Uno de los elementos más importantes que sirvieron de base para las primeras descripciones morfológicas de los cristales fueron los nombres de los poliedros y demás formas geométricas que se reconocían en ellos. Estos nombres, la mayoría de origen griego o latino, con algunas modificaciones, se utilizan actualmente para designar a las formas cristalinas, que se definen como conjuntos de caras que están relacionadas por su simetría.