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Consejos para una_correcta_exposicion_oral
1. Consejos para una correcta
exposición oral
Cómo hablar con eficacia
Autora: Rosa Pérez Varela
2. Miedo escénico
Es comprensible que sientas miedo o nerviosismo al pensar
que vas a hablar en público. Sin embargo, piensa que no
debería der así, sino al contrario, lo normal es que disfrutemos
comunicándonos, expresando lo que pensamos o lo que
sabemos. De hecho, nos pasamos la vida entera haciéndolo.
Aun así, es cierto que cuando nos dicen que vamos a tener
que hablar delante de una audiencia nos puede entrar cierto
nerviosismo.
A lo largo de tu vida serán muchas las ocasiones en las que
tendrás que hacer exposiciones orales: en la escuela o instituto
y en multitud de profesiones; podríamos hacer una extensa
lista de éstas pero seguro que a tí se te ocurren un buen
número de ejemplos. Por lo tanto es conveniente que cuanto
antes, si no lo has hecho ya, aprendas cómo comunicarte con
eficacia.
3. Confianza en ti mismo
Tú y sólo tú vas a estar ahí, delante de tu audiencia. El público
no es un monstruo que está acechando para avalanzarse
sobre ti y hacerte picadillo. Al contrario, tienes que pensar en él
como un público comprensible, personas como tú, ni más ni
menos. No hace falta que les digas que estás nervioso, si es
así lo van a notar y lo van a perdonar. Si no lo estás, verán a
alguien que se ha preparado la exposición concienzudamente.
Alguien que les va a aportar nueva información, nuevas ideas y
puntos de vista que quizá nunca habían tenido en cuenta sobre
el tema a tratar.
Como ves, una de las claves para tener esa confianza en ti
mismo es la preparación de la exposición, el trabajo previo. Si
trabajas lo consigues. Eso sí, la labor será ardua pero,
merecerá la pena.
4. Preparación de la exposición
Como hemos dicho, ésta es la clave fundamental de la que
depende en gran medida el éxito de tu exposición. Es por ello
que será la parte a la que dedicarás más tiempo. Se dice que
la proporción viene a ser de 15 a 1, es decir, para una hora de
exposición son convenientes 15 de preparación. No te asustes,
en ellas están incluidos todos los aspectos que tendrás que
tener en cuenta para la planificación de tu exposición:
• Documentación.
• Elaboración de un guión.
• Redacción.
• Preparación de medios auxiliares.
• Ensayo.
5. Documentación
Ya has escogido el tema que vas a tratar. Decide cuál es el
enfoque que le vas a dar e intenta particularizar lo máximo
posible. No es lo mismo escoger como tema Machado que
Por qué leer hoy en día a Machado, por ejemplo. Esto es,
concreta el aspecto o los aspectos que quieres analizar. Esto
también te ayudará a la hora de buscar material para defender
tu tema.
Busca información, contrástala, compárala y quédate con lo
que te interese. Con todos estos datos vas a elaborar el cuerpo
de tu presentación. Es conveniente que empieces con la
información que consideras más importante o relevante para
después pasar a los aspectos más particulares.
6. Elaboración de un guión
La estructura de tu guión dependerá del tipo de texto que vayas a
exponer. Lo habitual es que se trate de textos expositivos,
argumentativos o una mezcla de ambos. De todas maneras hay un
denominador común a todos ellos, en todos los casos vas a utilizar la
estructura básica de introducción o presentación, desarrollo y
conclusión.
Las partes más importantes son la presentación y la conclusión. Son
los soportes de tu texto. Piensa en tu texto como en una barra de
perchas de una tienda de ropa. Lá barra será tu tesis, lo que tú
principalmente quieres comunicar, lo que quieres dejar perfectamente
claro. Para conseguirlo irás colocando diferentes "perchas" diferentes
ideas, argumentos que siempre tendrán que ir "enganchados" a tu
barra, es decir, inequívocamente relacionados a tu tesis. La
presentación y la conclusión serán las "patas" de esa barra, los pilares
de tu exposición.
7. Desarrollo
Te puede parecer extraño empezar por aquí pero ya hemos
adelantado, cuando hablábamos del momento de la
documentación, que, con todos los datos que te parezcan
pertinentes, ibas a elaborar el cuerpo de la exposición.
En este caso se trata de una exposición oral que, desde luego,
no vas a leer. Sin embargo, es muy conveniente tener el
soporte escrito de lo que vas a decir y llevarlo el día de la
exposición. Asimismo, es recomendable que, en vez de llevarlo
escrito en folios, prepares fichas. En estas cuartillas llevarás
cada una de las ideas que vas a desarrollar en tu exposición.
Además, subrayarás aquellas palabras que consideres
imprescindibles, difíciles o claves de tu idea para que, si
necesitas consultar tu guión, encuentres con facilidad lo que
buscas.
8. Introducción
Como hemos dicho anteriormente, ésta, junto con la conclusión, son claves para el
éxito de tu exposición.
La introducción va a ser lo primero que vas a decir, lo primero que te van a oír, tu
primera oportunidad de "seducirlos" con tu discurso. Es conveniente empezar con
una breve presentación de ti mismo. Pero, inmediatamente después, comunica el
tema. Es absolutamente imprescindibe que, cuanto antes, digas de qué vas a
hablar. Si dispones de una pizarra sería conveniente incluso que copiaras la frase
en ella.
Asimismo, es recomendable que expliques por qué has elegido el tema, por qué te
ha parecido interesante. Dilo de manera que contagies tu interés a los que te
escuchen. Si en el desarrollo no se aconsejaba memorizar, en la introducción sí.
Recuerda que es una pieza clave pero, al mismo tiempo debe ser breve, así que no
te costará memorizarla. Los beneficios serán muchos: te asegurás de que saldrá
bien, que el texto está bien construido, que empleas vocabulario escogido y preciso,
en definitiva, que queda como tú quieres que quede.
9. Conclusión
Ya sabes que es el otro soporte de tu exposición y, al igual que la
introducción, debe ser la parte más cuidada.
La conclusión será el broche de oro a una correcta exposición, tus
últimas palabras deben quedar en los oídos de los oyentes y resonar
en ellos. Debes terminar de convencerlos y acabar con el proceso de
captación que has llevado a cabo durante toda la exposición.
No olvides referirte de nuevo al tema, volver a la barra y subrayarla por
última vez, así te asegurarás de que lo que querías comunicar, lo
has comunicado con eficacia.
Como se ha recomendado con la introducción, conviene que la
prepares a conciencia y la memorices para asegurarte de que todo
queda como tú quieres que quede.
10. Redacción
Aunque no se trate de un texto que va a ser leído, ya hemos advertido
de que es conveniente tenerlo escrito, disponer del soporte visual de lo
que va a ser el texto oral. Precisamente sobre ese soporte escrito,
será sobre el que trabajes, el que revises una y otra vez hasta dar con
la expresión acertada, con la que comunique de manera más eficaz lo
que pretendías transmitir.
Al principio, serán ideas, frases, aquellas que irán conformando el
borrador del cuerpo de tu texto; siempre sin perder de vista tu tema.
Tacharás, borrarás, corregirás, tantas veces como creas necesario.
Una vez que tengas el desarrollo concluido, será el momento de
redactar la introducción y la conclusión. Recuerda que estas partes
sí que conviene memorizarlas pues serán los soportes de tu texto.
11. Medios auxiliares
Ya tienes el texto. Ahora debes pensar si sería conveniente apoyar tu exposición
con algun medio audiovisual: presentaciones de power point, vídeos, sucesiones
de fotografías, etc.
Si es así, asegúrate de tenerlo todo perfectamente planificado y controlado.
Antes de la exposición deberás comprobar que los aparatos que vayas a utilizar
funcionen correctamente. Acude con el tiempo suficiente para prepararlo todo
acorde a cómo quieres que salga en tu discurso.
Eso sí, no cometas el error de proyectar el texto que estás comunicando porque,
si lo que querías es que lo leyeran, haberles dado una fotocopia y listo. De lo
que se trata es de comunicar tú mismo, las imágenes nos pueden apoyar,
pero no nos pueden sustituir como comunicadores. Por lo tanto, no dejes
proyectada la imagen demasiado tiempo, porque, mientras esté a la vista de tus
espectadores, mirarán esta imagen y no a ti, con lo que habrás perdido gran
parte de tu eficacia como comunicador.
12. Ensayos
Ha llegado la hora de ensayar para el día "d". Ya te advertimos de que, para que todo
salga bien, no hay más truco que el trabajo. Yo lo preparo, yo lo consigo.
Debes tener en cuenta de cuánto tiempo dispones para tu exposición y ajustarte a ese
tiempo en tus ensayos. Te medirás con un cronómetro e irás ajustando tu texto según te
sobren o te falten minutos.
La manera más eficaz de ensayar es el espejo. Al principio te resultará extraño hablarte a
ti mismo. Es curioso pero, a no ser que seamos profesionales de la televisión, nosotros en
raras ocasiones nos vemos hablar. Si consigues superar esa extrañeza del principio, nada
mejor que ver tú mismo tus propios fallos para corregirlos, como hacen los bailarines, y no
parar hasta que estés satisfecho contigo mismo.
Por supuesto, también están muy bien como ensayo las grabaciones en vídeo, pero no
tienen el efecto de inmediatez que tiene el espejo.
En realidad, lo importante es que ensayes, que practiques, que te pongas en situación,
para ver de antemano todos los problemas que puedan surgir y resolverlos antes del día
de la exposición.
13. Reglas de oro
En los ensayos lo mismo que en el día de la exposición
deberás tener en cuenta los siguientes consejos que yo
aprendí de dos grandes maestros de oratoria: Aiuola Pérez
Urresti y Ángel I. Lafuente Zorrilla.
• Nunca la palabra antes que el pensamiento
• Silencios
• Mirada interpelante
• No interrumpir la frase o idea
• Frase breve
• Gesto libre
• Velocidad posible y adecuada
Yo he modificado ligeramente el orden, pero creo que el
producto queda inalterado.
14. Nunca la palabra antes que el
pensamiento
No sólo justo antes de empezar a hablar, sino también cuando estamos pensando en lo
que vamos a decir al finalizar con una idea se oyen esos incómodos "eeeeeeeeh",
"mmmmmh", "estooooo" y otras "pseudopalabras" que todos conocemos.
La continua emisión de este tipo de muletillas ponen de manifiesto nuestra inseguridad,
ansiedad o nerviosismo ante el discurso y, por ende, ante los que lo escuchan. Pueden
dar al traste con el mejor de los textos y sería un desastre que, después de todo el trabajo
que nos ha llevado elaborar ese discurso, no fuéramos capaces de emitirlo sin titubeos.
Para evitarlo, debemos ensayar, como se ha dicho antes, pero teniendo en cuenta este
consejo: piensa en lo que vas a decir antes de decirlo, y en esos instantes en los que
estás pensando, calla, silencio, no digas nada, no "eeeehs", no "mmmmhs" ni
"estoooos" ni nada que se les parezca. Si tienes bien preparado el texto no te va a llevar
prácticamente nada de tiempo recuperar lo que ibas a decir.
Recuerda que ya comentamos lo conveniente que era prepararte el guión en unas
tarjetas con las ideas y las palabras clave bien resaltadas, precisamente en previsión de
que puedan llegar estos momentos de duda. Por lo tanto, sólo serán unos instantes de
bello silencio mientras dejas que tu pensamiento fluya y encuentre el hilo de tu discurso.
Y, no lo olvides, mejor ese breve silencio que esos incómodos "eeehs" y sus semejantes.
15. No interrumpir la frase o idea
Está demostrado que nuestra mente fluye más rápidamente que nuestra voz, parece que
la proporción podría ser de 10 a 1. Así, al estar hablando, se nos cruzan varias ideas y, a
menudo, intentamos verbalizar varias de ellas a la vez. No sólo no es posible sino que,
además, estaremos consiguiendo lo contrario de lo que pretendíamos: comunicar
eficazmente.
Comunicar eficazmente no consiste en decir el mayor número posible de palabras sino
que reside en trasmitir la cantidad precisa de ideas (mediante frases hechas con
palabras, entonación, gestos, imágenes...). La precisión se puede planificar. De nuevo,
recurrimos al ensayo, primero, para encontrar las ideas que queremos comunicar y,
segundo, para materializarlas en frases, ensayar cómo las diremos, con qué entonación,
gestos, etc.
Y, para que una idea comunique tiene que estar completa, finalizada. Por mucho que
lleguen a nuestra mente diferentes ideas mientras estamos hablando, no debemos tratar
de decirlas todas. Si caemos en esa tentación, probabalemente empezaremos varias
frases a la vez y muchas de ellas quedarán sin terminar. No lo olvides: una idea o una
frase interrumpida, sin terminar no comunica.
16. Frase breve
Acabamos de hablar de lo importante que es no interrumpir la
frase o idea. Pues bien, para que esto no suceda, además de
todo lo dicho anteriormente, es fundamental que la frase
cumpla el requisito fundamental, brevedad. Si elaboramos
frases largas, farragosas, inacabables..., lo que intentan
transmitir se acaba también perdiendo en el camino, no llega a
nuestros oyentes y, por consiguiente, no comunica.
De la misma manera que hemos trabajado en clase para los
textos escritos, buscando la brevedad, la precisión, lo haremos
para los textos orales. Tampoco se trata de escribir como si se
tratara de un telegrama sino que buscamos la extensión
precisa, la adecuada para comunicar con eficacia lo que
pretendemos. Eso sí, huyendo de toda farragosidad y artificio.
17. Mirada interpelante
Hasta ahora, todo lo que hemos mencionado se refería al
contenido de la exposición, básicamente. Ahora nos fijaremos
en cómo hablar.
Es fundamental que mires a tu audiencia, que vayas paseando
tu mirada por los distintos pares de ojos de las personas que
están ahí, escuchándote. Detente unos segundos en cada una
de ellas y durante esos momentos mírala como si fuera la
única persona en la sala, que ella note que le quieres
comunicar algo y que has puesto y estás poniendo todo tu
empeño en lograrlo.
La mirada es un poderoso elemento comunicador y no
podemos desaprovecharlo, más al contrario, usémoslo y
saquémosle todo el partido, toda la fuerza, todo la
18. Gesto libre
Además del mensaje de tus palabras comunicarás mensajes con tus manos, con
la expresión de tu cara, con tus movimientos, ... lenguaje gestual.
Tus manos deben apoyar tu discurso, subrayarlo, proyectarlo, aumentando así su
eficacia. Para lograrlo, tenlas siempre a la vista, muévelas al ritmo de tu discurso.
Obviamente, no se trata de que traduzcas a gestos todo lo que digas, como si se
tratará de una exposición para sordomudos. Sin embargo, sí es importante que
busques y ensayes gestos, tanto de tus manos como de tu rostro, que
puedan amplificar el poder de comunicación de tu mensaje.
No olvides desplazar tu posición de vez en cuando. Si no te han asignado un
espacio fijo, muévete de vez en cuando por el espacio que te hayan dejado
disponible, acércate a tus espectadores no sólo con la mirada sino también con
tu presencia. Ahora bien, controla estos desplazamientos, no se trata de marear
a la audiencia sino de cautivarla con tu discurso. Para ello tus manos, tu rostro, tú
mismo bailaréis un sutil baile de seducción que habrás ensayado previamente.
19. Velocidad posible y adecuada
A menudo escuchamos a personas que hablan demasiado rápido y
nos cuesta entender. Quieren decir tantas cosas a la vez que se valen
de la velocidad para intentar lograrlo. Sin embargo, la mayoría de las
veces están consiguiendo el efecto contrario, no comunicar.
También sucede lo contrario, personas que hablan demasiado
despacio, tanto que acaban con nuestra paciencia, nos aburrimos y
desconectamos, por consiguiente, de nuevo, no comunican.
Está claro pues que todos, los que hablan despacio y los que lo hacen
deprisa, deben buscar otro ritmo, una velocidad posible para cada uno,
en la que se nos entienda sin esfuerzo y adecuada a la audiencia. De
nuevo, recurriremos al ensayo para encontrar ese ritmo equilibrado y
adecuado que mejorará la eficacia de nuestro mensaje.
20. Aspecto exterior
Desde el preciso momento en el que entramos en una habitación donde hay
otras personas estamos comunicándonos con ellas, sin necesidad de hablar:
nuestra presencia, vestimenta, peinado, la forma de andar, de movernos emite
mensajes. Eso no lo podemos evitar pero sí lo podemos controlar.
El día que vayamos a tener una exposición oral importante controlaremos que
nuestra vestimenta sea neutra, lo menos llamativa posible para que no emita
mensajes paralelos al nuestro. Aunque lo más importante es que sea una ropa
cómoda, en la que nosotros nos sintamos a gusto. Sería desastroso para nuestro
discurso que tuviéramos que estar recolocándonos alguna prenda continuamente
o rascándonos porque algo nos incomoda. Prevé la ropa que te vas a poner ese
día y ensaya en casa con ella el día antes, por lo menos.
Algo parecido podíamos decir del peinado: elige uno cómodo, que no te suponga
tener que estar apartándote el pelo cada dos por tres.
21. Entonación
Desde mi punto de vista, éste es uno de los factores decisivos del éxito de un
discurso. Precisamente en la magnitud de su relevancia radica su dificultad. No
sólo se trata de enunciar bien el texto, esto es, siguiendo los signos de
puntuación sino que consistiría más bien en algo parecido a cantar, el discurso
debe ser cantado. Si anteriormente hablabamos de un sutil baile de seducción
ahora vamos a entonar la música que le acompañaría. Además debemos ser
cantautores, compositores y cantantes; cada uno tenemos nuestra entonación
y se nos reconocerá por ella.
Todos hemos oído discursos monótonos el el sentido literal de la palabra, sin una
sola variación tonal, plano, ...insufrible, por muy interesante que pudiera ser el
tema, por muy bien preparado que estuviera. Una mala entonación puede
arruinar el mejor de los discursos.
¿Cómo lograr una buena entonación? Cada uno debe buscarla, ensayarla. Sí,
como siempre, trabajo y esfuerzo.
22. Para acabar
Como habrás podido ver casi todos los consejos tienen un ingrediente en común:
se consiguen con esfuerzo y trabajo. Éste sería el único secreto o truco. No
creas que hay personas que hablan bien porque han nacido con ese don. Como
en todos los ámbitos, habrá algunos que aprendan con mayor facilidad que otros
pero, se aprende, como todo, se puede aprender.
Quizá en otros cursos no te habías dedicado específicamente a ello, aunque
siempre que hablamos y escuchamos podemos y debemos aprender. Este año,
sin embargo, vamos a trabajar la expresión oral en clase en profundidad. Todos
estos consejos que aquí te dejo no son más que la recopilación de todo aquello
que ponemos en práctica en el aula, una referencia para que tengas donde
acudir en caso de necesitarlo.
No lo olvides, termino como empecé: confianza en ti mismo, si te has esforzado
te va a salir bien. Confiar en que TÚ lo vas a lograr te ayudará en todo lo
demás.