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ROCKSTALGIAS
Boletín electrónico de literatura con temática rock




No 4                            Mayo 2006
EDITORIAL :
                          ¡Viva el primero el Mayo! ¡Felicidades por el Día de las
                          Madres! ¡Gloria a los mártires anarquistas de Chicago y a
                          los que cayeron en París en aquel alucinante mayo del 68!
                          Bueno, pues aquí vamos con la cuarta edición de otro
                          Rockstalgias. En esta ocasión nuestro artículo principal
                          versará sobre los orígenes de la literatura de rock en Cuba.
                          También podrás encontrar dos fragmentos de novelas, uno
                          de Abel Prieto, el actual ministro de cultura cubano y otro
                          de Raúl Aguiar, uno de los editores de Rockstalgias, que ya
                          le tocaba; también un cuento de la última promoción, escrito
                          por Frank Rojas Aguilera. En la historia del rock en Cuba
                          hoy recordaremos la década de los 60 y aquellas bandas
                          cubanas que echaron a rodar el género en la isla. Esta vez
                          decidimos incluir una sección en homenaje a los mártires del
rock, una especie de efemérides que pensamos continuar en los siguientes números.
En nuestra sección de poesía te ofrecemos dos maravillosos poemas de una de las
fundadoras del movimiento Punk; Patti Smith, y en nuestra sección de historia del
heavy te invitamos a viajar también a los años 60 pero esta vez nos vamos a
California, en plena efervescencia del verano de amor de los hippies.

                                                                         Los editores


INDICE:

1. El tema prohibido (o casi): El Rock, su reflejo en la narrativa cubana y
   mundial (Cuarta parte) Por Raúl Aguiar y Yoss
2. Los pioneros. Facultad de humanidades, por Abel Prieto.
3. Los mártires del rock (mayo) Bob Marley, Jeff Buckley
4. Poesía rock: Babel, Trilogy-he(art), Patti Smith
5. Gente del Establo: Raúl Aguiar. Por Yoss
6. Concierto. Raúl Aguiar.
7. Historia del Rock made in Cuba: Los 60
8. Escaleras al cielo. Frank R. Rojas Aguilera
9. Heavy metal (Cuarta parte). El sonido de California. Raúl Aguiar
EL TEMA PROHIBIDO (O CASI):
               El rock: su reflejo en la narrativa cubana y mundial (cuarta parte)
                              O literatura y rock en Cuba. Los comienzos.
                                    Por Raúl Aguiar & Yoss


    Estoy bailando el rockason con los muchachos,
                                               estoy sintiéndome mejor…(David Torrens)
                                      La historia del rock en la literatura cubana comienza
                              bastante tarde, en comparación a otros países de habla
                              hispana. Hay que tener en cuenta que el rock, como forma
                              musical oriunda de los EE UU y cultivada mayormente en
                              los países anglosajones o en el mejor de los casos europeos,
                              se cantaba casi siempre en inglés (faltaba mucho para
                              Mano Negra, Manu Chao y su Clandestinos). Y para la
                              ortodoxia cultural de los mismos paranoicos dirigentes
                              culturales causantes del congelamiento literario del llamado
                              Quinquenio Gris, decir rock era decir la música del
                              enemigo. Probablemente no es este el momento ni el
                              espacio ideales para hablar de la censura radial ejercida
                              sobre las grabaciones de The Beatles, de la policía y sus
                              entusiastas “colaboradores voluntarios” recogiendo peludos
                              en el Coppelia nocturno, de la UMAP y las acusaciones de
                              diversionismo ideológico a jóvenes alumnos por oír la
                              música de grupos rockeros pretendidamente fascistas, como
Kiss… no vale la pena a estas alturas remover viejos rencores, y en todo caso haría falta
más que este prólogo (pretendidamente breve) a una antología para no olvidar y/o reparar
injusticias.
        Pero es preciso al menos decirlo. O sea, tener bien en cuenta que si en la Cuba de
los 60s y sobre todo los 70s y principios de los 80s ya estaba mal visto escuchar rock y más
aún tocarlo, ni hablar de escribir sobre esa música estridente, Caballo de Troya lleno de
mensajes perniciosos para la moral y la ideología de nuestra juventud, y mucho menos de
tres o cuatro peludos, elementos inadaptados y recalcitrantes que insisten en escuchar esa
bulla infame y en vivir imitando patrones de vida foráneos y del todo ajenos a la moral
revolucionaria.1
       Por tanto, en los comienzos de la historia nacional de la narrativa de tema rockero,
sólo encontramos tímidas referencias (la apropiación del título o verso de una canción para
título del relato o ensayo literario, como exergo del cuento o alguna referencia
circunstancial al rock and roll) en textos de escritores de la generación de 60 y los 80.
1
    De El Militante Comunista, 1982 circa.
Severo Sarduy, Guillermo Cabrera Infante (Tres tristes tigres), Luis Manuel García,
Francisco López Sacha (Análisis de la ternura), Reynaldo Montero (Donjuanes, Fabriles),
Abel Prieto (Noche de sábado) y Carlo Calcines, entre otros...
        En 1980 Miguel Mejides gana el concurso de la revista Bohemia con su cuento Mi
prima Amanda2, donde hace referencia a unas adolescentes “frívolas” que a comienzos de
los 60 que se reúnen a diario para escuchar discos de Elvis Presley.3 Pasan los años y una
de ellas, precisamente la Amanda del título, obsesionada en negar el paso del tiempo, queda
presa de su fanatismo musical hasta llegar a la locura. De la misma época es también el
cuento El hacedor de bajos, de Reinaldo Montero4, que ensaya si bien aún tímidamente un
acercamiento a la picaresca nacional de los aspirantes a rockeros del patio, siempre
construyendo instrumentos caseros y vendiéndolos para comprar otros, en un eterno círculo
vicioso. José Ramón Fajardo, en 1985, obtiene el Premio David de cuento con su libro
Nosotros vivimos en el submarino amarillo, una clara referencia a los Beatles aunque en el
único relato que podría considerarse claramente deudor de este tema, Aquella dura noche5,
el protagonista, un adolescente enamorado, se esfuerza por aprender a bailar bajo la tutela
de dos amigos para conquistar a la muchacha de sus sueños. Sólo al final hay una clara
referencia al rock cuando la última imagen es para un afiche de Eric Clapton que empuña
furibundo una guitarra (imagen que podrá ser todo lo potente para cerrar un cuento que se
quiera, pero que, fiel al espíritu de aquellos años, peca de leso desconocimiento rockero:
¿nada más y nada menos que Erick “mano suave” Clapton... furibundo?) . A pesar de que el
resto de las historias están muy alejadas del tema rock, y más bien tratan sobre vidas de
estudiantes becarios – muy de moda en los escritores de la generación de los 80 - en el
relato que da título al libro ya encontramos la semilla de unos adolescentes rebeldes que se
atreven a desafiar al director de la escuela por su esquematismo y doble moral.
        Luis Manuel García, en el cuento satírico Repeat After me de su libro Los forasteros
(Premio UNEAC de Literatura 1986), describe una pareja que trata de escapar de la
realidad objetiva rodeándose de objetos electrodomésticos, música, videos, ropas y otros
artículos en un culto casi religioso al consumo. En este cuento el rock es sólo un elemento
más para la alienación de los protagonistas. El rock desaloja gradualmente (cada día es
más difícil) la realidad exterior, que aprovecha las noches para escurrirse por la más
mínima rendija, intentando ocupar la casa. Al principio, Frank la combatió mediante Kiss
y Queen, pero la efectividad estaba determinada por el volumen. Geminis, Kansas y Deep
Purple establecían bochornosos tratados con la intrusa realidad, Se confabulaban con
ella, convivían. Vangelis en cambio, empuja a la realidad de cuarto en cuarto, hasta que la
despeña por la puerta del fondo.
       En el año 1987 el autor Sergio Cevedo Sosa, cuya obra es una especie de puente
temático y estilístico entre la generación de los 80 y los novísimos, obtiene el Premio David
en el género de cuento, y el Premio Caimán Barbudo con la noveleta Rapsodia Bohemia6,
texto que anuncia con especial tino artístico lo que sería en breve la literatura freakie. En
Rapsodia Bohemia ya encontramos los brotes de una conciencia de diferenciación, de
marginalidad, con respecto al resto de los jóvenes, los personajes hablan con una jerga
2
  Leer cuento en revista Rockstalgias No.1
3
  Esta historia sería luego retomada por Francisco López Sacha en Mi prima Amanda otra vez.
4
  Revista Rockstalgias No.3
5
  Revista Rockstalgias No.2
6
  Revista Rockstalgias No.1
particular, discuten sobre rock, hay una visión descarnada del sexo y la frase final del
relato, Vivan los anormales, parece toda una declaración de principios.

       (Continúa en el próximo boletín)
PIONEROS DE LA NARRATIVA DE ROCK EN CUBA:
                                  ABEL PRIETO


                         Abel Prieto (1950) es oriundo de Pinar del Río. Narrador y
                         ensayista, especializado en la obra de Lezama Lima. Desde 1991 a
                         1997 se desempeñó como Presidente de la UNEAC.
                         Comenzó a ser conocido al ganar el Premio 13 de marzo de la
                         Universidad de la Habana en 1969 con el cuento Un miedo
                         encuadernado en amarillo. Ha publicado Los bitongos y los guapos
                         (1980), No me falles, Gallego (1983) y Noche de sábado (1989),
                         cuentos con temática juvenil donde toca por primera vez el tema de
                         los jóvenes y su relación con la música de los Beatles, de la cual
                         Abel Prieto ha demostrado con creces ser uno de sus más fervientes
                         admiradores. Con Noche de sábado obtuvo el Premio de la Crítica
en 1989. Publicó también MIsha o los chistes del socialismo real, en 1997. Actual Ministro
de Cultura, encontró tiempo (nadie imagina como) para escribir su última novela, El vuelo
del gato, (1999), de la cual hemos escogimos un fragmento para esta antología.
FACULTAD DE HUMANIDADES
                                      Abel Prieto




Entre los hippies del Carmelo no había una vanguardia ideológica propiamente dicha,
aunque sí una vanguardia intelectual, y era gente que había leído el Lao Zi o Libro del Tao
y hablaba con fluidez de cine, literatura y filosofía. Yo tenía algunos amigos entre ellos y
me hubiera gustado que Marco Aurelio y Angelito los conocieran; pero aquella noche
(como supe después) ponían El rostro en la Cinemateca, y la vanguardia no podía
perdérsela, y por el momento debíamos conformarnos con “la masa”, que discutía sobre la
ruptura de los Beatles y se dividía entre el bando de Lennon y el de McCartney.
Un hippie negro y alto, con el pelo a lo Jimi Hendrix, analizaba cada una de las canciones
aparecidas bajo la doble firma Lennon-McCartney y explicaba dónde había predominado la
onda o el temperamento (así decía) de “Paul”, sus ráfagas luminosas, su optimismo a toda
prueba, y dónde la duda y el claroscuro de “John”.
Otro aniñado, casi albino, de melena rojiza, afirmaba, solemne, que el mundo ya no sería el
mismo después de la disolución de los Beatles, y muchos asentían, moviendo tristemente
las cabezas peludas.
Había una loca hippie, muy teatral, que trataba de llevar el debate hacia la vida privada de
los Beatles. Absolvía de toda Culpa en la catástrofe, en la ruptura del grupo, a Linda
Eastman, la mujer de McCartney, y concentraba un odio feroz en la japonesa, así decía,
para no pronunciar el nombre maldito, el de Yoko, a quien hacía responsable de las
contradicciones entre los dos Grandes. No entendía como “John”, que no era el más bello
pero sí ostentaba una onda de primera categoría, podía haberse “juntado”, decía, con una
mujer tan fea y asiática y cómo había acabado por casarse con ella y hasta hablaba de tener
un hijo. “¿Qué saldrá de ahí, Dios mío?”, se preguntaba, sobreactuando, y miraba al cielo
nocturno como si le pidiera una respuesta.
John copulando con Yoko / no pare un Beatle de ojos rasgados / ni una japonesa de pelo
rubio y gafitas redondas. / Engendran el Gato Volante. Esa hubiera sido la respuesta ideal,
pero a mí no se me ocurrió. Ni a mí ni a Marco Aurelio, ni al Dios que flotaba
presuntamente sobre el Carmelo de Calzada, y aún Lezama no había escrito el poema.
La pregunta clave era otra. La pregunta de la noche iba y venía, repetida en tonos y formas
diferentes: ¿Cuál de los dos Grandes aportó más al milagro de los Beatles? El pequeño no
quiso hablar (no le gustaba hacerlo en grupos numerosos y prefería observar aquel
micromundo desconocido), Angelito no había llegado todavía y, aunque no nos habíamos
reunido para discutir el tema ni se había tomado acuerdo alguno sobre el mismo, me decidí
a adelantar la que sería, a mi modo de ver, “la posición oficial” de la Piña: McCartney
contribuyó mucho, sin duda, con su talento musical y su gracia y sus soluciones agradables,
simpáticas, pegajosas, pero los Beatles no hubieran sido los Beatles sin el empuje
revolucionario de Lennon, sin ese espíritu inconforme, buscador, irónico, que fue clave a la
hora de fundar un estilo y un lenguaje nuevos.
El bando de McCartney (“la gente de Paul”, decían ellos) se sublevó: fue “Paul” y solo
“Paul”, decían, quien puso el sello afirmativo, de Luz y belleza, que está en el fundamento
mismo de los Beatles. Lennon es demasiado amargo, la vida le sabe demasiado a mierda
(así decían) y no podría ser el creador de esa fuente de Luz, de esa fuente de amor y
juventud que hay y habrá para siempre en los Beatles.
Cuando vi la silueta de Angelito el Chino, que cruzaba con paso rápido el Parque del
Carmelo, supe que todo había terminado para el bando de McCartney. Ya estaban perdidos,
ya no tenían salvación alguna, ya habían muerto antes de morirse, como los tipos malvados
de las películas cuando el Muchacho viene llegando: iban a ser aplastados sin remedio, pero
ellos (infelices) se sentían bien, se sentían en Alza y desplegaban una ofensiva ruidosa y
Lennon empezaba a ser un personaje torcido, un poco siniestro, frente a un “Paul” tan
resplandeciente, perfecto y armonioso como un dios, como Apolo, aquel que convertía en
música celestial cuanto le caía en las manos.
Angelito se tomó su tiempo para intervenir en la discusión. Primero hizo un aparte con
Marco Aurelio y conmigo y preguntó si teníamos noticias de Mamoncillo, cómo nos iba en
la Facultad de Humanidades, cómo estábamos de mujeres, que había sido de Fulano o de
Zutana y qué de mi familia y de Serafín Escobedo, y luego nos dijo que salía de viaje, a
estudiar en la URSS, en Novosibirsk, con una beca. “Allá hay un grupo de rock
buenísimo”, le dije yo: “los Bolin Stones, no dejes de buscar los discos”, eso le dije, y
Angelito asintió sonriendo y prometió mandarme el último LP del grupo, y entonces, para
su desgracia, “sin saber que labraba su propia desventura”, nos interrumpió un tipo del
bando de McCartney: estaba un poco zombie, como empastillado. “Oye tú, chino”, dijo, el
pobre, y apuntaba a Angelito con el dedo índice y los ojos atontados y la voz ríspida, “¿no
serás tú un pariente de Yoko? ¿Qué tú crees de los dos Grandes? ¿De parte de quién te
pones?” y Angelito le preguntó que quiénes son esos dos Grandes si se puede saber, y el
hippie empastillado se rió (el pobre, y ya no reiría nunca más) y dijo: “Paul y John, quiénes
van a ser”.
“Para empezar”, dijo Angelito, “habría que saber si estamos hablando de música, de música
en serio, o si hablamos de basura para vender discos”, eso dijo, y paseó su mirada incisiva
por “la masa” de hippies del Carmelo. Se hizo un silencio pastoso, y los dos bandos se
acercaron para escuchar a aquel chino desconocido, tan seguro de sí, que parecía el dueño
absoluto de la verdad y sus cayos adyacentes.
“Si se habla de música en serio, lo primero que hay que hacer es poner a McCartney en su
lugar”. Aquí hizo una pausa muy breve y dejó que la esperanza revoloteara sobre “la gente
de Paul”. “Yel lugar que le corresponde a McCartney (dijo), su lugar justo, preciso y muy
bien ganado, es el de un eficaz fabricante de guarapo comercial. Ese es su lugar y nadie se
lo puede discutir”. De esta forma brutal empezó el más coherente, argumentado y sólido
discurso que se hubiera pronunciado en el Carmelo de Calzada desde su fundación. En la
historia no escrita, en la tradición oral, aquella pieza oratoria y aquella velada pasarían a
ser, respectivamente, “el discurso del guarapo” y “la noche de Angelito el Chino”.
Vendría luego el trabajo de Cronos, el implacable, y Angelito se iría a estudiar a
Novosibirsk, y Marco Aurelio y yo volveríamos a la Facultad de Humanidades, y los
hippies se enrolarían en la Brigada Perderemos para cortar caña y ganarse el derecho moral
a tener Pelo Largo y a ser hippies reconocidos, con carnet, y regresarían una y otra vez, con
su rara tenacidad, semidestruidos, maltrechos, pero jamás derrotados, al Carmelo y al
parquecito de la funeraria de Calzada y K, y entre ellos, mientras hubiera memoria, se
hablaría con admiración del “discurso del guarapo” y se recordaría “la noche de Angelito
el Chino” como la Noche Triste para los partidarios de McCartney y la noche de la victoria
definitiva para los de Lennon.
Efemérides:
         Los mártires del Rock
                Mayo

                        BOB MARLEY ( 1945-1981 )
                        Murió el 11 de Mayo de 1981 tras habérsele
                        detectado un par de años atrás un tumor cerebral.

                        El más conocido músico de Reggae, música casi
                        exclusiva hasta ese momento de los Rastafaris,
                        religión jamaicana que tenía como uno de sus
                        dogmas el consumo de Marihuana. En el año 1974
                        Eric Clapton graba una versión de una de sus
                        canciones I shot the sheriff convirtiéndose en un gran
                        éxito que le ayuda a lanzar su carrera mundial.

                       Su temprana muerte le hizo convertirse en un mito,
                       sobre todo en su tierra natal, Jamaica, donde es
venerado todo aquello que tiene que ver con él y con su música.




JEFF BUCKLEY (1966-1997)
Murió ahogado en el rió Misissipi, su cuerpo fue encontrado flotando por unos
turistas el 29 de Mayo de 1997.

 Hijo del cantautor Tim Buckley, como él también
desapareció en todo el esplendor de su carrera
justo cuando ésta comenzaba, su debut en el
mundo discográfico fue con Grace un espléndido
disco lleno de bonitas melodías arropadas con su
fascinante voz donde daba rienda suelta a todas
sus variadas influencias, Edith Piath, Leonard
Cohen, Led Zeppelin, Nina Simone, etc...

 Tras su muerte se publicó el magnífico White
mistery boy tour recopilando lo mejor de sus
actuaciones en vivo.
POESÍA ROCK
Patti Smith


Babel
Pienso que levantaré campamento.
Repetición de una fórmula anterior. La
almohada del dinero, la larga fumada, el
libro. El libro toma el lugar de la música.
No tengo idea de dónde estoy ni deseos
de preguntar. Estoy en Munich y la luz
está cayendo. Tengo un relámpago de
inspiración. Paro un coche y entretengo al
conductor a cambio de que me lleve a la
ciudad. Pago un amplificador, una
guitarra eléctrica, cuerdas, púas y una tira
para sujetármela. Prometo volver pocas
horas después. Me consigo un hornillo,
algo de papel y una máquina de escribir.
En una parte remota de la ciudad
encuentro un cuarto. Necesita blanqueado       Una me da su collar. Otra me da todo. La
por lo cual ofrezco placer a uno de los        llevo a un coche estacionado en la parte
chicos locales. Trabaja como camarero a        de atrás. La música es aburrida; las luces,
no mucha distancia, en un club de rock n       chillonas. Estaba pensando llevármela de
´roll. El trabaja para mí pero se niega a      vuelta a mi cuarto pero decidí hacérmela
tomar nada a cambio. Me trae licor y           allí mismo en el coche. Agradecí su
chicle y dice que quizá la próxima vez.        estupidez y su bonito vestido. Hice que se
No tiene nombre y tiene el rostro de un        arrodillara para mí. Retorcí sus pezones y
ángel.                                         le anestesié el coñito masajeándola con
                                               un lento movimiento circular. Ella seguía
Las tiendas han cerrado. No puedo
                                               con las medias puestas. Me la trabajé
recoger mis compras. Me tiro en la cama
                                               lenta y maquinalmente. Ella perdió el
y miro el techo. De repente me siento
                                               control y dejó caer un zapato. Dentro
sucia, agitada. Tomo una chaqueta de
                                               había un fajo de marcos alemanes que me
cuero color chocolate y me aventuro por
                                               afané. Ella se abrió para un beso y le metí
las tristes calles comerciales. Camino
                                               una pequeña goma de borrar rosada. La
largo rato. No hay nadie a mi alrededor.
                                               dejé maldiciéndome atragantada y partí
Estoy perdida en el sistema solar de un
                                               con mi ángel guardián en su motocicleta.
condominio alemán moderno. Llamo a un
taxi y le digo que me deje junto a la
rampa del club Yes. No me quedo mucho
porque las mujeres me crean problemas.
Trilogy - He(art)
       la droga que circunda el corazón / la pipa que yace a su lado / todavía quema...

        Oh yo veo tu asombro / hace espirales allá arriba / allá arriba en el centro de
mi mente /nene ven / vete nene / y libera la huracán oh yo voy hacia el centro del
avión / nene tienes que golpear el centro del aro / y mi corazón bombea / mis puños
bombean /

      radio etiopía es un campo... un puño... una primera embestida del placer que
bombea es la celebración de un boxeador y un bailarín...

        mañana salgo para europa. he estado trabajando largo tiempo es estos apuntes.
abril-agosto. pero aun estoy aquí en los últimos momentos antes de salir a aporrear la
vieja smith-corona. articularma me lleva largo tiempo. a veces creo que sueño en otros
idiomas porque al despertar balbuceo lenguas extrañas... recuerdo de minaretes
desvanecidos entrecruzándose con guitarras eléctricas. es el 28 de septiembre. estoy
contrariada conmigo porque todavía sigo trabajando. pero mi amigo andi que durmió en
etiopia rie y me dice que hace bien. en etiopia esta noche terminan los años sesenta. es
el 28 de septiembre. el año nuevo etiope es ahora 1970. el tiempo no es amo de esta
gente... el tiempo no es el amo de quien lo controla.

        mamá me dijo que nací vieja. con tristeza sospechaba que mis orígenes estaban
mas allá del apego del hombre. aunque cincelada por un escultor extremadamente
distante estoy orgullosa de existir dentro de los limites de la piel mortal. contrariamente
a muchos artistas nunca me siento prisionera dentro de mi carne. mas bien lo celebro...
estoy en un constante estado de sorpresa cada vez que defeco... mas algunas veces
siento este dolor profundo y antiguo... como un dolor de muelas en la nuca. alzo la vista.
en algún lugar en aquella opera magnífica llamada cielo hay una llave... una clave... un
cabello o una huella digital que eventualmente...

       busco a aquel que amo. el duerme. cómo ansío invadir sus sueños ... invadir la
región más inexplorada del hombre... el teatro de su memoria y helar para siempre los
dedos de la música extraña y portentosa que oigo... haciendo señas...

        en el jardín...las luces brillando...megáfonos en miniatura adheridos a los
orificios de todos los MMO...los wawaa de lenny picoteando como salvaje... todo el
mundo se acopla a los la la las... algunos susurran... tierra / tierra... otros pulsan... hay
verdaderos platos voladores... la noche continúa para siempre...en el techo del MSG el
sonido agudo del plato volador... y en los dominios de nuestra memoria... su
fundamento...

       cuándo / cuándo aterrizarás...

       debo irme.

      los muchachos me esperan en Finlandia... tengo que pulir mi arma... la fender
duo-sonic con el diapasón de arce y sus clavijas originales. alguna vez perteneció a
jimmi hendrix, tom verlein la usó para su solo en “little johnny jewel”. pero en su
mayor parte me pertenece / el rock n roll es combate de realeza... el universo es nuestro
campo de batalla... las fenders –todas las guitarras- pugnando por una nota noble-
nuestras armas... los técnicos –grandes soldados... las personas - tiernos salvajes... el
objetivo –la libertad de poseer la llave al quinto batallón y liberar a los ángeles feroces
de A-bad-don7...

        viendo más allá del poder asignado... anoche en un avión había una biblia en el
revistero... por un instante me perdí en la belleza atormentada de las revelaciones...
ángeles vengativos en forma de caballos de fuego... todo conectándose... acelerado y
extático... hasta la detención... el último aliento... la última página.

       porque yo testifico ante cada hombre que escucharé las palabras de la profecía
de este libro, que si alguno quisiere modificarlas, dios le enviará las plagas que han
sido escritas en este libro...

        ¿debemos alzar nuestros atuendos en honor del gran rock y tan sólo a su
servicio? ... oh no lo creo ya... soy una artista un mutante un negro8 ¿mi atuendo? es una
fender duo-sonic y fui hecha para la plaga...

       ¿armagedon? no tiene / salvador carcelero no pueden quitármelo / el fin del
mundo comienza / y es para el rock n roll que he nacido y soy salvaje salvaje salvaje
salvaje / salvaje salvaje salvaje salvaje / salvaje salvaje salvaje salvaje... pregunten a
los ángeles si ya han empezado a moverse / viniendo en tropel desde L.A / pregunten a
los ángeles si han empezado a coparse / la luz es su armadura y es hoy / que somos
salvajes salvajes salvajes salvajes / salvajes salvajes salvajes salvajes // salvajes
salvajes salvajes salvajes / drum roll drum roll drum roll ba-dop bam...

               (Tomado de la revista BEAT 57, Año 1 – N° 3 / Otoño del 2001)




7
    A-bad-don, “un-mal-efecto” o “un mal tipo”.
8
    Nigger.Modo ultra-despectivo para referirse a los negros.
GENTE DEL ESTABLO: RAÚL AGUIAR
                                             Por Yoss

                                        Raúl Aguiar Álvarez (1962):Geógrafo y otro que
                                        empezó por los caminos de la ciencia-ficción en el
                                        Taller Oscar Hurtado, y también en el Julio Verne
                                        de Playa (su gusto por los talleres lo llevó en el 99
                                        a ser parte del primer grupo del Formación
                                        Literaria Onelio Jorge Cardoso) No le fue mal en
                                        el género de los aliens y las naves espaciales: en
                                        1984 obtuvo mención en el Premio David de
                                        Ciencia Ficción. Pero, aunque su veta fantástica le
                                        valió ser incluido en antologías cubanas y
                                        extranjeras como Contactos y Polvo en el viento,
su vocación de crítica social y realismo sucio ya predominaba sobre la ciencia
ficcionera. Como uno de los llamados novísimos narradores cubanos, ha sido incluido
en múltiples antologías, como la iniciática de Salvador Redonet Los últimos serán los
primeros, en 1995 y Aire de Luz de Alberto Garrandés en el 2000. En 1989 ganó el
David con La hora fantasma de cada cual, cuentinovela a cuya lenta conformación,
como Pablo en el planeta de los espejos brumosos (título sin dudas menos afortunado,
aunque... snif, la parte fantástica de aquel novelón era excelente, innovadora, tremenda,
un batazo, vaya) sus colegas del Taller Julio Verne habíamos asistido durante años.
Posteriormente, entre algún que otro coqueteo con la divulgación científica (su libro-
casi folleto Realidad virtual y cultura ciberpunk fue premio Abril en el 95 y
actualmente colabora en la revista Juventud Técnica) Raúl continuó explotando el
mismo universo rockero-adolescente, ya centrándose en la guerra de Angola, con su
noveleta Mata, premio Pinos Nuevos 1995, o prefigurando un microcosmos urbano
nuevo y más oscuro, como en el cuaderno Daleth, Premio Luis Rogelio Nogueras 1996.
De nuevo sobre jóvenes rockeros e inadaptados, aunque centrándose en una perspectiva
esta vez femenina y a nivel cualitativa y psicológicamente más profundo e insidioso, los
cuentos de este evolucionaron hasta su segunda novela, La estrella bocarriba, publicada
en el 2001, y que aborda específicamente el subtema de los grupúsculos “satánicos” o
“nigrománticos” en el escuálido panorama del fandom rockero nacional. Fan irredento a
Pink Floyd, Raúl ha sido profesor de geografía, promotor cultural en el Patio de María,
promotor en el ICL y actualmente se desempeña como profesor asistente en el Centro
de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Volviendo a su primera novela y al
fragmento que aquí se incluye, Pablo, el sensible y problemático adolescente
protagonista de este auténtico buldingsroman, alter ego del autor, es ese joven rebelde,
inconforme, violento pero algo poeta que todos llevamos dentro... o al menos
deberíamos llevar a los 18. Lleno de dudas, enfrentando al sexo (las primeras jineteras,
entre otros episodios memorables) la droga (eh, solo pastillas y yerba, eran apenas los
80) el amor verdadero y las definiciones políticas, Pablo, como los personajes de Sergio
y Verónica, es espejo de una capa social muy concreta, marginada y automarginada por
sus gustos musicales: los llamados frikis (nadie supo nunca si por freaks, fenómenos, o
por free kiss, beso libre) Concierto, como cuenti-capítulo al fin, funciona a la perfección
como historia independiente. Si en su versión oiginal reflejaba uno de los momentos
más típicos de la obra y de los 80: un concierto, grupos de rock nacionales tocando en el
anfiteatro de Alamar, la fauna habitual, una bronca... y, para rematar: gigante, azul, en
fin, la policía... ahora, actualizado cuidadosamente... bueno, las cosas han cambiado en
algunos detalles, pero, en otros...



                                CONCIERTO
                                   Raúl Aguiar


     “…Pink Floyd es conocido como un grupo enigmático que desaparece muy
fácilmente, incluso hubo momentos en que las grabaciones se realizaban por separado,
prácticamente sin encontrarse los músicos y Roger Waters llegó a concebir antes de
hacer este disco, The Wall, la posibilidad de establecer un muro que separara a los
músicos del público y que incluso tratara de separar a los músicos entre sí, buscando
hacer físicamente posible lo que de forma conceptual considera la gran incomunicación
que existe no sólo entre el público y los músicos, si no entre la gente en general. Con
esto vamos a dejar este trabajo que hemos estado realizando para ustedes sobre el grupo
Pink Floyd y los invitamos a que estén próximamente la próxima semana en este su
programa de la Historia del Rock.. Hasta entonces compañeros”
  Pablo se sintió decepcionado. Parecía que al locutor le habían hecho una seña sobre el
poco tiempo que le quedaba y por ello pasó de largo sin siquiera mencionar los nombres
de los discos intermedios Animals y el de Wish you were here, que para el joven nada
tenían que envidiarle a The Wall o The dark side of the Moon. También había pasado
por alto la película hecha con el disco El Muro, una tesis musical en contra de la
incomunicación y el neofascismo.
Pablo maldijo en voz baja a su padre por haberle borrado el casette con las canciones de
uno de los discos, precisamente Atom Heart Mothert, uno de los que casi nadie tenía.
Tampoco podía explicarle a sus amigos el por qué de esa fijación en un grupo tan
antiguo. Ahora tendría que llorarle de nuevo al Jonny para que le pidiera el resalado CD
a su hermano, con lo tacaño que era.


- Coñó, muñequitos y todo, asere, ¡qué volao!
   Pablo se había puesto a leer una de las historietas cómicas que el Jonny hacía de vez
en cuando, mientras esperaba que este terminara de vestirse para ir al concierto. Desde
el cuarto le llegó la respuesta del amigo:
- El otro día le presté una a Betty y no entendió nada.
- Esa nada más que entiende la pornografía.
  Pablo siguió leyendo durante un rato hasta que se aburrió y lanzó la libreta hacia el
sofá. Prendió un cigarro y habló:
- Jonny, ve a ver “Asesinos íntimos”, para que veas nada más a la jeva esa que trabaja
ahí.
- Compadre, yo no me gasto un peso en eso.
- Yo te recomiendo que vayas. Coño, de verdad, asere, está buenísima, ¡tremenda
película, pa’ que tú sepas!
  Silencio desde el cuarto. Pablo aspira dos bocanadas de humo y de pronto siente que
tocan a la puerta. Va a abrir. Es el Duque.
- Coño asere, pensábamos que ya no venías.
- ¿Y el Jonny?
- Vistiéndose
  El Duque aparta las libretas y se sienta en el sofá. Luego se vuelve hacia el cuarto y
grita:
- ¡Dale Jonny, no te pintes más las uñas y acaba!
- ¡Vete al carajo!
  El Duque y Pablo se ríen. Al poco rato sale Jonny, le mete un puñetazo al Duque en
forma de saludo y salen de la casa. Mientras caminan hacia la parada, Pablo aprovecha
para pedirle los fósforos al Jonny.
- Compadre, no fumes tanto que no vas a crecer - dice el Duque. Pablo sonríe y
enciende el cigarro.
- Yo fumo para no coger otros vicios.
- Ja, ja - la risa del Duque es un poco artificial. Pablo vuelve a la carga:
- Cada uno debe tener un vicio. Este es el mejor de todos.
- ¿Por qué?
- Porque te jodes a ti mismo pero no jodes a los demás.
  Por fin llegan a la parada. Saludan a dos conocidos que también van al mismo lugar y
luego se apartan. El Duque murmura:
- Eso es lo que no me gusta. Esa gente son los que van a joder en todos los toques que
se dan de rock. Esos tipos con caras de aberrados y las cejas sacadas y todo eso; esos
tipos son todos maricones.
 Por fin llegó la guagua y ellos montaron. Se mantuvieron callados durante casi todo el
viaje, soportando las incomodidades de la superpoblación habanera y Pablo se entretuvo
en observar a una trigueñita que cambió miradas con él. Pensó por un momento - casi
cuando faltaban sólo dos paradas - en invitarla a que fuera con ellos pero al ver su
vestimenta - un pulóver surfing de esos, con el ratón Disney por detrás y por delante, y
el peinado agarrado por un pellizco - no se decidió. Seguramente era una niñita de su
casa, de la onda esa de Enrique Iglesias, los BSB y otras mariconadas, y no la dejaban
salir sola. Por fin llegaron a su parada y desmontaron. Pablo echó una última mirada a la
muchacha y se lanzó en pos del Jonny. Una gran cantidad de jóvenes faunísticos -
pulseras llenas de pinchos, cabello por los hombros, ropas negras - se bajaron en esa
misma parada. Pablo sintió como la tensión aumentaba a medida que se acercaban al
anfiteatro. Duque sacó una latica aplastada del bolsillo de su chaqueta y se acercó a
Pablo.
- Mira, en esta caja guardo yo los eufóricos.
- ¿Qué cosa es la euforia? - de vez en cuando el Duque salía con una palabrita de estas,
recién estrenadas del ambiente y Pablo no entendía, se sentía un poco inseguro pero
preguntaba de todas formas para apuntarlas en el diccionario personal.
- La coca o la yerba, viejo - Duque sonrió despectivo al ver como Pablo se encogía de
hombros y quiso jaranear un poco - dale, llévatela para que la vean los socios tuyos esos
del Técnico.
- Vete al carajo - Pablo llevó la cajita al rostro y la olió pero no pudo notar nada
anormal.
- No, no - Duque la cogió de nuevo y la guardó - No huele a nada. Yo la llevaba aquí
dentro del bolsillo y el negro haciéndose el muerto, diciéndonos “No, piedra fina…”
  Trataron de sentarse en una de las primeras filas pero todo estaba ocupado, así que
tuvieron que conformarse con el lugar que encontraron, de todas formas desde allí se
veía bien el escenario. El Duque siguió relatando:
- …Un negro descarado, asere, grande. Estaba zumbado como un perro. Fíjate si estaba
zumbado que le dio el material al Linx y se iba sin coger la astilla. Y el Linx se paró y
nos dijo “Eh, vamos echando” y nos mandamos a correr por el terraplén, pero el negro
nos cayó atrás y dijo: “Pásenme los baros, se me olvidaron; no me hagan eso”. El negro
estaba arrebatado de verdad.
    Sonó un rasgueo de guitarra y dos acordes de bajo. Ellos prestaron atención
inmediata. El grupo por fin había llegado y estaban afinando los instrumentos. El Jonny
se volvió de nuevo hacia el Duque:
- Sigue, sigue contando pero habla bajito. Aquí uno no sabe nada.
  El Duque tomó aire, saludó con un gesto a una muchacha que lo había llamado y
prosiguió:
- El barrio Santa Irene ese es un oeste, viejo. Es un terraplén así, y una pila de gente
durmiendo en los portales. El caso fue que pasamos entre todos los tanques aquellos con
la cosa en la mano. Yo guardé la nieve en mi cajita y el Linx cogió la yerba y la llevaba
en la mano apretada, y una pila de policías de tránsito y motos y tanquistas y del carajo.
-¿Y la coca como te la dan?
- En un naylito que parece de preservativo, o si no en un papelito brillante de esos como
si fuera chocolate.
- ¿Y lo otro? ¿hechos cigarros ya?
- No, no, el buche como te lo dan. El buche te lo dan envuelto en un papelito de esos de
hacer cigarros.
- Traza. Coñó, tremendo nivel. Aquí te lo dan en un cartucho y vete echando.
- Sí, y después con eso es que tu haces el “prajón”
 Pablo ya se sentía mal con toda esa conversación y quiso cortarla de una vez.
- ¿Y qué se siente con la nieve?
- Bueno, haz la prueba, socio - Duque volvió a sonreír despectivo.
- No, yo no voy a hacer la prueba. No soy tan comemierda como tú.
-¿Y por qué comemierda?
- Eso es una estafa asere. Doscientos pesos por cuatro rayitas mierderas que para lo
único que sirven es para ponerte un poco alegre. Yo para ponerme en órbita nada más
me hace falta alcohol y música y no tengo que pagar tanto. Lo mío es estar en la onda y
no desconectarme, viejo. La coca te desconecta, por eso es que no sirve.
- Coño. Como habla mierda el Pablo este, compadre - ya el Duque estaba enojado - Que
eso me lo diga un cretináceo con carnet y eso está bien, o un policía, pero que me lo
diga éste…
 El Jonny decidió de pronto ponerse de parte del Duque.
- No sé por qué éste dice eso, si él toma pastillas, él no puede hablar - Pablo sintió como
si le hubieran abofeteado el rostro y optó por callarse. El Duque aprovechó para
remachar su victoria y acabar la conversación de una vez.
- Tú tomas pastillas y por eso decías lo del vicio. ¡Eso es más mierda todavía, asere!
Nada, y seguro que tomas parkisonil y mierdas de esas.
- Clorodiazepóxido on the rocks - El Jonny se divertía.
- ¿Tú sabes a la niña que tienes que echarte para que no critiques más? Una friqui que
anda por ahí que le dicen La Loba. ¡Esa jeva es la mejor brother, es una niñita pero ¡qué
clase de cultura farmacéutica tiene!
- Ja, ja - El Jonny seguía riéndose.
- …Se sabe todas las pastillas: los pacos, la efedrina compuesta, el nulip, las dronas,
todas las variantes. Se sabe la que te sirve para mojar, la que te sirve para dormir, para
arrebatarte pa’llá, pa’ casa de la pinga, para deprimirte, para todo, ¡es una salvaje!
   Pablo no pudo dominarse más y se levantó con los puños cerrados. Silabeó entre
dientes:
- Váyanse al carajo los dos, ¿me oyeron? - y acto seguido se fue de allí con paso hosco
y se sentó en una de las filas de atrás, junto a unos desconocidos. En eso el grupo de
rock comenzó a tocar y todos empezaron a silbar y aplaudir frenéticamente. Pablo se
concentró en la música y trató de no pensar más en la conversación aquella. Al poco
rato se olvidó de todo y comenzó a cantar y aplaudir él también.


                                       Ah, no te preocupes
                                       Nunca pasa nada
                                       Todos son buenos y son felices
                                       ¿Por qué será que me siento triste?
                                       Triste   Loco      Yo


 El grupo era bueno, bastante bueno, y eso que Pablo era muy crítico para esa clase de
música. Tenían hasta composiciones propias y con buena letra y Pablo se preguntó
entonces por qué no ponían a este grupo por la televisión en vez de la cantidad de tipos
supermediocres con sus letras ridículas del majá y el potaje de frijoles qué rico y la
cebollita y los plátanos, o panfletarias que eran peores todavía.
Reconoció al gordo que ya se había hecho famoso en los toques porque era uno de los
mejores bailando kansas con las friquis más ricas del anfiteatro. Ahora tenía entre sus
brazos a una de las garrapatosas - les decían así por su afición a llevar un pomo lleno de
pegamento y olerlo durante el concierto para marearse un poco - y al lado de estos dos a
un mariconcito sin camisa trazando filigranas con los brazos y piernas, esbozando
mensajes - el vuelo del águila, la esfera, la serpiente - y otros menos conceptuales pero a
todas luces referidos al amor y al sexo, que Pablo no tuvo más remedio que admirar y
envidiar en parte - él no bailaba muy bien ni muy seguido; y luego de vuelta a sus
pensamientos.
 El grupo tocó tres canciones más. Algunos bailadores comenzaron con su paroxismo a
engancharse alfileres en los párpados y mejillas. Por suerte hoy los organizadores no
habían tenido la brillante idea de poner juntos a un grupo de salsa con uno de rock como
otras veces. Parece que por fin iban entendiendo que aquello sería problema y bronca
segura.
  Después de otra canción, los músicos pararon y le dejaron el micrófono a la que
parecía ser una de las organizadoras principales. Se armó una rechifla y abucheo
multitudinarios y por eso Pablo no pudo oír lo que ésta decía. Por fin hicieron un poco
de silencio - el mínimo - y Pablo se concentró en las palabras: “a partir de hoy las
entradas serán cobradas a cinco pesos”. De nuevo la gritería del público y ella que pese
a todo continúa: “¿Ustedes oyeron por qué se cobra a cinco pesos?” Gritos de “¡No!,
¡no!” Pablo no sabía si ese “No” se debía a que no habían entendido o porque estaban
horrorizados con la proposición. “Vamos a repetir para que entiendan: Para poder
brindarles a ustedes una mayor calidad, para poder alquilar transporte porque, si ustedes
supieran todo lo que hemos pasado para poder dar la actividad, para poder poner mejor
audio, mejores luces…por eso es que la entrada se cobrará a ese precio. El viernes 27,
los Provos nuevamente aquí, en el anfiteatro…”
    Pablo pensó que la idea era justa. “Y ahora continuamos con…” y el rasgueo
atronador de una prima llena el anfiteatro y Pablo se desliza nuevamente en la música.


                                 Flor de la calle
                                 por favor no la pises…
- Oye…
   Pablo se sorprende. Frente a él se encuentra una muchachita arrodillada que lo mira
fijamente. Tendrá a lo sumo trece o catorce años y está vestida de negro con un collar de
huesos de pollo o algo por el estilo. El pulóver tiene dibujado el logotipo de Black
Sabatt.
- ¿Sabes bailar?
     Pablo sale poco a poco de la sorpresa. La chiquita es muy bonita - quizás
terriblemente bonita - como una muñeca rubia medieval, y no parece drogada o algo
parecido, pero cierto nerviosismo incontrolable bien podría indicar una carga de
adrenalina impuesta al estilo pinchazo - sobreenergía - y Pablo comprende que nunca la
ha visto por allí o al menos nunca se ha fijado en ella. Demasiado peligroso. El SIDA
está que arde.
- No sé bailar - contesta Pablo. Por un momento se recrimina su cobardía. Luego trata
de remediarlo.
- ¿Cómo te llamas?
- Arianne - ella sonríe - y tú te llamas Pablo.
- Eh, ¿y cómo lo sabes?
- Pregunté por ahí.
- ¿Y por qué ese interés?
- Pensé que eras más inteligente. No me decepciones.
 Especial. La niñita era especial, de eso no cabe duda. Estaba a punto de decirle que sí,
que iba a bailar con ella pero en eso la música se interrumpió de pronto.
- Esto se está maleando. - oyó que decía alguien al lado suyo y siguió la mirada de
Arianne. Sin duda, eran la gente del échate pa'llá, del botellazo. Esa gente.
- Seguro son provocadores - siguió diciendo el otro. Pablo buscó a los dos policías que
había visto al principio del concierto, pero estaban conversando cerca de la plataforma y
parecían no haberse dado cuenta de nada. Los tipos estaban buscando a alguien en
específico y por ahora se contentaban con ir mirando fila por fila los rostros de toda la
gente. Al poco rato dejó de prestarles atención - no valía la pena, parece que hoy
estaban calmados, menos mal - y siguió conversando con la muchacha.
  El rostro de Arianne era toda una invitación. Dos canciones y ya él le había pasado el
brazo por encima de los hombros y la había besado en los labios. La muchacha era de
Alamar. Vivía en uno de los edificios cercanos al anfiteatro y estudiaba en la secundaria
que estaba al lado de la facultad de geografía.
- Sí, chico, el edificio ese como de becas, rojo y blanco - y Pablo que se encoge de
hombros y la besa en la mejilla.
 Dos canciones y no pasó nada.



  A mitad de la tercera canción sintió un codazo del tipo de al lado: “Mira, te lo dije”, y
observó el tumulto que siempre se forma en caso de pelea. De pronto, aparte de los dos
policías, habían aparecido tres más y corrían abriéndose paso al centro de la multitud.
Pablo se levantó, curioso, y se acercó un poco, después de decirle a Arianne que lo
esperara en ese mismo lugar. Entonces vio que la gente llena de pánico abría el paso
porque los muy cabrones estaban echando spray y dando golpes a diestra y siniestra y
salían corriendo sin que nadie los detuviera, y en el brillo de cierto objeto que llevaban
comprendió que habían sacado sus pistolas. Los provocadores corrían detrás y todos los
siguieron hacia la salida del anfiteatro. Allá fuera estaban los carros jaulas esperando y
ya tenían acordonada toda la zona. Trató de buscar a la muchacha con la vista pero ésta
había desaparecido. Por supuesto, el concierto terminó allí mismo en una riña
tumultuaria. Golpes, gritos, piedras lanzadas contra los boinas negras, luego los perros,
todavía con el bozal, por suerte, y varios disparos al aire. “Ahora sí se jodió esto”, pensó
Pablo. Caos total. Un punk se había adueñado de un aparato de spray y le rociaba con
saña el rostro a un policía sin importarle los golpes de tonfa mientras que otros seis
intentaban volcar uno de los autos. Pablo pudo ver como introducían a una muchacha en
el camión y ella pugnaba todavía en amenazar a alguien - “Te lo dije cabrón, que no me
tocaras” - y la respuesta áspera del policía: - ¡Te me callas la boca, puta! - En el otro
carro, ya casi repleto, montaban a uno de los Provos que parecía herido, con la camisa
llena de sangre y que trataba de explicar algo pero sin éxito. Pablo sintió que la rabia le
subía y lamentó no tener a mano una botella con gasolina para hacer una molotov.
Esquivó a dos boinas negras que venían por él y pudo golpear a uno de los
provocadores con una pedrada. Llegaron refuerzos. El se alejó prudentemente
¿cobardemente? De todas formas desde el principio se sabía que era una batalla perdida.
Poco a poco las cosas se fueron calmando, por lo visto la monada se había dado cuenta
de que no podrían montarlos a todos y decidieron largarse con la cosecha. Sólo dejaron
a cuatro policías para que pararan cuanta guagua o camello pasara por la calle y así
rellenarlos con los friquies sobrevivientes para que se largaran de allí de una buena vez.
  Ya cuando los camiones jaula se ponían movimiento, pudo ver el rostro del Duque
sentado detrás en el último carro y luego de la sorpresa inicial se prometió que llamaría
a algún pariente de este en cuanto llegara a la casa. Luego lo pensó mejor. ¿Qué
pariente? Todos eran de otras provincias. Duque no tenía más remedio que joderse. Y
por supuesto, él no iba a ir a la estación. No quería cuentos con la policía.
 Prendió un cigarro y buscó al Jonny entre la gente pero no pudo encontrarlo. Quizás
ya se habría ido antes de que pasara todo. Esperó a fumarse el cigarro hasta que se
quemó los dedos pero no aparecieron ni su amigo ni la muchacha. “Al carajo”, se dijo y
comenzó a caminar hacia la parada.
HISTORIA DEL ROCK MADE IN CUBA




                           CAPÍTULO 2: LOS 60

En los 60, hay que hablar necesariamente de los Beatles. Como se sabe, este grupo
británico invadió el mercado internacional de la música popular y, a pesar de que esa
época estuvo señalada para nosotros por un férreo bloqueo que nos limitaba la
información musical, esto no fue impedimento para que surgieran grupos de rock que
trataron de asimilar y adaptar a nuestro lenguaje aquellas ondas que venían de un eco
lejano y diluido. También el fenómeno Vétales tuvo en Cuba algunas repercusiones
específicas. La ruptura de las relaciones con Estados Unidos y el mismo bloqueo, así
como cierta postura inmunológica un poco extremista, trajo como consecuencia que se
estimulara la idea en la cual se identificaba la defensa de la cultura nacional con el
rechazo de todo tipo de “penetración cultural” que proviniera de cualquier país
capitalista, fundamentalmente de Estados Unidos o Inglaterra. Cualquier intento de
hacer “ritmos nuevos” dentro de la música cubana, como el Mozambique o El ritmo del
pilón, eran inmediatamente promocionados como valores autóctonos, muchas veces de
manera acrítica, como una especie de resistencia exagerada frente al “mensaje del
enemigo.” Claro que no se podía mediatizar los gustos estéticos de toda la población, y
mucho menos de cierta parte de los jóvenes, que solo tenían que conectar una radio en
frecuencia modulada para estar al día con respecto a la nueva música que les venía de
allende los mares.
Como decíamos, en el transcurso de los 60, y pese a las dificultades objetivas y
subjetivas antes explicadas, comenzaron a surgir un limitado número de grupos que en
su lenguaje adoptarían de manera variada los elementos del rock, y decimos muy
limitados si los comparamos con el sinnúmero de agrupaciones que surgieron por esa
misma época en el resto del mundo.
La mayoría de estos grupos se concentraron en Ciudad de la Habana porque las relativas
posibilidades de la vida capitalina permitían al menos la supervivencia, que en el
interior se veía mucho más disminuida. Estas bandas podían diferenciarse fácilmente en
profesionales y aficionados. Entre los primeros se destacaron Los Armónicos, Los
Barba, Los Dada, Los Bucaneros y Los Magnéticos, y entre los aficionados, más bien
subterráneos, Los Astros, Los Vampiros, Los Pacíficos, Los Buitres, Los Halcones y
Los Golpes duros, y varios más. En el interior del país se mantuvieron escasos grupos
como “Los Novels” de Matanzas y “los Duendes” de Camaguey.
Por estos años se comenzaron a radiar grupos españoles como “Los Brincos”, “Fórmula
Quinta” y “Los Mustang”, que marcaron un momento importante en la asimilación del
rock en el mundo de habla hispana y fundamentalmente para las grandes masas del país.
Entre los grupos profesionales cubanos que lograron un mayor nivel de aceptación se
encuentran “Los Bucaneros” que comenzaron como cuarteto vocal y en 1965 se
presentaron como cantantes e instrumentistas asumiendo el rock primario que se hacía
en aquella época. También “Los Magnéticos”, que se fundaron en el verano de 1968.
Durante varios años hicieron un trabajo en el marco de su pueblo muy poco conocido en
esa época, aunque llegaron a actuar en el Festival de Varadero de 1970. Ya concluyendo
esta década aparece el dúo de Mirta y Raúl (él era proveniente de “Los Astros” y
después “Los Bucaneros”). Su lenguaje no era rock, pero sí un pop con influencias de
rock.
También los “Cinco de Armandito Zequeiras”, “Los Centurys”, “Los 5u4”, que
subsistieron durante muchos años en su forma de hacer línea rockera, con mayor o
menor acierto.
Los grupos de rock underground no solo copiaban con exactitud celosa eñl lenguaje
musical del género en toda su magnitud, así como el repertorio de los grupos de su
predilección, sino que llegaban a imitar externamente a los mismos asumiendo sus
formas de vestir, de pelarse (o no pelarse) y hasta de usar gafas al estilo John Lennon.
Estos grupos se proporcionaban su instrumental de forma artesanal y rústica, haciendo
guitarras con paletas de pupitres escolares, alambres de teléfono como cuerdas,
micrófonos con pequeños imanes de juguetes y bafles de saco. En Cuba muchas veces
se conocían las versiones nacionales de un tema antes que la pieza original extranjera.
Estos grupos eran idolatrados por la población más joven de la Habana, y uno de los
primeros en ser ampliamente aceptados fueron Los Pacíficos, que imitaban a los Beatles
y según algunos testigos de la época, lo hacían perfectamente.
Cuando “Los Pacíficos” comenzaron a decaer, los Kent los sustituyeron en cuanto a
demanda para las fiestas de fin de semana. Los Kent tenían una tendencia más agresiva
y en sus interpretaciones imitaban a otros grupos extranjeros además de los Beatles. En
esta misma línea se enmarcaban los demás grupos: Siuck, de Marianao, los Golpes
duros, de Centro Habana, Los Viking y Los Gnomos, entre los que más se recuerdan.
Nunca grabaron un disco de vinilo, ni dejaron siquiera una cinta de alguno de sus
conciertos. Estos grupos de los 60 tienen como su mayor logro haber mantenido el rock
vivo a pesar de todas las dificultades, cuando este género era muy poco difundido por
radio y televisión. Por esta época tener tocadiscos o una grabadora era pertenecer a una
élite muy reducida de afortunados. Los que contaban con alguna la alquilaban a cien
pesos la noche, y las fiestas, sobre todo de quince, optaban por la música de algún grupo
en directo. Esa era la oportunidad de los grupos aficionados para sobrevivir. Algunos
cobraban hasta 400 pesos, lo que les permitía hacerse de equipos e instrumentos por vía
del mercado negro, muy precario, por cierto. Se mantenían existiendo a cuenta de estas
fiestas, sin promoción ninguna y soñando con el profesionalismo.
Ya a finales de los 60 se produjo un auténtico boom dentro del rock cubano. El género
había llegado a la mayoría de las provincias aunque la Habana seguía siendo la fuente
principal. Surgieron nuevas bandas como Sonido X, Los Jets, Almas Vertiginosas,
Tercer Mundo, Primera Generación, Nueva Generación, Los Cometas y Dimensión
Vertical, por solo nombrar los más importantes.
Había una diferencia esencial de estilo entre los aficionados (o underground) y los
profesionales, y esta diferencia se mantendría vigente hasta mediados de los años 70.
Los profesionales hacían concesiones, tenían que ofrecer un rock adaptado a las
necesidades de sus funciones en cabarets, siguiendo las líneas establecidas por las
empresas para las que trabajaban. Mientras que en ellos se notaba un predominio de
versiones en español de piezas inglesas o norteamericanas, muchas veces con letras muy
alejadas de sus versiones originales, en los grupos aficionados o subterráneos, cantar en
español era algo considerado de muy mal gusto. Esta era la marca fundamental que los
marginaba de la EGREM, la principal discográfica cubana, y de cualquier otro medio de
difusión masiva.
LOS MÁS JÓVENES: FRANK R. ROJAS
Escaleras al cielo. Frank R. Rojas Aguilera (Holguín, 1974) Licenciado en Lengua
Inglesa y fanático irredento del rock británico de los 60 y 70s. Profesor en la Facultad
de Humanidades de la Universidad de Holguín. Graduado del Centro de formación
literaria Onelio Jorge Cardoso y miembro de la Asociación Hermanos Saíz. Textos
suyos han aparecido en publicaciones de España y México. Ha ganado los concursos de
narrativa “La llama doble” 2001, con su cuento Como una luna en el agua, y tercer
premio en el concurso de cuentos breves “Vértice” 2001. En el cuento que aquí les
ofrecemos, Escaleras al cielo, Frank, por medio de un lenguaje muy preciso, en
ocasiones poético, se adentra en uno de los temas más recurrentes de la promoción
actual: la marginación y/o automarginación de varios sectores de la población, con una
incidencia mayor en los personajes jóvenes, el exilio (visto en su problemática del
afuera y del adentro), la melancolía por el pasado, la soledad del individuo y la
necesidad de gravitar alrededor de la familia, la pareja o los amigos a pesar de las
“lejanías” impuestas.
ESCALERAS AL CIELO
                          Frank R. Rojas Aguilera
                                                                 “There`s a lady who`s sure
                                                                    all that glitters is gold”
                                                                               Led Zeppelin

                             Hay días en que el mundo puede ser una espiral de hierro
                             oxidado, una espiral que alguien llama escalera y que, en
                             caprichosas     contorsiones     de    diecisiete   peldaños
                             triangulares, puede llevarte al único lugar donde el aire es
                             tranquilo, encina de la casa. Hay días en que la casa puede
                             ser una mezcla incoherente de voces iracundas desde la
                             habitación o desde el centro minúsculo de la sala o en la
                             terraza, justo en la base de la espiral, donde esas voces se
                             levantan acusadoras en contra de lo que hiciste, dijiste,
                             tocaste, como si con el tacto de tus dedos, con el eco de tu
                             voz, el universo estrictamente ordenado de la casa saliera
                             de su órbita y se quebrara sin remedio. Todo lo que hemos
hecho por ti, cómo nos hemos sacrificado para que tú ni siquiera... Hay días en que
sencillamente dejas de escuchar los reclamos en un reflejo de desconexión STOP,
caminas hacia el extremo filoso de la placa de hormigón con la última botella en las
manos y contemplas la tarde en su descenso detrás de los edificios. Entonces, es tu
índice derecho el que hunde lentamente el plástico encima del mágico PLAY y la
guitarra de Jimmy, como una bendición desde las bocinas pequeñas, termina por ahogar
las acusaciones que vienen de la casa y que a partir de ese instante ya no te importan.
No sabes bien como fue el principio. Probablemente siempre estuvo allí, una rebeldía
sutil, que se volvió más aguda cuando te fuiste al pre, lejos de la casa, y aprendiste a
fumar, a beber ron y escuchar la música que te gustaba. Allí fueron los primeros
conflictos, cuando tu madre te arrebató el cigarro y casi te abofetea, cuando de un golpe
estrelló el vaso de ron contra la pared, cuando tu padre apagó la grabadora. Más de una
vez saliste disparado y lleno de rabia con intenciones de no regresar jamás. Todo se
parecía absurdamente a la historia de Tom Sawyer, sólo que tú no tenías un Mississipi
que se perdiera hacia el norte o hacia el sur, tú solo podías desembocar en el muro, en
este mar encallado en los arrecifes. Entonces optaste por el cielo y colocaste esta
escalera de hierro para acceder al techo de la casa, que reclamaste para ti, como buen
conquistador, y que se convirtió en el dominio donde podías respirar en paz, a través de
los golpes de un viento manso.
Led Zeppelin, habías querido decirles, pero tus palabras se hicieron inaudibles en el
ruido de los carros que pasaban por la calle y fue mejor así, porque de todas formas,
como otras veces, tu madre hubiera estado demasiado ocupada en sus trabajos
domésticos y en sus años cincuenta de donde nunca la pudiste arrancar. Led Zeppelin, le
habías querido decir, que al menos intentara comprender, aunque no pudiera
compartirlo contigo porque el inglés, ya se sabe y por otras cosas también... pero ella
inmediatamente mencionaría al tal Pablo ese con sus ideas raras, y lanzaría una sarta de
adjetivos hirientes contra esos amigotes tuyos, que hay que ver con qué gente andas,
Eduardo, con esos que no te conviene... STOP
Fue gracias a Pablo que llegaron por primera vez Led Zeppelin, Pink Floyd y los
Beatles, y con ellos los pelos largos. Cada vez que Pablo se atrevía a llegar hasta tu casa
era de seguro porque había logrado rescatar alguna grabación de un naufragio, un
vecino la iba a botar, imagínate. ESte merece un trago, contestabas y los dos ascendían
los peldaños con una botella que conseguía el flaco Ale diez minutos más tarde.
Entonces caían sobre ustedes la mirada retorcida detrás de la tabla de planchar, los
gestos ásperos del rostro arrugado frente a la llama azul del fogón, el nervioso
tamborileo de las manos gordas y marchitas alrededor de la escoba. Pero eso ya no
importaba, a pesar de todo aquello, la mirada, el rostro, las manos, estuvieran a punto de
convertirse en una avalancha verbal de quejas y vituperios.
Ustedes siempre eran más ágiles y alcanzaban el techo antes del comienzo de la frase
que saldría irrefrenable pero al mismo tiempo desatendida. STOP. Se sentaban en
círculo con la botella que los Sioux del barrio de Alejandro le habían obsequiado a
cambio del préstamo de unas fotos prohibidas, con unas modelos en cueros que estaban
fuera de este mundo, hermano, todos aquellos huesos finos y aquellos culos perfectos, y
sobre todo los intrigantes cortes en el vello púbico en forma de saeta dirigida ya se sabe
a donde. La botella de ron también ilegal, de la cosecha privada de algún químico
improvisado al que no valdría la pena preguntar por los ingredientes, puesta en el medio
del círculo al que a esas alturas se habría sumado Rafael para que el círculo estuviera
verdaderamente completo. Luego, la botella pasaba e los labios de uno a los del otro en
tragos profundos que servían para afinar aquello que Alejandro insistía en llamare el
espíritu y poder hacer lo que er4a de rigor, brother, poner la grabadora, en un gesto
iniciático como cuando la maniobra vacilante de un índice abre definitivamente para
otros el terreno detrás de la membrana de las hembras; presionar el PLAY para que ese
día fuera un día a favor de tus amigos, de tu música, de ti mismo, de esa mujer que está
segura que todo lo que brilla es oro y que quiere comprarse unas escaleras al cielo, esa
mujer que sospechosamente ahora, cuando escuchas de nuevo la canción, te recuerda a
Aurora...
Fueron siete años. Aurora bajo las luces de neón la primera noche. Aurora el sábado
siguiente, de espaldas en el muro, sentada en el lugar donde la noche te mira directo a
los ojos y te dice: ya es hora, vamos. Ella te sonrió, chen, y entonces ya no hubo nada
que hacer. Esto merece un trago, piensas y te llevas la botella a los labios. No acabas de
entender qué pasó. Fueron siete años de tu vida, así de sencillo: buscar trabajo, cortarse
la melena, convertirse en el tipo sociable del barrio. Aurora, la mejor aliada de la vieja.
Hasta dejaste de beber, de ver a tus socios. Seven years, brother, y es que a las mujeres
no hay quien las entienda. Robert Plant lo canta ahora... baby, I`m gonna leave you,
leave you in the summertime... Siete años y ella se fue, así de sencillo.
Alguna vez pensaste unos versos vagamente sonoros, algo acerca de cómo todo se
deshace en las certeza del olvido, pero realmente resultaron patéticos y en fin, hubiera
sido demasiado sencillo, asere. Asere, esa palabra descomunalmente familiar, como si
Rafa te la estuviera gritando al otro lado de la calle aunque todo el mundo se detuviera
ante sus gritos, o justamente eso ¡Eduardo, asere!; esa palabra magistral seguida por las
palmadas suaves de Pablo cuando te dijo que se iba de este país; la palabra que te unía a
Alejandro, cuando se sentaban a hablar de cine y era tan cercano y eran unos tipos
bárbaros y la muerte, asere, era lo que le pasaba siempre a los malos en las películas de
Hollywood, the bad guys, porque los buenos que eran ustedes no morían, no podían
morir, aunque los molieran a golpes y escupieran, todo ensangrentados ya y sin fuerzas,
hasta el último diente. Pero no resultó así, no fueron necesarios los golpes, bastó con
que se agolpara la sangre en sus arterias para que Alejandro quedara petrificado en un
cuadro sobre la pared de su casa, con sus eternos veintiséis años.
Al final de la lista de tus amigotes, de esa gente rara, siempre aparece Aurora, al final de
los versitos, o después del asere que te dicen tus fantasmas, aparece, recurrente, su
figura recortada contra la luz de neón, o en el muro frente al mar. Y entonces el PLAY
desciende sin miramientos, empujado por tus dedos y bebes un trago largo que vas a
compartir de todas formas y levantas la botella con tu mano derecha, porque nada puede
impedir que beban contigo tus amigos, que escuchen a esta guitarra que Jimmy Page
comienza a tocar, ajeno a tu brindis. Los vecinos han comenzado a murmurar como
siempre. Ese muchacho se va a matar allá arriba un día de estos, lees en los labios
gruesos y despintados de las viejas del barrio. Pero no pueden entender que ya eso no
importa, antes o después llegarán tus amigos con una cinta vieja, rescatada de algún
naufragio estúpido. Se sentarán todos en este sitio semicircular reservado para ese
momento, y podrás oír sus voces y beber juntos de lo poco que has dejado, lo siento,
aseres, en la última botella. Luego, ya entrará esta guitarra angelical para salvarlos del
ruido de los carros en la calle, y las vecinas hablan con tu madre, le dicen que te vas a
matar allá arriba un día de estos. Y al final, para cerrar el círculo se sentará también
Aurora con sus ojos asiáticos mirándote fijo, aunque para que todo eso suceda tengas
que violar todas las fronteras y cruzar noventa millas en busca de Pablo; cavar con las
uñas en la tierra para llegar hasta Alejandro; estudiar sicología femenina, si tal ciencia
existe, o cruzar kilómetros de esta isla en busca de no importa qué, o sí importa, porque
ya comienzan a subir las voces autoritarias diciéndote que bajes ya, que un día de
estos... STOP.
Hay días en que el mundo puede ser ese pequeño espacio a favor de tus amigos, de tu
música, de Aurora que termina comprendiendo que no todo lo que brilla es oro, de Rafa
que debe estar al llegar para acompañarte a la clínica. Y es que esta espiral por la que
desciendes titubeante cuando sientes un extraño cansancio en los huesos y las manos te
tiemblan al soltar la botella vacía, estos peldaños herrumbrosos y húmedos es la única
certeza del olvido, la única escalera al cielo que te ha sido dada.
LA HISTORIA DEL HEAVY METAL




              Cuarta parte: El sonido de California

1968. California, Estados Unidos. El sonido de la costa oeste, con Grateful Dead, los
Spirit del endiablado guitarrista Randy California, posteriormente volcado en el hard
rock, y unos Jefferson Airplane dirigidos musicalmente por su guitarrista Jorma
Kaykonnnen, que de manera instintiva está introduciendo la base del sonido hard, y
otros como el grupo de John Cipollina, una banda de rock fuerte donde las hay, con un
guitarrista improvisando hasta 25 minutos. Todos ellos configurarán un tipo de rock
basado fundamentalmente en el blues, pero aportando una superación instrumental,
desarrollando el papel de la guitarra y explotando todas sus posibilidades técnicas.
Festivas ceremonias embebidas de lisergia y congregación vital, sinceros hippies de San
Francisco enlazados con universos clásicos de la tradición sonora americana y
caracterizados por el tratamiento que le dan a los teclados y las despreocupadas
disoluciones psicodélicas puestas en escena de forma dilatada y comunal. Influyeron en
cierta medida en el desarrollo de todo el blues progresivo inglés y su evolución hacia el
hard rock.
Pero la vertiente más dura se llama Blue Cheer. Aunque posteriormente derivaron hacia
un sonido más en las coordenadas del rock californiano, sus primeras obras destilaban
un volumen sonoro, una electricidad metálica que superaba en dureza en se momento a
los propios Cream. Blue Cheer fueron unos adelantados a su tiempo, y apenas
sobrevivieron los 70, pero son otra referencia obligada a la hora de reconstruir el pasado
del heavy.
Los últimos años de la década del 60 son difíciles, hay miles de jóvenes en todo el
mundo que ansían hacer suyo el grito de los Beatles ¡Revolution! Y que empiezan a
sentir en su cerebro los desgarradores gritos de John Lennon en el crescendo final de
“Hey Jude”, unos chillidos que son heavy puro. Era 1968 y eran los Beatles.
Hasta ahora, ya tenemos toda una serie de elementos que
van a estar presentes de una forma u otra en el heavy
metal, desde el blues progresivo al rock californiano.
Pero todavía no hay un concepto definido. Solo hay un
sonido, unos rasgos dispersos por aquí y por allá. A
finales de 1968 surge Iron Butterfly, y una obra que
amplía aún más todo el horizonte de posibilidades
sonoras para el rock de los 70. Con la canción “In a gadda
da vida” se da la culminación y revolución total dentro de
la vanguardia, yendo incluso todavía más lejos que
Cream, haciendo de la cara B del álbum un solo tema de 18 minutos.
“In a gadda da vida” ya es un long play de hard rock, casi podría decirse que heavy. De
hecho, “Heavy” era el nombre del primer disco de larga duración de Iron Butterfly,
editado en 1967. Todo un símbolo. Si Hendrix y Cream son el sonido, Iron Butterfly es
el concepto, la obra, el álbum. Ya casi todo estaba listo para el surgimiento del hard
rock.

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Rockstalgia4

  • 1. ROCKSTALGIAS Boletín electrónico de literatura con temática rock No 4 Mayo 2006
  • 2. EDITORIAL : ¡Viva el primero el Mayo! ¡Felicidades por el Día de las Madres! ¡Gloria a los mártires anarquistas de Chicago y a los que cayeron en París en aquel alucinante mayo del 68! Bueno, pues aquí vamos con la cuarta edición de otro Rockstalgias. En esta ocasión nuestro artículo principal versará sobre los orígenes de la literatura de rock en Cuba. También podrás encontrar dos fragmentos de novelas, uno de Abel Prieto, el actual ministro de cultura cubano y otro de Raúl Aguiar, uno de los editores de Rockstalgias, que ya le tocaba; también un cuento de la última promoción, escrito por Frank Rojas Aguilera. En la historia del rock en Cuba hoy recordaremos la década de los 60 y aquellas bandas cubanas que echaron a rodar el género en la isla. Esta vez decidimos incluir una sección en homenaje a los mártires del rock, una especie de efemérides que pensamos continuar en los siguientes números. En nuestra sección de poesía te ofrecemos dos maravillosos poemas de una de las fundadoras del movimiento Punk; Patti Smith, y en nuestra sección de historia del heavy te invitamos a viajar también a los años 60 pero esta vez nos vamos a California, en plena efervescencia del verano de amor de los hippies. Los editores INDICE: 1. El tema prohibido (o casi): El Rock, su reflejo en la narrativa cubana y mundial (Cuarta parte) Por Raúl Aguiar y Yoss 2. Los pioneros. Facultad de humanidades, por Abel Prieto. 3. Los mártires del rock (mayo) Bob Marley, Jeff Buckley 4. Poesía rock: Babel, Trilogy-he(art), Patti Smith 5. Gente del Establo: Raúl Aguiar. Por Yoss 6. Concierto. Raúl Aguiar. 7. Historia del Rock made in Cuba: Los 60 8. Escaleras al cielo. Frank R. Rojas Aguilera 9. Heavy metal (Cuarta parte). El sonido de California. Raúl Aguiar
  • 3. EL TEMA PROHIBIDO (O CASI): El rock: su reflejo en la narrativa cubana y mundial (cuarta parte) O literatura y rock en Cuba. Los comienzos. Por Raúl Aguiar & Yoss Estoy bailando el rockason con los muchachos, estoy sintiéndome mejor…(David Torrens) La historia del rock en la literatura cubana comienza bastante tarde, en comparación a otros países de habla hispana. Hay que tener en cuenta que el rock, como forma musical oriunda de los EE UU y cultivada mayormente en los países anglosajones o en el mejor de los casos europeos, se cantaba casi siempre en inglés (faltaba mucho para Mano Negra, Manu Chao y su Clandestinos). Y para la ortodoxia cultural de los mismos paranoicos dirigentes culturales causantes del congelamiento literario del llamado Quinquenio Gris, decir rock era decir la música del enemigo. Probablemente no es este el momento ni el espacio ideales para hablar de la censura radial ejercida sobre las grabaciones de The Beatles, de la policía y sus entusiastas “colaboradores voluntarios” recogiendo peludos en el Coppelia nocturno, de la UMAP y las acusaciones de diversionismo ideológico a jóvenes alumnos por oír la música de grupos rockeros pretendidamente fascistas, como Kiss… no vale la pena a estas alturas remover viejos rencores, y en todo caso haría falta más que este prólogo (pretendidamente breve) a una antología para no olvidar y/o reparar injusticias. Pero es preciso al menos decirlo. O sea, tener bien en cuenta que si en la Cuba de los 60s y sobre todo los 70s y principios de los 80s ya estaba mal visto escuchar rock y más aún tocarlo, ni hablar de escribir sobre esa música estridente, Caballo de Troya lleno de mensajes perniciosos para la moral y la ideología de nuestra juventud, y mucho menos de tres o cuatro peludos, elementos inadaptados y recalcitrantes que insisten en escuchar esa bulla infame y en vivir imitando patrones de vida foráneos y del todo ajenos a la moral revolucionaria.1 Por tanto, en los comienzos de la historia nacional de la narrativa de tema rockero, sólo encontramos tímidas referencias (la apropiación del título o verso de una canción para título del relato o ensayo literario, como exergo del cuento o alguna referencia circunstancial al rock and roll) en textos de escritores de la generación de 60 y los 80. 1 De El Militante Comunista, 1982 circa.
  • 4. Severo Sarduy, Guillermo Cabrera Infante (Tres tristes tigres), Luis Manuel García, Francisco López Sacha (Análisis de la ternura), Reynaldo Montero (Donjuanes, Fabriles), Abel Prieto (Noche de sábado) y Carlo Calcines, entre otros... En 1980 Miguel Mejides gana el concurso de la revista Bohemia con su cuento Mi prima Amanda2, donde hace referencia a unas adolescentes “frívolas” que a comienzos de los 60 que se reúnen a diario para escuchar discos de Elvis Presley.3 Pasan los años y una de ellas, precisamente la Amanda del título, obsesionada en negar el paso del tiempo, queda presa de su fanatismo musical hasta llegar a la locura. De la misma época es también el cuento El hacedor de bajos, de Reinaldo Montero4, que ensaya si bien aún tímidamente un acercamiento a la picaresca nacional de los aspirantes a rockeros del patio, siempre construyendo instrumentos caseros y vendiéndolos para comprar otros, en un eterno círculo vicioso. José Ramón Fajardo, en 1985, obtiene el Premio David de cuento con su libro Nosotros vivimos en el submarino amarillo, una clara referencia a los Beatles aunque en el único relato que podría considerarse claramente deudor de este tema, Aquella dura noche5, el protagonista, un adolescente enamorado, se esfuerza por aprender a bailar bajo la tutela de dos amigos para conquistar a la muchacha de sus sueños. Sólo al final hay una clara referencia al rock cuando la última imagen es para un afiche de Eric Clapton que empuña furibundo una guitarra (imagen que podrá ser todo lo potente para cerrar un cuento que se quiera, pero que, fiel al espíritu de aquellos años, peca de leso desconocimiento rockero: ¿nada más y nada menos que Erick “mano suave” Clapton... furibundo?) . A pesar de que el resto de las historias están muy alejadas del tema rock, y más bien tratan sobre vidas de estudiantes becarios – muy de moda en los escritores de la generación de los 80 - en el relato que da título al libro ya encontramos la semilla de unos adolescentes rebeldes que se atreven a desafiar al director de la escuela por su esquematismo y doble moral. Luis Manuel García, en el cuento satírico Repeat After me de su libro Los forasteros (Premio UNEAC de Literatura 1986), describe una pareja que trata de escapar de la realidad objetiva rodeándose de objetos electrodomésticos, música, videos, ropas y otros artículos en un culto casi religioso al consumo. En este cuento el rock es sólo un elemento más para la alienación de los protagonistas. El rock desaloja gradualmente (cada día es más difícil) la realidad exterior, que aprovecha las noches para escurrirse por la más mínima rendija, intentando ocupar la casa. Al principio, Frank la combatió mediante Kiss y Queen, pero la efectividad estaba determinada por el volumen. Geminis, Kansas y Deep Purple establecían bochornosos tratados con la intrusa realidad, Se confabulaban con ella, convivían. Vangelis en cambio, empuja a la realidad de cuarto en cuarto, hasta que la despeña por la puerta del fondo. En el año 1987 el autor Sergio Cevedo Sosa, cuya obra es una especie de puente temático y estilístico entre la generación de los 80 y los novísimos, obtiene el Premio David en el género de cuento, y el Premio Caimán Barbudo con la noveleta Rapsodia Bohemia6, texto que anuncia con especial tino artístico lo que sería en breve la literatura freakie. En Rapsodia Bohemia ya encontramos los brotes de una conciencia de diferenciación, de marginalidad, con respecto al resto de los jóvenes, los personajes hablan con una jerga 2 Leer cuento en revista Rockstalgias No.1 3 Esta historia sería luego retomada por Francisco López Sacha en Mi prima Amanda otra vez. 4 Revista Rockstalgias No.3 5 Revista Rockstalgias No.2 6 Revista Rockstalgias No.1
  • 5. particular, discuten sobre rock, hay una visión descarnada del sexo y la frase final del relato, Vivan los anormales, parece toda una declaración de principios. (Continúa en el próximo boletín)
  • 6. PIONEROS DE LA NARRATIVA DE ROCK EN CUBA: ABEL PRIETO Abel Prieto (1950) es oriundo de Pinar del Río. Narrador y ensayista, especializado en la obra de Lezama Lima. Desde 1991 a 1997 se desempeñó como Presidente de la UNEAC. Comenzó a ser conocido al ganar el Premio 13 de marzo de la Universidad de la Habana en 1969 con el cuento Un miedo encuadernado en amarillo. Ha publicado Los bitongos y los guapos (1980), No me falles, Gallego (1983) y Noche de sábado (1989), cuentos con temática juvenil donde toca por primera vez el tema de los jóvenes y su relación con la música de los Beatles, de la cual Abel Prieto ha demostrado con creces ser uno de sus más fervientes admiradores. Con Noche de sábado obtuvo el Premio de la Crítica en 1989. Publicó también MIsha o los chistes del socialismo real, en 1997. Actual Ministro de Cultura, encontró tiempo (nadie imagina como) para escribir su última novela, El vuelo del gato, (1999), de la cual hemos escogimos un fragmento para esta antología.
  • 7. FACULTAD DE HUMANIDADES Abel Prieto Entre los hippies del Carmelo no había una vanguardia ideológica propiamente dicha, aunque sí una vanguardia intelectual, y era gente que había leído el Lao Zi o Libro del Tao y hablaba con fluidez de cine, literatura y filosofía. Yo tenía algunos amigos entre ellos y me hubiera gustado que Marco Aurelio y Angelito los conocieran; pero aquella noche (como supe después) ponían El rostro en la Cinemateca, y la vanguardia no podía perdérsela, y por el momento debíamos conformarnos con “la masa”, que discutía sobre la ruptura de los Beatles y se dividía entre el bando de Lennon y el de McCartney. Un hippie negro y alto, con el pelo a lo Jimi Hendrix, analizaba cada una de las canciones aparecidas bajo la doble firma Lennon-McCartney y explicaba dónde había predominado la onda o el temperamento (así decía) de “Paul”, sus ráfagas luminosas, su optimismo a toda prueba, y dónde la duda y el claroscuro de “John”. Otro aniñado, casi albino, de melena rojiza, afirmaba, solemne, que el mundo ya no sería el mismo después de la disolución de los Beatles, y muchos asentían, moviendo tristemente las cabezas peludas. Había una loca hippie, muy teatral, que trataba de llevar el debate hacia la vida privada de los Beatles. Absolvía de toda Culpa en la catástrofe, en la ruptura del grupo, a Linda Eastman, la mujer de McCartney, y concentraba un odio feroz en la japonesa, así decía, para no pronunciar el nombre maldito, el de Yoko, a quien hacía responsable de las contradicciones entre los dos Grandes. No entendía como “John”, que no era el más bello pero sí ostentaba una onda de primera categoría, podía haberse “juntado”, decía, con una mujer tan fea y asiática y cómo había acabado por casarse con ella y hasta hablaba de tener un hijo. “¿Qué saldrá de ahí, Dios mío?”, se preguntaba, sobreactuando, y miraba al cielo nocturno como si le pidiera una respuesta. John copulando con Yoko / no pare un Beatle de ojos rasgados / ni una japonesa de pelo rubio y gafitas redondas. / Engendran el Gato Volante. Esa hubiera sido la respuesta ideal,
  • 8. pero a mí no se me ocurrió. Ni a mí ni a Marco Aurelio, ni al Dios que flotaba presuntamente sobre el Carmelo de Calzada, y aún Lezama no había escrito el poema. La pregunta clave era otra. La pregunta de la noche iba y venía, repetida en tonos y formas diferentes: ¿Cuál de los dos Grandes aportó más al milagro de los Beatles? El pequeño no quiso hablar (no le gustaba hacerlo en grupos numerosos y prefería observar aquel micromundo desconocido), Angelito no había llegado todavía y, aunque no nos habíamos reunido para discutir el tema ni se había tomado acuerdo alguno sobre el mismo, me decidí a adelantar la que sería, a mi modo de ver, “la posición oficial” de la Piña: McCartney contribuyó mucho, sin duda, con su talento musical y su gracia y sus soluciones agradables, simpáticas, pegajosas, pero los Beatles no hubieran sido los Beatles sin el empuje revolucionario de Lennon, sin ese espíritu inconforme, buscador, irónico, que fue clave a la hora de fundar un estilo y un lenguaje nuevos. El bando de McCartney (“la gente de Paul”, decían ellos) se sublevó: fue “Paul” y solo “Paul”, decían, quien puso el sello afirmativo, de Luz y belleza, que está en el fundamento mismo de los Beatles. Lennon es demasiado amargo, la vida le sabe demasiado a mierda (así decían) y no podría ser el creador de esa fuente de Luz, de esa fuente de amor y juventud que hay y habrá para siempre en los Beatles. Cuando vi la silueta de Angelito el Chino, que cruzaba con paso rápido el Parque del Carmelo, supe que todo había terminado para el bando de McCartney. Ya estaban perdidos, ya no tenían salvación alguna, ya habían muerto antes de morirse, como los tipos malvados de las películas cuando el Muchacho viene llegando: iban a ser aplastados sin remedio, pero ellos (infelices) se sentían bien, se sentían en Alza y desplegaban una ofensiva ruidosa y Lennon empezaba a ser un personaje torcido, un poco siniestro, frente a un “Paul” tan resplandeciente, perfecto y armonioso como un dios, como Apolo, aquel que convertía en música celestial cuanto le caía en las manos. Angelito se tomó su tiempo para intervenir en la discusión. Primero hizo un aparte con Marco Aurelio y conmigo y preguntó si teníamos noticias de Mamoncillo, cómo nos iba en la Facultad de Humanidades, cómo estábamos de mujeres, que había sido de Fulano o de Zutana y qué de mi familia y de Serafín Escobedo, y luego nos dijo que salía de viaje, a estudiar en la URSS, en Novosibirsk, con una beca. “Allá hay un grupo de rock buenísimo”, le dije yo: “los Bolin Stones, no dejes de buscar los discos”, eso le dije, y Angelito asintió sonriendo y prometió mandarme el último LP del grupo, y entonces, para su desgracia, “sin saber que labraba su propia desventura”, nos interrumpió un tipo del bando de McCartney: estaba un poco zombie, como empastillado. “Oye tú, chino”, dijo, el pobre, y apuntaba a Angelito con el dedo índice y los ojos atontados y la voz ríspida, “¿no serás tú un pariente de Yoko? ¿Qué tú crees de los dos Grandes? ¿De parte de quién te pones?” y Angelito le preguntó que quiénes son esos dos Grandes si se puede saber, y el hippie empastillado se rió (el pobre, y ya no reiría nunca más) y dijo: “Paul y John, quiénes van a ser”. “Para empezar”, dijo Angelito, “habría que saber si estamos hablando de música, de música en serio, o si hablamos de basura para vender discos”, eso dijo, y paseó su mirada incisiva por “la masa” de hippies del Carmelo. Se hizo un silencio pastoso, y los dos bandos se acercaron para escuchar a aquel chino desconocido, tan seguro de sí, que parecía el dueño absoluto de la verdad y sus cayos adyacentes.
  • 9. “Si se habla de música en serio, lo primero que hay que hacer es poner a McCartney en su lugar”. Aquí hizo una pausa muy breve y dejó que la esperanza revoloteara sobre “la gente de Paul”. “Yel lugar que le corresponde a McCartney (dijo), su lugar justo, preciso y muy bien ganado, es el de un eficaz fabricante de guarapo comercial. Ese es su lugar y nadie se lo puede discutir”. De esta forma brutal empezó el más coherente, argumentado y sólido discurso que se hubiera pronunciado en el Carmelo de Calzada desde su fundación. En la historia no escrita, en la tradición oral, aquella pieza oratoria y aquella velada pasarían a ser, respectivamente, “el discurso del guarapo” y “la noche de Angelito el Chino”. Vendría luego el trabajo de Cronos, el implacable, y Angelito se iría a estudiar a Novosibirsk, y Marco Aurelio y yo volveríamos a la Facultad de Humanidades, y los hippies se enrolarían en la Brigada Perderemos para cortar caña y ganarse el derecho moral a tener Pelo Largo y a ser hippies reconocidos, con carnet, y regresarían una y otra vez, con su rara tenacidad, semidestruidos, maltrechos, pero jamás derrotados, al Carmelo y al parquecito de la funeraria de Calzada y K, y entre ellos, mientras hubiera memoria, se hablaría con admiración del “discurso del guarapo” y se recordaría “la noche de Angelito el Chino” como la Noche Triste para los partidarios de McCartney y la noche de la victoria definitiva para los de Lennon.
  • 10. Efemérides: Los mártires del Rock Mayo BOB MARLEY ( 1945-1981 ) Murió el 11 de Mayo de 1981 tras habérsele detectado un par de años atrás un tumor cerebral. El más conocido músico de Reggae, música casi exclusiva hasta ese momento de los Rastafaris, religión jamaicana que tenía como uno de sus dogmas el consumo de Marihuana. En el año 1974 Eric Clapton graba una versión de una de sus canciones I shot the sheriff convirtiéndose en un gran éxito que le ayuda a lanzar su carrera mundial. Su temprana muerte le hizo convertirse en un mito, sobre todo en su tierra natal, Jamaica, donde es venerado todo aquello que tiene que ver con él y con su música. JEFF BUCKLEY (1966-1997) Murió ahogado en el rió Misissipi, su cuerpo fue encontrado flotando por unos turistas el 29 de Mayo de 1997. Hijo del cantautor Tim Buckley, como él también desapareció en todo el esplendor de su carrera justo cuando ésta comenzaba, su debut en el mundo discográfico fue con Grace un espléndido disco lleno de bonitas melodías arropadas con su fascinante voz donde daba rienda suelta a todas sus variadas influencias, Edith Piath, Leonard Cohen, Led Zeppelin, Nina Simone, etc... Tras su muerte se publicó el magnífico White mistery boy tour recopilando lo mejor de sus actuaciones en vivo.
  • 11. POESÍA ROCK Patti Smith Babel Pienso que levantaré campamento. Repetición de una fórmula anterior. La almohada del dinero, la larga fumada, el libro. El libro toma el lugar de la música. No tengo idea de dónde estoy ni deseos de preguntar. Estoy en Munich y la luz está cayendo. Tengo un relámpago de inspiración. Paro un coche y entretengo al conductor a cambio de que me lleve a la ciudad. Pago un amplificador, una guitarra eléctrica, cuerdas, púas y una tira para sujetármela. Prometo volver pocas horas después. Me consigo un hornillo, algo de papel y una máquina de escribir. En una parte remota de la ciudad encuentro un cuarto. Necesita blanqueado Una me da su collar. Otra me da todo. La por lo cual ofrezco placer a uno de los llevo a un coche estacionado en la parte chicos locales. Trabaja como camarero a de atrás. La música es aburrida; las luces, no mucha distancia, en un club de rock n chillonas. Estaba pensando llevármela de ´roll. El trabaja para mí pero se niega a vuelta a mi cuarto pero decidí hacérmela tomar nada a cambio. Me trae licor y allí mismo en el coche. Agradecí su chicle y dice que quizá la próxima vez. estupidez y su bonito vestido. Hice que se No tiene nombre y tiene el rostro de un arrodillara para mí. Retorcí sus pezones y ángel. le anestesié el coñito masajeándola con un lento movimiento circular. Ella seguía Las tiendas han cerrado. No puedo con las medias puestas. Me la trabajé recoger mis compras. Me tiro en la cama lenta y maquinalmente. Ella perdió el y miro el techo. De repente me siento control y dejó caer un zapato. Dentro sucia, agitada. Tomo una chaqueta de había un fajo de marcos alemanes que me cuero color chocolate y me aventuro por afané. Ella se abrió para un beso y le metí las tristes calles comerciales. Camino una pequeña goma de borrar rosada. La largo rato. No hay nadie a mi alrededor. dejé maldiciéndome atragantada y partí Estoy perdida en el sistema solar de un con mi ángel guardián en su motocicleta. condominio alemán moderno. Llamo a un taxi y le digo que me deje junto a la rampa del club Yes. No me quedo mucho porque las mujeres me crean problemas.
  • 12. Trilogy - He(art) la droga que circunda el corazón / la pipa que yace a su lado / todavía quema... Oh yo veo tu asombro / hace espirales allá arriba / allá arriba en el centro de mi mente /nene ven / vete nene / y libera la huracán oh yo voy hacia el centro del avión / nene tienes que golpear el centro del aro / y mi corazón bombea / mis puños bombean / radio etiopía es un campo... un puño... una primera embestida del placer que bombea es la celebración de un boxeador y un bailarín... mañana salgo para europa. he estado trabajando largo tiempo es estos apuntes. abril-agosto. pero aun estoy aquí en los últimos momentos antes de salir a aporrear la vieja smith-corona. articularma me lleva largo tiempo. a veces creo que sueño en otros idiomas porque al despertar balbuceo lenguas extrañas... recuerdo de minaretes desvanecidos entrecruzándose con guitarras eléctricas. es el 28 de septiembre. estoy contrariada conmigo porque todavía sigo trabajando. pero mi amigo andi que durmió en etiopia rie y me dice que hace bien. en etiopia esta noche terminan los años sesenta. es el 28 de septiembre. el año nuevo etiope es ahora 1970. el tiempo no es amo de esta gente... el tiempo no es el amo de quien lo controla. mamá me dijo que nací vieja. con tristeza sospechaba que mis orígenes estaban mas allá del apego del hombre. aunque cincelada por un escultor extremadamente distante estoy orgullosa de existir dentro de los limites de la piel mortal. contrariamente a muchos artistas nunca me siento prisionera dentro de mi carne. mas bien lo celebro... estoy en un constante estado de sorpresa cada vez que defeco... mas algunas veces siento este dolor profundo y antiguo... como un dolor de muelas en la nuca. alzo la vista. en algún lugar en aquella opera magnífica llamada cielo hay una llave... una clave... un cabello o una huella digital que eventualmente... busco a aquel que amo. el duerme. cómo ansío invadir sus sueños ... invadir la región más inexplorada del hombre... el teatro de su memoria y helar para siempre los dedos de la música extraña y portentosa que oigo... haciendo señas... en el jardín...las luces brillando...megáfonos en miniatura adheridos a los orificios de todos los MMO...los wawaa de lenny picoteando como salvaje... todo el mundo se acopla a los la la las... algunos susurran... tierra / tierra... otros pulsan... hay verdaderos platos voladores... la noche continúa para siempre...en el techo del MSG el sonido agudo del plato volador... y en los dominios de nuestra memoria... su fundamento... cuándo / cuándo aterrizarás... debo irme. los muchachos me esperan en Finlandia... tengo que pulir mi arma... la fender duo-sonic con el diapasón de arce y sus clavijas originales. alguna vez perteneció a jimmi hendrix, tom verlein la usó para su solo en “little johnny jewel”. pero en su
  • 13. mayor parte me pertenece / el rock n roll es combate de realeza... el universo es nuestro campo de batalla... las fenders –todas las guitarras- pugnando por una nota noble- nuestras armas... los técnicos –grandes soldados... las personas - tiernos salvajes... el objetivo –la libertad de poseer la llave al quinto batallón y liberar a los ángeles feroces de A-bad-don7... viendo más allá del poder asignado... anoche en un avión había una biblia en el revistero... por un instante me perdí en la belleza atormentada de las revelaciones... ángeles vengativos en forma de caballos de fuego... todo conectándose... acelerado y extático... hasta la detención... el último aliento... la última página. porque yo testifico ante cada hombre que escucharé las palabras de la profecía de este libro, que si alguno quisiere modificarlas, dios le enviará las plagas que han sido escritas en este libro... ¿debemos alzar nuestros atuendos en honor del gran rock y tan sólo a su servicio? ... oh no lo creo ya... soy una artista un mutante un negro8 ¿mi atuendo? es una fender duo-sonic y fui hecha para la plaga... ¿armagedon? no tiene / salvador carcelero no pueden quitármelo / el fin del mundo comienza / y es para el rock n roll que he nacido y soy salvaje salvaje salvaje salvaje / salvaje salvaje salvaje salvaje / salvaje salvaje salvaje salvaje... pregunten a los ángeles si ya han empezado a moverse / viniendo en tropel desde L.A / pregunten a los ángeles si han empezado a coparse / la luz es su armadura y es hoy / que somos salvajes salvajes salvajes salvajes / salvajes salvajes salvajes salvajes // salvajes salvajes salvajes salvajes / drum roll drum roll drum roll ba-dop bam... (Tomado de la revista BEAT 57, Año 1 – N° 3 / Otoño del 2001) 7 A-bad-don, “un-mal-efecto” o “un mal tipo”. 8 Nigger.Modo ultra-despectivo para referirse a los negros.
  • 14. GENTE DEL ESTABLO: RAÚL AGUIAR Por Yoss Raúl Aguiar Álvarez (1962):Geógrafo y otro que empezó por los caminos de la ciencia-ficción en el Taller Oscar Hurtado, y también en el Julio Verne de Playa (su gusto por los talleres lo llevó en el 99 a ser parte del primer grupo del Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso) No le fue mal en el género de los aliens y las naves espaciales: en 1984 obtuvo mención en el Premio David de Ciencia Ficción. Pero, aunque su veta fantástica le valió ser incluido en antologías cubanas y extranjeras como Contactos y Polvo en el viento, su vocación de crítica social y realismo sucio ya predominaba sobre la ciencia ficcionera. Como uno de los llamados novísimos narradores cubanos, ha sido incluido en múltiples antologías, como la iniciática de Salvador Redonet Los últimos serán los primeros, en 1995 y Aire de Luz de Alberto Garrandés en el 2000. En 1989 ganó el David con La hora fantasma de cada cual, cuentinovela a cuya lenta conformación, como Pablo en el planeta de los espejos brumosos (título sin dudas menos afortunado, aunque... snif, la parte fantástica de aquel novelón era excelente, innovadora, tremenda, un batazo, vaya) sus colegas del Taller Julio Verne habíamos asistido durante años. Posteriormente, entre algún que otro coqueteo con la divulgación científica (su libro- casi folleto Realidad virtual y cultura ciberpunk fue premio Abril en el 95 y actualmente colabora en la revista Juventud Técnica) Raúl continuó explotando el mismo universo rockero-adolescente, ya centrándose en la guerra de Angola, con su noveleta Mata, premio Pinos Nuevos 1995, o prefigurando un microcosmos urbano nuevo y más oscuro, como en el cuaderno Daleth, Premio Luis Rogelio Nogueras 1996. De nuevo sobre jóvenes rockeros e inadaptados, aunque centrándose en una perspectiva esta vez femenina y a nivel cualitativa y psicológicamente más profundo e insidioso, los cuentos de este evolucionaron hasta su segunda novela, La estrella bocarriba, publicada en el 2001, y que aborda específicamente el subtema de los grupúsculos “satánicos” o “nigrománticos” en el escuálido panorama del fandom rockero nacional. Fan irredento a Pink Floyd, Raúl ha sido profesor de geografía, promotor cultural en el Patio de María, promotor en el ICL y actualmente se desempeña como profesor asistente en el Centro de Formación Literaria Onelio Jorge Cardoso. Volviendo a su primera novela y al fragmento que aquí se incluye, Pablo, el sensible y problemático adolescente protagonista de este auténtico buldingsroman, alter ego del autor, es ese joven rebelde, inconforme, violento pero algo poeta que todos llevamos dentro... o al menos deberíamos llevar a los 18. Lleno de dudas, enfrentando al sexo (las primeras jineteras, entre otros episodios memorables) la droga (eh, solo pastillas y yerba, eran apenas los 80) el amor verdadero y las definiciones políticas, Pablo, como los personajes de Sergio y Verónica, es espejo de una capa social muy concreta, marginada y automarginada por sus gustos musicales: los llamados frikis (nadie supo nunca si por freaks, fenómenos, o por free kiss, beso libre) Concierto, como cuenti-capítulo al fin, funciona a la perfección como historia independiente. Si en su versión oiginal reflejaba uno de los momentos más típicos de la obra y de los 80: un concierto, grupos de rock nacionales tocando en el
  • 15. anfiteatro de Alamar, la fauna habitual, una bronca... y, para rematar: gigante, azul, en fin, la policía... ahora, actualizado cuidadosamente... bueno, las cosas han cambiado en algunos detalles, pero, en otros... CONCIERTO Raúl Aguiar “…Pink Floyd es conocido como un grupo enigmático que desaparece muy fácilmente, incluso hubo momentos en que las grabaciones se realizaban por separado, prácticamente sin encontrarse los músicos y Roger Waters llegó a concebir antes de hacer este disco, The Wall, la posibilidad de establecer un muro que separara a los músicos del público y que incluso tratara de separar a los músicos entre sí, buscando hacer físicamente posible lo que de forma conceptual considera la gran incomunicación que existe no sólo entre el público y los músicos, si no entre la gente en general. Con esto vamos a dejar este trabajo que hemos estado realizando para ustedes sobre el grupo Pink Floyd y los invitamos a que estén próximamente la próxima semana en este su programa de la Historia del Rock.. Hasta entonces compañeros” Pablo se sintió decepcionado. Parecía que al locutor le habían hecho una seña sobre el poco tiempo que le quedaba y por ello pasó de largo sin siquiera mencionar los nombres de los discos intermedios Animals y el de Wish you were here, que para el joven nada tenían que envidiarle a The Wall o The dark side of the Moon. También había pasado por alto la película hecha con el disco El Muro, una tesis musical en contra de la incomunicación y el neofascismo. Pablo maldijo en voz baja a su padre por haberle borrado el casette con las canciones de uno de los discos, precisamente Atom Heart Mothert, uno de los que casi nadie tenía. Tampoco podía explicarle a sus amigos el por qué de esa fijación en un grupo tan antiguo. Ahora tendría que llorarle de nuevo al Jonny para que le pidiera el resalado CD a su hermano, con lo tacaño que era. - Coñó, muñequitos y todo, asere, ¡qué volao! Pablo se había puesto a leer una de las historietas cómicas que el Jonny hacía de vez en cuando, mientras esperaba que este terminara de vestirse para ir al concierto. Desde el cuarto le llegó la respuesta del amigo: - El otro día le presté una a Betty y no entendió nada. - Esa nada más que entiende la pornografía. Pablo siguió leyendo durante un rato hasta que se aburrió y lanzó la libreta hacia el sofá. Prendió un cigarro y habló: - Jonny, ve a ver “Asesinos íntimos”, para que veas nada más a la jeva esa que trabaja ahí. - Compadre, yo no me gasto un peso en eso.
  • 16. - Yo te recomiendo que vayas. Coño, de verdad, asere, está buenísima, ¡tremenda película, pa’ que tú sepas! Silencio desde el cuarto. Pablo aspira dos bocanadas de humo y de pronto siente que tocan a la puerta. Va a abrir. Es el Duque. - Coño asere, pensábamos que ya no venías. - ¿Y el Jonny? - Vistiéndose El Duque aparta las libretas y se sienta en el sofá. Luego se vuelve hacia el cuarto y grita: - ¡Dale Jonny, no te pintes más las uñas y acaba! - ¡Vete al carajo! El Duque y Pablo se ríen. Al poco rato sale Jonny, le mete un puñetazo al Duque en forma de saludo y salen de la casa. Mientras caminan hacia la parada, Pablo aprovecha para pedirle los fósforos al Jonny. - Compadre, no fumes tanto que no vas a crecer - dice el Duque. Pablo sonríe y enciende el cigarro. - Yo fumo para no coger otros vicios. - Ja, ja - la risa del Duque es un poco artificial. Pablo vuelve a la carga: - Cada uno debe tener un vicio. Este es el mejor de todos. - ¿Por qué? - Porque te jodes a ti mismo pero no jodes a los demás. Por fin llegan a la parada. Saludan a dos conocidos que también van al mismo lugar y luego se apartan. El Duque murmura: - Eso es lo que no me gusta. Esa gente son los que van a joder en todos los toques que se dan de rock. Esos tipos con caras de aberrados y las cejas sacadas y todo eso; esos tipos son todos maricones. Por fin llegó la guagua y ellos montaron. Se mantuvieron callados durante casi todo el viaje, soportando las incomodidades de la superpoblación habanera y Pablo se entretuvo en observar a una trigueñita que cambió miradas con él. Pensó por un momento - casi cuando faltaban sólo dos paradas - en invitarla a que fuera con ellos pero al ver su vestimenta - un pulóver surfing de esos, con el ratón Disney por detrás y por delante, y el peinado agarrado por un pellizco - no se decidió. Seguramente era una niñita de su casa, de la onda esa de Enrique Iglesias, los BSB y otras mariconadas, y no la dejaban salir sola. Por fin llegaron a su parada y desmontaron. Pablo echó una última mirada a la muchacha y se lanzó en pos del Jonny. Una gran cantidad de jóvenes faunísticos - pulseras llenas de pinchos, cabello por los hombros, ropas negras - se bajaron en esa misma parada. Pablo sintió como la tensión aumentaba a medida que se acercaban al anfiteatro. Duque sacó una latica aplastada del bolsillo de su chaqueta y se acercó a Pablo. - Mira, en esta caja guardo yo los eufóricos.
  • 17. - ¿Qué cosa es la euforia? - de vez en cuando el Duque salía con una palabrita de estas, recién estrenadas del ambiente y Pablo no entendía, se sentía un poco inseguro pero preguntaba de todas formas para apuntarlas en el diccionario personal. - La coca o la yerba, viejo - Duque sonrió despectivo al ver como Pablo se encogía de hombros y quiso jaranear un poco - dale, llévatela para que la vean los socios tuyos esos del Técnico. - Vete al carajo - Pablo llevó la cajita al rostro y la olió pero no pudo notar nada anormal. - No, no - Duque la cogió de nuevo y la guardó - No huele a nada. Yo la llevaba aquí dentro del bolsillo y el negro haciéndose el muerto, diciéndonos “No, piedra fina…” Trataron de sentarse en una de las primeras filas pero todo estaba ocupado, así que tuvieron que conformarse con el lugar que encontraron, de todas formas desde allí se veía bien el escenario. El Duque siguió relatando: - …Un negro descarado, asere, grande. Estaba zumbado como un perro. Fíjate si estaba zumbado que le dio el material al Linx y se iba sin coger la astilla. Y el Linx se paró y nos dijo “Eh, vamos echando” y nos mandamos a correr por el terraplén, pero el negro nos cayó atrás y dijo: “Pásenme los baros, se me olvidaron; no me hagan eso”. El negro estaba arrebatado de verdad. Sonó un rasgueo de guitarra y dos acordes de bajo. Ellos prestaron atención inmediata. El grupo por fin había llegado y estaban afinando los instrumentos. El Jonny se volvió de nuevo hacia el Duque: - Sigue, sigue contando pero habla bajito. Aquí uno no sabe nada. El Duque tomó aire, saludó con un gesto a una muchacha que lo había llamado y prosiguió: - El barrio Santa Irene ese es un oeste, viejo. Es un terraplén así, y una pila de gente durmiendo en los portales. El caso fue que pasamos entre todos los tanques aquellos con la cosa en la mano. Yo guardé la nieve en mi cajita y el Linx cogió la yerba y la llevaba en la mano apretada, y una pila de policías de tránsito y motos y tanquistas y del carajo. -¿Y la coca como te la dan? - En un naylito que parece de preservativo, o si no en un papelito brillante de esos como si fuera chocolate. - ¿Y lo otro? ¿hechos cigarros ya? - No, no, el buche como te lo dan. El buche te lo dan envuelto en un papelito de esos de hacer cigarros. - Traza. Coñó, tremendo nivel. Aquí te lo dan en un cartucho y vete echando. - Sí, y después con eso es que tu haces el “prajón” Pablo ya se sentía mal con toda esa conversación y quiso cortarla de una vez. - ¿Y qué se siente con la nieve? - Bueno, haz la prueba, socio - Duque volvió a sonreír despectivo. - No, yo no voy a hacer la prueba. No soy tan comemierda como tú. -¿Y por qué comemierda?
  • 18. - Eso es una estafa asere. Doscientos pesos por cuatro rayitas mierderas que para lo único que sirven es para ponerte un poco alegre. Yo para ponerme en órbita nada más me hace falta alcohol y música y no tengo que pagar tanto. Lo mío es estar en la onda y no desconectarme, viejo. La coca te desconecta, por eso es que no sirve. - Coño. Como habla mierda el Pablo este, compadre - ya el Duque estaba enojado - Que eso me lo diga un cretináceo con carnet y eso está bien, o un policía, pero que me lo diga éste… El Jonny decidió de pronto ponerse de parte del Duque. - No sé por qué éste dice eso, si él toma pastillas, él no puede hablar - Pablo sintió como si le hubieran abofeteado el rostro y optó por callarse. El Duque aprovechó para remachar su victoria y acabar la conversación de una vez. - Tú tomas pastillas y por eso decías lo del vicio. ¡Eso es más mierda todavía, asere! Nada, y seguro que tomas parkisonil y mierdas de esas. - Clorodiazepóxido on the rocks - El Jonny se divertía. - ¿Tú sabes a la niña que tienes que echarte para que no critiques más? Una friqui que anda por ahí que le dicen La Loba. ¡Esa jeva es la mejor brother, es una niñita pero ¡qué clase de cultura farmacéutica tiene! - Ja, ja - El Jonny seguía riéndose. - …Se sabe todas las pastillas: los pacos, la efedrina compuesta, el nulip, las dronas, todas las variantes. Se sabe la que te sirve para mojar, la que te sirve para dormir, para arrebatarte pa’llá, pa’ casa de la pinga, para deprimirte, para todo, ¡es una salvaje! Pablo no pudo dominarse más y se levantó con los puños cerrados. Silabeó entre dientes: - Váyanse al carajo los dos, ¿me oyeron? - y acto seguido se fue de allí con paso hosco y se sentó en una de las filas de atrás, junto a unos desconocidos. En eso el grupo de rock comenzó a tocar y todos empezaron a silbar y aplaudir frenéticamente. Pablo se concentró en la música y trató de no pensar más en la conversación aquella. Al poco rato se olvidó de todo y comenzó a cantar y aplaudir él también. Ah, no te preocupes Nunca pasa nada Todos son buenos y son felices ¿Por qué será que me siento triste? Triste Loco Yo El grupo era bueno, bastante bueno, y eso que Pablo era muy crítico para esa clase de música. Tenían hasta composiciones propias y con buena letra y Pablo se preguntó entonces por qué no ponían a este grupo por la televisión en vez de la cantidad de tipos supermediocres con sus letras ridículas del majá y el potaje de frijoles qué rico y la cebollita y los plátanos, o panfletarias que eran peores todavía. Reconoció al gordo que ya se había hecho famoso en los toques porque era uno de los mejores bailando kansas con las friquis más ricas del anfiteatro. Ahora tenía entre sus
  • 19. brazos a una de las garrapatosas - les decían así por su afición a llevar un pomo lleno de pegamento y olerlo durante el concierto para marearse un poco - y al lado de estos dos a un mariconcito sin camisa trazando filigranas con los brazos y piernas, esbozando mensajes - el vuelo del águila, la esfera, la serpiente - y otros menos conceptuales pero a todas luces referidos al amor y al sexo, que Pablo no tuvo más remedio que admirar y envidiar en parte - él no bailaba muy bien ni muy seguido; y luego de vuelta a sus pensamientos. El grupo tocó tres canciones más. Algunos bailadores comenzaron con su paroxismo a engancharse alfileres en los párpados y mejillas. Por suerte hoy los organizadores no habían tenido la brillante idea de poner juntos a un grupo de salsa con uno de rock como otras veces. Parece que por fin iban entendiendo que aquello sería problema y bronca segura. Después de otra canción, los músicos pararon y le dejaron el micrófono a la que parecía ser una de las organizadoras principales. Se armó una rechifla y abucheo multitudinarios y por eso Pablo no pudo oír lo que ésta decía. Por fin hicieron un poco de silencio - el mínimo - y Pablo se concentró en las palabras: “a partir de hoy las entradas serán cobradas a cinco pesos”. De nuevo la gritería del público y ella que pese a todo continúa: “¿Ustedes oyeron por qué se cobra a cinco pesos?” Gritos de “¡No!, ¡no!” Pablo no sabía si ese “No” se debía a que no habían entendido o porque estaban horrorizados con la proposición. “Vamos a repetir para que entiendan: Para poder brindarles a ustedes una mayor calidad, para poder alquilar transporte porque, si ustedes supieran todo lo que hemos pasado para poder dar la actividad, para poder poner mejor audio, mejores luces…por eso es que la entrada se cobrará a ese precio. El viernes 27, los Provos nuevamente aquí, en el anfiteatro…” Pablo pensó que la idea era justa. “Y ahora continuamos con…” y el rasgueo atronador de una prima llena el anfiteatro y Pablo se desliza nuevamente en la música. Flor de la calle por favor no la pises… - Oye… Pablo se sorprende. Frente a él se encuentra una muchachita arrodillada que lo mira fijamente. Tendrá a lo sumo trece o catorce años y está vestida de negro con un collar de huesos de pollo o algo por el estilo. El pulóver tiene dibujado el logotipo de Black Sabatt. - ¿Sabes bailar? Pablo sale poco a poco de la sorpresa. La chiquita es muy bonita - quizás terriblemente bonita - como una muñeca rubia medieval, y no parece drogada o algo parecido, pero cierto nerviosismo incontrolable bien podría indicar una carga de adrenalina impuesta al estilo pinchazo - sobreenergía - y Pablo comprende que nunca la ha visto por allí o al menos nunca se ha fijado en ella. Demasiado peligroso. El SIDA está que arde. - No sé bailar - contesta Pablo. Por un momento se recrimina su cobardía. Luego trata de remediarlo. - ¿Cómo te llamas? - Arianne - ella sonríe - y tú te llamas Pablo.
  • 20. - Eh, ¿y cómo lo sabes? - Pregunté por ahí. - ¿Y por qué ese interés? - Pensé que eras más inteligente. No me decepciones. Especial. La niñita era especial, de eso no cabe duda. Estaba a punto de decirle que sí, que iba a bailar con ella pero en eso la música se interrumpió de pronto. - Esto se está maleando. - oyó que decía alguien al lado suyo y siguió la mirada de Arianne. Sin duda, eran la gente del échate pa'llá, del botellazo. Esa gente. - Seguro son provocadores - siguió diciendo el otro. Pablo buscó a los dos policías que había visto al principio del concierto, pero estaban conversando cerca de la plataforma y parecían no haberse dado cuenta de nada. Los tipos estaban buscando a alguien en específico y por ahora se contentaban con ir mirando fila por fila los rostros de toda la gente. Al poco rato dejó de prestarles atención - no valía la pena, parece que hoy estaban calmados, menos mal - y siguió conversando con la muchacha. El rostro de Arianne era toda una invitación. Dos canciones y ya él le había pasado el brazo por encima de los hombros y la había besado en los labios. La muchacha era de Alamar. Vivía en uno de los edificios cercanos al anfiteatro y estudiaba en la secundaria que estaba al lado de la facultad de geografía. - Sí, chico, el edificio ese como de becas, rojo y blanco - y Pablo que se encoge de hombros y la besa en la mejilla. Dos canciones y no pasó nada. A mitad de la tercera canción sintió un codazo del tipo de al lado: “Mira, te lo dije”, y observó el tumulto que siempre se forma en caso de pelea. De pronto, aparte de los dos policías, habían aparecido tres más y corrían abriéndose paso al centro de la multitud. Pablo se levantó, curioso, y se acercó un poco, después de decirle a Arianne que lo esperara en ese mismo lugar. Entonces vio que la gente llena de pánico abría el paso porque los muy cabrones estaban echando spray y dando golpes a diestra y siniestra y salían corriendo sin que nadie los detuviera, y en el brillo de cierto objeto que llevaban comprendió que habían sacado sus pistolas. Los provocadores corrían detrás y todos los siguieron hacia la salida del anfiteatro. Allá fuera estaban los carros jaulas esperando y ya tenían acordonada toda la zona. Trató de buscar a la muchacha con la vista pero ésta había desaparecido. Por supuesto, el concierto terminó allí mismo en una riña tumultuaria. Golpes, gritos, piedras lanzadas contra los boinas negras, luego los perros, todavía con el bozal, por suerte, y varios disparos al aire. “Ahora sí se jodió esto”, pensó Pablo. Caos total. Un punk se había adueñado de un aparato de spray y le rociaba con saña el rostro a un policía sin importarle los golpes de tonfa mientras que otros seis intentaban volcar uno de los autos. Pablo pudo ver como introducían a una muchacha en el camión y ella pugnaba todavía en amenazar a alguien - “Te lo dije cabrón, que no me tocaras” - y la respuesta áspera del policía: - ¡Te me callas la boca, puta! - En el otro carro, ya casi repleto, montaban a uno de los Provos que parecía herido, con la camisa llena de sangre y que trataba de explicar algo pero sin éxito. Pablo sintió que la rabia le subía y lamentó no tener a mano una botella con gasolina para hacer una molotov. Esquivó a dos boinas negras que venían por él y pudo golpear a uno de los
  • 21. provocadores con una pedrada. Llegaron refuerzos. El se alejó prudentemente ¿cobardemente? De todas formas desde el principio se sabía que era una batalla perdida. Poco a poco las cosas se fueron calmando, por lo visto la monada se había dado cuenta de que no podrían montarlos a todos y decidieron largarse con la cosecha. Sólo dejaron a cuatro policías para que pararan cuanta guagua o camello pasara por la calle y así rellenarlos con los friquies sobrevivientes para que se largaran de allí de una buena vez. Ya cuando los camiones jaula se ponían movimiento, pudo ver el rostro del Duque sentado detrás en el último carro y luego de la sorpresa inicial se prometió que llamaría a algún pariente de este en cuanto llegara a la casa. Luego lo pensó mejor. ¿Qué pariente? Todos eran de otras provincias. Duque no tenía más remedio que joderse. Y por supuesto, él no iba a ir a la estación. No quería cuentos con la policía. Prendió un cigarro y buscó al Jonny entre la gente pero no pudo encontrarlo. Quizás ya se habría ido antes de que pasara todo. Esperó a fumarse el cigarro hasta que se quemó los dedos pero no aparecieron ni su amigo ni la muchacha. “Al carajo”, se dijo y comenzó a caminar hacia la parada.
  • 22. HISTORIA DEL ROCK MADE IN CUBA CAPÍTULO 2: LOS 60 En los 60, hay que hablar necesariamente de los Beatles. Como se sabe, este grupo británico invadió el mercado internacional de la música popular y, a pesar de que esa época estuvo señalada para nosotros por un férreo bloqueo que nos limitaba la información musical, esto no fue impedimento para que surgieran grupos de rock que trataron de asimilar y adaptar a nuestro lenguaje aquellas ondas que venían de un eco lejano y diluido. También el fenómeno Vétales tuvo en Cuba algunas repercusiones específicas. La ruptura de las relaciones con Estados Unidos y el mismo bloqueo, así como cierta postura inmunológica un poco extremista, trajo como consecuencia que se estimulara la idea en la cual se identificaba la defensa de la cultura nacional con el rechazo de todo tipo de “penetración cultural” que proviniera de cualquier país capitalista, fundamentalmente de Estados Unidos o Inglaterra. Cualquier intento de hacer “ritmos nuevos” dentro de la música cubana, como el Mozambique o El ritmo del pilón, eran inmediatamente promocionados como valores autóctonos, muchas veces de manera acrítica, como una especie de resistencia exagerada frente al “mensaje del enemigo.” Claro que no se podía mediatizar los gustos estéticos de toda la población, y mucho menos de cierta parte de los jóvenes, que solo tenían que conectar una radio en frecuencia modulada para estar al día con respecto a la nueva música que les venía de allende los mares. Como decíamos, en el transcurso de los 60, y pese a las dificultades objetivas y subjetivas antes explicadas, comenzaron a surgir un limitado número de grupos que en su lenguaje adoptarían de manera variada los elementos del rock, y decimos muy limitados si los comparamos con el sinnúmero de agrupaciones que surgieron por esa misma época en el resto del mundo. La mayoría de estos grupos se concentraron en Ciudad de la Habana porque las relativas posibilidades de la vida capitalina permitían al menos la supervivencia, que en el interior se veía mucho más disminuida. Estas bandas podían diferenciarse fácilmente en profesionales y aficionados. Entre los primeros se destacaron Los Armónicos, Los Barba, Los Dada, Los Bucaneros y Los Magnéticos, y entre los aficionados, más bien subterráneos, Los Astros, Los Vampiros, Los Pacíficos, Los Buitres, Los Halcones y Los Golpes duros, y varios más. En el interior del país se mantuvieron escasos grupos como “Los Novels” de Matanzas y “los Duendes” de Camaguey. Por estos años se comenzaron a radiar grupos españoles como “Los Brincos”, “Fórmula Quinta” y “Los Mustang”, que marcaron un momento importante en la asimilación del rock en el mundo de habla hispana y fundamentalmente para las grandes masas del país.
  • 23. Entre los grupos profesionales cubanos que lograron un mayor nivel de aceptación se encuentran “Los Bucaneros” que comenzaron como cuarteto vocal y en 1965 se presentaron como cantantes e instrumentistas asumiendo el rock primario que se hacía en aquella época. También “Los Magnéticos”, que se fundaron en el verano de 1968. Durante varios años hicieron un trabajo en el marco de su pueblo muy poco conocido en esa época, aunque llegaron a actuar en el Festival de Varadero de 1970. Ya concluyendo esta década aparece el dúo de Mirta y Raúl (él era proveniente de “Los Astros” y después “Los Bucaneros”). Su lenguaje no era rock, pero sí un pop con influencias de rock. También los “Cinco de Armandito Zequeiras”, “Los Centurys”, “Los 5u4”, que subsistieron durante muchos años en su forma de hacer línea rockera, con mayor o menor acierto. Los grupos de rock underground no solo copiaban con exactitud celosa eñl lenguaje musical del género en toda su magnitud, así como el repertorio de los grupos de su predilección, sino que llegaban a imitar externamente a los mismos asumiendo sus formas de vestir, de pelarse (o no pelarse) y hasta de usar gafas al estilo John Lennon. Estos grupos se proporcionaban su instrumental de forma artesanal y rústica, haciendo guitarras con paletas de pupitres escolares, alambres de teléfono como cuerdas, micrófonos con pequeños imanes de juguetes y bafles de saco. En Cuba muchas veces se conocían las versiones nacionales de un tema antes que la pieza original extranjera. Estos grupos eran idolatrados por la población más joven de la Habana, y uno de los primeros en ser ampliamente aceptados fueron Los Pacíficos, que imitaban a los Beatles y según algunos testigos de la época, lo hacían perfectamente. Cuando “Los Pacíficos” comenzaron a decaer, los Kent los sustituyeron en cuanto a demanda para las fiestas de fin de semana. Los Kent tenían una tendencia más agresiva y en sus interpretaciones imitaban a otros grupos extranjeros además de los Beatles. En esta misma línea se enmarcaban los demás grupos: Siuck, de Marianao, los Golpes duros, de Centro Habana, Los Viking y Los Gnomos, entre los que más se recuerdan. Nunca grabaron un disco de vinilo, ni dejaron siquiera una cinta de alguno de sus conciertos. Estos grupos de los 60 tienen como su mayor logro haber mantenido el rock vivo a pesar de todas las dificultades, cuando este género era muy poco difundido por radio y televisión. Por esta época tener tocadiscos o una grabadora era pertenecer a una élite muy reducida de afortunados. Los que contaban con alguna la alquilaban a cien pesos la noche, y las fiestas, sobre todo de quince, optaban por la música de algún grupo en directo. Esa era la oportunidad de los grupos aficionados para sobrevivir. Algunos cobraban hasta 400 pesos, lo que les permitía hacerse de equipos e instrumentos por vía del mercado negro, muy precario, por cierto. Se mantenían existiendo a cuenta de estas fiestas, sin promoción ninguna y soñando con el profesionalismo. Ya a finales de los 60 se produjo un auténtico boom dentro del rock cubano. El género había llegado a la mayoría de las provincias aunque la Habana seguía siendo la fuente principal. Surgieron nuevas bandas como Sonido X, Los Jets, Almas Vertiginosas, Tercer Mundo, Primera Generación, Nueva Generación, Los Cometas y Dimensión Vertical, por solo nombrar los más importantes. Había una diferencia esencial de estilo entre los aficionados (o underground) y los profesionales, y esta diferencia se mantendría vigente hasta mediados de los años 70. Los profesionales hacían concesiones, tenían que ofrecer un rock adaptado a las necesidades de sus funciones en cabarets, siguiendo las líneas establecidas por las empresas para las que trabajaban. Mientras que en ellos se notaba un predominio de versiones en español de piezas inglesas o norteamericanas, muchas veces con letras muy alejadas de sus versiones originales, en los grupos aficionados o subterráneos, cantar en
  • 24. español era algo considerado de muy mal gusto. Esta era la marca fundamental que los marginaba de la EGREM, la principal discográfica cubana, y de cualquier otro medio de difusión masiva.
  • 25. LOS MÁS JÓVENES: FRANK R. ROJAS Escaleras al cielo. Frank R. Rojas Aguilera (Holguín, 1974) Licenciado en Lengua Inglesa y fanático irredento del rock británico de los 60 y 70s. Profesor en la Facultad de Humanidades de la Universidad de Holguín. Graduado del Centro de formación literaria Onelio Jorge Cardoso y miembro de la Asociación Hermanos Saíz. Textos suyos han aparecido en publicaciones de España y México. Ha ganado los concursos de narrativa “La llama doble” 2001, con su cuento Como una luna en el agua, y tercer premio en el concurso de cuentos breves “Vértice” 2001. En el cuento que aquí les ofrecemos, Escaleras al cielo, Frank, por medio de un lenguaje muy preciso, en ocasiones poético, se adentra en uno de los temas más recurrentes de la promoción actual: la marginación y/o automarginación de varios sectores de la población, con una incidencia mayor en los personajes jóvenes, el exilio (visto en su problemática del afuera y del adentro), la melancolía por el pasado, la soledad del individuo y la necesidad de gravitar alrededor de la familia, la pareja o los amigos a pesar de las “lejanías” impuestas.
  • 26. ESCALERAS AL CIELO Frank R. Rojas Aguilera “There`s a lady who`s sure all that glitters is gold” Led Zeppelin Hay días en que el mundo puede ser una espiral de hierro oxidado, una espiral que alguien llama escalera y que, en caprichosas contorsiones de diecisiete peldaños triangulares, puede llevarte al único lugar donde el aire es tranquilo, encina de la casa. Hay días en que la casa puede ser una mezcla incoherente de voces iracundas desde la habitación o desde el centro minúsculo de la sala o en la terraza, justo en la base de la espiral, donde esas voces se levantan acusadoras en contra de lo que hiciste, dijiste, tocaste, como si con el tacto de tus dedos, con el eco de tu voz, el universo estrictamente ordenado de la casa saliera de su órbita y se quebrara sin remedio. Todo lo que hemos hecho por ti, cómo nos hemos sacrificado para que tú ni siquiera... Hay días en que sencillamente dejas de escuchar los reclamos en un reflejo de desconexión STOP, caminas hacia el extremo filoso de la placa de hormigón con la última botella en las manos y contemplas la tarde en su descenso detrás de los edificios. Entonces, es tu índice derecho el que hunde lentamente el plástico encima del mágico PLAY y la guitarra de Jimmy, como una bendición desde las bocinas pequeñas, termina por ahogar las acusaciones que vienen de la casa y que a partir de ese instante ya no te importan. No sabes bien como fue el principio. Probablemente siempre estuvo allí, una rebeldía sutil, que se volvió más aguda cuando te fuiste al pre, lejos de la casa, y aprendiste a fumar, a beber ron y escuchar la música que te gustaba. Allí fueron los primeros conflictos, cuando tu madre te arrebató el cigarro y casi te abofetea, cuando de un golpe estrelló el vaso de ron contra la pared, cuando tu padre apagó la grabadora. Más de una vez saliste disparado y lleno de rabia con intenciones de no regresar jamás. Todo se parecía absurdamente a la historia de Tom Sawyer, sólo que tú no tenías un Mississipi que se perdiera hacia el norte o hacia el sur, tú solo podías desembocar en el muro, en este mar encallado en los arrecifes. Entonces optaste por el cielo y colocaste esta escalera de hierro para acceder al techo de la casa, que reclamaste para ti, como buen conquistador, y que se convirtió en el dominio donde podías respirar en paz, a través de los golpes de un viento manso. Led Zeppelin, habías querido decirles, pero tus palabras se hicieron inaudibles en el ruido de los carros que pasaban por la calle y fue mejor así, porque de todas formas, como otras veces, tu madre hubiera estado demasiado ocupada en sus trabajos domésticos y en sus años cincuenta de donde nunca la pudiste arrancar. Led Zeppelin, le habías querido decir, que al menos intentara comprender, aunque no pudiera compartirlo contigo porque el inglés, ya se sabe y por otras cosas también... pero ella inmediatamente mencionaría al tal Pablo ese con sus ideas raras, y lanzaría una sarta de
  • 27. adjetivos hirientes contra esos amigotes tuyos, que hay que ver con qué gente andas, Eduardo, con esos que no te conviene... STOP Fue gracias a Pablo que llegaron por primera vez Led Zeppelin, Pink Floyd y los Beatles, y con ellos los pelos largos. Cada vez que Pablo se atrevía a llegar hasta tu casa era de seguro porque había logrado rescatar alguna grabación de un naufragio, un vecino la iba a botar, imagínate. ESte merece un trago, contestabas y los dos ascendían los peldaños con una botella que conseguía el flaco Ale diez minutos más tarde. Entonces caían sobre ustedes la mirada retorcida detrás de la tabla de planchar, los gestos ásperos del rostro arrugado frente a la llama azul del fogón, el nervioso tamborileo de las manos gordas y marchitas alrededor de la escoba. Pero eso ya no importaba, a pesar de todo aquello, la mirada, el rostro, las manos, estuvieran a punto de convertirse en una avalancha verbal de quejas y vituperios. Ustedes siempre eran más ágiles y alcanzaban el techo antes del comienzo de la frase que saldría irrefrenable pero al mismo tiempo desatendida. STOP. Se sentaban en círculo con la botella que los Sioux del barrio de Alejandro le habían obsequiado a cambio del préstamo de unas fotos prohibidas, con unas modelos en cueros que estaban fuera de este mundo, hermano, todos aquellos huesos finos y aquellos culos perfectos, y sobre todo los intrigantes cortes en el vello púbico en forma de saeta dirigida ya se sabe a donde. La botella de ron también ilegal, de la cosecha privada de algún químico improvisado al que no valdría la pena preguntar por los ingredientes, puesta en el medio del círculo al que a esas alturas se habría sumado Rafael para que el círculo estuviera verdaderamente completo. Luego, la botella pasaba e los labios de uno a los del otro en tragos profundos que servían para afinar aquello que Alejandro insistía en llamare el espíritu y poder hacer lo que er4a de rigor, brother, poner la grabadora, en un gesto iniciático como cuando la maniobra vacilante de un índice abre definitivamente para otros el terreno detrás de la membrana de las hembras; presionar el PLAY para que ese día fuera un día a favor de tus amigos, de tu música, de ti mismo, de esa mujer que está segura que todo lo que brilla es oro y que quiere comprarse unas escaleras al cielo, esa mujer que sospechosamente ahora, cuando escuchas de nuevo la canción, te recuerda a Aurora... Fueron siete años. Aurora bajo las luces de neón la primera noche. Aurora el sábado siguiente, de espaldas en el muro, sentada en el lugar donde la noche te mira directo a los ojos y te dice: ya es hora, vamos. Ella te sonrió, chen, y entonces ya no hubo nada que hacer. Esto merece un trago, piensas y te llevas la botella a los labios. No acabas de entender qué pasó. Fueron siete años de tu vida, así de sencillo: buscar trabajo, cortarse la melena, convertirse en el tipo sociable del barrio. Aurora, la mejor aliada de la vieja. Hasta dejaste de beber, de ver a tus socios. Seven years, brother, y es que a las mujeres no hay quien las entienda. Robert Plant lo canta ahora... baby, I`m gonna leave you, leave you in the summertime... Siete años y ella se fue, así de sencillo. Alguna vez pensaste unos versos vagamente sonoros, algo acerca de cómo todo se deshace en las certeza del olvido, pero realmente resultaron patéticos y en fin, hubiera sido demasiado sencillo, asere. Asere, esa palabra descomunalmente familiar, como si Rafa te la estuviera gritando al otro lado de la calle aunque todo el mundo se detuviera ante sus gritos, o justamente eso ¡Eduardo, asere!; esa palabra magistral seguida por las palmadas suaves de Pablo cuando te dijo que se iba de este país; la palabra que te unía a Alejandro, cuando se sentaban a hablar de cine y era tan cercano y eran unos tipos bárbaros y la muerte, asere, era lo que le pasaba siempre a los malos en las películas de Hollywood, the bad guys, porque los buenos que eran ustedes no morían, no podían morir, aunque los molieran a golpes y escupieran, todo ensangrentados ya y sin fuerzas, hasta el último diente. Pero no resultó así, no fueron necesarios los golpes, bastó con
  • 28. que se agolpara la sangre en sus arterias para que Alejandro quedara petrificado en un cuadro sobre la pared de su casa, con sus eternos veintiséis años. Al final de la lista de tus amigotes, de esa gente rara, siempre aparece Aurora, al final de los versitos, o después del asere que te dicen tus fantasmas, aparece, recurrente, su figura recortada contra la luz de neón, o en el muro frente al mar. Y entonces el PLAY desciende sin miramientos, empujado por tus dedos y bebes un trago largo que vas a compartir de todas formas y levantas la botella con tu mano derecha, porque nada puede impedir que beban contigo tus amigos, que escuchen a esta guitarra que Jimmy Page comienza a tocar, ajeno a tu brindis. Los vecinos han comenzado a murmurar como siempre. Ese muchacho se va a matar allá arriba un día de estos, lees en los labios gruesos y despintados de las viejas del barrio. Pero no pueden entender que ya eso no importa, antes o después llegarán tus amigos con una cinta vieja, rescatada de algún naufragio estúpido. Se sentarán todos en este sitio semicircular reservado para ese momento, y podrás oír sus voces y beber juntos de lo poco que has dejado, lo siento, aseres, en la última botella. Luego, ya entrará esta guitarra angelical para salvarlos del ruido de los carros en la calle, y las vecinas hablan con tu madre, le dicen que te vas a matar allá arriba un día de estos. Y al final, para cerrar el círculo se sentará también Aurora con sus ojos asiáticos mirándote fijo, aunque para que todo eso suceda tengas que violar todas las fronteras y cruzar noventa millas en busca de Pablo; cavar con las uñas en la tierra para llegar hasta Alejandro; estudiar sicología femenina, si tal ciencia existe, o cruzar kilómetros de esta isla en busca de no importa qué, o sí importa, porque ya comienzan a subir las voces autoritarias diciéndote que bajes ya, que un día de estos... STOP. Hay días en que el mundo puede ser ese pequeño espacio a favor de tus amigos, de tu música, de Aurora que termina comprendiendo que no todo lo que brilla es oro, de Rafa que debe estar al llegar para acompañarte a la clínica. Y es que esta espiral por la que desciendes titubeante cuando sientes un extraño cansancio en los huesos y las manos te tiemblan al soltar la botella vacía, estos peldaños herrumbrosos y húmedos es la única certeza del olvido, la única escalera al cielo que te ha sido dada.
  • 29. LA HISTORIA DEL HEAVY METAL Cuarta parte: El sonido de California 1968. California, Estados Unidos. El sonido de la costa oeste, con Grateful Dead, los Spirit del endiablado guitarrista Randy California, posteriormente volcado en el hard rock, y unos Jefferson Airplane dirigidos musicalmente por su guitarrista Jorma Kaykonnnen, que de manera instintiva está introduciendo la base del sonido hard, y otros como el grupo de John Cipollina, una banda de rock fuerte donde las hay, con un guitarrista improvisando hasta 25 minutos. Todos ellos configurarán un tipo de rock basado fundamentalmente en el blues, pero aportando una superación instrumental, desarrollando el papel de la guitarra y explotando todas sus posibilidades técnicas. Festivas ceremonias embebidas de lisergia y congregación vital, sinceros hippies de San Francisco enlazados con universos clásicos de la tradición sonora americana y caracterizados por el tratamiento que le dan a los teclados y las despreocupadas disoluciones psicodélicas puestas en escena de forma dilatada y comunal. Influyeron en cierta medida en el desarrollo de todo el blues progresivo inglés y su evolución hacia el hard rock. Pero la vertiente más dura se llama Blue Cheer. Aunque posteriormente derivaron hacia un sonido más en las coordenadas del rock californiano, sus primeras obras destilaban un volumen sonoro, una electricidad metálica que superaba en dureza en se momento a los propios Cream. Blue Cheer fueron unos adelantados a su tiempo, y apenas sobrevivieron los 70, pero son otra referencia obligada a la hora de reconstruir el pasado del heavy. Los últimos años de la década del 60 son difíciles, hay miles de jóvenes en todo el mundo que ansían hacer suyo el grito de los Beatles ¡Revolution! Y que empiezan a sentir en su cerebro los desgarradores gritos de John Lennon en el crescendo final de “Hey Jude”, unos chillidos que son heavy puro. Era 1968 y eran los Beatles.
  • 30. Hasta ahora, ya tenemos toda una serie de elementos que van a estar presentes de una forma u otra en el heavy metal, desde el blues progresivo al rock californiano. Pero todavía no hay un concepto definido. Solo hay un sonido, unos rasgos dispersos por aquí y por allá. A finales de 1968 surge Iron Butterfly, y una obra que amplía aún más todo el horizonte de posibilidades sonoras para el rock de los 70. Con la canción “In a gadda da vida” se da la culminación y revolución total dentro de la vanguardia, yendo incluso todavía más lejos que Cream, haciendo de la cara B del álbum un solo tema de 18 minutos. “In a gadda da vida” ya es un long play de hard rock, casi podría decirse que heavy. De hecho, “Heavy” era el nombre del primer disco de larga duración de Iron Butterfly, editado en 1967. Todo un símbolo. Si Hendrix y Cream son el sonido, Iron Butterfly es el concepto, la obra, el álbum. Ya casi todo estaba listo para el surgimiento del hard rock.