El resumen del documento en 3 oraciones o menos es:
Reginald, un príncipe, eligió el amor como su don especial pero nunca pudo encontrar a alguien que lo amara. Después de morir, Dios le explicó que debía amar a otros en lugar de buscar quien lo amara. Reginald pidió otra oportunidad y Dios accedió, reencarnándolo como la persona a la que está dirigido el mensaje.
1. EN UN REINO MUY LEJANO...
...y hace mucho, mucho tiempo, una mañana de primavera nació su príncipe
heredero, el pueblo celebró con júbilo y la fiesta duró toda una semana, un hermoso
futuro y un brillante porvenir eran las expectativas de vida para este joven príncipe. Fue
llamado Reginald.
Mientras crecía y disfrutaba de su niñez, también recibía la mejor educación y la
adecuada orientación moral que le permitirían ser, seguramente, un buen rey en el
futuro.
Cuando tuvo uso de razón, algo así como a los siete u ocho años, un ángel se le
apareció una noche en medio de sus sueños y le dijo:
- “Reginald, Nuestro Padre Eterno quiere hacerte un regalo muy especial para que el
día de mañana puedas ser un excelente rey, y me ha enviado para preguntarte cuál ha
de ser tu preferencia para este valioso don, puedes elegir entre: Abundantes riquezas, o
poseer gran sabiduría, o viajes, exploraciones y aventuras, tal vez preferirías hacer
grandes construcciones, tal vez te gustaría vivir un gran amor, o ser un valiente
guerrero o un importante conquistador y descubrir nuevas tierras. La elección es tuya
Reginald, ¿qué preferirás?
Debes pensarlo muy cuidadosamente ya que después de haber hecho tu elección este
don te será otorgado por Nuestro Padre Celestial y ya no podrá cambiarse ni quitarse”.
Nuestro querido príncipe lo meditó muy juiciosamente, sabiendo que esta sería una de
las más importantes decisiones para su vida. Y justo en la adolescencia, al terminar sus
estudios, Reginald llamó a su ángel de la guarda para manifestarle su elección.
Esa noche, al aparecer su ángel, el príncipe le dijo:
- “He elegido el amor, quisiera poder compartir mi vida con una pareja maravillosa que
sea mi ayuda idónea, mi apoyo y mi consuelo, mi ejemplo y mi guía, mi mejor amiga y
mi más grande pasión.” Ese es mi más caro deseo. Esa es mi elección.
- “Hecho”, dijo el ángel, y desapareció.
Al cumplir la mayoría de edad, nuestro joven príncipe inició la búsqueda de la que
habría de ser el amor de su vida y la futura reina de su amado pueblo.
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Extrañamente, entre las damas de la corte y aún entre las jóvenes casaderas de las
mejores familias de su reino, no logró encontrar ninguna mujer que le amara cómo el
esperaba.
Decidió tener paciencia y buscar entre las muchas hermosas jóvenes que, aunque no
eran de familias importantes, si se destacaban por su inteligencia, laboriosidad, deseo
de servir y otros valores humanos.
Pero... nada.
Fue pasando el tiempo y Reginald, ahora ya no tan joven, empezó a preocuparse. No
lograba encontrar una mujer que le amara como él había soñado, deseado y esperado.
Ahora pensaba que podría conformarse con una esposa que aunque no lo amara tanto,
fuese más o menos medio bonita... y sobre todo... más o menos inteligente.
Pero... nada.
Bueno – que no sea bonita ni muy inteligente – pero eso sí, que sea honesta, juiciosa y
trabajadora.
Pero... nada.
Llegó finalmente el día en que murió el rey, su padre, y Reginald fue nombrado para
reemplazarle en el trono, Extrañamente un rey soltero, pero tal vez ahora sí se
cumpliría aquella promesa (o fue solo un sueño?), tal vez ahora sí podría encontrar a
una mujer que le amara como él quería, como él soñaba, como él esperaba.
2. Pero... nada
Dedicó una parte muy importante de su tiempo a buscar novia y esposa, esto era
importante porque debía dejar un heredero que le sucediera en el trono.
Viajó a los reinos vecinos, buscó más allá del mar, fue más allá de las montañas...
Pero... nada.
Finalmente, el buen rey Reginald falleció. Gracias a sus muchos valores humanos fue
llevado al cielo y estando allí lo primero que hizo fue solicitar audiencia ante el
Gran Trono de Dios, le dijeron que debía esperar un poco debido a que había mucho
turno, pero él sabía esperar, había esperado toda su vida.
Cuando finalmente pudo pasar y le preguntaron el motivo de su requerimiento, él dijo: -
Vengo a poner una queja y a hacer un reclamo.
- ¿Y de qué te quieres quejar? – preguntó el Padre Eterno.
- De incumplimiento de promesa – expuso respetuosa pero muy seriamente Reginald.
- ¡Vaya! – Dijo el Supremo Señor – eso suena muy serio, ¿quieres explicarte hijo mío?
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- Si Mi Señor – expuso respetuosamente Reginald – en mi juventud recibí una
promesa tuya de que durante mi vida podría disfrutar del amor verdadero, de una pareja
ideal con quien viviría muy enamorado y con la cual sería muy feliz, esta promesa no
me fue cumplida, Amado Señor.
El Supremo Señor miró muy amorosamente a Reginald, y con su dulce voz le pidió:
- ¿Quieres contarme los detalles de tu vida? Cómo si Él no los conociera, pero quería
escuchar la versión de Reginald.
Y Reginald contó como jamás se había dado por vencido, pues había confiado en las
palabras del ángel y en la promesa del Creador, y finalizó su relato con estas palabras:
...toda mi vida, sin desmayo, busqué confiado y esperanzado que en alguna parte
habría una mujer que me amaría totalmente y sin medida...
- Espera, espera – le interrumpió Dios, con gran cariño – ¿quieres repetirme esa última
parte, hijo?
- Si Mi Señor - siempre estuve seguro de que, conforme a la promesa del ángel, en
algún lugar encontraría una mujer que me amaría....
Esta vez el Señor no le dejó continuar... mirándole con gran amor y benevolencia (Él
es así) le dijo:
- Hijo mío! Hijo mío! Ahí estuvo tu gran error, has efectuado tu búsqueda al revés, tu
corazón se encontraba cerrado, no puede entrar el amor en un corazón cuya puerta se
encuentra cerrada.
- Pero Mi Señor – balbuceó Reginald – no... no... no entiendo Señor, si precisamente
anduve por todo el mundo con el corazón abierto buscando a alguien que lo llenara con
su amor...
El Padre Eterno abrazó con ternura a Reginald (Él es así) y de la manera más amorosa
posible le enseñó:
- Reginald, la puerta del corazón SÓLO SE ABRE HACIAAFUERA, debes abrir tu
corazón PARA DAR Y OFRECER TU AMOR, sólo así estarás dando oportunidad de
que el amor pueda llegar a ti...
- NO SE TRATA DE BUSCAR QUIEN NOS AME, ¡SE TRATA DE BUSCAR A QUIEN
AMAR!!
Reginald se quedó sin aliento, con los ojos de par en par y... le parecía que... no lo
podía creer.
- ¡Pero Señor! – gimió adolorido – yo no lo sabía, ¿porqué nadie me lo dijo? ¿Por qué
nadie me lo explicó así? ¿Cómo podría saberlo?
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- Amado hijo mío – repuso paciente y amorosamente el Señor (Él es paciencia y amor)
- Todo el conocimiento ya ha sido entregado, todas las respuestas ya están dadas - y
ante el asombro de Reginald continuó –...se encuentran en la Biblia, en las librerías, en
las bibliotecas, en los ancianos, en las cátedras, en el corazón de las madre, en los
buenos consejeros...
Reginald ni respiraba.
Y con toda su Divina Autoridad el Señor expuso:
- Encontrar esa orientación, aquellas respuestas y las guías adecuadas... ES
RESPONSABILIDAD DE CADA PERSONA. Las respuestas ya existen – repitió Dios –
pero te toca buscarlas, ir por ellas, estudiarlas, preguntar, investigar, insistir, analizar,
indagar, averiguar, consultar, leer buenos libros, asistir a conferencias... y no darse por
vencido hasta encontrarlas, ya que todas han sido entregadas...
Abrumado ante la grandeza de tal descubrimiento y ante la importancia de esta
revelación, Reginald se sumió en profunda meditación, cerrados sus ojos, casi ni
respiraba...
Finalmente, como despertando de un profundo y largo sueño, Reginald se puso en pie
lentamente y sabiendo que... “Si no le pides a Dios que es tu Padre y el dueño de
Todo, entonces ¿a quién le pedirás?"
"Si no le pedimos a Dios que es todo amor, ternura y misericordia, ¿a quien le
pediremos?” Entonces se atrevió a acercarse al Trono Celestial del Supremo Hacedor,
y tímida pero esperanzadamente le preguntó:
- Amado Señor, ahora que me has permitido descubrir y conocer estas verdades, ahora
que me has dado la oportunidad de enterarme de los secretos para poder vivir un
verdadero amor de pareja... te molestaría darme otra oportunidad?
- Señor, Tú que todo lo puedes – suplicaba ahora Reginald – ¿quisieras darme otra
oportunidad que me permita disfrutar de la dicha de un abrazo enamorado, de un beso
de amor, del placer de compartir, de sentir que me entrego y de sentir que alguien... me
entrega su vida enamorada? ¿Querrías Señor? ¿Por favor?
El Señor miró largamente a Reginald, con esos ojos suyos dulces, tiernos y
maravillosos que nos ven hasta el fondo del alma. Reginald había sido un buen rey...
tal vez... hummmm...
Finalmente se dirigió a nuestro amigo y le planteó lo siguiente:
- Hijo mío, mi gran amor me mueve a darte esta nueva oportunidad que me pides, pero
sucede que en la programación actual no hay forma de ubicar un príncipe con las
condiciones aquellas que...
- ¡Señor! ¡Señor! - Interrumpió emocionado Reginald - con tal de tener una nueva
oportunidad para vivir el amor, estoy dispuesto a nacer pobre, humilde, a trabajar de sol
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a sol, a dormir sobre un jergón, no me importaría ser gordo o flaco, alto o bajo, ni
siquiera me importaría ser, en esta nueva vida... hombre o mujer.
Hummm - pensaba el Señor – hummm...
Y PARECE QUE FINALMENTE DIOS NUESTRO SEÑOR ACEPTÓ...
PORQUE ESE DÍA... ¡NACISTE TÚ!