosa, indicio de que allá
 arriba en la Cordillera ya está lloviendo. Abajo, en el valle, en el
 mismo centro de Boquete, a penas si caía una llovizna. La lluvia
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  arreció hasta convertirse en un gran aguacero que en menos de
  cuarenta y cinco minutos tomaba proporciones inusitadas.
  Nuevamente hay que dar gracias a Dios de que esto sucedió a la
  luz del día, permitiendo a los moradores y las autoridades del
  distrito actuar con premura, prestar el apoyo a tiempo y evitar una
  catástrofe mayor.
           Las Quebrada La Zumbona aumentó rápidamente su caudal,
  el cual de forma asombrosa arrastró cantidades inimaginables de
  piedras de todo tamaño. Fue añadiendo al ya estruendoso y crecido
  río Caldera, su aporte pétreo, adicionando troncos, palos, árboles
  y toda clase de materiales que arrastraba su violenta corriente.
  Culminó su furiosa travesía llevándose las ya remecidas bases del
  Puente de Palo Alto, dejando una gran parte de la población inco-
  municada.
           La Quebrada Grande también se salió de su cause,
  erosionando fuertemente las laderas, arrastrando toneladas de
  tierra negra con todo y sus cultivos. Remeciendo los viejos puen-
  tes y los enormes y frondosos árboles centenarios. Haciendo
  estragos a su paso por Valle Escondido, La Lechería y los caseríos
  aledaños a la escuela Josefa Montero de Vásquez.
           Un poco más abajo de la escuela, dañó patios y jardines y
  su corriente irrespetuosa entraba como Juan por su casa, por la
  puerta trasera de algunas viviendas y salía por la puerta delantera,
  ante la perpleja mirada de sus dueños.
           Una vez más, se vivió la zozobra de noviembre del 2009.
  Todas las fuentes de agua, pequeñas y grandes en el distrito, se
  alimentaron con aquel torrencial aguacero y “en menos de lo que
  canta un gallo”, como se dice, o sea en un abrir y cerrar de ojos,
  se convirtieron en agresivas corrientes de las que no perdonan
  nada a su paso.
           Los nerviosos habitantes ponían, hasta donde podían, sus
  pertenencias a buen recaudo.
           La Quebrada La Tuza, la cual recoge el caudal de los
  chorros que vienen del Salto y Pueblo Nuevo, inundó con furia
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 todo a su paso, saliéndose por los patios de las casas y por las
 calles y veredas.
          Por supuesto que no se quedaron quietas en su cause,
 ninguna de las quebraditas, otrora inofensivas, que corren por los
 terrenos frente al Cementerio, los Bomberos, la Guardia Nacional
 y las barriadas aledañas a ellos, como El Cacho y La Bajada.
          Deseo plasmar este retazo escrito en mi libro, con el
 sentimiento de tristeza y angustia que nos embargan en este
 mismo instante en que están ocurriendo los hechos. Las aguas del
 río Caldera hacen galas de su fuerza, mordisqueando el muro que
 tanto esfuerzo costó hacer a sus orillas.
          Nuevamente se deja oír el sonido ensordecedor de las
 piedras rodando por el lecho del río. Sus lodosas aguas pasan
 amenazadoras llevándose una cantidad considerable de piedras
 de las que estaban perfectamente alineadas en aquel muro que
 contenía su torrente.
          El río Caldera y sus quebradas afluentes, demuestran
 nuevamente que así como son benefactoras pueden ser también
 asombrosamente destructivas.
          ¡Nuestros viejos no se equivocaron! Antes de partir, nos
 dieron sus comentarios y consejos acerca de las fuentes de aguas
 que brotan en la cordillera y en las montañas. Hay que disfrutar de
 ellas, de su caudal, de la música y del susurro de sus aguas, del
 terreno agreste y florido que nos regalan. Pero no hay que ser tan
 confiados cuando llegan los bajareques, los aguaceros y “el
 norte”, decían. Las corrientes boqueteñas recorren, unas veces
 apacibles, otras veces iracundas el Valle de las Flores”.
          A pesar de sus torrentes inundantes, los moradores del
 distrito de Boquete han aprendido a vivir con sus fuentes de agua
 como compañeros que habitan juntos este paraíso. Lo mismo,
 hacen los nuevos moradores, extranjeros que han llegado de dife-
 rentes latitudes a compartir este valle. Estudian cada vez mejor su
 entorno y sus riquezas hídricas evitando sorpresas y aprendiendo
 a disfrutar cada vez más este paraíso de las flores, el café, y el
 arco iris.
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           ¡LA HISTORIA NO ESTÁ COMPLETA!
         El escribir este libro no ha sido solamente poesías, historia,
 fotos, y entrevistas. Ha sido también el disfrute tan grande de haber
 recorrido mental y físicamente las huellas de mi niñez, mi juventud y
 mi madurez. Y ese recorrido no lo hice sola, me han acompañado
 cada uno de los miembros de mi familia y amigos, apoyándome con
 sus vivencias, recuerdos, fotografías, escritos, etc. Ellos también
 recorrieron sus huellas.
         A veces reímos y otras veces, las lágrimas acompañaron los
 recuerdos de este paseo por los senderos recorridos, trayendo a
 memoria circunstancias, personajes, amigos y familiares. Ha habido
 momentos alegres y tristes pero todo ha sido interesante.
         Pero estoy recordando una noche cuando me dispuse a escri-
 bir y encontré un e.mail urgente de mi hermana Migdalia. Deseo
 aclarar que Mig es Traductora e Intérprete Judicial Certificada por el
 Estado de California. Como es la hermana que me sigue en edad, creo
 que en aquella Feria del Café de 1961 donde ella también probó aquel
 “popcorn” que yo menciono en mis primeras páginas, ella también
 decidió aprender el idioma Inglés pero llegó más lejos que yo en su
 empeño. Ha estudiado de corazón, aprendiendo sus dichos, refranes,
 gramática, sintaxis y ha convivido en ese ambiente dos tercios de su
 vida. Conociendo todo esto, ella es la persona que yo sentí necesitar
 como traductora para este libro, pues tiene buen manejo de ambos
 idiomas, tiene casi mis vivencias de niñez y juventud, es boqueteña y
 tiene amor por su terruño.
         Decía yo que, una noche encontré un mensaje urgente de mi
 traductora y decía: “¿Cómo es posible que te hayas saltado el año
 1949 sin haber detallado con lujo de detalles lo ocurrido en esa fecha?
 ¡Te digo que sin ese suceso la historia boqueteña no está completa!
         Yo me preocupé, porque haciendo memoria, no me parecía
 haber omitido nada que tuviera tanta importancia. Cuando de pronto
 recibo otro e.mail que decía:
         “Año 1949: ¡Un regalo para Boquete! ¡Nació Migdalia!”
 Y yo comenté: “Así fue. ¡Aquel suceso cambió la historia del distrito!
 Ya terminando el año, el día 14 de diciembre, nació una preciosa e
 inteligente niñita a la cual llamaron Migdalia del Carmen. ¡Hubo
 repique de campanas! ¡Sonó el cacho de los bomberos!
 ¡Paró el bajareque!
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            Al parar el bajareque, se habló de aquella impactante noticia,
  por doquier! ¡Todo fue alegría”. Yo reí y pensé: “Migdalia tiene
  razón, la historia no está completa sin cada uno de los que habitamos
  este hermoso paraje de Dios”.
            Es por eso que para completar la historia del distrito, hoy enfa-
  tizo que la diligente traductora de este libro, Migdalia del Carmen,
  nació en Boquete, aquel inolvidable 14 de diciembre de 1949. Sin
  aquel importante suceso, histórico para nuestra familia; sin ella, sin
  aquella preciosa niñita, no hubiera estado completa la historia que yo
  he narrado.
             Luego me llamó riéndose para saber si ya había recordado el
  importante suceso y reímos las dos recordando que había habido otros
  eventos no menos históricos en nuestra familia, como el de “la
  manada de elefantes” de los cuales ella era la dueña.
            Resulta que en la clase de artes manuales del salón de Migda-
  lia, les dejaron de tarea, hacer un elefantito de tela, relleno de trapitos
  o algodón. El elefantito debería estar de pie en la banca del alumno
  cuando la maestra pasara poniendo la calificación. Aquella noche; mi
  abuelita, mi mamá y cada uno de los hermanos de Migdalia, hicimos
  varios elefantitos de tela, mientras que ella lloraba. Los rellenamos y
  se los entregamos a Migdalia para que ella los parara sobre la mesa
  donde estábamos trabajando.
            Cada elefantito, demoraba de pie, unos segundos nada más.
  Después, viraba las patitas y ¡Cataplún! ¡Al suelo! Y cuando aquello
  ocurría, el llanto tan amargo y desgarrador de mi pobre hermana, incre-
  mentaba. Ella veía pasar las horas y todo lo que tenía era una manada
  de elefantes muertos, sin que su tarea estuviera terminada. ¿Qué hacer
  con aquella manada de elefantes caídos? Ella era una excelente estudi-
  ante, pero con esta tarea se perfilaba una nota de “un buen dos”.
            ¡Finalmente un elefantito se quedó de pie! No sé sabe a qué
  hora de la madrugada. ¡Ya todos los ayudantes se habían quedado
  dormidos!
            Esta es una historia verídica, como todo lo de este libro. Histo-
  ria muy celebrada en nuestra familia. ¡Aquella noche, todos los paqui-
  dermos de la India quedaron “patas para arriba” sobre nuestra mesa del
  comedor!

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           ¡Nadie creería el trauma tan terrible que todavía se refleja en
   los ojos horrorizados de Migdalia, que ya también se aproxima a su
   centenario, cuando oye la palabra “elefante”!
           Hoy, Migdalia es una excelente costurera y le da gracias a
   Dios por maestras como Chabelita Palma de González, quien a causa
   de aquella tarea de manualidades, la obligó a aprender a coser, todo lo
   que le quedara a la mano, excepto elefantes. Pero los enormes
   mamíferos del África no fueron culpables de aquella “terrible noche
   de elefantitos caídos”.
                 Migdalia




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     ¡TÚ Y YO, LOS PROTAGONISTAS DE ESTA HISTORIA!

           He querido copiar textualmente un párrafo “del libro, “50
  Años de Boquete Agrícola” para que nos transportemos a aquella
  época inolvidable. Época de la irresistible selva. Montañas que
  parecían querer tragarse a quienes se atrevieran a adentrarse en ellas.
  ¡Época de sueños y esperanzas!
           Vayamos a esos días que casi se nos escapan ya de las manos.
  Traigamos esas memorias que debemos guardar intactas en nuestro
  recuerdo, para que nos vivifiquen. Para que podamos apreciar
  realmente el avance y el progreso. Para que admiremos con sinceri-
  dad y de corazón a aquellos primeros hacedores. Para que los
  imitemos en lo bueno.
           Y dice así: “Pasado mucho tiempo, se vio rodar por el
  pedregoso camino, una diligencia al estilo de los Estados Unidos y
  Argentina; un carretón halado por mulas y que conducía a los prim-
  eros turistas que se arriesgaban a internarse en la selva, cubierta casi
  siempre por densos nubarrones y continuos aguaceros. Esta diligen-
  cia era propiedad del Hotel Watson, Primer hotel boqueteño”.
           ¡Hago un alto! Me dejo atrapar por el ambiente del presente,
  del año 2010. Me dejo atrapar por un ambiente que se parece mucho
  al de antaño, al del siglo XIX, pero ahora en el siglo XXI. ¡Hace frío!
  Está amagando el bajareque. En el cielo se dibuja un gran arco iris.
  Parece estar pintado sobre los árboles. Parece estar recostado a la
  montaña, perezoso, bañándose entre las ráfagas de agua de la ventisca.
           Desde mi casa de Boquete, en “La Casita de Kela” llamada
  así, por como me llaman mis nietos, me deleito en la admiración de
  mis montañas. De mis nubes que siguen, como antaño, galopando
  veloces en el desbocado viento del norte.
  ¡Cuando empecé mi relato, hablaba la hija, la nieta, la bisnieta!
  ¡Ahora, al final del mismo, habla la madre, la abuela!
  Antes, vivaz y expectante en el Festival del Café, en los 50 años de
  Boquete. Ahora, tranquila en una hamaca, meditando en la vida.
  Como otrora fue mi abuelo, siendo yo, ahora, la abuela que deja sus
  memorias para la posteridad.
  Aquí, en Boquete, desde la Calle 2ª Sur, llamada ahora Luis A.
  Landero, en honor a Don Lucho, el papá de “mis amigos Los
  Landero”. Para nosotros, antes, era la Calle Costa Rica.
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           Aquellas aguas donde se escondían, nadando veloces
   entre las piedras, los pececillos que nos daban mordisquitos en las
   piernas. Y de los que nosotros huíamos “dizque aterrados”,
   porque eran “pirañas”.
           Aquí, escuchando la algarabía de los niños de la que fuera
   mi “Escuela Primaria de Bajo Boquete”. La cual hoy lleva el
   nombre de mi tía-abuela “Chefita”, la Maestra Josefa Montero de
   Vásquez.
           Oyendo la risa de los indiecitas Gnöbe. Ellas juegan
   despreocupadas entre los papos floridos de la iglesia protestante
   que está frente a mi casa mientras los adultos cantan alabanzas al
   Señor.
           Miro a mi izquierda. Como siempre ¡Quedo extasiada!
   ¡El imponente Volcán Barú asomando su puntiaguda nariz entre la
   neblina! ¡Silencioso desde su majestad y su lejanía! Recordán-
   dome al instante, aquellos años de continuas fuertes sacudidas y
   temblores, seguidas de aquel sonido que retumbaba debajo de
   nuestros pies, allá en lo profundo, como si el Volcán nos estuviera
   atemorizando.
           Para mí, el Volcán Barú siempre ha sido un gran espectá-
   culo. ¡Ha sido lo más grande y lo más alto que mis ojos vieron
   desde que tengo memoria! ¡El Volcán Barú, dueño de mi respeto!
   ¡Parece ser lo único que no ha cambiado!
           Cambió el panorama de la calle, su nombre, algunas de
   sus casas. Cambió el nombre de la escuela. Han restaurado la Igle-
   sia y no reconozco ni al Pastor ni a los que ahora se congregan
   allí. ¡Y yo… también he cambiado! ¡Estoy viendo salir mis
   canas! Y como dice aquel verso: “Nosotros los de entonces, ya
   no somos los mismos”.
           El tiempo no pasa en vano. Cambia las cosas, las desapa-
   rece, las hace nuevas o las destruye. ¡Todo cambia! ¡En un año!
   ¡En 50 años! ¡En 100 años! ¡Un Centenario de Historia no puede
   recogerse tan fácilmente! ¡Han sido muchos aguaceros y muchas
   lunas nuevas!
           Son varias generaciones las que han hecho la historia de
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    de Boquete como distrito: mis bisabuelos, mis abuelos, mis padres,
    yo, mis hijos y mis nietos. Tus bisabuelos, tus abuelos, tus padres, tú,
    tus hijos, tus nietos y tal vez tus bisnietos. ¡Es grandioso!
           ¡Dios nos ha permitido ser parte de la historia de un sitio tan
    privilegiado como lo es Boquete! Y podemos hablar de su historia
    viéndola a través de los ojos de nuestros antepasados y por nuestros
    propios ojos.
           “Escucho el casco de los caballos que halan aquella diligencia
    de la que hablaba mi abuelo.” Sí, es el sonido de cascos de caballos
    sobre la carretera. En mi mente logro ver aquel pasaje de la historia
    en vivo y a todo color. ¡Allí va la diligencia, llena de gente que con
    ojos de admiración llegan a Boquete! ¡Son turistas que vienen a
    hospedarse en el Hotel Watson, el primer hotel del distrito! ¡Qué
    prodigiosa es la mente! En ella podemos soñar y vivir realmente, lo
    que soñamos. Por un largo rato disfruté de aquella vivencia de otro
    siglo. Me sentí parte integrante de ese escenario.
           ¡No, no estoy soñando! ¡Claro que escuché los cascos de
    caballos! ¡Todo ha sido una vivencia cierta! Y es que, coincidencial-
    mente en este momento, dos señores pasan frente a mi casa,
    montando sus caballos. Y como antaño, los atan al tronco del
    guayabo que está en la cerca de mi casa.
           ¡Gracias a Dios por este Boquete que conserva tanto de antaño!
    .Para muchos boqueteños, el caballo sigue siendo su medio de trans-
    porte. Ellos no se preocupan por el alza del precio del combustible.




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   Me uno al coro de la iglesia en aquella misma alabanza que recu-
   erdo haberles escuchado, cuando era niña.
          ¡Dios tampoco ha cambiado! ¡Él es el mismo ayer, hoy y
   por los siglos! ¡Sus alabanzas van de generación en generación!
   ¡Igual, su palabra! ¡Igual, sus promesas! ¡Él sigue siendo el Todo-
   poderoso!
   ¡Dios es el único y verdadero dueño de Boquete y de su historia!
   ¡Y como Él todo lo hace bien, la historia de Boquete seguirá
   escribiéndose, y cada vez mejor!
          ¡Que interesante es nuestro viaje imaginario por esa historia
   en que nosotros y los nuestros hemos sido los grandes protagonis-
   tas! ¡Esta, es nuestra historia!
          A cada cual, Dios nos ha dado un propósito de bien para que
   dejemos huellas profundas como las huellas de los grandes tigres
   que otrora caminaron, por Boquete y que estoy segura de que aún
   caminan por sus montañas. Obras que sean dignas de ser imitadas
   por las nuevas generaciones.
          Que nuestros descendientes le den gracias a Dios por
   nosotros! ¡Por ese futuro que estamos construyendo hoy! ¡Que
   recibamos su admiración como la reciben de nosotros hoy, los que
   nos han precedido!




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                                PARTICIPACIÓN LITERARIA

                                                            Canto a Centroamérica,
                                                            libro editado por el Parla-
                                                            mento Centroamericano a la
                                                            Poetisa Markela Rojer de
                                                            Ballesteros en el año 1999,
                                                            Ciudad de Guatemala




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                                  PARTICIPACIÓN LITERARIA




   Premio Nacional León A
   Soto otorgado a la Poetisa
   Markela Rojer de Ballesteros
   en el año 1996. En fotos la
   Alcaldesa Mayín Correa y el
   Poeta Álvaro Meléndez Franco

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                                                                                Ruíz entrega a su hija
                                                                                Maria del Carmen
                                                                                quien se desposa con
                                                                                   Eloy Melendez,
                                                                                17 de Agosto de 1947.


                                           Boda Meléndez- Ruíz




            Tiempo de
              Bodas



                                                                        Boda Landau- Creegan

                                                                        La Profa. Margarita Landau
                                                                        y su esposo salen de la iglesia.
                                                                        La acompañan sus alumnos.



   Escuela Práctica de
   Corte y Confección, 1960




                                                            Virginia de Tapiero y su rosal.

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                    !"#$%&$"'(!'%)"'*!+,!*(-"




         La autora con el Dr. Diógenes Cedeño CencciY el Dr. Luis Oscar Miranda.
          Septuagésimo quinto Aniversario del Colegio Félix Olivares Contreras




                Egresadas - Escuela Josefa M. de Vásquez, Izq. a der. Mariola,
               Mirna, Aida Serrano, Migdalia, Ester Menéndez y la autora, 2010




                                Autora al centro, con sus tíos y padres

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DISCURSO DEL 3 DE NOVIEMBRE 2004 EN BOQUETE
MARKELA ROJER DE BALLESTEROS

¡Que viva el 3 de noviembre en mi suelo boqueteño!
¡Celebremos juntos el cumpleaños de nuestra patria!
¡Y digamos a una voz: “Feliz Cumpleaños Panamá”!
¡Dios te bendiga y te guarde. Dios haga resplandecer su rostro sobre
ti y tenga de ti misericordia; Dios alce sobre ti su rostro y ponga en
ti paz!

Sr. Manolo Ruiz C.- Alcalde del Distrito de Boquete
Honorable Concejal Raúl Ríos - Presidente del Concejo Municipal
Sr. Wigberto Ordóñez – Presidente de la Junta de Festejos Patrios
Rev. Osvaldo Ramírez- Parroquia de Boquete
Ten. Moisés Castillo - Jefe de la Policía
Capitán Germán Castillo - Jefe Encargado del Cuerpo de Bomberos
Lic. Franklin Delgado - Presidente del Patronato de la Feria de las
Flores y del Café
Prof. Juan Estrada - Supervisor de la Zona 7 Escolar
Sr. Abanderado del Día y Sra.
Sres. CLUB de Leones
Sres. CLUB Activo 20-30
Maestros - Profesores - Estudiantes – Padres de Familia – Público
Presente
        En un noviembre festivo como este, siendo yo una niña de
12 años de edad, fui designada por la Junta de Festejos Patrios:
“Oradora del 4 de noviembre, Día de la Bandera”. Por 1ª vez, nervi-
osa y feliz, subí a este púlpito a honrar a Panamá y a los símbolos
patrios con mi discurso.
        Recuerdo con nostalgia y alegría aquella época de mi niñez.
Me parece estar viendo a mis padres Otto Rojer y Olga Ruíz de
Rojer, orgullosos por aquella designación.



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          Años después, en 1996, por 2ª vez diserté desde esta tarima.
   Fui escogida por el Concejo Municipal como Hija Meritoria del
   Distrito de Boquete. Otra vez rendí mis honores a la Patria.
   Hoy, la Junta de Festejos Patrios del 2004 me nombra “Oradora
   Oficial” y concurro por 3ª vez a esta tribuna.
          La Patria y yo ya somos amigas. Ella me llama para que yo la
   deleite con mis prosas y mis versos, y yo, me honro y me gozo en
   hacerlo.
          Dios ha sido muy bueno conmigo en darme dones, y ustedes,
   hermanas y hermanos boqueteños, han sido generosos y espléndi-
   dos en considerar que mi persona es merecedora de estos honores.
   ¡Muchas, muchas gracias!
          Hoy vengo “a celebrar a la Patria y a traer un mensaje a las
   nuevas generaciones de este suelo querido”. Estoy aquí para acuñar
   en el corazón de mis hermanas y hermanos boqueteños, siete
   palabras.
          Ellas fueron el reto que desde niña declaré a Boquete: “¡Tus
   montañas no son murallas, son peldaños!”. Siete palabras que
   entrelacé en nuestro firmamento con “los siete” colores del arco iris
   de Boquete: ¡“Tus montañas no son murallas, son peldaños”!
   Peldaños para escalar hasta Dios, en el espíritu.
   Peldaños para alcanzar las metas, propósitos y objetivos.
   Peldaños para subir la empinada cuesta de la vida hacia el triunfo,
   la victoria y la conquista del mañana.
          ¿Me has escuchado Boquete? ¡”Tus montañas no son mural-
   las, son peldaños”! Aquel que tome el reto en sus manos, vendrá un
   día hasta aquí, como yo lo hago hoy, a depositar sus frutos en la
   cornucopia de tu abundancia, aquí, donde están los frutos de virtud,
   mérito y buenos ejemplos de nuestros antepasados.
   ¡Que viva el 3 de noviembre en mi suelo boqueteño!

   ¡Hoy es el mañana con que soñaron nuestros próceres!
   ¡Hoy es el mañana con que soñó José Agustín Arango, Manuel
   Amador Guerrero, Ricardo Arias, Carlos Constantino Arosemena,

                                                           488
Historia de Boquete
Historia de Boquete

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  • 2. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- “Papá Quique, fue un exitoso ganadero y caficultor”, añadía ella, con su mirada perdida en la lejanía. “Construyó su propio beneficio de café y prestaba sus servicios a otros caficul- tores. Acuñó sus propias “chavetas”, que eran unas monedas especiales para pagar con ellas a los peones de las fincas… yo las recuerdo”. “Mi papá fue uno de los prominentes ganaderos y caficultores que tuvo Boquete. También criaba finos caballos de paso”. Luego, esbozando una sonrisa decía: “Cuando la sala de cine mudo de Mr. Laws se quedó pequeña, él hizo una sala y la alquiló para presentar películas. Como sus paredes eran de madera, los muchachos traviesos hicieron agujeros en ellas para ver gratis las películas”. Allí paraba el relato. Todos nos ponía- mos a simular que estábamos abriendo huecos en las paredes para aguaitar las películas. ¡Y la historia terminaba en risas! Siendo yo más grande, me documenté sobre mi bisabuelo: En los escritos de mi abuelo Esteban y en lo que decían los viejos que quedaban de aquella época. Allí me di cuenta de que se trataba de “Don Enrique Vásquez”. Mi abuela Carmelita lo había descrito muy bien. ¡Caballero a imitar! Hombre sencillo, diligente y decidido. Incur- sionó en las finanzas y la política. Puntal principal entre los que se agruparon para conseguir la ley que creó el Distrito de Boquete y uno de sus primeros Alcaldes. Recaudador de Hacienda y agente del Banco Nacional de Panamá en Boquete. Construyó, con sus propios medios, el primer acueducto del poblado, el cual sirvió de modelo para construir el actual Acueducto Municipal de Los Ladrillos. Hay un adagio inglés que dice: ¡Hoy es el mañana del cual nos preocupábamos ayer! Hoy es ese mañana, del cual ellos, “nuestros viejos” se preocuparon en aquel ayer. Caminaron en la búsqueda de estas tierras que serían nuestra heredad. Y a pesar de que muchos no han conservado esa heredad, hay quienes sí podemos decir: ¡Aquí estamos! En la Calle Central del Distrito de Boquete, aún está en pie 441
  • 3. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- vetusto y mudo que guarda el eco de su voz hablando con mi abuela Carmelita y con sus amigos, en las tertulias de aquella abarrotería. Que guarda sus sueños de patriota, sus planteamien- tos y sus luchas de pionero y ciudadano. Hace poco, las autoridades del distrito, en ceremonia espe- cial, honraron la Calle Central de Boquete con el nombre de “Enrique Vásquez Serracín”. Ahora yo también puedo decir como mis abuelos. ¡No se puede escribir la historia del Distrito de Boquete sin mencionar a “Don Enrique Vásquez”!. Y yo añado que: ¡El que siembra… Cosecha! (La foto de fondo es Enrique Vásquez, mi bisabuelo.) ¡PELIGRO AL ACECHO! Mamá Carmelita nos contó de aquellos días cuando en el camino encontraron las huellas del felino. Se corrió la voz: “Había desaparecido un caballo y se culpaba al tigre o al león de habérselo comido”. Después se supo que había sido un parroquiano que se lo había llevado sin permiso del dueño. Pero igual, hubo muchos eventos donde aquel tigre o león, nunca se supo, se hizo respetar. ¡Se comió un par de grandes presas, entre ellos: caballos, cerdos y vacas! ¡Sólo encontraron sus osamentas! Cuentan de aquel enorme animal, que caminaba merode- ando la montaña. Que oculto entre el follaje, iba paso a paso, al lado de los que hacían el recorrido por esos solitarios caminos. Los caminantes decían que escuchaban el resoplido de su nariz y que ellos casi dejaban de respirar para no hacer ruido. Cuando iban dos o tres personas, entonces se atrevían a dar una miradita en medio de los matorrales y encontraban las enormes pisadas. ¡Gracias a Dios nunca hubo situaciones que lamentar! ¡Pero todos sabían que aquellos grandes y salvajes felinos los atisbaban, como a sus presas! Debieron asegurar siempre muy bien sus viviendas para protegerse del frío, del viento, del bajareque y de los animales hambrientos de aquellas montañas vírgenes que los acechaban en el silencio de la floresta. 442
  • 4. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¿ERAN RONQUIDOS DEL VOLCÁN? Hubo una temporada que se extendió desde 1955 hasta 1963 más o menos, con intermedios irregulares de horas o días. Los perros comenzaban a aullar angustiosamente, las gallinas se inquietaban y cacareaban escandalosamente, la naturaleza parecía quedarse quieta, esperando algo. Entonces se escuchaba un ruido, algo como un zumbido, como una masa muy grande de “algo”, como de muchas piedras. El ruido venía por debajo de la tierra, debajo de nuestros pies. Venía de algún sitio que no se podía precisar. El sonido venía acompañado de una vibración y luego, de una sacudida muy fuerte, al final. Después el ruido se alejaba. Todo volvía a la normalidad. Era repetitivo. Causaba mucho temor porque a veces las sacudidas eran muy violentas. Los viejos nos decían: ¡Posiblemente es el volcán que quiere despertar! Y en ese momento aprovechaban para contar: Cómo fue que hace muchos años el Volcán hizo erupción. Cuando Boquete era una laguna. Y la erupción quitó un pedazo de montaña por donde se escurrió toda el agua de aquel lago. ¡Ah, si! Hay piedras con fósiles de hojas de helechos mari- nos y hay otras con el esqueleto de un pez. ¡Yo las he visto! Una de ellas la encontró mi primo Titito Ruiz cuando hacían los traba- jos de la hidroeléctrica! ¡Él me la ha mostrado! Allí está la prueba de que en el pasado, sí hubo un gran lago entre las montañas de Boquete. Así decía mi abuela, que su abuela le había dicho que su abuela le había contado. ¡Y cómo dudarlo! Si ellas vivían en Dolega, en aquellos tiempos cuando nadie había puesto los ojos en Boquete. ¡Allí estaban los temblores de nuevo! Y nadie se movía. No podíamos irnos de allí. No podíamos hacer nada para evitar aquello. Sólo debíamos, como decía mi abuela “pegarnos de Dios”. ¡De pronto, todo cesó! Los pobladores olvidaron aquello. O tal vez lo recuerdan pero no desean hablar de ello. ¡El Volcán Barú sigue dormido! ¡Quizás solamente fueron unos ronquidos que escu- chamos de ese gigante, mientras soñaba! ¡Gracias a Dios! Porque después de haber visto tanta piedra en los terrenos de Potrerillos, no me gustaría ver a ese volcán jugando a: ¡A que te pego una piedra! 443
  • 5. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¡UN MILAGRO PARA “POP”! Uno de estos días fuimos a cenar al Hotel Panamonte. Como siempre, me llamó la atención: los muebles, lámparas y otras reliquias que son parte del ambiente tranquilo que regala el restaurante de ese hotel. En la conversación no se hizo esperar aquellos temas del pasado que rodean edificaciones como el Panamonte. Y allí salió a relucir la historia de aquel hombre que a la edad de 47 años le fue diagnosticada un asma bronquial que había minado su salud, dejándole cuatro meses de vida. El personaje que nos ocupa era un americano nacido en un pueblito de Texas, llamado Quitman, donde su padre laboraba como médico. Su nombre era William Joseph Wright y le apoda- ban “Pop” por alguna razón que no logré saber. Se había trasla- dado a Panamá para prestar sus servicios en la Zona del Canal. Por su buen desempeño le habían otorgado la Medalla Roosevelt, pero debido a su enfermedad no podía continuar en su trabajo. En medio de su infortunio, Pop Wright decidió hacer un viaje a Boquete. El traslado de Panamá a Chiriquí demoraba varios días por barco y luego había que hacer otro viaje en carreta desde David a Boquete que demoraba otro par de días. La pareja Wright hizo la travesía y se hospedó en el Hotel Lino, de propiedad del Capitán Henry Watson. A los pocos días de estar en Boquete, Pop sintió una gran mejoría y decidió instalarse en aquel lugar. Compró un pedazo de tierra a Henry Watson, en una de sus fincas de El Guacal. Su experiencia en negocios llevó a Pop a aprovechar la oportunidad que se le presentaba. Edificó su casa en aquella tierra y la convirtió en el Hotel Wright el cual adquirió fama rápidamente. Hacía unos años, en 1894 había llegado a Boquete en el negocio del café, Mr. J. Thomas, quien al probar unas naranjas las encontró muy ácidas. Tuvo la idea de solicitar seis plantones de la conocida y dulce naranja “Washing- ton navel orange” originaria de Brasil, pero producida con éxito en Estados Unidos. Él deseaba hacer una prueba plantándolos en Boquete para reproducirlos. 444
  • 6. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Los plantones de aquella fruta le fueron enviados desde California pero debido al largo viaje llegaron casi muertos. El canadiense Frank Tedman Carl quien se había instalado en Boquete en 1895, después de trabajar para la Compañía Francesa en el Canal de Panamá, conoció de lo sucedido a Thomas con los plantones. Le pidió a éste uno de aquellos, casi muertos arbolitos, para plantarlo, a ver si podía salvarlo. El arbolito se fortaleció con los cuidados de Tedman. El estadounidense David Theodore Sasse, llegó en 1914 a trabajar en la División Eléctrica de la Zona del Canal y también viajó hasta Boquete a disfrutar de unas vacaciones. Él tenía cono- cimiento de injertos y al conocer la historia del arbolito que había salvado Tedman puso a su disposición sus servicios para repro- ducir aquella planta. Como Sasse estaba hospedado en el Hotel Wright, Pop le solicitó a su huésped que le sembrara en su hotel un arbolito de aquella naranja. Así lo hizo y Pop Wright fue reproduciéndolos, de modo que llegó a tener un naranjal en su hotel. Se dice que Pop Wright escribía para periódicos y revistas del extranjero y describía a Boquete como un paraíso escondido entre montañas. Ponderaba las bendiciones de su clima, sus bellas flores, sus montañas, su café y sus dulces y jugosas fresas y naranjas. Dos figuras, mundialmente conocidas, llegaron a hospedarse en el hotel de Pop dándole una nueva propaganda al Boquete de sus escritos. En 1928, el aviador Charles Lindbergh, quien le había dado la gloria a los Estados Unidos de ser el primer aviador en cruzar el Océano Atlántico en un vuelo de Nueva York a Paris, llegó a hospedarse en el Hotel Wright. Al año siguiente, Pop hospedó en su hotel, al Contraalmi- rante Richard Byrd, quien a la sombra de uno de los árboles de naranja escribió el artículo “La Conquista de la Antártica por Aire”, el cual fue publicado en la revista National Geographic en su ejemplar del mes de agosto de 1930. Para este momento ya se conocía aquella naranja como la “Boquete navel orange” y se cree que el mismo Pop Wrigth las bautizó con ese nombre. 445
  • 7. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Venció el pronóstico de muerte y disfrutó treinta y un años más. Él y su esposa tenían especial cariño por los gatos. Me contaron que existe una foto donde él tiene a uno de sus felinos durmiendo en su hombro. William Joseph “Pop” Wrigth vivió hasta el año 1962, cercano al arribo a sus 99 años. Al cumplir 82 años decidió regresarse a San Antonio, Texas, con su única hija después de vender su hotel al Capitán sueco Hans Elliot. Mr. Elliot, como se le conocía, lo llamó Hotel Panamonte. Los descendientes de Mr. Elliot atienden el hotel hasta el día de hoy. Y conservan una oficina con paredes tapizadas por aquellas valiosas fotos que entre otras cosas, nos hablan de “el gran milagro de vida que recibió Pop Wright, en Boquete”. HOMBRE DE BUEN CORAZÓN Muchas veces no teníamos los diez centavos que costaba el tiquete para ingresar al Teatro Cumbres y recurríamos a la venta de unas libritas de café que habíamos recolectado de los árboles del patio. El café ya lo habíamos procesado (cosa que sabían hacer en todas las casas de Boquete), entonces íbamos a la Casa Bruña donde el conocido Hernán Bruña. Él pesaba nuestra bolsa de café y jamás nos ponía peros. Nos daba nuestro dinero con el que 446
  • 8. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- podíamos asistir al teatro y ¡ya está! Estoy segura de que su buen corazón se alegraba cuando hacía eso y se alegraba más cuando le comprábamos manteca, arroz o algún producto que debía ser pesado en aquella balanza de “pesitas de hierro”. Él, conociendo que éramos una familia de siete niños, más mis padres y mi abuelita, cuando pesaba arroz, manteca o frijoles nos ponía siempre un poco más, y nos decía “¡Aquí va la ñapa!” Cuando una encuentra en su camino gente como Hernán, hay que atrapar ese ejemplo para imitarlo, vivirlo, hacerlo propio, sabiendo que, “es más bienaventurado dar que recibir”. Veamos con “ojos espirituales”, el gran tesoro que Dios tiene guardado para los que actúan con nobleza de corazón. Sé que Dios tiene para Hernán algo especial, que él, ni siquiera imagina. Porque Hernán, sin saberlo, con su actitud para con nosotros, nos enseñó, y lo hemos imitado siempre en la medida de nuestras posibili- dades. Hernán con su bondad, mostraba vivir en obediencia al principio bíblico que dice: “A cualquiera que te pida, dale; y al que tome lo que es tuyo, no pidas que te lo devuelva. Y como quer!is que hagan los hombres con vosotros, as" tambi!n haced vosotros con ellos.# Lucas 6:30-31 447
  • 9. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¡ESA CALLE TIENE SUS CUENTOS! Mi imaginación vuela recorriendo las calles hartamente conocidas por mí. Doy gracias a Dios por la calle donde yo crecí y por cada calle de mi Boquete querido. Esas calles de antes. De tierra, unas. De piedra, otras. Y un par de ellas, asfaltadas. Recuerdo cómo le llamábamos, y aún se le llama igual a algunas de esas calles: La Calle del Moco, La Calle Del Tropezón, La Calle del Gallote, La Calle del Cacho, La Calle de la Reculina, La Calle de Los Sapitos, La Calle de Los Ratones, La Calle de la Orilla’el Río… Aquellos nombres obedecían a algún suceso o personaje que allí vivía. Todos sabíamos porqué o por quién se le había dado aquel mote. Había una calle, cerca de mi casa. “La Bajada de los Galán”. Es una de aquellas inolvidables calles. En aquel tiempo en que yo era pequeña, aquella loma la veía inmensa, empinada, inaccesible. Su superficie era áspera, abrupta, empedrada. En el día era transitable, pero en la noche… con aquel único poste de luz desmayada que tenía, era bastante escabrosa. Y eso que no he dicho que cuando había neblina espesa, el triste bombillo parecía más lejos que la misma luna en cuarto men- guante. Había pasado la navidad y “el Niño Dios me había traído un par de patines”. ¡Patines de metal con llantitas de metal! Eran muy pesados pero yo aprendí a patinar en ellos. ¡Y en aquella loma! Como en esa época no había muchos carros en Boquete, la loma era para mí sola. Así que yo subía y bajaba, y volvía a subir y a bajar. Hasta que me hice “una experta patinando entre piedri- tas”. Además, mis raspadas rodillas podían decir si acaso había sido fácil aquel aprendizaje. ¡Como eran vacaciones, allí estaba yo, en la lomita, yendo y viniendo con mis patines, cada día! Podía decirse que yo era parte de aquel coro de guitarristas y cantantes de tango y bolero. ¡Qué temas tan nobles! ¡Canciones lindas y bueno… las canciones de antes! No de “mi tiempo”, que ya serían bastante viejas, sino “del tiempo de ellos”, que era aún más añejas en el calendario. ¡Canciones de los años treinta! “Han 448
  • 10. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- brotado otra vez los rosales junto al muro del viejo jardín…” “Abre el balcón y el corazón mientras que pasa la ronda…” ¡Eso ocurría en la Bajada de los Galán! Le llamábamos así, porque la única casa que había en esa loma era la casa de los Galán. Una casa muy vieja, de madera sin pintar. Tenía una escalera que iba desde la calle hasta un balconcito donde siempre estaban senta- dos los hermanos Guillermo y Ciro Galán. Y así fue, hasta que la hicieron nueva, a finales del siglo pasado. Allí, resguardados de la lluvia, los Galán, como se les conocía, eran los guitarristas y cantores de aquellas preciosas canciones de antaño. A veces los acompañaba otro vecino que se llamaba Fraile Guerra. Nunca pude entender porqué si “un fraile debe ser hombre de paz”, este señor se llamaba “Fraile Guerra”, pero ¡así le puso su mamá y se acabó! ¡Fraile también cantaba muy lindo! ¡Esa es la calle donde yo aprendí a patinar con aquellos patines de ruedas de metal que “me había traído el Niño Dios” y éste, es uno de las historias de esa calle. 449
  • 11. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- MIS VECINOS “EMPÍRICOS” Boquete estaba lleno de “Profesionales Empíricos”, autodi- dactas. Así como mi abuelo, que fue “Abogado Empírico”; Ciro Galán, llegó a ser Profesor de Música en la Universidad, “Maestro Empírico”. Y frente a nuestra casa, estaba el señor Tollo Ordóñez, “Mecánico Empírico”, y del otro lado, el señor Gil Contreras, “Panadero Empírico”. Las mujeres casi todas estaban en sus casas, como “Amas de Casa Empíricas” porque mi abuela Carmelita no aprendió en ninguna escuela a hacer aquellas “conservas de mango” y “pa- payita cristalizadas”. ¡Eran amas de casa empíricas! Y Doña Micaela González, vivía frente a nosotros, ella no fue a ninguna universidad a aprender medicina, pero era la “Partera Empírica” que “trajo al mundo” a medio Boquete. Y Doña Tiva de Menén- dez que en su propia casa era una “Comerciante Empírica”. Y tía Chala de Villarreal que no estudió hotelería pero su negocio, “La Pensión Villarreal” fue próspero y de excelencia. ¡Ella también fue Empírica! Un día me enteré de que a Ciro Galán le habían hecho un homenaje por ser un músico empírico. ¡Y qué decir! No un músico cualquiera. ¡Tocaba estas canciones que había que quitarse el sombrero! ¡Un excelente músico! Y fue nombrado “Profesor de música en la Extensión Universitaria” que ya existía en la Ciudad de David. Y es que empírico quiere decir: experimental, práctico, real, hábil, positivo, conocedor, experto, preparado, versado, ducho, competente, avezado, listo, perito, diestro, apto, capaz, dispuesto, industrioso, habilidoso. ¡Así eran mis vecinos! ¡Empíricos! No tuvieron la oportunidad de graduarse con títulos, de aquella profesión u oficio al que se dedica- ban, pero lo hacían tan bien, que así prosperó Boquete, gracias a cada uno de ellos. La lista de Boqueteños Empíricos llenaría todo el libro y ya no habría espacio para seguir hablando de Boquete. Pero es que, ¡Boquete son ellos! Y fueron un ejemplo a seguir. ¡Amén! 450
  • 12. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¡EL GRANO DE CAFÉ Y LA MANO QUE LO COSECHA! Los cafetales plenos de granos rojos, han sido la gran fuente de empleo para muchos, pero sobretodo para los miembros de la raza Ngöbe. En tiempos de mi niñez, los indios Ngöbe llegaban por miles a Boquete, inundaban nuestras calles, nuestro parque y nuestras fincas, en el afán de tener un ingreso cosechando el café maduro. Cada año, llegaban con sus atuendos coloridos, alegrando aún más el paisaje de Boquete. Y con su lenguaje diferente al nuestro, se llenaba el ambiente, como cuando llega una bandada de pájaros a un árbol frondoso. (Mi tío le llamaba a su esposa Nila, “mi meriche” porque lo aprendió con los indios y eso significa “mujer”). Los hombres, vistiendo pantalones de colores llamativos, con una chácara al costado, tejidas de hilo vegetal, de pita o chunga. El indio siempre acompañado por su perro, caminaba adelante llevando su machete en la mano. 451
  • 13. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Las indias, con sus largas cabelleras negras y lisas, adornadas con ganchitos y peinetas de todo color. Con sus anchas enaguas de telas de colores muy alegres, marcadas a mano con figuras geométricas donde abundaba el triángulo. Con sus grandes chácaras a la espalda, tejidas a mano con hilo silvestre teñido en lindos tonos y figuras. Muchas veces la enagua disimulaba la preñez de la india, lo que no era obstáculo para dar esas caminatas kilométricas trasladándose de un punto a otro. Emigraban en el mes de noviembre de cada año, desde las montañas de Tolé, Nancito, San Félix, Remedios y desde la Meseta de Chor- cha. Se les veía caminar por el hombro de las carreteras y por los caminos de tierra y piedras con sus pies descalzos. Las indias nuevas tenían dentaduras muy lindas y fuertes pero casi todas las indias viejas estaban sin dientes, indicativo de su alimentación precaria y de la falta de dentista. Llenaban los cafetales con el colorido de sus vestidos y allí estaban recolectando el grano maduro de café, como un numerosísimo enjambre de abejas buscando la miel. Desgranaban esas ramitas del cafeto, y grano a grano iban llenando grandes javas o grandes latas que les daban para llevar a cabo su labor. Sus niñitas usaban largas enaguas como sus mamás, pero los varoncitos vestían solamente con una camisita. No importa qué clase de frío hubiese, ellos andaban expuestos al clima, de la cintura para abajo. 452
  • 14. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Cuando uno se les acercaba, parecían duendecillos desnuditos que corrían a esconderse. ¡Y eran los meses de fin de año, el tiempo más frío y lluvioso en Boquete! Trabajaban desde el Lunes hasta el sábado a medio día y en ese tiempo casi no se les veía en el pueblo. Luego cobraban el pago de su salario y bajaban de las fincas al centro del pueblo. Y los abarrotes se “abarrotaban” de ellos. No había tienda que no tuviera cliente los sábados. ¡Era el día del negocio del poblado! ¡Todo se vendía! Como en agonía, a toda velocidad, el indio hacía la escuálida compra de la comida de la semana. Acto seguido, le dejaba rápidam- ente la compra a “su chola” para irse a beber licor el resto del fin de semana. 453
  • 15. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Entonces se vaciaban las tiendas y se llenaban las cantinas con aquella clientela que no salía de ellas hasta no haber agotado el último real del bolsillo. En el camino cerca de la gallera, o en la orilla del río, o en una de las calles apartadas, comenzaban a juntarse los hombres. Algunos, ya borrachos, otros con “pachas de ron” en las manos y en los bolsillos para seguir tomando abrazados, hablando, discutiendo o gritándose cosas en su lenguaje que yo no podía entender. Y luego… los efectos del alcohol no se hacían esperar. ¡Aquellas terribles peleas! Eran dos bandos. Cada cual ponía su repre- sentante, y ¡a darse trompadas, se ha dicho! Hasta que uno de los dos caía, ensangrentado, como muerto, entre los matorrales o en la tierra mojada del camino. Las indias se sentaban con sus niños semidesnudos en el frío piso del cemento de las aceras en las abarroterías o bien debajo de algún techo cercano a la pelea, como para recoger a sus heridos. Se echaban encima una cobija, una manta. Y allí pasaban la noche de bajareque y de frío con sus bebés y con sus niñitos. ¡La permanente vida de la india! Hasta que terminaba la cosecha y otra vez volvía a su comarca, a su montaña, con su indio y sus hijos. Así, año tras año, desde que tenían trece o catorce años hasta envejecer caminando detrás de ese hombre sin mañana. Desde cada octubre hasta cada febrero. Debajo de los bajareques, víctimas de las ventiscas. Sentadas o agachadas en el borde de los portales, tratando de guarecerse de la lluvia o buscando un poco de abrigo donde no lo había. Ignoradas, ellas y sus hijos, de su hombre. A veces, la chácara servía para cargar los productos de la compra semanal. Otras veces, me sorprendía la cabecita de un niño que se asomaba desde adentro de la chácara, como si estuviera en el balcón de su casita. Nuestros indios Ngöbe, han sido esclavizados sin misericordia. No solamente por los diferen- tes grupos de colonos que han llegado a través del tiempo a nuestro istmo en busca de fortuna. También por los propios hermanos de su raza. Esperando con paciencia inagotable el apoyo, para salir adel- ante. Y tal vez gritando en sus corazones: ¿De dónde vendrá 454
  • 16. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- mi socorro? Y no había quién les dijera su respuesta: ¡De lo alto, del que hizo los cielos y la tierra! Arrinconados en las montañas, en su pobreza y su ignoran- cia, no les ha sido fácil reajustar su pensamiento a los cambios sociales. Ha pasado un siglo también para ellos. Y siguen esper- ando las migajas sociales. El apoyo que les urge y que no llega. Siguen soñando que se acercan al progreso. Nuestros indios e indias han sido en el Boquete Centenario, el brazo fuerte en la cosecha del grano de café maduro. Muchos viven asinados y no hay remordimiento en quien pueda solucionar el mal. Al menos ahora se les ve calzados sus pies. Y a sus niños con ropita de la cintura hacia abajo. Y algunos están estudiando. Y otros, muy pocos, ya son profesionales. ¡Pero les falta tanto aún! Si hablamos de honrar a nuestros pioneros… ¡Ellos también lo son! ¡Han esperado un siglo por un cambio en sus vidas! En las últimas décadas, las Iglesias Protestantes del Distrito han hecho su invaluable labor con estas familias indígenas. Han traído a sus vidas la Palabra de Salvación y mediante la enseñanza del evan- gelio los han armado espiritual y mentalmente para la lucha contra los vicios y la miseria que los azota. ¡Finalmente, a los que han abrigado la fe en Jesús, se les ve caminando por las calles de Boquete, en familia! Con buenos abrigos y zapatos. Pero sobretodo con el hombre atendiendo a la mujer y a los niños, con cariño, como Dios manda. ¡A los cosechadores del grano de café maduro, se les ha abierto una puerta de esperanza! 455
  • 17. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¡PORQUÉ LLORAN LOS QUETZALES! En los momentos en que el sentimiento de regionalismo, de amor al terruño y el nacionalismo se siente amenazado, hay quienes no pueden quedarse callados. Frente al rumor de ataque y al olor de peligro, salen a la defensa y de alguna forma dicen ¡No estoy de acuerdo! Por que sienten que si se callaran, se cumpliría lo que dice la Santa Palabra en Lucas 19:40 Cuando la multitud alababa a Dios a grandes voces y los fariseos le pedían a Jesús que los hiciera callar. Jesús respondiendo, les dijo: “Os digo que si estos callaran, las piedras clamarían”. En el año 2003, se suscitó en Boquete aquella controversia que tomó cariz internacional. El gobierno de turno estaba decidido a construir de manera arbitraria e inmediata, una carretera de asfalto por aquel llamado Sendero de los Quetzales, patrimonio de Boquete y del mundo. Como siempre hay diferencia de opiniones, no faltaron boqueteños que apoyaban aquella idea, para muchos, descabellada. La mayoría de los pobladores, concientes de la tragedia natural que sería aquello, estábamos alerta y a la defensiva de aquel patrimonio mundial. La construcción de aquella carretera sería una puñalada certera a uno de los pulmones verdes del planeta. Sería la devas- tación de aquella conservada flora milenaria. Causaría el deterioro del habitat de una inmensa variedad de animales y el exterminio de infinidad de seres vivos que tienen allí la última oportunidad de conservar su especie. ¡Pero siempre hay aquellos, cuyos intereses están sobre cual- quier razonamiento sabio, y se oponen, hasta con el uso de la fuerza, a las voces que llaman a la reflexión! Las agrupaciones y asociaciones que promueven la defensa del ecosistema del planeta se unieron. Se veía por doquier, los grupos con pancartas, camisetas, gorras y diferentes formas de protestar. La lucha fue larga. Tomaron partido todas 456
  • 18. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- las fuerzas vivas de la sociedad y el clamor era: ¡No a la carret- era por el Sendero de los Quetzales! Un día llegué a visitar a mi tío Abelardo “Tito” Ruíz y lo encontré muy compungido con el tema. Estaba escribiendo algo que llamó mi atención. Lo leí y le dije: ¡Tío, déme este escrito! ¡Lo voy a publicar para que se oiga su voz! Y así lo hice. Los meses pasaron, los dimes y diretes, las reuniones, las marchas, los discursos, las entrevistas radiales y televisivas, los mensajes por periódicos, las camisetas, los afiches, las gorras, todo lo que se hizo, valió la pena. El gobierno tuvo que retro- ceder con aquella imposición y ¡Venció la razón y el buen sentido! ¡No se haría aquella controversial carretera de asfalto en medio del precioso Sendero de los Quetzales! ¡Enmarqué aquel escrito! Y el día del cumpleaños de Tío Tito, la familia se reunió en su casa para agasajarlo. Como un regalo especial, le hice entrega de aquel cuadro “más significa- tivo, que lujoso”. Él estuvo en esa batalla y alzó su voz de protesta. En la pared principal de la sala de su casa está colgado lo que salió del corazón de un boqueteño amante de este paraíso que el Creador nos dio… ¡Boquete! De la inspiración de Abelardo “Tito” Ruíz... 457
  • 19. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¿Por qué lloran los Quetzales...? ¡Lloran porque estamos destruyendo los enormes y frondosos árboles donde con tanto esfuerzo y cariño acomodan sus nidos! ¡Lloran y lloran… al notar el gran desprecio con que se destruye día a día la naturaleza que Dios nos dejó! ¡Y lloran con tanta tristeza…! Que sus lágrimas se convierten en el fino bajareque que riega este rico y hermoso valle, empujado como caricia, por la deliciosa y fresca brisa que tanto agrada al ser humano! No sólo anidan en el Volcán Barú y sus alrededores. Con nervi- osismo… vuelan de lado a lado… en esta otrora encantadora región de las flores y del café, sin encontrar paz ni sosiego. Pues, las tupidas montañas ya no son un refugio seguro. ¡Sus singulares y sonoros trinos se van perdiendo en el infinito...! ¡Huyen del hombre, del ruido, del humo, del hacha, de la sierra inmisericorde! ¡Lloran de profundo sentimiento...! ¡Lloran de dolor por el resto de los animales y aves que habitan esos lugares y que… ahora también huyen, buscando un refugio que sea respetado por la humanidad…! 458
  • 20. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¡BOQUETE, CIUDAD DE LOS “SOBRENOMBRES”! Hoy, Boquete ha cambiado un montón. Sus calles, casi todas son más anchas y están asfaltadas. Muchas de sus casas ahora son más grandes y modernas. Otras, están igual que cuando fueron construidas, conservando su aire de antaño, el diseño “rococó” de sus verjas y balcones. Sus mismas ventanas de tablones y rendijas, sus portales sin baldosas, las macetas de flores colgando en sus paredes de vieja madera sin pintura. 459
  • 21. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Muchos lugares siguen como antaño. Como era el pueblito en el pasado. Las casas con jardines de vistosas flores. Con sus gallinas y pollitos escarbando, buscando entre las flores los bichos y lombrices de aquella tierra negra. Con sus perros y gatos cami- nando libres por las calles como antes, cuando había más caballos y carretas y unos pocos automóviles. Pero allí está la influencia de lo moderno, hasta en los animalitos. Hay uno que otro perro o gato, los privilegiados de ahora, las “mascotas”. Perezosos y friolentos sobre una almohadita y con un plato de “Wiskas” comprado en “Price Smart”. El abuelo perro y el bisabuelo gato, tenían que ver cómo cazaba su ratón o su lagartija para comer. Acomodarse a dormir donde pudiera, fuera de la casa. Tal vez sobre la silla de montar a caballo o en la mera tierra, donde quedaba su reguero de pulgas. Aún quedan casitas con su árbol de guayaba en la cerca del frente, para amarrar el caballo. Pero ya casi no hay casas donde los gallos de pelea, con sus patas rapadas y sus muslos colorados, cantaban sin cesar, mientras daban vueltas, ariscos, incansables, alrededor de aquellas estacas clavadas en el suelo donde estaban amarrados. Así era la casa de mi vecino. ¡Él era gallero, y a mucha honra! En ese tiempo existía en la callecita que va del Hotel Wing hacia el Río Caldera, una gallera muy famosa. Era una casona vieja, de madera. Nunca se me ocurrió preguntar el año de fundación de aquel “monumento al sacrificio de los pobres gallos de pelea”. Lo que yo sí sé, es que nos escapábamos hasta allá a comprar unas empanaditas deliciosas que vendía una señora en la parte de afuera de aquel garito. En medio de hombres gritones, viejos y jóvenes y una que otra mujer con su gallo de apuesta, yo lograba ver a mi vecino, tirando al ruedo su gallo que lo había preparado cada día de la semana. Casualmente mi vecino se llamaba como se llama mi esposo, “Feliciano”. Se le conocía como el Señor Chano, pero cuando fue pasando el tiempo, por causa de lo que él hacía, todos lo conocíamos como “Chano Gallo”. 460
  • 22. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¡Ese era el Boquete de antes! ¡Y sigue siendo el de hoy! Nadie se escapa de un sobrenombre tan fácilmente. ¡Nuestros antepasados nos legaron un espíritu alegre! Entre ellos usaban mucho “sobre nombres”, como algo muy normal, por lo que “la costumbre se hizo ley”, como reza el dicho. Algunos sobrenombres eran más feos que otros. A veces hasta un poquito ofensivos, razón por la que no se lo decían en su cara, a la persona. Pero cuando se hablaba de aquel fulano, la gente decía el sobrenombre y todos sabíamos de quién se trataba. ¡Increíble! ¡En Boquete, casi nadie se salva de un sobre- nombre! Al tiempo de vivir allí, se bautiza a cada cual y así es conocida la persona y a veces, su familia. Aquel mote o “sobre- nombre” siempre responde a algún suceso, a algún defecto físico, o a alguna habilidad. ¡Pero, mejor es no ponerse molesto y seguirle la corriente a la gente, ya que en vano te molestas porque seguirán llamándote con tu sobrenombre que será heredado también a tu descendencia. Enlistamos aquí los sobrenombres de ciudadanos y de familias. ¿“Quién es”, o “Quiénes son”? ¡CON TODO RES- PETO, no conozco otro pueblo como el nuestro, tan imaginativo, tan artístico, tan interesante, tan ocurrente, tan inventivo, tan ingenioso y tan creativo! Presentamos a continuación la lista de sobrenombres. ¡Allí está el mío! ¡Allí está el tuyo o el de tu familia! ¡Y allí está el sobrenombre con que, tal vez, tú bautizaste a alguien más! ¡Disfruta de la naturaleza alegre de nuestro pueblo! 461
  • 23. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¡SOBRENOMBRES BOQUETEÑOS! Puma Doña Bárbara Frijól Safari Pingüino Gallina Fina Poroto Ñanga Tin Tan Los Cumbos Torcío Burro Juan Moco Chichón de Piso Tachuela 24 horas Gallote Las Carabinas Polocho Don Chón Ña Perica Panza e Yegua Doña Trueno Toro El Brujo Clavo ´e Línea El Bujo Ñato Pájaro Bobo Chancleta Cachete Mandibulín Las Michitas Chorizo Ranchero Gallinazo Cocorocho El Duende Cachete ´e yoyo Crema Patilla Figurita Juan Plata Pasillo La Muerte Yeyón Cachete ´e Puerco Repollo Berrinche Tacho Cara ´e búfalo Peluquita Julio Pata Curingo Los Chayotes Pichilingo Puerco Los Sapitos Tiempo Maravilloso Chup Chup Tres Quintales Las Chitras Pez de Perro Chayotón Billi bobo El Ruso Rula de media vida Tiburón Mata Yegua Las Lentejas Los Michos Lagrimitas Pulundunes Macarrón Tiqui Churra Pichicho Pez Bola Bombillo El Mea Pasito Polochín La Negra Li án Dáo La Esperanza El Guardia La Señorita Loma Bú El Mesías Pegajoso Limoncito Casito Peñón El Sutico Yuca Caballón El Bobo de la Yuca El Baboso Tío Mino El Sastre Bozo Loco Tin Posta Cubico Cola ´e Pato Frente de aeropuerto Balo Taza Orejón Boliqueso Los Cartoncitos Redondo Putacón La Boa La Barbie Calcuta Cosita Peje Frito La Mariposa Noveluz El Pupilo Micho Chingo Puerco Loco La Lora Los Chivá Carne Seca Pichón de Bruja El Viejo Panza La Mula Oreja Los Peca Cebo Perro Coca Cola Grande Mazo Duro Campani El Campanero Las Rocas Centavito Goldo 462
  • 24. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Moñón Los Pichungo Rula Ña Tea Don Silvestre Tuco e Ratón Los Kinkos Ñopa Las Artistas Sin Coca Cola Pariente Changurrata Pichía Chano Gallo Los Ratones El Paisa El Tico Chito Pipón Gusano e Tuco Vitico Pelota Cielo Raso El Ratón Miguel Calacha Palomo Los Mazo Caballito ´e Paso Tortilla Pije El Cuervo Negro Cori Los Pipos Gallito Tres Pelos Mambo Loco La Cuecha Foco Yeyo Muñeco Ñañelito La Opa Boca e Tubo Pullillo Juan Frente La Pobreza Voz de Pito Torombolo Gallaza e Coco Negro Político Nando Zorra Los Fifi Lalo Peseta El Gordo Puzuña Babún Don Tranquilo Gusano e Tuco Changamé Pilucho Centavito El Cantante La Vizca Belleza Las Chancletas Cara e Tomate La Choqui Lazo Bola de Nieve Roberto en el Aire Chacato Fish Mejengue Muñeco Lindo Bolillo Las Chatas El Zoco Quico Pisote Chungo Ñata Japón Jo Jó Grillo Mango Nando Boom Trompeta Papaya Los Pasitas Pachango Piña Daiquirí Pacha Sapo Mal Paso Cabeza e mango Perra Palitroque Las Pijas Melcocha Tío Sapo Ahijadita Chochó Pinocho Paquetón Los Chivos Las Tortolitas Gallito de Pelea El Chambón Paparrucha Las Guayabitas Las Cucharitas Papón La Mamita De Chupampa Voz de Pito Barra El Gago Cabeza ´e Mango Las Coronelas Los Azules Culebrón Palomo Muñeca ´e Trapo El Secre Floja El Lince Papá por Siempre Chencho Ña Perica Foquito Alante alante Pera loca Alientito ¿Te encontraste a ti o a tu familia? Muy bien, si no estás en la larga lista de los boqueteños de siempre y que todos conocemos, prepárate porque por allí te tienen preparado tu sobre nombre. 463
  • 25. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¡CAZANDO CONEJOS PINTADOS! Vienen a mi mente aquellas Semanas Santas. Los hombres se iban de noche a los ríos a “lampariar” camarones. Se ponían en la frente una lámpara con un bombillo igual que hacían para ir de cacería o a “montiar”. Y cuando regresaban triunfantes con su presa, ésta era paseada como un trofeo por las principales calles del pueblo mientras las aceras de las tiendas se llenaban de curiosos. La exhibición duraba muy poco porque las calles eran cortas y pocas, por lo que había que pasear el trofeo varias veces para levantar comentarios y aplausos. Recuerdo al tío Agustín y al vecino Cheo Guerra. Iban de casería y venían trayendo saínos, enormes conejos pintados, vena- dos y chivos, cuya carne, a falta de refrigeradores debía salarse. Luego se compartía con el resto de la familia y nos duraba varios días. Luego, en tanto que la carne se asaba, los cazadores y “mon- tiadores” explicaban la cacería con lujo de detalles. La audiencia por lo regular era la propia familia y los vecinos. ¡Había que oír aquellos relatos! Cómo, gracias a la luz de la lámpara habían visto al conejo en el fondo de su profunda cueva. ¡El animal chillaba mientras ellos hacían la fogata con paja seca, en la boca de la cueva y el humo los obligaba a salir! ¡Salían turulatos y cegados por la luz y allí eran atrapados! ¡Era toda una odisea! Echados en el suelo, al lado de los héroes, sus perros se dormían, ejerciendo su derecho al descanso luego de una ardua jornada. Y cuando de ellos salía algún ronquido, los dueños decían: “Ahí está soñando con el conejo pintáo! O con el armadillo o con el “venáo” o lo que fuera que hubieran encontrado aquellos oreju- dos perros cazadores entrenados para el oficio. A veces, en vez de conejo traían camarones, “lampari- ados” entre las piedras de los ríos. ¡Esos eran nuestros manjares, era la costumbre! Había muchos boqueteños que tenían la comodidad de un refrigerador. Pero, los que no teníamos esa comodidad, en la noche poníamos sobre la mesa la vasija con la gelatina aguada y al día siguiente estaba perfectamente cuajaba. ¡Increíblemente hasta 464
  • 26. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- llegaba a hacérsele una capa de escarcha en su superficie! ¡Así era Boquete de frío en sus noches! Aún hoy, se conservan frescos los alimentos a pesar de que ha variado un poco la temperatura a causa de la tala de las montañas. ¡Las costumbres han cambiado y con ellas ha cambiado Boquete! ¡Han diezmado los camarones en los ríos y las presas en los montes! La contaminación diaria que hemos causado con lo que llamamos el progreso, ha invadido nuestras corrientes de agua y hemos invadido sin análisis ni veda el medio ambiente de muchas especies de animales y plantas. Antes el ideal era conquistar, poseer, urbanizar, transfor- mar lugares. Hoy el ideal es cuidar el medio ambiente. Causar el menor impacto ambiental posible. Hoy tenemos que cuidar cada rincón del planeta. Hay que cuidar los lugares como Boquete que son todavía un reservorio. Hay que cuidar sus montañas y sus ríos. Obligarnos a conservar lo que tenemos y obligar a los que llegan a compartir nuestro paraíso para que nos dure sano para nuestra descendencia. ¡Para que ellos no crean que lo aquí comparto es un cuento de ciencia ficción! ¡No lo es, así era Boquete hace sólo unas décadas y debemos cuidar para que siga siendo así! Nuestros abuelos se asombrarían de cómo se ha poblado Boquete. De cómo ha cambiado la naturaleza que ellos encon- traron y el pueblo que ellos dejaron. ¡Vivimos en lo que para ellos sería “el futuro”! 465
  • 27. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- “TEATRO CUMBRES”, ¡INOLVIDABLE! No me pregunten porqué se llamaban “teatro” si allí no había obras de teatro, sino películas. Debía haber sido “cine”, pero no, se llamaba “Teatro Cumbres”. ¡Estoy segura de que aún es muy recordado! Allí celebrábamos “matinés” de las escuelas, para recoger fondos para las navidades o las graduaciones. Se llevaban a cabo eventos del Club de Leones, Graduaciones, Vela- das, reuniones y muchas citas de enamorados, por ser uno de los pocos lugares de esparcimiento que tenía Boquete, donde uno se podía reunir. Para la muchachada como yo, no era fácil conseguir “aquellos $0.10” centavos que costaba el cine. Los juntábamos centavo a centavo, a veces en cuatro moneditas de “medio” (que ya no existen), o dos moneditas de un real. ¡Cómo obtener esa cantidad! ¡Cincuenta años atrás, esa cantidad era un dineral! ¡Había una forma! Cosechando un poco de café del patio de la casa, secándolo y moliéndolo. Luego puesto en un pequeño cartucho de papel amarillo, había que venderlo. Cuando lo tenía listo, yo lo llevaba donde el Sr. Hernán Bruña, a Casa Bruña. Él, conocía nuestras necesidades y creo que además, con algo de compasión, por verme tan niña tratando de hacer un negocio, siempre me compraba aquel café molido y lo vendía en su tienda. ¡Y yo, podía ir al cine! ¡Y a veces, con aquel dinerito, podíamos salir de algún apuro que había en nuestra casa! ¡Siempre recuerdo al Sr. Hernán como un hombre de buen corazón! ¡Que Dios lo bendiga! Algunas veces, Él me preguntaba, mientras se acomodaba sus lentes de grandes vidrios de aumento: ¿Para qué quieres ese dinero? Yo, con un poco de pena, no respondía. Entonces él decía sonriendo, mientras ponía un real de más en la palma de mi mano: “¡Esto, para los chicles!” ¡Qué emoción! ¡Él no sabrá cuanta alegría me regalaba! ¡Parecía una tontería, pero en ese momento aquello era muy importante para mí! ¡Ejemplos tan valiosos como éste los grabó mi mente y mi corazón. Y más adelante, traté de emular a los que tuvieron 466
  • 28. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- conductas así, ayudando siempre al prójimo, cuando he tenido la oportunidad! ¡Cuánto hemos cambiado! ¡Sí, hemos cambiado mucho! ¡No es el mismo Boquete del pequeño y primer caserío! ¡Tampoco es el Boquete de los primeros 50 años de vida como distrito, descrito por mi abuelo! ¡Ni aún es, aquel de mi niñez, que yo recu- erdo!... ¡Es el Boquete después de 100 largos años! ¡Nuestro Boquete Centenario! ¡Es el Boquete de hoy! Este Boquete de hoy, es aquel Boquete de antaño, que se ha construido de a poquitos, con fe y amor, con esperanza, con sacrifi- cio, con esfuerzo, con el sudor de muchas frentes y con las ideas de muchas mentes produciendo iniciativas de progreso. Es el Boquete de cosas nuevas y de gente nueva. Es el Boquete del futuro. De aquel futuro que leíamos en los paquines de Superman, de Batman, de Aquaman y de Los Halcones Negros. Es el mundo del futuro que no pensamos que llegaríamos a ver tan diferente al nuestro, y tan pronto. Cuando en la radio se cantaba “Estamos en la era del botón… y si tocas un botón, sale la nena bailando el son…” Y la era del botón llegó y se fue dando paso a lo digital. Hoy, “El Teatro Cumbres” es sólo parte de la historia. Pero allí soñamos con ser aquellos artistas que veíamos, y copiábamos sus gestos y sus canciones. Allí me emocioné, lloré, reí, tuve miedo, grité, aplaudí. Viví la euforia de Tarzán cuando iba a ser presa del cocodrilo. La angustia de aquella mujer de la carreta, cuando la caravana de vaqueros quedaba en medio de una emboscada de indios en el oeste de Estados Unidos. O del indio que era injustamente ajusticiado. O de la película de terror, que también las había, donde el corazón se me quería salir del pecho, al ver los colmillos del hombre vampiro. No se me salió, pero muchas noches, soñando, volvía a revivir aquel horror. A veces, al entrar, nos daban el tiquete con un número para ganar un premio de alguna tómbola y “remábamos” (pedíamos) en vano el número para ganar aquel premio. Hoy en el lugar donde estuvo el “Teatro Cumbres” ha habido otros negocios. 467
  • 29. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Allí llega gente que nunca supo ni sabrá que hace unos años, en ese mismo lugar, hubo un gran movimiento de gente, gran algarabía, llantos y risas, en aquel Teatro Cumbres. Cuando llegó la televisión a Boquete, el cine perdió interés para muchos. Algunos se ahorraban aquel dinerito pues había otra forma de entretenimiento, aunque también éste era en “blanco y negro”. Entre una película y otra, presentaban documentales de la realeza de Inglaterra o de España en sus carruajes y caballos. Eventos que sucedían en Estados Unidos, Europa o cualquier sitio importante en el mundo. Las grandes carreras de autos. El gran león de la MGM que ocupaba toda la pantalla, sólo para rugir y anunciar el noticiero y la película muy esperada. Las “estrellas del cine”, con sus manos ocupadas, en una, la copa y en la otra, el cigarrillo. Lo que muchos imitaron para su mal y hoy tal vez enfrentan alguna enfermedad producida por esos vicios subliminalmente publicitados hasta que se nos colaban en la mente, mientras uno sentía que aquello era la elegancia. En esa pantalla “blanco y negro” viajé por países que me dije “Quiero estar allí”. Allí conocí el amplio mundo que me esperaba y deseé conocerlo y conquistarlo. Un día volví a Boquete y ya no estaba el Teatro Cumbres. Y después de él no ha habido otro “teatro”, no ha habido otro “cine”. Todo se circunscribe ahora a la televisión, la computadora y el Internet. Ya no existe el “Teatro Cumbres”, pero tiene un lugar muy especial en mi recuerdo y en la historia de Boquete. HOTEL FUNDADORES Un día en el pasado, alguien dijo: “Voy a bajar por el Callejón de la Cruz, voy a bajar por el boquete”, y así llegó al Valle de Las Flores y el Arco Iris, a Boquete. Al llegar a este valle, bajando por la calle central donde tiempo atrás fuera el trillo que usaron los primeros pobladores, allí, a la izqui- erda, antes de cruzar el puente de la Quebrada Grande, hay una construcción cuya fachada es un castillo. A un lado y a otro de los ventanales, se elevan dos torres, donde los caballeros imaginarios, resguardan la entrada de este castillo que es el cofre del tesoro de muchas historias. Los niños sueñan con castillos de arena, castillos con dragones cuidando sus gigantescos portones, castillos donde habitan 468
  • 30. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- las princesas… con castillos… y más castillos. ¡Los adultos también soñamos con castillos!... Yo conozco a un hombre, a un gran hombre, que viniendo de modesta cuna, habiendo caminado descalzo los senderos de su niñez pobre, soñó con hacer un castillo entre montañas. Él probó el caldo, de solamente guineo verde con sal, cuando por muchos días, no había más nada que poner en la olla y el hambre se convertía en verdugo. Conozco al que soñó con hacer un castillo, cuando su vestido y su frazada eran confeccionados con sacos de harina que desechaba una panadería. Conozco al que de niño admiró los juguetes ajenos pues la cartita escrita al Niño Dios, apareció al día siguiente debajo de su almo- hada de tela de saco, sin respuesta. Y en lugar de aquella escopeta deseada, encontró una cajita de fósforos con un centavo y medio adentro, como regalo de noche buena. Conozco a aquel, a quien su madre de crianza, testigo de verlo mirando los juguetes ajenos, poniendo las manos sobre sus hombros, le hizo el mejor de los regalos de navidad, el que hasta hoy le ha servido. Unas sabias palabras: “Mi hijito, entienda que somos muy pobres. Quiero que usted nunca envidie lo que tienen los demás. Cuente con lo que usted tenga y con lo que sea capaz de hacer y lograr honestamente”. Pasaron los años. Él soñaba con construir castillos en su vida y los recursos para realizar aquellos sueños, no llegaban. El niño creció, estudiando con sacrificio y dedicación y logró sus metas. 469
  • 31. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Un día, en uno de los viajes a donde lo llevó su destino, llegó a Alemania, país de origen de su abuelo, uno de los funda- dores del distrito de Boquete. Allí visitó un impresionante castillo, y se dijo, “hagamos uno en las montañas boqueteñas, para honrar a nuestros antepasados”. Y retornó a Boquete con aquella quimera: “¡Construir un castillo para honrar a los pioneros de su Boquete, poniendo en él, las banderas de cada uno de los países de los cuales procedían aquellos colonos! ¡Que sea un museo, con el material que conserva cada una de las familias fundadoras! ¡Será además un lindo paseo turístico!” Pero sus palabras no hicieron eco en aquellos a quienes les compartió su ideal. ¡Sólo él estaba enamorado de aquel sueño! Un día, adquirió un terreno y comenzó a levantar la estruc- tura para hacer un pequeño negocio familiar y alguien le comentó: “Si añades unos cuartos, conviertes tu construcción en hotel”. Reestructuró su idea. Construyó cinco cuartos y así nació un pequeño hotel. El terreno donde edificó, estaba ubicado al lado de lo que había sido el camino al valle, abierto por los primeros hom- bres que bajaron por la cañada siguiendo el paso de los hatos de ganado que venían hasta el río Caldera a tomar agua. Era el 23 de enero de 1964. ¡El hotel estaba terminado y había que ponerle un nombre! Hacía tres años, en 1961, se había celebrado aquel Tercer Festival del Café en Boquete, Feria del Cincuentenario de la Fundación del Distrito, en el cual se honró a los Fundadores del Distrito de Boquete, y del cual yo hago men- ción en la primera página de éste, mi libro. Conozco también al promotor de aquel inolvidable festi- val, que con el apoyo del Concejo Municipal del cual era su Presi- dente, lograron un evento exitoso. Él es, el Ingeniero Carlos Enrique Landau. Es aquel mismo niño soñador de castillos. Es también el edificador del nuevo hotel que ahora nacía. Carlos Enrique, sabe lo que se siente ser aseador, mensa- jero, cargador, profesional (Agrónomo, Caficultor), docente, político (Concejal, Diputado, Ministro), cooperativista, defensor de 470
  • 32. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- la naturaleza y la ecología… Ahora, como ingenioso comerciante, se avocaba a un nuevo reto. Un hotel. Y que mejor nombre, que aquel que reunía para él todo un cúmulo de historia familiar y colectiva, “Hotel Fundadores”. El Hotel Fundadores ha llenado un espacio muy especial en el desarrollo de la comunidad boqueteña. Con el paso de los años ha tenido cambios en su fachada, hasta que de pronto un día, el Ingeniero Landau lo convirtió en un castillo. Y hoy va cargando en sus paredes medio siglo de vida boqueteña. Para la muchachada de aquellos años fue un fabuloso e inolvidable lugar de reunión y esparcimiento. Allí disfrutábamos de la candidez y la simpleza; de la inocencia y la sinceridad de aquellos tiempos de candor y de idealismo de que nos impregnaba la adolescencia. Allí cantamos y reímos nuestras alegrías de juven- tud. Para los Clubes, Asociaciones, etc. éste ha sido desde su apertura, el lugar perfecto para mostrar la frescura y belleza de Boquete. Para las reuniones, congresos y todo tipo de evento, su fondo musical ha sido la corriente sonora de las aguas de la Que- brada Grande que pasa cantarina por el centro del hotel. Aquel pequeño hostal, se convirtió en una edificación de 40 habitaciones, Sala de eventos, Comedores; el lugar campestre y citadino a la vez, con la excelente atención de sus colaboradores y empleados de siempre. El ingeniero Carlos Enrique Landau y El Hotel Fundadores, han caminado en el tiempo, dejando su sello, que de una u otra forma nos da alcance en el recuerdo, como aquellos castillos que guardan, como un cofre, incontables gratas historias. 471
  • 33. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¡EL RÍO CALDERA TIENE CAMISA DE FUERZA! Las autoridades han hecho un trabajo espectacular. Se ha limpiado el cause del río Caldera, desde su cabecera. Se han talado los árboles más cercanos a sus riberas y se han cortado en leños, los troncos de árboles caídos que pudieran ser arrastrados por su corriente. Además, se ha dragado su lecho. El río Caldera pareciera bajar manso y tranquilo. Su corri- ente serpentea encajonada en un lecho construido con sus propias piedras. Sus aguas corren obedientes entre los dos muros que se han levantado de lado y lado del río. Las piedras han sido dispues- tas en forma tan ordenada que pareciera que nada las volverá a mover de su sitio actual. Cuando vemos la corriente normal, que usualmente tiene el río, nadie lo imaginaría capaz de hacer las “terribles travesuras” que ha hecho cuando, allá recóndito en su nacimiento, recibe el bajareque del abundante “norte” que hacen crecer su caudal. Río Caldera, manso, tranquilo y libre 472
  • 34. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Río Caldera con camisa de fuerza con sus propias piedras Se comenta que la asombrosa cantidad de piedras que hay en su cause las extrae, tal vez, de las profundidades del Volcán Barú y las tira a su paso como reguero desordenado de frijoles gigantes- cos. Los viejos de antes decían, y yo respeto su sabiduría, que nadie puede poner “camisa de fuerza” al río Caldera. El es libre y caprichoso y cuando, montaña abajo, viene trotando como caballo desbocado, es mejor quitarse de su vía. AQUEL DOMINGO 22 DE AGOSTO DE 2010 Amaneció un día soleado. Hacia el medio día, las monta- ñas poco a poco se escondían detrás de la cortina de niebla que acostumbra formarse en la época lluviosa, indicio de que allá arriba en la Cordillera ya está lloviendo. Abajo, en el valle, en el mismo centro de Boquete, a penas si caía una llovizna. La lluvia 473
  • 35. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- arreció hasta convertirse en un gran aguacero que en menos de cuarenta y cinco minutos tomaba proporciones inusitadas. Nuevamente hay que dar gracias a Dios de que esto sucedió a la luz del día, permitiendo a los moradores y las autoridades del distrito actuar con premura, prestar el apoyo a tiempo y evitar una catástrofe mayor. Las Quebrada La Zumbona aumentó rápidamente su caudal, el cual de forma asombrosa arrastró cantidades inimaginables de piedras de todo tamaño. Fue añadiendo al ya estruendoso y crecido río Caldera, su aporte pétreo, adicionando troncos, palos, árboles y toda clase de materiales que arrastraba su violenta corriente. Culminó su furiosa travesía llevándose las ya remecidas bases del Puente de Palo Alto, dejando una gran parte de la población inco- municada. La Quebrada Grande también se salió de su cause, erosionando fuertemente las laderas, arrastrando toneladas de tierra negra con todo y sus cultivos. Remeciendo los viejos puen- tes y los enormes y frondosos árboles centenarios. Haciendo estragos a su paso por Valle Escondido, La Lechería y los caseríos aledaños a la escuela Josefa Montero de Vásquez. Un poco más abajo de la escuela, dañó patios y jardines y su corriente irrespetuosa entraba como Juan por su casa, por la puerta trasera de algunas viviendas y salía por la puerta delantera, ante la perpleja mirada de sus dueños. Una vez más, se vivió la zozobra de noviembre del 2009. Todas las fuentes de agua, pequeñas y grandes en el distrito, se alimentaron con aquel torrencial aguacero y “en menos de lo que canta un gallo”, como se dice, o sea en un abrir y cerrar de ojos, se convirtieron en agresivas corrientes de las que no perdonan nada a su paso. Los nerviosos habitantes ponían, hasta donde podían, sus pertenencias a buen recaudo. La Quebrada La Tuza, la cual recoge el caudal de los chorros que vienen del Salto y Pueblo Nuevo, inundó con furia 474
  • 36. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- todo a su paso, saliéndose por los patios de las casas y por las calles y veredas. Por supuesto que no se quedaron quietas en su cause, ninguna de las quebraditas, otrora inofensivas, que corren por los terrenos frente al Cementerio, los Bomberos, la Guardia Nacional y las barriadas aledañas a ellos, como El Cacho y La Bajada. Deseo plasmar este retazo escrito en mi libro, con el sentimiento de tristeza y angustia que nos embargan en este mismo instante en que están ocurriendo los hechos. Las aguas del río Caldera hacen galas de su fuerza, mordisqueando el muro que tanto esfuerzo costó hacer a sus orillas. Nuevamente se deja oír el sonido ensordecedor de las piedras rodando por el lecho del río. Sus lodosas aguas pasan amenazadoras llevándose una cantidad considerable de piedras de las que estaban perfectamente alineadas en aquel muro que contenía su torrente. El río Caldera y sus quebradas afluentes, demuestran nuevamente que así como son benefactoras pueden ser también asombrosamente destructivas. ¡Nuestros viejos no se equivocaron! Antes de partir, nos dieron sus comentarios y consejos acerca de las fuentes de aguas que brotan en la cordillera y en las montañas. Hay que disfrutar de ellas, de su caudal, de la música y del susurro de sus aguas, del terreno agreste y florido que nos regalan. Pero no hay que ser tan confiados cuando llegan los bajareques, los aguaceros y “el norte”, decían. Las corrientes boqueteñas recorren, unas veces apacibles, otras veces iracundas el Valle de las Flores”. A pesar de sus torrentes inundantes, los moradores del distrito de Boquete han aprendido a vivir con sus fuentes de agua como compañeros que habitan juntos este paraíso. Lo mismo, hacen los nuevos moradores, extranjeros que han llegado de dife- rentes latitudes a compartir este valle. Estudian cada vez mejor su entorno y sus riquezas hídricas evitando sorpresas y aprendiendo a disfrutar cada vez más este paraíso de las flores, el café, y el arco iris. 475
  • 37. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¡LA HISTORIA NO ESTÁ COMPLETA! El escribir este libro no ha sido solamente poesías, historia, fotos, y entrevistas. Ha sido también el disfrute tan grande de haber recorrido mental y físicamente las huellas de mi niñez, mi juventud y mi madurez. Y ese recorrido no lo hice sola, me han acompañado cada uno de los miembros de mi familia y amigos, apoyándome con sus vivencias, recuerdos, fotografías, escritos, etc. Ellos también recorrieron sus huellas. A veces reímos y otras veces, las lágrimas acompañaron los recuerdos de este paseo por los senderos recorridos, trayendo a memoria circunstancias, personajes, amigos y familiares. Ha habido momentos alegres y tristes pero todo ha sido interesante. Pero estoy recordando una noche cuando me dispuse a escri- bir y encontré un e.mail urgente de mi hermana Migdalia. Deseo aclarar que Mig es Traductora e Intérprete Judicial Certificada por el Estado de California. Como es la hermana que me sigue en edad, creo que en aquella Feria del Café de 1961 donde ella también probó aquel “popcorn” que yo menciono en mis primeras páginas, ella también decidió aprender el idioma Inglés pero llegó más lejos que yo en su empeño. Ha estudiado de corazón, aprendiendo sus dichos, refranes, gramática, sintaxis y ha convivido en ese ambiente dos tercios de su vida. Conociendo todo esto, ella es la persona que yo sentí necesitar como traductora para este libro, pues tiene buen manejo de ambos idiomas, tiene casi mis vivencias de niñez y juventud, es boqueteña y tiene amor por su terruño. Decía yo que, una noche encontré un mensaje urgente de mi traductora y decía: “¿Cómo es posible que te hayas saltado el año 1949 sin haber detallado con lujo de detalles lo ocurrido en esa fecha? ¡Te digo que sin ese suceso la historia boqueteña no está completa! Yo me preocupé, porque haciendo memoria, no me parecía haber omitido nada que tuviera tanta importancia. Cuando de pronto recibo otro e.mail que decía: “Año 1949: ¡Un regalo para Boquete! ¡Nació Migdalia!” Y yo comenté: “Así fue. ¡Aquel suceso cambió la historia del distrito! Ya terminando el año, el día 14 de diciembre, nació una preciosa e inteligente niñita a la cual llamaron Migdalia del Carmen. ¡Hubo repique de campanas! ¡Sonó el cacho de los bomberos! ¡Paró el bajareque! 476
  • 38. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Al parar el bajareque, se habló de aquella impactante noticia, por doquier! ¡Todo fue alegría”. Yo reí y pensé: “Migdalia tiene razón, la historia no está completa sin cada uno de los que habitamos este hermoso paraje de Dios”. Es por eso que para completar la historia del distrito, hoy enfa- tizo que la diligente traductora de este libro, Migdalia del Carmen, nació en Boquete, aquel inolvidable 14 de diciembre de 1949. Sin aquel importante suceso, histórico para nuestra familia; sin ella, sin aquella preciosa niñita, no hubiera estado completa la historia que yo he narrado. Luego me llamó riéndose para saber si ya había recordado el importante suceso y reímos las dos recordando que había habido otros eventos no menos históricos en nuestra familia, como el de “la manada de elefantes” de los cuales ella era la dueña. Resulta que en la clase de artes manuales del salón de Migda- lia, les dejaron de tarea, hacer un elefantito de tela, relleno de trapitos o algodón. El elefantito debería estar de pie en la banca del alumno cuando la maestra pasara poniendo la calificación. Aquella noche; mi abuelita, mi mamá y cada uno de los hermanos de Migdalia, hicimos varios elefantitos de tela, mientras que ella lloraba. Los rellenamos y se los entregamos a Migdalia para que ella los parara sobre la mesa donde estábamos trabajando. Cada elefantito, demoraba de pie, unos segundos nada más. Después, viraba las patitas y ¡Cataplún! ¡Al suelo! Y cuando aquello ocurría, el llanto tan amargo y desgarrador de mi pobre hermana, incre- mentaba. Ella veía pasar las horas y todo lo que tenía era una manada de elefantes muertos, sin que su tarea estuviera terminada. ¿Qué hacer con aquella manada de elefantes caídos? Ella era una excelente estudi- ante, pero con esta tarea se perfilaba una nota de “un buen dos”. ¡Finalmente un elefantito se quedó de pie! No sé sabe a qué hora de la madrugada. ¡Ya todos los ayudantes se habían quedado dormidos! Esta es una historia verídica, como todo lo de este libro. Histo- ria muy celebrada en nuestra familia. ¡Aquella noche, todos los paqui- dermos de la India quedaron “patas para arriba” sobre nuestra mesa del comedor! 477
  • 39. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¡Nadie creería el trauma tan terrible que todavía se refleja en los ojos horrorizados de Migdalia, que ya también se aproxima a su centenario, cuando oye la palabra “elefante”! Hoy, Migdalia es una excelente costurera y le da gracias a Dios por maestras como Chabelita Palma de González, quien a causa de aquella tarea de manualidades, la obligó a aprender a coser, todo lo que le quedara a la mano, excepto elefantes. Pero los enormes mamíferos del África no fueron culpables de aquella “terrible noche de elefantitos caídos”. Migdalia 478
  • 40. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- ¡TÚ Y YO, LOS PROTAGONISTAS DE ESTA HISTORIA! He querido copiar textualmente un párrafo “del libro, “50 Años de Boquete Agrícola” para que nos transportemos a aquella época inolvidable. Época de la irresistible selva. Montañas que parecían querer tragarse a quienes se atrevieran a adentrarse en ellas. ¡Época de sueños y esperanzas! Vayamos a esos días que casi se nos escapan ya de las manos. Traigamos esas memorias que debemos guardar intactas en nuestro recuerdo, para que nos vivifiquen. Para que podamos apreciar realmente el avance y el progreso. Para que admiremos con sinceri- dad y de corazón a aquellos primeros hacedores. Para que los imitemos en lo bueno. Y dice así: “Pasado mucho tiempo, se vio rodar por el pedregoso camino, una diligencia al estilo de los Estados Unidos y Argentina; un carretón halado por mulas y que conducía a los prim- eros turistas que se arriesgaban a internarse en la selva, cubierta casi siempre por densos nubarrones y continuos aguaceros. Esta diligen- cia era propiedad del Hotel Watson, Primer hotel boqueteño”. ¡Hago un alto! Me dejo atrapar por el ambiente del presente, del año 2010. Me dejo atrapar por un ambiente que se parece mucho al de antaño, al del siglo XIX, pero ahora en el siglo XXI. ¡Hace frío! Está amagando el bajareque. En el cielo se dibuja un gran arco iris. Parece estar pintado sobre los árboles. Parece estar recostado a la montaña, perezoso, bañándose entre las ráfagas de agua de la ventisca. Desde mi casa de Boquete, en “La Casita de Kela” llamada así, por como me llaman mis nietos, me deleito en la admiración de mis montañas. De mis nubes que siguen, como antaño, galopando veloces en el desbocado viento del norte. ¡Cuando empecé mi relato, hablaba la hija, la nieta, la bisnieta! ¡Ahora, al final del mismo, habla la madre, la abuela! Antes, vivaz y expectante en el Festival del Café, en los 50 años de Boquete. Ahora, tranquila en una hamaca, meditando en la vida. Como otrora fue mi abuelo, siendo yo, ahora, la abuela que deja sus memorias para la posteridad. Aquí, en Boquete, desde la Calle 2ª Sur, llamada ahora Luis A. Landero, en honor a Don Lucho, el papá de “mis amigos Los Landero”. Para nosotros, antes, era la Calle Costa Rica. 479
  • 41. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Aquellas aguas donde se escondían, nadando veloces entre las piedras, los pececillos que nos daban mordisquitos en las piernas. Y de los que nosotros huíamos “dizque aterrados”, porque eran “pirañas”. Aquí, escuchando la algarabía de los niños de la que fuera mi “Escuela Primaria de Bajo Boquete”. La cual hoy lleva el nombre de mi tía-abuela “Chefita”, la Maestra Josefa Montero de Vásquez. Oyendo la risa de los indiecitas Gnöbe. Ellas juegan despreocupadas entre los papos floridos de la iglesia protestante que está frente a mi casa mientras los adultos cantan alabanzas al Señor. Miro a mi izquierda. Como siempre ¡Quedo extasiada! ¡El imponente Volcán Barú asomando su puntiaguda nariz entre la neblina! ¡Silencioso desde su majestad y su lejanía! Recordán- dome al instante, aquellos años de continuas fuertes sacudidas y temblores, seguidas de aquel sonido que retumbaba debajo de nuestros pies, allá en lo profundo, como si el Volcán nos estuviera atemorizando. Para mí, el Volcán Barú siempre ha sido un gran espectá- culo. ¡Ha sido lo más grande y lo más alto que mis ojos vieron desde que tengo memoria! ¡El Volcán Barú, dueño de mi respeto! ¡Parece ser lo único que no ha cambiado! Cambió el panorama de la calle, su nombre, algunas de sus casas. Cambió el nombre de la escuela. Han restaurado la Igle- sia y no reconozco ni al Pastor ni a los que ahora se congregan allí. ¡Y yo… también he cambiado! ¡Estoy viendo salir mis canas! Y como dice aquel verso: “Nosotros los de entonces, ya no somos los mismos”. El tiempo no pasa en vano. Cambia las cosas, las desapa- rece, las hace nuevas o las destruye. ¡Todo cambia! ¡En un año! ¡En 50 años! ¡En 100 años! ¡Un Centenario de Historia no puede recogerse tan fácilmente! ¡Han sido muchos aguaceros y muchas lunas nuevas! Son varias generaciones las que han hecho la historia de 480
  • 42. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- de Boquete como distrito: mis bisabuelos, mis abuelos, mis padres, yo, mis hijos y mis nietos. Tus bisabuelos, tus abuelos, tus padres, tú, tus hijos, tus nietos y tal vez tus bisnietos. ¡Es grandioso! ¡Dios nos ha permitido ser parte de la historia de un sitio tan privilegiado como lo es Boquete! Y podemos hablar de su historia viéndola a través de los ojos de nuestros antepasados y por nuestros propios ojos. “Escucho el casco de los caballos que halan aquella diligencia de la que hablaba mi abuelo.” Sí, es el sonido de cascos de caballos sobre la carretera. En mi mente logro ver aquel pasaje de la historia en vivo y a todo color. ¡Allí va la diligencia, llena de gente que con ojos de admiración llegan a Boquete! ¡Son turistas que vienen a hospedarse en el Hotel Watson, el primer hotel del distrito! ¡Qué prodigiosa es la mente! En ella podemos soñar y vivir realmente, lo que soñamos. Por un largo rato disfruté de aquella vivencia de otro siglo. Me sentí parte integrante de ese escenario. ¡No, no estoy soñando! ¡Claro que escuché los cascos de caballos! ¡Todo ha sido una vivencia cierta! Y es que, coincidencial- mente en este momento, dos señores pasan frente a mi casa, montando sus caballos. Y como antaño, los atan al tronco del guayabo que está en la cerca de mi casa. ¡Gracias a Dios por este Boquete que conserva tanto de antaño! .Para muchos boqueteños, el caballo sigue siendo su medio de trans- porte. Ellos no se preocupan por el alza del precio del combustible. 481
  • 43. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Me uno al coro de la iglesia en aquella misma alabanza que recu- erdo haberles escuchado, cuando era niña. ¡Dios tampoco ha cambiado! ¡Él es el mismo ayer, hoy y por los siglos! ¡Sus alabanzas van de generación en generación! ¡Igual, su palabra! ¡Igual, sus promesas! ¡Él sigue siendo el Todo- poderoso! ¡Dios es el único y verdadero dueño de Boquete y de su historia! ¡Y como Él todo lo hace bien, la historia de Boquete seguirá escribiéndose, y cada vez mejor! ¡Que interesante es nuestro viaje imaginario por esa historia en que nosotros y los nuestros hemos sido los grandes protagonis- tas! ¡Esta, es nuestra historia! A cada cual, Dios nos ha dado un propósito de bien para que dejemos huellas profundas como las huellas de los grandes tigres que otrora caminaron, por Boquete y que estoy segura de que aún caminan por sus montañas. Obras que sean dignas de ser imitadas por las nuevas generaciones. Que nuestros descendientes le den gracias a Dios por nosotros! ¡Por ese futuro que estamos construyendo hoy! ¡Que recibamos su admiración como la reciben de nosotros hoy, los que nos han precedido! 482
  • 44. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- PARTICIPACIÓN LITERARIA Canto a Centroamérica, libro editado por el Parla- mento Centroamericano a la Poetisa Markela Rojer de Ballesteros en el año 1999, Ciudad de Guatemala 483
  • 45. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- PARTICIPACIÓN LITERARIA Premio Nacional León A Soto otorgado a la Poetisa Markela Rojer de Ballesteros en el año 1996. En fotos la Alcaldesa Mayín Correa y el Poeta Álvaro Meléndez Franco 484
  • 46. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- !"#$%&$"'(!'%)"'*!+,!*(-" El Licdo. Esteban Ruíz entrega a su hija Maria del Carmen quien se desposa con Eloy Melendez, 17 de Agosto de 1947. Boda Meléndez- Ruíz Tiempo de Bodas Boda Landau- Creegan La Profa. Margarita Landau y su esposo salen de la iglesia. La acompañan sus alumnos. Escuela Práctica de Corte y Confección, 1960 Virginia de Tapiero y su rosal. 485
  • 47. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- !"#$%&$"'(!'%)"'*!+,!*(-" La autora con el Dr. Diógenes Cedeño CencciY el Dr. Luis Oscar Miranda. Septuagésimo quinto Aniversario del Colegio Félix Olivares Contreras Egresadas - Escuela Josefa M. de Vásquez, Izq. a der. Mariola, Mirna, Aida Serrano, Migdalia, Ester Menéndez y la autora, 2010 Autora al centro, con sus tíos y padres 486
  • 48. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- DISCURSO DEL 3 DE NOVIEMBRE 2004 EN BOQUETE MARKELA ROJER DE BALLESTEROS ¡Que viva el 3 de noviembre en mi suelo boqueteño! ¡Celebremos juntos el cumpleaños de nuestra patria! ¡Y digamos a una voz: “Feliz Cumpleaños Panamá”! ¡Dios te bendiga y te guarde. Dios haga resplandecer su rostro sobre ti y tenga de ti misericordia; Dios alce sobre ti su rostro y ponga en ti paz! Sr. Manolo Ruiz C.- Alcalde del Distrito de Boquete Honorable Concejal Raúl Ríos - Presidente del Concejo Municipal Sr. Wigberto Ordóñez – Presidente de la Junta de Festejos Patrios Rev. Osvaldo Ramírez- Parroquia de Boquete Ten. Moisés Castillo - Jefe de la Policía Capitán Germán Castillo - Jefe Encargado del Cuerpo de Bomberos Lic. Franklin Delgado - Presidente del Patronato de la Feria de las Flores y del Café Prof. Juan Estrada - Supervisor de la Zona 7 Escolar Sr. Abanderado del Día y Sra. Sres. CLUB de Leones Sres. CLUB Activo 20-30 Maestros - Profesores - Estudiantes – Padres de Familia – Público Presente En un noviembre festivo como este, siendo yo una niña de 12 años de edad, fui designada por la Junta de Festejos Patrios: “Oradora del 4 de noviembre, Día de la Bandera”. Por 1ª vez, nervi- osa y feliz, subí a este púlpito a honrar a Panamá y a los símbolos patrios con mi discurso. Recuerdo con nostalgia y alegría aquella época de mi niñez. Me parece estar viendo a mis padres Otto Rojer y Olga Ruíz de Rojer, orgullosos por aquella designación. 487
  • 49. 9&):+3&';-<+)'=+',&33+7*+)-7'''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''''',-./+*+'0+1*+1&)$-' 23-)$3+4$-'(-"*$#-'5'6$7*8)$#- Años después, en 1996, por 2ª vez diserté desde esta tarima. Fui escogida por el Concejo Municipal como Hija Meritoria del Distrito de Boquete. Otra vez rendí mis honores a la Patria. Hoy, la Junta de Festejos Patrios del 2004 me nombra “Oradora Oficial” y concurro por 3ª vez a esta tribuna. La Patria y yo ya somos amigas. Ella me llama para que yo la deleite con mis prosas y mis versos, y yo, me honro y me gozo en hacerlo. Dios ha sido muy bueno conmigo en darme dones, y ustedes, hermanas y hermanos boqueteños, han sido generosos y espléndi- dos en considerar que mi persona es merecedora de estos honores. ¡Muchas, muchas gracias! Hoy vengo “a celebrar a la Patria y a traer un mensaje a las nuevas generaciones de este suelo querido”. Estoy aquí para acuñar en el corazón de mis hermanas y hermanos boqueteños, siete palabras. Ellas fueron el reto que desde niña declaré a Boquete: “¡Tus montañas no son murallas, son peldaños!”. Siete palabras que entrelacé en nuestro firmamento con “los siete” colores del arco iris de Boquete: ¡“Tus montañas no son murallas, son peldaños”! Peldaños para escalar hasta Dios, en el espíritu. Peldaños para alcanzar las metas, propósitos y objetivos. Peldaños para subir la empinada cuesta de la vida hacia el triunfo, la victoria y la conquista del mañana. ¿Me has escuchado Boquete? ¡”Tus montañas no son mural- las, son peldaños”! Aquel que tome el reto en sus manos, vendrá un día hasta aquí, como yo lo hago hoy, a depositar sus frutos en la cornucopia de tu abundancia, aquí, donde están los frutos de virtud, mérito y buenos ejemplos de nuestros antepasados. ¡Que viva el 3 de noviembre en mi suelo boqueteño! ¡Hoy es el mañana con que soñaron nuestros próceres! ¡Hoy es el mañana con que soñó José Agustín Arango, Manuel Amador Guerrero, Ricardo Arias, Carlos Constantino Arosemena, 488