1. Capítulo 1.
H
ay momentos en la vida en los que todo se detiene. La tierra
vacila, la atmósfera se silencia y el tiempo se reduce, se pliega
dentro de si mismo hasta que se desploma en un montón de
aburrimiento.
Mientras me habría camino hacia la pequeña puerta de madera del Riad1
donde Jennika y yo hemos pasado las últimas semanas, cambiando el
silencio del patio perfumado por el aroma de las rosas y la madreselva
por el caos del sinuoso laberinto de Medina, esa experiencia se vuelve a
repetir.
Pero en vez de quedarme sin hacer nada como normalmente hago,
decidí ir y probar algo divertido; Mientras camino despacio a lo largo de
las paredes de color salmón, me cruzo con un hombre pequeño y flaco
atrapado a medio paso, presiono mis dedos contra el suave algodón
blanco de su gandora2 y cuidadosamente lo doy vuelta hacia el camino
opuesto. Luego de escabullirme, un sarnoso gato negro atrapado a
medio salto, parece estar volando, me paro en la esquina y me tomo un
momento para acomodar una muestra de brillantes linternas de metal
que un hombre mayor esta vendiendo, antes de seguir hasta el puesto
mas próximo donde me pongo un par de babouches en mis pies, decido
que me gustan, y dejo mis sandalias de cuero junto a un puñado de
dinero3 como parte de pago por ellas.
Mis ojos arden por el esfuerzo de mantenerlos abiertos, sé que en el
instante en el que parpadee el hombre revestido con una gandora estará
un paso mas lejos de su destino, el gato caerá sobre su marca y los dos
vendedores mirarán fijamente sus productos con confusión. La escena
se convertirá en caos continuo.
Aunque cuando noto a un grupo de personas brillantes flotando en la
periferia, estudiándome cuidadosamente como ellos lo hacen, soy rápida
en desviar mi mirada y cerrar los ojos para no verlos, deseando que
esta vez, como todas las demás, también desaparezcan y vuelvan a
donde sea que ellos van cuando no me están observando.
1
Casa típica de estilo árabe con un patio interno.
2
Un estilo de túnica utilizado en los estados árabes.
3
En el texto original se refiera a “dírhams” qué es la moneda utilizada en la mayoría de los estados árabes,
opté por poner “dinero” para que quede más entendible.
2. Yo solía pensar que todos experimentaron momentos como este, hasta
que se lo conté a Jennika quien me lanzó una mirada escéptica y culpó
al jet lag por estos sucesos.
Ella culpa al jet lag por todo. Insiste en que el tiempo no se detiene para
nadie, que nuestro trabajo es ir a la par de su avance frenético. Pero
para ser sensata he pasado toda mi vida cruzando zonas horarias y lo
que había sentido no tenía nada que ver con un reloj biológico
descontrolado.
De todos modos, tuve cuidado de no mencionarlo de nuevo. Yo solo
esperé tranquila y paciente, deseando que esa experiencia se repitiera
pronto.
Y eso sucedió.
Durante los últimos años estas situaciones han sido cada vez mas
frecuentes, hasta hace poco, desde que llegamos a Morocco han llegado
a repetirse hasta tres veces por semana.
Un chico de mi edad pasa a mi lado y choca su hombro contra el mío,
sus ojos oscuros tienen una mirada lasciva de manera tal que me hace
acordar de arreglar mi pañuelo de seda azul para que cubra mi cabello.
Yo doblo la esquina, ansiosa por llegar antes que Vane, para alcanzar la
Plaza de Yamaa el Fna al atardecer. Me choco con plaza y quedo
enfrentada a una larga línea de parrillas al aire libre donde se esta
asando carne de paloma, cabra y otras especies inidentificables; sus
restos glaseados y tostados rotan en el espetón, despidiendo sabrosas
nubes de humo picante. La calma hipnótica de la melodía del encantador
de serpientes que emite un hombre mayor que esta sentado con las
piernas cruzadas sobre una alfombra con un grueso tejido y que toca su
punju mientras las cobras con sus ojos vidriosos se levantan,
desplegándose al fascinante ritmo de los tambores que continuamente
suenan de fondo, como la banda sonora de la resurrección nocturna de
una plaza hechizada que esta volviendo a la vida.
Respiro profundamente, saboreando la embriagadora mezcla de aceites
exóticos y jazmín como si echara un último vistazo alrededor. Sé que
esta es una de las últimas veces que veré este lugar. El rodaje
terminará pronto y con Jennika estaremos fuera, en cualquier otra
película, en cualquiera otra locación/set donde se requieran sus servicios
de maquilladora profesional. ¿Quién sabe si alguna vez volveremos?
Mientras me dirijo hacia el primer carrito de comida, el que esta junto al
lado del encantador de serpientes donde Vane me espera, me tomo los
3. minutos necesarios para aplastar ese molesto sentimiento de debilidad
que me invade el estomago cada vez que lo veo, cada vez que pillo su
pelo rubio rojizo y despeinado, sus profundos ojos azules y sus labios
sutilmente curvados.
— ¡Tonta!— pienso para mi misma
No es que no supiera nada mejor. No es que no sepa las reglas.
La clave es no involucrarme — no permitir que me afecte— Solo
concentrarme en divertirme un poco y nunca mirar atrás cuando es
tiempo de seguir adelante.
La bonita cara de Vane, como todas las demás caras bonitas “que ví”
4
antes él, le pertenece a su legión de fans, no a mí. Nunca me
perteneció ninguno de esos rostros, ni me pertenecerá jamás.
Al haber crecido en sets de filmación desde que era lo suficientemente
mayor para que Jennika me lleve dentro de la mochila de bebés,
innumerables veces he tenido el papel de la niña de los miembros del
equipo de filmación: —quédate quieta—, —muévete del camino—, —
échame una mano/ayúdame un poco— me respondían cada vez que
preguntaba algo y “nunca confundo las relaciones dentro del set de
filmación con relaciones reales.”
El echo de que me haya estado relacionando con personas famosas toda
mi vida no me impresiona fácilmente y creo que es la razón principal por
la que les caigo bien rápidamente, es decir, no me molesta mirar esas
personas altas, super delgadas, con pelo largo y oscuro, piel blanca y
brillantes ojos verdes sobre los que la gente comenta. Yo soy una chica
normal, aunque, nunca me ponga como loca cuando conozco a alguien
famoso. Nunca me pongo colorada, emocionada e insegura. La cuestión
es que ellos no están acostumbrados a esta reacción, por lo cual
siempre terminan persuadiéndome.
Mi primer beso fue en una playa en Río de Janeiro con un chico que
había ganado un MTV Award por “el mejor beso” (claramente ninguna
de las personas que lo votaron realmente lo había besado). Mi segundo
beso fue en el “Puente Nuevo” en París con un chico que se había
sacado las fotos para la portada de Vanity Fair. Mi vida solo se diferencia
de la de ellos por el hecho de que son ricos, famosos y acechados por
los paparazis.
La mayoría de estas personas son pasajeros/viajeros, viven sus vidas
como yo vivo la mía. Yendo de un lugar a otro, de amistad en amistad,
de relación en relación. —La única vida que conozco—
4
Opté agregarlo para que se termine de entender la frase original.
4. Es difícil tener relaciones duraderas cuando tu dirección permanente es
un buzón de correo de 20 centímetros/8 pulgadas en un tienda UPS.
Sin embargo, a medida que me acerco, no puedo evitar mi respiración
agitada, la forma en que mi interior palpita y gira. Cuando él/Vane se da
vuelta, encandilándome con su sonrisa suave y desanimada que esta a
punto de llevarlo a la fama mundial y sus ojos que se encuentran con los
míos cuando dice —Hey, Daire, felices 16— no puedo evitar pensar en
los millones de chicas que harían cualquier cosa por estar en mi lugar.
Le devuelvo la sonrisa, hago un pequeño saludo con la mano, y luego la
guardo en el bolsillo de mi chaqueta verde oliva militar que siempre
llevo puesta. Finjo no notar la forma en que su mirada vaga por mi
cuerpo sin un dirección precisa, perdiéndose entre cabellos marrones
que sobresalen de mi pañuelo pasando por mi musculosa teñida y
ajustada debajo de mi chaqueta, por los jeans ajustados y oscuros,
hasta llegar a mis nuevas zapatillas.
—Bonitas— me dice y pone sus pies junto a los míos dándome una
imagen de mis mismas zapatillas pero en versión de hombre.
—Quizá podríamos empezar una marca cuando volvamos a Estados
Unidos, ¿Qué te parece? — agrega riendo.
“Podríamos”, no hay un nosotros.
Yo lo sé, él lo sabe y me molesta que intente fingir otra cosa. El rodaje
terminó hace algunas horas y él sigue aquí, haciendo su papel. Actuando
como si nuestra breve conexión en el set de grabación significara algo
más. Actuando como sí no fuéramos a terminar antes de que nuestros
pasaportes sean sellados con la palabra “Return”.
Saber eso es todo lo que necesitaba para que esos sentimientos tontos y
cursis se desvanezcan tan rápido como el fuego bajo la lluvia.
Le permito a la Daire que conozco, la Daire que me perfeccione para
ser, tomar su lugar.