1. EL REGRESO DEL HIJO PRODIGO
Meditaciones ante un cuadro de Rembrandt
Autor: Henri J. M. Nouwen
Sinopsis 1: Mario Rolon Roth
Es sorprendente como un solo cuadro ha podido cautivar de manera tan
profunda la vida del escritor sacerdote católico Nouwen. El cuadro hace
referencia a la parábola conocida por todos en Lucas 15, 11-32. El autor vivió la
gran experiencia de ver el cuadro original personalmente. Este cuadro, que
refleja “El Regreso del Hijo Pródigo” actualmente se encuentra en el Hermitage
en San Petersburgo. (Posterior a la Revolución recibió el nombre de Leningrado
y recientemente ha reclamado su antiguo nombre de San Petersburgo) Es un
óleo sobre lienzo de dos metros y medio de alto por casi dos de ancho. En él
está todo el Evangelio y seriamente es una forma de poner un pie al reino de
Dios.
En el óleo se puede apreciar el abrazo del padre y el hijo y los mirones de aquel
misterioso acontecimiento de perdón, cura interior y reconciliación.
Las reflexiones y observaciones espirituales del autor sobre el cuadro dejan
perplejo a cualquiera y su análisis sobre los personajes: Las dos mujeres de pie
a diferentes distancias detrás del padre, el hombre sentado con la mirada
perdida en el vacío, y el otro alto contemplando críticamente el acontecimiento
denotan distintas formas de no compromiso. Ese lugar es el lugar de la luz, de
la verdad, del amor. Es el lugar donde uno se confronta con aceptar de verdad
el amor, el perdón y la curación., de la total confianza y la rendición.
Lo importante para el autor es dar el paso de espectador a participante, de juez
a pecador arrepentido, de profesor de cómo se ama a persona que se deja
amar. El viaje de Nouwen a través de lo que sería vivir el mandamiento de
amar sin condiciones ni requisitos y de enseñar sobre el amor y dejarse amar
sería mas largo de lo que él pensaba.
El óleo a hecho pasar a Nouwen por tres fases espirituales. Primero como hijo
menor quien por su trabajo en su intensa implicación en los asuntos de América
Central y del Sur han hecho que se sintiera algo perdido. Muchas veces
nosotros viajamos de un lugar a otro, conocemos gente de diferentes lugares y
experimentamos un sentimiento de no tener un hogar. Ese hijo perdido,
abrazado de forma tan tierna por su padre, apoyando sus manos sobre los
hombros, identifica en una parte de nuestras vidas a nosotros mismos cuando
queremos volver para ser abrazados.
La segunda fase espiritual de Nouwen la experimenta cuando también se
identifica como hijo mayor por ser efectivamente el mayor de sus hermanos.
Siempre supo lo que quería hacer de la vida, obedeció a sus padres, no
malgasto dinero alguno, no se fue de casa y obedeció a Dios. Siempre fue
responsable hogareño y tradicional. Aún así estuvo perdido como el hijo menor,
pero en esta fase experimentó celos, cólera, resentimiento, suceptibilidad y un
sutil fariseismo.
Solo la tormentosa vida de Rembrandt pudo llevarlo a pintar su magnífica obra.
Sus dificultades, desilusiones y tristezas lo llevaron a que de su pincel emerja la
figura de un anciano casi ciego abrazando a su hijo en un gesto de perdón y
2. compasión.
Paul Baudiquer expresó sobre esto: “Una persona tiene que morir muchas
veces y derramar muchas lágrimas para poder pintar un retrato de Dios con
tanta humildad.”
Nouwen posteriormente vivió su tercera fase espiritual porque reflexionó que
tanto si eres el hijo menor como el mayor a lo que estaba llamado era a ser
padre.
Lo que en verdad necesitamos es ser padres capaces de acoger a nuestros
hijos en casa sin pedirles explicaciones ni nada a cambio.
Este viaje espiritual lo iré resumiendo en varias sinopsis cuyo objetivo no es
otro que reflexionar sobre nuestro mundo espiritual