El Imperio Otomano controlaba gran parte del Mediterráneo Oriental y los Balcanes, pero presentaba debilidades como su sistema político personalista en torno al sultán y su quiebra económica. Esto, junto a la complejidad étnica y religiosa de su población y las aspiraciones territoriales de otras naciones, llevó al Imperio Otomano a aceptar la independencia de Grecia y las autonomías de Serbia, Valaquia y Moldavia. En 1875, una derrota otomana frente a Rusia en la guerra por