TEST DE RAVEN es un test conocido para la personalidad.pdf
El problema del mal actualizado
1.
2. Isaías 49,15: “… Pero puede una mujer olvidarse del niño que
cría, o dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues bien,
aunque alguna lo olvidase, yo nunca me olvidaría de ti”.
3. ¿CÓMO SE LE OCURRIÓ LA IDEA DE ESTE
DOCUMENTAL?
En el 2004 estaba haciendo un reportaje sobre Luis Alejandro Pico,
un preso supuesto culpable del homicidio de un suboficial del
ejército quien se negó a someterse a los beneficios de la sentencia
anticipada, diciendo que si era inocente no tenía por qué admitir un
homicidio. Entonces averigüé sobre el tema de las sentencias
anticipadas y sobre la feria de rebajas de pena que dejó el gobierno
Gaviria para permitir que los narcotraficantes se entregaran.
¿QUÉ ENCONTRÓ EN ESA INVESTIGACIÓN?
Encontré que con las rebajas, peligrosos asesinos se
benefician de figuras jurídicas como la de unificación de
penas. Una figura que consiste en que si matas a diez
personas, te condenan por los diez homicidios pero terminas
pagando un solo asesinato. Un abogado me comentó que
gracias a la unificación de penas Luis Alfredo Garavito –
acusado de violar y matar a más de 172 niños – iba a salir libre
en el 2010. Quise saber más de los crímenes, de la
personalidad del asesino, saber si Garavito era un psicópata o
un sicótico. Y entre más averiguaba, más me horrorizaba.
4. ¿QUÉ LE HORRORIZABA?
Saber que Luis Alfredo Garavito es un psicópata que no va a
cambiar, que si queda libre va a seguir violando y matando.
También me sorprendió saber que este señor se unió en la
cárcel a un grupo religioso y que tiene convencidos a todos
que era un santo. Incluso me contaron que dos fiscales, que
son cristianos, simpatizaban con él. Y que los guardias le
daban un trato especial que no le dan a ningún otro preso. El
grupo cristiano cree que el “nuevo” Garavito es la prueba de
que Dios puede cambiar a cualquiera. Ellos desconocen la
evidencia científica sobre los psicópatas.
¿CUÁL FUE SU PRIMERA IMPRESIÓN SOBRE
GARAVITO?
Sorpresa. Su imagen es diferente a la de los periódicos. La
segunda sensación fluctuaba entre la incomodidad y el asco: el
tipo es zalamero, excesivamente amable y con un discurso de
pastor cristiano que uno no se lo cree. Cuando me dio la mano y
se deslizó entre la mía tuve una sensación horrible de pensar que
era la mano de quien le hizo terribles vejaciones a tantos niños.
Desde el comienzo fui claro y le dije que no iba a defenderlo, que
tenía plena libertad de contar su versión iba a ser confrontada
por expertos. Él me dio una lista de personas para que lo
defendieran, incluso algunos de ellos aparecen en el documental.
Pero en realidad ni siquiera lo defienden porque lo suyo es
indefendible.
5. ¿CÓMO TRANSCURRIÓ LA ENTREVISTA?
Garavito siempre se pone de víctima y enreda a la gente. Cuando llegué a la
cárcel me sorprendió que el guardia me dijera que por favor lo tratara con
cariño. Que cuando llegaba la Fiscalía Garavito sufría mucho. Y pensaba que
mientras muchos en la cárcel no tienen ningún tipo de garantías por parte del
Estado, este tipo las tenía todas, desde celda propia hasta alimentación
especial. Además Garavito se ha vuelto una especie de tinterillo que interpone
derechos de petición y tutelas por la supuesta violación de sus derechos. Es
un asco observar cómo el sistema opera a favor del victimario y no de la
víctima.
¿LE AFECTÓ HACER ESA ENTREVISTA?
El día de la entrevista no sentí nada diferente al desagrado que
sentía por el. Lo duro vino después cuando nos fuimos al Eje
Cafetero a conseguir las historias que Garavito nos había
contado. Hablamos con las familias, leímos los expedientes,
vimos las fotos. Fue horrible cuando nos dimos cuenta que
los niños no sólo habían sido asesinados sino sometidos a
torturas infames antes de ser asesinados . Ahí es cuando uno
se cuestiona ¿Dónde está Dios? ¿Qué hicieron estos niños
para merecer una muerte así? Llega el momento en que uno
se raya. Un día llegué a mi casa, miré las fotos, apagué la
cámara, bajé a la licorera, me compré una botella de whisky y
me puse a llorar. Lloraba con una especie de llanto
automático, como si quisiera limpiarme por dentro. A veces
no puedo dormir, tengo pesadillas.
6. Acababa de llegar a mi primera parroquia. Era
un caluroso lunes de Febrero cuando mi párroco
me pidió que diera el último adiós y la bendición
del Señor a una niña que había fallecido por una
infección que los médicos no habían sabido
explicar. La niña contaba sólo nueve años y
cuando supe que tenía que ir a aquella casa, me
dio un vuelco el corazón: era la primera vez que
como sacerdote iba a ver un niño muerto.
Ciertamente me había encontrado ya con la
experiencia de la muerte, pero no estaba en
modo alguno preparado para enfrentarme a la
muerte de una niña. Confundido, con el dolor en
el corazón, tomé lo necesario para la liturgia
fúnebre y, lentamente, me dirigí a la casa del
trágico duelo.
La parroquia donde yo trabajaba se encontraba en un barrio donde había contradicciones
evidentes. En medio de ricas viviendas de “señores” había pobres casuchas, con una sola
habitación que servía de cocina, comedor y dormitorio. Y yo tenía que ir a una de esas casas.
Mil pensamientos se agolpaban en mi mente durante el trayecto. Como un
estudiante antes de un examen, me repetía las palabras que iba a decir a los
padres para consolarlos. Mis infinitas buenas intenciones se organizaban para
poder decir unas palabras oportunas. Pensaba que, al encontrarme ante gente
pobre, sería mejor usar palabras más simples, tener un acercamiento más familiar.
Además, en estas ocasiones –me repetía – es mejor que no me preocupe tanto,
porque el Señor me dará su Espíritu para que encuentre las palabras adecuadas.
7. Al llegar a la casa, percibí en el aire el dolor que había conmocionado no sólo a la familia de la
niña sino a todo el vecindario. En la puerta de la casa había apoyada una corona de flores. Era
toda de claveles blancos con una cinta de color violeta: “A mi pequeño tesoro. Mamá”.
Imaginémonos la emoción al entrar en aquella pobre casa, cómo mi corazón y mi mente estaban
oprimidos por mil preguntas: “Tal vez si hubieran sido menos pobres, habrían podido
cuidar mejor a la niña. Tal vez si también nosotros, como comunidad parroquial,
hubiésemos comprendido mejor el problema de esta familia, habríamos podido
ayudarlos de otra manera”.
manera
Mientras seguía atormentándome con un extraño sentido de culpa, allí sobre la cama, estaba
puesta la niña, un cuerpecito delgado vestido con el traje de la primera comunión.
8. La familia estaba compuesta por el padre, la
madre y cuatro hijos. Con ellos vivía también la
abuela materna, mujer del pueblo y regordeta
que, ayudaba a la hija a sacar adelante su
familia. El padre no tenía trabajo y la madre iba a
servir donde la llamaran. ¡Pero eran muy dignos!
Querían que sus hijos fueran a la escuela y
hacían cualquier sacrificio para mejorar el futuro
de los muchachos.
Pobres, si, ¡pero con grandes sueños!
Y precisamente en aquella casa el dolor y la
desesperación eran más transparentes que en
otros lugares.
La madre arrodillada junto al lecho de la pobre niña, el padre en
un rincón, la abuela sentada a la mesa con los parientes,
mientras los otros hermanitos, todos ellos más pequeños,
estaban sentados en el suelo junto al peldaño de la entrada.
9. Recordé algo que había leído sobre la segunda guerra mundial a propósito de lo que sucedió en
el asedio aliado a los últimos soldados alemanes en Stalingrado. Al final, rodeados y aislados
de todo contacto con la base en Alemania, los soldados recibían provisiones por vía aérea. En
una de las últimas cartas que llegaron a Alemania en 1942, transportadas por el último avión que
consiguió despegar, un joven, que después murió como muchos de sus compañeros, hijo de un
pastor protestante, escribía:
10. “Plantear el problema de la existencia de Dios en Stalingrado significa negarlo. Tengo
que decírtelo, querido padre, y esto me hace sufrir doblemente.
Tú me educaste, porque murió mi madre, y siempre me has puesto a Dios delante de los
ojos y del alma. Y estas palabras me hacen sufrir doblemente, porque serán las últimas
y nunca más podré decir otras capaces de borrarlas o de expiarlas.
11. Tú eres pastor de almas, padre, y
en la última carta se dice la
verdad, o lo que se considera
verdadero. He buscado a Dios en
todas las fosas, en todas las casas
destruidas, en todos los rincones,
en todos mis camaradas, cuando
estaba en la trinchera, y en el cielo.
Dios no se mostró
cuando mi corazón le
gritaba. Las casas eran
destruidas, mis camaradas eran
tan heroicos y tan cobardes como
yo, en la tierra había hambre y
homicidios, y del cielo caían
bombas y fuego. Lo único
que no había era Dios.
No, padre, no hay ningún Dios. Lo escribo de nuevo; y sé que es algo terrible y para mi
irreparable. Y si tiene que haber un Dios, es sólo junto a vosotros, en los libros de los
salmos y en las oraciones, en las palabras piadosas de los sacerdotes y de los pastores, en
el sonido de las campanas y en el aroma del incienso. Pero no en Stalingrado”.
12. Del mismo modo había que comprender el dolor de aquella madre que no conseguía explicarse
por qué tanta injusticia, y se enojaba violentamente conmigo, porque era el representante de
aquel Dios invocado pero sordo, buscado pero imposible de encontrar, que
ahora, a través de mí, tenía incluso el capricho de someter a aquella pobre gente. No, para
aquella madre era inconcebible la aceptación de la existencia de una justicia divina, donde la
injusticia se mostraba en toda su evidencia en el cuerpo mudo de su hijita.
13. Por el mismo motivo los hermanos Karamazov
de Dostoievski, Iván, uno de los protagonistas,
quería devolver a Dios el billete de
entrada en la creación, porque es
inconcebible un mundo donde los niños
sufren:
“Me niego decididamente a aceptar la
suprema armonía. Ésta no vale ni una
sola lágrima de aquella niña torturada,
que se daba golpes de pecho con su
pequeño puño y oraba en su rinconcito al
“buen Dios”, llorando con lágrimas
amargas... Aquella armonía ha sido
demasiado apreciada y valorada; nuestros
bolsillos no pueden pagar un precio tan
caro por la entrada. Por ello me apresuro
a restituir mi billete de entrada”.
14. No me esperaba aquella reacción de la
madre, tan dura, tan provocadora y tan
despiadada con mis certezas-. Y sin
embargo, era comprensible. ¿Qué me
esperaba? ¿Qué hacer frente a tanto
dolor? el amor de una madre es asunto
serio.
Pero me quedé aún más sorprendido
cuando la abuela, abrazando entre
lágrimas a la hija que seguía protestando,
imprecando contra “un Dios” que le
parecía injusto, le gritó: “¡Cállate,
cállate, que tienes otros tres
hijos!” – como si hubiera querido decir:
“Cállate, porque si Dios se
enfurece, se lleva también a los
otros tres”.
15. Esto me puso en crisis, me sentí acorralado. ¿Qué Dios
habíamos anunciado, qué monstruosidad
había pasado por la mente de aquella pobre
gente, si el miedo al castigo divino era más
fuerte que la Misericordia de Dios? “¡Cállate!”.
Era como si hubiese dicho: “¡Cállate, el enemigo
te escucha!”.
Y el enemigo – no el Padre – Madre, el
misericordioso, el amor, la vida – era aquel Dios a
quien yo había elegido, después de que él me había elegido a mí.
¿Cómo podía aquella pobre abuela no advertir el dolor y el
sufrimiento todavía más injusto, lacerante, si en su mente se
atribuía la idea de la muerte al poder de Dios?
¿Cómo podía no parecer incomprensible el amor de
un Dios que no había querido intervenir? Nuestro Dios
no era una buena noticia, se imaginaba al Señor dador de vida, como
un justiciero y a veces como un tirano. Un titiritero que juega con
nuestra vida: éste era el Dios que conocían en aquella
casa. ¿Y cómo no comprender tal condición de desesperación, si
el sentido de la vida había sido ocultado, porque el anuncio de vida,
la buena noticia, había sido realmente silenciada?
16. Comprendí entonces que había
un abismo entre la idea de
Dios que yo tenía y la que tenían
aquella pobre madre y aquella
pobre abuela que, de manera tan
violenta, me habían echado
encima su rabia y su dolor. Algo
que había penetrado tanto en la
sensibilidad de las personas que
traicionaba la posibilidad misma
de dialogar sobre la verdadera
imagen de Nuestro Dios.
Y lo más significativo fue que, precisamente aquel grito doloroso, aquella protesta tan
verdadera, aquel miedo que se leía en los ojos de la vieja señora me golpeaban terriblemente y
se convirtieron en un momento decisivo de mi vida: ¿qué había sucedido si en la
experiencia del dolor el hombre siente a Dios tan distante, tan ausente
tan cruel, tan insensible, o llega incluso a negarlo? ¿Qué experiencia de fe ha
habido, si el consuelo y la esperanza que deberían nacer de nuestra pertenencia a Cristo están
ausentes en el momento de la prueba?
17. Si hoy el hombre contemporáneo, con sus mil “¿por qué?” no respondidos, grita su dolor y su
desesperación y no encuentra consuelo en la fe, no podemos refugiarnos simplemente detrás de
mil excusas o mil pretextos, echando toda la culpa al consumismo, al materialismo, al hedonismo,
al pansexualismo...
Si el hombre contemporáneo vive su drama existencial y no sabe dar respuesta a sus “¿por qué?”,
ciertamente depende del hecho de que está inmerso en una cultura, en una sociedad distinta de la
de las generaciones anteriores, pero, quizá se deba sobre todo al hecho de no
hemos sabido dialogar con él, con sus verdaderos problemas le hemos dado
respuestas a preguntas que no nos están haciendo.
18. Nosotros, pastores, no hemos
sabido adaptar el lenguaje a sus
posibilidades; hemos pensado
presuntuosamente que nuestra
condición de superioridad nos
permitía prescindir de la
escucha de este mundo, tan
complicado, tan fascinado por las mil
quimeras que parecen ofrecer gozos
fáciles, que después decepcionan. No
hemos percibido que este mundo no está
hecho de hombres súbditos de una Palabra
que es dominio de unos pocos, de
personas que ya no son receptores
impasibles de nuestros teoremas, ni
obedientes catalizadores de nuestras
órdenes, sino personas hechas y
derechas, que han adquirido nuevos
conocimientos, que dialogan con nuevas
culturas, con nuevas religiones, que corren
a una velocidad nunca experimentada
antes en la historia. Y sobre la fe, también
sobre todo sobre la fe, no tendríamos que
haber dicho nunca: “Si no haces lo que
te mando...”.
19. Si la joven madre gritaba su
protesta contra “un Dios”
considerado ausente, era
necesario indagar cuál era la idea
que se había hecho de Dios y, aún
más, había que comprender por
qué la abuela tenía tanto miedo de
él. Tal vez en las dos actitudes era posible
encontrar sintéticamente los dos motivos
por los que el amor de Dios y su
presencia en la humanidad son
percibidos como ausentes por
muchos hombres actuales. Indagar
sobre una presunta insensibilidad de
Dios sobre el dolor que parece excluir
su existencia, reflexionar sobre el miedo a un
Dios que castiga, es el punto de partida para
reinventar un lenguaje capaz de hablar
al hombre de la calle. Hay que salir de
aquella perniciosa presunción
según la cual, por el hecho de que la mayoría
de la gente dice que cree y se dirige a
nosotros para pedir los sacramentos y para
obtener el apoyo que podamos ofrecerles, el
Dios en el que creen, mientras las
cosas vayan bien, es el Dios de nuestro
Señor Jesucristo.
20. “¡Escúchame!”, oh Dios! Me habían dicho que no
existías, y yo, como un idiota, me lo había creído.
Pero la otra noche, desde el fondo del agujero
abierto por una bomba, vi tu cielo. De pronto me
di cuenta de que habían dicho una mentira. Si me
hubiese esforzado por ver bien las cosas que tú
has hecho, habría comprendido de inmediato que
aquellas personas se negaban a llamar a las cosas
por su nombre. Ahora me pregunto si me
permitirías estrechar tu mano y, no obstante,
tengo la sensación de que comprenderás. ¡Resulta
extraño que haya sido necesario que yo viniera a
este infierno para tener tiempo de ver tu rostro.
Te amo apasionadamente: esto es lo que quiero
que sepas. Va a tener lugar una batalla
espantosa. ¿Quién sabe? Puede ser que me
encuentre contigo esta noche. Nunca hemos sido
buenos amigos hasta ahora, y ahora me pregunto
si me esperarás a tu puerta. ¡Mira!, he aprendido
a llorar: estoy llorando! ¡Precisamente yo...
ponerme a sollozar! Ah, si te hubiera conocido
antes... ¡Vamos! Es necesario que yo parta. ¡Qué
extraño! Después de haberte encontrado no tengo
miedo a morir. ¡Hasta la vista!”
¡VEN SEÑOR JESÚS!
(Palabras encontradas en una trinchera)
21. Fue un día de septiembre cuando Irma, joven mamá de dos
criaturas estupendas, conmovida, después de la celebración de
la misa dominical, se acercó para hablarme de su hijo Diego.
Dieciséis años, un muchacho bellísimo y fuerte, de ojos
profundos y verdes, de cabellos tupidos que cubrían su frente.
Alegre, despreocupado, amante del deporte, líder entre sus
compañeros y deseado por las muchachas. Gran soñador y
apasionado, con deseo de conocerlo todo. De mayor habría
querido pilotear aviones …
Había aparecido un lunar que él había ocultado a los demás,
quizá por inconsciencia juvenil o por una vanidad inocua. Sin
embargo, su madre logró darse cuenta.
Preocupada, pidió ayuda a los médicos para comprender qué tenía que hacer. Los médicos
pensaban que Irma era una madre demasiado protectora y le ordenaron, con una sentencia
definitiva, que dejara en paz al hijo y su lunar.
22. Pero Irma es madre. Y como todas las madres,
conocía a su hijo mejor que los médicos, y con
tenacidad – un arte que conocía bien porque había
tenido que afrontar muchas dificultades en la vida –
empezó a insistir para que le quitaran aquella espina del
corazón, extirpando el lunar de la frente de su hijo.
Y así, cuando le entregaron, en un frasquito, aquello que había sido el motivo de sus
preocupaciones y le aseguraron que no había nada anómalo, pareció que volvía a renacer. Y
cuando Diego le echó en cara su inútil preocupación, Irma, incapaz de reaccionar, recibió el
reproche como si fuera un regalo.
Solo tenía que esperar diez días para obtener la confirmación del examen histológico que, según
los médicos, era completamente inútil, pero se hacía sólo para estar más seguros...
23. Pasaron los diez días y empezó el
calvario: ¡melanoma! Pero por
suerte los médicos decían que habían
operado bien a Diego y que no habría
problemas.
Aquel mes de septiembre el problema
era una pequeña glándula que había
aparecido en el cuello de Diego. Desde
aquel día nos hicimos, más que amigos:
padre e hijo. Fue él quien decidió
llamarme “Pa’”. Y en aquel sonido
truncado percibía yo toda la dulzura de
mi ministerio y la belleza de un hijo que
el Señor me había dado. Todas las
tardes Diego venía a mi despacho y
juntos hablábamos de nosotros, de su
enfermedad que conocía bien y, aunque
tenía dieciséis años, mostraba una
madurez extraordinaria. Y sobre todo
muchas ganas de vivir, de querer luchar
para vivir.
24. Y yo con él. Imaginaba lo que podía
pasar en el corazón de Irma, si yo, que
no era más que un recién llegado, el
último, participaba con todo mi ser en
aquella dolorosa aventura y hacía míos
todos los sufrimientos de Diego. Todas
las tardes hablábamos de la curación y
sobre todo de Jesús, que no iba a
permitir que su vida, tan dinámica,
quedara truncada, desviada de su curso
natural. Y orábamos juntos, también
cuando el dolor era insoportable y los
paños calientes no bastaban para
calmarlo. Había pedido a Diego que me
llamara en cualquier momento, porque
yo acudiría, cualquiera que fuera el
lugar donde me encontrara.
Sabía que por su dignidad, inimaginable a su edad, iba a llamarme sólo cuando se encontrara
sin fuerzas, cuando el dolor fuera demasiado fuerte. Siempre lo encontraba exhausto por los
sufrimientos, y permanecíamos juntos hasta que el dolor pasaba. Bromeábamos, nos
tomábamos el pelo o, mejor dicho, él me tomaba el pelo y, aunque soy un poco quisquilloso,
sus bromas eran cumplidos de amistad.
25. Un día me dejó atónito “Pa’”, me dijo: “¿Por
qué los curas no se casan?”. Y yo le
expliqué que no era una huida del amor, sino
un ofrecimiento de amor distinto, que ahora
me permitía estar más cerca de él.
“Pero ¿no es un poco egoísta?”, replicó
Diego.
Me sorprendió que un muchacho tan
profundo me dirigiese un juicio que no me
esperaba. “¿Por qué te parece que soy
egoísta?”, le pregunté: “¡Piensa lo
felices que habrían sido tus hijos
teniendo un padre como tú!”.
¡Ha sido lo más hermoso que me han dicho
en la vida!
26. Diego tenía una constitución atlética y amaba inmensamente el mar. Su deseo, aunque la
metástasis se había extendido por todo el cuerpo, era poder zambullirse. Me daba mucho miedo
lo que estaba a punto de hacer, pero me armé de valor y, de acuerdo con Irma, tomé la decisión de
llevar a Diego a pasar unos días a un lugar tranquilo, lejos de miradas curiosas. Una piscina... y su
deseo se cumplió. Pero aquellos días de Junio, los primeros de 1993, fueron terribles. Por las
noches los sufrimientos eran atroces y no podía digerir la comida. Regresamos a casa y pocos
días después la metástasis afectó a la médula espinal. Diego, joven atleta de un metro ochenta de
altura, quedó paralizado en la cama con sólo dieciséis años.
27. Todos estábamos preocupados y yo me
preguntaba qué podría contarle, cómo
estar cerca de él y, sobre todo, cómo
hacerle sentir el calor de un Dios que
precisamente en aquel momento parecía
tan lejano. Pero Diego nos sorprendió a
todos: dos días después Irma entró en su
habitación y lo encontró llorando. Trató de
consolarlo y animarlo con las palabras más
adecuadas, abriendo su corazón a la
esperanza y garantizándole que podría
volver a levantarse muy pronto.
Pero Diego lloraba por otro motivo:
“Mamá, estoy lamentándome porque
llevo tres días en este estado. He
caminado durante dieciséis años,
¡piensa en las personas que no han
caminado nunca!”.
28. Las fosas cavadas por los 'paras' abrieron heridas a lo largo y ancho del país.
Casi en cada departamento hay alguien que espera que salgan de esas tumbas
del horror los restos de los que un día se llevaron de la casa, de un
arado...Testimonios de los que esperan desde distintos lugares el fin de la
incertidumbre.
29. Aunque está viva, Rosalba Velásquez dice que se
ha muerto cuatro veces. Una por cada hijo
que le han desaparecido. Ya casi completa una
década de buscarlos entre pilas de cadáveres y
listados de policía, pero nada.
Peor que sus muertes -sostiene- es no tener la
certeza de si los tiraron al río, a los gallinazos o si
levantaron la tierra para meterlos ahí. "Eso último es
lo más probable", afirma recia, amargada.
Entonces, se acomoda en un sillón rojo. El calor del
mediodía adormece y adentro de su casa grande de
Amalfi (nordeste antioqueño) huele a chocolate recién
hervido.
Su mirada se pierde y su memoria vuelve sobre la
volqueta roja que solía llegar al pueblo con
cadáveres.
-¿Toñito, trajiste cuerpos?
-Sí señora. Pero ninguno de los suyos-, le respondía el conductor que entonces
trabajaba en una mina de oro cercana y que, de vez en cuando, cargaba con
cuerpos que encontraba por el camino.
30. Era finales de los noventa, años en
que paramilitares y guerrilleros
libraban a muerte una guerra por el
control del territorio. Muchos de los
muertos eran botados a la vera del
camino con letreros que prohibían
recogerlos.
"Toñito -agrega Rosalba- traía los que podía y los descargaba como piedras en
el andén, al frente de la morgue".
Allá fue que Rosalba se acostumbró al olor a muerte. Muchas veces se untó las
manos de sangre ajena. "Yo volteaba los cuerpos, los tocaba y ninguno era de
los míos", relata.
En la zona operaba el 'Bloque Central Bolívar', comandando por alias 'Macaco'.
Los paramilitares se habían llevado a dos de los muchachos y le habían
prohibido a Rosalba preguntarlos.
31. Eran Jairo y Freddy, el segundo y
el tercero de los hijos, de 29 y 28
años. La última vez que su madre
los vio fue la madrugada del 21 de
julio de 1997, quince días después
del entierro de Guillermo, el mayor,
que había sido asesinado por
guerrilleros de las Farc.
Esa fue la primera vez que Rosalba
sintió que moría. Ella resistió, pero
su esposo no fue capaz con el
dolor.
"Después del funeral del mayor se sentó
en el comedor, destapó una botella de
brandy y siguió bebiendo durante 14
días, hasta que la sangre ya no le corrió
más. Los médicos diagnosticaron paro
cardíaco", cuenta Rosalba.
32. Fue cuando la muerte tocó otra vez a la puerta. Venía vestida de poncho,
sombrero y arma en el cinto. Rosalba abrió como siempre, con una sonrisa seca
y una arepa tostada dispuesta en la cocina.
MAMÁ, NO DEJE QUE ME MATEN
"Doña, llámeme a Freddy, lo
necesitamos para una información", le
dijo 'Veneno', un jefe paramilitar de poca
estatura y ojos verdes.
A esa hora, el muchacho dormía en un
cuarto contiguo, separado de la sala solo
por una cortina. Rosalba hubiera
mantenido la calma si no es porque, por
esas cosas de madre, alcanzó a
distinguir al hombre que llevaban en la
silla de atrás de la destartalada
camioneta.
33. Era Jairo, su otro hijo. Lo acusaban de informante de las Farc. Rosalba entró en
pánico. No podía escuchar a su hijo tras el vidrio empañado por el aliento, pero
sabía exactamente lo que estaba gritando. "Mamá, mamá, no dejés que me
maten".
La mujer entró a la casa llorando.
"Escapáte Freddy. Hacelo por el
solar. Escapáte, escapáte...". Pero él
respondió que no.
"Yo no soy un faltón y Jairo tampoco.
Vaya y dígales que me esperen
porque yo me estoy poniendo los
zapatos. Que si me van a matar, que
entren y lo hagan aquí porque yo sin
zapatos no salgo".
Sus hijos, cuenta ella, casi que se habían acostumbrado a estar entre el fuego
de guerrillos y paramilitares. Todos, a excepción del menor, trabajaban en el río
meneando una batea con la ilusión de sacar uno o dos gramos de oro.
34. Lo que siguió fueron largas jornadas de búsqueda monte adentro en compañía
de Wílmar, el hijo que le quedaba.
Ambos sabían que donde hay fosas
comunes hay peladuras en la maleza
porque a los muertos en Amalfi los
abrían y los llenaban de cal para que
el olor no llamara a los gallinazos.
Preguntaban aquí y allá, en un
pueblo y en el otro, pero nada.
"Era como si jamás hubieran
exisitido".
Vinieron años de soledad. Wílmar se había enrolado en el Ejército con la
consigna de vengar la muerte de sus hermanos y recuperar sus restos.
Pero también lo desaparecieron los 'paras'. Fue en el 2002, cuando se iba a
reunir con un hombre que dizque sabía en donde habían enterrado a sus
hermanos.
35. La esperanza más cercana de encontrar los restos de alguno de sus hijos fue
cuando la Fiscalía viajó a La Viborita, una vereda cerca del pueblo, donde les
habían dicho que podían estar.
Removieron la tierra y no
encontraron nada. Rosalba
dice que después de tantos
años ya no tiene la ilusión de
reconocer los restos de sus
hijos por la ropa, pero sí
espera que los encuentren y
las pruebas de ADN le den la
paz que lleva esperando 10
años.
"A mí me han herido tanto en esta vida que hasta el miedo me
lo mataron". Rosalba Velásquez.
36. 2.1.
INTRODUCCIÓN
No cabe duda que el mal es lo más irritante que hay en el
mundo. Perturba a la vez el corazón y la razón, poniéndolos frente a los
grandes interrogantes. ¿Dios o la idea de Dios pueden ayudarnos a pensar en
esta realidad desconcertante? Si no hablamos del hombre tal como es en su
fragilidad, ¿de quién o de qué estamos hablando? Dejando todo lo demás – el
hombre, Dios, el mundo – en suspenso, hay que comenzar por esta
cuestión que no permite – no debería permitir – ningún engaño, ninguna
trampa del pensamiento. Es una cuestión fundamental.
37. 2.2 ASPECTOS CLAVES DE LA
CUESTIÒN DEL MAL
La cuestión del mal es de tal categoría que no solamente parece rebelarse
ante las respuestas, sino incluso unirse al mismo cuestionamiento. Como si
se tratara de un cuestión que se resistiera a sí misma, confesando así una
radical irracionalidad. Las grandes preguntas:
¿De dónde viene el mal?
¿A qué se debe el mal?
¿Cómo es posible el mal?
¿Es un misterio insoluble el mal, el sufrimiento?
38. Pero, a pesar de todo, a costa de caer en un mal todavía peor,
¿podemos dejar los hombres de seguir llamando a la puerta?
No sería eso renunciar a nuestra humanitas?
Somos unos seres que no podemos renunciar a preguntar. La
cesión de este derecho sería ya conceder la victoria, la más sutil de las
victorias, a los que no tienen ningún mérito para ello.
¿Y entonces? Entonces surge la sospecha de que quizás se haya eludido la
cuestión por no haber sido bien planteada. Queda en pie la
posibilidad de intentar la explicación de las cuestiones sin respuesta. Y
entonces, en nuestro caso, cabe plantear una hipótesis y una tesis.
39. LA HIPÓTESIS:
Nos hemos entretenido demasiado en cuestiones
anónimas y “seculares” – de dónde provienen el
mal? Por que? De qué manera?, etc.-. No nos hemos
atrevido a hacer del cuestionamiento un problema
específico del creyente, que consiste en
confrontarlo directamente con su nombre
propio. Como lo hace por otra parte, a su manera, el
hombre de cada día, que no deja, en esta materia, de
preguntar a su Dios – “Por qué te duermes Señor?”
Sal 43,23; “Señor si hubieras estado aquí”, Jn 11,21.
40. LA TESIS:
Es que deberíamos intentar en teología esta misma audacia. Convencidos
de que allí se encuentra una respuesta original. Es verdad que el
mal pueden y deben ser estudiados en sí mismos, filosóficamente, cara a
cara, ya que es el mal del hombre, el sufrimiento de la persona
humana.
Pero no es ninguna distracción, ningún olvido ni evasión, sino todo lo
contrario, mirarlo de cara a Dios. Quizás sea solamente entonces,
por haber llegado hasta allí, cuando se vea mejor y Si aquí el hombre
levanta a veces sus gritos para “insultar” a Dios. ¿no deberá el creyente
ser el que lleva toda esa cuestión “hasta el altar de Dios”?
41. Por tanto, no hay duda de que a veces hay que llegar hasta el
borde de la locura para encontrar las palabras que digan lo que
hay que decir. “Esta disputa entre el hombre y Dios podría
parecer inconveniente, debido a “la distancia” que los separa.
Pero hay que tener en cuenta que la diferencia de las
personas no cambia para nada la verdad. Cuando se
busca la verdad, sea quien sea el adversario, uno es invencible”.
42. Contra Dios: Existe el mal, luego no
existe Dios. Dios considerado como responsable
directo o indirecto del mal es la forma más clásica, la
más popular del ateísmo decepción que recae sobre
la imagen que uno se forma de Dios. El Dios que no
ha podido o querido impedir el mal no existe, ni
puede existir a no ser que se le considere como
perverso o inútil y entonces se destroza su
imagen.
Su Dios es omnipotente todo lo puede. Si todo lo
puede, por qué no evitó el maremoto? Si no lo evitó
es señal de que o no es omnipotente o no es bueno –
como dijo el poeta: si era para deshacerlo, para qué
hacerlo?
Objeción:
Acá está en cuestión no la existencia de Dios, sino la imagen de Dios.
El problema adquiere una dimensión muy distinta: una cuestión abierta: cuando el
hombre reacciona porque sufre y sangra y porque está animado por un elevado
deseo, la cuestión debe ser planteada de nuevo. Excluye a Dios por
defecto: no hay Dios.
43. En defensa de Dios: Hacer a Dios inocente de toda
responsabilidad culpable en el mal, en el sufrimiento. Únicamente se
introduce el principio de la permisión del mal a fin de salvaguardar la
libertad del hombre.
Objeciones:
Se deja la impresión de querer disculpar a Dios
demasiado a prisa, sacarle de un apuro, “El Dios de
Job, de Jacob y de Jesús no señaló nunca sus
preferencias por los discursos tranquilizantes y
prematuros”.
“Excusa no pedida, es acusación manifiesta”.
Todo depende de la imagen que tengamos de
Dios.
La teodicea no debe impedir a Dios oír el clamor de
su pueblo. La blasfemia suele ser más bien un grito
contra el mal, que un grito contra Dios: el mal es algo
demasiado monstruoso para que se le pueda mirar con
otros ojos que no sean los del escándalo. El
discurso sobre Dios, el mal y el sufrimiento no puede
acallar el grito que el hombre dirige a Dios.
Excluye a Dios por exceso: está por encima de la
cuestión. Se llegaría casi a decir que el mal no le
importa.
44. Opiniones:
Estos dos tópicos dejan el problema del mal al margen de Dios y
esto es una pena ya que esta terrible cuestión ganaría mucho si
la relacionamos con él.
Entonces, una de dos. O bien la hipótesis no era pertinente, pero esto
está por probar, o bien y es lo que nos parece más acertado la
relación que se establece entre Dios y el mal no
estaba bien planteada y hay que plantearla de otro modo.
Hay una mayor preocupación por Dios que por el mal y por el hombre.
Se excusa o se defiende a Dios y llegamos a olvidar el mal –
Heidegger habla del “olvido del ser”. No se ha llegado al fondo de un
problema que tiene sus repercusiones incluso en Dios; al orillar a
Dios, se ha eludido un problema tremendamente humano. Ha habido
preocupación por Dios - su defensa o negación, de qué Dios se
trata - no por el hombre – su problema: el mal.
45. • Hacia Dios: Sin maldecir, pero sin callarse. Hablar
diciendo algo. Asumir con valentía este problema. El cristiano
y Job se dirigen a Dios con vehemencia. Esta vehemencia es la
de la fe: reproche – Gen 3,12 – proceso – Job 13,3
pregunta bien planteada Salmo 115,10. El mayor error
en este caso es sin duda el de encerrarse en el silencio frente a
Dios. Hay que romper el silencio.
Hablar es creer en una presencia. Y creer en una presencia es
creer en la posibilidad de una respuesta. El
grito dirigido a Dios no se lo podemos dejar
solo a los increyentes.
Jacob, Job y Jesús se dirigieron a Dios, le hablaron bien para
preguntarle - “por qué Señor” – bien para orarle- “Padre
si es posible...” bien para expresar su rechazo– “Daré
rienda suelta a mis quejas” o su aceptación “que no se
haga mi voluntad”.
En vez de conservar estas actitudes para si, el creyente las
dirige a Dios. Esta actitud vincula la fe con el coraje. Es la
lógica de la fe.
46. En Dios:
Mientras la teodicea mantenía a Dios a distancia y habla de la
permisión del mal, la escritura nos muestra a Dios
escandalizado por el mal y en combate contra él.
Dios es el adversario del mal. Es el primero que se
plantea esta cuestión ya que no pertenece a su plan, a su Proyecto
de Vida Plena. Dios “cae desmayado” ante el mal.
El hombre descubre que el combate que ha emprendido, por ser el
mismo combate que de Dios, lo lleva a cabo EN DIOS. Nuestro
clamor coincide con el de Dios; más aún le permite a Dios
manifestarse tal como es el. En el combate contra el mal es Dios
quien lleva la iniciativa, es el primero en sentirse afectado. El
mal es irracional e inadmisible.
Dios es en cierto modo la respuesta al mal. El mal no es entonces
una objeción contra Dios, sino que es más bien Dios el que se
convierte en objeción contra el mal. Es el combate de Dios. Es un
Dios totalmente distinto el que aquí se descubre Job
42,5.
El Dios de Abraham y de Jesús, el que se conmueve ante el mal,
“misericordia motus” – Evangelio – y no “inmóvil” –
Aristóteles -, que se pone de parte de las víctimas,
haciéndose el mismo víctima y poniendo su poder en este
servicio y para este servicio es un DIOS DISTINTO, un Dios que
asume el mismo la rebelión.
47. Ese Dios en sí, al hacerse Dios para nosotros, nos recuerda que
el problema del mal es cuestión teológica. Más aún si hay alguna
pregunta teológica, es esta. Mucho más teológica que
filosófica. Se trata de “encontrar en Dios la discusión interior del
hombre”.
48. 2.3. DIOS EN EL ENIGMA DEL MAL
Objetivo: Dirigir sobre el mal y sobre el sufrimiento una mirada algo
distinta de la que solíamos tener hasta ahora; para esto nos apoyamos en la
Escritura.
49. Como se presenta el mal al hombre... y a
Dios?
Lectura Hermenéutica del Texto: Génesis 3
Para el Génesis, el mal es lo que no estaba previsto. No
pertenece al plan, a la idea de la creación. El mal, por tanto, está
desprovisto de sentido, es un irracional absoluto, es una SORPRESA.
Pero el mal existe. Después de la creación, el relato bíblico
constata la aparición del mal proveniente de un personaje desconocido, del
demonio – serpiente única responsable del mal, que no es de este
mundo; ha entrado en él, ha venido de fuera.
50. La desgracia del mal
Esto nos enseña que el mal, en este nivel primero y
La aparición del mal
radical, no es el de una culpabilidad, ni tampoco el de buscarse del
no debe
una responsabilidad sino el de un accidente, de
lado de Dios. Todo en el
un desastre, de una desgracia, de algo edén -, el diluvio,
Génesis – El
“demoníaco” (“lugar de un enigma”). y Gomorra. Babel –
Sodoma El
supremo sin sentido. Quizás no pueda pasa salir a
uno como si Dios se
luchar contra el mal más que sorprendido, extrañado,
escandalizara, se
escandalizado. sorprendiera, se indignara
ante el mal. Y en el Nuevo
Testamento Jesús también se
sorprenderá frente al mal.
En estos relatos de los
orígenes la primera aparición
del mal tampoco se buscó de
parte del hombre. Es verdad
que el hombre consciente,
pero el mal le precede. Es el
adversario.
51. La desgracia del mal
Esto nos desgracia el mal, en este nivel primero y
La enseña que del
mal
radical, no es el de una culpabilidad, ni tampoco el de
una responsabilidad sino el de un accidente, de
un desastre, de que el desgracia, de algo
Esto nos enseña una
“demoníaco” nivel primero
mal, en este (“lugar de un enigma”). El
supremo sin sentido. de una no pueda uno salir a
y radical, no es el Quizás
luchar contra el mal más que sorprendido, extrañado,
culpabilidad, ni tampoco el
escandalizado.
de una responsabilidad
sino el de un
accidente, de un
desastre, de una
desgracia, de algo
“demoníaco” (“lugar
de un enigma”). El
supremo sin sentido.
Quizás no pueda uno salir
a luchar contra el mal más
que sorprendido,
extrañado, escandalizado.
52. La Malicia de lo demoníaco
La desgracia del mal
El mal no entra en ningún discurso de
Esto nos enseña que el mal, en este nivel primero y
justificación, ni moral, ni racional. Es algo
radical, no es el de una culpabilidad, ni tampoco el de
impenetrable, incomprensible. Al mal se le
una responsabilidad sino el de un accidente, de
llama mal, es su verdadero nombre a
un desastre, de una desgracia, de algo
saber, irracional. Al mal, que en
“demoníaco” (“lugar de un enigma”). El
términos filosóficos se le designa
supremo sin sentido. Quizás no pueda uno salir a
como un desastre, una desgracia, en
luchar contra el mal más que sorprendido, extrañado,
términos teológicos es llamado
escandalizado.
demoníaco, sin esperanza alguna de
justificación.
Ahora hay un culpable, tiene un nombre: demonio. Como vemos la
cuestión de la culpabilidad no ha quedado en el olvido, pero se plantea en
su verdadero lugar lo demoníaco. No se trata ni de Dios ni del
hombre. El mal no es de este mundo; ha entrado en el; ha
venido de fuera. Se le designa como lo no – admisible pertenece a
“un orden del desorden”.
El mal tiene la característica de parecerse al azar: des-orienta al hombre
respecto a su finalidad.
53. La desgracia del mal
La prioridad de la víctima
Esto nos enseña que el mal, en este nivel primero y
El occidente cristiano preocupado por la
radical, no es el de una culpabilidad, ni tampoco el de
culpabilidad se ha regido por una
una responsabilidad sino el de un accidente, de
búsqueda prioritaria del culpable.
un desastre, de una desgracia, de algo
“demoníaco” (“lugar de un enigma”). El
Por el contrario el Evangelio se interesa
supremo sin sentido. Quizás no pueda uno salir a
mucho menos por el culpable que por la
luchar contra el mal más que sorprendido, extrañado,
víctima que se encuentra bajo la presión del
escandalizado.
mal, por el inocente que sufre un mal
inmerecido.
La Parábola del Buen Samaritano, nos muestra
claramente la prioridad evangélica no
desviar la atención del verdadero lugar en el
cual se encuentra el mal irracional y
trágico que es donde debe aportarse
prioritariamente la salvación.
Así el lugar de “una responsabilidad de
perdición” queda ocupado por “una
responsabilidad de salvación”.
54. La desgracia del mal
Lalógica desconcertante del Evangelio llega hasta el
punto de que esté como ausente del mismo, la
Esto nos enseña que el favor del cuidado de
persecución del culpable amal, en este nivel primero y
la víctima. el de una culpabilidad, ni tampoco el de
radical, no es Condenar no es olvidarse de que lo
importante es combatir el malde un mismo sitio en de
una responsabilidad sino el en el accidente,
que ha dejado los desastres de desgracia, si de algo
un desastre, de una su “victoria”? hay
que juzgar, condenar, hagámoslo ciertamente porque El
“demoníaco” (“lugar de un enigma”).
hay que hacerlo, pero siempre pensando en
supremo sin sentido. Quizás no pueda uno salir a
salvar, no por otras razones. Como dice el
luchar contra el mal más que sorprendido, extrañado,
comisionado de paz “mi línea es la justicia
escandalizado.
restaurativa. No creo en las penas largas de cárcel.
Ese es un viejo modelo de venganza”.
La Condición Humana
Entramos en un último aspecto: El pecado del hombre. se trata del tema
de la tentación. La entrada del hombre en el mal no fue más que un
consentimiento.
La culpabilidad humana que ciertamente existe entra en juego
relativamente tarde. Por esto, no se debe plantear todo el problema en
términos de culpabilidad.
55. 2.4. SITUACIONES DE LA PERSONA
HUMANA FRENTE AL MAL
El hombre frágil: Ante la sorpresa del mal la
vulnerabilidad a lo que viene de fuera, a la
seducción: el arte de presentar el mal bajo la
apariencia del bien.
La fragilidad ante la emboscada que Satanás había preparado y
la magnitud de la tentación.
La fragilidad en el hombre que no puede estar siempre
alerta. Alguna vez nos adormecemos todos.
La fragilidad por superficiales más que por malos .
La fragilidad casi infantil, ante el espejismo del mal
disfrazado de bien.
56. El hombre tentado: Fue sorprendido y cayó
víctima de la tentación. Dejó que “el orden del
desorden” “el orden demoníaco” sustituyera el
orden divino, el proyecto de Dios, su plan de Vida
Plena.
El pecado no es una perversidad
verdaderamente inmanente al hombre,
de lo contrario habría que llamar
diabólico al hombre y esto no es así.
El pecado desvía al hombre de su finalidad. Es un
consentimiento no una invención.
El pecado no es el mal, sino el consentimiento en el mal.
El pecado puede ser perdonado; el mal no se puede
absolver.
57. El hombre desviado: Por la seducción y
la tentación que revelan el misterio más
profundo del mal, el que mejor manifiesta la
alienación inconsciente que nos amenaza a
todos, culpables y víctimas.
Somos desviados impedidos de
llegar a ser nosotros mismos.
Impedidos de conseguir nuestra
plenitud como personas. Nuestra
humanidad.
Somos desviados por la tentación. El problema está ahí: Ilustra el
tema del mal como extravío, como desliz, como resbalón. El
consentimiento abre el camino de entrada para el mal.
58. El hombre víctima: Es más urgente
la ayuda a las víctimas que la denuncia de
los culpables.
Víctima para el cristianismo, en el tema de la
tentación, es el mismo culpable sin que por esto
minimicemos la responsabilidad de los que oprimen
y destruyen. A ellos los debemos combatir.
la víctima como el culpable, el culpable como la
víctima, necesitan de salvación. La salvación
se dirige al culpable y a la víctima. para la visión
cristiana el culpable no es un culpable absoluto
Víctimas somos todos y de la tentación del dinero,
del poder, del saber, del placer. En este terreno no
hay monopolios.
59. El hombre liberado: El mal radical
está delante de mi y no en mi mismo
Esta liberación evita que nos hundamos en una
culpabilización excesiva. La culpabilidad no
es lo único grave y su comprensión y sus castigos
no son lo único importante.
Esta liberación nos hace comprender
que el mal puede y debe ser combatido. Es
un adversario seductor al que hay que
vencer.
Esta liberación no resta importancia a
la seriedad de nuestro pecado que nos hace
perder nuestro horizonte.
Esta liberación nos lleva a insistir más
en la víctima que en el culpable.
60. 2.5. CÓMO SE VA ENTRETEJIENDO LA
TRAMA DEL MAL?
La Ética: Des- moralización de la cuestión del mal
El problema del mal más que un problema moral – subjetividad,
culpabilidad, conciencia, intenciones... es un problema de destino,
de significado.
Aspecto positivo de la moralización del mal: Desfatalizar
el mal autorizando la lucha contra él. la culpabilidad solo adquiere sentido
con la responsabilidad.
Aspectos Negativos de la Moralización del Mal:
Moralismo de Culpabilidad:
Ha hecho creer que la culpabilidad ocupa todo
el terreno del mal. Responsabilidad, no
coincide exactamente con culpabilidad. Hay
que luchar por la sana culpabilidad.
61. Moralismo de Culpabilización:
Que puede llevar a una culpabilización
excesiva, verdadera intoxicación de la
conciencia que conduce a un fatalismo
peor, que envenenaría toda nuestra
existencia. Seguro que somos culpables pero no
exageremos. Cuidado con las obsesiones. No se
debe luchar contra el mal apoyados en otro mal.
Cuidado con patologías individuales y sociales.
Moralismo de Justificación:
No puede ser verdad que todo mal que se sufre
sea debido a un castigo. Una teología de
“perro guardián”, “una doctrina demasiado
abrupta del castigo, no hace justicia ni honra a
Dios. No se puede dar una justificación sutil e
inconsciente del mal. “El sufrimiento
sigue siendo extraño a la razón”.
62. La Dogmática: Re-dogmatización del misterio
del mal
El problema de Dios: con los discursos de justificación es la
misma imagen de Dios la que se ve en entredicho y quizás de una
forma definitiva. Hay que correr el riesgo del lenguaje de la verdad.
Dios no pide aplausos imbéciles. Dios ha de recobrar su
verdadera medida. La de un protagonista en el drama del mal:
Es el adversario radical del mal. Con el mal tiene una relación
de enfrentamiento y de combate, no ya motivado por un ultraje
contra él, sino movido por la injuria que ha cometido el adversario contra
nosotros.
Con esta visión de las cosas percibimos a un Dios que se parece
más a lo que el mismo parece ser, a aquel de quien hemos recibido el
derecho de esperar y aquel a quien buscamos en nuestro destino. La
ofensa a Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos
como en que se atente contra nuestro destino.
63. El misterio del demonio: Su perversidad está no tanto en
engañarnos sobre el bien por adquirir, sino hacernos creer que el pecado
es el único medio de acceder al bien. Así es precisamente como el
pecado nos hace daño: nos aparta de nuestra realización, de nuestra
verdadera humanización. No se trata, por tanto, de un asunto
simplemente moral y subjetivo, sino metafísico y objetivo. El mal que es
un exceso, en el hombre es un defecto.
64. Sabemos que el problema del mal le preocupa seriamente a Nuestro
Dios. Los discursos demasiado ligeros a su favor no le honran demasiado,
ya que no respetan su propio “aturdimiento”.
Dios, probado en sí mismo, está precisamente a nuestro lado en este
asunto. El es el adversario del mal. “Sorprendido” por el mal,
escandalizado por el daño que se le hace a su creación que el consideraba
buena y hasta muy buena el mal no se le escapa a Dios, que lucha
constantemente contra el; pero la lucha es larga pues presupone nuestra
libertad que Dios siempre respeta.
65. Dios sabe algo que nuestra teodicea racional ignoraba: que el
problema del mal no se resuelve con un discurso, sino
con un COMBATE. La muerte del Señor en la cruz, en donde “venció a
la muerte con la muerte” no tiene nada de la muerte solemne de Sócrates.
Es que no se trata de hablar sino de luchar y combatir.
Esta es la verdadera respuesta de la fe, de la Teología al problema del mal.
Una cuestión que no soporta ninguna justificación, sino un combate y
una victoria.
66. INTRODUCCIÓN
El problema del mal, ha sido siempre,
incluso para los creyentes, la gran
prueba de fuego de la fe. Para el
creyente, el mal es una pesada
sobrecarga. Además de padecerlo
tiene que compaginarlo con la
existencia de un Dios bueno y
“todopoderoso”
67. 3.1. DOS TRADICIONES SOBRE EL MAL
La Paulina prolongada por La Sinóptica que culmina
San Agustín en Lucas
MAL CULPABLE – MAL DESGRACIA –
COMETIDO, BUSCADO SUFRIDA
68. 1. Se alimenta del relato del 1. Hunde sus raíces en el libro de
Génesis 3 sobre el pecado Job punto culminante de esta
original. tradición.
2. El mal es interpretado en clave 2. Es el mal que destruye al
de pecado. inocente, y lo que le es más
querido: familia, salud, bienes
materiales. El mal es interpretado
en clave de sufrimiento.
3. Se dice que es un “mal 3. Es el “mal inmerecido” –
merecido”. Es el fracaso de la Lucas 10, 25-37.
responsabilidad
69. 4. Pone el acento en los 4. Pone el acento en las
culpables. víctimas.
5. Sensible al mal moral. Se 5. Sensible al mal físico: se
preocupa por el pecado del preocupa más por el
hombre. sufrimiento del hombre.
6. Para enfrentarlo promueve el 6. Para enfrentarlo se preocupa
auge del ascetismo individual y por sanar la enfermedad, por
de implacables exámenes de luchar contra el hambre, por
conciencia. Se rige por el construir la ciudad de la
miedo. Misericordia. “La
Misericordia libra de la muerte y
purifica de todo pecado”.
70. 7. Jesús se alineó dentro de esta
7. Ha prevalecido en occidente: la
pastoral del miedo. tradición Jn 9, 2-3, respondía a la
Su gran
impulsor fue San Anselmo por laimagen de su Dios: El Dios de la
imagen de un Dios severo y Misericordia; de su proyecto. La
exigente. Con dos grandesllegada del Reino pondría fin al
perdedores: llanto, al hambre, la sed, la
persecución. Las
El Cristianismo sometido a Bienaventuranzas anuncian
importantes desfiguraciones y, comida, risa, gozo y alegría. Sus
el hombre que ha tenido “milagros” están en esta línea.
indecibles sufrimientos y angustias.
Hubo épocas en que el mal – desgracia
– epidemias, terremotos, guerras, Perdona a todo el que cree en el
carestías – fue interpretado como perdón.
consecuencia del mal – culpa.
Su Dios no era un contador público.
Esta teología del castigo
supuso que el cuerpo era un mal
aliado. Sobre el recayeron vigilias,
ayunos, azotes y toda clase de
desprecios y por otra parte el mal –
desgracia el que más subleva tenía
una explicación envenenada:
no había mal que no fuera culpable.
71. 4.1. EL MAL ASUMIDO
También Jesús fue víctima del mal –
desgracia: Su crucifixión fue el último
eslabón de una cadena de rechazos. Sufrió
la muerte que todos procuraban evitar, la
más humillante. Como dice hermosamente el
mártir luterano Bonhoiffer “Jesús murió ante
Dios y sin Dios” Marcos 14. 33,34 – 35,37-
Salmo 22. Murió como un excluido en un
ambiente de sufrimiento y esperanza. La
causa de su muerte fue su vida, su
proyecto a favor de los más débiles.
72. 4.2. EL MAL VENCIDO
El Antiguo Testamento: Soledad e injusticia
La fe en la resurrección fue un intento atrevido de recuperar la historia de
los vencidos, de las víctimas, estar seguros que la soledad y la injusticia
no se alzarían con la última palabra. Israel concibe otro mundo para
arreglar cuentas con este.
73. El Nuevo Testamento: Atrevimiento
definitivo
La resurrección de Jesús es el problema límite del
Nuevo Testamento. Evocar este tema es tan difícil como
hablar de Dios. Se considera que la fórmula “resurrección de
los muertos “ y el término “Dios” son equivalentes. Por esto
solo percibe la dignidad de la resurrección quien no
dogmatiza sobre ella, quien la evoca y la narra como el
despertar del sueño a una nueva vida, quien la evoca con
temor y temblor intentando tres vías de aproximación
a ella:
El factor visual: Destacar la corporeidad del resucitado. El que de alguna
forma se hiciera, visualmente presente.
El sepulcro vacío: Fuente de extrañeza, sorpresa y consternación.
El testimonio de Pablo: 1 Cor. 15, 3-5
Son el mejor vehículo para aproximarse a la historicidad de la resurrección.
Un texto muy cercano a los hechos que narra. A seis u ocho años de la muerte de
Jesús.
El contenido de texto es anterior a la redacción del apóstol: Pablo afirma que
trasmite “lo que ha recibido”.
Es una fórmula de catecismo apta para ser memorizada.
Pablo se incluye en la cadena de testigos. En el parece que se produjo una especie
de movilización interior, de encuentro con el resucitado que le puso a
la escucha de la Palabra de Dios y le dio fuerza para iniciar un nuevo itinerario.
Gal 1,15.
74. Del mal objeción contra Dios, se pasa a Dios objeción contra el mal.
Dios justificado por el hecho mismo de que es el que objeta y combate
contra el mal. Dios prueba a Dios. Y prueba también al
hombre. Dios no quiere la muerte del hombre, el trabaja para que
pueda comprenderse en el encuentro consigo mismo, es decir, como
poder divino. Que viva Dios para que viva el hombre. Dios no
es la justificación del mal, es la justificación del hombre Dios no es
más que SALVACIÓN.
No hay derecho a decir demasiado a prisa que no hay problemas y que todo
va bien como en el mejor de los mundos posibles. El
redescubrimiento de un Dios ciertamente más frágil y
vulnerable es lo único que puede liberarnos. Porque ese Dios
que no elude la responsabilidad se muestra mucho más poderoso.
75. Pensaremos lo mismo que aquellos de los que habla el Corán: que “no existe
ningún refugio contra Dios fuera de él” - 9,118-. Porque Dios soporta
la crítica. Si no, ¿creemos de verdad en el? Si la teología estudia a Dios
en su revelación, la teodicea lo busca en su objeción – Deus
absconditus -. Lugar casi tan sagrado, ya que en él se encuentra el hombre que sufre –
res sacra homo, incluso y sobre todo entonces -. Este descubrimiento de un
Dios frágil, como desnudo ante la objeción, resulta más glorioso
para él que los discursos que lo ocultan en una falsa grandeza.
Hay que acabar cuanto antes con ese Dios falso, que responde a nuestros sueños
infantiles, un Dios a imagen de nuestros fantasmas de omnipotencia nunca perturbada.
Los “defectos” de Dios que revela una objeción que no tiene miedo de sí misma, no son
muchas veces más que los defectos – en el sentido de defectos - de unos atributos que
no son dignos de Dios, sino dignos tan sólo de nuestro infantilismo, incapaz de
concebir a Dios tal como es, a saber, no en lo que nosotros le atribuimos – “atributos” -,
sino en lo que él es, en sus “propiedades” precisamente.
76. Tan sólo así recobrarán la teodicea su carácter científico y podrá
responder a las cuestiones planteadas. Creo que la teodicea
tiene ante sí todo un porvenir. El hombre siempre necesitará salvación,
justificación. La teodicea recobrará esta función eminentemente de
antropodicea. Llegando hasta el final de la nube. Entonces volveremos a
encontrar al hombre, ya que habremos llevado con nosotros su contestación. Los
creyentes tienen que evitar el error de no mirar la dificultad cara
a cara. De lo contrario, si sólo sienten esa dificultad los no creyentes, acabarán
creyendo que nosotros no tenemos oídos ni palabras. Serán ellos los únicos que
recuerden la realidad de la objeción y nosotros no tendremos derecho alguno a decir
que están equivocados. Así pues, esta nueva teodicea volverá a encontrar al hombre.
Y de este modo volverá a encontrar al verdadero Dios, al “Dios verdadero
nacido del Dios verdadero”.
Tan sólo después de pasar por el crisol de la probación llegará la gloria de la prueba.
77. A la gran narración de tanto mal en el mundo, el cristianismo opone otra
gran narración: La de la vida, muerte y resurrección de
Jesús. Un Jesús a quien Dios no libró del mal, pero protegió en el mal.
Lo específico de la respuesta cristiana al problema del mal no consiste en
reconciliarse con la negatividad, sino en reconciliarse con Dios a
pesar de la negatividad. “En dar razón de nuestra esperanza” 1
Pedro 3,15. “En creer contra toda esperanza” Rom. 4,18.
78. 4.3. ¿QUÉ ENTENDEMOS POR ESPERANZA
EN LA REVELACIÓN BÍBLICA?
Rom. 15, 42 Esperanza efecto de la paciencia.
Rom. 5,3 Esperanza efecto de la paciencia fundamentada en el amor.
Gal. 5,5 Esperanza efecto resultante de la fe.
1 Carta a los Tesalonicenses: primer ensayo literario que Pablo hace para
configurar de manera unitaria la originalidad del cristianismo.
El eje de la carta es la teología de la elección por medio del Evangelio. No
un aparato doctrinal abstracto, sino la acción salvadora de Dios por
Cristo Resucitado que acontece en nosotros por su Espíritu.
Su armazón interna gira alrededor de la fe, el amor y la esperanza como
componentes esenciales del Evangelio.
79. La esperanza por tanto es un don - el Resucitado – que nos salva de
nosotros mismos, es decir de nuestra tendencia a encerrarnos en los
límites de nuestra propia finitud, a gloriarnos de nuestra propia auto-
suficiencia y de nuestro esfuerzo por proteger nuestros propios intereses.
80. Érase una vez un viejo que nunca había sido joven. En realidad,
en toda su vida no había aprendido nunca a vivir. y como no
había aprendido a vivir, tampoco era capaz de morir. No tenía
esperanzas ni preocupaciones; no sabía llorar ni sonreír. Nada
de lo que sucedía en el mundo le hacía sufrir, ni siquiera le
impresionaba.
Pasaba los días ocioso a la puerta de su cabaña, sin dignarse
mirar nunca al cielo, el inmenso cristal azul que, también para él
el Señor limpiaba todos los días con el suave algodón de las
nubes. Algunas de las personas que pasaban le preguntaban.
Tenía tantos años que creían que era muy sabio y trataban de
conocer el tesoro de su experiencia secular. “Qué tenemos que
hacer para conseguir la felicidad?”, preguntaban los jóvenes.
“La felicidad es un invento de los estúpidos”, respondía el viejo.
Pasaban hombres de ánimo noble, deseosos de ser útiles al
prójimo. “¿Dé qué modo podemos sacrificarnos para ayudar a
nuestros hermanos?”, preguntaban. “Quien se sacrifica por la
humanidad está loco”, respondía el viejo, con un gesto siniestro.
“¿Cómo podemos dirigir a nuestros hijos por el camino del
bien?”, le preguntaban los padres. “Los hijos son serpientes”,
respondía el viejo, “de ellos sólo se pueden esperar mordeduras
venenosas”.
81. También los artistas y los poetas se acercaban a consultar al viejo,
considerado sabio por todos. “Enséñanos a expresar los
sentimientos que tenemos en nuestra alma”, decían. “Sería mejor
que os callarais”, gruñía el viejo. Poco a poco sus ideas malignas
y tristes contagiaron al mundo. desde su ángulo escuálido, donde
no crecían flores ni cantaban aves, Pesimismo (porque éste
era el nombre del viejo malvado) lanzaba un viento gélido sobre la
bondad, sobre el amor, sobre la generosidad que, golpeadas por
aquel soplo mortífero, se marchitaban y se secaban. Todo esto
disgustó mucho al Señor, que decidió poner remedio. Llamó a un
niño y le dijo: “Ve a dar un beso a aquel pobre viejo”. El niño
obedeció.
Rodeó con sus brazos tiernos y rollizos el cuello del viejo y le dio
un beso húmedo y ruidoso en la cara llena de arrugas.
Por primera vez el viejo se asombró. De pronto sus turbios ojos se
volvieron límpidos. Porque nadie lo había besado nunca. De este
modo abrió los ojos a la vida y después murió, sonriendo”.
82. 4.4. TEXTOS
BÍBLICOS
Por qué? En el principio creó “Puedo rebelarme contra un Dios
•Job 21; Dios... que reina felizmente sin ser molestado
•3.3-4. •Si 4, 1-4; o en una trascendencia apática, por
•11-13; •Isaías 45,7: encima de todo sufrimiento. Pero
•3,20-26 •Si 11,14; no puedo rebelarme contra el
•Jn 9, 1-2; Dios que en el sufrimiento de
•Job 4, 7-9 Jesús me ha revelado toda su
•1 Cor 15, 54-55 compasión.
Si hubieras estado Lloró amargamente
aquí: •Sant. 4, 1-3;
•Jn 1,17-21 •Sal 22, 10-12; Puedo rebelarme contra una
•Mc 4,37-38 •Jn 11, 28-37; justicia divina considerada como una
•Mc 4,40; •1 Jn 4,7-10 entidad abstracta, y contra una
•Jn 11,26 •Mc 3, 1-6 armonía del universo preestablecida
•Jn 15,13 para el presente y postulada para el
•Mt 25, 34-40.
futuro.
Pero no puedo rebelarme contra el amor del Padre de los perdidos, manifestado en
Jesús, contra el amor sin presupuestos y sin límites que abarca también nuestro dolor, aplaca mi
indignación, sacude mi frustración y me permite soportar las incesantes desventuras de la vida
para resultar al final victorioso.
El amor de Dios no me protege de todo sufrimiento. Pero me protege en todo sufrimiento.
De este modo se esboza para mi en el presente lo que se cumplirá... en el futuro: la victoria
definitiva del amor de Nuestro Dios que no es un ser indiferente e insensible, sordo al dolor
y a la injusticia, sino que ha tomado y se tomará siempre en serio el sufrimiento de los hombres”
Hans Kung.
83. Escándalo y Tentación Dios mío, Dios mío por
•1 Cor 1, 22-23 qué me has abandonado?
•1 Cor 1, 20-25 •Mc 8, 34-38
•Mt 16,21-23 •Mt 11,28
•Mt 26, 30-31 •1 Cor 2,2-5
•Gal 3,13 •Mt 27, 39-44
•1 P 2,4-8 •Is 53, 3-8
•Fil 2, 5-8 •Mt 12, 18-21
•Jn 6 •Is 42, 1-4
“¿Qué es morir
sino entregarse desnudo al viento
y fundirse con el sol?
¿Y qué es dejar de respirar
sino liberar el aliento de sus inquietos vaivenes
para que pueda elevarse,
expandirse y buscar sin trabas a Dios?
Sólo cuando bebáis del río del silencio
podréis cantar de verdad.
Y cuando hayáis alcanzado la cima de la
montaña,
entonces empezaréis a ascender.
Y cuando la tierra reclame vuestros miembros,
es cuando bailaréis de verdad”.
84. Libro de la Consolación – Is 44 – 60
La esperanza que el texto nos da: Dios nos amó,
nos ama y nos amará siempre:
Is 40,1;
Is 51,12;
Is 40,29;
Is 41,10;
Is 60, 9-14;
Is 64,7;
Is 54, 4-5.
Los cantos del siervo de Yahvé quieren demostrar que la
esperanza del siervo es la solidaridad.
85. 4.5. REALIZACIÓN CONCRETA DE LA
ESPERANZA: EL MAL DESDE LA CRUZ Y LA
RESURRECCIÓN
Romper el dilema de Epicuro: “O Dios puede y
no quiere evitar el mal, y entonces no es bueno o quiere y no
puede y entonces no es omnipotente”. Pensar en un mundo
finito sin mal equivale a pensar en un círculo cuadrado. El
dilema de Epicuro por esto es anacrónico y carece de
sentido.
La coherencia de creer en Dios a pesar
del mal
Si hay mal en el mundo, no es porque Dios – el anti-mal
– lo quiera o lo permita sino porque no puede ser de
otra manera: porque resulta inevitable. Detrás del mal
no se esconde un Dios que abandona, calla o se
desentiende, sino de un ABBA, que está volcado en
nosotros con toda la fuerza y la actividad de su amor
compasivo y liberado.
86. Es Dios y no nosotros el primer empeñado en la
lucha contra el mal solicitando nuestra
colaboración. Ante el mal del mundo seguir repitiéndole a
Dios “que escuche y tenga piedad” significa
objetivamente una perversión de las relaciones.
Nunca valoraremos bastante el realismo de las nuevas
cristologías que, con su proceder “desde abajo”, nos
devolvieron a la verdad más elemental: la de ver a Jesús
como víctima. Víctima histórica y concreta, golpeada por
el mismo mal que, en sus diversas formas, nos acosa a todos.
Por esto su destino, ilumina nuestras vidas como
acabó iluminando la suya. En la cruz culmina el
proceso histórico de la revelación sobre el mal.
La resurrección le quita al mal la última palabra. No niega
su terrible fuerza histórica, pero no lo reconoce como
absoluto. Por esto es posible la esperanza que sabe que
nada existe que la obligue a rendirse o resignarse, pues a la
experiencia histórica de los pequeños triunfos sobre el mal suma
la promesa firme de la victoria final. En este panorama
tantas veces desolado habita el amor de un Dios que pone
su gloria en acompañar con ternura incansable a todos los
crucificados y crucificadas de la tierra y que empeña su
poder en rescatar a todas las víctimas de la tierra.
87. Si el mal es una locura, no será otra locura la que pueda oponérsele?
5.1. NECESIDAD DE UNA
SALVACIÓN:
Todo pude ser recuperado; no hay nada irremediable
y fatal. No hay nada definitivo todo puede volver a
comenzar de nuevo. Todo puede ser salvado.
Si el mal no puede justificarse, solo se pude pensar
en combatirlo ya que puede ser derrotado de manera
responsable. Si se trata de un desastre en el destino,
se necesita una salvación. Primero hay que hablar de
salvación allí donde todos los esfuerzos humanos,
resultan por lo pronto insignificantes. Es la única
respuesta posible al carácter radical del mal.
88. Si el mal es un exceso no había que invocar otro exceso, a Dios, cuyo nombre o
título – como bien dijo San Pablo – es gratuidad, salida de sí mismo, gracia,
locura, prioridad, sobreabundancia, profusión, desmesura, perdón? Entonces se abre
una perspectiva muy distinta. No es ya el mal el que constituye una objeción contra
Dios. Es Dios el que constituye una objeción contra el mal.
No es esta para nosotros los cristianos la mejor
ocasión para recordar que Dios quiere conocer y
conoció el mal en su Hijo? El hombre – y este es
el mensaje cristiano - no puede pensar en ser
responsable más que después de haber comprendido
que, en este terreno como en todos los demás, su
Señor actuó primero y participó antes de el. Por el
perdió el mal todo su prestigio “dónde está muerte tu
victoria, dónde está muerte tu aguijón” 1 Cor 15.55. La
prioridad absoluta de Nuestro Dios llega hasta estos
abismos “Yo os he precedido” – Mt 26,32 “no tengáis
miedo” Mc 6,50, “Yo ya he vencido” Jn 16,33 – Ap
1714.
Tomemos conciencia no caigamos en el error de creer
que la ética puede bastar contra el mal. Tengamos
cuidado de no formular pobres recetas, es preciso ir a
la raíz.
89. 5.2. LAS MEDIACIONES DE LA
SALVACIÓN:
Está claro que la salvación que trae Dios necesita las mediaciones humanas.
Cuáles deben ser?
Discusión sobre la justicia
De todas las virtudes, la justicia es la que a
veces parece menos divina. No
sucede a veces que la justicia puede implicar
en el fondo, ciertos comportamientos
arcaicos? Un análisis mostraría quizás los
fermentos de agresividad que pueden
ocultarse tras las reivindicaciones. La justicia
se convierte fácilmente en acusadora, en
denunciante, fácilmente se puede dejar
animar por la venganza y el resentimiento.
Hay en ella una violencia virtual, mal
dominada. Se ha hablado de “las
enfermedades de la virtud” y hay ciertamente
derecho a preguntar si la justicia no es la que
se encuentra más expuesta a padecerlas. Hay
algo más injusto que una justicia que se
absolutiza?.
90. La justicia es siempre, hágase lo que se haga y dígase
lo que se diga, un tanto redistributiva, vindicativa,
correctiva y justiciera, viendo fácilmente el bien como
simple corrección del mal. No se trata, de que
dejemos al margen la justicia sino de
reconocer sus límites en el debate y en
el combate que nos ocupan.
Pero no tiene esa pasión, esa “orgía”, esa “erótica”, esa
patética, que son las únicas capaces de responder a las
proporciones de una salvación. Así pues, ¿No
tendremos que ver también las cosas del otro lado, del
lado de una “revolución” de todos los cálculos, de toda
cuenta y equilibrio? ¿No habrá que hablar
entonces de la caridad?
91. La justicia, en sus exigencias, es mucho más un programa de reparación
que un impulso de invención. La justicia es quizás la virtud, no solo más
difícil de definir, sino la más difícil de practicar... con justicia. Quizás sea la
virtud más corruptible, la que más se estropea y nos estropea. En la
búsqueda de la justicia uno se convierte fácilmente en justiciero y hasta en
perseguidor. El Espíritu de justicia conoce fácilmente desviaciones
patológicas.
92. 5.3. ELOGIO DE LA MISERICORDIA, DE LA
CARIDAD...
Constituye la mediación por excelencia puesto
que es pasión, exceso, ausencia de cálculo. Solo
busca crear frente a un mal que busca destruir,
aniquilar. La re-creación por el amor se
corresponde con la primera creación.
No es la misericordia, el amor, el
camino escogido por Dios en el
combate contra el mal? Jesús se acerca
al que sufre “movido de misericordia, de
compasión” Mt 20,34. Es “la pasión del amor” tan
lejos del Dios pagano, inmóvil, impasible. El mal
no grita solamente venganza – que sería la
mirada hacia el culpable – sino que grita sobre
todo misericordia – compasión – que es la
mirada hacia la víctima -.
93. La caridad es una virtud teologal y no solamente – como la justicia – una virtud
moral. Es el camino de Dios el que se nos propone. No debemos moralizar la
caridad. “Aquí está sin duda el gran error histórico del cristianismo”. Se trata
de re-inventar la caridad. El amor de Dios es tarea nuestra. Es el
verdadero proyecto de Nuestro Dios que nos toca hacer realidad
a nosotros empleando toda la diligencia y la vigilancia concreta para que no sea
una mera ilusión.
“Nosotros creemos en el amor” 1 Jn 4,16. “Por él se nos
reconocerá” Jn 13,25 – Mt. 25.
Notas do Editor
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.
La Dogmática: Re-dogmatización del misterio del mal Al hablar de pecado como de una ofensa contra Dios, la misma tradición demostraba que lo que está en discusión es nada más y nada menos que el destino del hombre. La ofensa de Dios no está tanto en que se atente contra sus derechos como en que se atente contra nuestro destino.