El tratamiento de la anorexia nerviosa es multidisciplinar e incluye la modificación de hábitos alimenticios, control de peso, restricción de ejercicio, terapia farmacológica y terapia psicológica. El seguimiento puede ser ambulatorio o en hospital de día, y la hospitalización se requiere solo en casos de riesgo para la vida o alteración psicológica grave. El pronóstico depende de la aceptación temprana de la enfermedad y el apoyo familiar.
1. TRATAMIENDO DE LA ANOREXIA
Una vez evaluados los parámetros diagnósticos descritos previamente, y
descartadas otras patologías psiquiátricas y orgánicas, se procede al
tratamiento y seguimiento del paciente. El proceso de tratamiento de la
anorexia nerviosa es multidisciplinar, precisando una acción coordinada del
médico de familia, psiquiatra, psicólogo, endocrino y ginecólogo. Los puntos
principales del tratamiento son:
Modificación de los hábitos alimentarios del paciente: se precisa una
“re-educación” del paciente en sus hábitos alimentarios. Para ello, se
inicia con una dieta relativamente baja en calorías (1.000-1.500
calorías/día) y se va incrementando progresivamente hasta lograr
cubrir las necesidades calóricas del paciente, respetando siempre el
espacio personal para no presionarle, pero no permitiendo que coma
a solas, y vigilando que haga las cinco comidas diarias
fundamentales.
Control regular del peso: se deben detectar aumentos semanales de
250-500 gramos al pesar a la persona desnuda o en ropa interior
(evita la tara del peso de la ropa y posibles engaños del paciente).
Restricción del ejercicio físico: inicialmente se elimina por completo
y se reintroduce muy progresivamente.
Controles analíticos regulares para evitar complicaciones orgánicas.
Terapia farmacológica: se centra principalmente en el componente
depresivo y/o ansioso de la anorexia. Es un tratamiento
individualizado y constreñido a los requerimientos y la situación
psicológica del paciente.
Terapia psicológica: se emplea de forma aislada, o combinada, la
terapia conductual, psicoanalítica, interpersonal y la de grupo.
El seguimiento del tratamiento se puede realizar de forma combinada entre el
médico de cabecera y la unidad de salud mental. En el caso de que el
seguimiento ambulatorio haya fallado, y siempre que el paciente tenga un buen
apoyo familiar, buena predisposición hacia el tratamiento y tolere la terapia en
grupo, se puede intentar la terapia en hospitales de día, siendo una opción
totalmente contraindicada si el paciente muestra tendencia al suicidio, abuso
de sustancias o complicaciones médicas severas.
2. El paciente puede ser hospitalizado en caso de riesgo manifiesto para su vida,
alteración psicológica muy grave (suicidio, otras alteraciones psiquiátricas,
etcétera), o si la situación familiar es muy desfavorable. Una vez iniciado el
tratamiento el pronóstico es muy variable, aunque se consideran indicativos de
buen pronóstico la capacidad de aceptación precoz de la enfermedad por parte
del paciente, la aparición y diagnóstico a corto plazo de la enfermedad, un buen
apoyo familiar, y la ausencia de antecedentes psiquiátricos en la familia.
Criterios para el diagnóstico de la BULIMIA según DSM IV:
• Presencia de atracones recurrentes (caracterizados por un sensación de
pérdida de control sobre la ingesta de grandes cantidades de alimento).
• Conductas compensatorias inapropiadas de manera repetida con el fin de no
ganar peso, como son provocación del vómito, uso excesivo de laxantes,
diuréticos, enemas u otros fármacos, ayuno y ejercicio excesivo.
• Los atracones y las conductas inapropiadas tienen lugar como promedio, al
menos dos veces a la semana durante un periodo de 3 meses.
• Autoevaluación esta exageradamente influida por el peso y la silueta corporal
3. TRATAMIENTO DE LA BULIMIA
Las dos aproximaciones al tratamiento son la psicoterapia y los fármacos. Es
mejor que la psicoterapia la realice un terapeuta con experiencia en
alteraciones del apetito, pudiendo resultar muy eficaz. Un fármaco
antidepresivo a menudo puede ayudar a controlar la bulimia nerviosa, incluso
cuando la persona no parece deprimida, pero el trastorno puede reaparecer al
interrumpirse la administración del fármaco.
En virtud de la gravedad se puede recurrir a un tratamiento ambulatorio o a la
hospitalización. En primer lugar se trata de evitar los vómitos, normalizar el
funcionamiento metabólico del enfermo, se impone una dieta equilibrada y
nuevos hábitos alimenticios. Junto a este tratamiento, encauzado hacia la
recuperación física, se desarrolla el tratamiento psicológico con el fin de
reestructurar las ideas racionales y corregir la percepción errónea que el
paciente tiene de su propio cuerpo. El tratamiento también implica la
colaboración de la familia, ya que en ocasiones el factor que desencadena la
enfermedad se encuentra en su seno. La curación de la bulimia se alcanza en el
40 por ciento de los casos, si bien es una enfermedad intermitente que tiende
a cronificarse. La mortalidad en esta enfermedad supera a la de la anorexia
debido a las complicaciones derivadas de los vómitos y el uso de purgativos.