1. Concha Liaño
En 1936 un grupo de mujeres libertarias, entre
ellas, Concha, crean la "Agrupación cultural
femenina" en Barcelona. “Queríamos liberar a
las mujeres, aunque no teníamos muy claro
cómo desarrollar nuestra idea. En Madrid se
creó la revista "Mujeres libres", que antes de la
Guerra Civil ya había publicado tres números.
Su objetivo era crear una organización nacional
con el mismo objeto que perseguía la
"Agrupación cultural femenina", es decir, la
superación de la mujer. Mercedes Comaposada
estaba en la revista y fue quien se puso en
contacto con nosotras y nos ayudó a
estructurarnos.
Así fundamos la Federación Nacional de Mujeres Libres: con Soledad Estorach,
Pepita Carpena, Sara Berenguer, Azucena Fernández. Antonia Fontanillas, María
Jiménez, Pura Pérez, Suceso Portales y muchas otras. Con veinte años organicé, con
la ayuda de Juventudes Libertarias, todos los grupos de la organización en la región
catalana”.
El feminismo español anterior a MUJERES LIBRES estaba centrado en los derechos
políticos, y en las mujeres de clase media, y apenas se prestaba atención a la
discriminación social, educativa y cultural que padecían las españolas obreras y
campesinas.
Desde su fundación en 1910, la Confederación Nacional del Trabajo, C.N.T, había
reconocido el derecho de las mujeres a su libertad económica y a un salario igual
que el del hombre. Sin embargo, un significativo sector del anarquismo ibérico ve la
lucha de MUJERES LIBRES con condescendencia, pero como algo secundario. Ni
que decir que fuera del ámbito ácrata, eran vistas como la expresión más acabada y
pintoresca de la «locura anarquista".
Conchita dice: “Es muy doloroso reconocerlo y aún más manifestarlo, pero a
nuestros "liberados" compañeros anarquistas que luchaban por la liberación del
proletariado, se les escapaba en sus análisis que la mujer española, en cuanto
obrera, sufría como ellos el yugo del capitalismo y aún peor: por el mismo trabajo
percibía menor salario. (…) Nuestros compañeros no nos quisieron reconocer como
rama femenina del Movimiento Libertario. Y esa actitud nos produjo mucho
asombro y sentimiento. Nosotras, Mujeres Libres, le presentábamos a nuestro
Movimiento una organización en bandeja de plata, y nos rechazaban (…) Pero en
honor a la verdad, a fuerza de muchos ruegos (y algunas humillaciones enjuagadas
por Soledad Estorach) la realidad es que económicamente nos ayudaron mucho.
Poco importa que fuera con aquella actitud paternal de quien soporta los caprichos
de un adolescente. A nuestro ruego, nos concedieron los inmuebles donde
funcionaron comités regionales y locales”.
2. “Cuando era jovencita -dice- creía que la vida era un don precioso que había que
aprovechar. Yo no sabía qué hacer para que cuando fuera vieja estuviera orgullosa
de mí misma. Ahora sé que fui útil. Ver a las mujeres en la tele española tan
hermosas, tan dispuestas, discutiendo, hablando, trabajando, me llena de orgullo.
Siento que he contribuido a que tengan la libertad que disfrutan. Las veo y me
alegro y salgo a la calle. Me acuerdo y me parece que floto. ¡Cónchole, que alegría!
¡Cuánto hemos logrado!».
A pesar de ello, Concha piensa que todavía queda mucho por hacer, y se siente
orgullosa de ver cómo las mujeres siguen demandando la desaparición del techo de
cristal, la igualdad en las tareas domésticas, la conciliación laboral y maternal, y la
lucha contra la violencia de género, entre otras luchas.