Nuestro potencial interior, que traemos desde el nacimiento, es lo que nos hace únicos e insustituibles. Es nuestra esencia misma, un regalo divino que nos diferencia de los demás y nos impulsa a enfrentar los desafíos de la vida. Cuando estamos dispuestos a dejar de lado los límites impuestos y actuamos con la fuerza de nuestra individualidad, podemos lograr lo que nos propongamos.