2. Chikunguña
La fiebre de chikungunya es
una enfermedad transmitida
por un virus del mismo nombre,
contagiada a través de la
picadura de un mosquito
infectado, que provoca un
cuadro febril agudo, que
habitualmente se resuelve sin
complicaciones. Fue descrita
por primera vez en el año 1953
en Tanzania y poco después se
descubrió que se trataba de
una enfermedad endémica en
África (en idioma makonde –de
la zona de Tanzania y
Mozambique– quiere decir
‘retorcerse’ o ‘secarse’). Desde
entonces se han descrito casos
en todo el mundo,
principalmente en India y el
resto de Asia.
3. El responsable de esta enfermedad es un virus, el chikungunya, de la familia de
los togaviridae. Estos virus se conocen desde hace décadas por causar
afecciones que se transmiten por picaduras de artrópodos. El virus de la fiebre
de chikungunya no se puede transmitir de persona a persona. Su contagio es
siempre a través de unos tipos de mosquitos concretos, el Aedes aegypti y el
Aedes albopictus.
4. El chikungunya puede causar síntomas a varios niveles del cuerpo humano, sobre
todo fiebre alta y fuertes dolores articulares. Su método de actuación es similar al
del dengue y otros virus transmitidos por mosquitos. La mayoría de las personas que
se contagian manifiestan síntomas, es decir, hay muy pocos portadores
asintomáticos. Lo normal es comenzar con signos de la enfermedad entre tres y
siete días después de la picadura del mosquito hembra infectado con el virus.
5. Las manifestaciones clínicas de la fiebre de chikungunya son muy
inespecíficas. No hay síntomas muy característicos que hagan sospechar
que se padece esta enfermedad en concreto en un primer lugar, por ello es
difícil que el médico diagnostique la fiebre de chikungunya directamente.
6. No existe un tratamiento específico para la fiebre de chikungunya. El
tratamiento que existe sólo sirve para paliar los síntomas y sólo se puede
esperar a que las propias defensas de nuestro cuerpo eliminen el virus. El cuadro
clínico se pueden tratar con medicamentos que alivien las molestias del
paciente, sobre todo analgésicos que disminuyan la fiebre y el dolor, como el
paracetamol. Se debe evitar la aspirina, porque puede alterar la coagulación de
la sangre en cuadros clínicos similares de mayor riesgo.
7.
8. El virus del Ebola causa en el ser humano la enfermedad homónima (antes conocida
como fiebre hemorrágica del Ebola).
Los brotes de enfermedad por el virus del Ebola (EVE) tienen una tasa de letalidad que
puede llegar al 90%.
Los brotes de EVE se producen principalmente en aldeas remotas de África central y
occidental, cerca de la selva tropical.
El virus es transmitido al ser humano por animales salvajes y se propaga en las
poblaciones humanas por transmisión de persona a persona.
Se considera que los huéspedes naturales del virus son los murciélagos frugívoros de la
familia Pteropodidae.
No hay tratamiento específico ni vacuna para las personas ni los animales.
9. El virus del Ebola se introduce en la población humana por contacto estrecho
con órganos, sangre, secreciones u otros líquidos corporales de animales
infectados. En África se han documentado casos de infección asociados a la
manipulación de chimpancés, gorilas, murciélagos frugívoros, monos, antílopes
y puercoespines infectados que se habían encontrado muertos o enfermos en la
selva.
10. La EVE es una enfermedad vírica aguda grave que se suele caracterizar por la
aparición súbita de fiebre, debilidad intensa y dolores musculares, de cabeza y
de garganta, lo cual va seguido de vómitos, diarrea, erupciones cutáneas,
disfunción renal y hepática y, en algunos casos, hemorragias internas y
externas. Los resultados de laboratorio muestran disminución del número de
leucocitos y plaquetas, así como elevación de las enzimas hepáticas.
11. Antes de establecer un diagnóstico de EVE hay que descartar el paludismo,
la fiebre tifoidea, la shigelosis, el cólera, la leptospirosis, la peste, las
rickettsiosis, la fiebre recurrente, la meningitis, la hepatitis y otras fiebres
hemorrágicas víricas.
12. No hay vacuna contra la EVE. Se están probando varias, pero ninguna está aún disponible para
uso clínico.
Los casos graves requieren cuidados intensivos. Los enfermos suelen estar deshidratados y
necesitar rehidratación por vía intravenosa u oral con soluciones que contengan electrólitos.
Tampoco hay ningún tratamiento específico, aunque se están evaluando nuevos tratamientos
farmacológicos.