Cuando se adentra en el terreno de la investigación científica, uno se enfrenta a un denso bosque de desafíos por superar. Como un intrépido explorador, el científico se ve inmerso en un laberinto de dificultades, donde cada árbol parece albergar un nuevo problema por resolver. Estos árboles, que podríamos llamar "árboles de problemas", están arraigados en el terreno de la incertidumbre y la complejidad, desafiando al investigador en cada paso de su camino.