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Concentración y extranjerización en la industria argentina (FLACSO)
1. Concentración y extranjerización en la industria argentina.
Rasgos recientes
Por Daniel Azpiazu (FLACSO/ CONICET) y Martín Schorr (FLACSO/
CONICET), investigadores del Área de Economía
Foto: Albert García Martinez
La prolongada recesión económica iniciada en 1998 hizo eclosión económica, política y
social a fines de 2001. Por su parte, la reforma cambiaria de principios de 2002
formalizó el fin del régimen de convertibilidad y, con ello, el desplazamiento de la
hegemonía de la valorización financiera y el ajuste estructural que, con sus más y sus
menos, se remontaba a la dictadura militar que usurpó el poder en marzo de 1976.
Asimismo, la salida devaluatoria conllevó una profunda crisis económica que, como las
que le precedieron históricamente, fue regresiva y heterogénea, con denominadores
comunes entre los “perdedores” (los trabajadores) y reordenamientos dentro de las
distintas fracciones del capital entre los “ganadores”, inscriptos en una aceleración de
las tendencias a la concentración y centralización del capital.
Ese por demás crítico año 2002 también expresó el tránsito hacia un nuevo y aún
incierto régimen de acumulación que tiene en el llamado dólar “alto” su principal base
potencial de sustentación.
En ese escenario, en el plano industrial, se constata una serie de cambios sustantivos
que suponen claras discrepancias con el desempeño sectorial durante los años noventa.
Basta hacer referencia al acelerado proceso de reactivación fabril (9,4% anual
acumulativo, entre 2002 y 2008), la recuperación del empleo después de largos años de
expulsión de mano de obra, mejoras en el salario real de los trabajadores y en su muy
alicaída participación en el ingreso, “nacimiento” de nuevos emprendimientos fabriles,
etc.
Pero hay ciertos fenómenos donde en la posconvertibilidad quedan de manifiesto
muchas más continuidades que rupturas respecto a la vigencia plena del neoliberalismo
en los años noventa. Tal es el caso de dos procesos: la concentración económica y el
creciente grado de extranjerización del sector industrial.
En relación con el primer tema basta confrontar las ventas de las cien mayores empresas
industriales con el valor bruto de la producción para contar con una clara imagen del
fenómeno (Gráfico Nº 1). Durante la convertibilidad, en un contexto de estancamiento
de la producción fabril, las grandes empresas del sector vieron incrementar sus ventas a
una tasa anual del 4,5% acumulativo. De allí que entre 1993 y 2001 su participación en
la producción se incrementó 13 puntos porcentuales (de 31,2% a 44,2%,
respectivamente).
El crítico año 2002 revela un más que considerable incremento en el grado de
2. concentración de la producción (alcanzó el 58,1%) [1]. Si bien a partir de allí se
contrajo el nivel de concentración fabril, los registros de los últimos años se ubican en
un estadio superior al de los años noventa.
Diversos son los factores que coadyuvan a explicar ese rasgo común en contextos macro
y mesoeconómicos tan disímiles. Tal el caso de la relativa disociación entre el
desempeño de esas grandes firmas y el ciclo económico doméstico donde, sin duda,
asume un papel protagónico sus mayores (y crecientes) posibilidades exportadoras y/o
su orientación hacia las demandas de los sectores de más altos ingresos. Asimismo,
tanto en la regresiva reestructuración fabril de los noventa como en la reactivación de la
posconvertibilidad, ciertas ramas industriales que las tienen como actores centrales no
sufrieron mayormente los embates del neoliberalismo, al tiempo que ocuparon un papel
decisivo en la recuperación fabril (ciertas agroindustrias, las terminales automotrices,
etc.). A la vez, el mantenimiento de ciertas políticas (desregulaciones asimétricas, laxas
disposiciones en materia de defensa de la competencia, el régimen especial para la
industria automotriz, entre otras) no hizo más que consolidar su poder de mercado. Más
aun cuando en muchos casos, esas grandes firmas industriales se encuentran integradas
en estructuras empresarias de tipo conglomeral que les posibilita desplegar estrategias
tendientes a afianzar su posicionamiento estructural [2].
Ello remite al segundo de los procesos que no reconoce mayores rupturas entre los años
noventa y la posconvertibilidad: la persistente extranjerización de esa cúpula fabril y,
por tanto, de la industria en su conjunto. Tres son los grandes senderos bajo los que, con
sus matices, se fue consolidando dicho fenómeno: un mayor dinamismo relativo de las
empresas transnacionales, la radicación de algunas grandes plantas fabriles y la
absorción de grandes firmas nacionales por parte de sus similares de capital extranjero.
El Cuadro Nº 1 refleja los cambios registrados en la cúpula fabril entre 1993 y 2008.
Es durante la convertibilidad cuando se verifica el más intenso avance de las firmas de
capital extranjero, tanto en términos de la cantidad de empresas que aportan a la cúpula
(de 34 a 56) como, en especial, por su incidencia en las ventas (de 35,3% en 1993 a
70,9% en 2001). En contraposición, las nacionales vieron decrecer significativamente su
3. presencia (22 empresas y 13,6 puntos porcentuales) [3], al tiempo que las “asociaciones
de capital” perdieron 22 puntos porcentuales de participación en las ventas agregadas
[4].
Cuadro Nº 1. Distribución de las empresas y la participación en las ventas de la cúpula
industrial* según tipo de empresa, 1993, 1998, 2001, 2004 y 2008 (valores absolutos y
porcentajes)
a) cantidad de empresas
1993 1998 2001 2004 2008
Nacionales 54 38 32 31 25
Extranjeras 34 54 56 60 72
Asociaciones 12 8 12 9 3
Totates 100 100 100 100 100
b) distribución de las ventas
1993 1998 2001 2004 2008
Nacionales 34,4 24,9 20,8 26,9 27,8
Extranjeras 35,3 61,6 70,9 66,9 70,4
Asociaciones 30,3 13,5 8,3 6,2 1,8
Totates 100 100 100 100 100
* Se trata de las 100 firmas industriales de mayor facturación anual.
Fuente: elaboración propia en base a información del Área de Economía y Tecnología
de la FLACSO.
En la posconvertibilidad se consolidó el proceso de extranjerización de la industria pero
asumiendo ciertas peculiaridades. Así, por ejemplo, en términos de la cantidad de firmas
que conforman la elite fabril, las de capital extranjero pasaron de 56 a 72 entre 2001 y
2008, en detrimento de sus similares de capital nacional (7 menos) y de las asociaciones
(nueve menos). Ello, sin embargo no asume la misma intensidad en términos de aporte a
las ventas agregadas, donde la presencia extranjera se estabilizó en torno a poco más del
70%, al tiempo que el incremento en la participación de las nacionales (7 puntos
porcentuales) es casi equivalente a la pérdida de las “asociaciones.
Esa cambiante reconfiguración de la cúpula empresaria fabril reconoce ciertos hitos
fundamentales:
la creciente gravitación de las ventas de un número acotado de grandes firmas
controladas por grupos nacionales con una muy importante presencia
exportadora: Aceitera General Deheza, Arcor, Ledesma, Siderca, Siderar,
Molinos Río de la Plata, entre otras;
el desplazamiento de las “asociaciones”, sea por caída relativa de sus ventas (y,
por ende de su presencia en la cúpula) como por pasar a ser controladas por
4. capitales foráneos (Editorial Atlántida, Peñaflor, Trigaglia);
la adquisición de grandes compañías nacionales, en general oligopólicas en el
mercado doméstico y con importante orientación exportadora, por empresas
extranjeras; en particular, el brasilero. Tal sería el caso de Petrobrás y Pérez
Companc Energía (petroquímica y refinerías de petróleo); de Quilmes por
AmBev; de Acindar a manos del grupo Gerdau; el frigorífico Quickfood
adquirido por Marfrig (también controlante de otros frigoríficos como AB&P,
Estancias del Sur y Best Beef); de Swift Armour por el grupo Friboi; de la
oligopólica cementera Loma Negra y la textil Alpargatas por Camargo Correa.
Otros importantes frigoríficos también pasaron a manos del capital transnacional
(Finexcor adquirido por Cargill).
En suma, la extranjerización en la posconvertibilidad no parece condecirse con los
objetivos proclamados por el ex presidente Kirchner que, en septiembre de 2003,
convocó a "la reconstrucción de un proceso que consolide la burguesía nacional en la
Argentina […] es imposible un proyecto de país si no consolidamos una burguesía
nacional verdaderamente comprometida con los intereses del país" [5]. Así, las
estrategias desplegadas en el ámbito local por las transnacionales contrastan fuertemente
con sus similares nacionales y su respectiva vocación empresaria.
[1]“… el grado de monopolio tiende a elevarse durante la depresión de la actividad
económica general, y a volver a disminuir durante el período de auge” (Kalecki, M.:
Ensayos escogidos sobre dinámica de la economía capitalista, FCE, México, 1977).
[2] Azpiazu, D. y Schorr, M.: Hecho en Argentina. Economía e industria, 1976-2007,
Siglo XXI Editores, Buenos Aires, 2010.
[3] Algunos grupos nacionales vendieron al capital extranjero importantes empresas
industriales o el propio conglomerado (como Astra, Bagley, Canale e Indupa).
[4] Ello se debe, fundamentalmente, a la adquisición por parte de Repsol de YPF en
1999, a partir de la compra de las acciones estatales y de otros actores privados.
También a la disolución de asociaciones como Autolatina, Ciadea y Sevel y la
consiguiente incorporación de transnacionales automotrices (Peugeot-Citroen,
Volkswagen, Fiat, Ford y Renault).
[5] Ver página