Este documento ofrece consejos para hacer amigos y romper el hielo en los primeros encuentros. Recomienda no fingir una personalidad falsa y tener confianza en uno mismo. Además, enfatiza la importancia de escuchar activamente, hacer preguntas abiertas, y encontrar ambientes como actividades universitarias para conocer nuevas personas con intereses similares. El objetivo es crear una buena primera impresión de manera natural y respetuosa.
1. Guía para tímidos
En cualquier momento puede cruzarse por nuestro camino una
persona que merece la pena conocer. Y por timidez o porque no
sabemos cómo romper ese primer hielo, no somos capaces de
animar el primer encuentro. Nos puede costar tanto que creemos que
somos totalmente incapaces para hacer amigos. Pero no hace falta
ser el chico o la chica más simpática del mundo... para tener éxito
sólo hay que lanzarse.
Siempre es posible hacer nuevos amigos. Puede llegar con ocasión
del comienzo de las clases en la Universidad, o simplemente porque
coincidimos en el autobús con una persona. Quizá, nos atrae mucho
la personalidad de cierto compañero de clase pero no somos capaces
de hablar con él, a pesar de que coincidimos varias horas al día...
¿Qué hay que tener claro para que ese primer encuentro sea un
éxito? ¿cómo romper el hielo?
NO A POSTURAS HIPÓCRITAS
Cada uno es como es y, objetivamente, puede costarnos más por
nuestra personalidad hacer amigos. Pero esas son las cartas con las
que tenemos que jugar: ya sean virtudes o defectos, simpatía o
problemas para hablar en público... Sería contraproducente intentar
disimular nuestra forma de ser y de comportarse. Quizá lo
consigamos la primera vez, pero los decorados de cartón piedra se
derrumban con las primeras lluvias de otoño.
Hemos de tener la convicción de que nosotros, tal como somos,
podemos tener un montón de amigos a los que caeremos muy bien.
No viene nada mal un poco de autoestima a la hora de romper el
hielo: si sintonizamos, bien; si no, pues no pasa nada. Eso no quiere
decir que nos despreocupemos. Al contrario, hay que hacer lo posible
por causar una buena impresión y retirar los obstáculos para una
buena comunicación.
HAY QUE ESTAR
Para conocer gente hay que estar, hay que moverse por distintos
ambientes. Donde no vamos a hacer amigos es en nuestra
habitación y en nuestros mundos irreales. Los amigos los
encontramos en cualquier parte, sí, pero hay que estar abiertos a la
aventura que supone ser amigo de otra persona. Un amigo es un
tesoro, y cuantos más tengamos, mejor.
2. Probablemente, ya vayamos con nuestro grupo de amigos a los
lugares donde suele parar la juventud: bares, zonas de la ciudad,
cines, cafetería de la facultad... Sin embargo, hay otros ambientes
donde podemos conocer mucha gente sabiendo que cuanto mejor
sea ese ambiente, mejor gente, en principio, nos encontraremos. Por
ejemplo, podemos apuntarnos a algunas actividades de la
universidad, a grupos de trabajos voluntarios de clase, a alguna
asociación cultural, a alguna organización de voluntariado, a algún
curso o competición deportiva...
ROMPER EL HIELO
Tanto si se trata de la primera vez que nos encontramos con un amigo
como si llevamos tiempo queriendo conocer a un chico o chica, el
primer encuentro-es importante... aunque la primera impresión
pueda ser equivocada. A veces juzgamos demasiado rápido a una
persona o nos dejamos influir por opiniones ajenas. Así,
desperdiciamos la oportunidad de conocer mejor a alguien que podría
ser interesante.
No existen los guiones: lo mejor es actuar con naturalidad, como cada
uno es, sin que parezca que estamos deseando conocer a todo el que
pasa a nuestro lado.
Las primeras conversaciones son de contacto, acerca de temas
cercanos e intereses mutuos: ¿Qué estudia? ¿De dónde es? ¿De
qué conoce a los amigos comunes? ¿No me digas que has estado
en...? Así, poco a poco se irá animando a hablar de sí mismo... y
nosotros también. En poco tiempo habrá dejado de ser un extraño
para pasar a esa categoría amplia de conocidos: ya sabremos si
realmente es un chico o chica que merezca la pena conocer, si nos
sigue atrayendo su personalidad como al principio, y si ya se
vislumbra una verdadera amistad.
DICHOSAS PREGUNTAS
A veces, se puede estropear una incipiente relación por las dichosas
preguntas. Puede parecer que le interrogamos y además sobre temas
más íntimos: ¿tienes novia/novio?, ¿te gusta vivir con tus padres? La
vida privada de cada uno no es un tema para airear a las primeras
de cambio. El futuro amigo tendrá una buen impresión de nosotros si
comprueba que respetamos, exquisitamente, ciertos temas.
Sin coartar la naturalidad y la forma de ser de cada uno, una regla
práctica para que nuestras preguntas no sean inconvenientes es
3. procurar que sean siempre abiertas. Es decir, que las respuestas
puedan ser diversas y muy amplias.
Estas preguntas amplias suelen formularse con "¿Qué?" y "¿Cómo?".
No utilicemos demasiado el "¿Por qué?", ya que tienden a ser
preguntas intrusivas. Nuestro interlocutor ha de tener la posibilidad de
responder sin comprometerse, sin hablar demasiado de sí mismo si
no quiere. Además, es mucho más comunicativo poder responder
ampliamente y con libertad que reducir la conversación a
monosílabos: "sí, no, bien".
SABER ESCUCHAR
Un tanto por ciento elevado del éxito de los primeros encuentros (y
también en la relación con los amigos de siempre) reside en la virtud
de saber escuchar, no querer acaparar toda la conversación. No se
trata de simular o actuar, sino de crear un clima de confianza:
- Reafirmar las frases e ideas más importantes del interlocutor:
"Tienes mucha razón", por ejemplo. "Yo pienso igual".
- Estar atento a lo que nos dice, sin soñar de día; nuestros gestos no
verbales también tienen que denotar atención: la postura del cuerpo,
mirarle a él o ella en vez de al resto de cosas, gestos de afirmación,
evitar los bostezos...
- No interrumpir. Tener paciencia y darle tiempo para que el otro
pueda expresar por completo sus ideas y sus afirmaciones.
- En la primera conversación, es mejor no dar consejos o
sugerencias. Aún no nos conocemos lo bastante y significaría una
intromisión.
- Escuchar entre palabras: a veces, se descubre más de la
personalidad de un joven por lo que no dice que por las palabras.
- En una conversación, puede llegar a ser exasperante el cambiar
continuamente de tema. Da la sensación de no tener nada que decir.
SABER HABLAR
Saber hablar tiene también mucha importancia. En una conversación
emitimos unos mensajes que dicen mucho de nuestra personalidad y
de nuestro modo de enfocar los temas. Algo que aborta una relación
de amistad desde sus más tiernos principios es adoptar una postura
tajante: o blanco o negro: "Todos los que piensan "A" son estúpidos",
4. sin matices; o "jamás haré eso en toda mi vida". Así no se llega a
ninguna parte; hay que procurar coincidir en unos puntos comunes
en vez de discutir desde el principio.
Animaremos mucho la conversación si respondemos a lo que nos
dice con los gestos convenientes: poner cara de duda cuando nos
dice algo dudoso, poner cara de sorpresa cuando nos sorprende,
sonreír, comentar, animar... Si estamos prestando atención (como
debería ocurrir), estas reacciones serán naturales y animarán la
conversación. Saber hablar también consiste en adoptar una actitud
de interés, no sólo en emitir palabras.
PARA PENSAR...
Realmente, no existen reglas para tener amigos sino tan sólo
algunas técnicas para romper el hielo en las primeras
conversaciones y que el primer encuentro no quede abortado.
La juventud es una buena época para hacer muchos amigos.
En la madurez, después de varios años, comprobaremos la
riqueza de este tesoro.
El primer encuentro es importante pero no decisivo. Aunque
todos nos hacemos alguna primera idea general, quizá nos
sorprendamos más adelante de lo equivocados que estábamos.
Para lograr una conversación fluida hay que tender hacia los
temas comunes que interesan a los dos.
Para animar la conversación y no ser demasiado entrometidos
podemos utilizar preguntas abiertas que no exijan una única
respuesta.
Las posturas extremistas nunca ayudan a una relación de
amistad así que habrá que evitarlas.
La amistad supone el respeto por las ideas del otro. Además,
es bueno tener amigos con distintas ideas acerca de la vida
que, sin pretender influir en nosotros, nos enriquecen.
Para tener amigos no hace falta simular porque, entre otras
cosas, no podemos ocultar siempre nuestra personalidad.
Busca alguna actividad cultural, deportiva, benéfica, en la
Universidad, etc. a la que apuntarte para conocer gente nueva.
Cuanto mejor ambiente haya en esa actividad, mejor gente
5. conocerás. En estas actividades es más fácil romper el primer
hielo y el propio contenido de la actividad es un tema fácil de
conversación.