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Estábame yo en mi estudio

Estábame yo en mi estudio
estudiando la lición,
y acordéme de mis amores:
no podía estudiar, non.

Anónimo
(Siglo XV)



LA HORA

Tómame ahora que aún es temprano
y que llevo dalias nuevas en la mano.

Tómame ahora que aún es sombría
esta taciturna cabellera mía.

Ahora que tengo la carne olorosa
y los ojos limpios y la piel de rosa.

Ahora que calza mi planta ligera
la sandalia viva de la primavera.

Ahora que en mis labios repica la risa
como una campana sacudida aprisa.

Después..., ¡ah, yo sé
que ya nada de eso más tarde tendré!

Que entonces inútil será tu deseo,
como ofrenda puesta sobre un mausoleo.

¡Tómame ahora que aún es temprano
y que tengo rica de nardos la mano!

Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca
y se vuelva mustia la corola fresca.

Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves
que la enredadera crecerá ciprés?


Juana de Ibarbourou
LA VOZ A TI DEBIDA
Versos 1290 a 1316

Ayer te besé en los labios.
Te besé en los labios. Densos,
rojos. Fue un beso tan corto
que duró más que un relámpago,
que un milagro, más.
El tiempo
después de dártelo
no lo quise para nada
ya, para nada
lo había querido antes.
Se empezó, se acabó en él.

Hoy estoy besando un beso;
estoy solo con mis labios.
Los pongo
no en tu boca, no, ya no
—¿adónde se me ha escapado?—.
Los pongo
en el beso que te di
ayer, en las bocas juntas
del beso que se besaron.
Y dura este beso más
que el silencio, que la luz.
Porque ya no es una carne
ni una boca lo que beso,
que se escapa, que me huye.
No.
Te estoy besando más lejos.



EL POETA DICE LA VERDAD

Quiero llorar mi pena y te lo digo
para que tú me quieras y me llores
en un anochecer de ruiseñores
con un puñal, con besos y contigo.

Quiero matar al único testigo
para el asesinato de mis flores
y convertir mi llanto y mis sudores
en eterno montón de duro trigo.

Que no se acabe nunca la madeja
del te quiero me quieres, siempre ardida
con decrépito sol y luna vieja.

Que lo que no me des y no te pida
será para la muerte, que no deja
ni sombra por la carne estremecida.

Lorca


SONETO DE LA DULCE QUEJA

Tengo miedo a perder la maravilla
de tus ojos de estatua y el acento
que me pone de noche en la mejilla
la solitaria rosa de tu aliento.

Tengo pena de ser en esta orilla
tronco sin ramas, y lo que más siento
es no tener la flor, pulpa o arcilla,
para el gusano de mi sufrimiento.

Si tú eres el tesoro oculto mío,
si eres mi cruz y mi dolor mojado,
si soy el perro de tu señorío.


No me dejes perder lo que he ganado
y decora las aguas de tu río
con hojas de mi Otoño enajenado.

Lorca


TE QUIERO

Te lo he dicho con el viento,
jugueteando como animalillo en la arena
o iracundo como órgano impetuoso;

Te lo he dicho con el sol,
que dora desnudos cuerpos juveniles
y sonríe en todas las cosas inocentes;

Te lo he dicho con las nubes,
frentes melancólicas que sostienen el cielo,
tristezas fugitivas;

Te lo he dicho con las plantas,
leves criaturas transparentes
que se cubren de rubor repentino;

Te lo he dicho con el agua,
vida luminosa que vela un fondo de sombra;

te lo he dicho con el miedo,
te lo he dicho con la alegría,
con el hastío, con las terribles palabras.

Pero así no me basta:
más allá de la vida,
quiero decírtelo con la muerte;
más allá del amor,
quiero decírtelo con el olvido.

LuisCernuda, La realidad y el deseo, Madrid, Castalia, 1998

“Si el hombre pudiera decir''

Si el hombre pudiera decir lo que ama,
Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo
Como una nube en la luz;
Si como muros que se derraman,
Para saludar la verdad erguida en medio,
Pidiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor,
La verdad de sí mismo,
Que no se llama gloria, fortuna o ambición,
Sino amor o deseo,
Yo sería aquel que imaginaba;
Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos
Proclama ante los hombres la verdad ignorada,
La verdad de su amor verdadero.
Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien
Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío;
Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina,
Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera,
Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu
Como leños perdidos que el mar anega o levanta
Libremente, con la libertad el amor,
La única libertad que me exalta,
La única libertad por que muero.
Tú justificas mi existencia:
Si no te conozco, no he vivido;
Si muero sin conocerte, no muero porque no he vivido.


                                       Unidad en ella

                          Cuerpo feliz que fluye entre mis manos,
                         rostro amado donde contemplo el mundo,
donde graciosos pájaros se copian fugitivos,
                       volando a la región donde nada se olvida.

                         Tu forma externa, diamante o rubí duro,
                    brillo de un sol que entre mis manos deslumbra,
                     cráter que me convoca con su música íntima,
                      con esa indescifrable llamada de tus dientes.

                     Muero porque me arrojo, porque quiero morir,
                porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera
                           no es mío, sino el caliente aliento
               que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo.

                         Deja, deja que mire, teñido del amor,
                       enrojecido el rostro por tu purpúrea vida,
                     deja que mire el hondo clamor de tus entrañas
                     donde muero y renuncio a vivir para siempre.

                    Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo,
                       quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente
                   que regando encerrada bellos miembros extremos
                       siente así los hermosos límites de la vida.

                     Este beso en tus labios como una lenta espina,
                        como un mar que voló hecho un espejo,
                                como el brillo de un ala,
                es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo,
                            un crepitar de la luz vengadora,
                   luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza,
                pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo.

                                                                    Vicente Aleixandre
                                                          De La des trucción o el amor.

SE QUERÍAN

Se querían.
Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada,
labios saliendo de la noche dura,
labios partidos, sangre, ¿sangre dónde?
Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz.

Se querían como las flores a las espinas hondas,
a esa amorosa gema del amarillo nuevo,
cuando los rostros giran melancólicamente,
giralunas que brillan recibiendo aquel beso.

Se querían de noche, cuando los perros hondos
laten bajo la tierra y los valles se estiran
como lomos arcaicos que se sienten repasados:
caricia, seda, mano, luna que llega y toca.

Se querían de amor entre la madrugada,
entre las duras piedras cerradas de la noche,
duras como los cuerpos helados por las horas,
duras como los besos de diente a diente solo.

Se querían de día, playa que va creciendo,
ondas que por los pies acarician los muslos,
cuerpos que se levantan de la tierra y flotando...
Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo.

Mediodía perfecto, se querían tan íntimos,
mar altísimo y joven, intimidad extensa,
soledad de lo vivo, horizontes remotos
ligados como cuerpos en soledad cantando.

Amando. Se querían como la luna lúcida,
como ese mar redondo que se aplica a ese rostro,
dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida,
donde los peces rojos van y vienen sin música.

Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios,
ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas,
mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal,
metal, música, labio, silencio, vegetal,
mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo.




Sé tú mi límite

Tu cuerpo puede
llenar mi vida,
como puede tu risa
volar el muro opaco de la tristeza.

Una sola palabra tuya quiebra
la ciega soledad en mil pedazos.

Si tú acercas tu boca inagotable
hasta la mía, bebo
sin cesar la raíz de mi propia existencia.

Pero tú ignoras cuánto
la cercanía de tu cuerpo
me hace vivir o cuánto
su distancia me aleja de mí mismo
me reduce a la sombra.

Tú estás, ligera y encendida,
como una antorcha ardiente
en la mitad del mundo.

No te alejes jamás:
Los hondos movimientos
de tu naturaleza son
mi sola ley.
Retenme.
Sé tú mi límite.
Y yo la imagen
de mí feliz, que tú me has dado.

J.A. Valente

                                        Soneto XLV

                     No estés lejos de mí un solo día, porque cómo,
                           porque, no sé decirlo, es largo el día,
                       y te estaré esperando como en las estaciones
                     cuando en alguna parte se durmieron los trenes.
                        No te vayas por una hora porque entonces
                        en esa hora se juntan las gotas del desvelo
                     y tal vez todo el humo que anda buscando casa
                          venga a matar aún mi corazón perdido.
                      Ay qué no se quebrante tu silueta en la arena,
                      ay qué no vuelen tus párpados en la ausencia:
                          no te vayas por un minuto, bien amada,
                       porque en ese minuto te habrás ido tan lejos
                         que yo cruzaré toda la tierra preguntando
                           si volverás o si me dejarás muriendo.




SONETO XVII

No te amo como si fueras rosa de sal, topacio
o flecha de claveles que propagan el fuego:
te amo como se aman ciertas cosas oscuras,
secretamente, entre la sombra y el alma.

Te amo como la planta que no florece y lleva
dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores,
y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo
el apretado aroma que ascendió de la tierra.
Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde,
te amo directamente sin problemas ni orgullo:
así te amo porque no sé amar de otra manera,

sino así de este modo en que no soy ni eres,
tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía,
tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño.




Autor: NERUDA, Pablo
Título:Cien sonetos de amor
Editorial:Losada
Año:1976


CORAZÓN CORAZA

Porque te tengo y no
porque te pienso
porque la noche está de ojos abiertos
porque la noche pasa y digo amor
porque has venido a recoger tu imagen
y eres mejor que todas tus imágenes
porque eres linda desde el pie hasta el alma
porque eres buena desde el alma a mí
porque te escondes dulce en el orgullo
pequeña y dulce
corazón coraza

porque eres mía
porque no eres mía
porque te miro y muero
y peor que muero
si no te miro amor
si no te miro

porque tú siempre existes dondequiera
pero existes mejor donde te quiero
porque tu boca es sangre
y tienes frío
tengo que amarte amor
tengo que amarte
aunque esta herida duela como dos
aunque te busque y no te encuentre
y aunque
la noche pase y yo te tenga
y no.
Benedetti



                                      DOS CUERPOS

                                Dos cuerpos frente a frente
                                  son a veces dos olas
                                  y la noche es océano.

                                Dos cuerpos frente a frente
                                 son a veces dos piedras
                                   y la noche desierto.

                                Dos cuerpos frente a frente
                                    son a veces raíces
                                 en la noche enlazadas.

                                Dos cuerpos frente a frente
                                   son a veces navajas
                                  y la noche relámpago.

                                Dos cuerpos frente a frente
                                 son dos astros que caen
                                    en un cielo vacío.

Autor: PAZ, Octavio
Título:Raíz de amor: antología poética (ed. de Ana María Pelegrín)
Editorial:Alfaguara, Serie Roja
Año: 2004

INVITACIÓN A LA DICHA

Es dulce ser amado pero amar,
oh dioses, qué ventura...
                                                              GOETHE

Ámame ahora que tengo los cabellos negros
y una corona de junco
y el perfume del agua y de la jara
en los brazos desnudos.

Ámame ahora que tengo en los ojos
la suave llama de la tarde
y la gracia de la sonrisa
y la leve frescura de los manantiales.

Ámame ahora que tengo en los labios
el fuego deslumbrante del Mediodía
y la serenidad del cielo en las mejillas.
Ámame ahora que tengo en el cuello
el resplandor de los lirios quemados.
Ámame ahora que corre por mis hombros
el torrente divino del deseo.
Ámame ahora que tengo el pecho ebrio
como una flor de vino.

Ahora y no luego, ahora y no mañana,
ahora que besa mi alma todo tu cuerpo
confundiendo su aliento al de mis labios.

Bésame ahora que es primavera
y el chamariz canta y vuela en un árbol,
ahora, amor mío, que estamos en mayo
y zumban en el aire las abejas,
ahora que todo es hermoso y feliz,
ahora y no mañana,
ahora y no luego.

Bésame los labios, el cabello, los hombros
ahora que en los huertos florecidos
es tan dulce la flor primera del granado.

Dame todo tu amor ahora, amor mío,
¿no ves que soy en la tierra dichosa,
dulce como el árbol del paraíso?

Ahora que soy un manantial virgen
donde cada onda es una caricia,
una colina verde
donde cada florecilla es un labio encendido,
un valle misterioso
donde cada viento es un suspiro,
un río de amores
cuya música frágil es tu nombre.

¿No son nuestros estos días tan bellos?
¿No es hermosa la tierra bajo el sol y la luna?
¿No habla todo de amor desde el alba a la tarde?

¡Ámame!
¡Ahora y no mañana; ahora y no luego!

Ricardo Molina

Elegía VI

Te amé a los quinceaños. Tútenías mi edad.
Te amé en la sierraverdebajo un sol de domingo,
cuando al volver de misapaseaba tu familia
por la largaavenida de viejoseucaliptos.

Te amébajo los pinos de agujasamarillas,
sobre la tierra ocre perfumada de menta.
Te amé sobre las rocastapizadas de musgo,
sobre los prados verdes y las crujienteseras.

Te amé. Te amé. Es cuantopuedodecirahora,
mas no recuerdocuándoempezamos a amarnos.
Todoempezó lo mismo que un clarodía de junio.
Sobre la tierra en flor teníamosquinceaños.
¿Sería, sin embargo, otoño, primavera,
o invierno? Ay, quiensabecuál era la estación.
¿Te acuerdastú? La vida era un rosal al viento…
Ven y dime en quétiempoempezónuestro amor.

¿Qué importa que los años nos hayanseparado,
qué importa si el recuerdo es lo mismo que un valle
por el cualcaminamoscantando, sonriendo
y cogiendosus flores de perfume inefable?

Oh amada cuyo nombre lejanomelancólico
mi corazón agita como el viento a los bosques,
ven y dimeaqueltiempo de pinosmurmurantes,
de arroyo, de montañas, de nubes y de amores.

Ven y dime que tútambién me amasteentonces
en la sierra, en los pinos y en los negros ocasos.
Oh, dime que me amastecuando sobre la tierra
ardiente y amarillateníamosquinceaños.
Ricardo Molina


EL DESAYUNO

Me gustas cuando dices tonterías,
cuando metes la pata, cuando mientes,
cuando te vas de compras con tu madre
y llego tarde al cine por tu culpa.
Me gustas más cuando es mi cumpleaños
y me cubres de besos y de tartas,
o cuando eres feliz y se te nota,
o cuando eres genial con una frase
que lo resume todo, o cuando ríes
(tu risa es una ducha en el infierno),
o cuando me perdonas un olvido.
Pero aún me gustas más, tanto que casi
no puedo resistir lo que me gustas,
cuando, llena de vida, te despiertas
y lo primero que haces es decirme:
«Tengo un hambre feroz esta mañana.
Voy a empezar contigo el desayuno».

Luis Alberto de Cuenca en Entre el clavel y la rosa. Antología de la poesía española,
Madrid, Espasa Calpe,2005

DNA
DNA o ADN, poco importa
si en castellano o inglés: el caso
es que me muero por tus proteínas,
por tus aminoácidos, por todo
lo que fuiste una vez, cuando tus padres
vinieron de cenar algo achispados
y, después de tirar de la cadena,
hicieron una nueva con tu nombre,
con tus curvas y con tus fantasías.
Dame una foto de tu DNA
tamaño DNI, que me retuerzo
de ganas de mirarla a todas horas.

Luis Alberto de Cuenca




                                           El amor



                    Las palabras son barcos
                    y se pierden así, de boca en boca,
                    como de niebla en niebla.
                    Llevan su mercancía por las conversaciones
                    sin encontrar un puerto,
                    la noche que les pese igual que un ancla.

                    Deben acostumbrarse a envejecer
                    y vivir con paciencia de madera
                    usada por las olas,
                    irse descomponiendo, dañarse lentamente,
                    hasta que a la bodega rutinaria
                    llegue el mar y las hunda.

                    Porque la vida entra en las palabras
                    como el mar en un barco,
                    cubre de tiempo el nombre de las cosas
                    y lleva a la raíz de un adjetivo
                    el cielo de una fecha,
el balcón de una casa,
                     la luz de una ciudad reflejada en un río.

                     Por eso, niebla a niebla,
                     cuando el amor invade las palabras,
                     golpea sus paredes, marca en ellas
                     los signos de una historia personal
                     y deja en el pasado de los vocabularios
                     sensaciones de frío y de calor,
                     noches que son la noche,
                     mares que son el mar,
                     solitarios paseos con extensión de frase
                     y trenes detenidos y canciones.

                     Si el amor, como todo, es cuestión de palabras,
                     acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma.



                                           LUIS GARCÍA MONTERO


Me persiguen
Me persiguen
los teléfonos rotos de Granada,
cuando voy a buscarte
y las calles enteras están comunicando.

Sumergido en tu voz de caracola
me gustaría el mar desde una boca
prendida con la mía,
saber que está tranquilo de distancia,
mientras pasan, respiran,
se repliegan
a su instinto de ausencia
los jardines.

En ellos nada existe
desde que te secuestran los veranos.
Sólo yo los habito
por descubrir el rostro
de los enamorados que se besan,

con mis ojos en paro,
mi corazón sin tráfico,
el insomnio que guardan las ciudades de agosto,
y ambulancias secretas como pájaros.

                                           LUIS GARCÍA MONTERO
Poemes s jordi 12

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Poemes s jordi 12

  • 1. Estábame yo en mi estudio Estábame yo en mi estudio estudiando la lición, y acordéme de mis amores: no podía estudiar, non. Anónimo (Siglo XV) LA HORA Tómame ahora que aún es temprano y que llevo dalias nuevas en la mano. Tómame ahora que aún es sombría esta taciturna cabellera mía. Ahora que tengo la carne olorosa y los ojos limpios y la piel de rosa. Ahora que calza mi planta ligera la sandalia viva de la primavera. Ahora que en mis labios repica la risa como una campana sacudida aprisa. Después..., ¡ah, yo sé que ya nada de eso más tarde tendré! Que entonces inútil será tu deseo, como ofrenda puesta sobre un mausoleo. ¡Tómame ahora que aún es temprano y que tengo rica de nardos la mano! Hoy, y no más tarde. Antes que anochezca y se vuelva mustia la corola fresca. Hoy, y no mañana. ¡Oh amante! ¿no ves que la enredadera crecerá ciprés? Juana de Ibarbourou
  • 2. LA VOZ A TI DEBIDA Versos 1290 a 1316 Ayer te besé en los labios. Te besé en los labios. Densos, rojos. Fue un beso tan corto que duró más que un relámpago, que un milagro, más. El tiempo después de dártelo no lo quise para nada ya, para nada lo había querido antes. Se empezó, se acabó en él. Hoy estoy besando un beso; estoy solo con mis labios. Los pongo no en tu boca, no, ya no —¿adónde se me ha escapado?—. Los pongo en el beso que te di ayer, en las bocas juntas del beso que se besaron. Y dura este beso más que el silencio, que la luz. Porque ya no es una carne ni una boca lo que beso, que se escapa, que me huye. No. Te estoy besando más lejos. EL POETA DICE LA VERDAD Quiero llorar mi pena y te lo digo para que tú me quieras y me llores en un anochecer de ruiseñores con un puñal, con besos y contigo. Quiero matar al único testigo para el asesinato de mis flores y convertir mi llanto y mis sudores en eterno montón de duro trigo. Que no se acabe nunca la madeja
  • 3. del te quiero me quieres, siempre ardida con decrépito sol y luna vieja. Que lo que no me des y no te pida será para la muerte, que no deja ni sombra por la carne estremecida. Lorca SONETO DE LA DULCE QUEJA Tengo miedo a perder la maravilla de tus ojos de estatua y el acento que me pone de noche en la mejilla la solitaria rosa de tu aliento. Tengo pena de ser en esta orilla tronco sin ramas, y lo que más siento es no tener la flor, pulpa o arcilla, para el gusano de mi sufrimiento. Si tú eres el tesoro oculto mío, si eres mi cruz y mi dolor mojado, si soy el perro de tu señorío. No me dejes perder lo que he ganado y decora las aguas de tu río con hojas de mi Otoño enajenado. Lorca TE QUIERO Te lo he dicho con el viento, jugueteando como animalillo en la arena o iracundo como órgano impetuoso; Te lo he dicho con el sol, que dora desnudos cuerpos juveniles y sonríe en todas las cosas inocentes; Te lo he dicho con las nubes, frentes melancólicas que sostienen el cielo, tristezas fugitivas; Te lo he dicho con las plantas, leves criaturas transparentes
  • 4. que se cubren de rubor repentino; Te lo he dicho con el agua, vida luminosa que vela un fondo de sombra; te lo he dicho con el miedo, te lo he dicho con la alegría, con el hastío, con las terribles palabras. Pero así no me basta: más allá de la vida, quiero decírtelo con la muerte; más allá del amor, quiero decírtelo con el olvido. LuisCernuda, La realidad y el deseo, Madrid, Castalia, 1998 “Si el hombre pudiera decir'' Si el hombre pudiera decir lo que ama, Si el hombre pudiera levantar su amor por el cielo Como una nube en la luz; Si como muros que se derraman, Para saludar la verdad erguida en medio, Pidiera derrumbar su cuerpo, dejando sólo la verdad de su amor, La verdad de sí mismo, Que no se llama gloria, fortuna o ambición, Sino amor o deseo, Yo sería aquel que imaginaba; Aquel que con su lengua, sus ojos y sus manos Proclama ante los hombres la verdad ignorada, La verdad de su amor verdadero. Libertad no conozco sino la libertad de estar preso en alguien Cuyo nombre no puedo oír sin escalofrío; Alguien por quien me olvido de esta existencia mezquina, Por quien el día y la noche son para mí lo que quiera, Y mi cuerpo y espíritu flotan en su cuerpo y espíritu Como leños perdidos que el mar anega o levanta Libremente, con la libertad el amor, La única libertad que me exalta, La única libertad por que muero. Tú justificas mi existencia: Si no te conozco, no he vivido; Si muero sin conocerte, no muero porque no he vivido. Unidad en ella Cuerpo feliz que fluye entre mis manos, rostro amado donde contemplo el mundo,
  • 5. donde graciosos pájaros se copian fugitivos, volando a la región donde nada se olvida. Tu forma externa, diamante o rubí duro, brillo de un sol que entre mis manos deslumbra, cráter que me convoca con su música íntima, con esa indescifrable llamada de tus dientes. Muero porque me arrojo, porque quiero morir, porque quiero vivir en el fuego, porque este aire de fuera no es mío, sino el caliente aliento que si me acerco quema y dora mis labios desde un fondo. Deja, deja que mire, teñido del amor, enrojecido el rostro por tu purpúrea vida, deja que mire el hondo clamor de tus entrañas donde muero y renuncio a vivir para siempre. Quiero amor o la muerte, quiero morir del todo, quiero ser tú, tu sangre, esa lava rugiente que regando encerrada bellos miembros extremos siente así los hermosos límites de la vida. Este beso en tus labios como una lenta espina, como un mar que voló hecho un espejo, como el brillo de un ala, es todavía unas manos, un repasar de tu crujiente pelo, un crepitar de la luz vengadora, luz o espada mortal que sobre mi cuello amenaza, pero que nunca podrá destruir la unidad de este mundo. Vicente Aleixandre De La des trucción o el amor. SE QUERÍAN Se querían. Sufrían por la luz, labios azules en la madrugada, labios saliendo de la noche dura, labios partidos, sangre, ¿sangre dónde? Se querían en un lecho navío, mitad noche, mitad luz. Se querían como las flores a las espinas hondas, a esa amorosa gema del amarillo nuevo, cuando los rostros giran melancólicamente, giralunas que brillan recibiendo aquel beso. Se querían de noche, cuando los perros hondos laten bajo la tierra y los valles se estiran
  • 6. como lomos arcaicos que se sienten repasados: caricia, seda, mano, luna que llega y toca. Se querían de amor entre la madrugada, entre las duras piedras cerradas de la noche, duras como los cuerpos helados por las horas, duras como los besos de diente a diente solo. Se querían de día, playa que va creciendo, ondas que por los pies acarician los muslos, cuerpos que se levantan de la tierra y flotando... Se querían de día, sobre el mar, bajo el cielo. Mediodía perfecto, se querían tan íntimos, mar altísimo y joven, intimidad extensa, soledad de lo vivo, horizontes remotos ligados como cuerpos en soledad cantando. Amando. Se querían como la luna lúcida, como ese mar redondo que se aplica a ese rostro, dulce eclipse de agua, mejilla oscurecida, donde los peces rojos van y vienen sin música. Día, noche, ponientes, madrugadas, espacios, ondas nuevas, antiguas, fugitivas, perpetuas, mar o tierra, navío, lecho, pluma, cristal, metal, música, labio, silencio, vegetal, mundo, quietud, su forma. Se querían, sabedlo. Sé tú mi límite Tu cuerpo puede llenar mi vida, como puede tu risa volar el muro opaco de la tristeza. Una sola palabra tuya quiebra la ciega soledad en mil pedazos. Si tú acercas tu boca inagotable hasta la mía, bebo sin cesar la raíz de mi propia existencia. Pero tú ignoras cuánto la cercanía de tu cuerpo me hace vivir o cuánto
  • 7. su distancia me aleja de mí mismo me reduce a la sombra. Tú estás, ligera y encendida, como una antorcha ardiente en la mitad del mundo. No te alejes jamás: Los hondos movimientos de tu naturaleza son mi sola ley. Retenme. Sé tú mi límite. Y yo la imagen de mí feliz, que tú me has dado. J.A. Valente Soneto XLV No estés lejos de mí un solo día, porque cómo, porque, no sé decirlo, es largo el día, y te estaré esperando como en las estaciones cuando en alguna parte se durmieron los trenes. No te vayas por una hora porque entonces en esa hora se juntan las gotas del desvelo y tal vez todo el humo que anda buscando casa venga a matar aún mi corazón perdido. Ay qué no se quebrante tu silueta en la arena, ay qué no vuelen tus párpados en la ausencia: no te vayas por un minuto, bien amada, porque en ese minuto te habrás ido tan lejos que yo cruzaré toda la tierra preguntando si volverás o si me dejarás muriendo. SONETO XVII No te amo como si fueras rosa de sal, topacio o flecha de claveles que propagan el fuego: te amo como se aman ciertas cosas oscuras, secretamente, entre la sombra y el alma. Te amo como la planta que no florece y lleva dentro de sí, escondida, la luz de aquellas flores, y gracias a tu amor vive oscuro en mi cuerpo el apretado aroma que ascendió de la tierra.
  • 8. Te amo sin saber cómo, ni cuándo, ni de dónde, te amo directamente sin problemas ni orgullo: así te amo porque no sé amar de otra manera, sino así de este modo en que no soy ni eres, tan cerca que tu mano sobre mi pecho es mía, tan cerca que se cierran tus ojos con mi sueño. Autor: NERUDA, Pablo Título:Cien sonetos de amor Editorial:Losada Año:1976 CORAZÓN CORAZA Porque te tengo y no porque te pienso porque la noche está de ojos abiertos porque la noche pasa y digo amor porque has venido a recoger tu imagen y eres mejor que todas tus imágenes porque eres linda desde el pie hasta el alma porque eres buena desde el alma a mí porque te escondes dulce en el orgullo pequeña y dulce corazón coraza porque eres mía porque no eres mía porque te miro y muero y peor que muero si no te miro amor si no te miro porque tú siempre existes dondequiera pero existes mejor donde te quiero porque tu boca es sangre y tienes frío tengo que amarte amor tengo que amarte aunque esta herida duela como dos aunque te busque y no te encuentre y aunque la noche pase y yo te tenga y no.
  • 9. Benedetti DOS CUERPOS Dos cuerpos frente a frente son a veces dos olas y la noche es océano. Dos cuerpos frente a frente son a veces dos piedras y la noche desierto. Dos cuerpos frente a frente son a veces raíces en la noche enlazadas. Dos cuerpos frente a frente son a veces navajas y la noche relámpago. Dos cuerpos frente a frente son dos astros que caen en un cielo vacío. Autor: PAZ, Octavio Título:Raíz de amor: antología poética (ed. de Ana María Pelegrín) Editorial:Alfaguara, Serie Roja Año: 2004 INVITACIÓN A LA DICHA Es dulce ser amado pero amar, oh dioses, qué ventura... GOETHE Ámame ahora que tengo los cabellos negros y una corona de junco y el perfume del agua y de la jara en los brazos desnudos. Ámame ahora que tengo en los ojos la suave llama de la tarde y la gracia de la sonrisa y la leve frescura de los manantiales. Ámame ahora que tengo en los labios el fuego deslumbrante del Mediodía y la serenidad del cielo en las mejillas.
  • 10. Ámame ahora que tengo en el cuello el resplandor de los lirios quemados. Ámame ahora que corre por mis hombros el torrente divino del deseo. Ámame ahora que tengo el pecho ebrio como una flor de vino. Ahora y no luego, ahora y no mañana, ahora que besa mi alma todo tu cuerpo confundiendo su aliento al de mis labios. Bésame ahora que es primavera y el chamariz canta y vuela en un árbol, ahora, amor mío, que estamos en mayo y zumban en el aire las abejas, ahora que todo es hermoso y feliz, ahora y no mañana, ahora y no luego. Bésame los labios, el cabello, los hombros ahora que en los huertos florecidos es tan dulce la flor primera del granado. Dame todo tu amor ahora, amor mío, ¿no ves que soy en la tierra dichosa, dulce como el árbol del paraíso? Ahora que soy un manantial virgen donde cada onda es una caricia, una colina verde donde cada florecilla es un labio encendido, un valle misterioso donde cada viento es un suspiro, un río de amores cuya música frágil es tu nombre. ¿No son nuestros estos días tan bellos? ¿No es hermosa la tierra bajo el sol y la luna? ¿No habla todo de amor desde el alba a la tarde? ¡Ámame! ¡Ahora y no mañana; ahora y no luego! Ricardo Molina Elegía VI Te amé a los quinceaños. Tútenías mi edad. Te amé en la sierraverdebajo un sol de domingo,
  • 11. cuando al volver de misapaseaba tu familia por la largaavenida de viejoseucaliptos. Te amébajo los pinos de agujasamarillas, sobre la tierra ocre perfumada de menta. Te amé sobre las rocastapizadas de musgo, sobre los prados verdes y las crujienteseras. Te amé. Te amé. Es cuantopuedodecirahora, mas no recuerdocuándoempezamos a amarnos. Todoempezó lo mismo que un clarodía de junio. Sobre la tierra en flor teníamosquinceaños. ¿Sería, sin embargo, otoño, primavera, o invierno? Ay, quiensabecuál era la estación. ¿Te acuerdastú? La vida era un rosal al viento… Ven y dime en quétiempoempezónuestro amor. ¿Qué importa que los años nos hayanseparado, qué importa si el recuerdo es lo mismo que un valle por el cualcaminamoscantando, sonriendo y cogiendosus flores de perfume inefable? Oh amada cuyo nombre lejanomelancólico mi corazón agita como el viento a los bosques, ven y dimeaqueltiempo de pinosmurmurantes, de arroyo, de montañas, de nubes y de amores. Ven y dime que tútambién me amasteentonces en la sierra, en los pinos y en los negros ocasos. Oh, dime que me amastecuando sobre la tierra ardiente y amarillateníamosquinceaños. Ricardo Molina EL DESAYUNO Me gustas cuando dices tonterías, cuando metes la pata, cuando mientes, cuando te vas de compras con tu madre y llego tarde al cine por tu culpa. Me gustas más cuando es mi cumpleaños y me cubres de besos y de tartas, o cuando eres feliz y se te nota, o cuando eres genial con una frase que lo resume todo, o cuando ríes (tu risa es una ducha en el infierno), o cuando me perdonas un olvido. Pero aún me gustas más, tanto que casi no puedo resistir lo que me gustas, cuando, llena de vida, te despiertas
  • 12. y lo primero que haces es decirme: «Tengo un hambre feroz esta mañana. Voy a empezar contigo el desayuno». Luis Alberto de Cuenca en Entre el clavel y la rosa. Antología de la poesía española, Madrid, Espasa Calpe,2005 DNA DNA o ADN, poco importa si en castellano o inglés: el caso es que me muero por tus proteínas, por tus aminoácidos, por todo lo que fuiste una vez, cuando tus padres vinieron de cenar algo achispados y, después de tirar de la cadena, hicieron una nueva con tu nombre, con tus curvas y con tus fantasías. Dame una foto de tu DNA tamaño DNI, que me retuerzo de ganas de mirarla a todas horas. Luis Alberto de Cuenca El amor Las palabras son barcos y se pierden así, de boca en boca, como de niebla en niebla. Llevan su mercancía por las conversaciones sin encontrar un puerto, la noche que les pese igual que un ancla. Deben acostumbrarse a envejecer y vivir con paciencia de madera usada por las olas, irse descomponiendo, dañarse lentamente, hasta que a la bodega rutinaria llegue el mar y las hunda. Porque la vida entra en las palabras como el mar en un barco, cubre de tiempo el nombre de las cosas y lleva a la raíz de un adjetivo el cielo de una fecha,
  • 13. el balcón de una casa, la luz de una ciudad reflejada en un río. Por eso, niebla a niebla, cuando el amor invade las palabras, golpea sus paredes, marca en ellas los signos de una historia personal y deja en el pasado de los vocabularios sensaciones de frío y de calor, noches que son la noche, mares que son el mar, solitarios paseos con extensión de frase y trenes detenidos y canciones. Si el amor, como todo, es cuestión de palabras, acercarme a tu cuerpo fue crear un idioma. LUIS GARCÍA MONTERO Me persiguen Me persiguen los teléfonos rotos de Granada, cuando voy a buscarte y las calles enteras están comunicando. Sumergido en tu voz de caracola me gustaría el mar desde una boca prendida con la mía, saber que está tranquilo de distancia, mientras pasan, respiran, se repliegan a su instinto de ausencia los jardines. En ellos nada existe desde que te secuestran los veranos. Sólo yo los habito por descubrir el rostro de los enamorados que se besan, con mis ojos en paro, mi corazón sin tráfico, el insomnio que guardan las ciudades de agosto, y ambulancias secretas como pájaros. LUIS GARCÍA MONTERO