1. Esquema
JÓVENES MERCEDARIOS,
ARRAIGADOS EN JESUCRISTO REDENTOR,
OPTAMOS POR LA LIBERACIÓN, AL ESTILO DEL P. ZEGRÍ
OBJETIVO
Profundizar con los jóvenes sobre el concepto de la verdadera libertad que nos ofrece Cristo en
el evangelio, para que, a la luz de la palabra de Dios, asuman posturas críticas frente a las falsas
ofertas de libertad en el mundo de hoy.
METODOLOGÍA
Se propone al orientador del grupo una explicación del tema para que los jóvenes puedan
entender los distintos conceptos que en él se exponen y, al mismo tiempo, ir cuestionando su
vida desde la perspectiva de la realidad, para motivarlos a un compromiso efectivo en lo
referente a su propia liberación y la liberación de los demás.
ESQUEMA DEL CONTENIDO
ACERCAMIENTOS AL TEMA DE LA LIBERTAD
ANTROPOLÓGICO
• ¿Por dónde empieza la verdadera libertad?
• ¿Qué se entiende hoy por libertad?
BÍBLICO-EVANGÉLICO
• Búsqueda equivocada de libertad
• Génesis
• Parábola del hijo pródigo
• La historia de la salvación nos conduce hacia la verdadera libertad
• Regeneración, camino de libertad
• Para ser libres nos liberó Cristo
• Nuestro propio éxodo
• Jesucristo es precisamente redentor: el encuentro con Él nos libera
• Jesús, hombre libre y liberador (tentaciones y milagros)
• Nuestras esclavitudes nos paralizan (el paralítico)
• Liberación plena: el culmen de todas las promesas (Mesías)
CARISMÁTICO
• Conducir hacia la dignidad de hijos
• La misma vida del P. Zegrí
PERSONAL
• Cuestionamiento y compromiso: ¿Cómo has entendido hasta ahora tu libertad personal?
¿Te comprometes en la búsqueda de la verdadera libertad?
• La verdad os hará libres (Jn)
2. Desarrollo del tema
JÓVENES MERCEDARIOS,
ARRAIGADOS EN JESUCRISTO REDENTOR,
OPTAMOS POR LA LIBERACIÓN, AL ESTILO DEL P. ZEGRÍ
ACERCAMIENTOS AL TEMA DE LA LIBERTAD
ANTROPOLÓGICO
¿Por dónde empieza la verdadera libertad? La libertad es un deseo y una búsqueda
Libertad es la palabra mágica que a veces se asoma a nuestro horizonte con el inmenso
deseo de hacerse carne de nuestra carne.
El ser humano desde siempre ha deseado ansiosa y ardientemente en su vida la libertad.
Siempre ha buscado la plenitud más allá de sí mismo, porque sabe que la limitación
intrínseca a nuestra naturaleza impide la mayoría de las veces satisfacer los más íntimos
deseos. Y en el horizonte de toda búsqueda humana se halla, como algo aparentemente
inalcanzable, el arcoíris de la libertad.
En tantas ocasiones la buscamos por caminos equivocados, esperando alcanzar la meta
que, en el desierto de nuestros sueños, se convierte en oasis engañoso, en espejismo.
Buscamos la libertad donde no se encuentra, y avanzamos torpemente por la vida
añorando lo que no tenemos y, al mismo tiempo, esquivamos.
Toda persona, en las distintas etapas de la historia, avanza inexorablemente en su propio
proceso de liberación, tratando de acertar en la búsqueda. Cuántas veces hemos creído
ser libres porque disponíamos de una autonomía suficiente para sentirnos realizados…
Cuántas veces hemos confundido la libertad con el libertinaje, con hacer ‘lo que me dé
la gana’… ¡Atención, joven mercedario, no te vuelvas a equivocar! A partir de hoy,
intenta profundizar en el sentido verdadero y profundo de la libertad, para así encontrar
al mismo tiempo la auténtica felicidad.
¿Qué se entiende hoy por libertad? No la busques por caminos equivocados
Hay quien alardea de ser una persona libre porque cuenta con posesiones que le
confieren autonomía. Nada material puede otorgarnos la libertad: ni el dinero ni el
trabajo ni la posición social ni la preparación académica…
En tu edad a veces estáis convencidos de que vivir al margen de la familia o de las
estructuras otorga la suficiente libertad para ser feliz. Piensa a solas en tu interior y
cuestiónate:
¿Verdaderamente crees que la independencia te hace más libre?
¿Verdaderamente crees que el poder te facilita ámbitos de libertad? Recuerda
que el poder dificulta la libertad de los demás.
3. Desarrollo del tema
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¿Verdaderamente crees que este gran regalo de Dios que es la libertad, se
consigue con dinero o cosas similares?
Si verdaderamente lo crees, estás muy equivocado.
BÍBLICO-EVANGÉLICO
En este momento nos acercamos a algunas figuras y momentos de la salvación que nos
ayudan a descubrir la verdadera libertad y a adentrarnos en nuestro personal proceso de
liberación.
Búsqueda equivocada de libertad
En primer lugar, vamos a recordar el ejemplo bíblico de por dónde no hay que
buscar : los personajes míticos Adán y Eva , prototipo de una humanidad
dominada y esclavizada por el pecado: Gén 3.
En ellos estamos representados todos cada vez que nos dejamos inclinar hacia el mal y
hacia el egoísmo, cada vez que deponemos nuestra lucha y nos dejamos vencer por la
fuerza de la opresión y la alienación. En Adán y Eva descubrimos hasta dónde es capaz
de llegar el ser humano cuando se aleja de Dios. Ellos se creían ‘libres’, porque tomaron
una decisión al margen de su Señor. Creyeron que así caminaban hacia su propia
maduración e independencia. Y, sin embargo, ocurrió todo lo contrario: cayeron en la
mayor degradación a la que toda persona a veces se somete, la degradación que es fruto
del pecado y de la soberbia, del alejamiento de Dios, del orgullo y de la autosuficiencia.
La soberbia y la prepotencia nos impulsan a orientar nuestra vida en la dirección
totalmente contraria a Dios. Nos engañan con la apariencia de la libertad, pero nos
alejan de nosotros mismos y de nuestro Creador.
Algo parecido le ocurrió al hijo pródigo de la parábola (Lc 15,11-32): cuando
abandona egoístamente el hogar y se aleja del amor del padre, está haciendo un mal uso
de su libertad. Él se cree suficientemente preparado y en todo su derecho para malgastar
la fortuna, pero la vida le paga con la misma moneda con que él ha pagado a su padre: le
esclaviza en las redes del consumo y le arrebata lo más grande que toda persona posee:
su propia dignidad.
Hoy también en nuestra sociedad actual, el progreso y el materialismo nos atrapan con
sus garras y de manera engañosa nos presentan alucinantes metas que difuminan nuestro
auténtico proyecto de vida. Hoy volvemos a encontrar a tantos Adán y Eva y a tantos
hijos pródigos que vagan en busca de libertad, porque perdieron el paraíso y se alejaron
de la casa paterna buscando otros horizontes que nunca saciarán su sed de felicidad.
4. Desarrollo del tema
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¿Cuál es tu paraíso? ¿Qué tipo de opciones te ayudan a crecer como persona
libre? ¿Te alejas de tu propio proyecto pensando que así eres más maduro o
madura?
La historia de la salvación: camino de libertad
Nos hemos acercado a textos que se hallan insertos en la gran historia de la salvación y,
como tales, sus personajes han seguido el camino de regeneración y
liberación proyectado en el plan de Dios. Así, el antiguo Adán, esclavo del pecado y
de la muerte, ha sido redimido por el nuevo Adán, Jesucristo, y adoptado como hijo de
Dios, la máxima dignidad otorgada al hombre libre: Del mismo modo que en Adán
mueren todos, así también todos revivirán en Cristo (1 Cor 15,22). Es decir, todos los
que fuimos esclavizados por el pecado de Adán hemos sido liberados por Cristo.
Y así también, el hijo pródigo que se aleja de la casa paterna descubre la necesidad de
volver a sus orígenes y recuperar la verdadera libertad, aquella que no significa
exclusivamente autonomía o independencia, sino la que incluye en su proyecto personal
el plan de salvación de Dios.
En efecto, toda la historia de la salvación es camino de libertad, y toda ella confluye en
la persona de Jesucristo, que lleva a cabo la salvación de la humanidad a través de su
misterio redentor. Por eso, con San Pablo podemos decir: Para ser libres nos
liberó Cristo :
Gál 4,4-4,7. 5,1:
Cuando vino el cumplimiento del tiempo, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer
y nacido bajo la ley, para que redimiese a los que estaban bajo la ley, a fin de
que recibiésemos la adopción de hijos. Y por cuanto sois hijos, Dios envió a
vuestros corazones el Espíritu de su Hijo, el cual clama: ¡Abba, Padre! Así que
ya no eres esclavo, sino hijo; y si hijo, también heredero de Dios por medio de
Cristo. Estad, pues, firmes en la libertad con que Cristo nos hizo libres, y no
estéis otra vez sujetos al yugo de esclavitud.
En este texto descubrimos, en una primera lectura, la liberación de las estructuras. Jesús
no pretende anular la ley, tan arraigada en la cultura y en la religiosidad judía, pero sí
quiere poner el acento en la libertad y en la dignidad de la persona por encima de toda
norma y estructura. Todo aquello que impide al ser humano ser más persona, todo
aquello que le degrada debe ser superado.
Para Jesús es mucho más importante la libertad y la dignidad humana que la ley, puesto
que ésta es sólo un medio que debe ayudar. Sin embargo, se había convertido en todo lo
contrario: un yugo que esclavizaba e impedía el normal desarrollo de una vida digna y
feliz.
5. Desarrollo del tema
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Jesús había nacido con todas las consecuencias: sometido a las mismas circunstancias
de sus coetáneos y, por tanto, se veía obligado también a soportar las consecuencias
nefastas de una ley que había llegado a convertirse en instrumento de opresión más que
de maduración y crecimiento.
Más adelante veremos de qué forma concreta se implica Jesús en la liberación de su
pueblo y de toda la humanidad. Y ahora destacamos principalmente el profundo
contenido del texto de Gálatas, que resume toda la historia de la salvación:
Jesús se encarna para redimir y liberar de la esclavitud al ser humano sometido, no sólo
a la ley, sino principalmente al pecado y a la muerte. De esta forma, nos invita a pasar
de la esclavitud a la libertad, y de la indignidad a la dignidad de hijos de Dios y, por
tanto, herederos. La parábola del hijo pródigo vuelve a resonar en nuestros corazones al
profundizar en el texto de Gálatas, ya que el hijo que se aleja se ha dejado esclavizar y
denigrar por una vida corrupta. Su vuelta al Padre es un camino de regeneración de su
propia vida, camino que le conduce hacia la verdadera libertad y hacia la dignidad de
hijo. De nuevo vuelve a ser el heredero; pero ya no participa en una herencia material,
sino que regresa al corazón del padre, participando así de la mejor heredad reservada a
todo hijo.
Mirarnos en este texto del hijo pródigo y dejarnos iluminar por el mensaje de Gálatas es
descubrir en nosotros mismos nuestro propio éxodo , a través del cual intentamos
salir de la tierra esclavizante del pecado para llegar a la tierra prometida que San Pablo
nos anuncia en esperanza: la tierra de la libertad y la dignidad de hijos. También
nosotros vivimos ese éxodo día a día, y ojalá que lo vivamos, porque si no, estaríamos
estancados en la denigrante situación del hijo que comía algarrobas. Hemos de ansiar y
buscar la libertad para poder llegar a la tierra de la promesa.
Cuando el hijo se aleja de la casa, se está distanciando del corazón de Dios, fuente de
alegría y felicidad, lugar donde se aprende la verdadera libertad. Y se va introduciendo
en el mundo alienante del materialismo y el pecado. Él se considera ‘libre’ porque
puede disponer autónomamente de su dinero; sin embargo, pronto llega a experimentar
las consecuencias definitivas de su decisión errónea y su búsqueda equivocada. Siente
que todo su ser se ha denigrado y ha caído en lo más bajo. Lo ha perdido todo: su
heredad, su hogar, una posición desahogada. En definitiva, creyendo hacer uso de su
libertad, realmente la ha perdido, y ahora se siente infeliz. Lo mejor de la parábola es
que inicia el camino de vuelta, la recuperación de su dignidad como persona y su
dignidad de hijo. Es el mayor acto de libertad que ha ejercido en su vida. En ese camino
de vuelta aparecen actitudes como el arrepentimiento, el deseo de cambio, la
humildad… Son valores determinantes de la libertad, y no tanto la autonomía o la
independencia.
En el hijo pródigo encontramos el mejor ejemplo para nosotros, para nuestro éxodo
interior, para nuestra búsqueda de libertad. No huyamos de la casa paterna buscando
otros horizontes, es decir, no perdamos de vista nuestro proyecto original, aquel para el
que el Padre nos llama. Intentemos hacer uso de nuestra libertad buscando siempre la
voluntad de Dios en nuestras vidas. Y si acaso perdemos el horizonte, tratemos de
recuperar o descubrir el sentido de nuestras vidas.
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A modo de cuestionamiento, ¿qué te sugiere el proceso de regeneración del hijo
pródigo? ¿Piensas que actuó en libertad o más bien al contrario? ¿Qué te
convence más, el camino de ida o el de vuelta? ¿Cuándo crees tú que actuó con
más libertad?
¿Reconoces en el hijo pródigo tu propio proceso de liberación? ¿Tienes
experiencia de éxodo en tu vida?
No olvides en todas tus reflexiones el texto de Gálatas: es un compendio del
misterio redentor de Cristo inserto en el plan de Dios.
Jesucristo es precisamente redentor: el encuentro con Él nos libera
En primer lugar, hemos de entender a Jesús como un hombre libre y liberador .
Es libre, no porque se aleja de la casa del Padre, sino al contrario, porque está siempre
buscando hacer la voluntad del Padre: todo lo contrario del hijo pródigo y todo lo
contrario de lo que hacemos nosotros cuando caemos en el pecado. Jesús fue totalmente
libre porque su libertad la sustentó en el proyecto de Dios.
Lo vemos claramente en el texto de las tentaciones (Mt 4,1-11), donde Jesús es puesto a
prueba en su libertad y en su filiación. El poder del mal le instiga para que desvíe su
camino y no obedezca al plan de Dios. Se pone en juego su libertad, como ocurre en
toda tentación, pues nos dejamos mediatizar por la atracción de lo engañoso. Sin
embargo, Jesús supo elegir y elegir adecuadamente, sin dejarse envolver en el pecado.
Su elección se decidió por aquello fundamental que estaba en juego: su filiación, su
obediencia al Padre. Prefirió optar por los designios de Dios antes que por su propia
inclinación. Por eso Jesús es el hombre libre por antonomasia.
Pero Jesús es, ante todo, liberador, porque ha apostado por la defensa de la dignidad
humana y por la libertad de la persona. Sus milagros (Mt 8; Mc 5; Lc 7; Jn 2. 5. 6. 9.
11) son algunos de los mejores ejemplos que Jesús nos ha dejado como demostración de
su acción en favor de la libertad. Cada vez que se acercaba a la persona abría caminos
de liberación y de promoción humana. Jesús en sus milagros libera de la enfermedad,
para recordarnos que nuestro Señor es un Dios que apuesta por la vida y por la sanación
de la persona. Libera de las estructuras porque quiere una sociedad de hombres y
mujeres libres, donde prevalezcan los derechos humanos por encima de las leyes y las
normas. Libera del pecado porque, según el plan de Dios, hemos sido introducidos en el
misterio redentor que salva a toda la humanidad. Libera del mal (Mc 5,1-20) para que
también nosotros seamos capaces de romper en nuestras vidas las ataduras y
esclavitudes que nos impiden desarrollarnos como personas y como hijos de Dios.
Libera de la muerte y nos conduce a la vida verdadera para hacernos disfrutar de la
auténtica libertad y la verdadera felicidad.
Pero el gran milagro realizado por Dios en Jesús le costó su misma vida: la resurrección
de entre los muertos. Dios entregó a su propio Hijo a la muerte para nuestra salvación, y
lo liberó definitivamente de sus ataduras para que también nosotros un día seamos
plenamente salvados y liberados. Es el misterio de la redención, en el que se encarna
totalmente el carisma mercedario.
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Existe en el evangelio un relato de un milagro muy significativo y simbólico. Se trata
del milagro del paralítico (Lc 5,17-26). ¿Qué relación podemos encontrar con el tema de
la libertad y la liberación? Muy sencillo: nuestras esclavitudes nos
paralizan e invocamos fervientemente la actuación misericordiosa de Dios para que
nos saque del abismo profundo de nuestras ataduras y nos devuelva la libertad deseada
por todo ser humano.
En efecto, nos faltan alas para volar, porque se nos quedan los pies pegados al barro de
la vida. Nos detenemos en cosas ilusorias que nos engañan y nos atrapan en sus redes, y
no avanzamos con agilidad en el proceso de nuestra propia libertad. Esto impide, al
mismo tiempo, nuestro crecimiento personal y la consecuente maduración en la fe. Cada
vez que nos quedamos estancados en la superficialidad de las cosas, la vida se nos
paraliza y los sueños e ideales pierden vigor. Acerquémonos entonces a Jesús, para que
nos libere de nuestras parálisis y nos ayude a emprender de nuevo el camino de nuestra
libertad.
Es cierto que esta aplicación del texto evangélico no es ni puede ser literal. Se trata de
distinguir nuestras parálisis interiores, aquello que nos esclaviza y nos impide avanzar.
Pedimos, por tanto, a Dios la liberación interior de nuestra persona y de todos aquellos
que nos rodean. Pedimos un corazón libre, desprendido, que no esté aferrado a nada,
sino que se encuentre disponible para amar a todos sin distinción. La libertad es un
camino abierto hacia el amor verdadero. Cuando una persona se encuentra paralizada en
sus propias esclavitudes, necesita liberar su corazón para ponerse al servicio de los
demás y al servicio del Reino.
Reflexiona y profundiza en la figura de Jesús como hombre libre y liberador. De
verdad que merece la pena entusiasmarse con el Hijo de Dios, que asumió la
naturaleza humana de manera libre y, a través de ella, supo acercarse a la
necesidad humana para liberarla.
Entra en alguno de sus milagros y trata de descubrir el proceso de sanación de
cada persona y cómo la conduce hacia su propia libertad.
Piensa también en tu situación: ¿encuentras algo que necesita ser liberado? Ponte
en las manos de Jesús.
Esta reflexión puede servir al mismo tiempo para el rato de oración.
Continuando con la persona de Jesucristo Redentor que nos libera, no podemos olvidar
que nos encontramos en tiempo de Adviento. Es un momento propicio para recordar las
expectativas del pueblo de Israel ante la venida del mesías. Y hemos de adentrarnos
también en el sentido de nuestro Adviento: aguardamos la liberación plena como
culmen de todas las promesas . Esperamos de nuevo al Redentor, que vendrá a
reinar de manera definitiva y, por tanto, a regalarnos la verdadera libertad, la salvación
plena.
Ya el pueblo de Israel esperaba un salvador que le liberase del yugo opresor imperante
en su tiempo. Pero Jesús venía a traer otro tipo de libertad, la que nace en el corazón y
8. Desarrollo del tema
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en la gran familia humana como fruto del anuncio del Reino. El mismo Evangelio es un
camino de liberación.
Pero la plenitud de las promesas sólo la alcanzaremos con la venida de Cristo al final de
los tiempos, momento en el que se cumplirán definitivamente todas las promesas. A
nosotros nos toca aguardar de una manera dinámica, es decir, comenzar ya aquí y ahora
ese proceso de liberación que alcanzará su culmen en el encuentro con Cristo.
Adviento nos ayuda a recordar al Jesús liberador y salvador que llenará nuestra vida de
felicidad y transformará para siempre el mundo oprimido y sometido a la injusticia y al
dolor.
CARIsmáTICO
Conducir hacia la dignidad de hijos
No lo olvidemos. Todo lo que hemos reflexionado hasta ahora es eminentemente
carismático, pues el carisma mercedario se halla arraigado en el misterio de Jesucristo
Redentor proyectado por Dios en su plan de salvación y liberación. Y así, todo intento
de recuperar a la persona y devolverle su dignidad y su libertad entra de lleno en nuestro
carisma y en nuestra misión.
Ya el P. Zegrí alumbró un proyecto de regeneración de la persona profundamente
enraizado en el carisma redentor mercedario. El aspecto liberador de la redención
pretende rescatar a la persona de aquellas esclavitudes que le aprisionan y le impiden
vivir en libertad. Es un proceso más amplio y más profundo que el simple hecho de
romper cadenas. La pretensión es mucho más ambiciosa.
Es cierto que desde siempre hemos simbolizado el carisma con la expresión ‘romper
cadenas’ y así es como presentamos la imagen de Nuestra Señora de las Mercedes. Pero
no podemos quedarnos en una interpretación literal y simplista del término. Su
significado va más allá. Cuando nuestros proyectos se encaminan a ‘romper las cadenas
de la humanidad’, no sólo estamos hablando de una libertad física o social. Estamos
intentando iniciar un proceso de regeneración de la persona, que le conduzca al
descubrimiento y potenciación de su dignidad de hijo de Dios. En eso consiste la
verdadera libertad.
Todo ser humano tiene impreso en su interior el ideal que Dios sueña para cada uno. Y
el camino de la vida es una oportunidad para crecer hacia esa meta: el descubrimiento y
desarrollo del plan de Dios para cada uno. En la medida en que lo descubramos y lo
potenciemos, estaremos alcanzando nuestra propia libertad y la verdadera felicidad.
La misma vida del P. Zegrí
9. Desarrollo del tema
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En efecto, la misma vida del P. Zegrí es un camino de libertad. Él vivió su propio
proceso interior de liberación; por tanto, la teoría y el ideal que propugnó los aplicó a su
misma vida.
En este sentido, podemos afirmar que el P. Zegrí se fue desprendiendo de todo aquello
que le impedía vivir en su propia persona el carisma de liberación y redención que él
había transmitido a la Congregación. Él, que lo había poseído todo, se fue despojando
de todo hasta encontrar la libertad plena de los santos, los amigos de Dios.
De esta forma, encontramos una primera etapa de su trayectoria en la que predominaba
el éxito y la actividad, los grandes logros y los mejores ideales hechos realidad. La vida
le sonreía, y el P. Zegrí también sabía sonreír a la vida y agradecer al Señor de la
historia todos los regalos que estaba recibiendo.
Pero desde el mismo momento en que el destino de su trayectoria cambia, la vida le
introduce en una etapa de sufrimiento y aparente fracaso a los ojos humanos. Por
circunstancias ajenas a su voluntad, fue experimentando la lejanía de los suyos y la
pérdida de todo lo que hasta el momento había supuesto para él éxito y prosperidad.
Tuvo que asumir el mismo destino compartido por los profetas: ser consecuente con su
vocación a la santidad y abandonarse en Dios en aquellos momentos de sufrimiento.
Sin embargo, este proceso le condujo hacia la meta de la verdadera libertad. Fue
despojado de todo aquello que no es necesario y se fue acercando cada vez más al
corazón de Dios, donde se encuentra el verdadero amor y la verdadera felicidad. Así
experimentó la libertad de los salvados y redimidos, la libertad de los santos.
Frases del P. Zegrí sobre la libertad (extraídas de Sermones)
Comenta, si es posible, algunas de las siguientes frases del P. Zegrí:
No debemos gloriarnos sino en la cruz de Jesucristo, en quien está nuestra salud,
la vida y la resurrección, que nos salvó y nos dio la libertad.
Levantando, sobre las ruinas de la civilización, una civilización nueva, más
suave, más pura, más humanitaria, más perfecta, cual es la civilización de su
Divino Pastor que venía a dar a la tierra la verdadera libertad, la verdadera
vida, el positivo bienestar.
El Divino Pastor, al establecer la sociedad sobre las sólidas bases de la justicia,
al mismo tiempo que santifica la obediencia y recrimina fuertemente la tiranía,
estableció la libertad. Y, estableciendo la libertad, fueron reconocidos y
respetados los derechos, se suavizó la vida social. Suavizada la vida social, se
hizo amable y este amor afirmó la sociedad.
Los moradores de la ciudad divina, los hijos de las promesas figurados en
Isaac, somos libres con la libertad que nos ha conquistado Jesucristo.
10. Desarrollo del tema
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PERsONAL
Cuestionamiento y compromiso
Hemos ido reflexionando acerca del tema de la libertad y nos hemos visto reflejados en
dicho proceso. Ahora se trata de sacar conclusiones personales para tu vida:
¿Cómo has entendido hasta ahora tu libertad personal? ¿Te comprometes en la
búsqueda de la verdadera libertad? ¿Qué te enseña el carisma mercedario al
respecto?
El gran compromiso de nuestra vida debería consistir en empeñarnos en la
liberación de todo aquello que nos oprime y de todo lo que oprime al ser
humano, defendiendo la dignidad de la persona y sus derechos más inalienables.
A modo de conclusión, recordemos las palabras de Jesús: La verdad os hará
libres (Jn 8,32). Es como afirmar que la autenticidad nos hará libres, la coherencia de
vida, el amor y fidelidad a nuestro proyecto… En definitiva, cuando descubrimos cuál
es nuestra verdadera identidad, aquello por lo que hemos venido a este mundo, para lo
que hemos sido llamados… estamos descubriendo nuestra auténtica verdad y nos vamos
introduciendo en nuestro personal proceso de libertad, al estilo del P. Zegrí y de
Jesucristo Redentor, modelo y paradigma de nuestra vida.