1. Es innegable que al final del S. XX se produjo una revolución tecnológica que
aún en nuestros días sigue desarrollándose. Dicha revolución no solo ha conquistado el
campo científico sino también el doméstico porque los nuevos adelantos tecnológicos se
han convertido en aparatos indispensables en nuestros hogares: teléfonos móviles de
última generación, televisores planas con 3d, Ipad, tablets y un largo etc…
Miremos donde miremos encontraremos tecnología en nuestros alrededores. Lo
importante no solo es este desarrollo tecnológico si no que el ser humano ha sabido
adaptarse a estos cambios y como ser racional los ha sabido usar para su bien común.
Sin embargo a pesar de que cualquier institución cuenta con la última tecnología
y ha ido renovándose a lo largo de los años; pongamos como ejemplo la sanidad y las
nuevas técnicas de operaciones, hay una que como una caja hermética no deja que la
tecnología entre o entre a cuenta gotas por alguna rendija abierta. Estamos hablando de
la escuela pública.
Sí que hay ordenadores, pizarras digitales y tablets, pero el problema reside en el
modo en que las usamos. Si nuestros padres entraran en una clase actual, no notarían
cambio alguna respecto a cuando hace 30 años atrás, ellos estaban en la escuela.
Se sigue utilizando una metodología anquilosada en el pasado, se sigue
utilizando los mismos medios para transmitir la enseñanza: las clases magistrales donde
es la figura del profesor la que domina constantemente una clase. Y esto, según mi
punto de vista, debe cambiar.
Vuelvo a repetir, que sí que contamos con los medios para crear una escuela
interactiva pero hay que cambiar los métodos didácticos y para ello, quien debe cambiar
primero es el maestro.
El maestro se enfrenta cada día a una media de 30 alumnos por clase, alumnos
que tienen acceso a la última tecnología y que si les das una clase magistral donde solo
habla el profesor, se aburrirán. La desmotivación es contra lo que debemos luchar.
2. El maestro debe ser consciente que en sus clases debe incorporar los medios
necesarios para que sus alumnos interactúen entre ellos, con el maestro y con los medios
de comunicación.
Lo que nosotros les contemos en clase, lo pueden encontrar en cualquier sitio
teniendo acceso a Internet, por eso, debemos ser originales y hacer que cuando entren
por la puerta de clase, vean que toda esa tecnología está a su alcance y que será el
profesor quien les guíe en la búsqueda de conocimientos, les aconseje y les valore.
Según un estudio británico, con el cual estoy de acuerdo, los jóvenes de ahora
claman por una serie de premisas que harían a la escuela pública más atractiva. Una ya
la hemos comentado, la figura del maestro.
Claman por una participación más activa a la hora de desarrollar las
programaciones didácticas y el currículo. Hay una serie de puntos que deberán
aprenderse y no son negociables. Pero, hay que tener en cuenta las necesidades del
alumnado de hoy en día y adaptar nuestros curriculum a esas necesidades.
Relacionado con el punto anterior, la enseñanza que nuestros alumnos quieren
debe tener relevancia con el mundo real. ¿Quién no se ha preguntado lo siguiente: ¿ para
qué me sirve esto en el mundo real?
Ahí es donde la escuela pública falla. Al no evolucionar, nuestros métodos y
enseñanzas no tienen nada que ver con el mundo actual que tenemos hoy en día. Por eso
nuestros jóvenes se aburren al no ver ninguna aplicación a la realidad de lo que están
estudiando. Una solución serían las clases prácticas, donde sea el alumno quien
investigue, participe y debata las teorías. Pero sin olvidar que es el profesor quien les
guía.
En conclusión, la escuela pública debe modernizarse, avanzar, no tener miedo a
la tecnología y a las nuevas enseñanzas. El profesor debe olvidarse de las clases
magistrales y tener en cuenta que sus alumnos son dinámicos y expertos en las
tecnologías. Debe hacerles participe del proceso educativo y ser innovador. El nuevo
alumnado del siglo XXI tiene unas necesidades que hoy por hoy la escuela pública no
las está cubriendo del todo.
3. Aunque debemos decir que poco a poco estas ideas están llegando a la escuela
pública y se está viendo un cambio, lento, pero progresivo.