Rigoberta Menchú sufrió la tortura y asesinato de varios miembros de su familia a manos de los militares y escuadrones de la muerte en Guatemala. Ella inició una campaña pacífica denunciando la sistemática violación de los derechos humanos de los campesinos indígenas. Posteriormente se exilió en México donde publicó su autobiografía y recorrió el mundo difundiendo su mensaje, lo que le valió recibir el Premio Nobel de la Paz en 1992.