Este documento describe cómo la sociedad moderna está dominada por una cultura de aprendizaje basada en la abundante información disponible. Las nuevas tecnologías han permitido un acceso casi instantáneo a grandes cantidades de datos, pero esta información a menudo es fragmentada y confusa. Los estudiantes necesitan habilidades para organizar y dar sentido a estos conocimientos informales relacionándolos con lo aprendido en la escuela. En la sociedad actual, las personas están sobrecargadas de información y es necesario aprender a navegar críticamente por ella para
1. “Aprendices y maestros – La nueva cultura del Aprendizaje”.
Ignacio Pozo Municio
2000
La Sociedad de la Información
La demanda de un aprendizaje constante y diverso es consecuencia también
del flujo de información constante y diversa al que estamos sometidos. Los cambios
radicales en la cultura del aprendizaje están ligados históricamente al desarrollo de
nuevas tecnologías en la conservación y la difusión de la información.
Una primera revolución de la información surgió en la sociedad sumeria en
dónde se utilizaban tablillas que eran instrumentos de mediación entre la información
y la memoria humana. Lamentablemente estos cambios tuvieron una influencia muy
limitada sobre las demandas sociales de aprendizaje, no solamente porque su uso se
restringió a las elites administrativas, sino sobre todo por las limitaciones tecnológicas
en el almacenamiento, conservación y difusión de la información.
Una segunda revolución de la información surge con la invención de la
imprenta. La impresión de los libros era mucho menos laboriosa y costosa que la copia
de un manuscrito y a la vez más accesible a una mayor cantidad de gente. Por estos
factores la iglesia perdió el monopolio del conocimiento, que de esta forma se
diversificó y democratizó. Se inicia la era de la descentralización de los saberes. Como
consecuencia, la memoria repetitiva y el aprendizaje reproductivo se desprestigiaron
entre las elites intelectuales. Es la era de la razón más que de la memoria.
En la segunda mitad del siglo pasado, y muy especialmente en sus últimas
décadas, se produjo una tercera revolución en los soportes de la información que
abrió paso a una nueva cultura del aprendizaje. Las nuevas tecnologías permitieron un
acceso casi instantáneo a grandes bancos de datos, que contienen no sólo información
escrita sino también información audiovisual, más inmediata y fácil de procesar.
No hace falta buscar activamente la información, desear aprender algo, para
encontrarla. Es más bien la información la que nos busca a nosotros, a través de la
mediación impuesta por los canales de comunicación social.
Son cada vez menos las primicias informativas y aún menos las exclusivas que
se reservan para la escuela. Toda esta información a la cual somos expuestos es
fragmentaria, confusa y muchas veces engañosa. Pero, como los programas escolares
siguen funcionando en gran medida como si la sociedad de información no existiera,
los alumnos tienen pocas oportunidades de organizar y dar sentido a esos saberes
informales relacionándolos con el conocimiento escolar, que por lo demás suele ser
bastante menos atractivo.
Según Pylyshyn los seres humanos somos auténticos “informívoros”,
necesitamos información para sobrevivir, igual que necesitamos alimento, calor o
contacto social. En las ciencias de la comunicación se considera que información es
todo aquello que reduce la incertidumbre de un sistema.
2. Esta incertidumbre es aún mayor en la sociedad actual, como consecuencia de
la descentración del conocimiento.
Un rasgo característico de nuestra cultura del aprendizaje es que, en vez de
tener que buscar activamente la información con que alimentar nuestra ansia de
predicción y control, estamos siendo atiborrados, sobrealimentados de información.
Además de esta característica, los medios de comunicación social suministran
también mucho “ruido”, supuesta información que en realizad no reduce ninguna
incertidumbre, ya que no incrementa nuestra capacidad predictiva ni nuestro control
sobre los acontecimientos es constantemente expuesta a las personas.
En nuestra cultura, la información fluye de modo mucho más dinámico pero
también menos organizado.
Gracias a las nuevas tecnologías podemos conectarnos con mucha facilidad y
vagar perezosamente por la red, pero de ese vagabundeo extraeremos poco
aprendizaje si no somos capaces de organizar nuestra ruta. Mientras que el
aprendizaje de la cultura impresa suele ser un viaje organizado por quien produce el
conocimiento, en la sociedad de la información es el consumidor quien debe organizar
o dar significado a su viaje.
Es la cultura del zapping informativo, una cultura hecha de retazos de
conocimiento, un collage que es necesario recomponer para obtener significado. Para
ello se necesitan no sólo esas estrategias para buscar, seleccionar y reelaborarla
información que mencionaba ante, sino también conocimientos con los que relacionar
y dar significado a esa información.
Un ejemplo de este tipo de característica de la sociedad de la información son
los programas de televisión del tipo “resumen de noticias”.
Los mismos consisten en presentar fragmentos de informes obtenidos de
diversas fuentes y luego de ser presentados realizar un comentario sobre el mismo.
Cabe aclarar que cada canal que lo emite realiza una intervención política de
acuerdo a la información que quiera mostrar, logrando en algunos casos, que una
misma información sea presentada a través de posturas muy contradictorias variando
de la fuente que la emite.
Es necesario formar “televidentes” capaces de reconocer estas posturas que
sutilmente presentan cada canal de información y seleccionar de todo lo que se
presenta y que a la vez se jactan de tener la verdad absoluta, de aquello que realmente
desinforma y confunde.