Este poema expresa el amor del autor por la ciudad española de Salamanca a través de la descripción de sus aromas, paisajes, gente y cultura característica. El autor recuerda con cariño los olores de romero y otras plantas que le recuerdan a Salamanca, así como la belleza natural de su cielo y ríos. También alaba el carácter noble y hospitalario de su gente, y expresa que cuando toca los emblemáticos botones charros de la ciudad, sus sentidos se llenan de alabanza y orgullo