1. Tales de Mileto (ca. 630 - 545 a. C. ) fue el iniciador de la indagación
racional sobre el universo. Se le considera el primer filósofo de la
historia de la filosofía occidental, y fue el fundador de la escuela jónica
de filosofía, según el testimonio de Aristóteles. Fue el primero y más
famoso de los Siete Sabios de Grecia (el sabio astrónomo), y habría
tenido, según una tradición antigua no muy segura, como discípulo y
protegido a Pitágoras.
En tiempos de Tales, los griegos explicaban el origen y naturaleza del
cosmos con mitos de héroes y dioses antropomórficos.
La explicación de la NaturalezaLa filosofía griega inició con una pregunta
por la naturaleza (physis), en la búsqueda de aquellos principios últimos
(tierra, agua, aire, fuego, átomos, etc.) que son la explicación última de
las cosas. Los primeros filósofos griegos veían en la tierra, el agua, el
aire y el fuego los elementos fundamentales a partir de los cuales se
generan todos los demás elementos del universo, es decir, el origen.
También pensaban que de estos principios constan todos los seres del
universo, es decir, que son el sustrato. Por último, esos elementos
fundamentales también debían poder explicar las transformaciones que
acontecen en el universo, es decir, dar a entender la verdadera causa de
los eventos.
La explicación de Tales Si la Naturaleza remite siempre a un principio
(arché), cabe preguntarse si es posible concebir una única realidad o
2. sustancia que pueda ejercer en ella tanto de origen, sustrato y
causa.Tales argumentaba que es el agua lo que desempeña dicho papel,
y quizás sea la primera explicación significativa que se dio del mundo
físico sin hacer referencia explícita a lo sobrenatural. Tales afirmaba que
el agua es la sustancia universal primaria y que el mundo está animado
y lleno de divinidades.
Citas de TalesAlgunas sentencias y versos que Diógenes Laercio le
atribuye a Tales son las siguientes:
"Muchas palabras no son signo de ánimo prudente."
"Busca una sola sabiduría."
"Elige una sola cosa buena."
"Quebrantará así la lengua de los charlatanes (mentirosos)."
"Lo más hermoso es el mundo, porque es obra de Dios."
"Lo más grande es el espacio, porque lo encierra todo."
"Lo más veloz es el entendimiento, porque corre por todo."
"Lo más fuerte es la necesidad, porque domina todo."
"Lo más sabio es el tiempo, porque aclara todo."
Laercio también asegura que es de Tales el proverbio "Conócete a ti
mismo."
3. Sócrates (en griego, Σωκράτης, Sōkrátēs) (470 – 399 a. C.) fue un
filósofo griego considerado como uno de los más grandes, tanto de la
filosofía occidental como de la universal. Fue el maestro de Platón, quien
tuvo a Aristóteles como discípulo; estos tres son los representantes
fundamentales de la filosofía griega.
Sócrates no escribió obra alguna y, a pesar de haber tenido numerosos
seguidores, nunca creó una escuela filosófica. Las llamadas escuelas
socráticas fueron iniciativa de sus seguidores. Acerca de su actividad
filosófica nos han llegado diversos testimonios, contradictorios entre
ellos, como los de Jenofonte, Aristófanes o Platón, que suscitan el
llamado problema socrático; es decir, la fijación de la auténtica
personalidad de Sócrates y del contenido de sus enseñanzas. Si creemos
a Jenofonte, a Sócrates le interesaba fundamentalmente la formación de
hombres de bien, con lo que su actividad filosófica quedaría reducida a
la de un moralista práctico: el interés por las cuestiones lógicas o
metafísicas sería algo completamente ajeno a Sócrates. Poco riguroso se
considera el retrato que hace Aristófanes de Sócrates en "Las nubes",
donde aparece como un sofista jocoso y burlesco, y que no merece
mayor consideración.
El rechazo al relativismo de los sofistas llevó a Sócrates a la búsqueda
de la definición universal por elaboración de conceptos, que pretendía
alcanzar mediante el método inductivo. Probablemente la búsqueda de
dicha definición universal por concepto no tenía una intención
puramente teórica, sino más bien práctica.
4. Platón (en griego: Πλάτων ) (ca. 428 a. C./427 a. C. – 347 a. C.) fue un
filósofo griego, alumno de Sócrates y maestro de Aristóteles, de familia
noble y aristocrática. Platón (junto a Aristóteles) es quien determinó
gran parte del corpus de creencias centrales tanto del pensamiento
occidental como del hombre corriente (aquello que hoy denominamos
"sentido común" del hombre occidental) y pruebas de ello son la noción
de "Verdad" y la división entre "doxa" (opinión) y "episteme" (ciencia).
Demostró (o creó, según la perspectiva desde la que se analice) y
popularizó una serie de ideas comunes para muchas personas, pero
enfrentadas a la línea de gran parte de los filósofos presocráticos y a la
de los sofistas (muy populares en la antigua Grecia) y que debido a los
caminos que tomó la historia de la Metafísica, en diversas versiones y
reelaboraciones, se han consolidado. Su influencia como autor y
sistematizador ha sido incalculable en toda la historia de la filosofía, de
la que se ha dicho con frecuencia que alcanzó identidad como disciplina
gracias a sus trabajos.
En las escrituras de Platón se pueden ver conceptos sobre las formas de
gobierno, incluyendo la aristocracia como la ideal; así como la
timocracia, la oligarquía, la democracia y la tiranía.
5. Aristóteles (384 a. C. – 322 a. C.)[1] [2] fue un filósofo, lógico y
científico de la Antigua Grecia cuyas ideas han ejercido una enorme
influencia sobre la historia intelectual de Occidente por más de dos
milenios.[1] [2] [3]
Aristóteles escribió cerca de 200 tratados —de los cuales sólo nos han
llegado 31— sobre una enorme variedad de temas, incluyendo lógica,
metafísica, filosofía de la ciencia, ética, filosofía política, estética,
retórica, física, astronomía y biología.[1] Aristóteles transformó muchas,
si no todas, las áreas del conocimiento que tocó. Es reconocido como el
padre fundador de la lógica y de la biología, pues si bien existen
reflexiones y escritos previos sobre ambas materias, es en el trabajo de
Aristóteles donde se encuentran las primeras investigaciones
sistemáticas al respecto.[4] [5]
Entre muchas otras contribuciones, Aristóteles formuló la teoría de la
generación espontánea, el principio de no contradicción, las nociones de
categoría, sustancia, acto, potencia, etc. Algunas de sus ideas, que
fueron novedosas para la filosofía de su tiempo, hoy forman parte del
sentido común de muchas personas.
Aristóteles fue discípulo de Platón y de otros pensadores (como Eudoxo)
durante los 20 años que estuvo en la Academia de Atenas,[6] luego fue
maestro de Alejandro Magno en el Reino de Macedonia,[6] y finalmente
fundó el Liceo en Atenas, donde enseñó hasta un año antes de su
muerte.[6]
6. Aristóteles rechazó fuertemente la teoría de Platón según la cual las
ideas eran la auténtica realidad (por ser subsistentes y autofundadas) y
que el mundo sensible, captado por nuestros sentidos, no era más que
una copia de aquellas. Aristóteles, al contrario de Platón -que concebía
la «existencia» de dos mundos posibles o reales (algunos eruditos creen
que la teoría platónica es en realidad un realismo de las Ideas)-, poseía
una teoría que discurría entre el mundo de las nociones y el mundo
sensible, si bien estaba abierto a admitir la existencia de sustancias
separadas e inmóviles (como se muestra en la Física y en la Metafísica).
Aristóteles hace cuatro críticas fundamentales a la teoría de las ideas de
Platón:
Critica a los dos mundos: para Aristóteles es uno solo; admitir dos
mundos complica la explicación innecesariamente, reduplicando las
realidades.
Platón no ofrece una explicación racional al hablar de los dos mundos.
Se limita a utilizar mitos y metáforas, en vez de aclarar
conceptualmente sus propuestas.
No hay una relación clara de causalidad del mundo ideal respecto del
mundo sensible. No explica cómo las ideas son causa de las cosas
sensibles y mutables. No infiere que de una idea se derive un objeto.
Argumento del tercer hombre: según Platón, la semejanza entre dos
cosas se explica porque ambas participan de la misma idea. Según
Aristóteles, se precisa un tercero para explicar la semejanza entre dos
cosas, y un cuarto para explicar las tres, y así sucesivamente. Es una
regresión al infinito, por lo tanto no se explica nada. Tal argumento ya
había sido recogido por el mismo Platón en el diálogo titulado
Parménides.
7. Parménides de Elea fue un filósofo griego. Nació entre el 530 a. C. y el
515 a. C.[* 1] en la ciudad de Elea, colonia griega del sur de Magna
Grecia (Italia), ciudad que le debió también su legislación.
Parménides escribió una sola obra, un poema en verso épico, del cual
nos han llegado fragmentos conservados en citas de otros autores. Los
especialistas consideran que la integridad de lo que conservamos es
notablemente mayor en comparación con lo que nos ha llegado de las
obras de casi todos los restantes filósofos presocráticos, y por ello su
doctrina puede ser reconstruida con mayor precisión.
Presenta su pensamiento como una revelación divina dividida en dos
partes:
La vía de la verdad, donde se ocupa de «lo que es» o «ente», y expone
varios argumentos que demuestran sus atributos: es ajeno a la
generación y la corrupción y por lo tanto es inengendrado e
indestructible, es lo único que verdaderamente existe —con lo que niega
la existencia de la nada— es homogéneo, inmóvil y perfecto.
La vía de las opiniones de los mortales, donde trata de asuntos como la
constitución y ubicación de los astros, diversos fenómenos
meteorológicos y geográficos, y el origen del hombre, construyendo una
doctrina cosmológica completa.
8. René Descartes. También llamado Cartesius. (La Haye, en la Turena
francesa;[2] 31 de marzo de 1596 – Estocolmo, 11 de febrero de 1650)
fue un filósofo, matemático y físico francés, considerado como el padre
de la filosofía moderna, así como uno de los nombres más destacados
de la revolución científica.
Al menos desde que Hegel escribió sus Lecciones de historia de la
filosofía, en general se considera a Descartes como el padre de la
filosofía moderna, independientemente de sus aportes a las
matemáticas y la física. Este juicio se justifica, principalmente, por su
decisión de rechazar las verdades recibidas, p. ej., de la escolástica,
combatiendo activamente los prejuicios. Y también, por haber centrado
su estudio en el propio problema del conocimiento, como un rodeo
necesario para llegar a ver claro en otros temas de mayor importancia
intrínseca: la moral, la medicina y la mecánica. En esta prioridad que
concede a los problemas epistemológicos, lo seguirán todos sus
principales sucesores. Por otro lado, los principales filósofos que lo
sucedieron estudiaron con profundo interés sus teorías, sea para
desarrollar sus resultados o para objetarlo. Este es el caso de Pascal,
Spinoza, Leibniz, Malebranche, Locke, Hume y Kant, cuando menos. Sin
embargo, esta manera de juzgarlo no debe impedirnos valorar el
conocimiento y los estrechos vínculos que este autor mantiene con los
filósofos clásicos, principalmente con Platón y Aristóteles, pero también
Sexto Empírico y Cicerón.[13] Descartes aspira a «establecer algo firme
y durable en las ciencias». Con ese objeto, según la parte tercera del
9. Discurso, por un lado él cree que en general conviene proponerse metas
realistas y actuar resueltamente, pero prevé que en lo cotidiano, así sea
provisionalmente, tendrá que adaptarse a su entorno, sin lo cual su vida
se llenará de conflictos que lo privarán de las condiciones mínimas para
investigar. Por otra parte, compara su situación a la de un caminante
extraviado, y así concluye que en la investigación, libremente elegida, le
conviene seguir un rumbo determinado. Esto implica atenerse a una
regla relativamente fija, un método, sin abandonarla «por razones
débiles»...
John Locke (Wrington, 29 de agosto de 1632 - Essex, 28 de octubre de
1704) fue un pensador inglés considerado el padre del empirismo y del
liberalismo moderno.
Su epistemología (teoría del conocimiento) no cree en la existencia del
innatismo y el determinismo, considerando el conocimiento de origen
sensorial, por lo que rechaza la idea absoluta en favor de la
probabilística matemática. Para Locke, el conocimiento solamente
alcanza a las relaciones entre los hechos, al cómo, no al por qué. Por
otra parte cree percibir una armonía global, apoyado en creencias y
supuestos evidentes por sí mismos, por lo que sus pensamientos
también contienen elementos propios del racionalismo y el mecanicismo.
Cree en un Dios creador cercano a la concepción calvinista del gran
relojero, basando su argumentación en nuestra propia existencia y la
imposibilidad de la nada de producir el ser, un Dios tal cual como lo
describe el pensador del racionalismo Descartes en el Discurso del
10. método, en la tercera parte del mismo. De la esencia divina solamente
pueden ser conocidos los accidentes y sus designios solamente pueden
ser advertidos a través de las leyes naturales.
Trata la religión como un asunto privado e individual, que afecta
solamente a la relación del hombre con Dios, no a las relaciones
humanas. En virtud de esta privatización el hombre se libera de su
dependencia de la disciplina e imposiciones eclesiásticas y sustrae la
legitimidad confesional a la autoridad política, puesto que considera que
no hay base bíblica para un estado cristiano.
Considera la ley natural un decreto divino que impone la armonía global
a través de una disposición mental (reverencia, temor de Dios, afecto
filial natural, amor al prójimo), concretada en acciones prohibidas
(robar, matar y en definitiva toda violación de libertad ajena), que
obligan en favor de la convivencia.
David Hume (Edimburgo, 7 de mayo de 1711 – ibídem, 25 de agosto de
1776)[1] fue un filósofo, economista e historiador escocés y constituye
una de las figuras más importantes de la filosofía occidental y de la
Ilustración escocesa.
Los historiadores consideran que la filosofía de Hume no es válida, como
una profundización en el escepticismo, aunque esta visión ha sido
discutida, argumentando que el naturalismo tiene un peso comparable
en su pensamiento. El estudio de Hume ha oscilado entre los que
enfatizan la vertiente escéptica de Hume (como es el caso del
11. positivismo lógico), y los que, en cambio, consideran más importante la
vertiente naturalista.
Hume cree que todo el conocimiento humano proviene de los sentidos.
Nuestras percepciones, como él las llamaba, pueden dividirse en dos
categorías: ideas e impresiones. Así define estos términos en
Investigación sobre el entendimiento humano: «Con el término
impresión me refiero a nuestras más vívidas impresiones, cuando oímos,
o vemos, o sentimos, o amamos, u odiamos, o deseamos. Y las
impresiones se distinguen de las ideas, que son impresiones menos
vívidas de las que somos conscientes cuando reflexionamos sobre
alguna de las sensaciones anteriormente mencionadas». Más adelante
precisa el concepto de las ideas, al decir «Una proposición que no
parece admitir muchas disputas es que todas nuestras ideas no son
nada excepto copias de nuestras impresiones, o, en otras palabras, que
nos resulta imposible pensar en nada que no hayamos sentido con
anterioridad, mediante nuestros sentidos externos o internos». Esto
constituye un aspecto importante del escepticismo de Hume, en cuanto
equivale a decir que no podemos tener la certeza de que una cosa,
como Dios, el alma o el yo, exista a menos que podamos señalar la
impresión de la cual, esa idea, se deriva.
Immanuel Kant (ɪˈmaːnueːl ˈkant) (Königsberg, Prusia, 22 de abril de
1724 – ibídem, 12 de febrero de 1804) fue un filósofo alemán de la
Ilustración. Es el primero y más importante representante del idealismo
alemán y está considerado como uno de los pensadores más influyentes
de la Europa moderna y de la filosofía universal.
12. Entre sus escritos más destacados se encuentra la Crítica de la razón
pura (Kritik der reinen Vernunft), calificada generalmente como un
punto de inflexión en la historia de la filosofía y el inicio de la filosofía
moderna. En ella se investiga la estructura misma de la razón. Así
mismo se propone que la metafísica tradicional puede ser reinterpretada
a través de la epistemología, ya que podemos encarar problemas
metafísicos al entender la fuente y los límites del conocimiento. Sus
otras obras principales son la Crítica de la razón práctica, centrada en la
ética; la Crítica del juicio, en la que investiga acerca de la estética y la
teleología y La metafísica de las costumbres que indaga en la filosofía
del Derecho y del Estado.
La filosofía de Kant no niega la existencia de Dios, ni un orden moral, ni
la realidad pensable de un mundo físico. Lo que niega —salvo en lo
moral— es que la razón humana pueda trascender y llegar a esos entes
en sí mismos: sean el «mundo», «Dios» o el «alma». Además Kant
constituyó la idea de que el mundo, el sol y todos los planetas son
complementarios unos con otros.
Kant parte de la conciencia, de las representaciones fenoménicas del yo.
Sean provenientes del mundo externo o interno. Y se aboca, desde un
principio, a la estética trascendental.
Kant entiende por sensación el efecto de un objeto sobre la facultad
representativa, en cuanto somos afectados por él. Se entiende que se
prescinde por completo de la naturaleza del objeto afectante y que
solamente se presta atención al efecto que se produce en nosotros, en
lo puramente subjetivo.
La intuición empírica es una percepción cualquiera que refleja a un
objeto, y así el conocimiento es considerado como un medio. La
intuición empírica es la que se refiere a un objeto, pero por medio de la
sensación. El fenómeno es el objeto indeterminado de la intuición
empírica. El árbol puede afectarnos y de él tenemos una representación
fenoménica. Nada podemos saber del árbol en sí. La realidad de la cosa,
en ella misma, es un noúmeno no alcanzable.
13. Friedrich Wilhelm Nietzsche (Röcken, cerca de Lützen, 15 de octubre de
1844 – Weimar, 25 de agosto de 1900) fue un filósofo, poeta, músico y
filólogo alemán, considerado uno de los pensadores modernos más
influyentes del siglo XIX.
Realizó una crítica exhaustiva de la cultura, la religión y la filosofía
occidental, mediante la deconstrucción de los conceptos que las
integran, basada en el análisis de las actitudes morales (positivas y
negativas) hacia la vida.
Para Nietzsche, la sociedad se encuentra sumida en un profundo
nihilismo que ha de superar si no quiere ver su fin. El nihilismo (que
tiene distintas formas[3] ) es un advenimiento de unas repetidas
frustraciones en la búsqueda de significado, o más precisamente, «la
desvalorización de los valores supremos». El nihilismo en Nietzsche se
refiere al proceso histórico que surge en el reconocimiento de un valor
sumo y termina en la asunción o reconocimiento de múltiples cosas
valorables, al volverse inoperante lo que antes se mostraba como lo
supremo. El nihilismo acontece en nuestro tiempo como manifestación
de la ausencia de una medida única y, al mismo tiempo, como la
proliferación de múltiples medidas que, en cada caso, pueden aparecer
como válidas. Nietzsche ve en el despliegue del nihilismo toda fundación
de cultura europea, la que surge como destino necesario de este
proceso. La visión religiosa del mundo había sufrido ya un gran número
de cambios por perspectivas contrarias, cayendo en el escepticismo
filosófico, y en las teorías científicas evolucionistas y heliocéntricas
14. modernas, lo que no hace más que confirmar la desvalorización de los
valores supremos. A lo ya señalado, hemos de sumar una creciente
presencia de lo democrático, la que se muestra como la afirmación de
una individualidad independiente de Dios y acreedora de la igualdad, de
la medianía. La democracia aparece, a los ojos de Nietzsche, como un
momento del despliegue del nihilismo igualmente negador de la vida
que los que la antecedieron. Ambas manifestaciones del nihilismo se
muestran a Nietzsche como negaciones de la vida en la medida en que
niegan u olvidan dimensiones de ella que a su vista aparecen como
constitutivas de ella, como inalienables a lo que a él se le aparece como
vida. Estas dimensiones negadas de la vida se muestran en ámbitos tan
determinantes como el constante darse del devenir y las diferencias
entre los hombres.
Nietzsche ve esta condición intelectual como un nuevo reto para la
cultura europea, lo que se ha extendido, asimismo, más allá de un
pequeño punto de no-retorno. Nietzsche conceptualiza esto con su
famosa frase, «Dios ha muerto», que aparece en La gaya ciencia y en
Así habló Zaratustra. Esta frase fue dada también por Hegel veinte años
antes de que Nietzsche naciera. Este aforismo, por una parte, señala el
fin de eso que antes aparecía como lo imperante, y por otra, indica un
terreno fértil, un terreno inexplorado, en el cual el propio Nietzsche es
un colono. A partir de la frase «Dios ha muerto», Nietzsche se refiere
tanto a la ceguera del pasado en tanto incapacidad de ver esto, como a
la asunción de una nueva posibilidad de relacionarse con lo que es,
posibilidad dada por la asunción de dicha muerte.
Nietzsche trata esta frase más que como una mera declaración
provocativa, casi como una revelación, como si representase el potencial
de nihilismo que arrastra el alzamiento y el progreso, en el contexto de
un concepto absurdo y sin significado.
Según Nietzsche, el hombre europeo descendiente de los hiperbóreos ha
de asumir la gran e inevitable consecuencia de la muerte en la sociedad
occidental de Dios, del Dios judeo-cristiano, el vengativo y cruel Jehová.
La consecuencia de la muerte de Dios es que los valores vigentes en la
sociedad occidental se vienen abajo ellos solos, según el nihilismo, o no
se vienen abajo sino que los hombres los destruimos. Según Nietzsche
la superación del nihilismo se producirá cuando el Übermensch imponga
los nuevos valores de la moral de señores, destruyendo los valores de la
15. moral de esclavos. Resumiendo, destruimos los valores de los hombres
para poner en su lugar los valores del Übermensch, que ocupará el lugar
de Dios.
Karl Heinrich Marx Pressburg, conocido también en castellano como
Carlos Marx (Tréveris, Alemania, 5 de mayo de 1818 – Londres, Reino
Unido, 14 de marzo de 1883), fue un intelectual y militante comunista
alemán de origen judío. En su vasta e influyente obra, incursionó en los
campos de la filosofía, la historia, la sociología y la economía. Junto a
Friedrich Engels, es el padre del socialismo científico, del comunismo
moderno y del marxismo. Sus escritos más conocidos son el Manifiesto
del Partido Comunista (en coautoría con Engels) y el libro El Capital.
Durante su juventud, y mientras se formaba en filosofía, Marx recibió la
influencia del filósofo alemán predominante en Alemania en aquel
tiempo, Hegel. De este autor tomó el método del pensamiento
dialéctico, al que, según sus propias palabras, pondría sobre sus pies;
significando el paso del idealismo dialéctico del espíritu como totalidad a
una "dialéctica del devenir constante" donde la síntesis, a diferencia de
Hegel, no había sido realizada. Además, sigue utilizando el método
dialéctico para analizar las contradicciones en la historia de la
humanidad y, específicamente, aquella entre el capital y el trabajo.