Este documento compara la situación actual de la Sociedad Teosófica (S.T.) con lo ocurrido en 1885, cuando algunos miembros también querían que la S.T. se alejara de la enseñanza sobre los Maestros y el ocultismo. El autor argumenta que relegar a los Maestros, como propuso el Coronel Olcott en 1885, habría conducido a un fracaso de la S.T. En cambio, H.P. Blavatsky mantuvo la importancia de los Maestros a través de la Sección Esotérica
1. El futuro de la Sociedad Teosófica
C. JINARAJADASA
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2. EL FUTURO DE LA S.T. CON LOS MAESTROS O SIN ELLOS
Es conveniente enfrentarse cara a cara con los hechos. Y muchos creen en el hecho de que
en el curso de los últimos años a partir del Congreso de Ommen de 1923 han ocurrido
demasiadas revelaciones pretendiendo explicar a los M. S. T. los deseos de los Maestros.
Estas revelaciones de carácter oculto las consideran muchos teósofos sinceros como un
gran peligro para el futuro de la S. T. Un residente de Adyar muy al corriente me ha
informado «que a menos que todo esto no varíe » acabará la misión de la S. T. antes de
cinco años. El tema ha sido claramente expuesto por el Dr. J.J. Van der Leeuw en el
articulo aparecido en EL LOTO BLANCO de junio. Personalmente hablando, la Teosofía
(comprendidas en ella las relaciones ocultas) sólo me ha servido para un objeto : realizar el
significado mas intimo de la vida. El conjunto de hechos conocidos en el presente con el
nombre de «ocultismo» me han hecho el problema de la vida mucho mas claro de lo que
fuera sin ellos. La Teosofía siempre ha sido para mi una ciencia, y los hechos ocultos
exactamente lo mismo que los demás, es decir, materiales por cuyo medio se puede
construir un código de conducta. Naturalmente, sólo en la misma medida en que los
sedicentes hechos son ciertos para mi, puede mi filosofía de la vida serme útil. He
considerado siempre las «revelaciones» como cualquier otra afirmación; las he creído en
proporción de la necesidad que tuviera de creer en ellas y no mas. He aceptado
conscientemente el peligro de ser engañado. Hoy, muchas personas que antes creyeron
firmemente se dan cuenta de que no pueden continuar creyendo. Esto no tiene nada
sorprendente, pero lo que si sorprende es la acusación que lanzan de haber sido engañados
por los demás. Nadie les obligaba a creer, y sin embargo creyeron; cabe suponer, pues, que
esto se debió a que su temperamento les inclinaba entonces a la creencia, que tenían
necesidad de creer. Mas ahora que el periodo de duda ha comenzado para ellos, en lugar de
acusarse de haber creído tontamente, escandalizan a quienes proclamaban una «revelación»
y les acusan de habérsela indebidamente impuesto, induciéndolos así al error. Este
sentimiento de haber sido inducidos a error se nota en muchos que creen que la S. T. se
halla en grave peligro y proponen como remedio que en lo futuro la S. T. se aparte del
ocultismo en general y enfoque su principal esfuerzo en proclamar solamente la vida
interna; naturalmente, una vida interna que cada cual debe descubrir, pero sin «seguir» a
ningún jefe, sea de la S. T. o cualquier ser superior, como por ejemplo, un Maestro. En una
palabra, para estas gentes, cuanto menos se hable de los Maestros y de lo que ellos desean
que sea la S. T., tanto mas el futuro de esa se asegurara. Es interesante comprobar que esta
situación de 1930 es la misma de 1885. De 1880 a 1884 H. P. B. hizo de la existencia de los
Maestros el vigía de la escena teosófica. Los propósitos de los Maestros respecto a la S. T.
eran su fe y nunca hizo de ello un secreto. Cartas y mas cartas emanadas de los Maestros
fueron proclamadas en el mundo teosófico principalmente por su mediación. Fue un
periodo de «revelaciones» que llegó a un grado jamás igualado después; enseguida
sobrevino la reacción. Vióse surgir la acusación de los Coulombs de que H. P. B. había
elaborado las «revelaciones»; y con ellas los Maestros, evidentemente. La historia de estos
acontecimientos esta al alcance de todos. EI resultado fue, empero, que los Maestros
quedaron definitivamente relegados a ultimo termino. Hizo esto el coronel Olcott
deliberadamente y lo adoptó como línea de conducta. No quiere decir esto que no creyera
3. en la existencia de los Maestros, ya que creía en ellos firmemente. Pero pensó que era
mejor para el futuro de la Sociedad que esta limitara sus actividades a la religión
comparada. En «The Theosophist», el único órgano que expresaba entonces la voz del
movimiento teosófico, eliminó intencionadamente todo cuanto atribuía a los Maestros la
verdadera dirección del movimiento. H. P. B. y su ocultismo fueron silenciosamente
relegados para el bien de la Sociedad. Olcott hizo entonces lo que muchos desean que haga
la S. T. en el presente. En 1889, sin embargo, H. P. B. abrió la Sección Esotérica de la S. T.
El coronel Olcott no creía conveniente su fundación y fue necesaria una carta del Maestro
K. H. para que adoptara una actitud diferente. Finalmente accedió. Pero en el periodo
mediante 1885 y 1889 la política del coronel Olcott consistió en dejar por completo a los
Maestros en el ultimo termino del movimiento que interesa hoy día. Existe un
memorandum manuscrito de H. P. B. en que relata lo que el maestro le dijo concerniente a
la política seguida por el coronel Olcott que se halla en Adyar, entre las cartas de los
Maestros conservadas en el área de la Sra. Besant. Alguna vez he citado sus pasajes.
Evidentemente esta carta trata, en gran parte, de acontecimientos en el cuartel General de
Adyar. Pero se evidencia el error del comportamiento adoptado por el coronel Olcott al
relegar a ultimo término a los Maestros y el ocultismo; lo cual, una vez ocurrida su muerte,
hubiera infaliblemente conducido a la S. T. a un fracaso. Para evitar tal posibilidad, H. P. B.
requirió la atención sobre los Maestros y el ocultismo, si bien no se dirigía mas que a un
selecto grupo de miembros pertenecientes a la Escuela Esotérica y no a todos los M. S. T.
como ocurrió de 1880 a 1884. Un proverbio ingles dice: «No echéis al niño vaciando la
bañera». Esto, sin embargo ocurrió en 1885. El coronel Olcott envió en 1885 a H. P. B. a la
India lejana, para evitar lo que llamaba «sus indiscreciones» las que creía nocivas para la
Sociedad Teosófica. Cuando H. P. B. llegó a Europa, M. A. P. Sinnet se mostró impaciente
para enviarla de nuevo a la India por idénticos motivos (tengo ante mi su carta al escribir
estas líneas). De suerte que durante cierto tiempo los Maestros y H. P. B. fueron eliminados
de las tareas de la S. T. rogando a la Sra. Blavatsky que se limitara a escribir la «Doctrina
Secreta», manteniéndose ajena a la administración de la Sociedad. Pero hacia 1889
«volvió» ella para establecer en Londres un centro con un grupo externo de discípulos y
para fundar la S. E. T., el «corazón de la Sociedad» como ella la llamaba. Cumplida esta
misión, ingresó en la S. T. Annie Besant. Las condiciones son idénticas hoy. Por ello se
dice que ciertos iniciados (o que se dicen tales) han conducido a la Sociedad a un precipicio
(tal es la acusación) por sus proclamas y revelaciones, y se nos ruega eliminar por completo
hoy a los Maestros en nuestra comprensión y dirección de los asuntos de la S. T. En otros
términos: se nos pide que vaciemos el agua de la bañera y echemos al niño. La ley cíclica
conduce las circunstancias de 1930 lo mismo que en 1885.
C. JINARAJADASA
(BULLETIN THEOSOPHIQUE)