1. U N O S P U N T O S D E R E F L E X I Ó N
Docencia
2. D O C E N C I A B I E N E N T E N D I D A
Primera parte
3. Objetivos de la Primera Parte
Clarificar la misión del educador.
Entender la docencia como respuesta a una
vocación, distinguiéndola de algunas visiones
recortadas o limitantes.
Presentar un perfil del educador.
4. La docencia es…
en respuesta a una vocación,
… una forma de ser,
con el objetivo de lograr que las personas bajo su
tutela y, en general, cualquier ciudadano, se formen
integralmente y así puedan vivir más plenamente.
… comparable al ejercicio de la medicina y al
sacerdocio, y al de otros servicios como el del policía,
el militar, el gobernante, el dirigente y el enfermero.
5. La docencia no es…
… algo que quede garantizado con un título (aunque
sea mejor tenerlo).
… un trabajo (aunque por ejercerla se cobre una
remuneración).
… una actividad sujeta a horarios y lugares.
Esta visión de la docencia no se debe
malinterpretar como “romántica” o idealista.
Todo lo contrario: se vincula con la esencia
misma de la condición del educador.
6. ¿Qué tenemos entre manos?
Personas en formación, en una etapa decisiva en sus
vidas.
La educación de los ciudadanos y las familias.
La construcción de un futuro y de una comunidad
mejores (y esto no es una frase hecha).
Una parte muy importante en la transmisión de la
cultura y los valores.
Una misión que no puede tomarse a la ligera.
7. Para pensar (I)
El fruto de la acción (u
omisión) mancomunada
de familias y docentes,
incidirá directamente en
las generaciones
venideras que tendrán a
cargo la conducción y
gestión de la sociedad.
El hecho de que en
educación la cosecha esté
tan lejana, a veces nos
hace perder de vista que
estamos sembrando
futuro, para bien o para
mal.
“Las buenas escuelas son
fruto no tanto de las
buenas legislaciones cuanto
principalmente de los
buenos maestros (...),
egregiamente preparados e
instruidos cada uno en la
disciplina que debe enseñar
y adornados de las
cualidades intelectuales y
morales que su
importantísimo oficio
reclama...”.
(Pío XI, Divini Illius
Magistri, 55).
8. Lo que todos queremos…
Cantidad de alumnos que permita una dedicación aceptable.
Alumnos bien alimentados y con buena salud física y mental.
Alumnos con los útiles escolares necesarios.
Alumnos que asuman una disciplina elemental que permita la
convivencia y el desarrollo de las clases (sin olvidar que estamos ante
personas que nunca se comportarán como adultos, aunque a veces se
conduzcan como los “adultos” que ven a diario).
Un lugar físico en buenas condiciones.
Recursos básicos: tizas, un buen pizarrón de tamaño adecuado, libros,
mapas, marcadores, instrumentos de dibujo, computadoras, etc.
Un año lectivo sin situaciones anormales.
Directivos y autoridades jurisdiccionales que dejen trabajar.
Un sueldo acorde que se nos pague a tiempo, etc.
9. … pero…
Aunque todas las condiciones materiales estén dadas, incluso las
que hoy se consideran indispensables (computadoras, aparatos
de proyección, internet, etc.), la educación no queda garantizada,
dado que el principal aspecto a desarrollar es el humano, y para
ello se requieren condiciones espirituales. La abundancia no
garantiza el éxito, ni la escasez trae como consecuencia necesaria
el fracaso.
“Durante el primer invierno no hubo ni pluma ni tinta. Poco papel y ni una mesa
tranquila, ni un rincón de paz, sino siempre ese vaivén de los “quehaceres
domésticos”; en suma, el trabajo en la cocina, el cuaderno en medio de la vajilla y
el propósito obligado de endurecerse y salir a la superficie fuera de los ruidos. Los
instrumentos nos fueron devueltos gota a gota, con largos intervalos. Si nos
hubieran dado la estilográfica, los cuadernos y los libros todo al mismo tiempo,
entonces habríamos sucumbido de nuevo ante la abundancia”.
(Jean Guitton, “El trabajo intelectual”).
10. Si no, pensemos: ¿por qué…
…con cada vez más capacitaciones de docentes
(desde hace dos décadas a esta parte),
…con un alumnado inundado de tecnología,
…con un facilismo alevoso para aprobar las
materias y pasar de curso (¿aprender? es secundario),
…con cada vez más días de clase,
…con cantidades ingentes de dinero invertidas en
equipamientos a escuelas, subsidios y becas…
…la calidad educativa y personal de alumnos
y docentes, y de la sociedad en general ha
decaído a niveles alarmantes?
11. Notas sobre educar
Es un arte, no una técnica.
No es sólo instruir ni capacitar para el trabajo.
No es adoctrinar.
No es sólo enseñar habilidades.
No es adiestrar.
Es formar, ayudar a crecer, guiar.
Es orientar hacia el bien, la verdad y la belleza.
Es colaborar con cada persona, que es única e
irrepetible, para que ésta desarrolle sus potencialidades.
12. Enseñar = dones + pasión + dedicación
Cada docente ha recibido dones en mayor o menor medida.
Se aprende también con esfuerzo y dedicación. El esfuerzo
no suple a los dones. Se tiene algo dado y algo conquistado.
Indispensable es la pasión por lo que uno enseña, que también
alimenta un gran deseo de aprender más sobre nuestro objeto de
estudio. Éste pasa entonces a formar parte de nuestra vida, de nuestro
pensamiento y de nuestro sentir. “Somos” junto con lo que
enseñamos. De otra manera seremos meros repetidores y daremos
clase como se hace un trabajo. El impulso vital de la pasión evita el
anquilosamiento y el estancamiento.
No hay recetas para enseñar. Los consejos de los otros y las
técnicas de los pedagogos pueden servir, pero enseñar es en sí un
arte y un camino personal. Cada docente lo debe transitar,
ejercitar y ensayar, poniendo en acto las virtudes del educador.
13. Para pensar (II)
“Educar a un joven no
es hacerle aprender
algo que no sabía, sino
hacer de él alguien que
no existía.”
(John Ruskin)
“No se puede enseñar
inteligencia, pero se
puede mostrar hacia
qué punto hay que
dirigir la mirada para
que la inteligencia nos
visite” (J. Guitton)
"El maestro procurará con su
conducta y en todas sus
expresiones y maneras,
inspirar a sus alumnos, amor
al orden, respeto a la religión,
moderación y dulzura en el
trato, sentimientos de honor,
amor a la virtud y a la ciencia,
horror al vicio, inclinación al
trabajo, despego del interés,
desprecio de todo lo que diga
profusión en el comer, vestir y
demás necesidades de la vida,
y un espíritu nacional que le
haga preferir el bien público al
privado.“ (Manuel Belgrano)
14. Notas sobre un educador (I)
Se considera un profesional y encara seriamente el
ejercicio de la docencia.
Toda su persona “habla”: sus acciones, sus actitudes,
su ejemplo. No está trabajando, está “siendo”. Él es
en sí un mensaje.
Por eso es coherente y auténtico dentro y fuera de la
escuela.
Es conciente de la trascendencia de sus acciones.
Aspira a ser maestro.
Está comprometido con su crecimiento personal en
todos los aspectos, procurando ser virtuoso.
15. Notas sobre un educador (II)
No es un actor educativo.
Es autónomo ante exigencias que se oponen al
sentido común, a lo correcto, a lo natural o a sus
principios. Distingue lo legal de lo legítimo.
Se considera un educador, no un “trabajador de la
educación”.
Procura faltar lo menos posible a sus obligaciones,
para no privar de su servicio directamente a los
alumnos a él encomendados, e indirectamente a la
comunidad.
16. Para pensar (III)
En algunas actividades humanas las acciones incorrectas, las
omisiones o las negligencias, son de consecuencias inmediatas,
notorias, indeseables, razón por la cual a los responsables se los
amonesta o castiga. Entre las consecuencias de estos actos u
omisiones están muchas veces daños a la integridad del prójimo o
daños materiales.
En otras actividades humanas, en cambio, como la educación, las
acciones erradas, las omisiones o las negligencias son de
consecuencias a largo plazo e invisibles en el momento presente.
Los responsables son tan reales como los del caso anterior, pero
de hecho casi nunca son castigados. Sin embargo, y en todo caso,
los efectos que inexorablemente aparecerán tarde o temprano,
inciden en algo mucho más valioso que los bienes materiales.
18. VIRTUD
Hábito bueno
integrado a la
conducta personal
Dominante ética
que se manifiesta
en cada situación
El ser humano se desarrolla plenamente
mediante el ejercicio de las virtudes.
“No se trata tanto de hacer virtuoso el
instinto, como de hacer instintiva la virtud”.
19. El educador y las virtudes
Si bien toda persona está llamada a ser virtuosa,
debe serlo más quien tiene bajo su influencia a
otras personas (padres, dirigentes, autoridades,
docentes…).
Las virtudes deben enseñarse como contenido de
estudio, pero fundamentalmente es a través del
ejemplo como el alumno entiende y vive la virtud.
De aquí el enorme valor que tienen la coherencia y
la autenticidad.
Virtuosismo no es puritanismo.
20. D O C E N C I A B I E N E J E R C I D A
Segunda parte
21. Objetivos de la Segunda Parte
Presentar aspectos de un desempeño virtuoso de
la docencia.
Dar elementos de valoración particulares en
relación con situaciones habituales en que el
docente participa o interviene.
Reflexionar sobre la propia vivencia docente
(que es más que una mera “práctica”).
22. VERACIDAD
Se enseña siempre lo verdadero.
No se miente en ningún caso:
Consiste en ser veraz, proclamar la verdad y no mentir. La
verdad es un valor superior. El docente no es dueño de
ella, sino servidor. La veracidad lleva a amar la verdad.
a) ante preguntas cuya respuesta desconocemos,
b) al hablar de un tema que los alumnos ignoran;
c) no dice que se olvidó en casa los exámenes corregidos,
cuando en realidad no los corrigió todavía…
23. VERACIDAD
Conviene postergar una respuesta que no se tiene, antes
que mentir para “quedar bien”.
Quien es sorprendido mintiendo pierde confiabilidad y
autoridad.
“La verdad los hará libres (Jn. 8, 32)”
Un error se debe admitir y subsanar sus consecuencias.
No es correcta la mentira “piadosa”.
24. ESTUDIOSIDAD
La estudiosidad lleva a no anquilosarse:
Quien ama la verdad desea poseerla en grado cada vez mayor.
En la docencia esto implica la práctica de la estudiosidad, el
deseo de conocer cada vez más y con mejor calidad la
propia disciplina.
a) La lectura (de la especialidad y otros) es habitual.
b) El estudio no terminó al recibirse de profesor. Es al revés.
25. ESTUDIOSIDAD
c) Los cursos no bastan ni son garantía. También hay libros,
revistas, videos, sitios web serios…
El conocimiento de la propia disciplina es uno de los pilares
de la autoridad del docente, y uno de los aspectos de él que
los alumnos más valoran.
d) ¿Siempre el mismo apunte o programa, año tras año, la
misma fotocopia, el mismo trabajo práctico? Los materiales
se revisan, se actualizan, se les da otro enfoque, se
reemplazan partes, etc. No confundir con esnobismo.
26. AMOR A LOS ALUMNOS
Amar a los alumnos es buscar su bien, sin reticencias, sin
cálculos, con pureza de intención.
a) no es hacerle fáciles las cosas ni hacerlas por ellos;
b) se ejerce sobre ellos una exigencia saludable; no
ama quien no exige (porque no ayuda a crecer);
c) se procura conocerlos mejor e involucrarse
equilibradamente con su persona;
d) lleva a respetarlos por lo que son; quien ama a sus
alumnos no ridiculiza, ni “relaja”, ni subestima;
e) lleva a no subvalorar sus capacidades.
27. AMOR A LOS ALUMNOS
Paciencia: saber esperar, insistir, reiterar,
la confianza en la capacidad de los demás,
la tolerancia de los defectos ajenos.
Se complementa con
Esta virtud hace ver en cada alumno una persona
irrepetible y única, y comprender que no tienen
sentido expresiones como “los de quinto” o acciones
como los castigos colectivos.
¿Qué piensa y cómo se refiere usted a sus alumnos?
28. JUSTICIA
El docente pone todo el empeño en ser justo, con base en
pautas claras que conoce todo el alumnado.
La justicia se complementa con la virtud de la misericordia,
que también hay que saber ejercer.
La injusticia y la arbitrariedad desmoralizan al que se dedica,
y deforman la conciencia del que no se aplica.
Los estudiantes son sensibles en grado sumo a las injusticias;
si bien no siempre reclaman justamente, en ocasiones les
asiste la razón.
El docente injusto, el excesivamente dadivoso o el
inmisericorde, pierden a la larga autoridad.
Este es un valor superior. Consiste en dar a cada quien lo que le
corresponde. Es importante educar en la justicia.
29. JUSTICIA
Solemos “bajar la nota” por conducta inadecuada o poca participación, pero
casi nunca la “subimos” por lo contrario.
Hay quienes ponen la misma nota “a todo el mundo” ya sea en trabajos
prácticos o, incluso, sistemáticamente, en la planilla trimestral. O aprueban a
todos. Salvo excepciones, en general esto no es justo, ni serio.
A quien merece aplazo en el primer trimestre a veces le regalamos puntos
“para que tenga oportunidad”, pero al que le va un cinco en el tercero, no le
regalamos un punto… ¿No es mejor obsequiar al final?
Cuando postergamos un examen a petición de los más “vagos” que llegaron a la
escuela sin estudiar, somos injustos con los que cumplieron su deber y
estudiaron, tal vez resignando cosas más placenteras.
Solemos durante el año ser muy exigentes en las pruebas, pero en diciembre
o febrero somos laxos y el alumno termina pensando que conviene andar de
vago durante el año y después rendir la materia.
Injusticias frecuentes en el ejercicio de nuestra docencia:
30. AUTENTICIDAD
Consiste en ser una unidad; lo interior y lo exterior son coherentes.
El pensar, el obrar, el decir, el sentir, están integrados en una
persona que vive y se muestra tal cual es.
El docente auténtico no es, por lo tanto, un actor educativo,
ya que no está “actuando un papel”, sino que está siendo él
como es, en la escuela o fuera de ella.
Ser auténtico es condición del maestro; su palabra y su
ejemplo tienen la fuerza de la coherencia.
El doble discurso, la incoherencia entre lo dicho y lo vivido,
tiene un efecto nefasto en la educación (peor aún en los casos
en que el docente es quien da materias formativas).
Ser auténtico no significa ser desinhibido.
31. RESPONSABILIDAD
Consiste en dar respuesta a lo que se espera de nosotros, al
cumplimiento en tiempo, forma y calidad, de nuestras
obligaciones y compromisos, y asumir las consecuencias de
nuestras acciones y omisiones.
El docente prepara sus clases procurando que sean de
calidad y que sirvan a sus alumnos para aprender.
Entrega exámenes o tareas corregidos en un tiempo acorde
para que sus alumnos y los padres tengan esa valiosa
información.
Cumple con los plazos de entrega de información y
documentación, institucionalmente establecidos.
32. ORDEN
Consiste en disponer cada cosa en el sitio que le corresponde.
La virtud del orden es de alto valor formativo. Quien es
ordenado la transmite y promueve. El buen orden siempre es
humano, no mecánico.
El orden se da en diversos aspectos: personal, del propio
desempeño, de las relaciones personales e institucionales.
“Cuida del orden, y el orden cuidará de ti”
33. ORDEN
Personal
Presentación acorde,
expresa madurez, se
distingue del
alumnado
Es cuidadoso con su
intimidad
En el desempeño
Es puntual
Es prolijo en sus
registros, sus
comunicaciones, el
pizarrón
Es previsor, organiza
clases y evaluaciones,
tiempos de corrección
Exige orden. Se ocupa
de un aula ordenada.
En las relaciones
No se relaciona de
igual a igual con el
alumnado
Respeta jerarquías,
distingue su posición
respecto de los demás.
34. ORDEN
Algunas faltas al orden habituales en la docencia:
Desorden en el uso del pizarrón, en la organización de la clase.
Uso personal del celular en el aula.
Confección desprolija o descuidada de planillas o actas.
Despreocupación por el orden en el aula.
Relación con los alumnos sin guardar una distancia necesaria:
o con un trato excesivamente informal ,
o compartiendo informaciones personales (redes sociales y otros medios),
o usando el mismo lenguaje adolescente,
o tomando partido con ellos en posturas críticas hacia la institución, hacia colegas
o hacia otros grupos de alumnos.
Impuntualidad para llegar a hacerse cargo de la clase.
Uso el tiempo de clase para otras cosas (corregir, divagar).
Improvisación de clases, avances y retrocesos con los temas, reiteraciones…
Dejar todo para lo último, pasa el tiempo y no se evalúa, dilaciones…
35. MADUREZ
La persona madura evidencia estabilidad de ánimo.
Mantiene la calma y el equilibrio, no se descontrola.
No adopta actitudes adolescentes.
Es una referencia adulta para el educando.
Mantiene buen humor y disposición constantes.
Transmite la sensación de estar a cargo.
Acepta sugerencias pero no cede a presiones de los
alumnos. Toma decisiones racionales y las sostiene.
36. HUMILDAD
Consiste en la justa valoración que la propia persona hace de sí.
“Si yo soy superior a mis vecinos deberían ser ellos y no yo los
encargados de decirlo.” (G. Sarton)
Por una falsa humildad hay quienes no ponen sus
cualidades al servicio de los demás, porque según ellos “no son
capaces” de asumir algunos compromisos.
Se conoce a sí mismo y no se infravalora.
Se evitar a toda costa la pedantería.
La humildad va aparejada con la gratitud. “Por favor” y
“gracias” siempre están vigentes.
La humildad conlleva la aceptación de las sugerencias y
correcciones de colegas, directivos e incluso alumnos.
37. OTRAS VIRTUDES
Prudencia: en el obrar, en las decisiones, en lo que se
dice. Analizar. Sopesar. Decidir con calma. No prometer
lo que no se puede cumplir.
Fortaleza: el educador es fuerte sobre todo en su interior,
con reservas espirituales para afrontar diversas pruebas.
Silencio: así como en educación es fundamental hablar,
también es necesario callar. Hay silencios que son gritos.
Autocrítica: reconocer y valorar justamente aciertos,
errores y limitaciones.
Optimismo: no se puede ser educador y pesimista. El
mensaje educativo en sí es de esperanza en la mejora.
39. UNA MISCELÁNEA
Si se quiere ser amado, hay que ser amable.
Mantener una actitud confiada y leal. Que el alumno
sepa que se confía, pero también que se está atento.
Al mandar o pedir algo: “por favor” y “gracias”.
Saludar.
Mejor pocas palabras y muchos hechos. A veces
hablar desautoriza. Otras, el silencio habla.
No gritar.
No usar la sátira, la ironía, las frases mordaces.
Que el alumno no se lleve la impresión de que se lo
está “gozando”.
40. UNA MISCELÁNEA
Hacer bien y con plenitud lo que se hace.
Ser imparcial, sin preferencias, ni enemistades. No
comparar a los alumnos, ni los cursos.
Buen porte, trato, presentación. Nunca manos
encima, sobrenombres hirientes, palabras groseras.
Carácter constante, guiarse por la razón y no por la
pasión.
Firme decisión. Seguridad en lo que se manda y
mantener una orden justa. Sano criterio para
mandar. No castigar cualquier mínima falta.
Esforzarse por no privar a los alumnos del servicio.
41. UNA MISCELÁNEA
Mantener las promesas.
Puntualidad impecable.
Ver todo, disimular mucho, corregir poco y lo
necesario.
Tratar de conocer los alumnos lo más pronto posible.
Completo acuerdo con los colegas. No desacreditar ni
desautorizar ante los alumnos.
Evitar choques de voluntades con alumnos, ni querer
demostrar quién manda o tiene el poder.
42. UNA MISCELÁNEA
Seguimiento conciente y constante. Éste tiene fuerza
moderadora, poderosa, formadora.
No esperar reconocimiento de nadie.
Paciencia indispensable e interminable.
No hablar a la ligera de sus alumnos o cursos.
Ante algunas exigencias, ponerse a veces en lugar de
los alumnos y también ser inteligente y diplomático.
Pensar la propia tarea en perspectiva de varios años
por delante.
44. La educación siempre ha de cumplirse en
beneficio de un otro.
La educación se realiza esencialmente con la
presencia de un amor benevolente que instaura el
vínculo educativo, sugiriendo un camino con su
propio ejemplo y el ímpetu de su carácter.
45. La educación no debe ser entendida como la
formación de habilidades o competencias, sino
como una influencia que guía y consolida el
carácter del educando para que logre una clara y
correcta conciencia de su libertad.
Este es el sendero que debemos enseñar a
recorrer, el de una sabiduría que proclama:
“encuéntrese cada uno consigo mismo y venza en sí
mismo todo aquello que no es acorde a lo
propiamente humano”.
Porque la más doliente ignorancia se consuma
cuando se es vencido por un “sí mismo“ inferior que
prevalece y triunfa sobre nuestra humanidad.
46. Se ha de enseñar el arte de “vencerse a sí mismo”:
sé quién eres, pero sé cómo debes “ser”.
La exigencia de armonía interior y unidad de carácter
como condición de felicidad, exige que nos esforcemos en
la conquista del señorío que ha de lograrse en el ejercicio
de las virtudes. Logro que requiere fundamentalmente de
dos disposiciones, la propia inquietud de ser mejor y el
ejemplo que conduce hacia ese fin.
47. No habrá inquietud en la juventud si los
educadores no tienen la sagacidad de suscitar el
reconocimiento de esta necesidad, y sin una
presencia que constantemente afirme con su
ejemplaridad la realidad que pretende enseñar.
La realización efectiva de la educación no ha de
ser posible sin la presencia de un maestro, al que
podríamos llamar “señor de sí mismo”, que educa
con el saber y muestra en su vida una coherencia
humanamente correcta que se condice con el mismo
saber que enseña.