Poemas de amor y desamor de Julio Bartolomé

ZONA POÉTICA - Bartolomé 2012

ZONA POÉTICA
JULIO BARTOLOMÉ

Puedes escuchar la voz del poeta leyendo sus poemas en:

http://www.youtube.com/watch?v=lRdm61BQVOo&feature=relmfu

http://www.youtube.com/watch?v=YVBVXbLJ1PE&feature=channel&list=UL

POETA DE CAMA

¿Acaso seré un amante poeta de cama?
Mis pies de palo sujetan mi cuerpo echado.
Por las sábanas, discurren las letras que escribo.
Acojo mis lágrimas en dos tristes almohadas.
Me abrigo con mantas de sueños en versos.
La musa encantadora duerme y me acompaña
y es la noche mi mejor inspiradora.
Sí… No cabe duda. Soy un amante poeta de cama.
Por la mañanas, me despierto y tócame trabajar
dejando a mi poesía sola y abandonada
como quien deja llorando a su amada.

1 CONGLOMERADO CULTURAL:
"PROMOVIENDO LA INTEGRACIÓN DE CREADORES"


PREMONICIÓN

Creo estar preparado,
un poco, no tanto;
listo para amar nuevamente
y dejar de amar lentamente.
Tal vez, me sienta un torreón
de piedras cubiertas de musgo,
una especie de ave en busca
del mejor aire y no del nido.
Tampoco escapo a no querer cambiar,
cimentar mis amarguras y dolores
en esta tierra sin vista ni acogida,
confundido entre los malos olores
y las escasas brumas de fríos escondidos;
pero creo estar preparado igual,
demasiado, no tanto.
Al fin y al cabo, ¿quién se prepara
para amar, para dejar de amar?
Sólo se ama y punto;
sólo se deja de amar y punto.

SIN TI

No entiendo cómo así sobrevivo sin ti.
Ya no está conmigo la luciérnaga que lagrimea en los ojos,
ni me abrigan tus débiles manos, ni se posa entre mis labios
siquiera tu nombre.

Pero vivo aún así.
Prosigo existiendo; y así sea con los aires que me da el alba,
mi recuerdo te retiene escabullada entre mi mente,
tan sólo con lo que fue tu rostro.

Debe ser porque no te has ido del todo aún;
que, aunque ya no estás junto a mí,
tal vez, me añores lejos de aquí.

Y, entonces, condenada a no pronunciar mi nombre,
la luciérnaga aparezca convertida en poesía
y tus manos topen los versos que me alimentan
para no morir.

Tendré que esperarte sin saber venir,



amarte aún cuando te fuiste de mí,
sin lo nuestro, lo poco nuestro, lo nada nuestro.

Pero, dejándote ir, y eso es lo peor;
ya que, si al final, sobrevivo sin ti,
de qué me valió haberte amado
si ni siquiera me acordaré de ti.

GUARDAR

Guardo tu ejemplo, tu mirada,
la luz que me abrigaba.
He dejado ir, bajo el tamiz de la puerta aún sin abrir,
todas las veces que fuiste mía.
Junto a mí, celabas hasta a la propia sábana
mientras la noche oscura empezaba a cantar.
Pero, acostado en esta cama que era nuestra, te veo,
recorro mis manos por tu rostro
y siento dormitar tu voz sobre nuestra almohada.
¡Ha de parecerse en sus revoltijos a la aurora!,
como quien se desnuda y se queda ella sola.
Guardo tantas cosas;
mas, quiero vivirlas nuevamente contigo.
No basta tenerlas amontonadas en mi memoria;
necesito despertarte
y darme cuenta que sigues siendo la de siempre.
Pero, volteo acostado en la misma cama
y ya no te veo junto a mí;
te has ido por el hoyo de mi corazón agujereado
que, a pesar de guardar tanto de ti,
no ha sabido guardarte a ti.



QUÍMICA

Eres hermosamente absorbente,
un proceso químico que funde mi alma
y atrapa sentimientos en capas desnudas de tiempo.
Eres energía de reacción que colapsa mi ansiedad
y persigue cualquier cosa que haga,
suma de medidas que no atora el aire;
al contrario, lo ennoblece e inciensa
hasta el cúmulo de estímulos imparables
en busca de lo que la historia llama amor.

Quisiera besarte, invadirte toda enzima,
ser parte de tu metabolismo subsistiendo de mi afecto,
acelerar el crecimiento de mis nervios
que, como espasmos emocionales, van y vienen
recorriendo irracionalmente toda actividad biológica.
Deseo seguir enamorado, así sea fisiológicamente;
dos seres vivos que disjuntos nos modulamos
y entrecruzamos como agentes estimulantes
que retozan desde el cerebro al corazón.

Eres hermosamente absorbente;
entero, me abstraigo de los días del afuera
y me empapo con el sudor de la fatiga
alucinando que aún sigues siendo mía,
con tu imagen fluyendo por mis venas,
desde tu recuerdo impulsando mis neuronas
hasta la agonía de saber que ya te fuiste.
Y he de preguntarme, mientras fuerzas me queden:
¿cómo habrá éste cuerpo de vivir sin ti?

CUÁNTO

Cuánto, cuánto, te he podido llegar a amar.
No sé, no sé si lo llegarías a entender.
Rocían perfumes de colores al pronunciarte
y me es difícil, casi imposible, olvidarte
cuando apareces entretenida por las calles.
No sé, no sé si acaso comprendieras tu ayer
en que, vivido y asustado, también participé
como esperando te quedaras sin irte, mujer.
Cuánto, cuánto te he podido llegar a amar.
Ni las testigas estrellas cuentan que ya no estás.
No sé, no sé si algún día lo llegarás a entender.
Yo amé y tú dejaste que no te amara más,



aunque sobreviva con el aroma de tu recuerdo
y, en mis sueños, seas el prado que no marchitará.

DE POQUITO A POQUITO

No te olvides de no dejar de quererme;
al menos, un poquito.
Sé que andarás distraída entre tus cosas de día
y tus sueños de noche;
pero, al menos, un poquito no cuesta mucho;
tanto que, si te lo propones, ni cuenta te darías
que tu corazón rememora lo que fuimos
y aparecerían tus nuevos momentos
sin el tufo de mi presencia.

De mi parte,
prometo, también, quererte algunos poquitos.
No sé si serán los tantos que espero me des;
pero, a diferencia de ti, bastante cuenta me daré
cuando esté queriéndote otra vez,
así esté distraído y soñando en busca de motivos
para no querer.

Anímate, mujer. Un poquito no cuesta mayor esfuerzo.
Hay que tan sólo cerrar los ojos,
internarse en lo perdido con buen talante
y dejar que discurra una lágrima ablandecida de ternura.
Quizás, de poquito a poquito, nuevamente
-y esta vez para siempre-, nos volvamos a querer.

AMO

Amo, de entre tantas cosas,
lo que me ha tocado tener,
lo simple de mi existencia,
un trabajo, unos hijos, una mujer.
Amo escuchar que aún estoy vivo,
así me invadan resquemores
por causas que pueden ser ciertas;
pero que entiendo son sólo coincidencias.
Amo estar acá y no estar allá,
donde los hombres desvanecen
de otros hombres y los niños mendigan
un plato de amor.
Amo tan egoístamente, porque amo



-cómo se puede amar el sol,
mirar una estrella y sonreír emocionado
habiendo quien no ve y quien no tiene corazón-.
Amo como no debo amar.
Debo volar y acariciar al afligido;
pero no puedo; soy un simple mortal
que amará lo que tiene hasta morir.
Amo, sin el permiso de nadie,
a quien no conozco; y, tal vez, a usted mismo,
lo esté amando en este momento,
así yo me odie por no poder al mundo cambiar.

SIGO SIENDO

Sigo siendo el mismo que aturde y descansa
en las inconstantes noches desoladas que abrigan los fríos temperamentos.
A un lado, se me apegan los recuerdos y las ganas de tenerlos;
y, al otro, se escudriñan las lejanas voces de olvidarlo todo.
Sé que sigo siendo ello… Un pájaro pasa vista a mi cuerpo en su vuelo.
Y yo, como levitando, agachada mi alma, se desvanece sin saberlo;
¡de qué ando y a qué ando en tantos desiertos!
Habré de estar esperando una mano que reviva el día,
un escape a un mejor sueño… No lo sé.
Quedan conmigo -además de los calores del tiempo-
mi espacio, mi soledad y las pocas ganas de intentar cambiar.

Sigo siendo el mismo; pero no quiero seguir siéndolo.
No es difícil entender lo vasto que resultan aguijones en el pecho
si, en contrito, varias veces, anuncié mil perdones a los cielos;
y, aún así, persistí en amores pluralmente concebidos.
Sé que sigo siendo ello…: un animal caído por la ladera,
que discurre sus gritos de auxilio entre el forraje y las piedras.
¡Porque los ecos retumban y retumban!
Caminaré igual por donde lo hice siempre,
apretando cáscaras de huevo reventadas por la muerte
y aguardando mi destino que se revelará incomprendido
ante mi insomne figura de hombre sobreviviente.

Sigo siendo el mismo; y aquello, a veces, me atosiga.
No puedo mentirme, no puedo mentirles.
Sigo siendo el mismo, así esté aún con los pies sobre el suelo.



CHILALO DE MI TIERRA

Soy un chilalo de mi tierra, cuyo hogar está cerca del agua
y no muy lejos de los otros, con quienes coexisto.
Habito en una casa, entre árboles y moradas de cemento.
Soy el primero en cantar al amanecer despertando al gallo.
No tengo alas cortas y redondeadas ni cola larga;
pero mi boca es más grande que la cabeza según me culpan;
y es que, a veces, no debería hablar tanto por sincero que sea.
Poseo un comportamiento nervioso y ligero,
propenso a recibir un ataque al corazón cuando salgo del nido
y un búho forastero se atreva a rodear mi residencia.
Anido en los bosques de la vida y emito gorjeos fuertes
y explosivos, como si estuviera burlándome de mi mismo.
Consumo insectos que se encuentran recorriendo las calles.
Y, por eso, sigo siendo un hombre como tantos he visto;
aunque, también, soy un chilalo de mi tierra.
Solo que, hasta ahora, no he podido llegar a volar.

CANTO AL SEÑOR DE SIPÁN

Desde las alturas que cobija mi propia tierra,
doy al canto las voces de ofrenda más dichosa,
aquéllas que se valen de la historia forjada
y que ablandan espíritus de valientes semidioses,
entonando, cada vez que vuelvo a mis raíces,
el himno sagrado que ancestros misteriosos
bramaron desde cimas de santuarios funerarios;
tremendas montañas de barro mirando al sol
que escurren sus venas y dan cuentan lo que son:
efigies divinas de hombres de lucha y fervor
que hicieron brillar en el mundo su esplendor,
como ejemplo para toda peruana generación.

Es nuestro Señor de Sipán que, en Huaca Rajada,
yacía con turquesas y riquezas de copioso oro
cual ejemplo que divina dinastía perduraría
por sus conquistas y sus espléndidos tesoros;
mas, nos queda el ejemplo del pueblo moche
que, en tu nombre, pronto se habrá de mostrar
por tierras extrañas de culturas distintas
revelando el reino que gobernaste hace siglos
y que emerge en cada ablandecida noche
con mudas cantatas pronunciadas desde entierros
por tus guerreros que nos enuncian tu orden:
¡preparémonos para volver a conquistar!



Llevaremos como armas de combate
pectorales de orgullo por lo que vales
y estaremos, hendidamente, esperándote
que ya vengas del allá a donde fuiste
para reencontrarnos en nuestra gran nación;
constructor, que venciste al desierto,
pues, no sólo para el mundo encantarás
con tu cámara honrada por tus súbditos;
es Llampallec quien habrá de levantar
tu fragmentado cuerpo embalsamado
para, por mar y tierra, por fin, demostrar
la grandeza de nuestro Señor de Sipán .



FRASES CORTAS

I
No hay luz ni tinieblas;
sólo queda algo…: tú.

II
La noche se fue
y, en un de repente, no volvió;
quizás, se cansó de no ayudarnos a ver.

III
Y el crepúsculo…, pobre de él.
Aparece con ganas de quedarse;
pero, obligado, se va a dormir.

IV
Entonces, he de preguntarme:
¿Por qué la oscuridad es mejor para los amantes?
Quizás, para no vernos las caras de verdad.

V
Pero, no importa si me dejas;
me queda el día para dejar de llorar.
Así me espere otra noche para volverte a encontrar.

VI
Aunque no te olvide, ¿de qué te va a servir?
Obviamente, más allá de engordar tu orgullo.

VII
Mientras se aceitan mis labios por ti,
al menos, mantén cerca los tuyos.
Peor sería que cuando, por fin los quiera,
estén colmados de sabores no deseados.

VIII
Los sueños, por algo, son sólo eso.
No vaya a ser que despertemos
y sea demasiado tarde.
Tarde, para darnos cuenta que son sólo eso.

IX
Amor, esa dichosa palabra que pronuncia el alma:
¿quién la inventó?
Al menos no fui yo; y tengo que cargar tanto con ella.

X



Estoy frente a ti, contemplándote y recordándote,
como si ya no estuvieses aquí;
pero, ambos sabemos que estás aún junto a mí.
Y, así entiendo, cómo no puedo dejar de quererte.

XI
Y aunque me vaya
rendido a un altar,
no te equivoques;
no es mi amor el que se va.

XII
Pero la tristeza alienta
como escarnios que lapidan corazones.
Felizmente, de ti aprendí, en dolor, vivir.

XIII
Brumas del alma que se esparcen
entre memorias,
sacúdanse; que, envuelto de espumas solitarias,
no quiero existir.

XIV
El amor no es más de lo que tú y yo podemos dar;
eso sería convertir lo real en irreal.
Y, ¿sabes qué?
… Yo, realmente, te amo.

XV
Somos tantos y de tan poco a la vez.
¿No sería mejor ser de mucho, así quedemos solos?
XVI
Mi casa -de la que nadie habla- está derrumbada.
… Murió en el desconsuelo de unos picos, cinceles y palanas.

XVII
Oh, madre, he perdido lo que no he tenido.
No podré tener lo que, en su tiempo, no quise
y que tú, bondadosamente, querías que tuviera.

XVIII
Los muertos apuesto que ya me esperan;
pero, desde acá, les pido un pequeño favor:
distraigan, lo más que puedan, al tal Satanás.

XIX
Ay…, después de ti, ¿quién?
Ya lo sé; vendrá otra…
Pero, después de ti…, ¡qué!



XX
Es mi noche la que se enrosca pálidamente
entre las ramas de un vacío incontenible.
Y, tan fácilmente, empoza sus hiedras
que hace olvidar al propio día que queda.

Enlaces Culturales:
1) Web de Literatura Lambayecana
https://sites.google.com/site/literaturalambayecanarovich/
2) Blogs:
http://literaturaenlambayeque.blogspot.com/
http://conglomeradoculturalenlambayeque.blogspot.com
http://www.hacedorendemoniado.blogspot.com/
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http://literaturalambayecana-rogelio.blogspot.com/
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3) Teléfonos:
0051-74-978863151 (Telefónica Movistar). / 0051-74-773923 (Telefónica Movistar) / 0051-74-950906326
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