1. Para muchos, entre el ataque al cuartel Moncada en Santiago de Cuba –26 de julio de
1953- y el desembarco del Granma –2 de diciembre de 1956- la lucha revolucionaria en Cuba
frente a un ejército moderno y bien armado carecía de toda perspectiva, y la acción de un
puñado de luchadores era vista como quimera de idealistas ilusos. Siempre ha sido así en el
curso de la historia; sin embargo, el triunfo revolucionario de enero de 1.959 y la conversión de
aquellos núcleos guerrilleros en una poderosa fuerza político militar con profundo arraigo popular
desvirtuaron a los apostadores de la derrota, a los apologistas del fatalismo y el pre
determinismo histórico.
Para no luchar habrá siempre muchos pretextos en todas las épocas, en todos los lugares
y en todas las circunstancias, pero por esta vía jamás se conquistarán la libertad y la dignidad de
las mayorías. Quienes no han combatido ni combatirán nunca por el pueblo y su liberación
siempre intentará caricaturizar las ideas revolucionarias, tratando de hacer de ellas un opio
dogmático y de convertir las organizaciones populares en instrumentos de conciliación y
propugnadoras de políticas que no tienen nada que ver con los intereses reales de los pueblos
explotados de este continente. Y Cuba no podría ser una excepción histórica.
La Revolución cubana y su importancia para las revoluciones continentales
El impacto de la Revolución cubana estremeció al continente latinoamericano y llenó de
juventud de ideas y razones para emprender el camino justo de luchar contra la opresión y por la
independencia. En Colombia la Revolución cubana da inicio a un profundo viraje histórico, y
2. adquirido caracteres de guerra civil. Se hacía necesario hacer un acto de contrición,
aunque sin propósito de enmienda, que produjera una tregua.
Las conversaciones finales del gran acuerdo bipartidista se realizaron en
España, Benidorm y Sitges, donde residía en el exilio el jefe del Partido
Conservador, Laureano Gómez y concluyeron el 17 de marzo de 1957 con la firma
de la “Plataforma del Frente Nacional” por parte de éste y de Lleras Camargo,
representantes, en su orden, del conservatismo y del liberalismo. Los principales
puntos acordados fueron: los dos partidos tendrán participación igual en el gobierno
durante los dieciséis años previstos como duración del Frente Nacional, la
presidencia de la República será desempeñada por ciudadanos conservadores y
liberales en períodos alternados de cuatro años, los cuerpos legislativos serán
elegidos en listas paritarias que den igual participación a ambos partidos, todos los
cargos públicos serán repartidos en número igual para cada partido y, por último, no
se le dará reconocimiento legal a partidos diferentes.
La junta militar que sucedió a Rojas Pinilla el 10 de mayo de 1957 convocó
a un plebiscito nacional para reformar la Constitución, elevando a normas los
acuerdos de los dos partidos y su producto: el Frente Nacional. El 1º de diciembre de
1957 los colombianos aprobaron la reforma puesta a su consideración. Daban así
visos de respaldo popular a un acuerdo de la oligarquía. Ésta es una de las pocas
veces que la realidad nacional se refleja en las leyes, porque no había diferencias de
3. fondo que justificaran la división de los colombianos en dos bandos políticos dirigidos
por una misma casta. Los artificios empleados por ella para mantener la división se
basaban en el reparto de cargos en ciertos niveles de la burocracia, en la hipotética
defensa de la Iglesia católica, amenazada siempre en sus fundamentos por los
principios eternos del liberalismo manchesteriano, y, sobre todo, en los atropellos y
las venganzas subsiguientes de que eran víctimas y sujetos las clases populares,
mantenidas forzosamente en la ignorancia para impedirles comprender lo absurdo y
lo inútil de su sacrificio.
El primer presidente del Frente Nacional debía ser conservador. Sin embargo,
por decisión de Laureano Gómez y los jefes del partido liberal, se prefirió que el
primer período fuera para un liberal. El 16 de marzo de 1958 se eligió el Alberto
Lleras Camargo, quien tomó posesión el 7 de agosto de 1958, iniciando así el
régimen del Frente Nacional. En 1962 se eligió un presidente conservador, Guillermo
León Valencia, y desde 1966, un liberal, Carlos Lleras Restrepo.1
Posesionado el terror, aparecen los gérmenes de reivindicaciones sociales y de justicia, y
allí están los primeros brotes de guerrillas con una clara intención política. Surgen las
autodefensas y las “repúblicas independientes” de los esfuerzos de dirigentes comunistas y de
algunos comandantes de las guerrillas liberales, quienes se alzan con machete y escopeta para
luchar por su dignidad. “En una sola de las operaciones para abatir a los rebeldes de
4. Marquetalia se dispararon un millón y medio de proyectiles, se arrojaron veinte mil bombas y se
movilizaron, por tierra y aire, dieciséis mil soldados”.2
El Frente Nacional
La oligarquía colombiana con su violencia liberal–conservadora había dejado los campos
colombianos llenos de calaveras, sangre, calvarios, huérfanos, viudas y odio. Con esta herencia
era imposible reconstruir la economía nacional y el consenso político, y mucho menos si se
mantenía el grado de enfrentamiento y de irracionalidad producido por su afán desmedido de
poder, tierras y ganancias. A pesar del período “pacificador” del general Gustavo Rojas Pinilla, la
oligarquía es consciente de que la lucha comenzaba a plantearse ya en el marco del
enfrentamiento de clases –con la aparición de las primeras autodefensas campesinas influidas
por los comunistas- y la independencia ideológica de algunos jefes guerrilleros liberales como
“Sangre Negra”, “Venganza” y “Pedro Brincos”.
1
Camilo Torres Restrepo, Obras escogidas, pp. 383 - 384
2
Germán Guzmán Campos, La violencia en Colombia, Bogotá, pp.168
El Frente Nacional nace en 1958 como alternancia en el gobierno cada cuatro años de los
partidos de la muerte: el Liberal y el Conservador. Con un lenguaje seudo reformista
5. el Frente Nacional creó en Colombia grandes expectativas y esperanzas en las clases
populares, siendo este engendro capitalista la salida más sagaz del imperialismo y la burguesía
para frenar el avance de las luchas populares, cada día en crecimiento en nuestro país.
Al inicio de este período, una serie de decretos de carácter reformista tienden a dar una
imagen renovada del sistema capitalista. Así, con el decreto 1961 del 25 de junio de 1959, el
gobierno de Alberto Lleras Camargo creó la acción comunal, la cual buscaba sembrar ilusiones
en la mayor parte de los sectores populares con el estímulo financiero del Estado a las
comunidades para resolver los problemas más urgentes.
En 1961, en el encuentro de Punta del Este, Uruguay, el imperialismo norteamericano y las
oligarquías latinoamericanas trazan una estrategia continental por medio del programa “Alianza
para el Progreso”, con el cual se proponen impulsar políticas de vivienda masivas que regulen
las demandas de las masas inmigrantes, y una reforma agraria que reduzca la migración del
campo a la ciudad y las tensiones producidas por la tenencia de la tierra en el campo. Para ello,
se promulga el decreto 135 de 1961, que crea el Instituto Colombiano de la Reforma Agraria,
Incora, que no es más que una parodia del Instituto de la Reforma Agraria, Inra, de Cuba.
Con esto la burguesía trata de aplacar al campesinado en cuanto a su necesidad de tierras
para trabajar, con un plan demagógico y reformista cuyo objetivo político era “demostrar” que el
campesinado podía adquirir la tierra sin necesidad de hacer la revolución como en Cuba.
Se llega al año 1962 y corresponde la alternación del gobierno a Guillermo León Valencia,
quien se identifica como perteneciente a los hombres cristianos “que no combaten al comunismo
6. con grandes avenidas, sino con caminos de penetración en las zonas más apartadas de la
patria”, desarrollándose a la par un programa para las zonas más afectadas por la violencia. Por
medio del Ejército otorgó créditos y reubicó familias en el campo, mientras que en las regiones
más conflictivas se desataba la acción represiva y la acción cívico–militar que produjo hechos de
masacre en Marquetalia, donde más de 400 campesinos fueron asesinados por los bombardeos
masivos y el uso de armas no convencionales como el NAPALM, y la bomba incendiaria de
efectos devastadores.
En 1964 comienza a desmoronarse la patraña de la clase dirigente, y es precisamente en
este año cuando se acentúa más el movimiento de masas, caracterizado por una sucesión de
huelgas y paros como reacción ante el alto costo de la vida, y, en particular, contra el impuesto a
las ventas, que origina un descontento generalizado y que para 1965 llega al punto más alto:
172.000 trabajadores en paro.
Este auge del movimiento de masas entre 1963 y 1966 tuvo una importancia significativa
para el campo popular por cuanto provoca el crecimiento del accionar militar. En este sentido, es
importante resaltar el papel del movimiento estudiantil en este período, en el que se destaca la
movilización beligerante que realizan en varias partes del país en apoyo del Frente Unido
dirigido por el sacerdote Camilo Torres Retrepo y contra la invasión de los marines a República
Dominicana en 1965 para sofocar la rebelión dirigida por Francisco Caamaño.
En este preciso momento histórico, como consecuencia de las condiciones económicas,
políticas y sociales, y con ejemplos como el de la victoriosa Revolución cubana, surge el Ejército
7. de Liberación Nacional, ELN, como concreción de esas condiciones objetivas y subjetivas que
favorecen su desarrollo.
Vale la pena destacar que en estos momentos existía cierto estancamiento en el proceso
de acumulación del capitalismo dependiente y del desarrollo de las fuerzas productivas en
nuestro país, que no fue analizado de manera objetiva por algunos teóricos, surgiendo algunas
corrientes que caracterizaban este estancamiento en el desarrollo económico como
manifestación de una crisis definitiva, irreversible, tanto en nuestro país como en el resto del
continente, y se llega a la conclusión de que estábamos cerca de un momento insurreccional,
revolucionario, que haría estallar rápidamente la estructura social. Como impulsor de esta
corriente sobresalió Mario Arrubla, con su obra Estudio sobre el subdesarrollo colombiano, entre
otros libros.
Como era de esperarse, el Frente Nacional no trajo consigo la felicidad, la armonía y la
igualdad que las momias petrificadas de la oligarquía prometieron. Fue sólo un calmante para
tratar de reconstruir su ilegitimidad ante las masas trabajadoras.
Cuando la década de la violencia llegaba a su fin, la Organización de las
Naciones Unidas publicaban los resultados de su encuesta sobre la nutrición en
Colombia. Desde entonces, la situación no ha mejorado en absoluto: un 88% sufría
arriboflavinosos y más de la mitad tenía un peso por debajo de lo normal; Entre los
obreros la avitaminosis castigaba al 77%, y entre los campesinos de valle de Tenza,
al 78%. La encuesta mostró “una marcada insuficiencia de alimentos protectores –
8. leche y sus derivados, huevos, carne, pescado, y algunas frutas y hortalizas- que
aportan conjuntamente proteínas, vitaminas y sales”. No sólo a la luz de los
fogonazos de las balas se revela una tragedia social.
Las estadísticas indican que Colombia ostenta un índice de homicidios siete
veces mayor que el de los Estados Unidos, pero también indican que la cuarta parte
de los colombianos en edad activa carece de trabajo fijo. Doscientas cincuenta mil
personas se asoman cada año al mercado laboral; la industria no genera nuevos
empleos y en el campo la estructura de latifundios y minifundios tampoco necesita
más brazos: por el contrario, expulsa sin cesar nuevos desocupados hacia los
suburbios de las ciudades. Hay en Colombia más de un millón de niños sin escuela.
Ello impide que el sistema se dé el lujo de mantener cuarenta y una universidades,
públicas o privadas, cada una con diversas facultades y departamentos, para la
educación de los hijos de la elite y de la minoritaria clase media. 3
3 Eduardo Galeano, Las venas abiertas de América Latina, pp. 137
9. Capítulo 2
CUBA: LA REVOLUCIÓN POSIBLE
Cuba es un pequeño país de economía subdesarrollada, como todos los que fueron
dominados y explotados por el colonialismo y el imperialismo durante siglos. Situado sólo a 90
millas de las costas de los Estados Unidos, con una base naval yanqui en su propio territorio, se
enfrenta a numerosos obstáculos para llevar a cabo su desarrollo económico y social. Hasta el
1º de enero de 1.959 gobernada sucesivamente por dictadores corruptos, que hacían feria con el
bienestar del pueblo y convertían la hermosa isla en el mayor burdel del mundo al servicio de
sus amos gringos.
Heroicas epopeyas libertarias se desarrollan en Cuba desde los lejanos tiempos en que
Martí y Maceo desarrollaron la guerra de Independencia contra el colonialismo español.
En Cuba, ni la muerte en combate de Martí y de Maceo, a las que siguió la intervención
yanqui cuando finalizaba la guerra de independencia, frustrando en lo inmediato el objetivo de
sus luchas, ni la muerte de brillantes propugnadores de la revolución socialista, como Julio
Antonio Mella, asesinado por agentes al servicio del imperialismo, pudieron impedir el triunfo de
un proceso que comenzó hace 100 años, y nadie en absoluto podría poner en duda la profunda
justeza de la causa y la línea de lucha de aquellos próceres, ni la vigencia de sus ideas
libertarias que inspiraron e inspiran a los continuadores de su colosal obra revolucionaria.