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Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014
TEMA CLINICO
41
Familias: aportes a la construcción de un abordaje
integral de la disfunción familiar
Families: contributions to the construction of a comprehensive approach to family
dysfunction
Cecilia Conti* María Eugenia Ferraris**
* Licenciada en Psicología.
Maestranda en Salud Colectiva.
Residente de Psicología Social y
Comunitaria. Secretaría de Salud.
Municipalidad de Bahía Blanca.
ceciliacontini85@gmail.com
** Licenciada en Psicología.
Psicóloga Comunitaria. Tutora de la
Residencia en Psicología Social y
Comunitaria. Secretaría de Salud.
Municipalidad de Bahía Blanca.
eugeniaferraris@yahoo.com.ar
Fecha de Recibido 04/05/14
Fecha de aceptación 12/10/14
Resumen
En los equipos de salud confluyen teorías, valores y prácticas en relación
al diagnóstico y tratamiento de las llamadas familias disfuncionales.
Este artículo busca ampliar y reflexionar sobre los conceptos de familia
porque desde donde escuchemos y observemos a las familias es desde
donde se construirán las distintas estrategias de abordaje de las proble-
máticas que aparecen en la consulta.Las familias ya no responden al ideal
de “papá, mamá e hijos”. Así se presentan configuraciones familiares
variadas donde la convivencia, el matrimonio y el género no serían con-
diciones indispensables para acompañar procesos de constitución biopsi-
cosocial. La propuesta de abordaje integral de las familias está orientada
por la noción de procesos de función-disfunción y tiene como pilares fun-
damentales a la inter-disciplina, la promoción de la salud, el trabajo en
equipo y la formación profesional permanente. El buen manejo de entre-
vistas individuales y familiares constituye una competencia indispensable
para el diagnóstico y tratamiento de situaciones familiares complejas. A
la vez, las intervenciones grupales y comunitarias requieren del contacto
intersectorial para desarrollar actividades preventivas y de promoción de
vínculos saludables. Frente a lo que ya no es, los profesionales de la salud
tenemos la posibilidad de descubrir lo nuevo. La diversidad como oportu-
nidad para reformular nuestras teorías y nuestras prácticas.
PALABRAS CLAVE: Familia, relaciones familiares, procesos de fun-
ción-disfunción, equipo de salud.
Abstract
In health teams converge theories, values and practices in relation to diag-
nosis and treatment of so-called handling dysfunctional families.This arti-
cle seeks to expand and reflect on the concepts of family because from
where we listen and observe families is where the different strategies for
addressing the problematic that appear in the consultation will be built.Fa-
milies no longer respond to the ideal “father, mother and children”. So va-
ried family configuration are presented where cohabitation, marriage and
gender would not be necessary conditions to accompany biopsychosocial
processes constitution.The proposed integrated approach to families is
guided by the notion of processes function-dysfunction has as its corresto-
ne the interdisciplinary, the health promotion, teamwork and the continuing
vocational training. Good management of individual and family interviews
is essential for the diagnosis and treatment of complex family situations.
Also, the group and community interventions require intersectoral contact
to develop preventive and promotion of healthy link activities.Versus what
is no longer, health professionals have the ability to discover the new. Di-
versity as an opportunity to reformulate our theories and our practices.
KEYWORDS: Family, family relationships, function-dysfunction proces-
ses, health team.
Archivos de Medicina Familiar y General 2014; 11(2): 41-48
Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014
Conti C, Ferraris ME
42
“La familia es el único valor seguro al cual
nadie puede ni quiere renunciar.
Los hombres, las mujeres y los niños de todas
las edades, todas las orientaciones sexuales
y todas las condiciones la aman, la sueñan
y la desean”.
Elisabeth Roudinesco (1)
Introducción
Los profesionales de equipos de salud interdiscipli-
narios que trabajan en el primer nivel de atención,
reciben de diversos modos consultas que dan cuenta
del funcionamiento familiar desfavorable para el de-
sarrollo de las potencialidades de cada uno de sus
miembros.
En los equipos de salud suelen encontrarse médicos
de familia y psicólogos comunitarios. En esos espa-
cios, confluyen teorías, valores y prácticas en relación
al diagnóstico y tratamiento de las llamadas familias
disfuncionales.
Este artículo busca ampliar y reflexionar sobre los
conceptos de familia porque desde donde escuche-
mos y observemos a las familias es desde donde se
construirán las distintas estrategias de abordaje de
las problemáticas que aparecen en la consulta.
Pues, como señalan de la Aldea y Lewkowicz (2)
“Cuando un profesional de la salud va al hospital, a
un consultorio, a un barrio, lleva consigo un bagaje
de conocimientos, teorías, ideas, saberes, lleva una
posición y un título que lo autorizan para actuar, lleva
una hipótesis sobre cómo es la realidad y qué hacer
con ella” (de la Aldea y Lewkowicz, 2004, p. 11-12)
La psicología comunitaria, con su escucha y clínica
particulares, colabora a la comprensión de los padeci-
mientos individuales como efecto de la dinámica vincu-
lar familiar ampliando la mirada al campo de lo social.
Sin perder de vista algunas pistas generales sobre
las funciones familiares nos proponemos contribuir
a pensar en las particularidades de cada familia en
su contexto social entendiendo que debemos asumir
una responsabilidad ética de generar las condiciones
para que las familias tengan un desarrollo funcional y
autónomo.
¿Qué familia?
“La familia siempre se definió como un conjunto de
personas ligadas entre sí por el matrimonio y la filia-
ción, incluso por la sucesión de individuos descen-
dientes unos de otros” (Roudinesco, 2010, p. 18). Es
decir, que la familia está constituida por dos genera-
ciones con roles y funciones diferenciadas. (1) (3)
Hablamos, entonces, de familia en la medida en que
haya un adulto capaz de cuidar a un niño y un niño
capaz de ser cuidado por un adulto. Así, familia sig-
nifica alguien que respalde y alguien que se siente
respaldado. Es decir, que se estructuren los roles de
tal manera que permita que aquel que respalda sea
quien se siente responsable de la supervivencia y de-
sarrollo simbólico, de la evitación del sufrimiento del
respaldado en los términos que las posibilidades de
vida que puede sostener le brinden. Entonces, hoy la
familia supone nuevas formas de agrupamiento, de
las cuales debemos rescatar la función que cumplen
y ayudarlas a ejercer del mejor modo sus tareas. (4)
Pensamos la familia como la forma en que el indivi-
duo elige agruparse con otros a lo largo de la vida.
Hoy los criterios que determinan la filiación son va-
rios, y se relacionan con referencias genéticas, bio-
lógicas, psicológicas, familiares, culturales, sociales,
religiosas y legales. (5)
Resulta interesante pensar en funciones que deben
ser ejercidas por adultos responsables del cuidado de
sujetos en desarrollo. Funciones que cualquier per-
sona del entorno podría llevar adelante. Cada vez es
más visible que las familias ya no responden al ideal
de “papá, mamá e hijos”. Así se presentan configu-
raciones familiares variadas donde la convivencia, el
matrimonio y el género no serían condiciones indis-
pensables para acompañar procesos de constitución
biopsicosocial.
Lorena vive con sus padres y sus dos hijos. Está
separada del padre del hijo mayor y en pareja con Ju-
lián, padre del hijo menor. Sin convivir, se organizan
momentos para compartir la responsabilidad en sus
funciones parentales: almuerzan juntos, Julián lleva
a los chicos a la escuela, se consultan para tomar
decisiones.
Tamara y Abril viven con Susana y sus tres hijos hace
6 años desde que la justicia dictaminara una medi-
da de protección para las niñas. Sin perder contacto
con su madre biológica, a la que visitan los fines de
semana, Tamara y Abril desarrollan sus actividades
escolares, recreativas y reciben cuidados en el seno
de la familia sustituta.
Laura vive sola en la casa que era de sus padres.
Desde los quince años Laura es travesti. Es muy co-
nocida y querida en su pueblo. Su amiga Sonia tiene
dos hijas adolescentes que pasan varias horas del
día en la casa de Laura mientras Sonia trabaja.
Estos ejemplos dan cuenta de diferentes modalida-
des vinculares donde hay adultos favoreciendo el
desarrollo de niños, niñas y adolescentes. Frecuen-
temente recibimos consultas sobre problemáticas
que suceden en dichos contextos. Contextos que nos
convocan a pensar y diseñar nuevas formas de abor-
daje que nos permitan superar prejuicios. La caída
Reflexiones sobre Subjetividad y Contexto en la Práctica de Salud
Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014 43
del ideal de familia tiene como contracara la crisis del
ideal en la clínica.
Nora Briuoli (4) caracteriza las funciones simbólicas
necesarias para la constitución de un sujeto humano.
Esta autora distingue tres funciones esenciales:
1)	Función materna: nutre, asiste, arrulla, mima. La
madre ofrece recursos para metabolizar, simboli-
zar y ordenar situaciones que causan angustia y
sufrimiento. La madre lee un mensaje y enseña a
leerlo. Más adelante, el niño podrá solo y la madre
deberá correrse para dejarlo crecer.
2)	Función paterna: altamente comprometida con la
oferta del mundo exterior, los trazos de lo social,
garantiza el éxito del pasaje al grupo social, a los
objetos públicos, al discurso cultural y los códigos
compartidos. Representa la ley que ordena y es-
tructura.
3)	Función del campo social: es la red de sostén y
de vínculos intersubjetivos, nos permite enunciar
proyectos que nos identifican, tiene que ver con la
salida al mundo, a la cultura, al campo social. La
relación entre la cultura y el sujeto, refiere en este
contexto, a un contrato singular, que garantiza al
sujeto, un lugar en la sociedad, reconocimiento y
es lo que permite la conformación de ciudadanía.
Este contrato remite a derechos y obligaciones
mutuas, es un contrato buscado y deseado por el
sujeto necesario para seguir construyéndose. Es
un pacto de intercambios.
Alcira Alizade (5) integra estas tres funciones en lo
que ha conceptualizado como función familia: “desig-
na subjetividades que vinculan y sostienen (o derrum-
ban) el psiquismo fuera del espacio de la familia nu-
clear convencional” (Alizade, 2014, p. 29). Por ello,
estas funciones simbólicas se diferencian de las fun-
ciones biológicas. Se trata de un entramado de lazos
de diversas características indispensables para la
constitución de un ser humano. Estos lazos no nece-
sitan ser filiatorio-biológicos y pueden ser de cuidado
o negligentes, de ternura o de odio. Entonces, función
familia se refiere a la construcción de relaciones entre
personas que son significativas para el desarrollo de
un niño, niña y/o adolescente. Función familia hace
referencia a esa función “auxiliar” que cumple una
persona tanto en la satisfacción como en la enseñan-
za y transmisión de aquellas funciones yoicas, que
permiten la relación con los otros y la autonomía.
Esta función auxiliar que ha cumplido Susana con Ta-
mara y Abril en el ejemplo anteriormente citado.
Cumplir adecuadamente con estas funciones es un
trabajo que encontrará dificultades de diversos orí-
genes. El cuidado y sostenimiento de un sujeto en
formación puede dificultarse por fallas estructurales
en alguno de los miembros de la familia (sufrimiento
mental grave, perversión, discapacidad mental seve-
ra), por acontecimientos accidentales (duelos, des-
empleo, enfermedades que requieran tratamientos
cruentos y prolongados, catástrofes naturales, etc.)
y procesos sociales con impacto en la subjetividad
(gobiernos de facto, crisis económicas, conflictos bé-
licos).
Es decir, las funciones familiares pueden alterarse,
trastornarse, desordenarse. El diccionario de la real
academia española define disfunción como “desarre-
glo en el funcionamiento de algo o en la función que
le corresponde” (6).
Proponemos abordar a las familias desde la noción
de procesos de función-disfunción que dan cuenta de
un devenir constante, familias en construcción perma-
nente, familias que se organizan y desorganizan para
avanzar. Habrá momentos de estancamiento gene-
radores de sufrimiento que demandarán intervencio-
nes profesionales. Esos momentos son momentos de
disfunción. Función y disfunción corresponden a dos
momentos de un mismo proceso.
Ya Heráclito (7), filósofo del siglo VI a.C, sentenció
que “Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río”.
Las cosas no son nunca lo que son en el momen-
to anterior y en el momento posterior pues las cosas
cambian constantemente. No hay un ser estático. El
ser es dinámico y cuando queremos aprehenderlo
sólo obtenemos un recorte arbitrario de la realidad.
La existencia, para Heráclito, es un constante fluir, un
cambio perpetuo.
La noción de proceso de función-disfunción para pen-
sar los procesos familiares, es construida a partir del
pensamiento de Enrique Pichon-Rivière (8) (9) en
relación a su concepto de aprendizaje de la realidad.
Nos dice que los procesos de aprendizaje tienen histo-
ricidad y se dan continuidades y discontinuidades, esto
quiere decir que existe una relación con los otros y el
mundo que no es lineal, sino dialéctica. Ahora bien se
producen rupturas y esto ocurre cuando una crisis per-
sonal o social introduce discontinuidades que quiebran
la coherencia interna de una estructura y moviliza las
formas hasta allí vigentes de relación vincular con el
mundo y los pone o nos pone en cuestión.
Dice Pichon- Rivière (9): “Hay algo que emerge, es
el hecho de enfermarse, la enfermedad, tome esta la
forma de la enfermedad mental, un intento de suici-
dio, un cuadro de drogadicción, una úlcera, un infarto,
etc. este hecho es el emergente y desde allí denuncia
el carácter patogenético que en ese momento reviste
la interacción familiar” (Pichon-Rivière, 1999, p. 63).
Entonces, ¿cómo reconocemos la disfunción en la
familia? Hay algo de las tareas que se ve impedido,
que se nos aparece como tensión, desequilibrio, mala
comunicación, dificultades en el desempeño de roles
y en la expresión de estados afectivos. Manifestacio-
nes de una dinámica vincular que no propicia el desa-
Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014
Conti C, Ferraris ME
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rrollo de recursos para enfrentar cambios del medio
social y del propio grupo. Disfunción que puede mos-
trarse a través del malestar, síntoma en uno de sus
integrantes, quien da cuenta de las dificultades que
la familia tiene en la resolución de conflictos y en la
construcción de procesos subjetivos que promuevan
el desarrollo de sus miembros. (10)
Hay situaciones familiares desfavorables y riesgosas
como la violencia doméstica, la falta de recursos ma-
teriales para el sustento cotidiano, el aislamiento so-
cial, el consumo de sustancias psicoactivas, el abuso
sexual intrafamiliar. (11) (12)
En el marco de un control de salud integrado, donde
participan un médico de familia y una psicóloga comu-
nitaria, la mamá de Thiago de 4 años de edad refiere
que “el niño en el jardín rompe todo, tira los juguetes y
no puede interactuar con sus compañeros”. Después
de varios minutos de entrevista, la madre no puede
encontrar causas que expliquen el comportamiento
de Thiago. De hecho, manifiesta que esas conductas
sólo se presentan en el jardín de infantes. Durante
la confección del familiograma la madre menciona el
fallecimiento del padre del niño hace cinco meses y
de la abuela materna hace cuatro meses. Abuela que
cuidaba de Thiago mientras su mamá trabajaba.
En el ejemplo, el comportamiento de Thiago da
cuenta de cómo acontecimientos accidentales (falle-
cimiento del padre y la abuela) producen un quiebre
en la coherencia interna del funcionamiento familiar.
Este es un momento de disfunción en el que priman
sensaciones de confusión y angustia. Sensaciones
que obstaculizan que la mamá pueda relacionar la
conducta de su hijo con la pérdida de adultos signifi-
cativos. Los profesionales que escuchan esta situa-
ción pueden colaborar propiciando la asociación del
comportamiento del niño con las muertes recientes.
Tratamiento: ¿queremos hacer lo
más o lo menos que se pueda?
En 1961 Donald Winnicott (13) planteaba la necesi-
dad de fijar metas claras cuando se diseña un proyecto
terapéutico y se preguntaba“… ¿Queremos hacer lo
más o lo menos que se pueda?...” Winnicott, sostiene
que en el trabajo institucional hay que tener siempre
presente el aspecto económico del caso, buscar la si-
tuación central de una familia para no malgastar tiem-
po tratando a los personajes secundarios del drama
familiar o perder de vista un factor externo adverso.
Pichon-Rivière dice: abordar al hombre en situación.
La psicología social y comunitaria nos convoca a mi-
rar a los sujetos situados histórica y socialmente, a
ese sujeto concreto, inserto en relaciones sociales
que lo determinan. Nuestros análisis y abordajes son
sobre realidades concretas, históricas. Pichon- Ri-
viére (9) agrega: “somos sujetos producidos en una
organización social y a la vez productores de dicha
organización, tenemos la posibilidad de cambiarla”
Generalmente, los equipos de salud reciben consul-
tas por casos individuales: un lactante de bajo peso;
un niño con enuresis; una madre que consulta porque
su hija de 8 años no aprende en la escuela; una ado-
lescente que tiene dudas sobre un posible embarazo;
una mujer joven con hipertensión; el equipo de orien-
tación escolar de la escuela secundaria preocupado
por un estudiante que se desmaya durante la hora de
educación física; una vecina del barrio comenta sobre
un octogenario que vive solo y requiere asistencia
para las tareas diarias. Cualquiera de dichas proble-
máticas provoca una pregunta casi automática cuan-
do -en el trascurso de una entrevista, de un ateneo o
de una interconsulta- comenzamos a pensar alguna
intervención posible: “¿y la familia?”. Se pregunta por
la familia cuando se construye el familiograma, cuan-
do se indaga sobre antecedentes heredofamiliares y,
también, cuando hay interés en conocer sus condi-
ciones materiales vida, cuando se analiza la historia
biográfica, cuando se investiga la participación social
de la familia en la comunidad. Es así, que el padeci-
miento de uno de los miembros pasa de una primera
impresión individual hacia una mirada ampliada en la
que se incluye a la familia y las redes del campo de
lo social. Esta transformación de lo individual en co-
lectivo no implica perder de vista al sujeto que hace
síntoma sino comprenderlo como portavoz de un pa-
decimiento que comparte con otros. De este modo, el
alivio se hallará junto a otros, otros familiares, otros
comunitarios, otros institucionales. Dice Donald Win-
nicott (13): “…la atención debe centrarse en la familia
y no en el individuo…debe tenerse en cuenta a la fa-
milia y concebirse al niño como parte de ella. Comen-
zaré por lo tanto con un ruego: piensen en el niño
individual, en su proceso evolutivo, su sufrimiento, su
necesidad de ayuda y su capacidad de beneficiarse
con ella, claro está sin olvidar la importancia de la
familia, de los varios grupos escolares y de todos los
demás grupos que conducen al que conocemos por
el nombre de sociedad” (Winnicott, 1966, p. 150).
Algo parecido ocurre a los miembros de equipos de sa-
lud: los saberes deben encontrarse. El abordaje de las
familias debe realizarse en la construcción interdiscipli-
naria de distintos saberes intentando mirar a esa fami-
lia y su dinámica particular. Durante la consulta, será
necesario reconocer indicadores de función-disfunción
familiar identificando las potencialidades y dificultades
de la organización familiar. Recordemos que cualquier
problema que requiera intervención profesional podrá
superarse a partir de los aspectos saludables, los re-
cursos vinculares con que cuentan los miembros de
la familia y la historia de resolución de situaciones de
crisis que porta el grupo familiar.
No perder la oportunidad de acompañar a quienes
consultan pues, como señala Silvia Di Segni (14)
Reflexiones sobre Subjetividad y Contexto en la Práctica de Salud
Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014 45
“cuando una persona o familia recurre a su médico,
sea este psiquiatra o de cualquier especialidad, y le
expone la crisis por la que está pasando, estamos
ante la culminación de un gran esfuerzo, ya que sig-
nifica haber aceptado cierto monto de fracaso en la
búsqueda de soluciones, agregado al dolor produci-
do por los hechos desencadenantes. Subestimar este
momento y este esfuerzo puede ser de consecuen-
cias irreversibles porque produce un nivel de frustra-
ción que hará difícil la reiteración del pedido de ayu-
da” (Di Segni, 1991, p. 218-219).
Di Segni nos invita a no minimizar ni desestimar el
trayecto que debe recorrer un sujeto para buscar ayu-
dar. Se trata de estar disponibles a ofrecer un espacio
de escucha y de “pensar juntos” sobre el problema
que genera sufrimiento.
Sabemos que el factor tiempo juega un papel impor-
tante a la hora de diseñar nuestras intervenciones.
Por eso, creemos necesario contar con algunas he-
rramientas básicas para guiar una consulta:
·	 Ponerle nombre a la situación. Qué pasa, los
efectos a corto, mediano y largo plazo. De este
modo, se reduce la incertidumbre. Pedir ayuda
es signo de madurez cuando se tiene conciencia
de no poder encontrar soluciones.
·	 Desplegar el abanico de soluciones posibles,
aun mencionando salidas absurdas o imposi-
bles; éste es un modo de ayudar a pensar.
·	 Aclarar que esta misma situación es diferente
si se la está viviendo que si se la analiza como
observador. Esto ayuda a favorecer la autoesti-
ma con respecto a soluciones que “estaban ahí”,
pero no fueron vistas.
·	 Incluir la dimensión temporal: “siempre hay
tiempo para detenerse a pensar”. Se definirá en
conjunto el grado de urgencia que la situación
merece.
¿Con quién trabajar? Liliana Barg(15), plantea que la
elección de los referentes puede estar motivada por:
·	 “la urgencia de la situación planteada;
·	 la posibilidad de los cambios en el grupo familiar;
·	 la continuidad en la relación del profesional con la
familia;
·	 la solicitud de la institución;
·	 el interés personal del profesional” (Barg, 2003, p.
123).
Proponemos agregar a la lista:
·	 La red del campo social con la que cuenten la fa-
milia y/o el equipo de salud (Instituciones u orga-
nizaciones de referencia, iglesia, instituciones edu-
cativas, clubes deportivos, justicia, familia extensa,
referentes barriales, especialistas en la problemá-
tica a trabajar, etc.) y,
·	 la discusión dentro del equipo de salud, pensando
a la misma como propiciadora del encuentro nece-
sario de ideas, teorías y prácticas para el abordaje
de la familia en su complejidad.
Sumamos a la lista la red del campo social y la dis-
cusión dentro del equipo de salud como dos recur-
sos indispensables con los cuales contar al diseñar
una estrategia de abordaje de situaciones familiares
complejas. Pues, consideramos que nada que no
sea elaborado en equipo (incluimos aquí el enlace
interinstitucional y comunitario) puede tener efectos
duraderos. Los encargados de llevar adelante la in-
tervención trabajarán con la convicción de quien está
respaldado por una red de pensamiento previo.
El trabajo en salud suele asociarse a la atención/
asistencia que se identifica con la producción de con-
sultas y estudios complementarios. Mientras tanto,
se dedica muy poco tiempo a espacios de reflexión,
formación y trabajo en equipo. (16) (17). Pues como
señalan de la Aldea y Lewkowicz (2): “Suele asociar-
se pensar con actividad mental, y no con acciones
concretas. Pensar no es sólo reflexionar, es realizar
prácticas en común, ponerse a dialogar como seme-
jante. Por lo tanto la idea es ponernos a nombrar el
problema ahí con ellos. El problema no es conocer
más técnicas y teorías para intervenir, sino nombrar,
mirar de qué se ocupan, cómo se posicionan, desde
dónde trabajan y para qué. Pensar con otros tanto ese
problema en esa comunidad en ese momento como
pensar con los otros profesionales los implícitos de
sus prácticas teóricas. Hacer con otros consiste en el
placer de hacer. En la necesidad que yo tengo de los
otros. En la condición de un problema compartido. Y
sin pensar no se puede hacer con otros. Pensar con
otros es hacer una subjetividad en común ponerse en
común con otro, compartir un problema. No consiste
en identificarse con el otro” (de la Aldea y Lewkowicz,
2004, p. 11-12).
Entrevista Vincular y/o Familiar
La entrevista familiar constituye un recurso y/o estra-
tegia para profundizar e indagar las características de
la dinámica vincular entre dos o más miembros de la
misma y reconocer la existencia de redes extrafami-
liares. Al principio, las intervenciones deben ser mí-
nimas basadas en el modelo de entrevista libre (18)
pero a medida que vamos elaborando hipótesis pre-
suntivas acerca de lo que ocurra será imprescindible
hacer comentarios y preguntas orientadoras. El mo-
tivo de consulta es lo que guiará nuestra búsqueda
y conviene explorar las distintas áreas relacionadas
con el mismo.
En estas entrevistas se pone en juego la dinámica
vincular y se propicia el encuentro entre los protago-
nistas de la escena familiar. Se abre un lugar para
Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014
Conti C, Ferraris ME
46
aclarar-se, reordenar, hacer visibles determinadas
situaciones que se encuentran obturando la funcio-
nalidad familiar y, por lo tanto, el desarrollo de sus
miembros.
Por ello pensamos que, en algunas oportunidades,
esta única entrevista opera movilizando recursos fa-
miliares y propicia nuevos modos creativos en la re-
solución de sus conflictos. La presencia de uno o dos
profesionales del equipo de salud, el encuadre que se
establece -propio de la consulta- podría constituirse
en un sostén para que en las personas que participan
de la entrevista, se abran nuevas posibilidades vincu-
lares que promuevan la funcionalidad de ese vínculo
y de la familia en su conjunto.
“Descubrí muy pronto, hace ya cuarenta años, que la
recepción de la historia clínica por parte de la boca
de la madre, es de por sí una forma de psicoterapia,
si se efectúa correctamente. Debemos adoptar con
naturalidad una actitud no moralista y darle tiempo a
la madre para expresar lo que tiene en mente.” (Win-
nicott, 1961, p. 118-119) (13).
Intervenciones grupales, comunitarias 		
e interinstitucionales
Es frecuente que los equipos de salud sean convoca-
dos por instituciones y organizaciones de la sociedad
civil. Se les supone un saber especializado, general-
mente médico, sobre temáticas como sexualidad, va-
cunación, abuso sexual, nutrición. A la vez, los equi-
pos de salud generan su propia oferta de servicios
extramuros.
Así, se planifican talleres y encuentros tendientes a
la educación y promoción de la salud. Estas interven-
ciones, destinadas a grupos clasificados según edad,
género, institución a la que pertenecen, patologías
prevalentes, se fundamentan en la idea planteada
por Liliana Barg (15): “La mayor contribución en la
intervención con familia es trabajar cuando ésta está
sana, y con estrategias anticipatorias que desarrollen
mecanismos de protección con autonomía acorde a
la etapa de evolución de sus miembros, consolidando
relaciones familiares participativas y democráticas,
basadas en los valores y principios éticos propios de
la familia” (Barg, 2003, p. 178).
Cada vez que se intervine de ese modo es importan-
te estar alertas a la posición que adoptamos frente
a la tarea encomendada. Es frecuente que se esta-
blezcan vínculos asimétricos donde el saber técnico
se presenta como un obstáculo para la participación
activa de miembros de la comunidad. Elina Dabas
(19), entiende que la participación constituye un ins-
trumento de cambio cuando se hace en el contexto
de una ruptura del vínculo de “poder-saber” entre los
técnicos científicos y la población: “La implementa-
ción de recursos humanos no convencionales consis-
te –desde nuestra concepción- en el hecho de que la
población misma se convierta en recurso y participe;
los profesionales y técnicos deben descentrarse de
su supuesto lugar de poder para construir equipos
transdisciplinarios, es decir, equipos con un marco
referencial común en reformulación permanente con
la comunidad” (Dabas, 1995, p. 117).
Imaginemos un centro de salud de un barrio de los
denominados “vulnerables” que recibe familias con
niños y niñas de 0 a 18 años para completar la libreta
que deben presentar en ANSES para recibir la Asig-
nación Universal por Hijo (AUH). El programa requiere
acreditar, por parte de los agentes de sanitarios, con-
troles de salud y calendario de vacunación completo.
Esta situación puede convertirse en una oportunidad
de intervención familiar comunitaria para el equipo de
salud. Una actividad solitaria dentro de un consultorio
puede transformarse en un encuentro entre vecinos
y miembros del equipo de salud. Pueden planificar
una jornada de salud familiar y controles colectivos
de salud (20). Coordinando tareas, ese día se fortale-
cerán lazos entre familias y trabajadores de la salud.
Mientras charlan surgirán inquietudes: las calles del
barrio, los turnos para especialistas del hospital que
no llegan, los festejos del día del niño, un grupo de
murga que comenzó a funcionar. También, aparecen
cuestiones que preocupan: cómo poner límites a los
hijos, violencia escolar, alimentación, adicciones, se-
xualidad.
Con este ejemplo queremos rescatar la potencia de
algunas tareas rutinarias que se llevan a cabo en cen-
tros de salud. La necesidad de ampliar la oferta de
servicios de salud y, siguiendo a Ana María del Cueto
(21), resaltar que: “cuando salimos de la privacidad
del uno a uno, nos encontramos con grupos diversos
y múltiples que pueblan el quehacer institucional y co-
munitario. La grupalidad permite y facilita, aunque no
per se, el intercambio con otros iguales y diferentes
en el círculo grupal” (del Cueto, 2013, p. 119).
Conclusión
Los equipos de salud, se encuentran hoy, frente al de-
safío de construir abordajes para las familias, a través
del entrecruzamiento y diálogo de diversos saberes.
Se hace necesario ampliar la mirada hacia las nue-
vas modalidades familiares permitiendo que el ideal
de familia “papá, mamá e hijos” caiga para dar lugar a
la reformulación de las prácticas. Esta reformulación
no es de generación espontánea sino que requiere
de un fuerte compromiso en organizar espacios de
formación profesional y de trabajo en equipo.
Se espera que las familias asuman como misión el
desarrollo integral de sus miembros. En este proceso
se dan momentos de función y momentos de disfun-
Reflexiones sobre Subjetividad y Contexto en la Práctica de Salud
Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014 47
ción que dan cuenta del avance en la construcción de
subjetividad de sus miembros. Se transitan momen-
tos de detenimiento, de inhibición, así como también,
momentos de avance y crecimiento. Las funciones
familiares deben sostenerse a lo largo del ciclo vital
permitiendo sortear crisis y obstáculos vitales, acci-
dentales y sociales.
Habrá que intervenir en los momentos de disfunción
desarrollando estrategias que propicien la funciona-
lidad familiar pero considerando que la disfunción
forma parte de los procesos familiares y es manifes-
tación de esa discontinuidad que se presenta en el
recorrido del camino hacia la subjetividad y la autono-
mía. A la vez, habrá intervenciones dirigidas al cuida-
do y fortalecimiento de los recursos existentes en las
familias y la comunidad.
Las familias se presentan como un entramado de vi-
siones, deseos, roles, en los que se establecen re-
laciones de intercambio, solidaridad y conflicto. Se
espera de ellas que cumplan múltiples funciones y, a
su vez, que den respuesta a las necesidades biológi-
cas, psicológicas y sociales de sus integrantes dentro
de un marco de democratización, afecto, seguridad,
contención y límites.
Las familias, es decir, esos diversos agrupamientos
que dan cuenta de multiplicidad de lazos que tras-
cienden a la familia nuclear de entonces. Frente a lo
que ya no es, los profesionales de la salud tenemos
la posibilidad de descubrir lo nuevo y lo que está por
venir. La diversidad de configuraciones familiares es,
entonces, una oportunidad para reformular nuestras
teorías y nuestras prácticas.
Bibliografía
1	 Roudinesco, É. La familia en desorden. Ed. Fon-
do de Cultura Económica. Buenos Aires, 2010.
2	 de la Aldea, E; Lewkowicz, I. La subjetividad he-
roica. Un obstáculo en las prácticas comunitarias
de la salud. 2004 Disponible en: http://es.scribd.
com/doc/208585961/La-Subjetividad-Heroi-
ca-Para-Mandar
3	 Giberti, E. La familia, a pesar de todo. Ediciones
Novedades Educativas. Buenos Aires, México,
2005
4	 Briouli, NM. La construcción de la subjetividad.
El impacto de las políticas sociales. Disponible
en: file:/Dialnet-LaConstruccionDeLaSubjetivi-
dadElImpactoDeLasPoliti-2479324%20(2).pdf
5	 Alizade, A. Parentalidades. Interdependencias
transformadoras entre padres e hijos. Ed. Lugar.
Buenos Aires, 2014.
6	 Academia Española. (2001). Disfunción. En dic-
cionario de la real academia española (22.ª ed.)
recuperada en: www.rae.es
7	 García Morente, M. Lecciones preliminares de
filosofía. Editorial Losada, S.A. Buenos Aires,
1973.
8	 Pichon-Rivière, E. La psiquiatría, una nueva pro-
blemática. Del psicoanálisis a la psicología so-
cial (II). Ediciones Nueva Visión. 1985.
9	 Quiroga, A; Pichon Riviere, E. Enfoques y pers-
pectivas en psicología social. Ediciones Cinco.
Buenos Aires, 1999.
10	 Ortiz Gómez, MT; Louro Bernal, I; Jiménez Can-
gas, L y otros. La salud familiar. Caracterización
de un área de salud. Disponible en: http://scielo.
sld.cu/pdf/mgi/v15n3/mgi14399.pdf
11	 Jelin, E. Familias. Ediciones de las Mujeres Nº
20. Isis internacional. Chile, 1994.
12	 Jelin, E. Pan y afectos. La transformación de las
familias. Ed. Fondo de Cultura Económica. Bue-
nos Aires, 2010.
13	 Winnicott, DW. El hogar, nuestro punto de par-
tida. Ensayos de un psicoanalista. Ed. Paidós.
Buenos Aires, 2011.
14	 Ricón, L; Di Segni, S y Tenconi, JC. Problemas
del campo de la salud mental. Ed. Paidós. Bue-
nos Aires, 1991.
15	 Barg, L. Los vínculos familiares. Reflexiones
desde la práctica profesional. Ed. Espacio. Bue-
nos Aires, 2003.
16	 Onocko, R. Humano demasiado humano: un
abordaje del malestar en la institución hospita-
laria. Salud Colectiva. Lugar Editorial. Buenos
Aires, 2004.
17	 Arnaudo, MC; Silberman, P. Modelos municipa-
les de salud: consideraciones teóricas para la
construcción de un hacer desde la reflexión de
saberes. Archivos de Medicina Familiar y Gene-
ral 2013; 10(1): 5 – 9.
18	 García Arzeno, ME. Nuevas aportaciones al psi-
codiagnóstico clínico. Ediciones Nueva Visión.
Buenos Aires, 1993.
19	 Dabas, E. Red de redes. Las prácticas de la in-
tervención en redes sociales. Editorial Paidós.
Buenos Aires, 1995.
20	 Buedo, PE et al. Controles colectivos de sa-
lud para niños: una experiencia en Villa Ca-
racol, Bahía Blanca. Arch. argent. pediatr.
Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014
Conti C, Ferraris ME
48
[online]. 2014. vol.112, n.3, pp. 271-275. Dispo-
nible en: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pi-
d=S0325-00752014000300019&script=sci_art-
text
21	 del Cueto, AM. La salud mental comunitaria. Vi-
vir, pensar, desear. Fondo de cultura económica.
Buenos Aires, 2014.
Notas finales: las autoras agradecen a Carla
Guevara Wolf, estudiante de medicina del Departa-
mento de Ciencias de la Salud de la Universidad Na-
cional del Sur, por su inestimable colaboración en la
redacción del resumen en inglés.

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Familias y abordaje integral

  • 1. Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014 TEMA CLINICO 41 Familias: aportes a la construcción de un abordaje integral de la disfunción familiar Families: contributions to the construction of a comprehensive approach to family dysfunction Cecilia Conti* María Eugenia Ferraris** * Licenciada en Psicología. Maestranda en Salud Colectiva. Residente de Psicología Social y Comunitaria. Secretaría de Salud. Municipalidad de Bahía Blanca. ceciliacontini85@gmail.com ** Licenciada en Psicología. Psicóloga Comunitaria. Tutora de la Residencia en Psicología Social y Comunitaria. Secretaría de Salud. Municipalidad de Bahía Blanca. eugeniaferraris@yahoo.com.ar Fecha de Recibido 04/05/14 Fecha de aceptación 12/10/14 Resumen En los equipos de salud confluyen teorías, valores y prácticas en relación al diagnóstico y tratamiento de las llamadas familias disfuncionales. Este artículo busca ampliar y reflexionar sobre los conceptos de familia porque desde donde escuchemos y observemos a las familias es desde donde se construirán las distintas estrategias de abordaje de las proble- máticas que aparecen en la consulta.Las familias ya no responden al ideal de “papá, mamá e hijos”. Así se presentan configuraciones familiares variadas donde la convivencia, el matrimonio y el género no serían con- diciones indispensables para acompañar procesos de constitución biopsi- cosocial. La propuesta de abordaje integral de las familias está orientada por la noción de procesos de función-disfunción y tiene como pilares fun- damentales a la inter-disciplina, la promoción de la salud, el trabajo en equipo y la formación profesional permanente. El buen manejo de entre- vistas individuales y familiares constituye una competencia indispensable para el diagnóstico y tratamiento de situaciones familiares complejas. A la vez, las intervenciones grupales y comunitarias requieren del contacto intersectorial para desarrollar actividades preventivas y de promoción de vínculos saludables. Frente a lo que ya no es, los profesionales de la salud tenemos la posibilidad de descubrir lo nuevo. La diversidad como oportu- nidad para reformular nuestras teorías y nuestras prácticas. PALABRAS CLAVE: Familia, relaciones familiares, procesos de fun- ción-disfunción, equipo de salud. Abstract In health teams converge theories, values and practices in relation to diag- nosis and treatment of so-called handling dysfunctional families.This arti- cle seeks to expand and reflect on the concepts of family because from where we listen and observe families is where the different strategies for addressing the problematic that appear in the consultation will be built.Fa- milies no longer respond to the ideal “father, mother and children”. So va- ried family configuration are presented where cohabitation, marriage and gender would not be necessary conditions to accompany biopsychosocial processes constitution.The proposed integrated approach to families is guided by the notion of processes function-dysfunction has as its corresto- ne the interdisciplinary, the health promotion, teamwork and the continuing vocational training. Good management of individual and family interviews is essential for the diagnosis and treatment of complex family situations. Also, the group and community interventions require intersectoral contact to develop preventive and promotion of healthy link activities.Versus what is no longer, health professionals have the ability to discover the new. Di- versity as an opportunity to reformulate our theories and our practices. KEYWORDS: Family, family relationships, function-dysfunction proces- ses, health team. Archivos de Medicina Familiar y General 2014; 11(2): 41-48
  • 2. Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014 Conti C, Ferraris ME 42 “La familia es el único valor seguro al cual nadie puede ni quiere renunciar. Los hombres, las mujeres y los niños de todas las edades, todas las orientaciones sexuales y todas las condiciones la aman, la sueñan y la desean”. Elisabeth Roudinesco (1) Introducción Los profesionales de equipos de salud interdiscipli- narios que trabajan en el primer nivel de atención, reciben de diversos modos consultas que dan cuenta del funcionamiento familiar desfavorable para el de- sarrollo de las potencialidades de cada uno de sus miembros. En los equipos de salud suelen encontrarse médicos de familia y psicólogos comunitarios. En esos espa- cios, confluyen teorías, valores y prácticas en relación al diagnóstico y tratamiento de las llamadas familias disfuncionales. Este artículo busca ampliar y reflexionar sobre los conceptos de familia porque desde donde escuche- mos y observemos a las familias es desde donde se construirán las distintas estrategias de abordaje de las problemáticas que aparecen en la consulta. Pues, como señalan de la Aldea y Lewkowicz (2) “Cuando un profesional de la salud va al hospital, a un consultorio, a un barrio, lleva consigo un bagaje de conocimientos, teorías, ideas, saberes, lleva una posición y un título que lo autorizan para actuar, lleva una hipótesis sobre cómo es la realidad y qué hacer con ella” (de la Aldea y Lewkowicz, 2004, p. 11-12) La psicología comunitaria, con su escucha y clínica particulares, colabora a la comprensión de los padeci- mientos individuales como efecto de la dinámica vincu- lar familiar ampliando la mirada al campo de lo social. Sin perder de vista algunas pistas generales sobre las funciones familiares nos proponemos contribuir a pensar en las particularidades de cada familia en su contexto social entendiendo que debemos asumir una responsabilidad ética de generar las condiciones para que las familias tengan un desarrollo funcional y autónomo. ¿Qué familia? “La familia siempre se definió como un conjunto de personas ligadas entre sí por el matrimonio y la filia- ción, incluso por la sucesión de individuos descen- dientes unos de otros” (Roudinesco, 2010, p. 18). Es decir, que la familia está constituida por dos genera- ciones con roles y funciones diferenciadas. (1) (3) Hablamos, entonces, de familia en la medida en que haya un adulto capaz de cuidar a un niño y un niño capaz de ser cuidado por un adulto. Así, familia sig- nifica alguien que respalde y alguien que se siente respaldado. Es decir, que se estructuren los roles de tal manera que permita que aquel que respalda sea quien se siente responsable de la supervivencia y de- sarrollo simbólico, de la evitación del sufrimiento del respaldado en los términos que las posibilidades de vida que puede sostener le brinden. Entonces, hoy la familia supone nuevas formas de agrupamiento, de las cuales debemos rescatar la función que cumplen y ayudarlas a ejercer del mejor modo sus tareas. (4) Pensamos la familia como la forma en que el indivi- duo elige agruparse con otros a lo largo de la vida. Hoy los criterios que determinan la filiación son va- rios, y se relacionan con referencias genéticas, bio- lógicas, psicológicas, familiares, culturales, sociales, religiosas y legales. (5) Resulta interesante pensar en funciones que deben ser ejercidas por adultos responsables del cuidado de sujetos en desarrollo. Funciones que cualquier per- sona del entorno podría llevar adelante. Cada vez es más visible que las familias ya no responden al ideal de “papá, mamá e hijos”. Así se presentan configu- raciones familiares variadas donde la convivencia, el matrimonio y el género no serían condiciones indis- pensables para acompañar procesos de constitución biopsicosocial. Lorena vive con sus padres y sus dos hijos. Está separada del padre del hijo mayor y en pareja con Ju- lián, padre del hijo menor. Sin convivir, se organizan momentos para compartir la responsabilidad en sus funciones parentales: almuerzan juntos, Julián lleva a los chicos a la escuela, se consultan para tomar decisiones. Tamara y Abril viven con Susana y sus tres hijos hace 6 años desde que la justicia dictaminara una medi- da de protección para las niñas. Sin perder contacto con su madre biológica, a la que visitan los fines de semana, Tamara y Abril desarrollan sus actividades escolares, recreativas y reciben cuidados en el seno de la familia sustituta. Laura vive sola en la casa que era de sus padres. Desde los quince años Laura es travesti. Es muy co- nocida y querida en su pueblo. Su amiga Sonia tiene dos hijas adolescentes que pasan varias horas del día en la casa de Laura mientras Sonia trabaja. Estos ejemplos dan cuenta de diferentes modalida- des vinculares donde hay adultos favoreciendo el desarrollo de niños, niñas y adolescentes. Frecuen- temente recibimos consultas sobre problemáticas que suceden en dichos contextos. Contextos que nos convocan a pensar y diseñar nuevas formas de abor- daje que nos permitan superar prejuicios. La caída
  • 3. Reflexiones sobre Subjetividad y Contexto en la Práctica de Salud Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014 43 del ideal de familia tiene como contracara la crisis del ideal en la clínica. Nora Briuoli (4) caracteriza las funciones simbólicas necesarias para la constitución de un sujeto humano. Esta autora distingue tres funciones esenciales: 1) Función materna: nutre, asiste, arrulla, mima. La madre ofrece recursos para metabolizar, simboli- zar y ordenar situaciones que causan angustia y sufrimiento. La madre lee un mensaje y enseña a leerlo. Más adelante, el niño podrá solo y la madre deberá correrse para dejarlo crecer. 2) Función paterna: altamente comprometida con la oferta del mundo exterior, los trazos de lo social, garantiza el éxito del pasaje al grupo social, a los objetos públicos, al discurso cultural y los códigos compartidos. Representa la ley que ordena y es- tructura. 3) Función del campo social: es la red de sostén y de vínculos intersubjetivos, nos permite enunciar proyectos que nos identifican, tiene que ver con la salida al mundo, a la cultura, al campo social. La relación entre la cultura y el sujeto, refiere en este contexto, a un contrato singular, que garantiza al sujeto, un lugar en la sociedad, reconocimiento y es lo que permite la conformación de ciudadanía. Este contrato remite a derechos y obligaciones mutuas, es un contrato buscado y deseado por el sujeto necesario para seguir construyéndose. Es un pacto de intercambios. Alcira Alizade (5) integra estas tres funciones en lo que ha conceptualizado como función familia: “desig- na subjetividades que vinculan y sostienen (o derrum- ban) el psiquismo fuera del espacio de la familia nu- clear convencional” (Alizade, 2014, p. 29). Por ello, estas funciones simbólicas se diferencian de las fun- ciones biológicas. Se trata de un entramado de lazos de diversas características indispensables para la constitución de un ser humano. Estos lazos no nece- sitan ser filiatorio-biológicos y pueden ser de cuidado o negligentes, de ternura o de odio. Entonces, función familia se refiere a la construcción de relaciones entre personas que son significativas para el desarrollo de un niño, niña y/o adolescente. Función familia hace referencia a esa función “auxiliar” que cumple una persona tanto en la satisfacción como en la enseñan- za y transmisión de aquellas funciones yoicas, que permiten la relación con los otros y la autonomía. Esta función auxiliar que ha cumplido Susana con Ta- mara y Abril en el ejemplo anteriormente citado. Cumplir adecuadamente con estas funciones es un trabajo que encontrará dificultades de diversos orí- genes. El cuidado y sostenimiento de un sujeto en formación puede dificultarse por fallas estructurales en alguno de los miembros de la familia (sufrimiento mental grave, perversión, discapacidad mental seve- ra), por acontecimientos accidentales (duelos, des- empleo, enfermedades que requieran tratamientos cruentos y prolongados, catástrofes naturales, etc.) y procesos sociales con impacto en la subjetividad (gobiernos de facto, crisis económicas, conflictos bé- licos). Es decir, las funciones familiares pueden alterarse, trastornarse, desordenarse. El diccionario de la real academia española define disfunción como “desarre- glo en el funcionamiento de algo o en la función que le corresponde” (6). Proponemos abordar a las familias desde la noción de procesos de función-disfunción que dan cuenta de un devenir constante, familias en construcción perma- nente, familias que se organizan y desorganizan para avanzar. Habrá momentos de estancamiento gene- radores de sufrimiento que demandarán intervencio- nes profesionales. Esos momentos son momentos de disfunción. Función y disfunción corresponden a dos momentos de un mismo proceso. Ya Heráclito (7), filósofo del siglo VI a.C, sentenció que “Nunca nos bañamos dos veces en el mismo río”. Las cosas no son nunca lo que son en el momen- to anterior y en el momento posterior pues las cosas cambian constantemente. No hay un ser estático. El ser es dinámico y cuando queremos aprehenderlo sólo obtenemos un recorte arbitrario de la realidad. La existencia, para Heráclito, es un constante fluir, un cambio perpetuo. La noción de proceso de función-disfunción para pen- sar los procesos familiares, es construida a partir del pensamiento de Enrique Pichon-Rivière (8) (9) en relación a su concepto de aprendizaje de la realidad. Nos dice que los procesos de aprendizaje tienen histo- ricidad y se dan continuidades y discontinuidades, esto quiere decir que existe una relación con los otros y el mundo que no es lineal, sino dialéctica. Ahora bien se producen rupturas y esto ocurre cuando una crisis per- sonal o social introduce discontinuidades que quiebran la coherencia interna de una estructura y moviliza las formas hasta allí vigentes de relación vincular con el mundo y los pone o nos pone en cuestión. Dice Pichon- Rivière (9): “Hay algo que emerge, es el hecho de enfermarse, la enfermedad, tome esta la forma de la enfermedad mental, un intento de suici- dio, un cuadro de drogadicción, una úlcera, un infarto, etc. este hecho es el emergente y desde allí denuncia el carácter patogenético que en ese momento reviste la interacción familiar” (Pichon-Rivière, 1999, p. 63). Entonces, ¿cómo reconocemos la disfunción en la familia? Hay algo de las tareas que se ve impedido, que se nos aparece como tensión, desequilibrio, mala comunicación, dificultades en el desempeño de roles y en la expresión de estados afectivos. Manifestacio- nes de una dinámica vincular que no propicia el desa-
  • 4. Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014 Conti C, Ferraris ME 44 rrollo de recursos para enfrentar cambios del medio social y del propio grupo. Disfunción que puede mos- trarse a través del malestar, síntoma en uno de sus integrantes, quien da cuenta de las dificultades que la familia tiene en la resolución de conflictos y en la construcción de procesos subjetivos que promuevan el desarrollo de sus miembros. (10) Hay situaciones familiares desfavorables y riesgosas como la violencia doméstica, la falta de recursos ma- teriales para el sustento cotidiano, el aislamiento so- cial, el consumo de sustancias psicoactivas, el abuso sexual intrafamiliar. (11) (12) En el marco de un control de salud integrado, donde participan un médico de familia y una psicóloga comu- nitaria, la mamá de Thiago de 4 años de edad refiere que “el niño en el jardín rompe todo, tira los juguetes y no puede interactuar con sus compañeros”. Después de varios minutos de entrevista, la madre no puede encontrar causas que expliquen el comportamiento de Thiago. De hecho, manifiesta que esas conductas sólo se presentan en el jardín de infantes. Durante la confección del familiograma la madre menciona el fallecimiento del padre del niño hace cinco meses y de la abuela materna hace cuatro meses. Abuela que cuidaba de Thiago mientras su mamá trabajaba. En el ejemplo, el comportamiento de Thiago da cuenta de cómo acontecimientos accidentales (falle- cimiento del padre y la abuela) producen un quiebre en la coherencia interna del funcionamiento familiar. Este es un momento de disfunción en el que priman sensaciones de confusión y angustia. Sensaciones que obstaculizan que la mamá pueda relacionar la conducta de su hijo con la pérdida de adultos signifi- cativos. Los profesionales que escuchan esta situa- ción pueden colaborar propiciando la asociación del comportamiento del niño con las muertes recientes. Tratamiento: ¿queremos hacer lo más o lo menos que se pueda? En 1961 Donald Winnicott (13) planteaba la necesi- dad de fijar metas claras cuando se diseña un proyecto terapéutico y se preguntaba“… ¿Queremos hacer lo más o lo menos que se pueda?...” Winnicott, sostiene que en el trabajo institucional hay que tener siempre presente el aspecto económico del caso, buscar la si- tuación central de una familia para no malgastar tiem- po tratando a los personajes secundarios del drama familiar o perder de vista un factor externo adverso. Pichon-Rivière dice: abordar al hombre en situación. La psicología social y comunitaria nos convoca a mi- rar a los sujetos situados histórica y socialmente, a ese sujeto concreto, inserto en relaciones sociales que lo determinan. Nuestros análisis y abordajes son sobre realidades concretas, históricas. Pichon- Ri- viére (9) agrega: “somos sujetos producidos en una organización social y a la vez productores de dicha organización, tenemos la posibilidad de cambiarla” Generalmente, los equipos de salud reciben consul- tas por casos individuales: un lactante de bajo peso; un niño con enuresis; una madre que consulta porque su hija de 8 años no aprende en la escuela; una ado- lescente que tiene dudas sobre un posible embarazo; una mujer joven con hipertensión; el equipo de orien- tación escolar de la escuela secundaria preocupado por un estudiante que se desmaya durante la hora de educación física; una vecina del barrio comenta sobre un octogenario que vive solo y requiere asistencia para las tareas diarias. Cualquiera de dichas proble- máticas provoca una pregunta casi automática cuan- do -en el trascurso de una entrevista, de un ateneo o de una interconsulta- comenzamos a pensar alguna intervención posible: “¿y la familia?”. Se pregunta por la familia cuando se construye el familiograma, cuan- do se indaga sobre antecedentes heredofamiliares y, también, cuando hay interés en conocer sus condi- ciones materiales vida, cuando se analiza la historia biográfica, cuando se investiga la participación social de la familia en la comunidad. Es así, que el padeci- miento de uno de los miembros pasa de una primera impresión individual hacia una mirada ampliada en la que se incluye a la familia y las redes del campo de lo social. Esta transformación de lo individual en co- lectivo no implica perder de vista al sujeto que hace síntoma sino comprenderlo como portavoz de un pa- decimiento que comparte con otros. De este modo, el alivio se hallará junto a otros, otros familiares, otros comunitarios, otros institucionales. Dice Donald Win- nicott (13): “…la atención debe centrarse en la familia y no en el individuo…debe tenerse en cuenta a la fa- milia y concebirse al niño como parte de ella. Comen- zaré por lo tanto con un ruego: piensen en el niño individual, en su proceso evolutivo, su sufrimiento, su necesidad de ayuda y su capacidad de beneficiarse con ella, claro está sin olvidar la importancia de la familia, de los varios grupos escolares y de todos los demás grupos que conducen al que conocemos por el nombre de sociedad” (Winnicott, 1966, p. 150). Algo parecido ocurre a los miembros de equipos de sa- lud: los saberes deben encontrarse. El abordaje de las familias debe realizarse en la construcción interdiscipli- naria de distintos saberes intentando mirar a esa fami- lia y su dinámica particular. Durante la consulta, será necesario reconocer indicadores de función-disfunción familiar identificando las potencialidades y dificultades de la organización familiar. Recordemos que cualquier problema que requiera intervención profesional podrá superarse a partir de los aspectos saludables, los re- cursos vinculares con que cuentan los miembros de la familia y la historia de resolución de situaciones de crisis que porta el grupo familiar. No perder la oportunidad de acompañar a quienes consultan pues, como señala Silvia Di Segni (14)
  • 5. Reflexiones sobre Subjetividad y Contexto en la Práctica de Salud Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014 45 “cuando una persona o familia recurre a su médico, sea este psiquiatra o de cualquier especialidad, y le expone la crisis por la que está pasando, estamos ante la culminación de un gran esfuerzo, ya que sig- nifica haber aceptado cierto monto de fracaso en la búsqueda de soluciones, agregado al dolor produci- do por los hechos desencadenantes. Subestimar este momento y este esfuerzo puede ser de consecuen- cias irreversibles porque produce un nivel de frustra- ción que hará difícil la reiteración del pedido de ayu- da” (Di Segni, 1991, p. 218-219). Di Segni nos invita a no minimizar ni desestimar el trayecto que debe recorrer un sujeto para buscar ayu- dar. Se trata de estar disponibles a ofrecer un espacio de escucha y de “pensar juntos” sobre el problema que genera sufrimiento. Sabemos que el factor tiempo juega un papel impor- tante a la hora de diseñar nuestras intervenciones. Por eso, creemos necesario contar con algunas he- rramientas básicas para guiar una consulta: · Ponerle nombre a la situación. Qué pasa, los efectos a corto, mediano y largo plazo. De este modo, se reduce la incertidumbre. Pedir ayuda es signo de madurez cuando se tiene conciencia de no poder encontrar soluciones. · Desplegar el abanico de soluciones posibles, aun mencionando salidas absurdas o imposi- bles; éste es un modo de ayudar a pensar. · Aclarar que esta misma situación es diferente si se la está viviendo que si se la analiza como observador. Esto ayuda a favorecer la autoesti- ma con respecto a soluciones que “estaban ahí”, pero no fueron vistas. · Incluir la dimensión temporal: “siempre hay tiempo para detenerse a pensar”. Se definirá en conjunto el grado de urgencia que la situación merece. ¿Con quién trabajar? Liliana Barg(15), plantea que la elección de los referentes puede estar motivada por: · “la urgencia de la situación planteada; · la posibilidad de los cambios en el grupo familiar; · la continuidad en la relación del profesional con la familia; · la solicitud de la institución; · el interés personal del profesional” (Barg, 2003, p. 123). Proponemos agregar a la lista: · La red del campo social con la que cuenten la fa- milia y/o el equipo de salud (Instituciones u orga- nizaciones de referencia, iglesia, instituciones edu- cativas, clubes deportivos, justicia, familia extensa, referentes barriales, especialistas en la problemá- tica a trabajar, etc.) y, · la discusión dentro del equipo de salud, pensando a la misma como propiciadora del encuentro nece- sario de ideas, teorías y prácticas para el abordaje de la familia en su complejidad. Sumamos a la lista la red del campo social y la dis- cusión dentro del equipo de salud como dos recur- sos indispensables con los cuales contar al diseñar una estrategia de abordaje de situaciones familiares complejas. Pues, consideramos que nada que no sea elaborado en equipo (incluimos aquí el enlace interinstitucional y comunitario) puede tener efectos duraderos. Los encargados de llevar adelante la in- tervención trabajarán con la convicción de quien está respaldado por una red de pensamiento previo. El trabajo en salud suele asociarse a la atención/ asistencia que se identifica con la producción de con- sultas y estudios complementarios. Mientras tanto, se dedica muy poco tiempo a espacios de reflexión, formación y trabajo en equipo. (16) (17). Pues como señalan de la Aldea y Lewkowicz (2): “Suele asociar- se pensar con actividad mental, y no con acciones concretas. Pensar no es sólo reflexionar, es realizar prácticas en común, ponerse a dialogar como seme- jante. Por lo tanto la idea es ponernos a nombrar el problema ahí con ellos. El problema no es conocer más técnicas y teorías para intervenir, sino nombrar, mirar de qué se ocupan, cómo se posicionan, desde dónde trabajan y para qué. Pensar con otros tanto ese problema en esa comunidad en ese momento como pensar con los otros profesionales los implícitos de sus prácticas teóricas. Hacer con otros consiste en el placer de hacer. En la necesidad que yo tengo de los otros. En la condición de un problema compartido. Y sin pensar no se puede hacer con otros. Pensar con otros es hacer una subjetividad en común ponerse en común con otro, compartir un problema. No consiste en identificarse con el otro” (de la Aldea y Lewkowicz, 2004, p. 11-12). Entrevista Vincular y/o Familiar La entrevista familiar constituye un recurso y/o estra- tegia para profundizar e indagar las características de la dinámica vincular entre dos o más miembros de la misma y reconocer la existencia de redes extrafami- liares. Al principio, las intervenciones deben ser mí- nimas basadas en el modelo de entrevista libre (18) pero a medida que vamos elaborando hipótesis pre- suntivas acerca de lo que ocurra será imprescindible hacer comentarios y preguntas orientadoras. El mo- tivo de consulta es lo que guiará nuestra búsqueda y conviene explorar las distintas áreas relacionadas con el mismo. En estas entrevistas se pone en juego la dinámica vincular y se propicia el encuentro entre los protago- nistas de la escena familiar. Se abre un lugar para
  • 6. Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014 Conti C, Ferraris ME 46 aclarar-se, reordenar, hacer visibles determinadas situaciones que se encuentran obturando la funcio- nalidad familiar y, por lo tanto, el desarrollo de sus miembros. Por ello pensamos que, en algunas oportunidades, esta única entrevista opera movilizando recursos fa- miliares y propicia nuevos modos creativos en la re- solución de sus conflictos. La presencia de uno o dos profesionales del equipo de salud, el encuadre que se establece -propio de la consulta- podría constituirse en un sostén para que en las personas que participan de la entrevista, se abran nuevas posibilidades vincu- lares que promuevan la funcionalidad de ese vínculo y de la familia en su conjunto. “Descubrí muy pronto, hace ya cuarenta años, que la recepción de la historia clínica por parte de la boca de la madre, es de por sí una forma de psicoterapia, si se efectúa correctamente. Debemos adoptar con naturalidad una actitud no moralista y darle tiempo a la madre para expresar lo que tiene en mente.” (Win- nicott, 1961, p. 118-119) (13). Intervenciones grupales, comunitarias e interinstitucionales Es frecuente que los equipos de salud sean convoca- dos por instituciones y organizaciones de la sociedad civil. Se les supone un saber especializado, general- mente médico, sobre temáticas como sexualidad, va- cunación, abuso sexual, nutrición. A la vez, los equi- pos de salud generan su propia oferta de servicios extramuros. Así, se planifican talleres y encuentros tendientes a la educación y promoción de la salud. Estas interven- ciones, destinadas a grupos clasificados según edad, género, institución a la que pertenecen, patologías prevalentes, se fundamentan en la idea planteada por Liliana Barg (15): “La mayor contribución en la intervención con familia es trabajar cuando ésta está sana, y con estrategias anticipatorias que desarrollen mecanismos de protección con autonomía acorde a la etapa de evolución de sus miembros, consolidando relaciones familiares participativas y democráticas, basadas en los valores y principios éticos propios de la familia” (Barg, 2003, p. 178). Cada vez que se intervine de ese modo es importan- te estar alertas a la posición que adoptamos frente a la tarea encomendada. Es frecuente que se esta- blezcan vínculos asimétricos donde el saber técnico se presenta como un obstáculo para la participación activa de miembros de la comunidad. Elina Dabas (19), entiende que la participación constituye un ins- trumento de cambio cuando se hace en el contexto de una ruptura del vínculo de “poder-saber” entre los técnicos científicos y la población: “La implementa- ción de recursos humanos no convencionales consis- te –desde nuestra concepción- en el hecho de que la población misma se convierta en recurso y participe; los profesionales y técnicos deben descentrarse de su supuesto lugar de poder para construir equipos transdisciplinarios, es decir, equipos con un marco referencial común en reformulación permanente con la comunidad” (Dabas, 1995, p. 117). Imaginemos un centro de salud de un barrio de los denominados “vulnerables” que recibe familias con niños y niñas de 0 a 18 años para completar la libreta que deben presentar en ANSES para recibir la Asig- nación Universal por Hijo (AUH). El programa requiere acreditar, por parte de los agentes de sanitarios, con- troles de salud y calendario de vacunación completo. Esta situación puede convertirse en una oportunidad de intervención familiar comunitaria para el equipo de salud. Una actividad solitaria dentro de un consultorio puede transformarse en un encuentro entre vecinos y miembros del equipo de salud. Pueden planificar una jornada de salud familiar y controles colectivos de salud (20). Coordinando tareas, ese día se fortale- cerán lazos entre familias y trabajadores de la salud. Mientras charlan surgirán inquietudes: las calles del barrio, los turnos para especialistas del hospital que no llegan, los festejos del día del niño, un grupo de murga que comenzó a funcionar. También, aparecen cuestiones que preocupan: cómo poner límites a los hijos, violencia escolar, alimentación, adicciones, se- xualidad. Con este ejemplo queremos rescatar la potencia de algunas tareas rutinarias que se llevan a cabo en cen- tros de salud. La necesidad de ampliar la oferta de servicios de salud y, siguiendo a Ana María del Cueto (21), resaltar que: “cuando salimos de la privacidad del uno a uno, nos encontramos con grupos diversos y múltiples que pueblan el quehacer institucional y co- munitario. La grupalidad permite y facilita, aunque no per se, el intercambio con otros iguales y diferentes en el círculo grupal” (del Cueto, 2013, p. 119). Conclusión Los equipos de salud, se encuentran hoy, frente al de- safío de construir abordajes para las familias, a través del entrecruzamiento y diálogo de diversos saberes. Se hace necesario ampliar la mirada hacia las nue- vas modalidades familiares permitiendo que el ideal de familia “papá, mamá e hijos” caiga para dar lugar a la reformulación de las prácticas. Esta reformulación no es de generación espontánea sino que requiere de un fuerte compromiso en organizar espacios de formación profesional y de trabajo en equipo. Se espera que las familias asuman como misión el desarrollo integral de sus miembros. En este proceso se dan momentos de función y momentos de disfun-
  • 7. Reflexiones sobre Subjetividad y Contexto en la Práctica de Salud Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014 47 ción que dan cuenta del avance en la construcción de subjetividad de sus miembros. Se transitan momen- tos de detenimiento, de inhibición, así como también, momentos de avance y crecimiento. Las funciones familiares deben sostenerse a lo largo del ciclo vital permitiendo sortear crisis y obstáculos vitales, acci- dentales y sociales. Habrá que intervenir en los momentos de disfunción desarrollando estrategias que propicien la funciona- lidad familiar pero considerando que la disfunción forma parte de los procesos familiares y es manifes- tación de esa discontinuidad que se presenta en el recorrido del camino hacia la subjetividad y la autono- mía. A la vez, habrá intervenciones dirigidas al cuida- do y fortalecimiento de los recursos existentes en las familias y la comunidad. Las familias se presentan como un entramado de vi- siones, deseos, roles, en los que se establecen re- laciones de intercambio, solidaridad y conflicto. Se espera de ellas que cumplan múltiples funciones y, a su vez, que den respuesta a las necesidades biológi- cas, psicológicas y sociales de sus integrantes dentro de un marco de democratización, afecto, seguridad, contención y límites. Las familias, es decir, esos diversos agrupamientos que dan cuenta de multiplicidad de lazos que tras- cienden a la familia nuclear de entonces. Frente a lo que ya no es, los profesionales de la salud tenemos la posibilidad de descubrir lo nuevo y lo que está por venir. La diversidad de configuraciones familiares es, entonces, una oportunidad para reformular nuestras teorías y nuestras prácticas. Bibliografía 1 Roudinesco, É. La familia en desorden. Ed. Fon- do de Cultura Económica. Buenos Aires, 2010. 2 de la Aldea, E; Lewkowicz, I. La subjetividad he- roica. Un obstáculo en las prácticas comunitarias de la salud. 2004 Disponible en: http://es.scribd. com/doc/208585961/La-Subjetividad-Heroi- ca-Para-Mandar 3 Giberti, E. La familia, a pesar de todo. Ediciones Novedades Educativas. Buenos Aires, México, 2005 4 Briouli, NM. La construcción de la subjetividad. El impacto de las políticas sociales. Disponible en: file:/Dialnet-LaConstruccionDeLaSubjetivi- dadElImpactoDeLasPoliti-2479324%20(2).pdf 5 Alizade, A. Parentalidades. Interdependencias transformadoras entre padres e hijos. Ed. Lugar. Buenos Aires, 2014. 6 Academia Española. (2001). Disfunción. En dic- cionario de la real academia española (22.ª ed.) recuperada en: www.rae.es 7 García Morente, M. Lecciones preliminares de filosofía. Editorial Losada, S.A. Buenos Aires, 1973. 8 Pichon-Rivière, E. La psiquiatría, una nueva pro- blemática. Del psicoanálisis a la psicología so- cial (II). Ediciones Nueva Visión. 1985. 9 Quiroga, A; Pichon Riviere, E. Enfoques y pers- pectivas en psicología social. Ediciones Cinco. Buenos Aires, 1999. 10 Ortiz Gómez, MT; Louro Bernal, I; Jiménez Can- gas, L y otros. La salud familiar. Caracterización de un área de salud. Disponible en: http://scielo. sld.cu/pdf/mgi/v15n3/mgi14399.pdf 11 Jelin, E. Familias. Ediciones de las Mujeres Nº 20. Isis internacional. Chile, 1994. 12 Jelin, E. Pan y afectos. La transformación de las familias. Ed. Fondo de Cultura Económica. Bue- nos Aires, 2010. 13 Winnicott, DW. El hogar, nuestro punto de par- tida. Ensayos de un psicoanalista. Ed. Paidós. Buenos Aires, 2011. 14 Ricón, L; Di Segni, S y Tenconi, JC. Problemas del campo de la salud mental. Ed. Paidós. Bue- nos Aires, 1991. 15 Barg, L. Los vínculos familiares. Reflexiones desde la práctica profesional. Ed. Espacio. Bue- nos Aires, 2003. 16 Onocko, R. Humano demasiado humano: un abordaje del malestar en la institución hospita- laria. Salud Colectiva. Lugar Editorial. Buenos Aires, 2004. 17 Arnaudo, MC; Silberman, P. Modelos municipa- les de salud: consideraciones teóricas para la construcción de un hacer desde la reflexión de saberes. Archivos de Medicina Familiar y Gene- ral 2013; 10(1): 5 – 9. 18 García Arzeno, ME. Nuevas aportaciones al psi- codiagnóstico clínico. Ediciones Nueva Visión. Buenos Aires, 1993. 19 Dabas, E. Red de redes. Las prácticas de la in- tervención en redes sociales. Editorial Paidós. Buenos Aires, 1995. 20 Buedo, PE et al. Controles colectivos de sa- lud para niños: una experiencia en Villa Ca- racol, Bahía Blanca. Arch. argent. pediatr.
  • 8. Archivos de medicina familiar y general • Vol. 11, N° 2 • Diciembre 2014 Conti C, Ferraris ME 48 [online]. 2014. vol.112, n.3, pp. 271-275. Dispo- nible en: http://www.scielo.org.ar/scielo.php?pi- d=S0325-00752014000300019&script=sci_art- text 21 del Cueto, AM. La salud mental comunitaria. Vi- vir, pensar, desear. Fondo de cultura económica. Buenos Aires, 2014. Notas finales: las autoras agradecen a Carla Guevara Wolf, estudiante de medicina del Departa- mento de Ciencias de la Salud de la Universidad Na- cional del Sur, por su inestimable colaboración en la redacción del resumen en inglés.