2. El 16 de abril dijo reflexionando sobre la pasión del
Señor:
"El camino de la humillación de Cristo"
"...yo doy mi vida …Nadie me la quita, sino que la
doy por mí mismo. Tengo el poder de darla y de
retomarla".
Y así, comienza ese camino de la humillación, de la
expoliación, con esta traición. Jesús, como si
estuviera en el mercado: "esto cuesta 30 denarios" y
Jesús recorre este camino de humillación y de la
3. Jesús alcanza la humillación completa con la
"muerte en cruz". Se trata de la peor de las
muertes,
destinada a los esclavos y a los delincuentes.
Jesús era considerado un profeta,
pero muere como un delincuente.
4. Observando a Jesús en su pasión, vemos como
en un espejo, también los sufrimientos de toda
la humanidad y encontramos la respuesta divina
al misterio del mal,
del dolor, de la muerte.
5. Y muchas veces sentimos
horror ante el mal y el
dolor que nos rodea y
nos preguntamos:
"¿Por qué Dios permite
esto?”.
Es una herida profunda
para nosotros ver el
sufrimiento y la muerte,
¡sobre todo la de los
inocentes! Cuando vemos
sufrir a los niños es una
herida en el corazón, es
el misterio del mal y
Jesús toma todo este
mal, todo este
sufrimiento sobre sí
6. "...Mirar el Crucifijo, besar las llagas de Jesús,
besarlas en el Crucifijo.
Él ha tomado sobre Él todo el sufrimiento
humano,
se ha “vestido” de ese sufrimiento".
Nosotros esperamos que Dios en su
omnipotencia derrote la injusticia, el mal, el
pecado y el sufrimiento con una triunfante
victoria.
Dios nos muestra, en cambio,
una humilde victoria que humanamente parece
7. Y podemos decir, Dios vence en la derrota
precisamente.
El Hijo de Dios, de hecho, aparece en la cruz
como un hombre derrotado: sufre, es traicionado,
insultado y finalmente muere.
Jesús permite que el mal se ensañe con Él y lo
toma sobre sí para vencerlo. Su pasión no es un
accidente; su muerte - aquella muerte - estaba
"escrita".
8. De verdad, no tenemos tanta explicación,
es un misterio desconcertante, el misterio de la
gran humildad de Dios:
“Dios - en efecto - amó tanto al mundo,
que entregó a su Hijo único”.
9. La pasión y la muerte de Jesús y las
frustraciones de tantas esperanzas humanas
son el camino real a través del cual Dios
obra nuestra salvación. Un camino que no
corresponde a los criterios humanos, es más,
los abate. En sus heridas somos curados.
10. "Pensemos tanto en el dolor de Jesús, y
digámonos a nosotros mismos: “¡y ésto es por
mí!”
Aunque yo hubiera sido la única persona en el
mundo,
Él lo habría hecho. ¡Lo ha hecho por mí!
Y besemos el Crucifijo y digamos:
“por mí, gracias Jesús, por mí”.
11. Y cuando todo parece perdido, cuando no queda
ninguno porque herirán "al pastor, y se
dispersarán las ovejas del rebaño", es entonces
cuando Dios interviene con el poder de la
resurrección.
12. La resurrección de Jesús no es el final feliz de un
cuento de hadas, no es un final feliz de una
película,
sino que es la intervención de Dios Padre,
allí donde está desecha la esperanza humana.
13. En el momento en el cual todo parece perdido,
en el momento del dolor en el cual tantas
personas sienten la necesidad de bajar de la cruz,
es el momento más cercano a la resurrección.
14. La noche se hace más oscura justamente antes
de que empiece la mañana, antes que comience la
luz.
En el momento más oscuro interviene Dios y
resucita.
15. Jesús, quien optó seguir por este camino,
nos llama a seguirlo en su propio camino de
humillación. Cuando en ciertos momentos de la
vida no encontramos vía de escape a nuestras
dificultades,
cuando precipitamos en la oscuridad más densa, es
el momento de nuestra humillación y expoliación
total,
16. es el tiempo en el que
experimentamos que
somos débiles y
pecadores,
es entonces, en aquel
momento, que no
debemos enmascarar
nuestro fracaso, sino
abrirnos confiadamente a
la esperanza en Dios,
como hizo Jesús.
Con un Crucifijo en la
mano y besándolo tantas
veces, digamos: “gracias
Jesús,
gracias Señor”. Así sea.
17. El 17 de abril dijo:
Hemos sentido lo que
Jesús hizo en la Última
Cena.
Es un gesto de despedida.
Es la herencia que nos
deja.
Él es Dios y se hizo siervo,
servidor nuestro,
y ésta es la herencia.
También ustedes deben ser
servidores, uno de los
otros.
Él hizo este camino por
amor. También ustedes
tienen que amarse y ser
servidores en el amor. Ésta
es la herencia que nos deja
18. Y hace este gesto de lavar los pies porque es un
gesto simbólico: lo hacían los esclavos, los
siervos, a los comensales, a la gente que venía al
almuerzo o a la cena porque en aquel tiempo las
calles eran todas de tierra, y cuando entraban a
casa, era necesario lavarse los pies.
Jesús hace un gesto, un trabajo, un servicio de
esclavo, de siervo, y esto lo deja como herencia
entre nosotros.
19. En nuestro corazón, pensemos en los otros, y
pensemos en el amor que Jesús nos dice que
tenemos que tener con los otros; y pensemos
también cómo podemos servirles mejor, a las
otras personas, porque así Jesús lo quiso de
nosotros.
20. El 18 abril dijo al presidir el Vía Crucis:
"Dios ha puesto en la Cruz de Jesús todo el peso
de nuestros pecados, todas las injusticias
perpetradas por Caín contra su hermano, toda la
amargura de la traición de Judas y de Pedro, toda
la vanidad de los prepotentes,
toda la arrogancia de los falsos amigos."
21. "Era una cruz pesada, como la noche de las
personas abandonadas, pesada como la muerte de
las personas queridas, pesada porque resume toda
la fealdad del mal."
Y sin embargo es con todo una cruz gloriosa,
como el alba de una noche larga, porque
representa todo el amor de Dios, que es más
grande que nuestras iniquidades y nuestras
22.
En la cruz vemos la monstruosidad del hombre
cuando se deja guiar por el mal, pero vemos
también la inmensidad de la misericordia de Dios,
que no nos trata según nuestros pecados, sino
según su misericordia.
23. Ante la cruz de Jesús vemos casi hasta tocar con
las manos cuánto somos amados eternamente,
ante la cruz nos sentimos hijos y no cosas u
objetos,
como lo afirmaba San Gregorio Nacianceno,
dirigiéndose a Cristo con esta oración:
Si no existieras tú, mi Cristo, me sentiría criatura
acabada.
24. He nacido y me siento disolver, como duermo
descanso y camino, me enfermo y curo, me
asaltan sin número los tormentos, gozo del sol y
de cuanto fructifica la tierra. Después muero y la
carne se convierte en polvo como la de los
animales, que no tienen pecados.
25. Pero yo, ¿qué tengo más que ellos? Nada sino
Dios,
si no existieras tú, Oh, Cristo mío, me sentiría
criatura acabada. Oh, Jesús, guíanos desde la cruz
hasta la resurrección, y enséñanos que el mal no
tendrá la última palabra, sino el amor, la
misericordia y el perdón.
26. Oh, Cristo, ayúdanos a exclamar nuevamente:
ayer estaba crucificado con Cristo, hoy soy
glorificado con Él.
Ayer había muerto con Él, hoy estoy vivo con Él.
Ayer estaba sepultado con Él, hoy he resucitado
con Él.
27. Recordemos a los enfermos, recordemos a todas
las personas abandonadas bajo el peso de la Cruz,
para que encuentren en la prueba de la Cruz la
fuerza de la esperanza, de la esperanza de la
resurrección
y del amor de Dios.
28. El 19 de abril dijo:
...Después de la muerte del Maestro, los
discípulos se habían dispersado; su fe se deshizo,
todo parecía que había terminado, derrumbadas
las certezas, muertas las esperanzas.
29. Pero entonces, aquel anuncio de las mujeres,
aunque increíble, se presentó como un rayo de luz
en la oscuridad. La noticia se difundió: Jesús ha
resucitado, como había dicho… Y también el
mandato de ir a Galilea; las mujeres lo habían
oído por dos veces,
primero del ángel, después de Jesús mismo:
«Que vayan a Galilea; allí me verán».
30. Galilea es el lugar de la primera llamada,
donde todo empezó. Volver allí, volver al lugar
de la primera llamada. Jesús pasó por la orilla del
lago, mientras los pescadores estaban arreglando
las redes. Los llamó, y ellos lo dejaron todo y lo
siguieron (cf. Mt 4,18-22).
31. Volver a Galilea quiere
decir releer todo a partir de
la cruz y de la victoria.
Releer todo: la predicación,
los milagros,
la nueva comunidad, los
entusiasmos y las
defecciones, hasta la
traición; releer todo a partir
del final, que es un nuevo
comienzo, de este acto
supremo de amor.
32. También para cada uno de
nosotros hay una «Galilea»
en el comienzo del camino
con Jesús. «Ir a Galilea»
tiene un significado bonito,
significa para nosotros
redescubrir nuestro bautismo
como fuente viva,
sacar energías nuevas de la
raíz de nuestra fe y de
nuestra experiencia cristiana.
Volver a Galilea significa
sobre todo volver allí, a ese
punto incandescente en que
la gracia de Dios me tocó al
comienzo del camino.
33. Con esta chispa puedo encender el fuego para el
hoy,
para cada día, y llevar calor y luz a mis hermanos
y hermanas.
Con esta chispa se enciende una alegría humilde,
una alegría que no ofende el dolor y la
desesperación,
una alegría buena y serena.
34. En la vida del cristiano,
después del bautismo,
hay también una «Galilea»
más existencial:
la experiencia del
encuentro personal con
Jesucristo,
que me ha llamado a
seguirlo y participar en su
misión.
35. En este sentido, volver
a Galilea significa
custodiar en el corazón
la memoria viva de esta
llamada,
cuando Jesús pasó por
mi camino, me miró
con misericordia, me
pidió de seguirlo;
recuperar la memoria
de aquel momento en
el que sus ojos se
cruzaron con los míos,
el momento en que me
hizo sentir que me
amaba.
36. Hoy,
cada uno de nosotros puede
preguntarse: ¿Cuál es mi
Galilea? ¿Dónde está mi
Galilea?
¿La recuerdo? ¿La he
olvidado? He andado por
caminos y senderos que me
la han hecho olvidar.
Señor, ayúdame: dime cuál
es mi Galilea; sabes, yo
quiero volver allí para
encontrarte y dejarme
abrazar por tu misericordia.
37. El evangelio de Pascua es claro: es necesario
volver allí,
para ver a Jesús resucitado, y convertirse en
testigos de su resurrección. No es un volver atrás,
no es una nostalgia.
Es volver al primer amor, para recibir el fuego
que Jesús ha encendido en el mundo, y llevarlo a
todos,
38. «Galilea de los gentiles» (Mt 4,15; Is 8,23):
horizonte del Resucitado, horizonte de la Iglesia;
deseo intenso de encuentro… ¡Pongámonos en
camino!
39. El 20 de abril dijo:
... Jesús, el crucificado, ha resucitado. Este
acontecimiento es la base de nuestra fe y de
nuestra esperanza:
si Cristo no hubiera resucitado, el cristianismo
perdería su valor; toda la misión de la Iglesia se
quedaría sin brío,
pues desde aquí ha comenzado y desde aquí
reemprende siempre de nuevo.
40. El mensaje que los cristianos llevan al mundo es
este:
Jesús, el Amor encarnado, murió en la cruz por
nuestros pecados, pero Dios Padre lo resucitó y lo
ha constituido Señor de la vida y de la muerte. En
Jesús, el Amor ha vencido al odio, la misericordia
al pecado, el bien al mal, la verdad a la mentira,
la vida a la muerte.
41. Por esto decimos a todos: «Vengan a ver».
En toda situación humana, marcada por la
fragilidad,
el pecado y la muerte, la Buena Nueva no es sólo
una palabra, sino un testimonio de amor gratuito
y fiel:
es un salir de sí mismo para ir al encuentro del
otro,
estar al lado de los heridos por la vida, compartir
con quien carece de lo necesario, permanecer
junto al enfermo,
42. «Vengan a ver»:
El amor es más fuerte, el amor da vida, el
amor hace florecer la esperanza en el
desierto.
Con esta gozosa certeza, nos dirigimos hoy
a ti, Señor resucitado.
43. Ayúdanos a buscarte para que todos podamos
encontrarte, saber que tenemos un Padre y no nos
sentimos huérfanos; que podemos amarte y
adorarte.
Ayúdanos a derrotar el flagelo del hambre,
agravada por los conflictos y los inmensos
derroches de los que a menudo somos cómplices.
44. Haznos disponibles para proteger a los
indefensos, especialmente a los niños, a las
mujeres y a los ancianos, a veces sometidos a la
explotación y al abandono.
45. Haz que podamos curar a los hermanos afectados
por la epidemia de Ébola en Guinea Conakry,
Sierra Leona y Liberia, y a aquellos que padecen
tantas otras enfermedades, que también se
difunden a causa de la incuria y de la extrema
pobreza.
46. Consuela a todos los que hoy no pueden celebrar
la Pascua con sus seres queridos,
por haber sido injustamente arrancados de su
afecto,
como tantas personas, sacerdotes y laicos,
secuestradas en diferentes partes del mundo.
47. Conforta a quienes han dejado su propia tierra
para emigrar a lugares donde poder esperar en un
futuro mejor, vivir su vida con dignidad y,
muchas veces, profesar libremente su fe.
Te rogamos, Jesús glorioso, que cesen todas las
guerras, toda hostilidad pequeña o grande,
antigua o reciente.
48. Te suplicamos por la amada Siria: que cuantos
sufren las consecuencias del conflicto puedan
recibir la ayuda humanitaria necesaria;
que las partes en causa dejen de usar la fuerza
para sembrar muerte, sobre todo entre la
población inerme,
y tengan la audacia de negociar la paz, tan
anhelada desde hace tanto tiempo.
49. Jesús glorioso te rogamos que consueles a
las víctimas de la violencia fratricida en
Irak y sostengas las esperanzas que suscitan
la reanudación de las negociaciones entre
israelíes y palestinos.
50. Te invocamos para que se ponga fin a los
enfrentamientos en la República
Centroafricana,
se detengan los atroces ataques terroristas en
algunas partes de Nigeria y la violencia en
Sudán del Sur.
51. Y te pedimos por Venezuela, para que los
ánimos se encaminen hacia la reconciliación
y la concordia fraterna.
52. Que por tu resurrección, que este año celebramos
junto con las iglesias que siguen el calendario
juliano,
te pedimos que ilumines e inspires iniciativas de
paz en Ucrania, para que todas las partes
implicadas,
53. apoyadas por la Comunidad internacional,
lleven a cabo todo esfuerzo para impedir la
violencia y construir, con un espíritu de
unidad y diálogo, el futuro del País, que
ellos, como hermanos, puedan gritar:
«Christus surrexit, venite et videte!»
54. ¡Te rogamos, Señor, por todos los pueblos de
la Tierra: Tú, que has vencido a la muerte,
concédenos tu vida, danos tu paz!.
«Christus surrexit, venite et videte!».
55. En twitter dijo:
La Semana Santa es un buen momento para
confesarse y retomar el camino correcto.
59. Si deseas recibir mails, relacionados con
la Iglesia: que contienen diapositivas,
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etc.
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Servicio Gratuito.
Que Dios te llene de bendiciones.
Y que permanezcamos unidos en el amor
a Jesús.