2024t203.pptx Leccion de Escuela Sabatica 20/4/24 PPT
SIETE MANERAS DE APOYAR LA PREDICACION PUBLICA DEL EVANGELIO
1. SIETE MANERAS DE APOYAR LA
PREDICACION PUBLICA DEL
EVANGELIO
Andrew Turkington
El llevar a cabo la comisión del Señor de predicar el evangelio a toda criatura, requiere el
apoyo de todo el pueblo del Señor. No todos han recibido el don de predicar en público, pero
cada uno de nosotros podemos apoyar de una manera u otra esta obra tan importante. Es posible
que muchos que no tenían el don de predicar, recibirán en el tribunal de Cristo, una recompensa
aún mayor que la de los predicadores, por su esfuerzo y fidelidad en apoyar la predicación del
evangelio. A continuación se mencionan siete maneras (entre otras) de apoyar la predicación del
evangelio:
1) Mantener un testimonio como creyente que recomienda el evangelio. “Solamente que os
comportéis como es digno del evangelio de Cristo” Fil. 1:27. “Manteniendo buena vuestra
manera de vivir entre los gentiles; para que en lo que murmuran de vosotros como de
malhechores, glorifiquen a Dios en el día de la visitación, al considerar vuestras buenas
obras” (1 Pedro 2:12). Cada creyente es un ejemplo al mundo del poder transformador del
evangelio. Muchos han sido atraídos al evangelio al darse cuenta que su vecino, compañero de
trabajo o familiar tiene algo que ellos no tienen. Es triste cuando algún inconverso no quiere
asistir a la predicación del evangelio por causa del mal testimonio de algún creyente.
¿Estamos apoyando con nuestras vidas la predicación del evangelio?
2) Mantener comunión y buenas relaciones con los demás creyentes en la asamblea.
“Firmes en un mismo espíritu, combatiendo unánimes por la fe del evangelio” (Fil 1:27).
“Ruego a Evodia y a Sintique, que sean de un mismo sentir en el Señor... éstas que
combatieron juntamente conmigo en el evangelio” (Fil. 4:2,3). El diablo hará todo lo
posible causar división entre nosotros los creyentes, porque él sabe que “toda ciudad o casa
dividida contra sí misma, no permanecerá” (Mat. 12:25). En la buena milicia tenemos que
definir bien quién es el enemigo, para que no nos encontremos peleando contra nuestros
hermanos. “¡Mirad cuán bueno y cuán delicioso es habitar los hermanos juntos en
armonía!... porque allí envía Jehová bendición y vida eterna” (Sal. 133:1,3). Es solemne
pensar que, aún cuando no esté presente en el culto de predicación, yo podría estar estorbando
las bendiciones del Señor por no estar en paz con todos mis hermanos.
3) Orar en privado y en el culto de oración de la asamblea. “Hermanos, orad por nosotros,
para que la palabra del Señor corra y sea glorificada” (2 Tes. 3:1). “Orando en todo
tiempo... y por mí, a fin de que al abrir mi boca me sea dada palabra para dar a conocer
con denuedo el misterio del evangelio” (Ef. 6:19). Este es un ejercicio que no requiere don,
2. sino dedicación. No debemos subestimar el poder de la oración, o mejor dicho, el poder del
Señor que se manifiesta cuando su pueblo ora. En vez de criticar al predicador cuando parece
que no tuvo mucha ayuda al dar su mensaje, tal vez debemos preguntarnos si acaso nosotros
somos los culpables por no haberle apoyado en la oración. ¿Por qué hay tan pocos hermanos
presentes en la oración antes del culto de predicación? Si todos están trabajando, trayendo
personas al culto, está bien. ¿Qué vale pedir al Señor que traiga las almas, si nosotros no
estamos dispuestos a buscarlas? Pero, no nos olvidemos que todos nuestros esfuerzos serán en
vano si el Señor no hace la obra y el Señor se complace en obrar en respuesta a nuestras
oraciones.
4) Buscar a los inconversos y traerlos al culto. “Id, pues, a las salidas de los caminos, y
llamad a las bodas a cuantos halléis. Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a
todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de
convidados” (Mat. 22:9,10). “Entonces vinieron a él unos trayendo un paralítico, que era
cargado por cuatro... al ver Jesús la fe de ellos...” (Mr. 2:3,5). La comisión del Señor es
“Id...”. No esperemos que los inconversos van a venir por su cuenta al culto. Gracias al
Señor por los hermanos y hermanas que se esfuerzan, como los cuatro amigos del paralítico,
para traer a los inconversos al culto. ¿De qué nos valdría tener predicadores bien capacitados,
si los asientos están vacíos? El Señor se fijó en la fe de ellos y la recompensó. Ellos no podían
sanar a su amigo, pero sí pudieron llevarle a la presencia del Señor, venciendo todos los
obstáculos, y el Señor hizo la obra.
5) Estar presente en el culto. “Entonces Pedro, poniéndose en pie con los once...”
(Hch.2:14). Muchos no se dan cuenta cuán importante es la presencia de todo el pueblo del
Señor en el culto de la predicación del evangelio. El apóstol Pedro era el instrumento
escogido por el Señor para dar el mensaje, pero los once estaban a su lado para apoyarle y
respaldar todo lo que él decía. La presencia de los creyentes ayuda y anima al predicador y
también da peso a sus palabras, porque cada creyente es un testigo de la realidad del mensaje
del evangelio. Los inconversos también quedan impresionados favorablemente, y son atraídos
al ver en los creyentes el deseo de estar en el culto.
6) Evitar una conducta inapropiada después del culto. “...después que la oyen, enseguida
viene Satanás, y quita la palabra que se sembró en sus corazones” (Mr. 4:15). Todos los
esfuerzos realizados en la predicación del evangelio serían en vano sin la obra del Espíritu
Santo en los corazones de los oyentes. Sin embargo, nosotros podríamos estorbar esa obra por
una conducta liviana después del culto, o por una simple conversación sobre cosas terrenales.
Debemos tener sumo cuidado para que no seamos culpables de estar colaborando con el
diablo, quitando la palabra sembrada en los corazones. También existe el peligro de tratar de
apurar la obra del Espíritu, presionando a los oyentes a hablar con los predicadores, o
instándoles a creer esa misma noche. La obra de Dios en el corazón es un proceso que lleva su
tiempo, “como cuando un hombre echa semilla en la tierra, y duerme y se levanta, de
noche y de día, y la semilla brota y crece sin que él sepa como..” (Mr. 4:26,27). Cuando
metemos la mano para tratar de apurar el proceso, el resultado es una falsa profesión.
7) Apoyar económicamente, a través de la ofrenda de la asamblea u ofrendas particulares,
a los siervos del Señor y otros que se dedican a esta obra. “...vuestra comunión en el
3. evangelio... en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes
conmigo de la gracia” (Fil. 1:5,7). En su carta a los Filipenses el apóstol está acusando
recibo de una ofrenda que ellos le enviaron (4:14-18). El les hace ver que, aun cuando ellos
estaban lejos de él, estaban participando en la defensa y confirmación del evangelio, por
medio de su comunión práctica para con el apóstol. La evangelización, especialmente en
lugares nuevos, involucra fuertes gastos (construcciones, gasolina, alquiler, etc.). Es nuestro
privilegio ser colaboradores de Dios, administrando bien lo que el Señor nos da, para poder
apoyar económicamente la predicación del evangelio. Sin duda la mejor forma de invertir
dinero es en el Banco Celestial, ganando intereses del 10.000% (véase Mr. 10:29,39).
Escrito publicado en la Revista "Sana Doctrina"
En el Libro: "Como alcanzar a otros para Cristo" Tomo II.
Dr. Luis A. Silva Cisneros y Colaboradores. 1998.