3. Hoy se cumplen 193 años del fallecimiento de uno de los próceres
argentinos indiscutidos. Abogado por formación, militar por imperio
de las circunstancias, Manuel Belgrano es también considerado el
primer economista argentino.
El creador de la bandera se improvisó como militar y fue adonde
nadie quería ir, haciéndose cargo por ejemplo del Ejército del Norte.
Un hombre de letras, un intelectual, prefirió encarar así desafíos para
los que no estaba preparado.
Historiadores como Ovidio Giménez consideran que el creador de la
bandera fue el primer economista argentino, por la labor que
desarrolló como funcionario público (durante 16 años, a partir de
1794, fue secretario general del Consulado Real de Buenos Aires).
Mientras estudió abogacía en Salamanca y Valladolid, y en virtud de
que dominaba el idioma francés, el inglés y el italiano, Belgrano se
familiarizó con la literatura económica de la época: los mercantilistas,
los fisiócratas y ‘La riqueza de las naciones’, de Adam Smith.
4. Seguramente tuvo entre sus lecturas los escritos de Francois Quesnay (1694-
1774), fundador de la escuela fisiocrática, cuyo lema era “campesinos pobres,
reino pobre; reino pobre, rey pobre”.
Aunque supo ver la importancia del comercio y la manufactura, en tanto
actividades creadoras de empleo, como parte de su formación económica el
héroe de Mayo consideraba que la agricultura era un pilar fundamental del
progreso económico.
Sobre todo enfatizó el papel que juegan la educación y la capacitación técnica,
para el entrenamiento de los agricultores. “Una de las causas a que atribuyo el
poco producto de la tierra y, por consiguiente, el ningún adelantamiento del
labrador, es porque no se mira la agricultura como un arte que tenga
necesidad de estudio”, señaló.
Belgrano advertía que toda la riqueza potencial del país estaba en la
explotación científica de la tierra, y en las medidas complementarias, como ser
los caminos y la infraestructura rural.
En esta estrategia propugnó las escuelas técnicas, en las que se enseñara a los
hijos de los agricultores los secretos de la tierra, con escuelas de investigación
agropecuaria complementarias.
5. Esta concepción empalmaba con otra de sus preocupaciones:
combatir la haraganería. Belgrano tenía bien en claro la relación
entre educación, trabajo y situación social. (Hubiera condenado el
asistencialismo estatal).
Enfáticamente se preguntaba: “¿Cómo, cómo se quiere que los
hombres tengan amor al trabajo, que las costumbres sean
arregladas, que haya copia de ciudadanos honrados, que las virtudes
ahuyenten los vicios y que el gobierno reciba el fruto de sus cuidados,
si no hay enseñanza, y si la ignorancia va pasando de generación en
generación con mayores y más grandes aumentos?”.
También decía: “(…) el mejor medio de socorrer la mendicidad y la
miseria, es prevenirla y atenderla en su origen y nunca se puede
prevenir si no se proporcionan los medios para que el mendigo
busque su subsistencia”