El padre llevó a su hijo a pasar un día con una familia pobre para que viera cómo vivían. Al regresar, le preguntó qué aprendió, a lo que el hijo respondió que a pesar de ser pobres, tenían más cosas que ellos como un riacho, el cielo estrellado y el bosque entero. El hijo concluyó que eran más pobres de lo que pensaban. La moraleja es que la riqueza depende de cómo se miren las cosas y que con amor, salud y actitud positiva se tiene todo.