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Tótem y Tabú”; Freud (resumen)
“Tótem y Tabú”; Freud, Sigmund
* El horror al incesto Freud toma el ejemplo de los actuales salvajes de Australia. Ellos se rigen por
el totemismo: cada clan tiene su tótem, un antepasado benefactor y protector que une a los miembros
más que los mismos lazos de sangre. En cada tótem está siempre la norma de la exogamia, no
estando permitido el vínculo sexual entre miembros del mismo clan totémico. Totemismo y exogamia
aparecen muy unidos.
Si alguien viola la norma, toda la tribu lo castiga enérgicamente como si estuviese defendiéndose de
una seria amenaza, aunque la violación implique un amorío pasajero que engendra hijos. Si el tótem
se hereda de la madre, entonces los hijos no podrán tener comercio sexual ni con su madre ni sus
hermanas, ya que son del mismo tótem.
Todos los descendientes del mismo tótem son considerados parientes consanguíneos (de la misma
sangre), Aún cuando sean de distintas familias. Tienen horror al incesto. Así, la estirpe totémica
reemplaza a la familia realmente consanguínea, tanto que un hijo llama 'padre' no sólo a quien lo
engendró, sino a cualquier otro hombre que pudiera haberse casado con su madre.
* El tabú y la ambivalencia de las mociones de sentimiento
Tabú significa algo sagrado, pero sobretodo algo prohibido, y no por algún dios, sino que es la norma
misma quien prohíbe. Tabú significa también algo que protege, a jefes, niños, mujeres, entre otros.
Wundt habla del tabú de los animales (prohibición de matarlos y comerlos), y que es el núcleo del
totemismo. También pueden ser tabúes seres humanos (niños, mujeres, entre otros) y otros objetos
como plantas, casas, etc. Wundt cree que el tabú obedece al miedo a un poder demoníaco
supuestamente escondido en el tabú.
Con el tiempo el tabú pasó poco a poco a prohibir por sí solo, pasando lo demoníaco a un segundo
plano. El psicoanálisis nos muestra el tabú en los enfermos obsesivos, llenos de tabúes a los que
obedecen tanto como los salvajes. Hay concordancias entre las prohibiciones obsesivas neuróticas
y los tabúes, como por ejemplo que son igualmente inmotivadas y de enigmático origen, y además
impuestas desde dentro del sujeto. En suma, las concordancias son cuatro: carácter inmotivado,
convencimiento interno, desplazabilidad (contagio) y acciones ceremoniales.
Las prohibiciones tabúes son ambivalentes: en lo inconciente les gustaría violarlas, pero al mismo
tiempo temen hacerlo. Las más antiguas e importantes prohibiciones-tabú son las dos leyes
fundamentales del totemismo: no matar al animal totémico, y evitar el comercio sexual con los
miembros del sexo opuesto del mismo clan totémico. Consiguientemente, estas debieron ser las
apetencias más fuertes del hombre, ya que el fundamento del tabú es un obrar prohibido para el cual
hay una intensa inclinación inconciente.
El hombre que violó un tabú se vuelve él mismo tabú porque da el mal ejemplo a los demás, los
cuales deben entonces evitarlo. También se vuelve tabú el ser humano que tienta a violar lo
prohibido, como por ejemplo una mujer, o también el hombre que despierta envidia. Esta
transferibilidad del tabú refleja la inclinación de la pulsión inconciente, ya indicada para la neurosis,
a desplazarse siempre sobre nuevos objetos siguiendo diferentes caminos asociativos.
Hasta aquí resumimos: el tabú es una prohibición antiquísima impuesta desde afuera por alguna
autoridad, y dirigida hacia las más intensas apetencias del hombre. El placer de violar el tabú subsiste
en este inconcientemente, y quienes obedecen el tabú tienen una actitud ambivalente hacia aquello
sobre lo cual el tabú recae: objeto, persona, etc. ya que despierta tentación y también temor. La
violación del tabú se expía mediante una renuncia.
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* El retorno del totemismo en la infancia
El totemismo es tanto un sistema religioso como social. Religioso porque apunta al vínculo de
mutuo respeto y protección entre un hombre y su tótem, y social porque regula las relaciones entre
los hombres. Dos son las prohibiciones importantes en el totemismo: matar (o comer) al tótem, y
comerciar sexualmente con los mismos miembros del clan totémico.
Tres tipos de teorías intentaron explicar el origen del totemismo: las nominalistas, las sociológicas y
las psicológicas.
Según las teorías nominalistas, los antepasados dieron nombres de animales a sus jefes porque
tenían algunas cualidades de ellos. Con el tiempo, sus descendientes terminaron creyendo que su
antepasado, el tótem, fue un animal.
Según la teoría sociológica (Spencer y Guillen), el tótem representa a la sociedad en su conjunto,
corporiza a la comunidad que es el genuino objeto de veneración. La sociedad es venerable porque
permite unirse armónicamente a los hombres y cooperar entre sí para poder subsistir.
En cuanto a las teorías psicológicas, hay varias, como las de Wilken, Boas, Wundt y Frazer. Este
último, en un primer momento sostuvo como teoría que el tótem es sentido como un refugio seguro
del alma del primitivo para protegerla de los peligros. Después adhirió a la teoría sociológica antes
indicada, y por último, Frazer buscó identificar la fuente última del totemismo en la ignorancia de los
salvajes acerca del proceso de la reproducción sexual, especialmente respecto del papel del macho.
El totemismo resulta ser así una creación de la mujer, quien cree que algo (el tótem) la fecunda y le
da hijos. Freud critica esto, diciendo que los salvajes no son tan ignorantes como para creer en una
concepción sexual mágica.
Respecto de las relaciones entre totemismo y exogamia, hay quienes dicen que ambas instituciones
están juntas por azar y que en realidad son independientes, mientras otros sostienen que la
exogamia es una consecuencia lógica del totemismo. Freud no estará de acuerdo con ninguna de
las teorías expuestas para explicar el origen de la exogamia (es decir, el origen del horror al incesto).
Freud intentará una teoría de tipo histórico-conjetural, es decir que supondrá que hace mucho
tiempo se produjo un cierto acontecimiento primordial, a partir del cual puede luego deducirse el
horror al incesto.
Tal acontecimiento se relaciona con una hipótesis darwiniana según la cual los monos superiores
vivieron en hordas, dirigidos por un jefe que acaparaba las mujeres y que por celos impedía la
promiscuidad sexual dentro de su horda. De esta exigencia exogámica vino después el tótem
imponiendo su prohibición del incesto. Otra teoría sostiene lo contrario, al sostener que la exogamia
es consecuencia (y no origen) de las leyes totémicas. No parece cosa simple unificar ambas
concepciones.
Los niños se interesan más por los animales y se sienten más cerca de ellos que de los adultos, pero
sin embargo desarrollan zoofobias (terror a ciertos animales), y el análisis mostró que tales animales
representaban al padre, en tanto temido oponente de sus intereses sexuales, en tanto fuente de
amenazas de castración. Estos niños también se identifican con el animal temido, siendo ellos
mismos quienes son peligrosos. Encontramos aquí hasta ahora dos rasgos comunes entre estas
zoofobias infantiles y el totemismo: la plena identificación con el animal totémico, y la actitud
ambivalente de sentimientos hacia él (porque tanto el padre como el tótem son a la vez temidos y
amados). Freud aclara que estas zoofobias aparecen en los niños varones.
Los mismos miembros del tótem ven en éste a su antepasado y padre primordial. Este es el núcleo
de la explicación psicoanalítica del totemismo. En efecto, las dos prohibiciones del tótem (no matar
al animal totémico y no cometer incesto) son justamente los dos crímenes cometidos por Edipo (mató
a su padre y tomó por mujer a su madre). Si estos dos deseos no son adecuadamente reprimidos,
darán lugar a la neurosis. Se concluye hasta ahora: el sistema totemista resultó de las condiciones
del complejo de Edipo.
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W. Smith destaca como característica universal de toda cultura los sacrificios en el altar como medio
para reconciliarse con la divinidad o simpatizar con ella. El sacrificio de animales es el más antiguo,
donde estos eran el alimento tanto del dios como de sus adoradores, es decir que ambos eran
comensales del mismo banquete. Se trata de un lazo de unión que debe repetirse siempre para
hacerlo duradero: comer juntos une a la divinidad con sus adoradores, y a estos entre sí. Matar al
animal para el sacrificio sólo se permite cuando todos lo hacen para ofrendarlo, estando prohibida la
matanza individual. Vale decir, sólo era permitida cuando todos juntos asumían la responsabilidad.
El animal sacrificado era considerado de la misma sangre (y por tanto del mismo clan) que los
adoradores y el dios divinidad.
El lazo que los une no es entonces simplemente el banquete, sino el hecho que tanto los adoradores
como el dios comían el mismo animal, con lo cual la vida de este pasaba a morar en la sangre y la
carne de todos ellos. La religión totemista se funda así en la matanza y devoración periódica del
tótem. Consumada la muerte, el animal es llorado y lamentado compulsivamente por temor a una
represalia, pero inmediatamente después viene un festejo jubiloso donde se liberan todas las
pulsiones. El tótem, desde el psicoanálisis, es el padre, pues hacia él hay sentimientos ambivalentes:
se lo odia (por eso es matado) y se lo ama (por eso es llorado).
Uniendo esto con la hipótesis darwiniana de la horda primordial, cabe pensar que esta horda es el
origen de los sistemas totémicos. Ello se debe a un acontecimiento que conjeturalmente según Freud
tuvo que haber ocurrido: los hermanos se unieron para darse fuerza y poder matar al jefe de la horda,
severo y celoso. Luego comieron su cadáver para identificarse con él y que cada uno tuviese un
poco de la fuerza del padre. El banquete totémico recuerda periódicamente este acontecimiento.
Pero como los hermanos también amaban al padre vino luego el arrepentimiento, naciendo así el
sentimiento de culpa en la humanidad, volviéndose el muerto más fuerte de lo que había sido en
vida. Desde esta conciencia de culpa de los hijos varones nacieron las dos prohibiciones totémicas:
no matar al animal totémico, y no tener vínculos incestuosos con mujeres del mismo clan (ya que
era lo que el padre originalmente prohibía). Ambas cosas fundaron la etnicidad del hombre, y
mientras la primera solo tenía su razón de ser en un simple sentimiento, la segunda tuvo además un
valor práctico: la prohibición del incesto impedía que los hermanos se peleen entre sí por las mujeres
de su clan, lo cual implicaba el riesgo de que apareciera nuevamente un padre tirano y celoso entre
ellos. En suma: el psicoanálisis nos lleva sostener un nexo íntimo y un origen simultáneo entre
totemismo y exogamia.
Es esto también el origen de las religiones. La comunión cristiana es en el fondo una nueva
eliminación del padre, una repetición del crimen que debía expiarse. El complejo de Edipo está así
en el origen de todas las religiones e instituciones sociales, así como también en el origen de las
neurosis. Los procesos psíquicos en las masas son entonces asimilables a los procesos psíquicos
individuales. La conciencia de culpa generada por el parricidio primordial no se ha extinguido aún en
nosotros. La hallamos en los neuróticos, quienes actúan en función de una cierta realidad psíquica
(expiar una culpa) y no de una realidad objetiva. Para el neurótico, como para los primitivos, meros
deseos e impulsos tienen el valor de hechos. No obstante, hay diferencia entre unos y otros: el
neurótico sustituye las acciones por pensamientos, y el primitivo convierte los pensamientos en
acciones.
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