1. La homofobia, enfermedad letal
Por Gabriel Boichat, periodista.
Mientras que las constituciones de aquellos países que dicen ser democracias
proclaman que tod@s somos iguales ante el Estado y que nadie puede ser
discriminado por su raza, religión, sexo, etc. hay un colectivo -no es el único- que
no tiene cabida en este quot;tod@squot;. Hoy, miles de personas padecen las
consecuencias de una enfermedad que no les ha contagiado a ellos sino a muchos
de sus conciudadan@s: la homofobia.
En 1990, año en que la Organización Mundial de la Salud (OMS) eliminó la
homosexualidad de la lista de sus enfermedades psiquiátricas, quedó
implícitamente reconocido que el problema no era la homosexualidad sino la
homofobia, una patología provocada por la ignorancia y el machismo y cuyas
manifestaciones son la aversión, el miedo, el prejuicio o la discriminación en contra
de las personas cuya preferencia sexual no es heterosexual.
El resultado es que, al día de hoy, 80 países castigan con cárcel las relaciones
entre personas del mismo sexo y más de media docena de Gobiernos les aplican la
pena de muerte (Arabia Saudí, Yemen, Irán, Chechenia, Mauritania, Sudán,
Afganistán y Pakistán), según denuncia la Liga Internacional de Gays y Lesbianas
(ILGA), que cuenta con representantes en más de un centenar de países.
Estos datos recogen sólo las penas legales, por lo que no se incluyen países que
persiguen las relaciones homosexuales sólo en algunas zonas (como regiones
musulmanas de países africanos y asiáticos donde se aplica la sharía o estados de
Estados Unidos donde la sodomía -práctica del coito anal- todavía está castigada,
por ejemplo).
Según explica ILGA, hay otros países en los que la homosexualidad no es delito,
pero las acciones de colectivos en contra de ellos quedan impunes por la
indiferencia de sus gobiernos. Éste es el caso de México en el que, según
declaraba a mediados de mayo el director del suplemento Letra S del periódico La
Jornada, Alejandro Brito, la homofobia cuenta en México con quot;legitimidad socialquot;
ya que no existe conciencia sobre el daño que infligen las acciones homofóbicas.