1. UNIVERSIDAD YACAMBU
VICERRECTORADO DE INVESTIGACIÓN Y POSTGRADO
MAESTRÍA EN CIENCIAS PENALES Y CRIMINOLÓGICAS
Santo Tomás de Aquino
AUTOR: REYNALDO ESCALONA
BARQUISIMETO, JULIO 2015
2. Tomás de Aquino
Italia, 1224/1225-Abadía de Fossanuova, 7 de marzo de 1274). Fue un
teólogo y filósofo católico perteneciente a la Orden de Predicadores, el
principal representante de la enseñanza escolástica, una de las
mayores figuras de la teología sistemática y, a su vez, una de las
mayores autoridades en metafísica, hasta el punto de que, después de
muerto, sea el referente de varias escuelas del pensamiento: tomista y
neotomista. Es conocido también como Doctor Angélico, Doctor Común
y Doctor de la Humanidad, apodos dados por la Iglesia católica, la cual
lo recomienda para los estudios de filosofía y teología.
Sus obras más conocidas son la Summa theologiae, compendio de la
doctrina católica en la cual trata 495 cuestiones divididas en artículos, y
la Summa contra gentiles, compendio de apología filosófica de la fe
católica, que consta de 410 capítulos agrupados en 4 libros, redactado
a petición de Raimundo de Peñafort.
Asimismo, fue muy popular por su aceptación y comentarios de las
obras de Aristóteles, señalando, por primera vez en la Historia, que
eran compatibles con la fe católica. A Tomás se le debe un rescate y
reinterpretación de la metafísica y una obra de teología aún sin
parangón, así como una teoría del Derecho que sería muy consultada
posteriormente. Canonizado en 1323, fue declarado Doctor de la Iglesia
en 1567 y santo patrón de las universidades y centros de estudio
católicos en 1880. Su festividad se celebra el 28 de enero.
Juventud
Tomás de Aquino nació en 1225 en el castillo de Roccasecca, cerca de
Aquino, en el seno de una numerosa y noble familia de sangre
germana. Su padre, Landolfo, descendiente a su vez de los condes de
Aquino, estaba emparentado con el emperador Federico II. Su madre,
Teodora, era hija de los condes de Taete y Chieti.
Recibió Tomás su primera educación cumplidos los cinco años, en la
abadía de Montecasino, de la que era abad su tío. Ya por estas fechas
sus biógrafos más reputados (Guillermo de Tocco, Bernardo Guido o
3. Pedro Calo) destacan una singular devoción, señalando que, desde
bebé, se aferraba fuertemente a un papiro que tenía escrito el Ave
María. Le enseñaron primariamente gramática, moral, música y religión
hasta 1239, cuando el emperador Federico II decretó la expulsión de los
monjes. A finales del mismo año el joven Tomás entró en un centro más
avanzado, acorde a sus facultades: la Universidad de Nápoles, que,
mediante las artes liberales, le introdujo en la lógica aristotélica. En
1244, sintiéndose intensamente llamado a la vida austera e intelectual
de los frailes dominicos que había conocido en un convento de
Nápoles, ingresó excepcionalmente rápido en su Orden, gracias a la
amistad que había trabado con el Maestro General Juan de
Wildeshausen. La decisión contrarió sobremanera a su familia, que
tenía planificado que Tomás sucediera a su tío al frente de la abadía de
Montecasino. Enterados de que Tomás se iba a dirigir a Roma para
iniciarse en los estudios del noviciado sus hermanos lo raptaron y
retuvieron durante más de un año en el castillo de Roccasecca con la
intención de disuadirlo de su ingreso definitivo en la orden. Tras haber
sido tentado varias veces, logró huir del castillo, y, para alejarse de su
familia tuvo que ser trasladado a París. El Aquinate sorprendió a los
frailes cuando estos vieron que se había dedicado a leer y memorizar la
Biblia y las Sententias de Pedro Lombardo, incluso había comentado un
apartado de las Refutaciones sofísticas de Aristóteles que eran las
referencias para los estudios de la época.
Formación Universitaria
La Universidad de París era ideal para las aspiraciones del joven
Tomás, por su marcada predisposición al Trivium (ya tradicional en
París) y por sus escuelas de teología. Tuvo por maestros más
destacados a Alejandro de Hales y a Alberto Magno, ambos
acogedores de la doctrina aristotélica (especialmente el segundo). Entre
sus compañeros estaba Buenaventura de Fidanza con quien mantuvo
una singular relación de amistad, aunque también de cierta polémica
intelectual. Antes de que Tomás acabara los estudios, Alberto Magno,
sorprendido por el entendimiento de su alumno napolitano, le encarga
un Acto escolástico, y a sus fortísimos argumentos el alumno responde
4. con perfecta distinción, deshaciendo el discurso del Doctor alemán, el
cual dijo a la asamblea:
Vosotros llamáis a éste el Buey mudo, pero yo os aseguró que éste
Buey dará tales mugidos con su saber que resonarán por el mundo
entero
Alberto Magno, seguro del potencial del novicio, se llevó a éste consigo,
a Colonia, a enseñarle y estudiar profundamente las obras de
Aristóteles, que ambos habrían de defender posteriormente. En esa
época Tomás fue ordenado sacerdote. Tomás volvería a París en 1252
para continuar sus estudios, pero encontraría una fuerte oposición a las
Órdenes mendicantes, liderada por los profesores seculares, que
perseguían el abandono de la Universidad, en señal de protesta contra
el encarcelamiento de alumnos delincuentes. Pero el objeto último de
su ira eran los maestros mendicantes: su singular pobreza, constancia y
hábito de estudio llenaba sus clases de alumnos (Véase el caso de
Alberto Magno) y ponía en evidencia a los seculares.
El punto álgido de aquel enfrentamiento, que llegó a amenazar la vida
de los mendicantes, llegó cuando el doctor Guillermo de Saint Amour
publicó sus tratados: Libro del anticristo y sus ministros y Contra los
peligros de los novísimos tiempos. Tomás escribió en octubre de 1256,
unos meses más tarde del segundo panfleto de San Amour, Contra los
que impugnan el culto divino y, el Papa Alejandro IV, ese mismo mes,
excomulgaría a San Amour, prohibiéndole la enseñanza y los
sacramentos. El joven napolitano contaría, a raíz de su respuesta a
Saint Amour, con la confianza papal en cuestiones teológicas, y se le
asignó la revisión del Libro introductorio al Evangelio eterno, de
influencias joaquinistas.
Enseñanza Universitaria
Tras aquella destacada actuación se le concedió el doctorado con la
excepcional edad de 31 años, por lo cual, en 1256 ejerce como maestro
de Teología en la Universidad de París. Allí escribe varios opúsculos de
gran profundidad metafísica, como De ente et essentia y su primera
5. Summa o compendio de saber: el Scriptum super Sententias. Además,
goza del puesto de consejero personal del Rey Luis IX de Francia.
En junio de 1259, Tomás es llamado a Valenciennes, junto con Alberto
Magno y Pedro de Tarentaise (futuro papa Inocencio V), para organizar
los estudios de la Orden, aprovechando que tenía que trasladarse a su
Italia natal. Estuvo durante un periodo de diez años enseñando en
Nápoles, Orvieto, Roma y Viterbo. En esta era de su vida Tomás
termina la Summa contra gentiles, que sería la guía de apología de la
Orden en España, encarga la traducción de numerosas obras de
Aristóteles a su amigo erudito Guillermo de Moerbeke, para evitar
ciertos errores de interpretación cometidos por los árabes, y comienza
la redacción de la Summa Theologiae. Es menester señalar que el
Papa Urbano IV lo nombró consejero personal, y que le encargó la
Catena aurea (Comentario a los cuatro Evangelios), el Oficio y misa
propia del Corpus Christi y la revisión del libro Sobre la fe en la
Santísima Trinidad, atribuido al obispo Nicolás de Durazzo.
El Aquinate fue enviado de vuelta a París, debido a la gran oposición
que se había alzado en contra de su figura y doctrina. Ésta época, por
ser la última, es la más madura y fecunda del Aquinate, el cual se
enfrentó a tres brazos del pensamiento: los idealistas agustinistas,
encabezados por Juan Peckham, los seculares antimendicantes,
dirigidos por Gerardo de Abbeville y, por último los averroístas, cuya
figura visible era Sigerio de Brabante. Tomás ya había asumido
públicamente, numerosas ideas aristotélicas y completó las
Exposiciones de las más destacadas obras de Aristóteles, del Evangelio
de Juan y de las Cartas de Pablo el apóstol. Por otro lado, escribe sus
famosas cuestiones disputadas de ética y algunos opúsculos en
respuesta a Juan Peckham y Nicolás de Lisieux, al tiempo que
terminaba la segunda parte de la Summa Theologiae.
Pero su gran lucha vino contra los averroístas: Sigerio de Brabante,
máxima figura de la Facultad de Artes, había manifestado en sus clases
(no en sus obras, de lógica y física, como el Sophisma y su comentario
a la Física de Aristóteles) que el hombre no tenía naturaleza espiritual
por lo que la razón podía contradecir la fe sin dejar ambas de ser
6. verdaderas. Tomás, líder indiscutible de la Facultad de Teología,
respondería ese mismo año con su De unitate intellectus contra
averroistas terminando dicho opúsculo en una declaración sin par:
He aquí nuestra refutación del error. No está basada en documentos de
fe sino de razón, y en los asertos de los filósofos. Si hay, pues, alguien
que, orgullosamente engreído en su supuesta ciencia, quiera desafiar lo
escrito, que no lo haga en un rincón o ante niños, sino que responda
públicamente si se atreve. El me encontrará frente a sí, y no sólo al
mísero de mí, sino a muchos otros que estudian la verdad. Daremos
batalla a sus errores o curaremos su ignorancia
Tras este desafío singular se dice, pues no consta entre sus biógrafos,
que ambos se enfrentaron públicamente4
y no sería descabellado, ya
que Tomás había disputado con, por ejemplo, Peckham ante la
universidad pero lo históricamente válido es que Tomás salió
ampliamente victorioso tras la publicación del opúsculo, ya que, en
primer lugar, Siger se retractó de muchas cuestiones en su De anima
intellectiva, y en segundo lugar, el obispo de París, Esteban Tempier
condenaría a los pocos meses hasta trece cuestiones esenciales del
averroísmo, lo que provocó una gran huelga en la Facultad de Artes.
Obras
La obra escrita de Tomás de Aquino es inmensa y, cuando se tiene en
cuenta que murió a los cuarenta y nueve años y había recorrido casi
10.000 kilómetros en viajes a pie se considera una hazaña inigualable.
Sus obras más extensas, y generalmente consideradas más
importantes y sistemáticas, son sus Sumas: la Summa Theologiae, la
Summa contra Gentiles y su Scriptum super Sententias. Aunque el
interés y la temática principal siempre es teológico, cuenta también con
varios comentarios a obras filosóficas, destacándose, como se ha dicho
antes, en Aristóteles con obras filosóficas, polémicas o litúrgicas. A lo
largo de la historia se le han atribuido obras espurias, que con el paso
del tiempo han dejado de ser consideradas de su autoría. Así, sus
obras se encuentran divididas en:
Tres síntesis teológicas, o summas
7. Nueve tratados en la forma de disputas académicas
Doce disputas quodlibetales
Nueve exégesis sobre las Sagradas Escrituras
Una colección de glosas de los Padres de la Iglesia sobre los
Evangelios
Once exposiciones sobre los trabajos de Aristóteles
Dos exposiciones de trabajos de Boecio
Dos exposiciones de trabajos de Proclo
Cinco trabajos polémicos
Cinco opiniones expertas, o responsa
Quince letras sobre teología, filosofía o temas políticos
Un texto litúrgico
Dos oraciones famosas
Aproximadamente 85 sermones
Ocho tratados sobre teología
Conocimiento
La teoría del conocimiento de Tomás de Aquino es un rescate de la
defendida por Aristóteles. Para ambos el entendimiento toma la forma
genérica y substancial de los objetos del exterior (percibida a través de
los individuos, plenamente reconocidos por la intencionalidad del
esciente) y la abstrae, dando lugar a la especie o universal en acto. En
ello radica la diferencia cognoscitiva entre hombre y animal, ya que el
universal es un elemento indispensable para toda ciencia, que sólo
puede alcanzar el hombre.
La novedad de Tomás en este tema reside en su respuesta al problema
de los universales. Dicho problema, mencionado primeramente por
Porfirio en su Isagoge, analiza el modo de ser del universal. Ya que
ésta cuestión es de capital importancia antropológica (Está visto arriba),
directa o indirectamente las grandes figuras intelectuales de la Edad
Media como Agustín de Hipona, Escoto Eriúgena, Anselmo de
Canterbury, Pedro Abelardo o Sigerio de Brabante tomaron postura en
la polémica. Tomás no sería menos y dio la siguiente solución,
destacando tres estados reales del universal:
8. Ante rem (Anteriores a las cosas): En la mente de Dios, por ser
Creador del mismo, como arquetipo de los entes de la realidad
material.
In rem (En las cosas): Como estructura que conforma la especie
de un objeto singular. Está mezclado con la materia, por lo que,
como tal, en el aspecto sensitivo es potencial e imperceptible.
Post Rem (Posteriores a las cosas): Como conceptos lógicos,
abstraídos de los entes reales materiales y, necesariamente por
lo dicho arriba, inmateriales.
Regreso Y Muerte
Terminada su labor en Francia, se le encargó la fundación de un nuevo
capítulo provincial en su Nápoles natal. Antes de ello Tomás visitó su
familia, así como sus amigos el cardenal Anibaldo degli Anibaldi y el
abad de Montecassino Bernard Ayglier. En Nápoles debe destacarse
que fue recibido como un rey, así como la numerosa correspondencia
que mantuvo, respondiendo dudas al mismo Bernard Ayglier entre
muchos otros. Sin embargo, tan pronto comenzó la tercera parte de la
Summa Theologiae tuvo una singular experiencia mística (ya las había
tenido antes, está bien documentado) tras la cual se le haría imposible
escribir:
Me han sido reveladas semejantes cosas que lo que he escrito me
parece paja.
Al menos accedió a la invitación del Papa Gregorio X para asistir al
Concilio de Lyon II. Sin embargo, desde el arrebato místico estaba muy
débil, y hubieron de acogerle en la Abadía de Fossanova. Tras varias
profecías y milagros7
documentados y con numerosos testimonios,
Tomás murió haciendo una enérgica profesión de fe el 7 de marzo de
1274, cerca de Terracina. Posteriormente, el 28 de enero de 1369, los
restos mortales del filósofo y teólogo fueron trasladados a Tolosa de
Languedoc, motivo por el cual la Iglesia católica celebra su memoria en
esta fecha.
9. Después de su muerte, algunas tesis de Tomás de Aquino, confundidas
entre las averroístas, fueron condenadas por el obispo de París,
Étienne Tempier, quien en 1277 lanzó una gran condena de 219 tesis
respecto a la Universidad de París. A pesar de que era una condena
importante, pero local, Tomás de Aquino fue canonizado rápidamente,
el 18 de enero de 1323. Las condenas de 1277 fueron inmediatamente
levantadas en lo que respecta a Tomás de Aquino el 14 de febrero de
1325.
Tomás de Aquino es, junto con Aristóteles, Agustín, Leibniz, Kant y
Hegel, uno de los intelectuales más profundos, sistemáticos y fecundos
de la Historia.
Influencias Y Repercusiones
Tomás, aun siendo teólogo, destacó por haber leído y estudiado
exhaustivamente a todos los intelectuales referenciales del momento,
filosóficos incluidos, de ahí que pudiera alcanzar una síntesis tan
extensa y consistente. Los materiales para su pensamiento son de muy
diverso origen:
En primer lugar de Platón. A él se le debe cierta doctrina de la
participación (aún no plenamente metafísica), para explicar la relación
entre Dios y las criaturas, así como la cuestión de los grados de
perfección. Tomás también conocía a los estoicos como antecedentes
de la idea tomista de ley natural.
De Aristóteles coge sus teorías principales, aunque con la perspectiva
cristiana del ser, como se ha visto antes. Los conceptos de forma y
materia, acto y potencia, substancia y accidentes y Dios como
fundamento último de los movimientos de la realidad (primera y quinta
Vía). Asume toda su teoría del conocimiento y las bases de su
antropología: la concepción formal del alma, su división tripartita etc..
En Ética y Política recoge el concepto y la clasificación aristotélica de la
virtud y completa sus aportaciones sobre la ley natural (base del
derecho natural, que, aún defendido por John Locke e Inmanuel Kant,
es metafísico), y completa estos esquemas con la referencia a la ley
10. eterna y las virtudes teologales (ajenas a la misma cultura griega). Por
otra parte, la Lógica la acepta íntegramente desde su juventud.
Del pensamiento musulmán y judío, además de acoger sus comentarios
a Aristóteles destaca por su atención a Avicena en su distinción (aún
inexacta, debido a su esencialismo) entre esencia y existencia, y en la
formulación de la Tercera Vía. Por otro lado, de Maimónides recoge la
defensa de la creación de la nada y su modo de entender las relaciones
entre la fe y la razón. En cuanto a lo cristiano, es fundamental recordar
su adhesión inquebrantable a la Biblia, los Decretos de los Concilios y
los Papas (destaca Gregorio Magno por sus tratados morales y
pastorales). Entre los Padres de la Iglesia destaca, eminentemente,
Agustín de Hipona en la relación de los atributos de Dios, la idea de la
creación o la tesis de la inmaterialidad del alma, la cuestión de la
Trinidad entre muchas otras (afinadas por su aristotelismo)
De otros neoplatónicos como Pseudo Dionisio Areopagita asume los
aspectos neoplatónicos de sus obras, como el concepto de
participación y las grados de perfecciones, en clave teológica. De
Boecio, sus aportes a los dogmas trinitarios y cristológicos. Alberto
Magno, en último lugar, le introduje en el conocimiento de Aristóteles y
le inició en la cuestión de los trascendentales.
Respecto a su influencia posterior, Tomás jugó un papel capital, nunca
antes visto en la Iglesia católica, como referencia y modelo de
pensamiento, tanto en la Inquisición como en el Concilio de Trento. En
el siglo XV sus seguidores son muy diversos: el canciller Juan Gerson,
el inquisidor Tomás de Torquemada y Girolamo Savonarola. En el siglo
XVI defienden su doctrina y figura el Papa Pío V (que lo nombró Doctor
de la Iglesia) y un buen número de distinguidos españoles como el
fundador de la Compañía de Jesús Ignacio de Loyola (cuya lectura él
decreta en el Cap. 14, punto 4° de las Constituciones), el Doctor místico
Juan de la Cruz (que emplea constantemente sus principios para
explicar los mecanismos espirituales), el cardenal Tomás Cayetano,
Francisco de Vitoria y Domingo de Soto. Más tarde, asentando la
reforma contra el protestantismo en el siglo XVII, destacan el obispo
11. Francisco de Sales, Juan de Santo Tomás, Francisco Suárez y
Domingo Báñez.
En el siglo XVIII, a pesar de la poderosa aparición del racionalismo y, a
raíz de él, el empirismo (entre ilustrados) y ontologismo (entre católicos
como Nicolas de Malebranche) cabe mencionar las aportaciones del
cardenal Juan Tomás de Boxadors y los obispos Alfonso María de
Ligorio y Jacques Bossuet.
Ante las nuevas corrientes intelectuales como el idealismo romántico,
nihilismo vitalista, filosofía de la conciencia (Henri Bergson) y
Fenomenología, así como una rama fideísta ultra-católica (Louis
Eugène Marie Bautain, Louis de Bonald y el joven Félicité Robert de
Lamennais), la Iglesia católica recomendó directamente a Tomás para
un estudio veraz, acorde a la fe católica. Ya en el siglo XIX Tomás es
recomendado por los Papas Leon XIII (es famoso por su encíclica
Aeterni Patris) y Pio X (destacó su motu propio Doctoris Angelici) con el
apoyo de los cardenales Désiré Félicien-François-Joseph Mercier,
Tomás Zigliara y Zeferino González, al tiempo que surgen los grandes
inspiradores del neotomismo: Pierre Mandonnet y Ambroise Gardeil. Y,
al fin, en el siglo XX se trata de los Papas Pío XI (Studiorum Ducem),
Juan Pablo II (formado en el Angelicum) el canciller Etienne Gilson,
Josef Pieper, Reginald Garrigou-Lagrange, Jacques Maritain, Antonin-
Dalmace Sertillanges y Sebastiaan Tromp.
En la Iglesia en general, es la referencia de los Concilios Trento y
Vaticano I (en la constitución Dei Filius), a la vez que se coloca como
paradigma de estudios en general en el Vaticano II (se vuelve a
nombrar como autoridad a seguir en cuestiones especulativas y
metafísicas) y en el Código de Derecho Canónico (can. 589 y 1366). De
hecho, hoy, numerosos escritos de los Papas vuelven constantemente
a él.