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TEXTO PARALELO
PEDAGOGIA DEL OPRIMIDO
PAULO FREIRE
CAPITULO I
TEXTO ORIGINAL DOXA
Una vez más los hombres,
desafiados por la dramaticidad de la
hora actual, se proponen a sí mismos
como problema. Descubren qué poco
saben de sí, de su “puesto en el
cosmos”, y se preocupan por saber
más. Por lo demás, en el
reconocimiento de su poco saber de sí
radica una de las razones de esa
búsqueda. Instalándose en el trágico
descubrimiento de su poco saber de
sí, hacen de sí mismos un problema.
Indagan. Responden y sus respuestas
los conducen a nuevas preguntas.
El dilema del hombre que en su
momento se da cuenta de que su
conocimiento, de su ser mismo no es
real ni completo, en su lugar se da
cuenta que su conocimiento es simple,
incompleto, un ser incompleto; nacen
nuevas preguntas, de las respuestas
surgen nuevas preguntas, es una
característica del hombre que descubre
que sin el conocimiento critico de su
existencia, no es.
¿Quién mejor que los oprimidos se
encontrará preparado para entender el
significado terrible de una sociedad
opresora?
Es un hecho que solamente aquellos
que sufren en sí mismos las injusticias
de la sociedad, de un régimen o de las
condiciones reales de su existencia, son
quienes están preparados para
reconocerlo, para darse cuenta de su
realidad, porque aquellos que no están
en esa situación no son capaces de ver
la realidad de las masas, la realidad de
los oprimidos.
Sin embargo, hay algo que es
necesario considerar en este
descubrimiento, que está directamente
ligado a la pedagogía liberadora. Es que,
casi siempre, en un primer momento
de este descubrimiento, los
oprimidos, en vez de buscar la
liberación en la lucha y a través de ella,
Es de hecho un suceso que se
comprueba en la práctica diaria de la
realidad humana. Todos aquellos que
en algún momento son oprimidos y
salen de esa opresión; o se consideran
que han sido liberados, terminan en un
primer momento reproduciendo la
misma actitud de sus opresores,
tienden a ser opresores también o
subopresores.
tornándose ellos mismos en opresores,
aun cuando su lucha liberadora se
encuentre con personas que se
encuentran en la misma lucha por
liberarse.
Liberación que no puede darse sin
embargo en términos meramente
idealistas. Se hace indispensable que los
oprimidos, en su lucha por la liberación,
no conciban la realidad concreta de la
opresión como una especie de “mundo
cerrado” (en el cual se genera su miedo
a la libertad) del cual no pueden salir,
sino como una situación que sólo los
limita y que ellos pueden transformar.
La liberación del oprimido no es
entonces un sueño, un mero anhelo
idealista, tiene que partir de la lucha del
oprimido por liberarse de la concepción
de que ese es un mundo cerrado, existe
mundo más allá de la opresión, existe
una realidad libre y liberadora más allá
de esa realidad ficticio en que los
oprimidos existe creyendo que no existe
mundo más allá de ese. Esa limitación
solamente se puede sortear
desprendiéndose del miedo a la
libertad.
Decir que los hombres son personas, y
como personas son libres, y no hacer
nada para lograr concretamente que
esta afirmación sea objetiva, es una
farsa.
Todos manejamos esos conceptos en
nuestra mente, pero en muchos de los
casos son solo percepciones abstractas
porque en la realidad aun siendo
personas no son ni somos libres,
permanecemos esclavizados en nuestra
conciencia, en nuestra percepción de la
realidad, realidad que es nada más la
que nos han transmitido y no la que
hemos conquistado por nosotros
mismos para nosotros mismos. Es
imperativo que hagamos de esas
concepciones abstractas se conviertan
en concretas, trabajando para ello
desde nuestro propio ámbito de acción,
y que mejor posición para realizar esta
lucha, promover estos cambios de
pensamiento que desde la docencia,
con la capacidad de formar personas
libres, en el amplio sentido de la
palabra.
Al hacerse opresora, la realidad implica
la existencia de los que oprimen y de los
que son oprimidos. Estos, a quienes
cabe realmente luchar por su liberación
junto con los que con ellos
verdaderamente se solidarizan,
necesitan ganar la conciencia crítica de
la opresión, en la praxis de esta
búsqueda.
Cuando aceptamos nuestra realidad nos
damos cuenta que somos oprimidos,
esta misma realidad nos demuestra la
existencia de los opresores y los
oprimidos. Es a estos últimos que atiene
la imperante necesidad de la lucha por
la liberación y de aquellos que siendo
también oprimidos y aquellos que
realmente toman conciencia se
solidarizan con estos. Y la conciencia
crítica de su realidad como oprimidos es
el inicio de la búsqueda de la liberación
de esa condición.
Ninguna pedagogía realmente
liberadora puede mantenerse distante
de los oprimidos, vale decir, hacer de
ellos seres desdichados, objetos de
un tratamiento humanitarista, para
intentar, a través de ejemplos sacados
de entre los opresores, la elaboración
de modelos para su “promoción”. Los
oprimidos han de ser el ejemplo de sí
mismos, en la lucha por su redención.
Ninguna pedagogía puede mantenerse
alejada de la realidad del oprimido, de
lo contrario solo será una más de las
usadas por los opresores para
mantenerlos en su condición. Pedagogía
que solamente considere al oprimido
como necesitado y destinatario del falso
humanitarismo del opresor, solamente
se convierte en una herramienta más
para mantener el estatus de estos
últimos, negándoles el derecho y la
posibilidad de considerarse a ellos
mismos dentro de su realidad e intentar
cambiarla a través de una conciencia
crítica.
La pedagogía del oprimido, como
pedagogía humanista y liberadora,
tendrá, pues, dos momentos distintos
aunque interrelacionados. El primero,
en el cual los oprimidos van
descubriendo el mundo de la opresión y
se van comprometiendo, en la praxis,
con su transformación y, el segundo, en
que una vez transformada la realidad
opresora, esta pedagogía deja de ser del
oprimido y pasa a ser la pedagogía de
los hombres en proceso de permanente
Es imperativo que la pedagogía del
oprimido pase por estos dos momentos,
el primero en el cual se desarrolla y se
aplica por parte de los oprimidos como
parte de su toma de conciencia crítica
de la realidad, de su realidad y la
consiguiente lucha por erradicar su
condición, por liberarse. En un
momento cuando estos ya se han
liberado no puede seguir siendo del
oprimido porque estos en la realidad
dejan de existir, dejan de ser oprimidos,
liberación. en ese momento tiene que volverse una
pedagogía de hombre que están en
proceso permanente de liberación, en
constante lucha por mantenerse en
libertad.
Son los que oprimen, quienes
instauran la violencia; aquellos que
explotan, los que no reconocen en los
otros y no los oprimidos, los explotados,
los que no son reconocidos como otro
por quienes los oprimen.
Existe la concepción errónea de que los
oprimidos son quienes instauran la
violencia, como resultado de su lucha
por la liberación; sin embargo la misma
actividad cotidiana del opresor,
negándole derechos legítimos y la
posibilidad de liberarse, es la que en
esencia se constituye como violencia, es
por eso que podemos afirmar que la
violencia que se pudiera dar en el
proceso de toma de conciencia y lucha
liberadora por parte de los oprimidos,
es en realidad reflejo de la misma
violencia instaurada por el opresor.
Mientras la violencia de los opresores
hace de los oprimidos hombres a
quienes se les prohíbe ser, la respuesta
de éstos a la violencia de aquéllos se
encuentra infundida del anhelo de
búsqueda del derecho de ser.
La violencia instaurada por los
opresores es en función de negarles a
los oprimidos el hecho de ser,
obligándolos a ser lo que el opresor
quiere, necesita o le conviene. Por el
contrario la violencia de parte de los
oprimidos en la búsqueda ineludible de
ser.
Lo que ocurre, sin embargo, aun cuando
la superación de la contradicción se
haga en términos auténticos, con la
instalación de una nueva situación
concreta, de una nueva realidad
instaurada por los oprimidos que se
liberan, es que los opresores de ayer no
se reconocen en proceso de liberación.
Por el contrario, se sentirán como si
realmente estuviesen siendo oprimidos.
Es que para ellos, “formados” en la
experiencia de los opresores, todo lo
que no sea su derecho antiguo de
En el proceso de liberación de los
oprimidos, inevitablemente se libera a
los opresores de su condición como
tales; sin embargo estos últimos no se
consideran a sí mismos como liberados.
Contrariamente a eso se consideran
ellos ahora como los nuevos oprimidos,
como aquellos que ahora son víctimas
de las mismas prácticas que eran
propias de su calidad, concepción o
percepción.
Aunque no pasen ellos a la condición de
oprimidos, se consideran como tal
oprimir, significa la opresión. porque para ellos cualquier cosa que no
sea las prácticas propias como
opresores es sinónimo de opresión.
En esta ansia irrefrenable de posesión,
desarrollan en sí la convicción de que
les es posible reducir todo a su poder de
compra. De ahí su concepción
estrictamente materialista de la
existencia. El dinero es, para ellos, la
medida de todas las cosas. Y el lucro, su
objetivo principal.
La percepción de los opresores es que
pueden reducirlo todo a un simple
producto que es factible de compra,
incluso la persona humana como tal
mediante la compra o manejo de su
fuerza de trabajo, la cual
considerándola mercancía,
considerando que su fin único es el
lucro, subvalúan el esfuerzo del hombre
por convertir su fuerza de trabajo en
producción, en productos, el en lucro
para el opresor. De ahí su ímpetu por
mantener a los oprimidos en la realidad
creada por el par ellos.
En la medida en que para dominar se
esfuerza por detener la ansiedad de la
búsqueda, la inquietud, el poder de
creación que caracteriza la vida, la
conciencia opresora mata la vida.
La vida plena se considera como tal
cuando los hombres alcanzan realmente
sus ideales de libertad, libertad que al
ser y no solo dejarse ser, el opresor por
lo tanto, en su afán de evitar la toma de
conciencia de los opresores, en su
determinación por ahogar y evitar la
inquietud de conocimiento que precede
a la libertad mata la vida, mata la
posibilidad de vida de las ansias
libertadoras de los oprimidos.
Los oprimidos, como objetos, como
“cosas”, carecen de finalidades. Sus
finalidades son aquellas que les
prescriben los opresores.
Esta es la pedagogía que utilizan los
opresores, esta es la actitud de quienes
ostentan el poder, reducir al mínimo las
mentes de los oprimidos, reducir al
mínimo su capacidad de pensamiento
crítico. En procurar que estos últimos
consideren como propias las finalidades
que le son impuestas por los que
ostentan el poder, aun sin ser las
propias se asumen como tal, es el
trabajo de la comunicación realizada
para alienar las mentes de estos.
Decirse comprometido con la liberación
y no ser capaz de comulgar con el
pueblo, a quien continúa
considerando absolutamente
ignorante, es un doloroso equivoco.
Es una constante en nuestro medio, en
la realidad que vivimos. Ninguno de
aquellos que se dicen comprometidos
con el pueblo comparten, comulgan o
conviven con el pueblo, ni siquiera en
aquellos momentos que se supone que
están cercanos a ellos simplemente los
están usando para justificar sus
actuaciones, sus ansias de poder, sin
compartir ni comulgar realmente sus
necesidades.
La autodesvalorización es otra
característica de los oprimidos. Resulta
de la introyección que ellos hacen de la
visión que de ellos tienen los opresores.
El creerse uno mismo que no tiene la
capacidad de realizar o de adquirir
conocimiento más allá del que el
opresor le permite, es resultado de la
introyección que el mismo oprimido
hace para sí de las actitudes y visión que
de ellos tiene y proyecta el mismo
opresor.
Tenemos que considerar valiosos y
capaces de formar conocimiento y
pensamiento crítico para romper con
nuestra propia desvalorización.
Hasta el momento en que los
oprimidos no toman conciencia de
las razones de su estado de opresión,
“aceptan” fatalistamente su
explotación. Más aún, probablemente
asuman posiciones pasivas, alejadas en
relación a la necesidad de su propia
lucha por la conquista de la libertad y
de su afirmación en el mundo.
El grado de aceptación de parte de los
oprimidos de su realidad no permite
que estos tomen conciencia y una
posición activa para el cambio de esa
realidad, se convierten en meros
actores pasivos y serviles a los métodos
y objetivos del opresor.
Poco a poco, la tendencia es la de
asumir formas de acción rebelde. En un
quehacer liberador, no se puede perder
de vista esta forma de ser de los
oprimidos, ni olvidar este momento de
despertar.
Justo a partir del momento que el
oprimido toma conciencia de su
realidad inicia un cambio de actitud un
cambio en la toma de acciones a fin de
lograr su libertad.
En el momento del despertar de la
conciencia de oprimidos inician la toma
de acciones que se consideran de tipo
rebelde por oponerse a seguir sumisos a
los caprichos del opresor.
Es preciso convencerse de que el
convencimiento de los oprimidos sobre
el deber de luchar por su liberación no
es una donación hecha por el liderazgo
revolucionario sino resultado de su
concienciación.
No se puede asumir, o no debería de
asumirse, que el convencimiento de los
oprimidos sobre el deber de su
liberación, proviene de la donación
hecha por líderes revolucionarios.
Considerar esto como tal es asumir que
siguen siendo solamente corderos que
necesitan siempre la guía y la
conducción, por el contrario su
despertar liberador proviene de la toma
de conciencia de su propia condición de
oprimidos y del deseo real por la
liberación.
La propaganda, el dirigismo, la
manipulación, como armas de la
dominación, no pueden ser
instrumentos para esta reconstrucción.
En el proceso de la lucha liberadora por
parte de los oprimidos no puede
considerarse el uso de las mismas
herramientas de dominación utilizadas
por los opresores. La propaganda, el
dirigismo y la manipulación, son armas
eminentemente opresoras y por lo
tanto en la búsqueda autentica de
libertad tiene que prescindirse de
dichos métodos.
Educadores y educandos, liderazgo y
masas, co-intencionados hacia la
realidad, se encuentran en una tarea en
que ambos son sujetos en el acto, no
sólo de descubrirla y así conocerla
críticamente, sino también en el acto de
recrear este conocimiento.
Es desde la trinchera de la educación
donde los educadores se encuentran en
una posición inmejorable para
despertar la conciencia crítica en los
educandos, inculcar el conocimiento
liberador de toma de conciencia y
posterio0r toma de acción por parte de
los oprimidos en su lucha liberadora, en
su lucha por el ser; y no por el ser
menos, sino por ser mas, ser libres.
CAPITULO II
TEXTO ORIGINAL DOXA
Cuanto más analizamos las relaciones
educador-educandos dominantes en la
escuela actual, en cualquiera de sus
niveles (o fuera de ella), más nos
convencemos de que estas relaciones
presentan un carácter especial y
determinante —el de ser relaciones de
naturaleza fundamentalmente
narrativa, discursiva, disertadora.
Es, y ha sido una constante en el sistema
educativo de nuestro país, en todos los
niveles, en todo el devenir de su historia,
la relación eminentemente del educador
hacia el educando; una simple actividad
de transmisión de conocimientos de
forma narrativa, discursiva, disertadora.
Simple actividad de dar conocimiento sin
la posibilidad de que se despierte la
capacidad cognoscitiva del ser humano,
sin despertar la curiosidad por el saber,
por experimentar nuevos
conocimientos.
De este modo, la educación se
transforma en un acto de depositar en
el cual los educandos son los
depositarios y el educador quien
deposita.
Esto es lo que se y es lo que tiene que
aprender. Esto es lo que existe y les
tengo que transmitir. Ustedes están aquí
para aprender y yo para enseñar. Las
anteriores son frases que muy a menudo
escuchamos en nuestro medio en las
cuales el educador considera a los
educandos como meros depositarios y
simples receptores del conocimiento
que se les transmite.
El educador que aliena la ignorancia, se
mantiene en posiciones fijas,
invariables. Será siempre el que sabe,
en tanto los educandos serán siempre
los que no saben. La rigidez de estas
posiciones niega a la educación y al
conocimiento como procesos de
búsqueda.
Existe la concepción, y aplicada
realmente en los sistemas educativos,
de que es necesario mantener a las
masas, a las sociedades, en un nivel de
ignorancia, con una falsa concepción de
educación. Y de eso es culpable el
sistema y muchos educadores que por
un lado no consideran ni siquiera la
posibilidad de la adquisición de nuevos
conocimientos o actualizar los que ya
tienen y por ende se proponen obstruir
el proceso de adquisición de
conocimientos por considerarlos
innecesarios.
Si el educador es quien sabe, y si los
educandos son los ignorantes, le cabe,
entonces, al primero, dar, entregar,
llevar, trasmitir su saber a los segundos.
Saber que deja de ser un saber de
“experiencia realizada” para ser el saber
de experiencia narrada o trasmitida.
La obligación del educando es transmitir
a los educandos el conocimiento, esta es
la percepción de muchos educadores,
considerando a los educandos como
seres ignorantes, seres que deben ser
formados; sin embargo esta formación
no se basa en la experiencia vivida, en
conocimientos adquiridos a travez de la
experimentación, en su lugar los
conocimientos son solamente la
narrativa de experiencias ajenas, sin la
posibilidad de ser ellos mismos
inspiradores del conocimiento y la
investigación.
En verdad, lo que pretenden los
opresores “es transformar la
mentalidad de los oprimidos y no la
situación que los oprime”. A fin de
lograr una mejor adaptación a la
situación que, a la vez, permita una
mejor forma de dominación.
Este es justamente el objetivo de la
educación bancaria, no transformar la
realidad de los oprimidos, en su lugar lo
que procuran es crear una mentalidad
de personas libres cuando realmente no
lo son, haciéndoles así personas fáciles
de mantener en la opresión porque no
son conscientes de su realidad ni de la
situación de opresión en la que se vive.
Dado que en esta visión los hombres
son ya seres pasivos, al recibir el mundo
que en ellos penetra, sólo cabe a la
educación apaciguarlos más aún y
adaptarlos al mundo. Para la
concepción “bancaria”, cuanto más
adaptados estén los hombres tanto más
“educados” serán en tanto adecuados al
mundo.
Es precisamente lo que pretende la
educación de los opresores, que los
educandos creen en los educandos
personas pasivas, que permanecen
impávidas ante la realidad de opresión
en la que se vive, entre más “educados”
están a su conveniencia más adaptados
estarán al mundo ya que no representan
dificultad de manejarlos a su antojo.
La opresión, que no es sino un control
aplastador, es necrófila. Se nutre del
amor a la muerte y no del amor a la
vida.
La opresión es necrófila, es decir, se
alimenta del amor a la muerte, muerte
intelectual de los oprimidos ocasionada
por la educación transmitida por los
opresores que mata en aquellos la
posibilidad de vivir en libertad.
Así, cuando por un motivo cualquiera
los hombres sienten la prohibición de
Como sucede justo cuando
experimentamos la pérdida de un ser
actuar, cuando descubren su
incapacidad para desarrollar el uso de
sus facultades, sufren.
querido, es el mismo sentimiento que se
despierta en nosotros cuando nos
damos cuenta que podíamos hacer más,
que somos capaces de hacer mas pero
esa posibilidad nos es arrebatada por la
educación bancaria que nos proveen los
opresores.
La educación como práctica de la
dominación que hemos venido
criticando, al mantener la ingenuidad
de los educandos, lo que pretende,
dentro de su marco ideológico, es
indoctrinarlos en el sentido de su
acomodación al mundo de la opresión.
La acomodación al mundo de la
opresión es parte de la práctica
educativa de hoy en día, mantener a las
personas en la ingenuidad, creyendo
que están bien, falso sentimiento de
estabilidad inculcado a través de la
educación. La indoctrinación se da
incluso en nuestro tiempo, en nuestros
sistemas educativos actuales.
Lo que nos parece indiscutible es que si
pretendemos la liberación de los
hombres, no podemos empezar por
alienarlos o mantenerlos en la
alienación. La liberación auténtica, que
es la humanización en proceso, no es
una cosa que se deposita en los
hombres. No es una palabra más,
hueca, mitificante. Es praxis, que
implica la acción y la reflexión de los
hombres sobre el mundo para
transformarlo.
El proceso de liberación de los oprimidos
no puede comenzar con una nueva
alienación a través de la educación, no
es continuar con la práctica de la
educación bancaria, es imperante el
inicio de la humanización de los
oprimidos a través de la educación, esto
es acción, es movimiento y no simple
teoría, simple enunciado, es acción
lieberadora.
El antagonismo entre las dos
concepciones, la “bancaria”, que sirve a
la dominación, y la
problematizadora, que sirve a la
liberación, surge precisamente ahí.
Mientras la primera, necesariamente,
mantiene la contradicción educador-
educandos, la segunda realiza la
superación.
Es evidente la contradicción entre las
dos concepciones de la educación,
mientras la educación “bancaria” se
utiliza como medio de dominación y
alienación de las personas para que se
consideren bien en su condición de
oprimidos, la segunda realiza la
superación de esa concepción, se vuelve
iluminadora, transformadora de la
realidad imperante en las sociedades
oprimidas.
De este modo, el educador ya no es sólo
el que educa sino aquel que, en tanto
educa, es educado a través del diálogo
con el educando, quien, al ser educado,
también educa. Así, ambos se
transforman en sujetos del proceso en
que crecen juntos y en el cual “los
argumentos de la autoridad” ya no
rigen.
Es trabajo de la pedagogía del oprimido
romper con la práctica de que el
educador es quien educa al educando,
logrando como parte del proceso de
liberación el sentido de mutua
educación ya que el educador aprende
también del educando a través del
diálogo, la discusión y la
retroalimentación de conocimientos. El
educador no es autoridad por ser el
poseedor del conocimiento, ambos son
autoridad porque ambos están en
proceso de liberación.
De este modo el educador
problematizador rehace
constantemente su acto cognoscente
en la cognoscibilidad de los
educandos. Estos, en vez de ser
dóciles receptores de los depósitos, se
transforman ahora en investigadores
críticos en diálogo con el educador,
quien a su vez es también un
investigador crítico.
Es en síntesis el papel que tiene que
jugar el educador, ya libres de las
ataduras de la educación tradicional,
deja de ser simplemente quien
transmite conocimientos, sino también
quien los adquiere de los educandos a
través del diálogo, de las investigaciones
realizadas tanto por el como por los
educandos.
La educación como práctica de la
libertad, al contrario de aquella que es
práctica de la dominación, implica la
negación del hombre abstracto, aislado,
suelto, desligado del mundo, así
como la negación del mundo como
una realidad ausente de los hombres.
La educación individualista es la que
procura que el hombre se considere
como un ser abstracto, que existe única
y exclusivamente en su propia realidad,
este es el método usado para la
dominación del hombre, extraerlo de la
realidad de la sociedad, de la realidad
del mundo que le rodea, lleno de retos,
de prácticas opresoras que es necesario
erradicar para llegar a ser plenamente
libres.
La educación problematizadora se hace,
así, un esfuerzo permanente a través
del cual los hombres van percibiendo,
críticamente, cómo están siendo en el
mundo, en el que y con el que están.
Cuando se cambia la práctica de la
educación y esta se convierte en una
educación problematizadora como
sinónimo de liberadora, esta se esfuerza
porque los hombres vayamos
percibiendo de forma crítica el mundo
en el cual estamos y con el que estamos
en la realidad.
La concepción y la práctica “bancarias”
terminan por desconocer a los hombres
como seres históricos, en tanto que la
problematizadora parte, precisamente,
del carácter histórico y de la historicidad
de los hombres.
Desconociendo al ser humano como ser
histórico, extrayéndolo de esta haciendo
parecer la historia como hechos que se
dieron de forma fortuita y no como
parte del proceso de lucha del hombre
por la adquisición de conocimiento, es
como l educación “bancaria” promueve
mantener la dominación sobre los
oprimidos, mientras que la educación
problematizadora procura precisamente
hacer al hombre darse cuenta que esta y
siempre a estado inmerso en la historia
como fuerza de cambio, como parte de
los grandes sucesos que han terminado
en la revolución de las sociedades.
De esta manera, profundizando la toma
de conciencia de la situación, los
hombres se “apropian” de ella como
realidad histórica y, como tal, capaz de
ser transformada por ellos.
Es justamente hasta el momento que los
seres humanos se dan cuenta que su
papel en la historia ha sido
determinante que se apropian de ella y
se dan cuenta que son capaces de
transformar su realidad, de ser parte de
la historia y de ser parte de la
trasformación de su propia historia.
Para la práctica “bancaria” lo
fundamental es, en la mejor de las
hipótesis, suavizar esta situación
manteniendo sin embargo las
conciencias inmersas en ella. Para la
educación problematizadora, en tanto
quehacer humanista y liberador, la
importancia radica en que los hombres
sometidos a la dominación luchen por
su emancipación.
Considerando que nuestra lucha tiene
que ser liberadora, no podemos tomar
como la mejor de las opciones el hecho
de suavizar la realidad para hacerla
aceptable y mantener a la sociedad
inmersa en ella, debemos, por el
contrario, practica una educación
humanista, liberadora y en línea con la
concepción que el hombre tiene que
luchar por su propia liberación y no
esperar que otros lo hagan por él.
Es por esto por lo que esta educación,
en la que educadores y educandos se
hacen sujetos de su proceso,
superando el intelectualismo
Cuando se llega a la aplicación educativa
en donde los educadores y los
educandos se hacen sujetos de su
proceso, compartiendo y adquiriendo
alienante, superando el autoritarismo
del educador “bancario”, supera
también la falsa conciencia del mundo.
conocimiento mutuamente mediante la
dialogicidad, se supera el intelectualismo
alienante que se usa como medio y arma
de opresión, dejando de lado la
educación y al educador bancario que
pretende inculcarnos una falsa
conciencia del mundo.
Ningún “orden” opresor soportaría el
que los oprimidos empezasen a decir:
“¿Por qué?”
Es justamente en el momento que los
hombre empiezan a cuestionarse por su
realidad que comienza a tomar
conciencia de su realidad, de las
condiciones reales en las cuales se le ha
obligado a estar, comienza a cuestionar
el orden que los tiene sometidos, es esto
lo que pretenden precisamente evitar
con la educación bancaria, y es justo lo
que la educación problematizadora
pretende generar en los hombres, una
actitud y conciencia de cuestionar y
transformar la realidad en que viva.
En el proceso revolucionario, el
liderazgo no puede ser “bancario”, para
después dejar de serlo.
Es un hecho innegable que en un
proceso revolucionario, un proceso de
cambio el liderazgo no puede ser
“bancario” ya es precisamente este
medio el que no permite a los hombres
tomar conciencia de su realidad, la lucha
liberadora no es de un liderazgo, es del
hombre mismo, del hombre insertado
en la sociedad.
CAPITULO III
TEXTO ORIGINAL DOXA
Al intentar un adentramiento en el
diálogo, como fenómeno humano, se
nos revela la palabra: de la cual
podemos decir que es el diálogo mismo.
Y, al encontrar en el análisis del diálogo
la palabra como algo más que un medio
para que éste se produzca, se nos
impone buscar, también, sus elementos
constitutivos.
Una vez superada la educación
“bancaria” se hace indispensable en el
proceso de construcción de una nueva
sociedad, utilizar el diálogo se hace
indispensable en el proceso de
enseñanza aprendizaje. La palabra como
parte integral del diálogo se vuelve
objeto de estudio, de análisis, por ser
esta parte constitutiva del diálogo.
Si, por lo contrario, se subraya o hace
exclusiva la acción con el sacrificio de la
reflexión, la palabra se convierte en
activismo. Este, que es acción por la
acción, al minimizar la reflexión,
niega también la praxis verdadera e
imposibilita el diálogo.
La palabra, como parte del diálogo,
como parte de la expresión de los
hombres en proceso de liberación de las
ataduras opresoras, se convierte en
acción. Solamente cuando la palabra se
convierte en acción transformadora se
puede considerar como parte del
diálogo, caso contrario seguirá siendo
solamente narrativa que no promueve ni
posibilita un cambio real en la mente del
ser humano hacia su libertad.
Los hombres no se hacen en el silencio,
sino en la palabra, en el trabajo, en la
acción, en la reflexión.
Mientras el hombre permanezca en
silencio se negará a sí mismo la opción
de ser, y llega a ser solamente cuando
utilice la palabra como su arma para la
acción para la reflexión, para encontrar y
compartir su realidad que es la realidad
de muchos más.
Si diciendo la palabra con que al
pronunciar el mundo los hombres lo
transforman, el diálogo se impone
como el camino mediante el cual los
hombres ganan significación en cuanto
tales.
Es definitivamente la palabra del
hombre, organizada, expresada
mediante el diálogo la que puede
cambiar y transformar al mundo. Es el
diálogo, en definitiva, que construido
mediante la palabra del hombre le da
significación, no solo al diálogo, a la
misma existencia del hombre en el
mundo.
El diálogo, como encuentro de los
hombres para la tarea común de saber y
actuar, se rompe si sus polos (o uno de
ellos) pierde la humildad.
El único punto de encuentro válido para
los hombres en el proceso de liberación
es el diálogo, de ahí que la humildad
tiene que ser parte integral de este. De
perderse la humildad en uno de los dos
polos o interlocutores, este dialogo deja
de ser constructivo y pasa a convertirse
en una farsa ya que es utilizado incluso
en forma de opresión.
No hay diálogo, tampoco, si no existe
una intensa fe en los hombres. Fe en su
poder de hacer y rehacer. De crear y
recrear. Fe en su vocación de ser más,
que no es privilegio de algunos elegidos
sino derecho de los hombres.
Todo hombre tiene derecho de ser más,
no se puede menospreciar la capacidad
cognoscitiva de estos, todos somos
capaces de aprender y de cambiar
revolucionando nuestro mundo, nuestra
concepción del mundo, partiendo de
esto no se puede entablar diálogo si no
se tiene fe en el hombre y en su
capacidad de dialogar, de transformar y
cambiar su realidad.
Es indispensable para el docente
mantener fe en los educandos y no
menospreciar sus capacidades para
transformar la realidad.
Hablar de democracia y callar al
pueblo es una farsa. Hablar del
humanismo y negar a los hombres es
una mentira.
Palabras de moda en muchas sociedades
incluyendo la nuestra, se habla de que
existe democracia pero se niega el
derecho a expresarse, se coarta, se
restringe el derecho del pueblo de
expresarse, de exponer sus ideas
críticamente, lo que en suma resulta en
una negación del hombre, en una
negación de su existencia y capacidad
transformadora.
Para el educador-educando, dialógico,
problematizador, el contenido
programático de la educación no es una
donación o una imposición —un
conjunto de informes que han de ser
depositados en los educandos—, sino la
devolución organizada, sistematizada y
Es necesario que el cambio de actitud se
concrete en el mismo educador-
educando, que se vuelva hacia la
concepción de que es parte de un
proceso de cambio, de un proceso
transformador desde el mismo
momento que su catedra o su
acrecentada al pueblo de aquellos
elementos que éste le entregó en forma
inestructurada.
enseñanza no tiene que ser un simple
acto mecanizado de enseñar, tiene que
ser una actividad sistemática de
transmisión adquisición de
conocimientos, devolviendo a la
sociedad aquello que de ella ha recibido.
Entiéndase por sociedad al hombre
mismo.
Para el educador humanista o el
revolucionario auténtico, la incidencia
de la acción es la realidad que debe ser
transformada por ellos con los otros
hombres y no los hombres en sí.
Es la realidad que mantiene a los
hombres oprimidos la que realmente es
necesario cambiar, el hombre oprimido
llega a aceptar o introyectar su
condición y aceptarla como normal
porque la realidad que le han
presentado es una; sin embargo al
mostrar al hombre la realidad que existe
más allá del mundo de la opresión, este
exterioriza la capacidad que siempre ha
tenido, no se cambia al hombre, debe
cambiarse la realidad y la forma que
estos la perciben.
Aprovechando esta inmersión de la
conciencia oprimida, las élites; la van
transformando en aquella “vasija” de
que hablábamos y depositando en ella
aquellos marbetes que la hacen aún
más temerosa de la libertad.
Parte de los métodos que se usan para
mantener a los hombres en la opresión
es la educación “bancaria” de la que ya
hemos hablado, esta considera a los
hombres simples “vasijas” que se van
llenado con los depósitos que les hacen;
dichos depósitos son nada más que
fragmentos, partes de la realidad, de
modo tal, que esas partes de realidad
que depositan en los hombres los
convierte en seres temerosos de la
libertad y por ende sumisos a sus
caprichos.
Por esto mismo, muchas veces,
educadores y políticos hablan sin ser
entendidos. Su lenguaje no sintoniza
con la situación concreta de los
hombres a quienes hablan. Y su habla es
un discurso más, alienado y alienante.
Las élites, políticos y muchos educadores
no conocen ni comparten la realidad de
los hombres oprimidos, desconocen o
manipulan el conocimiento de la
realidad de los hombres y por lo tanto
sus discursos, disertaciones y
enseñanzas no se comprenden por no
estar apegadas a la realidad.
En la realidad de la que
dependemos, en la conciencia que de
ella tengamos educadores y pueblo,
buscaremos el contenido programático
de la educación.
La educación tiene que estar apegada
ala realidad delos pueblos, a las
necesidades específicas del hombre, en
la medida que todos tengamos
conciencia y conocimiento de ella
seremos capaces de sistematizar y
programar los contenidos necesarios
para el despertar de los hombres.
A través de su permanente quehacer
transformador de la realidad objetiva,
los hombres simultáneamente crean la
historia y se hacen seres histórico-
sociales.
Los hombres crean historia, la historia
de las sociedades es inherente a la
actividad transformadores del hombre
mediante la conciencia de su realidad. Es
el hombre el que está
permanentemente transformando las
sociedades, ellas no cambian no
evolucionan si no es por la acción del
hombre como ser social y
transformador.
Éste es un esfuerzo que cabe realizar en
la metodología de la investigación que
proponemos, como en la educación
problematizadora que defendemos. El
esfuerzo de presentar a los
individuos dimensiones significativas
de su realidad, cuyo análisis crítico les
posibilite reconocer la interacción de
sus partes.
El hombre como parte de la sociedad
debe de integrarse en su lucha
transformadora y liberadora, la
educación problematizadora o
transformadora debe presentar a los
hombres la realidad, desde las distintas
dimensiones que la integran,
presentársela como un todo que debe
ser restaurado desde distintos ángulos,
desde cada arista de la situación social
que es imperativo cambiar.
Este movimiento de ida y vuelta, de lo
abstracto a lo concreto, que se da en el
análisis de una situación codificada, si se
hace bien la descodificación, conduce a
la superación de la abstracción con la
percepción crítica de lo concreto, ahora
ya no más realidad espesa y poco
vislumbrada.
Si la codificación, si la integración de las
partes como un todo concreto, no se
realiza de manera adecuada no es
posible conocer completamente la
realidad y esta permanecerá como
neblina, que no se vislumbra
completamente, que no queda
esclarecida por lo tanto incomprendida.
Teóricamente, es lícito esperar que los
individuos pasen a comportarse de la
misma forma frente a su realidad
objetiva, de lo que resulta que ella deja
de ser un callejón sin salida para ser lo
que en verdad es: un desafío frente al
cual los hombres tienen que responder.
Cuando el hombre llega a conocer su
realidad y despierta en él un
pensamiento crítico y transformador,
deja de ver y concebir esa realidad como
un callejón sin salida, como una
situación de la que no se puede salir. En
cambio cuando este llega a conocer la
realidad de manera objetiva, ese mismo
conocimiento lo hace comprender que
es necesario cambiar, que es necesario
transformar y por lo tanto adquiere el
ímpetu de trabajar para ello.
Investigar el “tema generador” es
investigar, repitamos, el pensamiento
de los hombres referidos a la realidad,
es investigar su actuar sobre la realidad,
que es su praxis.
Hablando de tema generador podemos
determinar que este consiste en estudiar
el pensamiento del hombre respecto a la
realidad, respecto a su actuar sobre la
realidad para lograr su transformación y
liberación. Es el actuar del mismo
hombre sobre su realidad es en si el
teme generador ya que es en ese
momento que se genera el
conocimiento.
Cuanto más asuman los hombres una
postura activa en la investigación
temática, tanto más profundizan su
toma de conciencia en torno de la
realidad y, explicitada su temática
significativa, se la apropian.
Es una verdad innegable que para hacer
mucho más efectivo en trabajo de la
búsqueda del conocimiento
transformador, es indispensable
apropiarse de esa idea, de esa lucha, y
eso se logra tomando una postura en
sumo activa sobre la investigación.
Investigadores profesionales y pueblo,
en esta operación simpática que es la
investigación del tema generador, son
ambos sujetos de este proceso.
Como ya se dijo anteriormente, la
relación entre investigadores
profesionales y pueblo, tiene que ser
simbiótica en la generación de
conocimiento, en el estudio del tema
generador que es el papel del hombre
ante la realidad. Ambos son sujetos en el
proceso,, ni uno más activo, importante
o indispensable que el otro, la relación
es complementaria.
Sin embargo, al temer al cambio, al
intentar aprisionar la vida, al reducirla
a esquemas rígidos, al hacer del pueblo
objeto de su acción investigadora, al ver
en el cambio el anuncio de la muerte,
mata la vida y no puede esconder su
marca necrófila.
Esa es una actitud de los sistemas
opresores que utilizan la educación
como arma para mantener a los
hombres con permanente temor al
cambio, matando la vida, matando la
esperanza de los hombres por ser libres.
Cuanto más investigo el pensar del
pueblo con él, tanto más nos
educamos juntos. Cuanto más nos
educamos, tanto más continuamos
investigando.
Esa debe de ser una actitud permanente
de los educadores, comulgar con el
pueblo, con los educandos en su
momento, una actitud de permanente
investigación, de permanente
adquisición y generación de
conocimiento, cuanto más se estudia y
se investiga, mas surgen preguntas y
temas de investigación.
La tarea del educador dialógico es,
trabajando en equipo interdisciplinario
este universo temático recogido en la
investigación, devolverlo no como
disertación sino como problema a los
hombres de quienes lo recibió.
La finalidad y la tarea de todo educador
dialógico tiene que ser en primer lugar
trabajar en equipos multidisciplinarios
para abarcar la mayor cantidad de
opiniones y conocimientos, necesarios
para la resolución de los problemas.
Posteriormente transmitir a los hombres
el conocimiento no en forma de
disertación, sino como la exposición de
un problema que necesita solución. Con
la concepción de que cada problema
resuelto constituye un reto más y una
problemática nueve que debe de ser
resuelta.
Si los individuos se encuentran
adheridos a estas “situaciones límites”,
imposibilitados de “separarse” de ellas,
el tema a ellas referido será
necesariamente el de fatalismo y la
tarea a él asociada es la de no tener
tarea alguna.
Esta es la manera en que los opresores
mantienen a los hombres a su merced y
sumisos, les hacen creer que viven en
limita de sus posibilidades y que
cualquier intento por cambiarlo
resultaría en un esfuerzo vano, inútil. De
eso deviene la actitud fatalista de los
hombres, de la creencia que no es útil
esforzarse y por lo tanto no es necesario
realizar tarea alguna al respecto.
No sería posible, ni en el proceso de
investigación, ni en las primeras fases
de lo que a ella sigue, el de la
devolución de la temática significativa
como contenido programático,
proponer representaciones de
realidades extrañas a los individuos.
Tanto en el proceso de investigación
como en el proceso mismo de la
aplicación de los nuevos conocimientos
adquiridos, es imposible y nada práctico
proponer representaciones de
realidades extrañas a los individuos,
debe de utilizarse la propia realidad para
que esto sea entendible.
Promoviendo la percepción de la
percepción anterior y el conocimiento
del conocimiento anterior, la
descodificación promueve, de este
modo, el surgimiento de una nueva
percepción y el desarrollo de un
nuevo conocimiento.
La percepción de la percepción anterior
y el conocimiento del conocimiento
anterior podría parecer incoherente e
incomprensible; sin embargo, el
conocimiento del conocimiento anterior
se refiere a la toma de conciencia del
conocimiento que existía antes del
despertar del conocimiento crítico, la
percepción de la percepción anterior se
refiere al conocimiento claro de la
percepción que se tenía sobre el mundo,
sobre la realidad y el hombre,
contrastando todo esto con la nueva
percepción y el nuevo conocimiento.
El único camino a seguir, en este caso
como en otros, es la concienciación de
la situación, intentándola desde la etapa
de la investigación temática.
Como se ha mencionado en repetidas
ocasiones en este libro y en este análisis,
el único camino viable, indispensable y
que hay que seguir es la toma de
conciencia sobre la situación real de los
hombres, de la situación en que se vive,
condición de falsa seguridad y
desarrollo.
La dramatización funcionaría como
codificación, como situación
problematizadora, a la que seguiría la
discusión de su contenido.
Al utilizar la dramatización como medio
de enseñanza sería eficaz si esta se da en
un contexto que desde ella se
cuestionen las concepción de de la
educación “bancaria”. Su uso como
herramienta problematizadora debe
venir acompañada de la posterior
discusión y análisis de su contenido
contrastándola con la realidad de la
sociedad.
CAPITULO IV
TEXTO ORIGINAL DOXA
Serán repeticiones o retorno a puntos
ya referidos, ora con la intención de
profundizar sobre ellos, ora porque
se hacen necesarios para una mayor
claridad de nuevas afirmaciones.
En este capítulo el autor vuelve a
retomar puntos ya tratados, pero con la
intención de profundizar sobre ellos, de
extender los conceptos que generen una
mayor conciencia del conocimiento que
se quiere transmitir, siendo esta mismo
materia como inicio, como antorcha que
alumbre los primeros pasos para aplicar,
para entender y extender la pedagogía
del oprimido.
Los animales, que no trabajan, viven en
su “soporte” particular al cual no
pueden trascender. De ahí que cada
especie animal viva en el “soporte” que
le corresponde y que éstos sean
incomunicables entre sí para los
animales en tanto franqueables a los
hombres.
Para el autor los animales viven en su
medio, en su soporte, con una seria de
factores que no pueden modificar, no
pueden cambiar y para ellos no existe
nada más allá; para los hombres, por el
contrario todo su medio, toda su
realidad no es algo infranqueable, es
modificable, puede adaptarse a su
realidad, puede trabajarse ´para
mejorarlo y que esté acorde a las
mayorías.
El esfuerzo revolucionario de
transformación radical de estas
estructuras no puede tener en el
liderazgo a los hombres del quehacer y
en las masas oprimidas hombres
reducidos al mero hacer.
El trabajo y esfuerzo de transformación
de la realidad de los hombres no puede
estar supeditada a una élite, a unos
cuantos pensadores que se dediquen a
generar conocimiento, la fuerza
transformadora tiene que venir de los
hombres en acción, en colectivo, no solo
de las acciones sino también del
pensamiento.
Su quehacer, acción y reflexión, no
puede darse sin la acción y la reflexión
de los otros, si su compromiso es el de
la liberación.
No es posible la acción transformadora
sin la participación de todos, sin el
pensamiento reflexivo del hombre y su
compromiso con la liberación, con la
liberación de la sociedad del sistema
opresor imperante.
Pueden también aspirar a la revolución Es una actitud del hombre que después
como un simple medio de dominación y
no concebirla como un camino de
liberación. Pueden visualizarla como su
revolución privada, lo que una vez
más revela una de las características
del oprimido, a la cual ya nos referimos
en el primer capítulo de este ensayo.
de ser liberado de la opresión se
convierte en el opresor que lleva dentro.
El opresos puede ver en su momento la
revolución como la oportunidad de
seguir esclavizando, no solo a aquellos
que antes eran opresores, sino también
al pueblo, a aquellos que en su
momento ha dicho acompañar en su
lucha liberadora
La verdadera revolución, tarde o
temprano, debe instaurar el diálogo
valeroso con las masas. Su legitimidad
radica en el diálogo con ellas, y no en el
engaño ni en la mentira.
La revolución que después de
instaurarse en el poder, se olvida de las
masas, de aquellos a quienes se suponía
que defendía, pierde su validez, pierde
su razón de ser ya que deja de escuchar
el pensamiento crítico y revolucionario
de las masas. Se concierte en engaño
cuando ellos mismos se convierten en
los nuevos opresores y utilizan a las
masas como trampolín para llegar y
mantenerse en el poder.
Nuestra convicción es aquella que dice
que cuanto más pronto se inicie el
diálogo, más revolución será.
La revolución no puede dejar de lado el
diálogo, este es en suma el arma más
poderosa de una verdadera
transformación de la sociedad, de ahí la
inmediatez de su instauración ya que en
la medida que este s dé mayor
revolución será, el hombre necesita
estar en dialogo permanente para
generar nuevos conocimientos, nuevos
problemas sobre los cuales trabajar.
Al ejercer un análisis crítico, reflexivo
sobre la realidad, sobre sus
contradicciones, lo que puede ocurrir es
que se perciba la imposibilidad
inmediata de una forma de acción o su
inadecuación al movimiento.
Es necesario realizar permanentemente
un análisis crítico de la realidad, un
análisis crítico de las acciones realizadas
y por realizar, esto con el objetivo de
establecer su factibilidad, su vialidad o
adecuarlas al movimiento de los factores
que imposibilitan su ejecución. Esto se
aplica en muchas áreas de pensamiento,
igualmente es aplicable a la lucha
liberadora del hombre.
En realidad, la revolución no es hecha
para el pueblo por el liderazgo ni por el
liderazgo para el pueblo sino por
ambos, en una solidaridad
inquebrantable.
No es concebible en una verdadera
revolución que esta sea impulsada o
hecha por un liderazgo, no sería
verdadera revolución si esta condición
se cumpliera de esta forma. Una
verdadera revolución es hecha por el
pueblo junto con el liderazgo, tiene que
ser hecha en conjunto para que haya
plena coincidencia de métodos y
objetivos, en plena solidaridad.
Lo que pretende una auténtica
revolución es transformar la realidad
que propicia un estado de cosas que se
caracteriza por mantener a los hombres
en una condición deshumanizante.
Es innegable que una verdadera
revolución pretende transformar la
realidad que propicia, que se esmera y
permite que los hombres permanezcan
en una condición deshumanizante,
negándoles la vida, entiéndase por vida
la plena posibilidad de ser, de actuar por
si y para si mismos, de trabajar por
organizar sus conocimiento.
Por otro lado, seríamos falsamente
realistas al creer que el activismo, que
no es verdadera acción, es el camino de
la revolución.
La verdadera revolución no se logra ni se
puede llevar a cabo con un simple
activismo, es necesario que todos sean
actores reales y no pasajeros del
proceso, de las actividades y retos de la
verdadera revolución. El activismo
puede llegar a ser temporal y
oportunista, simplemente para
aprovechar una coyuntura, un actor real
estará siempre comprometido con el
trabajo la libertad.
Si el liderazgo revolucionario les niega a
las masas el pensamiento crítico, se
restringe a sí mismo en su pensamiento
o por lo menos en el hecho de pensar
correctamente. Así, el liderazgo no
puede pensar sin las masas, ni para
ellas, sino con ellas.
No se puede arrogar el liderazgo
revolucionario ser propietario del
pensamiento crítico, del conocimiento
liberador, y de estar siempre en lo
correcto y la verdad. El liderazgo no
puede pensar por las masas ni pensar
para ellas. Los hombres tiene su propio
conocimiento y razonamiento, el
liderazgo debe acompañar y dar forma a
este pensamiento de las masas.
En esto, el liderazgo revolucionario
debe encontrar no sólo su razón de ser,
sino la razón de una sana alegría. Por su
naturaleza él puede hacer lo que el
otro, por su naturaleza, no puede
realizar en términos verdaderos.
En términos de la acción, del actuar en la
realidad y por su capacidad e influir, el
liderazgo debe encontrar en esto su
verdadera alegría y reforzar su razón de
ser de actuar y de trabajar. Todo
movimiento necesita el liderazgo real y
todo liderazgo real necesita una
motivación, una causa. No hay mejor
causa que luchar junto a los que luchan
y hacer aquello que otros por su misma
naturaleza y posición no pueden realizar.
El humanismo científico revolucionario
no puede, en nombre de la revolución,
tener en los oprimidos objetos pasivos
útiles para un análisis cuyas
conclusiones prescriptivas deben seguir.
Es lo que sucede en la práctica en
muchas realidades de la sociedad y en
muchas sociedades, el humanismo
científico revolucionario pretende
mantener en los hombres a puros
objetos pasivos, sin acción inertes bajo
las conclusiones y recomendaciones de
la élite, del liderazgo; conclusiones a las
cuales deben ceñirse y aplicarse
ciegamente sin posibilidad de
cuestionar.
Lo que debe hacer el liderazgo
revolucionario es problematizar a los
oprimidos no sólo éste sino todos los
mitos utilizados por las élites opresoras
para oprimir más y más.
Es trabajo del liderazgo revolucionario y
problematizador, abrir los ojos de los
hombres a la realidad, exponer y
dilucidar sobre los mitos y concepciones
que utilizan para mantener a los
hombres oprimidos en su estado actual,
exponer a la luz de las masa aquellas
actitudes que han sido inculcadas en los
hombres y que constituyen medios y
métodos para oprimir cada día más.
La revolución se genera en ella como
un ser social y, por esto, en la medida
en que es acción cultural, no puede
dejar de corresponder a las
potencialidades del ser social en que se
genera.
El hombre es un ser social, inmerso en
esta y por ende en su historia, la
revolución es un acto de acción cultural,
de cambio actitudinal y del pensamiento
de estos. Por lo anteriormente expuesto
es que toda revolución debe
corresponder con las potencialidades
que los hombres tienen de ser entes de
cambio en la sociedad, en el medio que
le rodea.
El antidialógico, dominador por
excelencia, pretende, en sus relaciones
con su contrario, conquistarlo, cada vez
más, a través de múltiples formas.
Desde las más burdas hasta las más
sutiles. Desde las más represivas hasta
las más almibaradas, cual es el caso del
paternalismo.
El antidialógico es por su misma
naturaleza un dominador por excelencia
de los hombres, por lo tanto sus
acciones y actividades estará siempre
encaminadas a conquistar y oprimir cada
día mas utilizando todo tipo de formas,
de acuerdo a las que le sean efectivas en
su momento, estas pueden ser desde las
más suaves y forradas de humanismo y
dulzura falsa hasta las más represivas y
crueles.
Instaurada la situación opresora,
antidialógica en sí, el antidiálogo se
torna indispensable para su
mantenimiento.
Esto sucede en los regímenes totalitarios
y opresores, se instauran y una vez
instaurados el antidialógico, el opresor,
se convierten en indispensables para
mantener dicha situación. Lo mismo
sucede en aquellos casos donde la
revolución s lleva a cabo por personas,
por lideres revolucionarios que no
comulgan con el pueblo y una vez se
instauran en el poder utilizan a las masas
para mantenerse en el poder
convirtiéndose en los nuevos opresores.
Finalmente, no existe una realidad
opresora que no sea antidialógica, tal
como no existe antidialogicidad en la
que no esté implicado el polo opresor,
empeñado incansablemente en la
permanente conquista de los oprimidos.
Permanentemente opuestos y contrarios
como el día y la noche, los opresores y
los oprimidos, la realidad opresora
innegablemente es antidialógica, y
tampoco existe antidialogicidad en la
que no esté inherentemente el polo
opositor que s encuentra
permanentemente en lucha por
mantener la opresión.
En la medida que las minorías,
sometiendo a su dominio a las
mayorías, las oprimen, dividirlas y
mantenerlas divididas son condiciones
indispensables para la continuidad de su
poder.
Es una práctica que se puede ver en
muestra realidad, tanto por aquellos que
en su momento aplicaron la
antidialogicidad como en aquellos que
han procurado acabar con ellos, “divide
y vencerás” dice un antiguo adagio
aplicado a las luchas por el poder, los
opresores han mantenido y mantienen
ese misma premisa, mantener a los
hombre divididos para vencer su
capacidad de interrelacionarse y
volverse críticos.
Conceptos como los de unión,
organización y lucha, son calificados sin
demora como peligrosos. Y realmente lo
son, para los opresores, ya que su
“puesta en práctica” es un factor
indispensable para el desarrollo de
una acción liberadora.
Desde el mismo momento que los
conceptos de organización, lucha y
unión aparecen en las sociedades, estos
son tildados de peligrosos porque
realmente lo son, esos conceptos son
precursores de sociedades pensantes y
por lo tanto revolucionarias,
comprometidas con el cambio de las
sociedades.
Lo mismo se verifica en el proceso
denominado “capacitación de líderes”,
que, aunque realizado sin esta intención
por muchos de los que lo llevan a cabo,
sirve, en el fondo, a la alienación.
Existen los falso líderes y la preparación
de estos en muchos casos se lleva a cabo
con el fin mismo de que estos no sean
realmente eso, sirven como formadores
de personas alienadas, no son
capacitados como tal aunque estos
tengan esa capacidad y disposición. En el
proceso se de forma y terminan siendo
nada más nuevas herramientas para
mantener el sistema y a los hombres en
estado de opresión.
Defienden la armonía de clases como si
éstas fuesen conglomerados fortuitos
de individuos que miran, curiosos, una
vitrina en una tarde de domingo.
Es una historia que hemos visto
repetirse en el transcurso de los años,
pensadores, educadores y personas que
se esperan por mantener el sistema
opresor se ocupan y se preocupan por
mantener las clases como tal y
promueven la armonía entre ellas con la
falsa presentación de que cada una de
ellas existen de manera fortuita y que es
imposible cambiar, como algo que
solamente se puede observar y no
cambiar.
Inseguros en su dualidad de seres que
“alojan” al opresor, por un lado,
rechazándolo, por otro, atraídos a la vez
por él, en cierto momento de la
confrontación entre ambos, es fácil
desde el punto de vista del opresor
obtener resultados positivos de su
acción divisoria.
En casos donde el opresor otorga por
ejemplo a obrero el cargo de capataz
este se vuelve una persona que replica
las actitudes del opresor, se debe a que
el hombre inseguro de su dualidad se
convierte en aquel a quién por un lado a
rechazado pero a la vez atraídos por él.
Es una cualidad de los hombres que en
su momento es usado como medio de
división de los hombres.
Por el contrario, unificados y
organizados, harán de su debilidad una
fuerza transformadora, con la cual
podrán recrear el mundo, haciéndolo
más humano.
Esta es justo la razón por la cual, los
opresores procuran mantener la división
de los hombres, porque saben y son
conscientes de la capacidad pensante y
transformadora de la unión de los
hombres, de su capacidad de rehacer las
sociedades y recrear el mundo
volviéndolos mas humanos.
Los héroes son exactamente quienes
ayer buscaron la unión para la
liberación y no aquellos que, con su
poder, pretendían dividir para reinar.
En el devenir de la historia nos hemos
encontrado con hombres que han
procurado con su poder, crear y
mantener la división de los hombres, y
también hombres que buscaron y
trabajaron por unificar a los hombres,
por unificar sus luchas; estos hombres
son precisamente a quienes la historia
reconoce como héroes.
El apoyo de las masas populares a la
llamada “burguesía nacional”, para la
defensa del dudoso capital nacional, es
uno de los pactos cuyo resultado, tarde
o temprano, contribuye al
aplastamiento de las masas.
Parte de las estrategias utilizadas para
dividir son actividades relacionadas con
hacer creer a algunos que no son parte
de las masas, que no son oprimidos, que
son una clase aparte, dividiéndolos de la
realidad de la sociedad en la cual están
inmersos y de cuya lucha deberían ser
parte.
La manipulación se impone en estas
fases como instrumento fundamental
para el mantenimiento de la
dominación.
La manipulación de los hombres, de las
sociedades es una preocupación
cotidiana de la clase opresora con el fin
de mantener la opresión, se manipula
todos los aspectos que rodean al
hombre, su capacidad real de generar
conocimiento, su capacidad de
pensamiento crítico y reflexivo, se
manipula su realidad presentándola
como ineludible e insalvable y por ende
que no hay posibilidad ni necesidad de
transformarla.
Si las masas asocian a su emersión, o
a su presencia en el proceso histórico,
un pensar crítico sobre éste o sobre su
realidad, su amenaza se concreta en la
revolución.
Es necesario que los hombres asocie su
emersión a una nueva sociedad, que se
asocien y se sientan parte, actores reales
de la transformación de la sociedad y de
su realidad, su amenaza, su lucha y
esfuerzo se concreta en la revolución, en
la transformación de la sociedad y de la
realidad en la cual se encuentran
inmersos.
El liderazgo revolucionario debería
aprovechar la contradicción planteada
por la manipulación, problematizándola
a las masas populares a fin de lograr el
objetivo de la organización.
Es de la misma realidad de la
manipulación existen los insumos para
que el liderazgo revolucionario pueda
aprovecharse de ella, problematizandola
y presentándola a los hombres con el
objetivo de lograr unidad de
pensamiento, unidad de esfuerzos y
propiciar asi la organización de los
hombres para luchar por su liberación.
Finalmente, sorprendemos, en la teoría
de la acción antidialógica, otra
característica fundamental — la
invasión cultural. Característica que,
como las anteriores, sirve a la
conquista.
Es sorprendente que aquellos que
quieren perpetuarse en el sistema
opresor utilicen incluso la invasión
cultural de las masas como herramienta
de opresión, es una forma de sacar a los
hombres de su realidad y presentárselas
como la situación óptima, para que
estos no piensen en las implicaciones de
esta invasión cultural.
Como manifestación de la conquista, la
invasión cultural conduce a la
inautenticidad del ser de los invadidos.
Su programa responde al cuadro
valorativo de sus actores, a sus patrones
y finalidades.
Con el afán de conquistar las mentes y
las voluntades de los hombres y evitar su
despertar a un mundo y una sociedad
libres, los sumerge en invasión cultural
para crearles a los individuos realidades
ficticias en las cuales su realidad es la
misma o mejor que la que anhelan
tener.
Este cambio cualitativo en la percepción
del mundo, que no se realiza fuera de la
praxis, jamás puede ser estimulado por
los opresores, como un objetivo de su
teoría de la acción.
El opresor no procura en ningún
momento que los hombres tengan una
percepción crítica del mundo, procura
por el contrario mantener a los hombres
sumisos, sumergidos en su voluntad,
esta percepción no es la que se realiza
en las mentes de los hombres sino la
que les es implantada por aquellos que
pretenden mantenerse como los
opresores.
No se debe escuchar al pueblo para
nada, pues éste, “incapaz e inculto,
necesita ser educado por ellos para salir
de la indolencia provocada por el
subdesarrollo”.
Como estrategia de dominación los
hombres utilizan las mismas necesidades
de los hombres para fingir que las
conocen, que las comparten y que
luchan para solventarlas. Esta
percepción es la que los lleva a generar
métodos de menospreciar la capacidad
cognoscitiva del hombre.
El “miedo a la libertad” se instaura
entonces en ellos. Durante el
desarrollo de este proceso
traumático, su tendencia natural es
la de racionalizar el miedo, a través de
una serie de mecanismos de evasión.
Esta es una situación de orden
psicológico que es aprovechada por las
élites, el miedo a la libertad se instaura
en el hombre a raíz de la tendencia de
evadir el miedo, de evadir aquellas
situaciones que nos son traumáticas, y
así se nos presenta la libertad, un
proceso traumático y doloroso y por
ende una aspiración a la que tenemos
que evitar.
Tal como la entendemos, la “revolución
cultural” es el esfuerzo máximo de
concienciación que es posible
desarrollar a través del poder
revolucionario, buscando llegar a todos,
sin importar las tareas específicas que
éste tenga que cumplir.
Al contrario de la invasión cultural
utilizada como herramienta de opresión,
la revolución cultural consiste en poner
en perspectiva la realidad a la cual nos
han sometido con la invasión cultural, y
esta busca llegar a todos haciéndolos
actores del proceso de cambio, con
acciones y actividades para todos desde
cada una de sus propias posibilidades.
Los oprimidos sólo empiezan a
desarrollarse cuando, al superar la
contradicción en que se encuentran, se
transforman en los “seres para sí”.
Cuando el hombre deja de ser para el
opresor, de ser para el sistema y
empieza a ser para sí, todos y cada uno
confluyendo en su propio y común
esfuerzo y trabajo de convertirse en
personas críticas, en ese momento
empieza a desarrollarse el hombre.
En forma general, este liderazgo es
encarnado por hombres que de una
forma u otra participaban de los
estratos sociales de los dominadores.
En la historia hemos podido ver que los
más grandes liderazgos del pensamiento
revolucionario y problematizador de las
sociedades han estado en algún
momento de sus vidas en los estratos
sociales de los dominadores y han
llegado a conocer la realidad desde el
punto de vista de los opresores.
En la primera hipótesis, el liderazgo
revolucionario se transforma,
dolorosamente y sin quererlo, en
contradicción de las masas.
Esta es una de las hipótesis del
surgimiento de los liderazgos
revolucionarios, una es que estos se
generan de manera dolorosa y sin
quererlo cuando sus mentes, su
pensamiento se transforma y aparece
como fruto de las injusticias vividas en
pleno o vistas desde la perspectiva del
opresor sin compartirlas.
En la segunda, al emerger el liderazgo,
recibe la adhesión casi instantánea y
simpática de las masas, que tiende a
crecer durante el proceso de la acción
revolucionaria.
En esta hipótesis el liderazgo emerge de
forma casi instantánea y generando
adhesiones de las masas que con el paso
del tiempo y de la lucha se van
incrementado y acrecentando.
En tanto en la teoría de la acción
antidialógica la conquista, como su
primera característica, implica un
sujeto que, conquistando al otro, lo
transforma en objeto, en la teoría
dialógica de la acción, los sujetos se
encuentran, para la transformación del
mundo, en colaboración.
Se expone aquí las dos realidades
contrapuestas de la teoría de la acción
antidialógica y la teoría dialógica de la
acción; mientras la primera tiene como
característica principal la conquista del
hombre por el hombre convirtiéndolo
posteriormente en mero objeto e
incluso en mercancía con la cual puede
acrecentar su capital, la segunda tiene
como característica el encuentro de los
hombres como sujetos de cambio, como
actores de la transformación de la
sociedad y de su realidad en
colaboración y trabajo conjunto.
La importancia de su papel, sin
embargo, no lo autoriza para mandar a
las masas populares, ciegamente, hacia
su liberación.
No es el liderazgo revolucionario el que
tiene que desarrollar la lucha liberadora,
es este es nada más un simple
organizador del esfuerzo y del
pensamiento de los hombres, el
liderazgo no puede obligar a las masa a
su liberación, este es un trabajo y
convicción que debe surgir de los
mismos hombres.
En este caso, nadie descubre el mundo
al otro, aunque cuando un sujeto inicie
el esfuerzo de descubrimiento de los
otros, es preciso que éstos se
transformen también en sujetos en el
acto de descubrir.
No se puede usar la premisa de que el
hombre debe enseñarle el mundo a otro
hombre ya que este tendrá su propia
convicción y valoración sobre este, es el
mismo hombre desde su propia visión
de la realidad que tiene que descubrir el
mundo como sujeto de cambio y
transformación.
Desconfiar de los hombres oprimidos,
no es desconfiar de ellos en tanto
hombres, sino desconfiar del opresor
“alojado” en ellos.
La desconfianza en el hombre que es
oprimido consiste en la desconfianza del
opresor que esta introyectado en este,
opresor que se ha alojado en esta a
través de las mismas herramientas
opresoras que en él han sido utilizadas.
Lo que exige la teoría de la acción
dialógica es que, cualquiera que sea el
momento de la acción revolucionaria,
ésta no puede prescindir de la
comunión con las masas populares.
No se puede concebir revolución de las
masas sin el aporte en la acción de estas,
sin la comunión de los hombres con la
realidad de los otros hombres, no se
puede hablar de hombres en
construcción, en proceso de liberación si
estos no participan en él.
Si en la teoría de la acción antidialógica
se impone, necesariamente, el que los
dominadores provoquen la división de
los oprimidos con el fin de mantener
más fácilmente la opresión, en la teoría
dialógica de la acción, por el contrario,
el liderazgo se obliga incansablemente a
Solo con el esfuerzo y el trabajo en
conjunto de los hombres será posible
desarrollar un verdadero proceso de
transformación y de liberación, esta es
una premisa de la teoría dilógica de la
acción, igualmente válida para fines
prácticos y de estudio como lo es la
desarrollar un esfuerzo de unión de los
oprimidos entre sí y de éstos con él para
lograr la liberación.
premisa de la teoría antidialógica de la
acción que dice que dividir a las masas
es una herramienta de dominación.
La “cultura del silencio”, que se genera
en la estructura opresora. y bajo cuya
fuerza condicionante realizan su
experiencia de “objetos”,
necesariamente los constituye de esta
forma.
No es extraño encontrar a los hombres
bajo regímenes opresores que no
puedan expresarse, no quieran hacer
valer su palabra ya que están
sumergidos en la mera existencia de
objetos que se les ha inculcado y
enseñado a través de la educación,
usando esta como método de
deshumanización de los hombres.
Descubren que, como hombres, no
pueden continuar siendo “objetos”
poseídos, y de la toma de conciencia de
sí mismos como hombres oprimidos
derivan a la conciencia de clase
oprimida.
Como fruto del proceso de liberación y
de toma de conciencia de los hombres
está el descubrir que no pueden
continuar como objetos poseídos,
tomando conciencia de ellos, se dan
cuenta que son parte de la sociedad
oprimida al ver en los demás hombres la
misma situación y realidad en la que
ellos están.
Las formas de acción cultural, en
situaciones distintas como éstas, tienen
el mismo objetivo: aclarar a los
oprimidos la situación concreta en que
se encuentran, que media entre ellos y
los opresores, sean aquéllas visibles o
no.
La acción cultural como parte del
proceso de liberación de los hombres se
tiene que dar en distintas situaciones,
principalmente aclarando a los hombres
en la situación real en la que s
encuentran, dándoles a conocer
también las situaciones y herramientas
que en ellos han o siguen siendo
utilizadas por parte de los opresores.
En tanto en la teoría de la acción
antidialógica, la manipulación útil a la
conquista se impone como condición
indispensable al acto dominador, en la
teoría dialógica de la acción nos
encontramos con su opuesto
antagónico: el de la organización de las
masas populares.
Como ya hemos expuesto anteriormente
una de las herramientas utilizadas por la
teoría antidialógica de la acción es la
manipulación útil de las masas a través
de la conquista, conquista del hombre y
de su mente pensante, de su mente
transformadora; por otro lado la teoría
dialógica de la acción usa el opuesto
antagónico de la primera que es la
organización de las masas.
Lo que puede variar en función de las
condiciones históricas de una sociedad
determinada es la forma de dar
testimonio. El testimonio en sí, es, sin
embargo, un elemento constitutivo de
la acción revolucionaria.
El testimonio es parte importante en el
proceso dialéctico de la liberación de los
hombres, ellos mismos desde su propia
experiencia que exponen la realidad que
cada uno está viviendo y la realidad que
todos tendrían que compartir, es por
ello que el testimonio se convierte en
acción revolucionaria ya que este pone
al descubierto las herramientas
utilizadas por las clases dominantes y
opresoras, de las cuales es necesario
liberarse.
Todo testimonio auténtico, y por ende
crítico, implica la osadía de correr
riesgos, siendo uno de ellos el de no
lograr siempre, o de inmediato, la
adhesión esperada de las masas
populares.
Todo testimonio por autentico que sea,
por inspirador y motivador corre el
riesgo de no lograr la adhesión de las
masas, de no lograr un efecto
transformador de la conciencia de los
hombres de forma inmediata, sin
embargo esto no le quita al testimonio
su validez como acción revolucionaria,
como acción de cambio válida para los
hombres en el proceso de su búsqueda
de libertad.
Si para la élite dominadora la
organización es la de sí misma, para el
liderazgo revolucionario la organización
es de él con las masas populares.
Los opresores sin consideran la
organización como medio y
herramienta, pero esta es solamente
una organización entre ellos mismos
para mantener el estatus de la sociedad
dominante, por el contrario el liderazgo
revolucionario procura la organización
de las masas en su lucha por el cambio,
en su lucha liberadora.
La teoría dialógica de la acción niega
tanto el autoritarismo como el
desenfreno. Y, al hacerlo, afirma tanto
la autoridad como la libertad.
En la lucha por la libertad de los
hombres a través de la teoría dialógica
de la acción se niega el autoritarismo
porque este promueve la permanencia
de la clase opresora y al hacer esto
promueve y afirma la autoridad y la
libertad, autoridad mas no
autoritarismo.
De ahí que, como forma de acción
deliberada y sistemática, toda acción
cultural tiene su teoría, la que,
determinando sus fines, delimita sus
métodos.
La acción y formación cultural de las
sociedades es indispensable en la
construcción de una sociedad más
humanizada, más consciente de las
necesidades de los hombres y por lo
tanto más dispuesta a trabajar por
sortear todas las desigualdades que
afectan el desarrollo del hombre como
ser, todo esto se establece a través de
teorías que delimitan los métodos y las
herramientas que han de utilizarse en el
proceso de la construcción de una nueva
sociedad.
En el fondo, en la acción antidialógica,
implícita o explícitamente, encontramos
la intención de perpetuar en la
“estructura” las situaciones que
favorecen a sus agentes.
Por más que los opresores traten de
disfrazar sus sistemas de democráticos,
encontramos siempre en ellas implícita o
explícitamente la intencionalidad de
perpetuar, no necesariamente a las
personas per si s los sistemas, a las
estructuras que les faciliten la alienación
de los hombres para mantenerlos en la
oscuridad, para negarles la vida, el ser, el
conocimiento.
En este primer momento de la acción,
momento investigador entendido como
síntesis cultural, se va constituyendo el
clima del acto creador, que ya no se
detendrá, y que tiende a desarrollarse
en las etapas siguientes de la acción.
Entiéndase la síntesis cultural como el
momento primero en que los hombres
empiezan a sintetizar sus conocimientos
de la realidad, aquel momento en que
despierta su conocimiento de los hechos
reales culturales y de los hechos ficticios
o realidades subjetivas inculcadas en
ellos por los opresores. A partir de ese
momento empieza el acto creador de
nuevo conocimiento, de una nueva
sociedad.

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Texto paralelo, Pedagogía del Oprimido

  • 1. TEXTO PARALELO PEDAGOGIA DEL OPRIMIDO PAULO FREIRE CAPITULO I TEXTO ORIGINAL DOXA Una vez más los hombres, desafiados por la dramaticidad de la hora actual, se proponen a sí mismos como problema. Descubren qué poco saben de sí, de su “puesto en el cosmos”, y se preocupan por saber más. Por lo demás, en el reconocimiento de su poco saber de sí radica una de las razones de esa búsqueda. Instalándose en el trágico descubrimiento de su poco saber de sí, hacen de sí mismos un problema. Indagan. Responden y sus respuestas los conducen a nuevas preguntas. El dilema del hombre que en su momento se da cuenta de que su conocimiento, de su ser mismo no es real ni completo, en su lugar se da cuenta que su conocimiento es simple, incompleto, un ser incompleto; nacen nuevas preguntas, de las respuestas surgen nuevas preguntas, es una característica del hombre que descubre que sin el conocimiento critico de su existencia, no es. ¿Quién mejor que los oprimidos se encontrará preparado para entender el significado terrible de una sociedad opresora? Es un hecho que solamente aquellos que sufren en sí mismos las injusticias de la sociedad, de un régimen o de las condiciones reales de su existencia, son quienes están preparados para reconocerlo, para darse cuenta de su realidad, porque aquellos que no están en esa situación no son capaces de ver la realidad de las masas, la realidad de los oprimidos. Sin embargo, hay algo que es necesario considerar en este descubrimiento, que está directamente ligado a la pedagogía liberadora. Es que, casi siempre, en un primer momento de este descubrimiento, los oprimidos, en vez de buscar la liberación en la lucha y a través de ella, Es de hecho un suceso que se comprueba en la práctica diaria de la realidad humana. Todos aquellos que en algún momento son oprimidos y salen de esa opresión; o se consideran que han sido liberados, terminan en un primer momento reproduciendo la misma actitud de sus opresores,
  • 2. tienden a ser opresores también o subopresores. tornándose ellos mismos en opresores, aun cuando su lucha liberadora se encuentre con personas que se encuentran en la misma lucha por liberarse. Liberación que no puede darse sin embargo en términos meramente idealistas. Se hace indispensable que los oprimidos, en su lucha por la liberación, no conciban la realidad concreta de la opresión como una especie de “mundo cerrado” (en el cual se genera su miedo a la libertad) del cual no pueden salir, sino como una situación que sólo los limita y que ellos pueden transformar. La liberación del oprimido no es entonces un sueño, un mero anhelo idealista, tiene que partir de la lucha del oprimido por liberarse de la concepción de que ese es un mundo cerrado, existe mundo más allá de la opresión, existe una realidad libre y liberadora más allá de esa realidad ficticio en que los oprimidos existe creyendo que no existe mundo más allá de ese. Esa limitación solamente se puede sortear desprendiéndose del miedo a la libertad. Decir que los hombres son personas, y como personas son libres, y no hacer nada para lograr concretamente que esta afirmación sea objetiva, es una farsa. Todos manejamos esos conceptos en nuestra mente, pero en muchos de los casos son solo percepciones abstractas porque en la realidad aun siendo personas no son ni somos libres, permanecemos esclavizados en nuestra conciencia, en nuestra percepción de la realidad, realidad que es nada más la que nos han transmitido y no la que hemos conquistado por nosotros mismos para nosotros mismos. Es imperativo que hagamos de esas concepciones abstractas se conviertan en concretas, trabajando para ello desde nuestro propio ámbito de acción, y que mejor posición para realizar esta lucha, promover estos cambios de pensamiento que desde la docencia, con la capacidad de formar personas libres, en el amplio sentido de la palabra.
  • 3. Al hacerse opresora, la realidad implica la existencia de los que oprimen y de los que son oprimidos. Estos, a quienes cabe realmente luchar por su liberación junto con los que con ellos verdaderamente se solidarizan, necesitan ganar la conciencia crítica de la opresión, en la praxis de esta búsqueda. Cuando aceptamos nuestra realidad nos damos cuenta que somos oprimidos, esta misma realidad nos demuestra la existencia de los opresores y los oprimidos. Es a estos últimos que atiene la imperante necesidad de la lucha por la liberación y de aquellos que siendo también oprimidos y aquellos que realmente toman conciencia se solidarizan con estos. Y la conciencia crítica de su realidad como oprimidos es el inicio de la búsqueda de la liberación de esa condición. Ninguna pedagogía realmente liberadora puede mantenerse distante de los oprimidos, vale decir, hacer de ellos seres desdichados, objetos de un tratamiento humanitarista, para intentar, a través de ejemplos sacados de entre los opresores, la elaboración de modelos para su “promoción”. Los oprimidos han de ser el ejemplo de sí mismos, en la lucha por su redención. Ninguna pedagogía puede mantenerse alejada de la realidad del oprimido, de lo contrario solo será una más de las usadas por los opresores para mantenerlos en su condición. Pedagogía que solamente considere al oprimido como necesitado y destinatario del falso humanitarismo del opresor, solamente se convierte en una herramienta más para mantener el estatus de estos últimos, negándoles el derecho y la posibilidad de considerarse a ellos mismos dentro de su realidad e intentar cambiarla a través de una conciencia crítica. La pedagogía del oprimido, como pedagogía humanista y liberadora, tendrá, pues, dos momentos distintos aunque interrelacionados. El primero, en el cual los oprimidos van descubriendo el mundo de la opresión y se van comprometiendo, en la praxis, con su transformación y, el segundo, en que una vez transformada la realidad opresora, esta pedagogía deja de ser del oprimido y pasa a ser la pedagogía de los hombres en proceso de permanente Es imperativo que la pedagogía del oprimido pase por estos dos momentos, el primero en el cual se desarrolla y se aplica por parte de los oprimidos como parte de su toma de conciencia crítica de la realidad, de su realidad y la consiguiente lucha por erradicar su condición, por liberarse. En un momento cuando estos ya se han liberado no puede seguir siendo del oprimido porque estos en la realidad dejan de existir, dejan de ser oprimidos,
  • 4. liberación. en ese momento tiene que volverse una pedagogía de hombre que están en proceso permanente de liberación, en constante lucha por mantenerse en libertad. Son los que oprimen, quienes instauran la violencia; aquellos que explotan, los que no reconocen en los otros y no los oprimidos, los explotados, los que no son reconocidos como otro por quienes los oprimen. Existe la concepción errónea de que los oprimidos son quienes instauran la violencia, como resultado de su lucha por la liberación; sin embargo la misma actividad cotidiana del opresor, negándole derechos legítimos y la posibilidad de liberarse, es la que en esencia se constituye como violencia, es por eso que podemos afirmar que la violencia que se pudiera dar en el proceso de toma de conciencia y lucha liberadora por parte de los oprimidos, es en realidad reflejo de la misma violencia instaurada por el opresor. Mientras la violencia de los opresores hace de los oprimidos hombres a quienes se les prohíbe ser, la respuesta de éstos a la violencia de aquéllos se encuentra infundida del anhelo de búsqueda del derecho de ser. La violencia instaurada por los opresores es en función de negarles a los oprimidos el hecho de ser, obligándolos a ser lo que el opresor quiere, necesita o le conviene. Por el contrario la violencia de parte de los oprimidos en la búsqueda ineludible de ser. Lo que ocurre, sin embargo, aun cuando la superación de la contradicción se haga en términos auténticos, con la instalación de una nueva situación concreta, de una nueva realidad instaurada por los oprimidos que se liberan, es que los opresores de ayer no se reconocen en proceso de liberación. Por el contrario, se sentirán como si realmente estuviesen siendo oprimidos. Es que para ellos, “formados” en la experiencia de los opresores, todo lo que no sea su derecho antiguo de En el proceso de liberación de los oprimidos, inevitablemente se libera a los opresores de su condición como tales; sin embargo estos últimos no se consideran a sí mismos como liberados. Contrariamente a eso se consideran ellos ahora como los nuevos oprimidos, como aquellos que ahora son víctimas de las mismas prácticas que eran propias de su calidad, concepción o percepción. Aunque no pasen ellos a la condición de oprimidos, se consideran como tal
  • 5. oprimir, significa la opresión. porque para ellos cualquier cosa que no sea las prácticas propias como opresores es sinónimo de opresión. En esta ansia irrefrenable de posesión, desarrollan en sí la convicción de que les es posible reducir todo a su poder de compra. De ahí su concepción estrictamente materialista de la existencia. El dinero es, para ellos, la medida de todas las cosas. Y el lucro, su objetivo principal. La percepción de los opresores es que pueden reducirlo todo a un simple producto que es factible de compra, incluso la persona humana como tal mediante la compra o manejo de su fuerza de trabajo, la cual considerándola mercancía, considerando que su fin único es el lucro, subvalúan el esfuerzo del hombre por convertir su fuerza de trabajo en producción, en productos, el en lucro para el opresor. De ahí su ímpetu por mantener a los oprimidos en la realidad creada por el par ellos. En la medida en que para dominar se esfuerza por detener la ansiedad de la búsqueda, la inquietud, el poder de creación que caracteriza la vida, la conciencia opresora mata la vida. La vida plena se considera como tal cuando los hombres alcanzan realmente sus ideales de libertad, libertad que al ser y no solo dejarse ser, el opresor por lo tanto, en su afán de evitar la toma de conciencia de los opresores, en su determinación por ahogar y evitar la inquietud de conocimiento que precede a la libertad mata la vida, mata la posibilidad de vida de las ansias libertadoras de los oprimidos. Los oprimidos, como objetos, como “cosas”, carecen de finalidades. Sus finalidades son aquellas que les prescriben los opresores. Esta es la pedagogía que utilizan los opresores, esta es la actitud de quienes ostentan el poder, reducir al mínimo las mentes de los oprimidos, reducir al mínimo su capacidad de pensamiento crítico. En procurar que estos últimos consideren como propias las finalidades que le son impuestas por los que ostentan el poder, aun sin ser las propias se asumen como tal, es el trabajo de la comunicación realizada para alienar las mentes de estos.
  • 6. Decirse comprometido con la liberación y no ser capaz de comulgar con el pueblo, a quien continúa considerando absolutamente ignorante, es un doloroso equivoco. Es una constante en nuestro medio, en la realidad que vivimos. Ninguno de aquellos que se dicen comprometidos con el pueblo comparten, comulgan o conviven con el pueblo, ni siquiera en aquellos momentos que se supone que están cercanos a ellos simplemente los están usando para justificar sus actuaciones, sus ansias de poder, sin compartir ni comulgar realmente sus necesidades. La autodesvalorización es otra característica de los oprimidos. Resulta de la introyección que ellos hacen de la visión que de ellos tienen los opresores. El creerse uno mismo que no tiene la capacidad de realizar o de adquirir conocimiento más allá del que el opresor le permite, es resultado de la introyección que el mismo oprimido hace para sí de las actitudes y visión que de ellos tiene y proyecta el mismo opresor. Tenemos que considerar valiosos y capaces de formar conocimiento y pensamiento crítico para romper con nuestra propia desvalorización. Hasta el momento en que los oprimidos no toman conciencia de las razones de su estado de opresión, “aceptan” fatalistamente su explotación. Más aún, probablemente asuman posiciones pasivas, alejadas en relación a la necesidad de su propia lucha por la conquista de la libertad y de su afirmación en el mundo. El grado de aceptación de parte de los oprimidos de su realidad no permite que estos tomen conciencia y una posición activa para el cambio de esa realidad, se convierten en meros actores pasivos y serviles a los métodos y objetivos del opresor. Poco a poco, la tendencia es la de asumir formas de acción rebelde. En un quehacer liberador, no se puede perder de vista esta forma de ser de los oprimidos, ni olvidar este momento de despertar. Justo a partir del momento que el oprimido toma conciencia de su realidad inicia un cambio de actitud un cambio en la toma de acciones a fin de lograr su libertad. En el momento del despertar de la conciencia de oprimidos inician la toma de acciones que se consideran de tipo
  • 7. rebelde por oponerse a seguir sumisos a los caprichos del opresor. Es preciso convencerse de que el convencimiento de los oprimidos sobre el deber de luchar por su liberación no es una donación hecha por el liderazgo revolucionario sino resultado de su concienciación. No se puede asumir, o no debería de asumirse, que el convencimiento de los oprimidos sobre el deber de su liberación, proviene de la donación hecha por líderes revolucionarios. Considerar esto como tal es asumir que siguen siendo solamente corderos que necesitan siempre la guía y la conducción, por el contrario su despertar liberador proviene de la toma de conciencia de su propia condición de oprimidos y del deseo real por la liberación. La propaganda, el dirigismo, la manipulación, como armas de la dominación, no pueden ser instrumentos para esta reconstrucción. En el proceso de la lucha liberadora por parte de los oprimidos no puede considerarse el uso de las mismas herramientas de dominación utilizadas por los opresores. La propaganda, el dirigismo y la manipulación, son armas eminentemente opresoras y por lo tanto en la búsqueda autentica de libertad tiene que prescindirse de dichos métodos. Educadores y educandos, liderazgo y masas, co-intencionados hacia la realidad, se encuentran en una tarea en que ambos son sujetos en el acto, no sólo de descubrirla y así conocerla críticamente, sino también en el acto de recrear este conocimiento. Es desde la trinchera de la educación donde los educadores se encuentran en una posición inmejorable para despertar la conciencia crítica en los educandos, inculcar el conocimiento liberador de toma de conciencia y posterio0r toma de acción por parte de los oprimidos en su lucha liberadora, en su lucha por el ser; y no por el ser menos, sino por ser mas, ser libres.
  • 8. CAPITULO II TEXTO ORIGINAL DOXA Cuanto más analizamos las relaciones educador-educandos dominantes en la escuela actual, en cualquiera de sus niveles (o fuera de ella), más nos convencemos de que estas relaciones presentan un carácter especial y determinante —el de ser relaciones de naturaleza fundamentalmente narrativa, discursiva, disertadora. Es, y ha sido una constante en el sistema educativo de nuestro país, en todos los niveles, en todo el devenir de su historia, la relación eminentemente del educador hacia el educando; una simple actividad de transmisión de conocimientos de forma narrativa, discursiva, disertadora. Simple actividad de dar conocimiento sin la posibilidad de que se despierte la capacidad cognoscitiva del ser humano, sin despertar la curiosidad por el saber, por experimentar nuevos conocimientos. De este modo, la educación se transforma en un acto de depositar en el cual los educandos son los depositarios y el educador quien deposita. Esto es lo que se y es lo que tiene que aprender. Esto es lo que existe y les tengo que transmitir. Ustedes están aquí para aprender y yo para enseñar. Las anteriores son frases que muy a menudo escuchamos en nuestro medio en las cuales el educador considera a los educandos como meros depositarios y simples receptores del conocimiento que se les transmite. El educador que aliena la ignorancia, se mantiene en posiciones fijas, invariables. Será siempre el que sabe, en tanto los educandos serán siempre los que no saben. La rigidez de estas posiciones niega a la educación y al conocimiento como procesos de búsqueda. Existe la concepción, y aplicada realmente en los sistemas educativos, de que es necesario mantener a las masas, a las sociedades, en un nivel de ignorancia, con una falsa concepción de educación. Y de eso es culpable el sistema y muchos educadores que por un lado no consideran ni siquiera la posibilidad de la adquisición de nuevos conocimientos o actualizar los que ya tienen y por ende se proponen obstruir el proceso de adquisición de conocimientos por considerarlos innecesarios.
  • 9. Si el educador es quien sabe, y si los educandos son los ignorantes, le cabe, entonces, al primero, dar, entregar, llevar, trasmitir su saber a los segundos. Saber que deja de ser un saber de “experiencia realizada” para ser el saber de experiencia narrada o trasmitida. La obligación del educando es transmitir a los educandos el conocimiento, esta es la percepción de muchos educadores, considerando a los educandos como seres ignorantes, seres que deben ser formados; sin embargo esta formación no se basa en la experiencia vivida, en conocimientos adquiridos a travez de la experimentación, en su lugar los conocimientos son solamente la narrativa de experiencias ajenas, sin la posibilidad de ser ellos mismos inspiradores del conocimiento y la investigación. En verdad, lo que pretenden los opresores “es transformar la mentalidad de los oprimidos y no la situación que los oprime”. A fin de lograr una mejor adaptación a la situación que, a la vez, permita una mejor forma de dominación. Este es justamente el objetivo de la educación bancaria, no transformar la realidad de los oprimidos, en su lugar lo que procuran es crear una mentalidad de personas libres cuando realmente no lo son, haciéndoles así personas fáciles de mantener en la opresión porque no son conscientes de su realidad ni de la situación de opresión en la que se vive. Dado que en esta visión los hombres son ya seres pasivos, al recibir el mundo que en ellos penetra, sólo cabe a la educación apaciguarlos más aún y adaptarlos al mundo. Para la concepción “bancaria”, cuanto más adaptados estén los hombres tanto más “educados” serán en tanto adecuados al mundo. Es precisamente lo que pretende la educación de los opresores, que los educandos creen en los educandos personas pasivas, que permanecen impávidas ante la realidad de opresión en la que se vive, entre más “educados” están a su conveniencia más adaptados estarán al mundo ya que no representan dificultad de manejarlos a su antojo. La opresión, que no es sino un control aplastador, es necrófila. Se nutre del amor a la muerte y no del amor a la vida. La opresión es necrófila, es decir, se alimenta del amor a la muerte, muerte intelectual de los oprimidos ocasionada por la educación transmitida por los opresores que mata en aquellos la posibilidad de vivir en libertad. Así, cuando por un motivo cualquiera los hombres sienten la prohibición de Como sucede justo cuando experimentamos la pérdida de un ser
  • 10. actuar, cuando descubren su incapacidad para desarrollar el uso de sus facultades, sufren. querido, es el mismo sentimiento que se despierta en nosotros cuando nos damos cuenta que podíamos hacer más, que somos capaces de hacer mas pero esa posibilidad nos es arrebatada por la educación bancaria que nos proveen los opresores. La educación como práctica de la dominación que hemos venido criticando, al mantener la ingenuidad de los educandos, lo que pretende, dentro de su marco ideológico, es indoctrinarlos en el sentido de su acomodación al mundo de la opresión. La acomodación al mundo de la opresión es parte de la práctica educativa de hoy en día, mantener a las personas en la ingenuidad, creyendo que están bien, falso sentimiento de estabilidad inculcado a través de la educación. La indoctrinación se da incluso en nuestro tiempo, en nuestros sistemas educativos actuales. Lo que nos parece indiscutible es que si pretendemos la liberación de los hombres, no podemos empezar por alienarlos o mantenerlos en la alienación. La liberación auténtica, que es la humanización en proceso, no es una cosa que se deposita en los hombres. No es una palabra más, hueca, mitificante. Es praxis, que implica la acción y la reflexión de los hombres sobre el mundo para transformarlo. El proceso de liberación de los oprimidos no puede comenzar con una nueva alienación a través de la educación, no es continuar con la práctica de la educación bancaria, es imperante el inicio de la humanización de los oprimidos a través de la educación, esto es acción, es movimiento y no simple teoría, simple enunciado, es acción lieberadora. El antagonismo entre las dos concepciones, la “bancaria”, que sirve a la dominación, y la problematizadora, que sirve a la liberación, surge precisamente ahí. Mientras la primera, necesariamente, mantiene la contradicción educador- educandos, la segunda realiza la superación. Es evidente la contradicción entre las dos concepciones de la educación, mientras la educación “bancaria” se utiliza como medio de dominación y alienación de las personas para que se consideren bien en su condición de oprimidos, la segunda realiza la superación de esa concepción, se vuelve iluminadora, transformadora de la realidad imperante en las sociedades oprimidas.
  • 11. De este modo, el educador ya no es sólo el que educa sino aquel que, en tanto educa, es educado a través del diálogo con el educando, quien, al ser educado, también educa. Así, ambos se transforman en sujetos del proceso en que crecen juntos y en el cual “los argumentos de la autoridad” ya no rigen. Es trabajo de la pedagogía del oprimido romper con la práctica de que el educador es quien educa al educando, logrando como parte del proceso de liberación el sentido de mutua educación ya que el educador aprende también del educando a través del diálogo, la discusión y la retroalimentación de conocimientos. El educador no es autoridad por ser el poseedor del conocimiento, ambos son autoridad porque ambos están en proceso de liberación. De este modo el educador problematizador rehace constantemente su acto cognoscente en la cognoscibilidad de los educandos. Estos, en vez de ser dóciles receptores de los depósitos, se transforman ahora en investigadores críticos en diálogo con el educador, quien a su vez es también un investigador crítico. Es en síntesis el papel que tiene que jugar el educador, ya libres de las ataduras de la educación tradicional, deja de ser simplemente quien transmite conocimientos, sino también quien los adquiere de los educandos a través del diálogo, de las investigaciones realizadas tanto por el como por los educandos. La educación como práctica de la libertad, al contrario de aquella que es práctica de la dominación, implica la negación del hombre abstracto, aislado, suelto, desligado del mundo, así como la negación del mundo como una realidad ausente de los hombres. La educación individualista es la que procura que el hombre se considere como un ser abstracto, que existe única y exclusivamente en su propia realidad, este es el método usado para la dominación del hombre, extraerlo de la realidad de la sociedad, de la realidad del mundo que le rodea, lleno de retos, de prácticas opresoras que es necesario erradicar para llegar a ser plenamente libres. La educación problematizadora se hace, así, un esfuerzo permanente a través del cual los hombres van percibiendo, críticamente, cómo están siendo en el mundo, en el que y con el que están. Cuando se cambia la práctica de la educación y esta se convierte en una educación problematizadora como sinónimo de liberadora, esta se esfuerza porque los hombres vayamos percibiendo de forma crítica el mundo
  • 12. en el cual estamos y con el que estamos en la realidad. La concepción y la práctica “bancarias” terminan por desconocer a los hombres como seres históricos, en tanto que la problematizadora parte, precisamente, del carácter histórico y de la historicidad de los hombres. Desconociendo al ser humano como ser histórico, extrayéndolo de esta haciendo parecer la historia como hechos que se dieron de forma fortuita y no como parte del proceso de lucha del hombre por la adquisición de conocimiento, es como l educación “bancaria” promueve mantener la dominación sobre los oprimidos, mientras que la educación problematizadora procura precisamente hacer al hombre darse cuenta que esta y siempre a estado inmerso en la historia como fuerza de cambio, como parte de los grandes sucesos que han terminado en la revolución de las sociedades. De esta manera, profundizando la toma de conciencia de la situación, los hombres se “apropian” de ella como realidad histórica y, como tal, capaz de ser transformada por ellos. Es justamente hasta el momento que los seres humanos se dan cuenta que su papel en la historia ha sido determinante que se apropian de ella y se dan cuenta que son capaces de transformar su realidad, de ser parte de la historia y de ser parte de la trasformación de su propia historia. Para la práctica “bancaria” lo fundamental es, en la mejor de las hipótesis, suavizar esta situación manteniendo sin embargo las conciencias inmersas en ella. Para la educación problematizadora, en tanto quehacer humanista y liberador, la importancia radica en que los hombres sometidos a la dominación luchen por su emancipación. Considerando que nuestra lucha tiene que ser liberadora, no podemos tomar como la mejor de las opciones el hecho de suavizar la realidad para hacerla aceptable y mantener a la sociedad inmersa en ella, debemos, por el contrario, practica una educación humanista, liberadora y en línea con la concepción que el hombre tiene que luchar por su propia liberación y no esperar que otros lo hagan por él. Es por esto por lo que esta educación, en la que educadores y educandos se hacen sujetos de su proceso, superando el intelectualismo Cuando se llega a la aplicación educativa en donde los educadores y los educandos se hacen sujetos de su proceso, compartiendo y adquiriendo
  • 13. alienante, superando el autoritarismo del educador “bancario”, supera también la falsa conciencia del mundo. conocimiento mutuamente mediante la dialogicidad, se supera el intelectualismo alienante que se usa como medio y arma de opresión, dejando de lado la educación y al educador bancario que pretende inculcarnos una falsa conciencia del mundo. Ningún “orden” opresor soportaría el que los oprimidos empezasen a decir: “¿Por qué?” Es justamente en el momento que los hombre empiezan a cuestionarse por su realidad que comienza a tomar conciencia de su realidad, de las condiciones reales en las cuales se le ha obligado a estar, comienza a cuestionar el orden que los tiene sometidos, es esto lo que pretenden precisamente evitar con la educación bancaria, y es justo lo que la educación problematizadora pretende generar en los hombres, una actitud y conciencia de cuestionar y transformar la realidad en que viva. En el proceso revolucionario, el liderazgo no puede ser “bancario”, para después dejar de serlo. Es un hecho innegable que en un proceso revolucionario, un proceso de cambio el liderazgo no puede ser “bancario” ya es precisamente este medio el que no permite a los hombres tomar conciencia de su realidad, la lucha liberadora no es de un liderazgo, es del hombre mismo, del hombre insertado en la sociedad.
  • 14. CAPITULO III TEXTO ORIGINAL DOXA Al intentar un adentramiento en el diálogo, como fenómeno humano, se nos revela la palabra: de la cual podemos decir que es el diálogo mismo. Y, al encontrar en el análisis del diálogo la palabra como algo más que un medio para que éste se produzca, se nos impone buscar, también, sus elementos constitutivos. Una vez superada la educación “bancaria” se hace indispensable en el proceso de construcción de una nueva sociedad, utilizar el diálogo se hace indispensable en el proceso de enseñanza aprendizaje. La palabra como parte integral del diálogo se vuelve objeto de estudio, de análisis, por ser esta parte constitutiva del diálogo. Si, por lo contrario, se subraya o hace exclusiva la acción con el sacrificio de la reflexión, la palabra se convierte en activismo. Este, que es acción por la acción, al minimizar la reflexión, niega también la praxis verdadera e imposibilita el diálogo. La palabra, como parte del diálogo, como parte de la expresión de los hombres en proceso de liberación de las ataduras opresoras, se convierte en acción. Solamente cuando la palabra se convierte en acción transformadora se puede considerar como parte del diálogo, caso contrario seguirá siendo solamente narrativa que no promueve ni posibilita un cambio real en la mente del ser humano hacia su libertad. Los hombres no se hacen en el silencio, sino en la palabra, en el trabajo, en la acción, en la reflexión. Mientras el hombre permanezca en silencio se negará a sí mismo la opción de ser, y llega a ser solamente cuando utilice la palabra como su arma para la acción para la reflexión, para encontrar y compartir su realidad que es la realidad de muchos más. Si diciendo la palabra con que al pronunciar el mundo los hombres lo transforman, el diálogo se impone como el camino mediante el cual los hombres ganan significación en cuanto tales. Es definitivamente la palabra del hombre, organizada, expresada mediante el diálogo la que puede cambiar y transformar al mundo. Es el diálogo, en definitiva, que construido mediante la palabra del hombre le da significación, no solo al diálogo, a la misma existencia del hombre en el mundo.
  • 15. El diálogo, como encuentro de los hombres para la tarea común de saber y actuar, se rompe si sus polos (o uno de ellos) pierde la humildad. El único punto de encuentro válido para los hombres en el proceso de liberación es el diálogo, de ahí que la humildad tiene que ser parte integral de este. De perderse la humildad en uno de los dos polos o interlocutores, este dialogo deja de ser constructivo y pasa a convertirse en una farsa ya que es utilizado incluso en forma de opresión. No hay diálogo, tampoco, si no existe una intensa fe en los hombres. Fe en su poder de hacer y rehacer. De crear y recrear. Fe en su vocación de ser más, que no es privilegio de algunos elegidos sino derecho de los hombres. Todo hombre tiene derecho de ser más, no se puede menospreciar la capacidad cognoscitiva de estos, todos somos capaces de aprender y de cambiar revolucionando nuestro mundo, nuestra concepción del mundo, partiendo de esto no se puede entablar diálogo si no se tiene fe en el hombre y en su capacidad de dialogar, de transformar y cambiar su realidad. Es indispensable para el docente mantener fe en los educandos y no menospreciar sus capacidades para transformar la realidad. Hablar de democracia y callar al pueblo es una farsa. Hablar del humanismo y negar a los hombres es una mentira. Palabras de moda en muchas sociedades incluyendo la nuestra, se habla de que existe democracia pero se niega el derecho a expresarse, se coarta, se restringe el derecho del pueblo de expresarse, de exponer sus ideas críticamente, lo que en suma resulta en una negación del hombre, en una negación de su existencia y capacidad transformadora. Para el educador-educando, dialógico, problematizador, el contenido programático de la educación no es una donación o una imposición —un conjunto de informes que han de ser depositados en los educandos—, sino la devolución organizada, sistematizada y Es necesario que el cambio de actitud se concrete en el mismo educador- educando, que se vuelva hacia la concepción de que es parte de un proceso de cambio, de un proceso transformador desde el mismo momento que su catedra o su
  • 16. acrecentada al pueblo de aquellos elementos que éste le entregó en forma inestructurada. enseñanza no tiene que ser un simple acto mecanizado de enseñar, tiene que ser una actividad sistemática de transmisión adquisición de conocimientos, devolviendo a la sociedad aquello que de ella ha recibido. Entiéndase por sociedad al hombre mismo. Para el educador humanista o el revolucionario auténtico, la incidencia de la acción es la realidad que debe ser transformada por ellos con los otros hombres y no los hombres en sí. Es la realidad que mantiene a los hombres oprimidos la que realmente es necesario cambiar, el hombre oprimido llega a aceptar o introyectar su condición y aceptarla como normal porque la realidad que le han presentado es una; sin embargo al mostrar al hombre la realidad que existe más allá del mundo de la opresión, este exterioriza la capacidad que siempre ha tenido, no se cambia al hombre, debe cambiarse la realidad y la forma que estos la perciben. Aprovechando esta inmersión de la conciencia oprimida, las élites; la van transformando en aquella “vasija” de que hablábamos y depositando en ella aquellos marbetes que la hacen aún más temerosa de la libertad. Parte de los métodos que se usan para mantener a los hombres en la opresión es la educación “bancaria” de la que ya hemos hablado, esta considera a los hombres simples “vasijas” que se van llenado con los depósitos que les hacen; dichos depósitos son nada más que fragmentos, partes de la realidad, de modo tal, que esas partes de realidad que depositan en los hombres los convierte en seres temerosos de la libertad y por ende sumisos a sus caprichos. Por esto mismo, muchas veces, educadores y políticos hablan sin ser entendidos. Su lenguaje no sintoniza con la situación concreta de los hombres a quienes hablan. Y su habla es un discurso más, alienado y alienante. Las élites, políticos y muchos educadores no conocen ni comparten la realidad de los hombres oprimidos, desconocen o manipulan el conocimiento de la realidad de los hombres y por lo tanto sus discursos, disertaciones y
  • 17. enseñanzas no se comprenden por no estar apegadas a la realidad. En la realidad de la que dependemos, en la conciencia que de ella tengamos educadores y pueblo, buscaremos el contenido programático de la educación. La educación tiene que estar apegada ala realidad delos pueblos, a las necesidades específicas del hombre, en la medida que todos tengamos conciencia y conocimiento de ella seremos capaces de sistematizar y programar los contenidos necesarios para el despertar de los hombres. A través de su permanente quehacer transformador de la realidad objetiva, los hombres simultáneamente crean la historia y se hacen seres histórico- sociales. Los hombres crean historia, la historia de las sociedades es inherente a la actividad transformadores del hombre mediante la conciencia de su realidad. Es el hombre el que está permanentemente transformando las sociedades, ellas no cambian no evolucionan si no es por la acción del hombre como ser social y transformador. Éste es un esfuerzo que cabe realizar en la metodología de la investigación que proponemos, como en la educación problematizadora que defendemos. El esfuerzo de presentar a los individuos dimensiones significativas de su realidad, cuyo análisis crítico les posibilite reconocer la interacción de sus partes. El hombre como parte de la sociedad debe de integrarse en su lucha transformadora y liberadora, la educación problematizadora o transformadora debe presentar a los hombres la realidad, desde las distintas dimensiones que la integran, presentársela como un todo que debe ser restaurado desde distintos ángulos, desde cada arista de la situación social que es imperativo cambiar. Este movimiento de ida y vuelta, de lo abstracto a lo concreto, que se da en el análisis de una situación codificada, si se hace bien la descodificación, conduce a la superación de la abstracción con la percepción crítica de lo concreto, ahora ya no más realidad espesa y poco vislumbrada. Si la codificación, si la integración de las partes como un todo concreto, no se realiza de manera adecuada no es posible conocer completamente la realidad y esta permanecerá como neblina, que no se vislumbra completamente, que no queda esclarecida por lo tanto incomprendida.
  • 18. Teóricamente, es lícito esperar que los individuos pasen a comportarse de la misma forma frente a su realidad objetiva, de lo que resulta que ella deja de ser un callejón sin salida para ser lo que en verdad es: un desafío frente al cual los hombres tienen que responder. Cuando el hombre llega a conocer su realidad y despierta en él un pensamiento crítico y transformador, deja de ver y concebir esa realidad como un callejón sin salida, como una situación de la que no se puede salir. En cambio cuando este llega a conocer la realidad de manera objetiva, ese mismo conocimiento lo hace comprender que es necesario cambiar, que es necesario transformar y por lo tanto adquiere el ímpetu de trabajar para ello. Investigar el “tema generador” es investigar, repitamos, el pensamiento de los hombres referidos a la realidad, es investigar su actuar sobre la realidad, que es su praxis. Hablando de tema generador podemos determinar que este consiste en estudiar el pensamiento del hombre respecto a la realidad, respecto a su actuar sobre la realidad para lograr su transformación y liberación. Es el actuar del mismo hombre sobre su realidad es en si el teme generador ya que es en ese momento que se genera el conocimiento. Cuanto más asuman los hombres una postura activa en la investigación temática, tanto más profundizan su toma de conciencia en torno de la realidad y, explicitada su temática significativa, se la apropian. Es una verdad innegable que para hacer mucho más efectivo en trabajo de la búsqueda del conocimiento transformador, es indispensable apropiarse de esa idea, de esa lucha, y eso se logra tomando una postura en sumo activa sobre la investigación. Investigadores profesionales y pueblo, en esta operación simpática que es la investigación del tema generador, son ambos sujetos de este proceso. Como ya se dijo anteriormente, la relación entre investigadores profesionales y pueblo, tiene que ser simbiótica en la generación de conocimiento, en el estudio del tema generador que es el papel del hombre ante la realidad. Ambos son sujetos en el proceso,, ni uno más activo, importante o indispensable que el otro, la relación es complementaria.
  • 19. Sin embargo, al temer al cambio, al intentar aprisionar la vida, al reducirla a esquemas rígidos, al hacer del pueblo objeto de su acción investigadora, al ver en el cambio el anuncio de la muerte, mata la vida y no puede esconder su marca necrófila. Esa es una actitud de los sistemas opresores que utilizan la educación como arma para mantener a los hombres con permanente temor al cambio, matando la vida, matando la esperanza de los hombres por ser libres. Cuanto más investigo el pensar del pueblo con él, tanto más nos educamos juntos. Cuanto más nos educamos, tanto más continuamos investigando. Esa debe de ser una actitud permanente de los educadores, comulgar con el pueblo, con los educandos en su momento, una actitud de permanente investigación, de permanente adquisición y generación de conocimiento, cuanto más se estudia y se investiga, mas surgen preguntas y temas de investigación. La tarea del educador dialógico es, trabajando en equipo interdisciplinario este universo temático recogido en la investigación, devolverlo no como disertación sino como problema a los hombres de quienes lo recibió. La finalidad y la tarea de todo educador dialógico tiene que ser en primer lugar trabajar en equipos multidisciplinarios para abarcar la mayor cantidad de opiniones y conocimientos, necesarios para la resolución de los problemas. Posteriormente transmitir a los hombres el conocimiento no en forma de disertación, sino como la exposición de un problema que necesita solución. Con la concepción de que cada problema resuelto constituye un reto más y una problemática nueve que debe de ser resuelta. Si los individuos se encuentran adheridos a estas “situaciones límites”, imposibilitados de “separarse” de ellas, el tema a ellas referido será necesariamente el de fatalismo y la tarea a él asociada es la de no tener tarea alguna. Esta es la manera en que los opresores mantienen a los hombres a su merced y sumisos, les hacen creer que viven en limita de sus posibilidades y que cualquier intento por cambiarlo resultaría en un esfuerzo vano, inútil. De eso deviene la actitud fatalista de los hombres, de la creencia que no es útil esforzarse y por lo tanto no es necesario realizar tarea alguna al respecto.
  • 20. No sería posible, ni en el proceso de investigación, ni en las primeras fases de lo que a ella sigue, el de la devolución de la temática significativa como contenido programático, proponer representaciones de realidades extrañas a los individuos. Tanto en el proceso de investigación como en el proceso mismo de la aplicación de los nuevos conocimientos adquiridos, es imposible y nada práctico proponer representaciones de realidades extrañas a los individuos, debe de utilizarse la propia realidad para que esto sea entendible. Promoviendo la percepción de la percepción anterior y el conocimiento del conocimiento anterior, la descodificación promueve, de este modo, el surgimiento de una nueva percepción y el desarrollo de un nuevo conocimiento. La percepción de la percepción anterior y el conocimiento del conocimiento anterior podría parecer incoherente e incomprensible; sin embargo, el conocimiento del conocimiento anterior se refiere a la toma de conciencia del conocimiento que existía antes del despertar del conocimiento crítico, la percepción de la percepción anterior se refiere al conocimiento claro de la percepción que se tenía sobre el mundo, sobre la realidad y el hombre, contrastando todo esto con la nueva percepción y el nuevo conocimiento. El único camino a seguir, en este caso como en otros, es la concienciación de la situación, intentándola desde la etapa de la investigación temática. Como se ha mencionado en repetidas ocasiones en este libro y en este análisis, el único camino viable, indispensable y que hay que seguir es la toma de conciencia sobre la situación real de los hombres, de la situación en que se vive, condición de falsa seguridad y desarrollo. La dramatización funcionaría como codificación, como situación problematizadora, a la que seguiría la discusión de su contenido. Al utilizar la dramatización como medio de enseñanza sería eficaz si esta se da en un contexto que desde ella se cuestionen las concepción de de la educación “bancaria”. Su uso como herramienta problematizadora debe venir acompañada de la posterior discusión y análisis de su contenido contrastándola con la realidad de la sociedad.
  • 21. CAPITULO IV TEXTO ORIGINAL DOXA Serán repeticiones o retorno a puntos ya referidos, ora con la intención de profundizar sobre ellos, ora porque se hacen necesarios para una mayor claridad de nuevas afirmaciones. En este capítulo el autor vuelve a retomar puntos ya tratados, pero con la intención de profundizar sobre ellos, de extender los conceptos que generen una mayor conciencia del conocimiento que se quiere transmitir, siendo esta mismo materia como inicio, como antorcha que alumbre los primeros pasos para aplicar, para entender y extender la pedagogía del oprimido. Los animales, que no trabajan, viven en su “soporte” particular al cual no pueden trascender. De ahí que cada especie animal viva en el “soporte” que le corresponde y que éstos sean incomunicables entre sí para los animales en tanto franqueables a los hombres. Para el autor los animales viven en su medio, en su soporte, con una seria de factores que no pueden modificar, no pueden cambiar y para ellos no existe nada más allá; para los hombres, por el contrario todo su medio, toda su realidad no es algo infranqueable, es modificable, puede adaptarse a su realidad, puede trabajarse ´para mejorarlo y que esté acorde a las mayorías. El esfuerzo revolucionario de transformación radical de estas estructuras no puede tener en el liderazgo a los hombres del quehacer y en las masas oprimidas hombres reducidos al mero hacer. El trabajo y esfuerzo de transformación de la realidad de los hombres no puede estar supeditada a una élite, a unos cuantos pensadores que se dediquen a generar conocimiento, la fuerza transformadora tiene que venir de los hombres en acción, en colectivo, no solo de las acciones sino también del pensamiento. Su quehacer, acción y reflexión, no puede darse sin la acción y la reflexión de los otros, si su compromiso es el de la liberación. No es posible la acción transformadora sin la participación de todos, sin el pensamiento reflexivo del hombre y su compromiso con la liberación, con la liberación de la sociedad del sistema opresor imperante. Pueden también aspirar a la revolución Es una actitud del hombre que después
  • 22. como un simple medio de dominación y no concebirla como un camino de liberación. Pueden visualizarla como su revolución privada, lo que una vez más revela una de las características del oprimido, a la cual ya nos referimos en el primer capítulo de este ensayo. de ser liberado de la opresión se convierte en el opresor que lleva dentro. El opresos puede ver en su momento la revolución como la oportunidad de seguir esclavizando, no solo a aquellos que antes eran opresores, sino también al pueblo, a aquellos que en su momento ha dicho acompañar en su lucha liberadora La verdadera revolución, tarde o temprano, debe instaurar el diálogo valeroso con las masas. Su legitimidad radica en el diálogo con ellas, y no en el engaño ni en la mentira. La revolución que después de instaurarse en el poder, se olvida de las masas, de aquellos a quienes se suponía que defendía, pierde su validez, pierde su razón de ser ya que deja de escuchar el pensamiento crítico y revolucionario de las masas. Se concierte en engaño cuando ellos mismos se convierten en los nuevos opresores y utilizan a las masas como trampolín para llegar y mantenerse en el poder. Nuestra convicción es aquella que dice que cuanto más pronto se inicie el diálogo, más revolución será. La revolución no puede dejar de lado el diálogo, este es en suma el arma más poderosa de una verdadera transformación de la sociedad, de ahí la inmediatez de su instauración ya que en la medida que este s dé mayor revolución será, el hombre necesita estar en dialogo permanente para generar nuevos conocimientos, nuevos problemas sobre los cuales trabajar. Al ejercer un análisis crítico, reflexivo sobre la realidad, sobre sus contradicciones, lo que puede ocurrir es que se perciba la imposibilidad inmediata de una forma de acción o su inadecuación al movimiento. Es necesario realizar permanentemente un análisis crítico de la realidad, un análisis crítico de las acciones realizadas y por realizar, esto con el objetivo de establecer su factibilidad, su vialidad o adecuarlas al movimiento de los factores que imposibilitan su ejecución. Esto se aplica en muchas áreas de pensamiento, igualmente es aplicable a la lucha liberadora del hombre.
  • 23. En realidad, la revolución no es hecha para el pueblo por el liderazgo ni por el liderazgo para el pueblo sino por ambos, en una solidaridad inquebrantable. No es concebible en una verdadera revolución que esta sea impulsada o hecha por un liderazgo, no sería verdadera revolución si esta condición se cumpliera de esta forma. Una verdadera revolución es hecha por el pueblo junto con el liderazgo, tiene que ser hecha en conjunto para que haya plena coincidencia de métodos y objetivos, en plena solidaridad. Lo que pretende una auténtica revolución es transformar la realidad que propicia un estado de cosas que se caracteriza por mantener a los hombres en una condición deshumanizante. Es innegable que una verdadera revolución pretende transformar la realidad que propicia, que se esmera y permite que los hombres permanezcan en una condición deshumanizante, negándoles la vida, entiéndase por vida la plena posibilidad de ser, de actuar por si y para si mismos, de trabajar por organizar sus conocimiento. Por otro lado, seríamos falsamente realistas al creer que el activismo, que no es verdadera acción, es el camino de la revolución. La verdadera revolución no se logra ni se puede llevar a cabo con un simple activismo, es necesario que todos sean actores reales y no pasajeros del proceso, de las actividades y retos de la verdadera revolución. El activismo puede llegar a ser temporal y oportunista, simplemente para aprovechar una coyuntura, un actor real estará siempre comprometido con el trabajo la libertad. Si el liderazgo revolucionario les niega a las masas el pensamiento crítico, se restringe a sí mismo en su pensamiento o por lo menos en el hecho de pensar correctamente. Así, el liderazgo no puede pensar sin las masas, ni para ellas, sino con ellas. No se puede arrogar el liderazgo revolucionario ser propietario del pensamiento crítico, del conocimiento liberador, y de estar siempre en lo correcto y la verdad. El liderazgo no puede pensar por las masas ni pensar para ellas. Los hombres tiene su propio conocimiento y razonamiento, el liderazgo debe acompañar y dar forma a este pensamiento de las masas.
  • 24. En esto, el liderazgo revolucionario debe encontrar no sólo su razón de ser, sino la razón de una sana alegría. Por su naturaleza él puede hacer lo que el otro, por su naturaleza, no puede realizar en términos verdaderos. En términos de la acción, del actuar en la realidad y por su capacidad e influir, el liderazgo debe encontrar en esto su verdadera alegría y reforzar su razón de ser de actuar y de trabajar. Todo movimiento necesita el liderazgo real y todo liderazgo real necesita una motivación, una causa. No hay mejor causa que luchar junto a los que luchan y hacer aquello que otros por su misma naturaleza y posición no pueden realizar. El humanismo científico revolucionario no puede, en nombre de la revolución, tener en los oprimidos objetos pasivos útiles para un análisis cuyas conclusiones prescriptivas deben seguir. Es lo que sucede en la práctica en muchas realidades de la sociedad y en muchas sociedades, el humanismo científico revolucionario pretende mantener en los hombres a puros objetos pasivos, sin acción inertes bajo las conclusiones y recomendaciones de la élite, del liderazgo; conclusiones a las cuales deben ceñirse y aplicarse ciegamente sin posibilidad de cuestionar. Lo que debe hacer el liderazgo revolucionario es problematizar a los oprimidos no sólo éste sino todos los mitos utilizados por las élites opresoras para oprimir más y más. Es trabajo del liderazgo revolucionario y problematizador, abrir los ojos de los hombres a la realidad, exponer y dilucidar sobre los mitos y concepciones que utilizan para mantener a los hombres oprimidos en su estado actual, exponer a la luz de las masa aquellas actitudes que han sido inculcadas en los hombres y que constituyen medios y métodos para oprimir cada día más. La revolución se genera en ella como un ser social y, por esto, en la medida en que es acción cultural, no puede dejar de corresponder a las potencialidades del ser social en que se genera. El hombre es un ser social, inmerso en esta y por ende en su historia, la revolución es un acto de acción cultural, de cambio actitudinal y del pensamiento de estos. Por lo anteriormente expuesto es que toda revolución debe corresponder con las potencialidades que los hombres tienen de ser entes de
  • 25. cambio en la sociedad, en el medio que le rodea. El antidialógico, dominador por excelencia, pretende, en sus relaciones con su contrario, conquistarlo, cada vez más, a través de múltiples formas. Desde las más burdas hasta las más sutiles. Desde las más represivas hasta las más almibaradas, cual es el caso del paternalismo. El antidialógico es por su misma naturaleza un dominador por excelencia de los hombres, por lo tanto sus acciones y actividades estará siempre encaminadas a conquistar y oprimir cada día mas utilizando todo tipo de formas, de acuerdo a las que le sean efectivas en su momento, estas pueden ser desde las más suaves y forradas de humanismo y dulzura falsa hasta las más represivas y crueles. Instaurada la situación opresora, antidialógica en sí, el antidiálogo se torna indispensable para su mantenimiento. Esto sucede en los regímenes totalitarios y opresores, se instauran y una vez instaurados el antidialógico, el opresor, se convierten en indispensables para mantener dicha situación. Lo mismo sucede en aquellos casos donde la revolución s lleva a cabo por personas, por lideres revolucionarios que no comulgan con el pueblo y una vez se instauran en el poder utilizan a las masas para mantenerse en el poder convirtiéndose en los nuevos opresores. Finalmente, no existe una realidad opresora que no sea antidialógica, tal como no existe antidialogicidad en la que no esté implicado el polo opresor, empeñado incansablemente en la permanente conquista de los oprimidos. Permanentemente opuestos y contrarios como el día y la noche, los opresores y los oprimidos, la realidad opresora innegablemente es antidialógica, y tampoco existe antidialogicidad en la que no esté inherentemente el polo opositor que s encuentra permanentemente en lucha por mantener la opresión. En la medida que las minorías, sometiendo a su dominio a las mayorías, las oprimen, dividirlas y mantenerlas divididas son condiciones indispensables para la continuidad de su poder. Es una práctica que se puede ver en muestra realidad, tanto por aquellos que en su momento aplicaron la antidialogicidad como en aquellos que han procurado acabar con ellos, “divide y vencerás” dice un antiguo adagio
  • 26. aplicado a las luchas por el poder, los opresores han mantenido y mantienen ese misma premisa, mantener a los hombre divididos para vencer su capacidad de interrelacionarse y volverse críticos. Conceptos como los de unión, organización y lucha, son calificados sin demora como peligrosos. Y realmente lo son, para los opresores, ya que su “puesta en práctica” es un factor indispensable para el desarrollo de una acción liberadora. Desde el mismo momento que los conceptos de organización, lucha y unión aparecen en las sociedades, estos son tildados de peligrosos porque realmente lo son, esos conceptos son precursores de sociedades pensantes y por lo tanto revolucionarias, comprometidas con el cambio de las sociedades. Lo mismo se verifica en el proceso denominado “capacitación de líderes”, que, aunque realizado sin esta intención por muchos de los que lo llevan a cabo, sirve, en el fondo, a la alienación. Existen los falso líderes y la preparación de estos en muchos casos se lleva a cabo con el fin mismo de que estos no sean realmente eso, sirven como formadores de personas alienadas, no son capacitados como tal aunque estos tengan esa capacidad y disposición. En el proceso se de forma y terminan siendo nada más nuevas herramientas para mantener el sistema y a los hombres en estado de opresión. Defienden la armonía de clases como si éstas fuesen conglomerados fortuitos de individuos que miran, curiosos, una vitrina en una tarde de domingo. Es una historia que hemos visto repetirse en el transcurso de los años, pensadores, educadores y personas que se esperan por mantener el sistema opresor se ocupan y se preocupan por mantener las clases como tal y promueven la armonía entre ellas con la falsa presentación de que cada una de ellas existen de manera fortuita y que es imposible cambiar, como algo que solamente se puede observar y no cambiar.
  • 27. Inseguros en su dualidad de seres que “alojan” al opresor, por un lado, rechazándolo, por otro, atraídos a la vez por él, en cierto momento de la confrontación entre ambos, es fácil desde el punto de vista del opresor obtener resultados positivos de su acción divisoria. En casos donde el opresor otorga por ejemplo a obrero el cargo de capataz este se vuelve una persona que replica las actitudes del opresor, se debe a que el hombre inseguro de su dualidad se convierte en aquel a quién por un lado a rechazado pero a la vez atraídos por él. Es una cualidad de los hombres que en su momento es usado como medio de división de los hombres. Por el contrario, unificados y organizados, harán de su debilidad una fuerza transformadora, con la cual podrán recrear el mundo, haciéndolo más humano. Esta es justo la razón por la cual, los opresores procuran mantener la división de los hombres, porque saben y son conscientes de la capacidad pensante y transformadora de la unión de los hombres, de su capacidad de rehacer las sociedades y recrear el mundo volviéndolos mas humanos. Los héroes son exactamente quienes ayer buscaron la unión para la liberación y no aquellos que, con su poder, pretendían dividir para reinar. En el devenir de la historia nos hemos encontrado con hombres que han procurado con su poder, crear y mantener la división de los hombres, y también hombres que buscaron y trabajaron por unificar a los hombres, por unificar sus luchas; estos hombres son precisamente a quienes la historia reconoce como héroes. El apoyo de las masas populares a la llamada “burguesía nacional”, para la defensa del dudoso capital nacional, es uno de los pactos cuyo resultado, tarde o temprano, contribuye al aplastamiento de las masas. Parte de las estrategias utilizadas para dividir son actividades relacionadas con hacer creer a algunos que no son parte de las masas, que no son oprimidos, que son una clase aparte, dividiéndolos de la realidad de la sociedad en la cual están inmersos y de cuya lucha deberían ser parte. La manipulación se impone en estas fases como instrumento fundamental para el mantenimiento de la dominación. La manipulación de los hombres, de las sociedades es una preocupación cotidiana de la clase opresora con el fin de mantener la opresión, se manipula todos los aspectos que rodean al
  • 28. hombre, su capacidad real de generar conocimiento, su capacidad de pensamiento crítico y reflexivo, se manipula su realidad presentándola como ineludible e insalvable y por ende que no hay posibilidad ni necesidad de transformarla. Si las masas asocian a su emersión, o a su presencia en el proceso histórico, un pensar crítico sobre éste o sobre su realidad, su amenaza se concreta en la revolución. Es necesario que los hombres asocie su emersión a una nueva sociedad, que se asocien y se sientan parte, actores reales de la transformación de la sociedad y de su realidad, su amenaza, su lucha y esfuerzo se concreta en la revolución, en la transformación de la sociedad y de la realidad en la cual se encuentran inmersos. El liderazgo revolucionario debería aprovechar la contradicción planteada por la manipulación, problematizándola a las masas populares a fin de lograr el objetivo de la organización. Es de la misma realidad de la manipulación existen los insumos para que el liderazgo revolucionario pueda aprovecharse de ella, problematizandola y presentándola a los hombres con el objetivo de lograr unidad de pensamiento, unidad de esfuerzos y propiciar asi la organización de los hombres para luchar por su liberación. Finalmente, sorprendemos, en la teoría de la acción antidialógica, otra característica fundamental — la invasión cultural. Característica que, como las anteriores, sirve a la conquista. Es sorprendente que aquellos que quieren perpetuarse en el sistema opresor utilicen incluso la invasión cultural de las masas como herramienta de opresión, es una forma de sacar a los hombres de su realidad y presentárselas como la situación óptima, para que estos no piensen en las implicaciones de esta invasión cultural. Como manifestación de la conquista, la invasión cultural conduce a la inautenticidad del ser de los invadidos. Su programa responde al cuadro valorativo de sus actores, a sus patrones y finalidades. Con el afán de conquistar las mentes y las voluntades de los hombres y evitar su despertar a un mundo y una sociedad libres, los sumerge en invasión cultural para crearles a los individuos realidades ficticias en las cuales su realidad es la
  • 29. misma o mejor que la que anhelan tener. Este cambio cualitativo en la percepción del mundo, que no se realiza fuera de la praxis, jamás puede ser estimulado por los opresores, como un objetivo de su teoría de la acción. El opresor no procura en ningún momento que los hombres tengan una percepción crítica del mundo, procura por el contrario mantener a los hombres sumisos, sumergidos en su voluntad, esta percepción no es la que se realiza en las mentes de los hombres sino la que les es implantada por aquellos que pretenden mantenerse como los opresores. No se debe escuchar al pueblo para nada, pues éste, “incapaz e inculto, necesita ser educado por ellos para salir de la indolencia provocada por el subdesarrollo”. Como estrategia de dominación los hombres utilizan las mismas necesidades de los hombres para fingir que las conocen, que las comparten y que luchan para solventarlas. Esta percepción es la que los lleva a generar métodos de menospreciar la capacidad cognoscitiva del hombre. El “miedo a la libertad” se instaura entonces en ellos. Durante el desarrollo de este proceso traumático, su tendencia natural es la de racionalizar el miedo, a través de una serie de mecanismos de evasión. Esta es una situación de orden psicológico que es aprovechada por las élites, el miedo a la libertad se instaura en el hombre a raíz de la tendencia de evadir el miedo, de evadir aquellas situaciones que nos son traumáticas, y así se nos presenta la libertad, un proceso traumático y doloroso y por ende una aspiración a la que tenemos que evitar. Tal como la entendemos, la “revolución cultural” es el esfuerzo máximo de concienciación que es posible desarrollar a través del poder revolucionario, buscando llegar a todos, sin importar las tareas específicas que éste tenga que cumplir. Al contrario de la invasión cultural utilizada como herramienta de opresión, la revolución cultural consiste en poner en perspectiva la realidad a la cual nos han sometido con la invasión cultural, y esta busca llegar a todos haciéndolos actores del proceso de cambio, con acciones y actividades para todos desde cada una de sus propias posibilidades.
  • 30. Los oprimidos sólo empiezan a desarrollarse cuando, al superar la contradicción en que se encuentran, se transforman en los “seres para sí”. Cuando el hombre deja de ser para el opresor, de ser para el sistema y empieza a ser para sí, todos y cada uno confluyendo en su propio y común esfuerzo y trabajo de convertirse en personas críticas, en ese momento empieza a desarrollarse el hombre. En forma general, este liderazgo es encarnado por hombres que de una forma u otra participaban de los estratos sociales de los dominadores. En la historia hemos podido ver que los más grandes liderazgos del pensamiento revolucionario y problematizador de las sociedades han estado en algún momento de sus vidas en los estratos sociales de los dominadores y han llegado a conocer la realidad desde el punto de vista de los opresores. En la primera hipótesis, el liderazgo revolucionario se transforma, dolorosamente y sin quererlo, en contradicción de las masas. Esta es una de las hipótesis del surgimiento de los liderazgos revolucionarios, una es que estos se generan de manera dolorosa y sin quererlo cuando sus mentes, su pensamiento se transforma y aparece como fruto de las injusticias vividas en pleno o vistas desde la perspectiva del opresor sin compartirlas. En la segunda, al emerger el liderazgo, recibe la adhesión casi instantánea y simpática de las masas, que tiende a crecer durante el proceso de la acción revolucionaria. En esta hipótesis el liderazgo emerge de forma casi instantánea y generando adhesiones de las masas que con el paso del tiempo y de la lucha se van incrementado y acrecentando. En tanto en la teoría de la acción antidialógica la conquista, como su primera característica, implica un sujeto que, conquistando al otro, lo transforma en objeto, en la teoría dialógica de la acción, los sujetos se encuentran, para la transformación del mundo, en colaboración. Se expone aquí las dos realidades contrapuestas de la teoría de la acción antidialógica y la teoría dialógica de la acción; mientras la primera tiene como característica principal la conquista del hombre por el hombre convirtiéndolo posteriormente en mero objeto e incluso en mercancía con la cual puede acrecentar su capital, la segunda tiene como característica el encuentro de los hombres como sujetos de cambio, como
  • 31. actores de la transformación de la sociedad y de su realidad en colaboración y trabajo conjunto. La importancia de su papel, sin embargo, no lo autoriza para mandar a las masas populares, ciegamente, hacia su liberación. No es el liderazgo revolucionario el que tiene que desarrollar la lucha liberadora, es este es nada más un simple organizador del esfuerzo y del pensamiento de los hombres, el liderazgo no puede obligar a las masa a su liberación, este es un trabajo y convicción que debe surgir de los mismos hombres. En este caso, nadie descubre el mundo al otro, aunque cuando un sujeto inicie el esfuerzo de descubrimiento de los otros, es preciso que éstos se transformen también en sujetos en el acto de descubrir. No se puede usar la premisa de que el hombre debe enseñarle el mundo a otro hombre ya que este tendrá su propia convicción y valoración sobre este, es el mismo hombre desde su propia visión de la realidad que tiene que descubrir el mundo como sujeto de cambio y transformación. Desconfiar de los hombres oprimidos, no es desconfiar de ellos en tanto hombres, sino desconfiar del opresor “alojado” en ellos. La desconfianza en el hombre que es oprimido consiste en la desconfianza del opresor que esta introyectado en este, opresor que se ha alojado en esta a través de las mismas herramientas opresoras que en él han sido utilizadas. Lo que exige la teoría de la acción dialógica es que, cualquiera que sea el momento de la acción revolucionaria, ésta no puede prescindir de la comunión con las masas populares. No se puede concebir revolución de las masas sin el aporte en la acción de estas, sin la comunión de los hombres con la realidad de los otros hombres, no se puede hablar de hombres en construcción, en proceso de liberación si estos no participan en él. Si en la teoría de la acción antidialógica se impone, necesariamente, el que los dominadores provoquen la división de los oprimidos con el fin de mantener más fácilmente la opresión, en la teoría dialógica de la acción, por el contrario, el liderazgo se obliga incansablemente a Solo con el esfuerzo y el trabajo en conjunto de los hombres será posible desarrollar un verdadero proceso de transformación y de liberación, esta es una premisa de la teoría dilógica de la acción, igualmente válida para fines prácticos y de estudio como lo es la
  • 32. desarrollar un esfuerzo de unión de los oprimidos entre sí y de éstos con él para lograr la liberación. premisa de la teoría antidialógica de la acción que dice que dividir a las masas es una herramienta de dominación. La “cultura del silencio”, que se genera en la estructura opresora. y bajo cuya fuerza condicionante realizan su experiencia de “objetos”, necesariamente los constituye de esta forma. No es extraño encontrar a los hombres bajo regímenes opresores que no puedan expresarse, no quieran hacer valer su palabra ya que están sumergidos en la mera existencia de objetos que se les ha inculcado y enseñado a través de la educación, usando esta como método de deshumanización de los hombres. Descubren que, como hombres, no pueden continuar siendo “objetos” poseídos, y de la toma de conciencia de sí mismos como hombres oprimidos derivan a la conciencia de clase oprimida. Como fruto del proceso de liberación y de toma de conciencia de los hombres está el descubrir que no pueden continuar como objetos poseídos, tomando conciencia de ellos, se dan cuenta que son parte de la sociedad oprimida al ver en los demás hombres la misma situación y realidad en la que ellos están. Las formas de acción cultural, en situaciones distintas como éstas, tienen el mismo objetivo: aclarar a los oprimidos la situación concreta en que se encuentran, que media entre ellos y los opresores, sean aquéllas visibles o no. La acción cultural como parte del proceso de liberación de los hombres se tiene que dar en distintas situaciones, principalmente aclarando a los hombres en la situación real en la que s encuentran, dándoles a conocer también las situaciones y herramientas que en ellos han o siguen siendo utilizadas por parte de los opresores. En tanto en la teoría de la acción antidialógica, la manipulación útil a la conquista se impone como condición indispensable al acto dominador, en la teoría dialógica de la acción nos encontramos con su opuesto antagónico: el de la organización de las masas populares. Como ya hemos expuesto anteriormente una de las herramientas utilizadas por la teoría antidialógica de la acción es la manipulación útil de las masas a través de la conquista, conquista del hombre y de su mente pensante, de su mente transformadora; por otro lado la teoría dialógica de la acción usa el opuesto antagónico de la primera que es la organización de las masas.
  • 33. Lo que puede variar en función de las condiciones históricas de una sociedad determinada es la forma de dar testimonio. El testimonio en sí, es, sin embargo, un elemento constitutivo de la acción revolucionaria. El testimonio es parte importante en el proceso dialéctico de la liberación de los hombres, ellos mismos desde su propia experiencia que exponen la realidad que cada uno está viviendo y la realidad que todos tendrían que compartir, es por ello que el testimonio se convierte en acción revolucionaria ya que este pone al descubierto las herramientas utilizadas por las clases dominantes y opresoras, de las cuales es necesario liberarse. Todo testimonio auténtico, y por ende crítico, implica la osadía de correr riesgos, siendo uno de ellos el de no lograr siempre, o de inmediato, la adhesión esperada de las masas populares. Todo testimonio por autentico que sea, por inspirador y motivador corre el riesgo de no lograr la adhesión de las masas, de no lograr un efecto transformador de la conciencia de los hombres de forma inmediata, sin embargo esto no le quita al testimonio su validez como acción revolucionaria, como acción de cambio válida para los hombres en el proceso de su búsqueda de libertad. Si para la élite dominadora la organización es la de sí misma, para el liderazgo revolucionario la organización es de él con las masas populares. Los opresores sin consideran la organización como medio y herramienta, pero esta es solamente una organización entre ellos mismos para mantener el estatus de la sociedad dominante, por el contrario el liderazgo revolucionario procura la organización de las masas en su lucha por el cambio, en su lucha liberadora. La teoría dialógica de la acción niega tanto el autoritarismo como el desenfreno. Y, al hacerlo, afirma tanto la autoridad como la libertad. En la lucha por la libertad de los hombres a través de la teoría dialógica de la acción se niega el autoritarismo porque este promueve la permanencia de la clase opresora y al hacer esto promueve y afirma la autoridad y la libertad, autoridad mas no autoritarismo.
  • 34. De ahí que, como forma de acción deliberada y sistemática, toda acción cultural tiene su teoría, la que, determinando sus fines, delimita sus métodos. La acción y formación cultural de las sociedades es indispensable en la construcción de una sociedad más humanizada, más consciente de las necesidades de los hombres y por lo tanto más dispuesta a trabajar por sortear todas las desigualdades que afectan el desarrollo del hombre como ser, todo esto se establece a través de teorías que delimitan los métodos y las herramientas que han de utilizarse en el proceso de la construcción de una nueva sociedad. En el fondo, en la acción antidialógica, implícita o explícitamente, encontramos la intención de perpetuar en la “estructura” las situaciones que favorecen a sus agentes. Por más que los opresores traten de disfrazar sus sistemas de democráticos, encontramos siempre en ellas implícita o explícitamente la intencionalidad de perpetuar, no necesariamente a las personas per si s los sistemas, a las estructuras que les faciliten la alienación de los hombres para mantenerlos en la oscuridad, para negarles la vida, el ser, el conocimiento. En este primer momento de la acción, momento investigador entendido como síntesis cultural, se va constituyendo el clima del acto creador, que ya no se detendrá, y que tiende a desarrollarse en las etapas siguientes de la acción. Entiéndase la síntesis cultural como el momento primero en que los hombres empiezan a sintetizar sus conocimientos de la realidad, aquel momento en que despierta su conocimiento de los hechos reales culturales y de los hechos ficticios o realidades subjetivas inculcadas en ellos por los opresores. A partir de ese momento empieza el acto creador de nuevo conocimiento, de una nueva sociedad.