1. Había una vez…

2. En una pequeña ciudad,
una grandísima soñadora.

3. Una mujer… madurita
a la que le gustaba mucho escribir.
_________________________
Había estado siempre llenando
páginas y páginas, sin pensar en
que aquello pudiera servirle a
nadie mas que a ella.

4. Quiso un día la fortuna…
Que un conocido le pidiese un favor: escribirle una historia que
reflejase la belleza de su amistad con una mujer : Mariví..
Javier se sentía agradecido por esa relación, y quería hacer algo
especial para demostrárselo a su mejor amiga.
.

5. Javier le contó muchas cosas:
Anécdotas, pruebas que tuvieron que superar y que les hicieron crecer en cariño y
en confianza: risas, amores, desamores, frustraciones, esperanzas,
sueños…la vida en fin, con sus altibajos.
Todo lo que había hecho que su amistad fuera única.
En los peores momentos, y también en los mejores donde parece que no hace
falta, pero sí , porque la alegría compartida sabe mejor. Se había sentido
arropado por su amiga; y quería darle las gracias de una forma especial e
inolvidable.

6. Mariví no se esperaba un regalo como aquél.
Mientras leía, los cristales de las gafas se le
iban empañando. Le dijo a Javi que nunca
se desprendería de aquél regalo.
Y a Javier también se le empañaron los
cristales de las gafas.
Aquél relato les hizo sentirse más unidos si
cabía. Era una historia única, porque era Su
historia; y ellos eran los protagonistas.

7. Aquél día, Mariaje
comprendió una cosa:
Que podía ser útil a los demás,
haciendo aquello que a ella
más le gustaba hacer en la vida.

8. Que podía ser feliz y contribuir a la felicidad de otros.
Ayudándoles a plasmar sus sentimientos en un relato.
Poniendo palabras a sus emociones.
Creando para ellos y con ellos un regalo exquisito; y no
podía ser de otra manera: porque al poner su corazón en
el regalo, cabía decir sin temor que el regalo serían ellos
mismos.

9. A partir de aquél día dejó de tropezarse
con los muebles, y de mirar al suelo
todo el tiempo.
De observar la vida a través de las
rendijas, pensando que ya era tarde para ella.
Se dio cuenta de que le había estado dando la espalda a su vocación,
simplemente porque había ‘otras cosas más urgentes’
que atender.

10. Sabía que ahora, teniendo muy claro el para qué,
encontraría el cómo.
Así que se sentó frente a su ordenador, ajustó sus lentes,
y se puso a escribir.

11. …
Y Cuchuflín,
Cuchufleta,
¡ Cuchuplast !
Este cuento … … …

12. ¡es de
verdad!

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