La turistificación es un proceso en el cual se constituye una centralidad urbana con la finalidad de establecer un espacio acorde a las condiciones que plantea el turismo. Este proceso se caracteriza por generar una doble realidad, si bien se mejoran las condiciones de un lugar, ello afecta a un sector social. El turismo conforma una frontera sociocultural por medio de su actividad, la cual requiere de
espacios de exclusividad, en consecuencia, se genera una higiene social de elementos no deseados. En la ciudad de La Paz, B.C.S., el espacio turístico conforma un territorio de exclusividad social en torno a sus zonas costeras, sitios históricos y culturales, donde se establece una oferta en hospedaje, gastronomía y entretenimiento. Este proceso de ajuste social opera a través de la intervención política del espacio urbano del malecón costero y centro histórico. Por tanto, esta investigación plantea como objetivo el mostrar cómo el espacio turístico configura discursos, fronteras y distancias sociales. Por medio de la metodología de Henri Lefebvre se muestra cómo en el espacio de la ciudad opera una representación política a través del modelo turístico, donde la centralidad turística crea una imagen estética presente en sitios públicos. Por su parte, el análisis del discurso establece cómo la construcción de esta imagen estética conforma un discurso urbano que tergiversa el sentido de lo real para establecer una doble realidad, la ciudad turística donde se generan oportunidades de negocio, la creación de empleos y empresas de carácter local, y la acción de
higiene social, que expulsa del espacio público a elementos no deseados como: vendedores ambulantes, jóvenes de mal aspecto, indigentes, comercios irregulares y de todo actor irregular ante la imagen turística de la ciudad. Esta acción genera un conflicto social y un discurso de protesta de carácter político que, establece una dimensión vivida del espacio por medio de la voz de sus actores. La construcción de este, otro, discurso muestra cómo se clama por un derecho a la ciudad ante la creación política de un nuevo espacio y estilo de vida a través del turismo y sus acciones de limpieza urbana.
La construcción del discurso político en torno al espacio turístico de La Paz, Baja California Sur.
1. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA SUR
ÁREA DE CONOCIMIENTO DE CIENCIAS SOCIALES Y
HUMANIDADES
DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE ECONOMÍA
TESIS
LA CONSTRUCCIÓN DEL DISCURSO POLÍTICO EN TORNO AL ESPACIO
TURÍSTICO DE LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR
QUE COMO REQUISITO PARA OBTENER EL GRADO DE
DOCTOR EN CIENCIAS SOCIALES
PRESENTA
TONATIUH MORGAN HERNÁNDEZ
DIRECTORA
DRA. ROSSANA ALMADA ALATORRE
LA PAZ, B.C.S., FEBRERO DE 2021
2.
3. UNIVERSIDAD AUTÓNOMA DE BAJA CALIFORNIA SUR
ÁREA DE CONOCIMIENTO DE CIENCIAS SOCIALES Y
HUMANIDADES
DEPARTAMENTO ACADÉMICO DE ECONOMÍA
TESIS
LA CONSTRUCCIÓN DEL DISCURSO POLÍTICO EN TORNO AL ESPACIO
TURÍSTICO DE LA PAZ, BAJA CALIFORNIA SUR
QUE COMO REQUISITO PARA OBTENER EL GRADO DE
DOCTOR EN CIENCIAS SOCIALES
PRESENTA
TONATIUH MORGAN HERNÁNDEZ
DIRECTORA
DRA. ROSSANA ALMADA ALATORRE
LA PAZ, B.C.S., FEBRERO DE 2021
4.
5.
6. Agradecimientos:
Al Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología, CONACYT, por hacer posible este
proyecto.
A los profesores del posgrado en Desarrollo Sustentable y Globalización,
DESYGLO, de la Universidad Autónoma de Baja California Sur.
7. Índice
Introducción ………………………………………………………………………. 1
Capítulo 1, Marco teórico-metodológico .....………………………………. 14
1.1- El discurso político …………………………………………..………….. 14
1.2- El proceso de turistificación .……………………………………………. 28
1.3- Análisis espacial ………………………………………….………………… 37
1.3.1- La ciudad como un discurso urbano ……………………………..……. 42
1.3.2- Análisis del espacio turístico de La Paz, B.C.S. ……........................... 44
1.3.3- La entrevista ……………………………………………………………… 48
1.3.4- Identificación de actores .……………………………………………..... 50
Capítulo 2, Historia urbana de La Paz, B.C.S. ……………………………. 53
2.1- Antecedentes históricos de La Paz, B.C.S. …………………………….. 53
2.2- Época dorada del comercio ...…………………………………………….. 67
2.3- Ambientalistas ante desarrollos turísticos ……………………………… 72
2.4- Nueva época turística de La Paz, B.C.S. ………………………….…... 78
Capítulo 3, Nueva imagen de La Paz, B.C.S. .……………………………. 85
3.1- Proyección estratégica (lo concebido) …..……………………………… 85
3.1.1- La Paz como signo de consumo ……………………………………... 96
3.1.2- La narrativa turística de La Paz, B.C.S. …………………………….. 106
3.2- En busca de fronteras (lo percibido) …………………………………… 116
3.2.1- Viviendo la experiencia turística de La Paz, B.C.S. ……………….. 127
3.2.2- La fragmentación social ………………………………………………. 135
8. Capítulo 4, Fractura social de La Paz, B.C.S. …………………………… 154
4.1- La postura subjetiva del espacio (lo vivido) …………………………… 154
4.2- El conflicto social ………………………………………………………… 158
4.3- Conflictos sociales del malecón de La Paz, B.C.S. ………………….. 164
4.3.1- Terrazas ……………………………………………………………….… 164
4.3.2- Escuela 18 de marzo …………………………………………………. 176
4.3.3- Prestadores de servicios turísticos ..……………………………...… 187
4.3.4- Vendedores ambulantes ……………………………………………… 195
Conclusiones ………………………………………………………………….. 206
Bibliografía …………………………………………………………………….. 231
9. Resumen
La turistificación es un proceso en el cual se constituye una centralidad urbana con
la finalidad de establecer un espacio acorde a las condiciones que plantea el
turismo. Este proceso se caracteriza por generar una doble realidad, si bien se
mejoran las condiciones de un lugar, ello afecta a un sector social. El turismo
conforma una frontera sociocultural por medio de su actividad, la cual requiere de
espacios de exclusividad, en consecuencia, se genera una higiene social de
elementos no deseados.
En la ciudad de La Paz, B.C.S., el espacio turístico conforma un territorio de
exclusividad social en torno a sus zonas costeras, sitios históricos y culturales,
donde se establece una oferta en hospedaje, gastronomía y entretenimiento. Este
proceso de ajuste social opera a través de la intervención política del espacio urbano
del malecón costero y centro histórico. Por tanto, esta investigación plantea como
objetivo el mostrar cómo el espacio turístico configura discursos, fronteras y
distancias sociales.
Por medio de la metodología de Henri Lefebvre se muestra cómo en el
espacio de la ciudad opera una representación política a través del modelo turístico,
donde la centralidad turística crea una imagen estética presente en sitios públicos.
Por su parte, el análisis del discurso establece cómo la construcción de esta imagen
estética conforma un discurso urbano que tergiversa el sentido de lo real para
establecer una doble realidad, la ciudad turística donde se generan oportunidades
de negocio, la creación de empleos y empresas de carácter local, y la acción de
higiene social, que expulsa del espacio público a elementos no deseados como:
vendedores ambulantes, jóvenes de mal aspecto, indigentes, comercios irregulares,
y de todo actor irregular ante la imagen turística de la ciudad.
Esta acción genera un conflicto social y un discurso de protesta de carácter
político que, establece una dimensión vivida del espacio por medio de la voz de sus
actores. La construcción de este, otro, discurso muestra cómo se clama por un
derecho a la ciudad ante la creación política de un nuevo espacio y estilo de vida a
través del turismo y sus acciones de limpieza urbana.
10. 1
Introducción
El turismo como modelo de desarrollo implica una relación social, económica,
cultural y urbana de difícil lectura, Sin embargo, su organización territorial genera
una visión política por medio del discurso del crecimiento y progreso social. De ahí
que, el discurso es una vía donde por medio del accionar político muestra cómo la
autoridad construye un sistema retórico, donde resalta la importancia en la creación
de empleos, atracción de inversiones y transformación del espacio público con la
finalidad de dar vida a una economía turística. Además, el discurso y las acciones
políticas muestran cómo la autoridad junto a agentes privados intervienen en la
ciudad por medio de la inversión en infraestructura pública, como la creación de
espacios exclusividad.
Por tanto, el discurso político es una parte fundamental para la integración
del modelo de desarrollo turístico que, a través de las acciones de políticas públicas
plantean un modelo de espacio turístico propuesto por medio de organismos
internacionales como la Organización Mundial de Turismo (UNWTO), el Banco
Interamericano de Desarrollo (BID), el Fondo Monetario Internacional (FMI), etc.
Organismos internacionales que enfatizan en una necesidad de gestión pública, en
busca de establecer prioridades inmediatas de desarrollo y crecimiento para la
población local, y así contextualizar políticas turísticas internacionales al contexto
local. Para concretar los objetivos de este discurso político de influencia global, se
deben tomar en cuenta las necesidades de los visitantes como: sus características,
modelo de negocios, uso de nuevas tecnologías, delimitar los espacios urbanos
fundamentales para generar una innovación y competitividad en materia turística,
etc. Estos son sólo algunos de los indicadores necesarios para diseñar una política
turística basada en un modelo de innovación empresarial, donde se ve al turismo
como una necesidad política que la autoridad local debe adoptar para establecer un
nuevo escenario social integrado a los beneficios del contexto global.
Para concretar este nuevo escenario, la generación de acciones como la
promoción de la cultura, historia e identidad, garantiza la integración de productores
y empresarios locales a la economía turística. Asimismo, el turismo promueve
11. 2
acciones en sustentabilidad al cuidar de la flora y fauna marítimo-terrestre de zonas
naturales, como las playas y áreas de recreación turística. Además, distintivos
internacionales, como la certificación de calidad en playas, restaurantes, hoteles,
transporte, y la propia ciudad, como segura para el turismo, añaden un valor
sustentable. Sobre todo, porque la certificación de espacios incentiva al turismo a
visitar la ciudad, y la integra crecimiento económico. Aunado a estas acciones en
sustentabilidad, también debe adecuarse el marco jurídico en torno al uso de suelo,
puesto que el desarrollo turístico debe ser una prioridad para generar una
transformación integral. Por tanto se requiere de un marco legal que propicie las
inversiones y le dé certeza al empresario.
Esta nueva práctica política en materia turística siempre debe ser en base a
una visión de sustentabilidad tal y como lo recomiendan los organismos
internacionales. Esta es una visión pragmática que busca propiciar una
competitividad e innovación empresarial por medio de acciones políticas, porque se
crean beneficios sociales al establecer nuevas oportunidades laborales por medio
de los empleos que ofertan las empresas vinculadas a la economía turística, como
restaurantes, hoteles, centros de entretenimiento, transporte, etc. Sumado a estas
acciones sustentables, el planteamiento de un contexto de alta competitividad es
una acción política necesaria para el desarrollo liderazgos, y así, promover al
destino turístico dentro del mercado global como un producto único e innovador en
materia sustentable, en captación de inversiones, en conservación ecológica y alta
creación de empleos. Por ello, las acciones políticas deben dar prioridad a la
inversión y financiamiento de empresas turísticas, y así generar una conectividad
con otras regiones del mundo, integrando con ello un flujo turístico. Al crear y
promover la imagen de un destino turístico sustentable por medio de acciones
políticas, se crea también, un producto innovador dentro del mercado global.
Por tanto, el turismo es un modelo de desarrollo socio-económico que genera
un discurso político que simboliza una relación cultural entre distintas regiones,
puesto que el desarrollo capitalista es un modelo económico que impone una visión
de mundo donde agentes externos incursionan en la dimensión territorial,
12. 3
imponiendo una postura de hegemonía social al establecer una nueva
representación del territorio con fines de apropiación y explotación comercial por
medio de espacios de exclusividad. Hecho que genera contrastes socio-culturales,
y en consecuencia, nuevas prácticas y formas de interacción social entre las
personas. Se crea, entonces, un nuevo paisaje urbano a través de la reconfiguración
turística, esto gracias a la acción de las políticas públicas en materia turística que
detonan la renovación del espacio público con un efecto transformador en el flujo
urbano dentro de la ciudad.
Esta reconfiguración del espacio reorganiza al territorio y sus habitantes a
través de una matriz socio-territorial, el imaginario turístico. El imaginario hace
visible a los actores sociales implícitos en este proceso de recomposición urbana, y
sobre todo, muestra las acciones de las políticas públicas que intervienen en la
ciudad y su orientación a favor del desarrollo turístico. Una representación de la
ciudad que se establece por medio del accionar político, cuyo discurso es sólo la
construcción de una narrativa que expone una forma de concebir al espacio por
medio de una ideología, pues, se muestra el cómo piensan y representan a la ciudad
y sus ciudadanos, ordenando a personas y espacios en torno a la actividad turística.
El imaginario turístico expone cómo se construye una imagen urbana en torno al
nuevo reto que enfrentan las ciudades dentro de la red global de la economía
internacional, donde por medio de acciones políticas se genera un producto de
consumo turístico que compite ante otros productos similares por atraer al turistas
e inversiones.
Esto conlleva a ver la transformación del espacio como un proceso de
turistificación, donde el capitalismo global fija una estructura social, y con ello, una
relación económica que hace uso de recursos paisajísticos, naturales, culturales e
históricos en busca de un progreso social. Para ello, se genera toda una
infraestructura enfocada exclusivamente en el turismo, situación, que además,
muestra la injerencia del discurso político del desarrollo y la influencia de narrativas
políticas globales de organismos internacionales en torno al territorio. Estas meta-
narrativas de organismos como el Banco Mundial (BM), el Fondo Monetario
13. 4
Internacional (FMI), el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), la Organización
Mundial de Turismo (UNWTO), etc. Siempre se plantean como algo positivo donde
no se plantean escenarios negativos como las posibles afectaciones en la población
local como: el desplazamiento territorial de la población que habita en las zonas
costeras, el encarecimiento de la vida, la exclusión social de ciertos actores de
espacios públicos, ahora espacios exclusivos para el turismo, la alta competitividad
que desplaza al comerciante local, el aumento de precio del suelo urbano, la
higienización de espacios que eliminan elementos nocivos para darle seguridad al
turismo, etc.
En esta nueva ordenación territorial por medio del espacio turístico, se
muestra a quién se obedece, qué función cumple, quién lo proyecta y promueve,
qué precio tiene, qué tipo de vivienda se edifica y qué nueva denominación tendrá.
La ciudad que se orienta al turismo debe ajustarse a los requerimientos que plantea
el capital global, que busca invertir en la ciudad. En este proceso interno que vive la
ciudad turística, la traza urbana original se ve sujeta a una transformación que
termina por modificar las prácticas, usos, costumbres y tradiciones de los habitantes
locales, se transforman al igual que se modifica el paisaje urbano, y sobre todo,
porque el espacio turístico se caracteriza por crear una nueva estética a través de
la renovación y función de sus espacios públicos, pues adquieren una imagen
folclórica integrada a las necesidades turísticas.
Situación que, en la mayoría de los casos, termina por generar conflictos
sociales, porque el turismo genera una geografía de la desigualdad edificando
fronteras físicas y simbólicas por medio de sus espacios de uso exclusivo. Estos
escenarios de distancia social son producto de las acciones políticas en materia
turística, porque el desarrollo turístico genera una doble realidad, una positiva y otra
negativa. Crea un crecimiento económico, pero a su vez, establece una desigualdad
caracterizada por la desposesión territorial de espacios antes comunes a todos,
ahora de uso exclusivo para la actividad turística.
Así, esta investigación, “la construcción del discurso político en torno al
proceso de tursitificación de La Paz, Baja California Sur”, nace a partir de los nuevos
14. 5
cambios que acontecen dentro del contexto urbano de la ciudad, donde los espacios
públicos son objeto de una renovación, cuyo perfil estético se orienta hacia la
conformación del espacio turístico, aprovechando sitios de carácter histórico y
cultural para integrar una oferta turística, situación que orienta e inserta a la ciudad
dentro de los parámetros del discurso global de la Organización Mundial del Turismo
(UNWTO), conectando así, a La Paz, B.C.S., dentro del circuito del mercado
turístico internacional y la economía global.
Esta nueva fase urbana de la ciudad, sobre todo, obedece al crecimiento
ascendente del sector turístico que va acompañado de una oferta y la innovación
que detona una competitividad y liderazgo empresarial. Ello, repercute en la ciudad
porque establece una nueva directriz político-administrativa donde se agrupa a toda
la población dentro del contexto creado por el turismo, lo cual se traduce como un
crecimiento económico debido a que sectores como la construcción, hospedaje,
gastronomía y entretenimiento, generan múltiples empleos. Además, este contexto
socio-económico integra eficientemente elementos, medio-ambientales,
económicos, culturales, urbanos, históricos y sociales. Generando, con ello, una
transformación del paisaje urbano, donde la ciudad muestra una nueva imagen.
Sobre todo, debo resaltar, que el desarrollo sustentable del turismo requiere
la integración de actores clave y un liderazgo político para ejecutar de forma
eficiente una acción política. Este es un objetivo permanente del Gobierno de
México a través de la ejecución de políticas turísticas en busca de generar un
impacto social, pues se busca transformar al territorio, reorganizarlo para hacer uso
eficiente del espacio. La concreción de inversiones en el ámbito turístico representa
una maximización del capital debido a la llegada de inversiones millonarias y la
creación de empleos e impuestos, situación que beneficia al país, pues genera una
distribución equitativa del ingreso económico que capta el gobierno.
Estas acciones estratégicas de innovación empresarial, en efecto, generan
un desarrollo social, crecimiento económico, y sobre todo, reorganizan al territorio
de la ciudad al hacer un uso efectivo de espacios de carácter público, ahora con
una orientación turística. Situación que se traduce como un bienestar social al contar
15. 6
con más fuentes de trabajo y nuevos espacios públicos de convivio social, sobre
todo porque cuentan con una visión inclusión social, como lo es la integración de
ciclovías, espacios para personas con capacidades diferentes e invidentes visuales.
Sin embargo, este planteamiento de desarrollo social benéfico en torno a la
actividad turística en la ciudad me lleva a ver desde “otra mirada” una realidad que
no figura dentro de los datos optimistas promovidos por las acciones políticas. Esta
“otra mirada” pone al descubierto a los actores que son parte de la vida cotidiana de
los espacios renovados y son afectados por el avance del espacio turístico dentro
del espacio público. El turista requiere de un circuito urbano integrado por,
monumentos, zonas costeras, parques, avenidas, edificios históricos y culturales
que, sea seguro. Esto genera una higiene social y pone al descubierto una expulsión
social de elementos nocivos como: vendedores ambulantes, indigentes,
comerciantes callejeros, jóvenes de mal aspecto, etc., porque afectan la imagen
turística de la ciudad. Este espacio turístico tienen la característica de estar ubicado
en el primer cuadro de la ciudad, en la zona costera aledaña al malecón, la avenida
Álvaro Obregón y centro histórico, pero poco a poco avanza por la ciudad y se
extiende hacia los mercados públicos, Bravo y Madero, y por toda la zona costera,
desde el Puerto de Pichilingue donde se amplía la carretera de dos a cuatro carriles,
hasta la zona del barrio del Manglito, donde se renueva e interviene la zona con la
finalidad de dar un nuevo aspecto turístico a la ciudad. Esto genera un conflicto
social ante la nueva representación urbana y política de la ciudad turística, ello
muestra cómo la autoridad a través de sus acciones políticas de intervención urbana
genera una eventual expulsión territorial del habitante local.
La hipótesis que planteo se establece desde el punto de vista en el cual se
ve a la creación del espacio turístico como una conformación territorial que deriva
en una confrontación social por medio de la intervención urbana de sitios públicos,
históricos y culturales para el establecimiento de la actividad turística. Esta situación
muestra, cómo se reconfigura el flujo urbano en torno al espacio turístico, lo cual
genera discursos que expresan posturas sociales encontradas ante la nueva
función que adquiere el espacio público. Lo cual muestra un proceso social y
16. 7
contexto de la vida cotidiana, en el cual se insertan distintos actores sociales como:
políticos, académicos, turistas, comerciantes y habitantes locales, quienes a través
de sus diversos diálogos, relatos y narrativas muestran sus puntos de vista en torno
al espacio turístico y la situación que genera, pues genera nuevos usos y prácticas
sociales.
Por ello, el objetivo de esta investigación, “La construcción del discurso
político en torno al proceso de la turistificación de La Paz, Baja California Sur”, es
mostrar cómo se generan los discursos, fronteras y distancias sociales en torno al
espacio turístico, y los conflictos que derivan de ello, por medio de la voz de los
actores sociales implícitos en este proceso. Siendo el espacio turístico constituido
por medio de las acciones políticas, el centro histórico y zona costera del malecón
de la ciudad, el escenario donde ubico la edificación de fronteras físicas y simbólicas
entre personas a través de sus formas de interacción y práctica. Esto deja al
descubierto “la otra mirada” donde el habitante afectado integra una dimensión
vivida del espacio confrontada ante la representación política de la ciudad.
El capítulo I, Marco teórico-metodológico, resalta la importancia que
guarda en sí el discurso, cómo a partir de la propia autorreflexión del hombre se
genera un diálogo que expresa posturas subjetivas, una práctica social que está
presente en todos los espacios de convivio, donde las personas intercambian y
generan un proceso dialógico que integra una dinámica comunicativa. Este hecho,
a su vez, conforma una continua retroalimentación dentro de contextos donde se
integran marcos de expresión humana, lo cual constantemente está constituyendo
nuevas formas de pensar, ver y percibir la realidad que acontece dentro de los
contextos de la vida cotidiana.
De hecho, a través del discurso se puede ubicar al actor social que enuncia
una postura netamente subjetiva ante otros, lo cual genera posturas de tipo
antagónico, y con ello, se origina al discurso de tipo político, que en cierto modo
guarda una posición etnocéntrica porque refiere a un grupo social en específico que
guarda una postura ante otros. Así, a través del antagonismo entre posturas de tipo
17. 8
subjetivo se conforma al discurso político, y es mediante este diálogo encontrado
que se muestra al cómo opera una estructura sobre la dimensión social a través de
formas económicas ligadas al desarrollo capitalista, donde el discurso político es
parte importante de este proceso porque muestra la capacidad de agencia, la toma
de decisiones, de ciertos actores, como los políticos o líderes sociales. A su vez, el
discurso muestra cómo opera a través el elemento ideológico que está presente en
todo tipo de representación, ya sea a través de una narrativa asociada a un hecho
político o una edificación urbana que remite a el poder político que gobierna a la
ciudad como lo son monumentos o dependencias de gobierno, debido a que la
representación, las prácticas y el discurso conforman un sistema que expresa el
pensamiento ideológico que las norma.
Es precisamente a través del plano que establece la ideología donde se finca
el verdadero pensamiento político, estableciendo una dimensión simbólica a través
del discurso que aglutina a toda una comunidad, sin embargo, a través de la postura
antagónica, es posible establecer un nuevo significado a esta estructura ideológica
que representa al pensamiento capitalista. Es decir, se puede añadir un nuevo
significante que rompa con la rigidez de la estructura cerrada y establecer un nuevo
ciclo de debate político, y así sucesivamente, estableciendo una circularidad
dialógica donde personas debaten en torno a necesidades, deseos, saberes y
poderes, lo cual muestra cómo opera la complejidad social, donde los contextos
sociales continuamente están reconfigurándose, están en continuo movimiento.
Este debate entre configura diversas posturas antagónicas que a través del discurso
político establecen un vínculo comunicativo antagonista ante la representación
política de la ciudad, la cual está plasmada a través de su arquitectura, diseño de
calles, parques, plazas y paseos. Este discurso se encuentra disperso en todo el
espacio público, en cada persona, en sus diálogos cotidianos donde expresa una
dimensión vivida y postura subjetiva en torno a las acciones de la autoridad y su
representación política de la ciudad.
18. 9
La representación política de la ciudad es advertible a través de los procesos
de desarrollo y la infraestructura urbana que busca darle una forma al incontrolable
espíritu que norma al flujo urbano. Así se delimita un diálogo antagónico entre la
“polis” y la “urbs”, entre la versión formal e informal de la ciudad. Por medio de esta
delimitación de discursos en torno a la ciudad, puede advertirse que el espacio
turístico conforma una representación política en la ciudad, un proceso que sujeta
a todos los ciudadanos en torno a un tipo de desarrollo, el turístico. Si bien, el
espacio turístico genera toda una economía en torno al flujo de turistas, esto
genera, también, un eventual desplazamiento de ciertos actores del contexto de la
vida cotidiana, sobre todo porque la autoridad se empeña en crear una imagen y
espacio acondicionado sólo para el turismo, lo cual crea una zona de exclusividad
y ello genera, consecuentemente una limpieza social con la finalidad de brindar un
lugar seguro al turismo.
Es a través del análisis del espacio propuesto por Henri Lefevbre y el análisis
del discurso que se interpreta la representación política de la ciudad como la
construcción de un discurso urbano que genera diálogos, relatos y narrativas en la
ciudad, ello muestra una dimensión vivida del espacio y la confrontación entre la
polis y la urbs, donde el conflicto social en torno al espacio turístico muestra al
proceso de desposesión territorial y expulsión social que acontece en la ciudad.
Sobre todo, porque el espacio turístico precisa hacer uso de recursos paisajísticos,
culturales, históricos y urbanos para el uso turístico, hecho que establece un nuevo
tipo de representación de ciudad, los espacios de uso exclusivo, una nueva práctica.
Por ello, la importancia del discurso como una práctica presente en todo el espacio
público, porque genera diversos tipos de representación, donde los actores
construyen posturas que difieren con respecto al espacio público. Están de acuerdo
ante la renovación del espacio o en desacuerdo porque se ven afectados por esta
nueva realidad social que se les plantea, debido a que no se les consideró al
momento de diseñar esta nueva versión de la ciudad enfocada sólo en el turismo.
Una tarea donde esta investigación busca hacer énfasis en los actores sociales que
19. 10
forman parte de la versión informal de la ciudad, construyendo una matriz diferente
a la del imaginario turístico constituido por las acciones políticas.
El capítulo II, Historia urbana de La Paz, B.C.S., muestra cómo se genera
el proceso urbano que da origen a la ciudad de La Paz, Baja California Sur, tomando
en consideración que lo urbano no son las edificaciones materiales presentes en la
ciudad, sino que es el flujo que establecen las personas a través de sus diversas
prácticas, establecen diversos tipos de economía en torno a productos que derivan
en la creación de una sociedad. Así, La Paz nace derivado del flujo de mercancías
que llegaban a la industria minera establecida en la región de El Triunfo y San
Antonio.
Pasó de ser sólo un puerto que recibía las mercancías a un pequeño poblado
donde se comerciaba con productos provenientes del exterior, vía marítima, y, vía
terrestre, de las distintas rancherías establecidas en la zona sur de la península. Un
flujo comercial que derivó en un crecimiento poblacional, y con ello, la instauración
de casas comerciales y pequeñas fábricas que proveían de insumos como: zapatos,
carruajes, jabones, fósforos, y diversos artículos de importación, a la región minera
de ese entonces. La Paz pasa de ser un pequeño poblado a un núcleo poblacional
importante donde la actividad comercial genera una economía que atrae a personas
de otras regiones, sobre todo, este auge comercial adquiere relevancia a través de
la industria de las perlas, que se comercian al exterior.
Esta actividad comercial decae durante el periodo de la Revolución Mexicana
y la región de Baja California Sur vive un aislamiento territorial que dura varias
décadas. Es hasta el año de 1974, que se inaugura la ruta del transbordador que
conecta con el Estado de Sinaloa. A esta ruta se le agrega la conclusión de la
carretera transpenínsular y la construcción del aeropuerto internacional. La ciudad
vive un nuevo auge económico, sobre todo, por los beneficios que brinda la ley de
zona de libre comercio en la entidad, lo cual atrae a personas de otras regiones del
país que viene a comprar productos de importación. En la ciudad hay diversos tipos
20. 11
de comercios como, electrónica, perfumería, ropa, calzado y artículos para el hogar,
esta área comercial se ubica en el centro de la ciudad, donde también se
acondicionan hoteles y pequeños hostales para alojar a los denominados
“fayuqueros” provenientes del interior de la República. Hecho que detona el
crecimiento de la ciudad al doble, aumenta su población y nacen nuevas colonias
hacia el sur.
Sin embargo, todo este auge decae con la entrada de México en el Tratado
de Libre Comercio (GATT) en 1982 y la mayoría de los comercios ubicados en el
centro de la ciudad cierran, la ciudad vive una crisis económica y social de carácter
interno, lo cual orilla a la autoridad política a decretar a la ciudad como una ciudad
orientada en el turismo, la nueva opción viable. Para ello, se le brindan las
facilidades a la inversión y desarrollo de infraestructura turística, se modifica el Plan
de Desarrollo Urbano (PDU) con la finalidad de adecuar el suelo urbano a la
inversión comercial y turística. La ciudad vive un nuevo renacer a través de las
inversiones millonarias que se anuncian en materia turística, se pretende edificar un
desarrollo en la zona de Balandra, sin embargo, la sociedad se organiza y se
protege a esta reserva natural, lo cual pone a la autoridad política ante una
disyuntiva porque se requiere de este tipo de inversiones para la creación de
empleos. La misma situación ocurre con los desarrollo de Paraíso del Mar y Tres
Mares ubicados en el Mogote que forma parte de la ensenada de La Paz, la
sociedad rechaza este tipo de desarrollo, y sobre todo, muestra cómo operan los
movimientos sociales, donde se organiza a la urbs, este diálogo que está presente
en todas las personas y se conforma un frente cívico que enfrenta a la sociedad y
su idea política de ciudad.
Capítulo III, Nueva imagen de La Paz, B.C.S., establece cómo se genera la
representación del espacio turístico a través del imaginario social, la matriz que
aglutina al pensamiento político del discurso y su representación urbana en el área
del malecón costero y centro histórico. Un área urbana donde se advierte un tipo
específico de territorialidad, lo cual simboliza y muestra cómo opera el espacio
turístico. Lugar donde es posible advertir diversos tipos de prácticas y
21. 12
representaciones asociadas al turismo, como las características del espacio,
esculturas, monumentos, arquitectura, las prácticas en torno al comercio,
prestadores de servicios turísticos y transportistas.
Además, en este sitio se ubica la escenografía turística confeccionada a
modo para el turista, donde puede fotografiarse con las letras expresan el nombre
de la ciudad, y con ello narrar su experiencia turística, así, el turista da cuenta de su
experiencia exótica ante su círculo social. Igualmente, este tipo de escenarios
modifican la percepción del lugar, pues son un tipo de infraestructura nueva que
siempre aglutina a un número importante de personas que buscan fotografiarse al
lado de las letras con el nombre de la ciudad, lo cual pone de manifiesto que hasta
el propio habitante local puede tornarse, también, en un turista en su propia ciudad.
En este lugar, malecón y centro histórico, se invirtió una suma millonaria en
reconstruir aceras peatonales, plazas y parques que están ubicadas a lo largo del
paseo costero, con la finalidad de confeccionar un escenario turístico, el producto
que vende a la ciudad. Asimismo, como parte de este escenario, en el centro
histórico se construyó un museo del arte aledaño a la antigua casa de gobierno, y
se renovó el jardín Velasco, un área que cuenta con edificios de carácter histórico
como lo son los portales, la Catedral de ciudad de La Paz y el antiguo palacio de
gobierno.
Sumado a ello, para atraer al turismo y la inversión hacia la ciudad se generan
diversos tipos de eventos, como: gastronómicos, deportivos, musicales, culturales
que se difunden ampliamente a nivel nacional e internacional, lo cual torna al
malecón costero, centro histórico y sus playas aledañas a la ciudad, en parte del
escenario que vende a la ciudad al turismo. También se habilitaron espacios
culturales como el Museo de Historia y Antropología y el Centro Cultural La Paz.
Otros escenarios turísticos que promueven a la ciudad son las playas de Balandra,
el Tecolote, el Coromuel, etc. A través de estos espacios se pretende construir un
circuito por donde el turista transite y conozca el producto turístico que le provee
una experiencia diferente.
22. 13
Capítulo IV, Fractura social de La Paz, B.C.S., Este capítulo muestra la
dimensión vivida, la cual es contraria a la representación política y es afectada por
el desarrollo turístico. Esta dimensión muestra un lado humano y una territorialidad
que forma parte del espacio del malecón. De ahí que, el proceso de turistificación y
su nueva territorialidad entran en conflicto con esta “otra” territorialidad, sobre todo,
porque la proyección de los estándares estéticos del producto turístico no incluye a
estos actores dentro de la representación de su imagen espacial. Esta acción
genera un conflicto social en torno a estos actores, quienes son objeto de una
eventual expulsión del espacio público, debido a que la nueva imagen de la ciudad
requiere proyectar un lugar higiénico, libre de elementos sociales no deseados en
el lugar. El análisis del discurso muestra cómo esta representación distinta del
espacio público evidencia una seria problemática territorial en torno a estos actores,
pues ellos también forman parte de la vida cotidiana del área del malecón y tienen,
por tanto, derecho al libre tránsito y uso del espacio.
Al establecerse un espacio exclusivo para el turismo por medio de las
acciones políticas, también se genera una problemática social, debido a que la
representación de la imagen visual del malecón costero y centro histórico está
generando una higiene social. Se está expulsando al ciudadano de su ciudad y se
está eliminando el desarrollo de su vida cotidianidad. Estos actores son: vendedores
ambulantes, prestadores de servicios turísticos, el peatón que debe ocupar otra
acera por la extensión de comercios en la vía pública por medio de terrazas y los
estudiantes y padres de familia afectados por la destrucción de su escuela, la 18 de
marzo. Por medio del análisis del discurso, estos casos muestran la otra realidad
generada por el proceso de turistificación del malecón y centro histórico de La Paz,
B.C.S.
23. 14
Capítulo 1, Marco teórico-metodológico
1.1- El discurso político
El discurso conforma una práctica social, la cual es empleada por las personas en
el contexto de su vida cotidiana con la finalidad de ejercer una acción sobre el
espacio inmediato en el que interactúan junto a otros, al enunciar o expresar
posturas personales con respecto a temáticas que les conciernen y les afectan,
como lo son las problemáticas que afectan a una comunidad, grupo o la sociedad
en general. Para Anthony Giddens (2011) el discurso es una conciencia práctica
que reflexiona sobre sí misma, sobre cuál es su papel en el mundo y qué acciones
realiza. Considera al discurso como un agente social determinado por
circunstancias específicas porque aglutina a las personas dentro de un tiempo y un
espacio, y con ello, logra establecer un significado con respecto a un lugar que
deriva en un sentido sociocultural. Esta conciencia discursiva expresa el actuar de
los elementos sociales, construye posiciones sociales con respecto a otros, sobre
todo, porque el discurso es un fenómeno comunicativo de índole social, establece
un puente comunicativo entre varias personas que expresan su condición social y
la realidad de su día a día. Un hecho que deriva en la delimitación de posturas
subjetivas con respecto a situaciones de índole social, cultural, urbana, política,
económica e histórica. A través de la reflexividad del actor social se explica las
formas del cómo se relaciona con el entorno. Se considera, por tanto a la
reflexividad, como el punto de partida para la construcción de todo tipo de discursos,
el medio comunicativo donde se simbolizan las formas del vivir y del relacionarse
socialmente, ya sea con una persona, grupo, comunidad o la sociedad en general.
La propiedad de la reflexividad tiene que ver al mismo tiempo con la descripción
de una situación y con su construcción, en el sentido de que describirla es
construirla. Asimismo, la reflexividad se relaciona, simultáneamente, con el
entendimiento de aquello que está aconteciendo y con la explicación de dicho
entendimiento. (Iñíguez, 2006, pág. 47)
24. 15
Por medio del discurso (Salgado, 2019) personas y grupos sociales interactúan,
construyen y perciben la realidad y sus experiencias en torno a otros y lo que son
las relaciones de poder, sea desde un campo de acción, personas o una entidad
institucional de índole religiosa, política o comunal, etc. Así, el hombre genera
posturas comunicativas en torno e estos contextos de interacción social, donde
construye diálogos, relatos y narrativas que lo muestran a él como un actor social al
involucrarse expresivamente en asuntos que le conciernen a su comunidad, de ahí
que, se integre un contexto de acción colectiva.
Estas formas de comunicación pueden ser de forma verbal o no verbal, como
lo es el caso de textos visuales o sonoros, las cuales derivan en una complejidad
lingüística que está presente en espacios de interacción humana, donde la sociedad
y la cultura muestran la condición humana. El discurso, por tanto, muestra al actor
social inmerso en procesos sociales donde conforma contextos de interacción. El
discurso, es por tanto, una forma de conocimiento importante donde las posturas
humanas adjetivaban la realidad, es decir, generan formas de pensamiento y de
expresión con respecto a cuestiones políticas, religiosas, comunitarias, según sea
el caso. Como una manifestación del lenguaje, el discurso, no sólo hace uso de
palabras escritas o expresadas, sino también construye sentidos socioculturales a
través de imágenes, sonidos, gestos, objetos, movimientos, cuerpos, etc., etc. Esto
muestra que el discurso no sólo es un diálogo entre personas o un texto escrito,
sino es, sobre todo, un campo de comunicación humana que puede emplear una
infinidad de objetos para constituir un lenguaje. Esta capacidad expresiva se logra
a través de la imaginación humana, donde el uso de signos puede establecerse en
torno a todo tipo de objetos que formen parte de la percepción humana, donde el
hombre integra un diálogo, una mediación con respecto a su entorno.
Ello, pone al discurso como un concepto que sitúa al investigador dentro de
un contexto social que mantiene un vínculo con condiciones históricas, políticas,
culturales, económicas, urbanas, donde se conforma un territorio y formas del existir
como lo es el caso de grupos, asociaciones o comunidades. Al ser un producto
derivado del pensamiento del hombre, el discurso es una práctica social, es decir,
25. 16
es una estructura social que está presente en formas del pensar, hablar, interactuar,
ver, etc., lo cual conecta al hombre con posturas humanas con respecto a la
realidad, como lo es el caso de las creencias, ideologías, costumbres, tradiciones,
hábitos. Formas socioculturales presentes en la manera de conformar los diálogos,
narrativas y relatos que dan cuenta de él y su mundo contextual que comparte junto
a otros.
Por ello, la realidad social constituida a través de las narrativas propias del
discurso siempre dependerán de las condiciones materiales del espacio y de los
actores con los que se interacciona, pues el discurso integra la materialidad física
del espacio, el contexto, y el pensamiento expresado a través de los relatos, donde
une a sujetos, objetos y contextos dentro de la posibilidad lingüística de la práctica.
Además, el discurso como práctica social es flexible, puede integrar una gran
variedad de formas expresivas de distinto tipo. Derivado de ello, el discurso como
práctica social, hace posible el análisis del mundo social a partir de la concepción
subjetiva del actor, mismo que está inmiscuido en procesos sociales, económicos,
políticos, culturales y urbanos, pues la expresión de su posturas subjetiva es
importante para todo tipo de investigación social, porque remite a una realidad social
y territorial de la vida cotidiana, donde…
Hablar de discurso es, ante todo, hablar de una práctica social, de una forma de
acción entre personas que se articula a partir del uso lingüístico contextualizado,
ya sea oral o escrito. El discurso es parte de la vida social. Desde el punto de
vista discursivo, hablar o escribir no es otra cosa que construir piezas textuales
orientadas a unos fines y que se dan en interdependencia con el contexto
(lingüístico, local, cognitivo y sociocultural). Nos referimos, pues a cómo las
formas lingüísticas se ponen en funcionamiento para construir formas de
comunicación y de representación del mundo real o imaginario. (Blancafort, 2002,
pág. 15)
Por consiguiente considero necesario ver el punto de vista de la psicología donde
Jean Claude Abric (1994) establece que, las representaciones y prácticas sociales
junto al discurso integran un mismo sistema, el cual no es posible comprender sin
26. 17
la mutua interacción entre estos tres elementos que hacen posible una objetivación
de la realidad.
Es por eso que, la casi totalidad de los investigadores está de acuerdo con el
principio que sigue: las representaciones y las prácticas se generan mutuamente.
No se puede disociar la representación, el discurso y la práctica. Forman un todo.
Sería vano buscar si la práctica produce la representación o es a la inversa. Es
un sistema. (Abric, 1994, pág., 207)
Este punto de vista, ve al discurso como una práctica social que hace una forma
objetiva de la realidad. Ubica al contexto social donde se narran e inscriben las
situaciones sociales que acontecen dentro del contexto de la vida cotidiana. El
discurso ordena al actor social agente en torno a una institución y una relación de
poder que, a través de una materialidad subjetiva estructura un sentido práctico de
la vida. De manera que, el discurso muestra el encuentro entre el mundo social, las
prácticas y representaciones de las personas. En consecuencia, puede concretarse
un análisis sociológico. De ahí que, el discurso…
Puede abrir alternativas y contribuir a crear condiciones de posibilidad para que
los agentes […] construyan sus propios puntos de vista sobre ellos mismos y
sobre el mundo social, y hagan manifiesta su posición en el mismo. Es decir, que
los agentes puedan explicar el punto a partir del cual ellos se ven a sí mismos y
ven el mundo, y de este modo, hacer comprensibles sus prácticas y sus
percepciones sobre ese mundo. (Gutierrez, 2005, pág. 76)
Por esto, la práctica discursiva establece la posibilidad de análisis social a partir de
del actor agente. De ahí que, el discurso sea parte de un sistema que se reproduce
mediante una dimensión simbólica. Por tanto, no es posible hacer una lectura
analítica de la sociedad sin el vínculo entre estos tres conceptos. Pero sobre todo,
hace posible la proyección de una conciencia práctica que integra una relación
colectiva, donde las personas comparten sus contradicciones y tensiones sociales
que hacen surgir la situación política. Se muestra el cómo se establece una situación
social compartida y una diferencia a través de la práctica discursiva.
Derivado de ello, el discurso se inserta en un contexto político a través de su
accionar, donde delimita, simboliza y construye al otro, el adversario político. Este
27. 18
actor social hace posible la expresión de una forma de pensamiento diferente a la
postura institucional, sobre todo, porque expresa una postura desde un nosotros
con respecto a los otros. Un contexto comunicativo donde el adversario político
configura la posibilidad de un diálogo entre distintos agentes sociales. En este
contexto se comparten experiencias de mundo, lo cual da testimonio de una
circunstancialidad y condición social. De hecho, el discurso político guarda una
fuerte posición etnocéntrica, debido a que remite a un grupo social o comunidad
específico a partir de una relación institucional, donde un grupo se contrapone la
postura del otro, así…
Podemos asumir que el discurso político también expone temas preferidos. Ante
todo, el discurso político será primariamente sobre política […] Debemos esperar
manifestaciones típicas, relacionadas con los sistemas políticos, ideologías,
instituciones, procesos y actores políticos y eventos políticos. En pocas palabras,
mucho del discurso político es reflexivo […] Ellos hablan sobre adversarios y
enemigos políticos y sobre políticas y las malas gestiones de presidentes,
gobiernos o parlamentos previos. (Van Dijk, 1999, pág. 39)
Este proceso comunicativo que hace posible el discurso a través de la figura del
adversario político, despliega un antagonismo, y con ello, hace posible la integración
de una significación social mediante la interacción que generan dos elementos, el
discurso, lo institucional, y un anti-discurso, el adversario político. Una relación de
oposición que permite comprender la dinámica política, la cual es siempre de
carácter abierto porque siempre emergerá un nuevo adversario político que no esté
de acuerdo con las posturas institucionales. El antagonismo es una lógica que
despliega las fronteras de la distinción, organiza al discurso político y hace posible
un proceso comunicativo entre dos elementos de distinta naturaleza social, por ello
el discurso tiene una fuerte presencia dentro de todo contexto social y urbano,
donde se expresan las conciencias y pensamientos con respecto a la ciudad y sus
espacios. Entonces…
Es en la lucha política como proliferación de discursos donde se desenvuelve la
conciencia social en su más alto nivel […] Vista desde la perspectiva lingüística
de la cuestión de la hegemonía, el terreno específico de la política es la
construcción discursiva propiamente dicha. La política se presenta como la lucha
28. 19
de fuerzas antagónicas con articulaciones discursivas que tratan de incidir,
invadir y construir el campo discursivo del adversario. […] Esto implica apropiar
y re-articular los elementos del discurso del adversario o interlocutor en un nuevo
conjunto de sentido. (Mayorga, 2003, págs. 271-272)
De ahí que, para comprender al discurso político, obligadamente debo referir a
Ernesto Laclau (1987), sobre todo, porque no sólo habla de un anti-discurso que
enarbola el adversario político, sino establece una nueva forma de comprensión
social que posee la capacidad de romper con la concepción estructural del espacio
capitalista, al remitir a otras realidades y pensamientos sociales. Este autor propone
una abertura del espacio político en base a una oposición binaria entre contrarios,
abriendo así, un ciclo de continuidad interactiva, por efectos del discurso porque es
una práctica social que continuamente se auto-regenera, e impone nuevos sentidos
de significación. El discurso posee la capacidad de expresar una totalidad social y,
también, puede construir otro tipo de relato con respecto problemáticas específicas
donde se ve afectado un grupo o comunidad, uniendo las realidades que ocurren
en lo micro, grupos sociales específicos, y lo macro, la totalidad social.
Esta perspectiva teórica también la comparte Edgar Morin (1990) a través
del pensamiento complejo. Morin ve en la sociedad y el individuo al elemento de
cambio, porque a través de sus prácticas discursivas puede integrar un proceso de
recursividad para la concreción de una nueva realidad social y, con ello, una nueva
forma de pensarse a sí mismo, lo cual crea un nuevo tipo de conocimiento y forma
de ver al mundo.
Si parto del sistema auto-eco-organizador y lo remonto, de complejidad en
complejidad, llego finalmente a un sujeto reflexivo que no es otro que yo mismo
que trato de pensar en la relación sujeto-objeto. E inversamente, si yo parto de
ese sujeto reflexivo para encontrar su fundamento o, al menos, su origen,
encuentro mi sociedad, la historia de esa sociedad en la evolución de la
humanidad, el hombre auto-eco-organizador. (Morin, 1990, pág. 69)
Para lograr este proceso recursivo es necesario establecer de antemano la noción
de estructura cerrada, fija y sin movimiento alguno. Con ello, es posible generar un
nuevo contexto social que se contrapone a lo ya estructurado. Un contexto dónde a
29. 20
partir de la propia reflexión se construye la posibilidad de abrir un punto de inflexión
a través de las prácticas, la herencia sociocultural presente en las personas y que
son una herencia histórica importante. El remitir al pasado histórico y sus prácticas
con respecto a los espacios de interacción y comunicación, permite ver la
importancia del pasado para el presente, donde es necesario la generación una
nueva forma de pensar y concebir la realidad en los contextos de incertidumbre
social.
Por su parte, Javier Waiman (2018) ve, en Ernesto Laclau y su concepción
del antagonista político, el despliegue del plano de la superestructura política e
ideológica. Considera que las luchas sociales son el medio político que busca ir más
allá de la concepción del espacio estructural del capitalismo, al establecer una
postura de oposición. Esta consideración teórica pone énfasis en el tipo de relación
social que produce el capitalismo. Es por medio de la relación de hegemonía social
(Laclau, 1987) de una clase con respecto a otra, donde la postura hegemónica
agrupa y, a la vez, establece una frontera que divide a la sociedad en dos grupos,
en una élite y una masa colectiva. Este vínculo de oposición entre dos elementos
sociales integra una lógica comunicativa, donde el orden simbólico e ideológico se
articula con referencia al discurso político de un grupo social. La dimensión
ideológica del adversario político es importante, pues reconoce y permite articular
otro ámbito de significado al orden estructurado y hegemónico de lo institucional.
Un orden que Louis Althusser (2005) reconoce como el verdadero potencial
político y revolucionario. Este autor considera a lo ideológico como parte de toda
concepción de la realidad, al grado que, a veces, resulta imposible separarla de la
experiencia del mundo vivido. De ahí que, si bien, la ideología está presente en toda
la realidad social, en imágenes, representaciones, personas, etc., etc. Estos
elementos en conjunto conforman un sistema que le da sentido a la estructura
política, jurídica y económica que condiciona al hombre. Un hecho que deriva en la
producción de un mecanismo de sentido en base a la función ideológica, donde se
logra discernir una realidad social, cuál es su naturaleza y propósito. Puesto que, la
ideología no sólo está presente en la experiencia vivida de las personas, sino que
30. 21
emerge como una forma de consciencia colectiva al compartirse un sentido en
común.
Una vez ubicada la ideología en su conjunto, una vez señaladas sus diferentes
regiones […] y conocidas las diferentes formas bajo las cuales existen, queda un
paso decisivo a dar para comprender el sentido último de la ideología: el sentido
de su función social. […] La ideología está pues, destinada ante todo a asegurar
la dominación de una clase sobre las otras y la explotación económica la asegura
la preeminencia, haciendo a los explotados aceptarla como fundada en la
voluntad de Dios. (Althusser, 2005, págs., 54-55)
De manera que, la ideología es un concepto importante para mostrar cómo se
articula un dominio omnipotente por encima de la voluntad del hombre y su
sociedad. Este dominio establece una falsa conciencia que obliga al hombre a
aceptar una naturaleza de dominio, sujeción y explotación. Esta falsa conciencia
establece la representación de una ilusión que engaña a la razón y pensamiento
lógico del hombre con respecto a lo que es él y su mundo. En este mismo sentido,
Waiman (2018) ve en Ernesto Laclau (1987), a un teórico constructor de un
pensamiento emancipador a través del sentido ideológico, pues el adversario
político hace posible la articulación de otro tipo de conciencia y sentido social,
porque no existe una ideología única, es decir, cada persona posee la capacidad de
generar sus propias concepciones ideológicas en base a sus creencias, y con ello,
emitir sus propios juicios de valor. De ahí que, la ideología organiza al discurso, se
nutre del mundo social, lo que son las condiciones en que viven las personas,
generando así, una postura reflexiva, una conciencia que deriva en la construcción
de un pensamiento crítico donde se cuestiona a la autoridad.
Por ello propongo conceptuar la ideología en términos de las maneras en que el
significado movilizado por las formas simbólicas sirve para establecer y sostener
las relaciones de dominación: establecer en el sentido de que el significado puede
crear e instituir de manera activa relaciones de dominación; sostener, en el
sentido de que el significado puede servir para mantener y reproducir las
relaciones de dominación mediante el proceso permanente de producción y
recepción de formas simbólicas (Thompson, 1998, pág. 89)
31. 22
La noción simbólica de la ideología permite, por tanto, integrar la posibilidad de
añadir elementos externos que le asignan nuevos sentidos a la propia estructura
cerrada. Esto es, una oposición entre distintos elementos que deriva en la creación
de un sentido, y por consecuencia, un nuevo significado social. Para lograr esta
visión, Ernesto Laclau recurre a la teoría del estructuralismo lingüístico establecida
por Ferdinand de Saussure (1990), quien ve en el lenguaje una estructura cerrada
que en base a relaciones de oposición entre distintos elementos, crea un nuevo
sentido y, con ello, un nuevo significado, lo cual deriva en la construcción de un
nuevo discurso. Laclau ve a través de la lógica estructural del espacio capitalista, la
posibilidad de ir más allá de la sociedad y construir un nuevo sentido social, es decir,
va más allá de la propia realidad social. En el espacio estructurado, cada nuevo
elemento que se contrapone a la estructura asigna un nuevo significado. Así, sólo
a través de lo político e ideológico se puede construir la emancipación social a través
del discurso.
Las ideologías también establecen vínculos entre el discurso y la sociedad. En
un sentido, las ideologías son la parte cognitiva del poder. Como en el caso del
conocimiento social, las ideologías supervisan cómo los usuarios del lenguaje
emplean el discurso en tanto miembros de un grupo u organizaciones
(dominantes, dominados, competidores), y de ese modo también tratan de
realizar los intereses sociales y resolver los conflictos sociales. Al mismo tiempo,
el discurso es necesario para la reproducción de las ideologías de un grupo. (Van
Dijk, 2000, pág. 27)
Lo ideológico está presente en todo el espacio social, por ello implica
contradicciones y continuas tensiones entre las personas, grupos o comunidades.
Es un campo de calor social donde se fijan posturas acorde a nociones religiosas,
políticas, raza, género, etc. La presencia de la ideología se extiende de forma
orgánica en todos los aspectos de la realidad social que constituye el hombre, y por
tanto no puede separarse de la forma expresiva del discurso. El discurso es una
práctica que continuamente estará confrontándose ante otro tipo de discursos
dentro de contextos de interacción social.
32. 23
Un ejemplo claro de ello lo muestra el diseño del espacio público, éste
muestra cómo está presente un discurso político a través de la representación de
este lugar. Un contenido ideológico que el urbanista asigna a estos espacios de
convivio social a través de una proyección, estableciendo con ello, una relación
social advertible a través de las prácticas que comparten las personas en torno a
estos sitios. Esta ordenación del espacio en torno a una proyección, asigna un uso
y una función específica de interacción social conforme a una norma urbana, la cual
es instituida políticamente en el espacio público. Esta representación política de la
ciudad fija un orden urbano que organiza las prácticas dentro del espacio público y,
con ello, se fija un sentido social y político en torno a lo que debe ser el lugar.
Ese lugar al que llamamos espacio público es así una extensión material de lo
que en realidad es ideología, en el sentido marxista clásico, es decir,
enmascaramiento o fetichización de las relaciones sociales reales, y representa
esa misma voluntad que toda ideología comparte de existir como objeto: su
creencia material, en tanto esas ideas son actos materiales inscritos en prácticas
materiales, reguladas por rituales materiales, definidos a su vez por el aparato
ideológico material del que proceden las ideas. (Delgado, 1999, pág. 29)
Derivado de este proceso, se considera que el discurso político se expresa en la
ciudad a través de una representación urbana, por medio del plano de lo ideológico
se expresa y simboliza este orden político, en lo que es: la arquitectura, el diseño
de parques, monumentos, jardines, trazado de calles avenidas, etc., en toda la
materialidad física que busca darle privilegio al orden y flujo socioeconómico. Por
ello, se fijan distintos tipos de representación en torno a lo que es el espacio público.
El elemento ideológico implica tanto a personas, espacios, prácticas,
representaciones y discursos, este sistema a través del discurso hace posible la
expresión de posturas subjetivas de lo que es el espacio, no sólo desde una postura
institucional, sino desde la postura del ciudadano común, mismo que se ve afectado
por alguna intervención urbana derivado de una acción política.
Manuel Delgado (1999) establece que todo tipo de espacio estructurado,
política y económicamente, es un espacio social, pero éste es también un territorio
donde, a su vez, hay una red de uniones que permite la comunicación entre distintos
33. 24
elementos de distinta naturaleza. En la calle y espacios de carácter público existe
una abertura que él denomina “espacios en movimiento” o “territorios circulatorios”
donde transitan todo tipo de flujos continuos, como vehículos, personas, servicios,
información, etc. Este tipo de flujo conforma una dimensión líquida en continuo
movimiento dentro del espacio social. Esta dimensión nunca está fija a un solo lugar,
pues puede adquirir diversas formas dependiendo del contexto donde se
establezca. Posee una alta capacidad de adaptación a distintas circunstancias y
contextos, por ello, esta dimensión líquida puede adquirir distintos tipos de
representación en el espacio urbano.
Así, en la ciudad emergen dos tipos de orden, la “polis y la “urbs”. La “polis”
es vista como el orden político estático, estructural, institucional y hegemónico que
administra a la ciudad. En cambio la “urbs” es un proceso que acontece sólo en el
seno de la sociedad, está presente en las personas a través de sus prácticas y el
tipo de representación que derivan de éstas. Entonces, considera que la “urbs”
adquiere vida y se forma a través del continuo interaccionismo entre distintos
elementos, por ello, la “urbs” tiene un carácter abierto e indeterminado, siempre está
en continua construcción, está en permanente re-estructura, es un calor social, es
un flujo continuo que nunca se detiene. En consecuencia, Manuel Delgado
establece a lo urbano como un orden que se conforma a sí mismo, no es obra de
una administración política. Al contrario, lo urbano nace en la vida colectiva, es un
espíritu que habita en la ciudad y a través del diseño y arquitectura urbana sólo se
le busca controlar a este orden, el flujo continuo e indeterminado de las personas
dentro de los espacios de la ciudad. Para la “polis”, en cambio, es necesario
establecer las bases de una convivencia armónica, para ello, busca eliminar los
elementos y lugares negativos, los que representan un peligro al orden de la “polis”.
Pero, aun así, con estas medidas de control, lo urbano, la “urbs” siempre estará
presente en las personas, en la vida colectiva y no en el orden impuesto por la
autoridad política, la “polis”.
La calle, el bulevar, la avenida, la plaza, la red viaria en general, se convierten en
mucho más que un instrumento al servicio de las funciones comunicacionales de
la ciudad, un vehículo para el intercambio circulatorio entre sitios. Son, ante todo,
34. 25
el marco en que un universo polimórfico e innumerable desarrolla sus propias
teatralidades, su desbarajuste, el escenario irisado en que una sociedad
incalculable despliega una expresividad muchas veces espasmódica. (Delgado,
1999, pág. 181)
Sin embargo, en la relación contradictoria que deriva entre estos dos órdenes
presentes en la ciudad, a través de las personas, lo que son sus prácticas y las
representaciones consecuentes, nace otro tipo de discurso, un anti-discurso urbano.
Este anti-discurso se manifiesta a través de diferentes prácticas sociales, como: las
formas de apropiación del espacio, donde las personas establecen qué tipo de uso
y comportamiento se establece, la delimitación de territorios mediante la escritura
de emblemas que remiten a un grupo o comunidad, el trazado de atajos, formas de
construcción de vivienda, etc., etc. A través de este tipo de prácticas la colectividad
hace reinvenciones del espacio público, lo ajusta a sus necesidades, costumbres y
tradiciones, estas representaciones características expresan su identidad, formas
de vivir y habitar como un grupo social. Así, finalmente, las prácticas de la
colectividad son las que terminan imperando sobre los espacios públicos,
diseñados, proyectados y planificados por la “polis”.
La práctica social sería la que, como fuerza conformante que es, acabaría
impregnando los espacios por los que transcurre con sus propias cualidades y
atributos. A destacar que esa codificación alternativa que el usuario de la calle no
genera algo parecido a un continente homogéneo y ordenado, sino un
archipiélago de microestructuras fugaces y cambiantes, discontinuidades mal
articuladas, inciertas, hechas un lío, dubitativas, imposibles de someter.
(Delgado, 1999, pág. 182)
La ciudad diseñada, imaginada y políticamente representada como una visión
utópica, y ésta dista mucho de la verdadera esencia de lo urbano, pues lo urbano
nunca deja de estar en movimiento, esto implica distintas formas y matices que
adquieren un lenguaje complejo de difícil lectura e interpretación. A partir de la
oposición “urbs/polis”, Delgado lee las dinámicas de poder de una sociedad en
continuo movimiento, estructurándose a sí misma acorde al flujo continuo de
personas que interaccionan entre sí, la “urbs”. En consecuencia, del espacio urbano
brota un universo de posibilidades, articulaciones y formas diversas de
35. 26
representación, y con ello, el anti-discurso urbano, un discurso que integra el
pensamiento ideológico del adversario político (Laclau 1987). Un antagonista que
se opone al orden de la “polis”, a través de sus prácticas urbanas fija un discurso de
resistencia que puede integrar un poder desde abajo y manifestarse en contra de
las imposiciones institucionales. Sin embargo, lo característico de este discurso de
la “urbs”, es que es de carácter fragmentario, se encuentra disperso en la
colectividad, pues las prácticas colectivas se caracterizan por su comportamiento
continuo e indefinido, lo cual le permite articular esta multiplicidad de facetas, los
diálogos, opiniones y relatos y, con ello, establecer una relación de poder opositora
en torno a las posturas institucionales, es decir, construir un anti-discurso.
El espacio público, el lugar por definición de lo urbano, puede entonces ser
contemplado como el de la proliferación y el entrecruzamiento de relatos, y de
relatos que por lo demás, no pueden ser más que fragmentos de relatos, relatos
permanentemente interrumpidos y retomados en otro sitio, por otros
interlocutores. (Delgado, El animal público, hacia una antropología de los epacios
públicos, 1999, pág. 190)
Una postura similar la expone Pedro Sotolongo (2006), considera al discurso como
un medio expresivo que articula poderes y contrapoderes dentro de contextos de
interacción compleja. Es a través de la enunciación de posturas antagónicas que
las diferentes tensiones sociales involucran a distintos actores, cuyas problemáticas
acontecen dentro del contexto de la vida cotidiana. En este contexto se expresan
posturas distintas de realidad que develan patrones que articulan a las prácticas
sociales, mismas que son parte del espacio social y del discurso.
El discurso hace posible la expresión de un conocimiento simbólico presente
en lo social, donde las personas comparten situaciones en común. Integrando, así,
deseos, saberes, y relaciones de poder, que derivan en situaciones de confrontación
social. Esto constituye una circularidad que traza distintas perspectivas de lo social,
esta circularidad involucra a distintos actores, prácticas y escenarios que
interaccionan entre sí. En este proceso comunicativo las formas distintas de ver y
pensar lo social integra a los puntos de vista que son similares.
36. 27
Esta circularidad que hemos caracterizado entre los ámbitos de prácticas locales
de poder, de deseo, de saber y de discurso, junto a su articulación con todos y
cada uno de los componentes indexicales del patrón de interacción social de que
se trate, permite concretar ulteriormente la compresión de aquella reflectividad y
de aquella apertura que situamos como rasgos inherentes a los patrones de
interacción social. (Sotolongo, 2006, pág. 109)
Este autor considera que, los patrones de interacción social generan un eslabón de
unión entre las personas y establecen, por tanto, una realidad intersubjetiva al
compartir un interés en común. Estos patrones están presentes en las prácticas, lo
cual hace posible al análisis de lo social. En el interaccionismo, las prácticas
sociales inscriben diversas formas que organizan a los patrones de interacción. Así,
las prácticas de los otros y el nosotros forman parte de las acciones que ocurren de
forma continua. Un accionar relativo entre distintos elementos, donde los marcos
estructurales derivan en la creación de grupos, comunidades o asociaciones.
Estos patrones de interacción social se conforman acorde a una
indexicalidad, qué, quién cómo, cuándo, donde, por qué, ubicando así, a personas
y lugares. Estos patrones están presentes en todo tipo de sociedad, son un
componente de carácter universal. Por medio de ellos se puede analizar e
interpretar lo social, sobre todo, cuando se busca establecer un marco comparatorio
entre distintos grupos y prácticas sociales. Entonces, el discurso articula a las
personas dentro del interaccionismo, pues enuncia puntos de vista con respecto al
nosotros y los otros. Esto permite integrar un sentido social colectivo, lo cual
involucra a un saber compartido que proyecta una ideología. El discurso teje una
situación que vincula a las personas con complejos tipos de interacción.
Vemos así cómo nuestras prácticas de poder, de saber y de deseo, mediante sus
imbricaciones discursivas (a través de nuestras prácticas de discurso) y de los
efectos legitimadores de los juegos del lenguaje como articulaciones entre
enunciaciones y acciones, forman parte de todo patrón de interacción social de
la vida cotidiana, y por lo mismo, se imbrican en lo social. Si los patrones de
interacción social son coextensivos a todo socium, lo serán también, por carácter
transitivo, los ámbitos de las prácticas del discurso, de poder, de saber y de
deseo. (Sotolongo, 2006, pág. 35)
37. 28
También, a través del discurso, se muestra lo institucional integrando y a los
contextos de lo micro y macro social. Este modelo esquemático explica las
situaciones específicas de un entorno social, donde las personas poseen una
información que es importante para el análisis social. El discurso presente en las
personas adquiere relevancia por sus implicaciones, sean culturales, históricas,
políticas, económicas, urbanas, religiosas, étnicas, etc., se vincula lo micro, las
personas, a lo macro, lo institucional. Todo se logra a través del carácter reflexivo
que contiene el discurso.
1.2- El proceso de turistificación
El proceso de turistificación para unos autores, implica una eventual
mercantilización de los espacios de convivencia social que poseen un valor histórico
y cultural, lo cual es visto como una apropiación del espacio social con fines de
lucro. En cambio, para otros autores ven esta conceptualización como una
valorización turística que adquieren determinados lugares, pues el turista es quién
le asigna este sentido, para contar con su presencia, se requiere de un aparato
publicitario que difunda una imagen que vende al destino turístico. Otra perspectiva
ve este proceso como la ejecución de una política pública donde se busca
transformar a una localidad para que sirva de atractor de inversiones y de turismo
con la finalidad de crear un desarrollo socioeconómico. Por tanto, el concepto de
turistificación es de carácter confuso, no es preciso, pues implica una construcción
de un espacio mediante la intervención de distintos actores sociales, lo cual implica
una forma de ver y representar al espacio, se le transforma de acuerdo a las
necesidades de los inversionistas del sector turístico. Pero, además, este proceso
hace ver cómo el fomento a la actividad turística genera políticas públicas con un
impacto territorial, generando con ello, empleos y desarrollo social. El impulso a la
actividad turística mediante políticas públicas, se ve como un progreso
socioeconómico, donde se integra al habitante local dentro de un proyecto político.
38. 29
Así, la acción de gobierno es fundamental para la gestión del espacio
turístico, donde la localidad se reconfigura acorde a las necesidades operativas que
demanda el turismo, pues el turismo se torna en el núcleo que detona al desarrollo.
En este sentido, la turistificación […] requiere […] de la inversión privada,
organización de la participación ciudadana y el fortalecimiento de la identidad
cultural del territorio. Estas tres condicionantes son primordiales para la
competitividad del sector turístico, pero también para el funcionamiento de una
economía a escala territorial. Desde hace más de una década inician los
procesos de turistificación territorial […] como destinos han iniciado un proceso
de yuxtaposición funcional con el resto del territorio. […] La turistificación
territorial alcanza dimensiones metropolitanas con la formación de conurbaciones
entre localidades, eslabonamientos carreteros y zonas metropolitanas que
trascienden los límites políticos administrativos de municipios y entidades
federativas. El destino turístico es el núcleo urbano a partir del cual se disipan los
flujos de población, bienes y productos hacia el resto del territorio, mediante un
permanente y creciente intercambio de flujos turísticos. (Roldán, 2015, págs. 116-
117)
En el proceso de turistificación intervienen tanto la autoridad y agentes privados,
para generar un espacio urbano que difiere del resto de la localidad, lo cual implanta
un modelo de economía global en la localidad y, en consecuencia, emergen
diferencias sociales entre personas dentro de una misma comunidad. De acuerdo a
Ricardo Gómez (2016), turistificación es la asignación social que recibe un lugar con
la finalidad de generar un interés por conocerlo, para lograr tal fin se dispone del
lugar con fines recreativos. En este espacio territorial acontecen modificaciones que
asignan un valor, cuya finalidad es atraer turistas e inversiones. Para ello, se
necesita de una infraestructura material que le asigne al espacio una mejora
estética. Esta modificación comprende a edificios, calles y uso de suelo, donde se
asientan los desarrollos hoteleros y comerciales, esto deriva en una división
territorial. Esta acción establece una desigualdad social con respecto al cómo se
percibe y vive el espacio por parte del poblador local, el cual cambia en su aspecto
físico. La definición de este autor concibe una fragmentación social mediante el
proceso de turistificación, pues la acción política deriva en una división y tensión
39. 30
social entre la comunidad local y los turistas, porque se genera un conflicto ante el
nuevo uso y función del espacio, antes comunitario, ahora exclusivo para el turismo.
En otra perspectiva, David Navarrete (2016) define la turistificación como el
momento donde el fenómeno turístico adquiere un papel relevante en la planeación
urbana…
Lo anterior por medio de la renovación de centros históricos […] la construcción
de importantes infraestructuras de transporte como aeropuertos, autopistas,
puertos para cruceros, estacionamientos turísticos […] la implantación de
grandes parques temáticos de diversión, de deporte o de cultura tipos
Disneyland, Universal Studios, Exposiciones Universales […] Estos procesos que
podemos llamar de turistificación, introducen transformaciones bastante
controvertidas […] que sirven de justificación política de los gestores e
inversionistas de una localidad con aspiraciones turísticas. Éstas son: el
crecimiento y la reactivación de la economía de un barrio o de una ciudad; la
reconstrucción y la renovación espacial; la creación de empleos por varios de
cientos o miles por la atracción de nuevos capitales; el recate o reconvención de
edificios y espacios urbanos. (Navarrete, 2016, pág. 33)
Este autor ve la turistificación como un proceso que implica una doble realidad. Si
bien se revitaliza un área urbana, esto trae consigo una acentuación de la exclusión
social. Como resultado de ello, en ciertas áreas urbanas se crean comunidades que
difieren del resto de la población, debido a la nueva representación estética del
espacio que generó la renovación urbana. Además, las condiciones de alta
competitividad marginan a personas con menos capacitación dentro del ramo
turístico. Otro aspecto implica la alta creación de empleos, esto atrae a personas de
otras regiones y éstas conforman periferias en torno a los centros turísticos,
creándose con ello territorios urbanos contrastantes.
La acentuación de las disparidades socioeconómicas debido a la creación de
empleos precarios y de baja calificación; la acentuación de desequilibrios
territoriales gracias a la concentración de las inversiones en zonas privilegiadas
por la actividad económica, equipamientos, empleos y transporte; la
monofuncionalidad turística que hace de ciertos de territorios, y en particular de
los centros históricos y de otros enclaves, perímetros exclusivos y excluyentes
40. 31
de poblaciones y actividades tradicionales: clases populares, talleres
artesanales, pequeños comercios y servicios de proximidad. (Navarrete, 2016,
pág. 33)
Así mismo, Navarrete, afirma que este proceso de exclusión social explica las
transformaciones económicas, sociales, territoriales y políticas de los últimos años
en centros turísticos o ciudades que atraen inversiones y, sobre todo, este cambio
obedece a la integración de la ciudad dentro de del proceso de globalización., donde
la lógica operativa establece un dominio político, económico y social.
Entre esas innovaciones, las más determinantes son: los transportes y las
comunicaciones de larga distancia. Se ha generado entonces, un sistema de
referencia físico y mental, constituido por redes materiales e inmateriales, así
como por objetos tecnológicos con los cuales se activa una reserva de imágenes
e informaciones que redefinen, bajo un mismo ciclo, los vínculos que nuestra
sociedad establece con el espacio, el tiempo y los hombres. (Navarrete, 2016,
pág. 34)
La problemática urbana de la ciudad actual de acuerdo con José Mancilla (2019) es
importante, porque permite comprender sus transformaciones territoriales y
sociales, sobre todo, se ve cómo se impone un nuevo orden urbano en la ciudad, el
orden neoliberal, donde se integra una trama de significado a través de la
mercantilización de la ciudad, donde el patrimonio histórico-cultural y la
turistificación, operan a través de la política pública y el proceso de renovación
urbana. El turismo como fenómeno global requiere de espacios urbanos para seguir
creciendo. En este proceso el patrimonio histórico y cultural, son elementos
necesarios para crear un valor turístico. Así, un centro histórico se convierte en un
valor importante al poseer elementos ideológicos que remiten a una memoria
colectiva, ello genera un producto de consumo turístico que vende a la ciudad. La
mercantilización de la experiencia edifica al nuevo espacio que termina por modificar
el sentido urbano de la ciudad.
Bajo la lógica del urbanismo neoliberal, el espacio urbano se constituye como una
mercancía producto del accionar de desarrolladores inmobiliarios, operadores
turísticos y gobiernos de todos los niveles, de forma que las ciudades devienen
en marcas registradas, experiencias o estilos de vida para ser comercializadas y
41. 32
consumidas por élites locales y globales con capacidades económicas
diferenciales. Estos usos de la ciudad como valor de cambio y reserva de valor
entran en conflicto con aquellas prácticas ligadas a su valor de uso, es decir, a
las apropiaciones que los habitantes de la ciudad hacen del espacio urbano en la
reproducción de la vida urbana. (Mancilla, 2019, pág. 13)
El patrimonio, al ser usado como una herramienta de intervención urbana, pues se
le busca constituir como un escenario constructor de narrativas turísticas, muestra
cómo opera la dinámica de la turistificación dentro del contexto de la vida cotidiana.
La finalidad de la intervención urbana en torno al espacio que circunda al patrimonio
histórico y cultural, es el generar una eliminación de los elementos nocivos que
afectan al significado turístico que vende a la ciudad. Al espacio público se le
higieniza, se elimina a lo no turístico, lo negativo que afecta la imagen estética que
vende al lugar. Esta acción afecta el desarrollo de la cotidianidad del habitante
común de la ciudad, quién termina por entrar en un conflicto territorial ante esta
nueva denominación de lo público, ahora, turístico. La narrativa turística requiere de
eliminar la experiencia cotidiana del ciudadano común para, así, vender a la ciudad
y generar dinámicas en torno a comercios, sonidos, olores, edificios, parques,
avenidas, etc. Para lograr tal objetivo, a través de la intervención urbana busca
reglamentar aquellas prácticas que considera no son permitidas en el nuevo espacio
público, lo cual expone a un actor social vulnerable que depende del acceso al
espacio para poder subsistir.
La esfera pública se encuentra conformada por la confrontación entre diversos
públicos que pugnan por el espacio. De ese modo, la tensión en el espacio
público aparece de igual forma en los casos donde los sectores más vulnerables
se auto-gestionan a partir de una serie de prácticas de las denominadas
informales que, si bien a primera vista parecen espontáneas, en realidad está
profundamente organizadas. Estas prácticas, además, la suelen llevar a cabo
actores sociales percibidos por el imaginario hegemónico, como sectores
naturalmente excluible del espacio público –migrantes, trabajadoras
sexuales/prostitutas, vendedores y vendedoras ambulantes, personas que viven
en la calle, cartoneros y cartoneras, etc.-, pero que hacen de la calle su refugio,
campo de juegos o medio de subsistencia. (Mancilla, 2019, pág. 18)
42. 33
Esta postura conlleva a formular una pregunta obligada, ¿qué criterios justifican la
exclusión del espacio público de estos actores vulnerables? Cuando el sentido de
lo público es connatural a todo el habitante de la ciudad. Esta situación pone al
descubierto un sentido ideológico en torno a la ciudad, donde se manifiesta la
creencia de que el espacio público sólo debe ser para el uso y disfrute de un sector
social en específico, el de las élites que ostentan el poder socioeconómico, lo cual
les atribuye a excluir a los elementos no deseados que afecten su imagen estética
con la que se identifican.
Sin embargo, para comprender esta necesidad del desarrollo e integración
global que deriva en la creación de un nuevo espacio urbano, considero a Jan
Mosedale (2011) y su aproximación desde la economía política donde analiza las
estructuras del desarrollo turístico. Esto ayuda ver al sistema turístico como un
modelo del desarrollo que se gesta entre distintas regiones geográficas (Escobar,
2007). Este modelo del desarrollo instaura una relación desigual entre dos regiones
territoriales a través de una integración económica, cuyo centro de operaciones se
ubica en un centro o nodo del poder social, político, económico y cultural, en un país
del primer mundo.
Visto desde esta perspectiva, el desarrollo turístico se comprende, entonces,
desde la teoría de la dependencia. Este modelo del desarrollo reorganiza la
economía de los países del tercer mundo sólo para servir a las necesidades e
intereses del capital transnacional. El capital económico de las naciones del primer
mundo se crea a través de la expropiación y extracción de las ganancias
económicas generadas en países del tercer mundo. Esta integración
socioeconómica muestra la imposición de una visión del desarrollo vertical y
jerárquico cuyas consecuencias son: un sistema social fragmentado, y una
conformación urbano-territorial desigual, donde es evidente la separación entre
distintas clases sociales, los ricos y los pobres. Esta ordenación socioeconómica se
reproduce en distintas escalas geográficas, en lo local, nacional y global.
Los teóricos de la dependencia argumentan que la incorporación de economías
periféricas en la economía capitalista global no sólo influye en la producción para
43. 34
que se ajuste con las del centro, sino que también desvía el excedente económico
a los países dominantes. A medida que los países dominantes en el centro
continúan desarrollándose sobre la base de ese superávit, los países de la
periferia luchan contra el subdesarrollo. El sistema capitalista internacional,
nacional y local genera desarrollo económico para unos pocos y subdesarrollo
para muchos. (Mosedale, 2011, pág. 24)
Para este autor, los términos de la teoría política económica marxista, muestran
cómo operan en realidad las teorías del desarrollo, establecen un intercambio
desigual, debido a que las ganancias fluyen hacia otras regiones. De ahí que, sólo
se favorece a donde está la sede del capital transnacional, en el primer mundo. El
turismo debe comprenderse como una producción social emanada de un hecho
político que, mediante el sistema turístico transnacional, constituye una estructura
hegemónica del capitalismo global. Un sistema de producción y desarrollo que
establece tipos de significado en torno a: 1- Una economía que conforma un tipo de
sociedad. 2- Crea una relación entre el proceso económico y significado social. 3-
Configura tipos de representación socioeconómica a través de signos, símbolos y
discursos. 4- Produce bienes socioculturales de consumo.
En este proceso, se cuestiona el actuar del discurso y su práctica política
como un derivado del poder capitalista, de ahí que, el discurso político sea una pieza
fundamental para establecer al desarrollo turístico. Representa fielmente la visión
hegemónica de la clase dominante, estructura normas sociales e influye la sociedad,
reproduciendo el dominio social. Esta clase social hegemónica se perpetúa a través
del discurso político y del gobernante en turno, quien avala y justifica el desarrollo
turístico. Una práctica arraigada que muestra una obscura relación entre la política
y la economía, donde el político justifica y legitima formas de desarrollo en beneficio
del capital hegemónico, a través de la explotación territorial.
El turismo es en sí, una expresión de la globalización económica, configura
relaciones de poder y desigualdad social mediante el consumo y representaciones
socio-culturales, como el trabajo, economía, empresas, mercado, productos,
territorios, etc. Un patrón hegemónico que estructura la desigualdad a través de la
44. 35
red turística global en las sociedades del tercer mundo, al ser mercantilizadas como
productos de consumo. La política neoliberal permite la incursión del capitalismo en
nuevas áreas como: el patrimonio urbano y ecoturismo, conformando nuevas áreas
de inversión turística. El sector privado siempre buscará que sus inversiones sean
rentables, reconfigurando con ello, espacios, experiencias y comunidades. El capital
transnacional busca invertir en zonas urbanas, donde genera desarrollos en torno
al turismo, comercio, zonas residenciales, oficinas, etc. La renovación de estos sitios
es altamente rentable, para ello, sólo se requiere un acuerdo con la autoridad
política e iniciar dichos desarrollos. Una situación donde el espacio urbano público
pasa a manos de privados que invierten su capital.
El estado y su poder político se ajustan a la dinámica de la lógica de la libre
empresa. Así, el poder político se torna en fundamental para modificar la propiedad
pública, en busca de que agentes privados administren de forma eficiente los bienes
públicos, ya inservibles e inoperables; para lo cual se les respalda y brindan
facilidades para invertir. La autoridad política protege las inversiones extranjeras en
materia turística. Para atraer las inversiones, la autoridad debe comercializar al
lugar, y para ello, se crea un producto turístico en base a un paquete de bienes y
servicios: transporte, hospedaje, alimento, bebida, actividades recreativas,
entretenimiento, etc.
El producto turístico es un artefacto cultural que modifica la vida social de
localidades, la creación de este producto genera un tipo de consumo específico,
entonces, estos dos procesos, la producción y el consumo, establecen significados
socioculturales a través de objetos, textos (publicidad), espacios, edificios, etc. Esta
comercialización del lugar debe contar, primero, con un entorno construido, que en
la mayoría de los casos, se constituye a través de fondos públicos. Una acción
política donde la autoridad remodela el espacio público para ajustarlo a las
necesidades del desarrollo turístico. Una acción estratégica donde el turismo
disputa lugares de explotación comercial, lo cual deriva en un conflicto entre locales
y turistas. Dos grupos sociales se enfrentan y hacen evidente quién y para quién se
45. 36
crean los espacios públicos. El turismo genera el conflicto ante el nuevo uso social
del espacio público, y sobre todo, es una disputa ante otro tipo de práctica.
El planteamiento de Jan Mosedale (2011) ayuda a comprender lo que ocurre
en realidad a través de la modificación de espacios urbanos mediante la acción de
las políticas públicas. Al proporcionar mejores espacios de calidad, con la
característica de ser incluyentes y sustentables, se garantiza una eficaz integración
del tejido social, y en consecuencia, se tiene una mejor ciudad. Lo cual, en efecto,
es fundamental cuando se busca integrar una visión ciudadana de comunidad que
busque contrarrestar la constante degradación del tejido social y sus problemáticas
derivadas.
En la mayoría de los casos, se revela que esta acción de gobierno obedece
sólo a la búsqueda del beneficio económico, lo cual genera un descontento social,
tal y como lo establece Mosedale. Situación que vincula al ejercicio político con el
difícil equilibrio entre el quehacer público y privado. Debido a que, el interés privado
es quién manda sobre el espacio público y, en consecuencia, se establece una re-
organización y re-significación del espacio urbano para sólo beneficiar al capital en
contra de los ciudadanos, pues los espacios se acondicionan para la acumulación
de capital. Considerando al espacio urbano como una producción social en la cual
intervienen distintos actores, y no sólo unos cuantos, movidos por intereses, sean
personales o de grupo. Situación que expone un clamor generalizado de justicia
social y urbana por parte del ciudadano ante la prevalencia del interés económico,
que lucra con el espacio público que pertenece a la colectividad.
Por tanto, la modificación del espacio urbano indica consecuentemente una
nueva etapa por la cual atraviesa la ciudad en su conformación interna, donde una
visión de modernidad se instituye. En este proceso de transformación el espacio
urbano se integra a distintas regiones, lo local, nacional y global en base a un
modelo de desarrollo, el turismo, lo cual modifica el uso y acceso de espacios a
través de la imposición y creación del producto turístico en el espacio público dela
ciudad. Entonces, la ciudadanía debe de adaptarse a este proceso socioeconómico,
46. 37
donde signos, símbolos y discursos crean una nueva sociedad y productos en base
a una economía de bienes y servicios.
Se resalta, asimismo, el papel protagónico de la autoridad política y agentes
privados en relación con la configuración de la realidad socioeconómica que se
concreta en el espacio local; donde la política estratégica busca la constante
creación de empleo y mejoras en las condiciones de vida para la población. De ahí
que, se comprenda la lógica racional socioeconómica que se impone a través del
modelo del desarrollo, cómo ocurre este proceso y por qué afecta a la población
local. En este proceso el discurso político adquiere relevancia, es parte de la escala
espacial. Se articula en el sistema interno local y, también, se proyecta hacia lo
externo, lo nacional y global; por ello, tiene un rol estratégico en la articulación de
intereses públicos o privados de grupos sociales. Además integra en su retórica la
visión del futuro posible, donde hace posible la proyección del poblador dentro de
un modelo del desarrollo. Por esto, el discurso se relaciona, entonces, con el actor
social, lo institucional, lo cultural e ideológico. Es por tanto, un elemento más que
se incrusta dentro de la estructura del espacio socioeconómico que instituye a las
formas del desarrollo capitalista. Ante ello, es necesario plantear un tipo de análisis
espacial que dé cuenta del proceso urbano que vive la ciudad orientada a la
atracción del turismo, donde se modifica al espacio público y, con ello, el desarrollo
de la vida cotidiana al plantear nuevas prácticas, discursos y formas de hacer
política.
1.3- Análisis espacial
La teoría urbana del espacio (Lezama, 2002) permite hacer un análisis de la realidad
subyacente al lugar y la variedad de elementos que se interrelacionan, lo cual
permite integrar en un solo análisis esta lectura del espacio. Ello debido a que, los
fenómenos sociales pueden interpretarse desde una perspectiva territorial,
económica, cultural, donde la relación entre la estructura y la superestructura genera
los procesos sociales. Este punto es importante, porque a partir de la configuración
del espacio como una realidad, se organizan los tipos de comportamiento y
47. 38
significado que acontecen en la ciudad. Así, los procesos históricos y culturales de
una comunidad pueden comprenderse a través de las costumbres y tradiciones que
entran en relación con nuevos fenómenos de la modernidad, como la globalización
económica y cultural que genera nuevos tipos de interacción y comunicación entre
la población. Un proceso donde el espacio cumple con una función social al ser una
construcción histórica y colectiva. Por ello, el espacio al ser un producto histórico,
establece procesos sociales, es decir, configura las relaciones sociales que
devienen en una estructura sociocultural al compartirse prácticas al interior de una
colectividad. El espacio en sí, expresa una dinámica económica, jurídica, política e
ideológica.
De ahí que, la experiencia urbana (Vera, 2019) sea una expresión
netamente humana, pues es el agente social quién establece las dinámicas,
prácticas, discursos y representaciones, donde la perspectiva subjetiva muestra la
realidad espacial de la cual forma parte como un elemento de la sociedad. Henri
Lefebvre (1990) a través de su teoría en torno al espacio considera el aspecto
simbólico como vehículo expresivo de la materialidad urbana y las prácticas
asociadas a ella. Lo urbano es un pensamiento en torno a lo social, una conciencia
del habitante de la ciudad. En su metodología de análisis espacial, la trialéctica,
comprende al espacio como un texto, donde el espacio percibido se enfoca en las
prácticas y cómo éstas expresan la producción de la experiencia material. En
cambio, el espacio concebido articula las representaciones, donde arquitectos,
diseñadores, científicos, políticos, etc., constituyen un tipo de espacio. El espacio
vivido son las construcciones que hace el ciudadano común dentro del ámbito de la
vida cotidiana, el desarrollo del día a día donde simboliza y expresa una experiencia.
Por tanto, considera que el hombre manifiesta pensamientos en torno a
la ciudad y la sociedad, donde el actor social a través de su mirada edifica al paisaje
urbano y lo simboliza. Sin embargo, este texto urbano, el espacio, también
manifiesta problemáticas, sobre todo, cuando la racionalización y la visión utópica
funcionalista, el espacio concebido o representación política, imponen un tipo de
progreso social, el cual es en detrimento del habitante o del propio espacio al erigir
48. 39
fronteras físicas y simbólicas que impiden el libre tránsito. Por ello, la trialéctica y su
interrelación entre sus tres posturas del espacio, muestran, contundentemente, las
contradicciones sociales que afectan al ciudadano mediante la aplicación de
políticas. El análisis espacial vincula la realidad material de la infraestructura urbana
con las expresiones simbólicas de índole subjetiva, un hecho que muestra, no sólo
al actor social, sino a grupos, colectivos, comunidades o la sociedad en general,
donde los significados en torno a la ciudad, simbolizan representaciones, sean estas
experiencias, imágenes, expresiones, etc. La trialéctica se compone por las
siguientes dimensiones del espacio.
El espacio percibido muestra las representaciones y sus significados como
las expresiones artísticas a través de la fotografía, video, pintura, literatura, dibujos,
encuestas, etc., en torno a los fenómenos urbanos. Es la recreación que describe
un investigador de lo que es la ciudad y su realidad territorial, sea a través de la
escritura o imágenes. Se ve a la expresión y comunicación como escenarios donde
se constituye lo que es la vida urbana, las imágenes de la ciudad también pueden
manifestar una expresión artística, donde una mirada estética construye un lenguaje
urbano y una perspectiva subjetiva. Se considera a este campo como una forma de
acceso al fenómeno urbano por medio de un autor, donde una postura hermenéutica
hace posible el análisis cultural, semiótico sobre la información documental
plasmada en archivos y libros históricos. Teniendo en cuenta a la semiótica como
una herramienta de lectura de discursos en prensa, cine, televisión, radio, literatura,
fotografía, etc., donde la imagen de la ciudad pone de manifiesto un mundo,
condición humana y significado con respecto a un determinado sector social.
El espacio concebido es la postura que establecen los técnicos como los
arquitectos, políticos, planificadores, diseñadores, etc., sobre lo que es y debe ser
la ciudad, es la mirada urbana desde las cúpulas del poder económico y político, es
la polis (Delgado, 2000). Este tipo de perspectiva espacial proyecta lo urbano a
través del uso de leyes, normas y políticas públicas para ejecutar sus posturas
subjetivas e ideológicas (Althusser, 2005 Thompson, 1998) y con ello, reorganizar
a la ciudad, prácticas, flujos, accesos, movilidad, prohibiciones, vigilancia, fronteras,