Pauta para conversatorio bilbioteca regional santiago
Articulo varones y cuidado chile da silva2010
1. VARONES, CORRESPONSABILIDAD Y EL POSTNATAL ¿CUIDANDO LA MASCULINIDAD O MASCULINIDADES
CUIDADORAS?
AUTOR : DEVANIR DA SILVA C ONCHA
ANTROPÓLOGO SOCIAL , U. DE CHILE
DOCENTE UNIVERSIDAD NACIONAL A NDRÉS BELLO ,
FACULTAD DE C IENCIAS SOCIALES , TRABAJO SOCIAL .
POS TÍTULO U. A CADEMIA HUMANISMO C RISTIANO
M.D IN SOCIAL A NTHROPOLOGY , U. OF GOTHEMBURG
Preludio
¿Cuál es la señal entorno a las masculinidades y/o varones al actual proyecto del postnatal en
Chile? Ciertamente que puede ser varios las reflexiones pero quizás debiéramos verlo como
ejemplo en donde nosotros – los varones – nos ubicamos hoy en un segundo plano, tanto en la
discusión misma del postnatal, así como en el ejercicio de la paternidad misma. Entonces ¿qué
podríamos, idealmente hacer y como colectivo, decir los varones de/en esta doble ausencia? Me
gustaría aproximarme a la respuesta de esta pregunta de dos maneras: Primero desde lo
subjetivo, y segundo desde la escena política.
La participación de los varones en el hogar, específicamente en el tema del cuidado, ha sido un
tema muy reciente, y/o la visibilización de estos, de manera transversal en América Latina. Y esto
debido fundamentalmente a demandas externas a los varones. Además, de manera inicial, habría
que mencionar que el contexto desde donde nos situaremos – y que afecta a las subjetividades
masculinas – es el hecho de vivir en un país “en vías del desarrollo” (Chile) – posicionados en algo
así como un arribismo internacionalizado – que condiciona la aproximación desde los varones a su
propia autoevaluación que los/nos sitúa en el discurso que dice: “No estamos tan evolucionados
como otros países” y esto refleja, creo, la automarginación simbólica del varón no europeo. Frente
a esto creo que debiéramos ver el vaso medio lleno y trabajar desde las potencialidades, tanto
desde lo subjetivo como de lo político, para desarrollar masculinidades del cuidado1. Además el
antecedente teórico-político que sobre el cual nos movemos, en los estudios de masculinidades,
es el movimiento feminista y las demandas derivadas de esta en distintas materias, y respaldado –
de manera inobjetable - por las actuales transformaciones sociales2, a nivel de la familia, en el
contexto de la modernización o posmodernización3. Esto ha impactado las subjetividades
masculinas de manera ambigua, porque mientras algunos, que serían los menos, no tendrían
muchas dificultades, otros estarían complicados porque no tienen desarrolladas las habilidades, ni
les permite, en este caso desde el espacio laboral, apropiarse – en el caso que quieran – de la
1
Con esto me refiero a que varones no solo cuidan de las hijas e hijos sino también asumen labores
tradicionalmente asociado a lo femenino como parvulario, enfermero, cuidador de ancianos, secretarios etc
sin ser objeto de discriminación social, e autodiscriminación subjetiva. Entonces desarrollar nuevas o
masculinidades alternativas no es solo labor de los varones sino de la sociedad en su conjunto.
2
Que puede discutirse si son superficiales o son el inicio de cambios estructurales, tanto a nivel institucional
como intersubjetivo.
3
Fundamentalmente desde el proceso de individualización en donde por un lado se desarrolla hacia una
mayor fragilidad pero también mayor incidencia desde y en lo personal.
2. labor del cuidado de sus hijas/os. Y otros, podríamos decir conservadores, estarían reticentes – y,
paradojalmente, tratando de ser políticamente correctos a la vez – a incorporar/permitir nuevas
formas de ser en el mundo con sus hijas/os4.
Si bien la instancia/excusa del postnatal es la posibilidad, no solo en Chile, de involucrar más a los
varones también es una instancia de provocación social para generar opinión al tema de manera
general en la sociedad, considero que, en términos de activismo de varones por la equidad, el
camino por recorrer es largo, ya que suponiendo el mejor de los escenarios – en donde se alargue
el postnatal y que la participación del varón sea validada en la ley – no habría, a mi modo de verlo
hoy, una incorporación considerable de varones en las tareas del hogar, incluyendo el cuidado de
las hijas e hijos. En Suecia se ha instalado políticas que favorecen la integración del varón en las
tareas justamente por la salida de la mujer al mundo laboral durante más de tres décadas, desde
los ´70s, y se ha alcanzado hoy un 20% de participación de los varones en el llamado
pappaledighet (algo así como un permiso para paternar). Esto es un dato para situar la reflexión
sobre cuanto se demoraría un proceso social y que esta es una inversión social a largo plazo.
Además en 2005 se instaló en Suecia un proceso para profundizar y potenciar el trabajo de
equidad de género develando las falencias y debilidades del proceso hacia la equidad5.
Siguiendo a Sonia Montecino6 y a Rafael Montecino, el nudo estaría hoy para los varones en una
intersección paradójica: entre no ser como fue mi padre conmigo, o sea ausente, y encaminarse
hacia una nueva forma de ser padre, que en realidad no está muy clara. Paralelamente sabemos
que tampoco es necesario ser un físico teórico cuántico de MIT 7 para por ejemplo saber cambiar
pañales. Esto apunta a reflexionar sobre que en algunos varones surge la argumentación para
justificar su ausencia en la labor doméstico-intima. En los varones, desde lo intrasubjetivo, hay una
suerte de evasión voluntaria inconsciente. Me explico. Los varones hemos, históricamente, hecho
“el quite” al mundo doméstico-intimo, porque creo, y aquí es una hipótesis personal, construir
(léase socialización primaria y constitución de la personalidad de la niña y niño) un nuevo ser
humano es una tarea que embarga o anula la supuesta racionalidad o subjetividad masculina
porque involucra un sentido de responsabilidad existencial. Entonces las masculinidades, y
nosotros como varones, históricamente hemos “resuelto” esto mediante la famosa noción de
complementariedad. Esto deriva de la (post)modernización que, con su lógica masculinista, ha
instruido en un panorama del uso de tiempo8 en donde claramente está seccionado mediante un
lente desbalanceado por, como dirían algunos en el ámbito de las cifras, la lógica del el “homo
æconomicus”. Pero este argumento – el de la complementariedad - es incongruente porque el
cuidado, como práctica social íntima, no debiera ser impuesto la razón sino un apropiado
4
Para más información vea el dato en lectura recomendada al final de documento sobre las formas en que
los hombres han enfrentado el tema de trabajo y conciliación en España.
5
http://www.regeringen.se/sb/d/108/a/47912. Recuperado de web fecha 2010-07-01
6
Hipótesis de Sonia Montecino del desarrollo de masculinidades, del huacho al lacho como ejes simbólicos
de la socialización masculina en América latina.
7
Massachusetts Institute of Technology. Centro de investigación de alto prestigio internacional en temas de
física y teoría nuclear.
8
Cazés Mena, Daniel. El tiempo en masculino. Revista El Cotidiano 2002, 18 (mayo - junio) En línea:
redalyc.uaemex.mx/pdf/325/32511307.pdf
3. afectuosamente por el bien y como un derecho para las hijas y los hijos, y finalmente un privilegio
para el que paterna. El acto de amor, desde lo que creo que debiera ser la mirada católica, y el
cuidado está justamente en la renuncia al egoísmo. Y es justamente aquí es donde creo que
existen hoy masculinidades cariñosas y afectivas pero que son invisibilizadas por el mismo sistema
patriarcal o hegemónico que logra establecer que la universalidad, e imparcialidad, del
ordenamiento actual del sistema de género tradicional. Por ejemplo, una de las formas de
invisibilizar esto es heterosexualizar (como una suerte de heterosexualidad compulsiva en su
dimensión colectiva) la paternidad cuando sabemos que trata de una práctica y no necesariamente
un lazo biológico únicamente, dejando afuera los padres adoptivos, de otra orientación sexual, los
abuelos etc.
Entonces hay estrategias, muchas veces disfrazadas en políticas públicas, pueden ser modos
sutiles de cuidar a la masculinidad tradicional y resguardar su espacio. Para ponerlo en términos
más ad hoc o futbolísticos, “proteger el metro cuadrado”. Entonces hay un cuidado de la
masculinidad tradicional mediante estrategias político-emocionales, disfrazadas de objetividad
económica9. Sin embargo, a pesar de este escenario hay un gran potencial de fomentar
paternidades cuidadoras y cariñosas en la sociedad chilena actual porque hay un valor social
latente en torno a la paternidad, porque permite un relato y un relacionamiento intimo de cada
uno de nosotras/os, desde lo que sería hoy la universalidad de lo diverso. Al parecer hoy se
permite, o nos permitimos, hablar de miedos, posibilidades, nudos narrativos y vivenciales que
potenciarían nuevas formas de masculinidades alternativas desde distintos espacios cotidianos.
En lo político, claramente los varones en Chile están en la etapa de germinación y legitimación
social, excepto por algunas tímidas iniciativas, sin desmerecer la labor de estas10. Desde el inicio de
las primeras aproximaciones a las masculinidades, en países anglo y posteriormente algunos
hispanohablantes, sucedieron desde distintos enfoques académicos, vivenciales y sociohistóricos.
Y el recorrido ha sido de varias décadas, pero simultáneamente habría que decir la participación se
ha efectuado desde lugares invisibles, o involuntariamente inmersos, en la lógica de la
masculinidad hegemónica. Esto condiciona, pero no determina la posibilidad de una expresión
diferente a la hegemónica. Y es justamente la apertura y constitución de estos espacios
significativos, políticamente hablando, que son importantes para la generación (en ambos
sentidos, como puesta en marcha y como un elemento etario) de varones que quieren configurarse
como alternativos.
La extensión del postnatal es un espacio potencial y excusa de esta generación/germinación, y
podría haber varios temas latentes - como la calidad laboral, derechos en salud sexual y
9
Los contrarios a la extensión postnatal, en Chile, parecen funcionar con una mentalidad economicista a
medida que no solo habría un hombre más tiempo fuera del mercado de trabajo por cuidar de otro sino
también la mujer, y por encima de esto habría que considerarle los derechos laborales. Entonces eso, en
mente de los contrarios a la extensión, es quebrar intencionalmente un modus operandi muy simple y
funcional. Y se les olvida olímpicamente la desigualdad (léase violencia) en las parejas, entre clases sociales y
generaciones que se produce.
10
Agrupaciones como Papás por siempre, Kolectivo Manos y Kolectivo Porotos. Y además la iniciativa de
MenEngange en Chile, y otros tantos.
4. reproductiva y violencia etc,- para hacer participar al varón en asuntos de la esfera intimo-
doméstica. Sin embargo, esta participación no es automática al abrir una puerta, como puede ser
el ejemplo del postnatal. Y no lo es por los motivos antes mencionados. Entonces queda la
pregunta: ¿Cómo hacer que los varones se apropien de este cuidado y lo consideren como un
derecho a ejercer11? Habría que invertir la sensación de que se nos está quitando derechos, para
reenfocar que estamos por conseguir nuevos derechos para lograr igualdad de condiciones,
porque no todos los varones aprobamos la subordinación de las mujeres. Y en este sentido
converge con el feminismo y sus estandartes valóricos de la igualdad, fraternidad y solidaridad.
Consideraciones finales
Hace no poco tiempo una compañera feminista nos preguntó – como integrantes del Kolectivo
Porot(r)os12 – porque no nos planteábamos como hombres profeministas ya que compartíamos los
valores éticos del feminismo. Y les dijimos que no. Esto fundamentalmente porque una de las
consecuencias colaterales no deseadas del feminismo fue generar un sentimiento de culpabilidad
en los varones por maltrato físico y simbólico – actual e histórico - hacia la mujer. En los varones,
creo, que sentirse culpable no ayuda en nada para involucrar a los varones en evitar la violencia
contra la mujer, sino produce más violencia. Más bien se inicia por no sentirse culpable13 pero
sentirse genuinamente indignado porque otros varones sí ejercen violencia, de distinto tipo, hacia
la mujer, otros hombres, adultos mayores y niñas y niños. Cada uno de nosotros los varones nos
encontramos anclado en un continuum donde compartimos grados distintos de lo común y lo
diverso. Porque si bien no puedo negar que soy varón, o criado hombre heterosexual,
paralelamente debiera también apelar desde la particularidad – soy un varón distinto – porque no
comparto los mandatos de la masculinidad tradicional, tanto como un valor subjetivo como para
otras y otros. Si me planteo como un Otro desde el principio, pensando en un movimiento social,
es bastante fácil descartar y desestimar las demandas, no así desde una condición de iguales o
desde el grupo de pares, por así decirlo. O sea si nos plantearíamos como varones profeministas,
que varios lo hacen y no es la intención de desmercecer aquello sino justamente lo contrario, sería
fácilmente descartable y la tarea de incidir en los varones heterosexuales para cambiar los ítems
valóricos o tóxicos14 de la masculinidad hegemónica se verá mermado. Esta postura acarrea
ciertamente ciertas limitantes y posibilidades pero lo cierto es que es necesario que los varones se
11
Porque es visto, desde el modelo hegemónico, como algo no propio de los hombres verdaderos, y en el
mejor de los casos una obligación circunstancial.
12
El nombre surge desde el juego de palabras pero que también hay una diversidad de tipos de porotos
(porotos granados, porotos verdes, porotos negros, etc.) y representa un colectivo de varones que buscan,
desde la educación informal y popular, la revisión y transformación de la masculinidad. Sin un lugar físico
propiamente tal evidencia la sintomatología de la precariedad de trabajo de masculinidades alternativas a la
hegemónica. Esto también producto de que las políticas públicas o fondos concursables finalmente buscan
los grupos marginales, y en el cual los varones, heterosexuales, no se incluyen.
13
Porque personalmente no lo he ejercido y busco no hacerlo por un principio de coherencia vivencial hacia
mí mismo, además victimiza a la persona y eso quita posibilidades para el empoderamiento. Asi como el
feminismo produjo victimización en las mujeres, puede anular las posibilidades para varones subalternos de
potenciarse frente a la masculinidad hegemónica. Vease libro de E. Batinder “Hombres v/s Mujeres, como
salirse del camino equivocado”.
14
Vease el libro de la masculinidad tóxica de Sergio Sinay de Argentina.
5. sientan identificados, revisen y pongan en práctica una nueva forma de vivir su subjetividad. Y aquí
se nuevamente compartimos la afirmación que el/los cuidado/s no solo a un aspecto particular de
las mujeres sino de derechos humanos (en tanto que es para otros, por tanto un acto de
solidaridad), y por lo mismo realmente universales. En este sentido entonces nunca se ha tratado
de solo “una cosa de mujeres” sino de todas y todos, y cómo, finalmente, aprendemos a
relacionarnos en tanto seres particulares (orientación sexual, etnia, edad, clase etc) sujetados por
la cultura.
Y es en este aspecto de la labor del cuidado, y en esta tarea debiera estar todos/as, en donde el
Estado debe estar presente como actor social en la corresponsabilidad 15, que influenciara distintas
esferas societales como el colegio, universidades, trabajo, familia, pareja, para finalmente
posibilitar la efectiva la conciliación trabajo-familia. Por tanto, los varones sí debiéramos poder
pedir ayuda para realizar tareas para sí y inevitablemente para otras y otros. 16 O sea interesarnos
en participar en una labor - no necesariamente remunerada - pero que invierte, largo plazo, en la
real constitución del capital humano.
Y para situarse en cómo los varones asumirían esto es necesario considerar la tensión actual en las
identidades masculinidades, o como estas se están viviendo, que se podría expresarse en la
metáfora del pedestal. La pregunta es: ¿Nos bajamos o no del pedestal de los privilegios?17 Esta
pregunta se refiere tanto a la forma como la calidad de esta. Sabemos que en estar “arriba”18
asumimos costos, personales, sociales etc y para eso hemos históricamente autoconvencidos con
“el aguante” que así debiera ser. Lo que sucede es que el macho chilensis siente que está siendo
obligado a bajar. En este sentido, es cierto que no todos los varones están en posiciones de
privilegios y acceso a recursos, pero eso no excluye el hecho de la relativa subordinación19 de
varones en la sociedad en su conjunto. Así por otro lado, otra pregunta sería: ¿Que se gana
entonces con bajarse del pedestal? Formulado de esta manera la pregunta se torna en una trampa
a medida que se hace desde la racionalidad masculinista porque necesita cuantificar y evaluar el
riesgo.
Modesto epílogo
15
No pensar que la corresponsabilidad implica una pareja sino que tiene de por sí un tercer actor presente.
16
De ahí el carácter político-personal (léase solidario y empático) de no solo las relaciones de género sino
también de clase, etnia y edad.
17
Aquí se podría argumentar que no se está tratando a las masculinidades homosexuales porque son
marginales en esto, sin embargo si tomamos a Margarita Pisano, esto puede ser considerado justamente
sujetos que son parte del mundo de los privilegios a medida que la homosexualidad masculina sí ha logrado
una instalación social de su agenda política en desmedro de la visibilidad social de las mujeres homosexuales
justamente porque son hombres.
18
Esto se refiere a que los varones tenemos la demanda social, desde lo masculino hegemónico, de estar
arriba del cañón todo el tiempo y aguantar contra viento y marea.
19
Esto se refiere a dos aspectos. Primero, si bien podemos ver que los varones casi en todas las situaciones
están pos sobre las mujeres en cuanto acceso, calidad y cantidad de los recursos, y también cierto que hay
varones que está subordinados y marginalizados. Véase RW Connell, Esquema de las Masculinidades
subordinadas, marginales, complices y hegemónicas.
6. Una de las tareas centrales, para moverse sinceramente hacia masculinidades cuidadoras, sería
buscar eliminar los estereotipos (extremistas), por un lado, del hombre violento por naturaleza y
por otro no fomentar la discriminación positiva de los varones, porque sería dar ventajas a un
sujeto que ya tiene ventajas históricas. O sea apuntar hacia una efectiva igualdad de género.
Ejemplificando podríamos decir que la meta sería progresivamente visibilizar, integrar y fomentar
de manera efectiva a los varones en todo lo que concierne las guarderías, SS.SS.RR y violencias; un
cambio que involucre una nueva valoración social (desde los profesionales, usuarios y estructura
política) del involucramiento del varón en las tareas de cuidado; integrar a la agenda de género
mediante la promoción en temas como derechos en salud sexual y reproductiva en varones. Y
sintetizar estas en la idea/noción de RSG (Responsabilidad Social en Género) para valorar, generar
y promover la conciliación del tiempo familiar y de trabajo. Resumiendo, el postnatal, y la
discusión desde y en los varones, es una excusa óptima para fomentar desde el diálogo en lo
público de la posibilidad de las masculinidades cuidadoras, pero también es necesario profundizar
la noción de la antes mencionada RSG para abarcar no solo el postnatal sino caminar hacía una
integral y sincera transformación (integral de los diversos temas en la vida cotidiana) de los
varones como colectivo. Y finalmente lo que se quiere decir entonces es que nuestra tarea de
promover nuevas masculinidades no es cosa solo de los varones desde sus particularidades, sino
de todas y todos para así no caer en la trampa que considerar que el riesgo está en que algunos
varones “perderían” su masculinidad sino tiene todas la de ganar en no perderse estar/ser
presente para/con otras y otros.
Muchas gracias!
Links recomendados:
Guía de buenas prácticas de género para varones en Web: www.caringmasculinities.org
Recomendaciones para lectura: Paco Abril Morales II Jornadas Estatales sobre la condición
masculina. Jeréz, España 5,6 y 7 de noviembre 2008. Presentación PowerPoint.