El documento discute las diferencias entre nativos digitales e inmigrantes digitales. Los nativos digitales han crecido con la tecnología y la usan de forma intuitiva, mientras que los inmigrantes digitales deben aprender a usarla. Esto tiene implicancias para la educación y la crianza de los hijos. Los padres deben establecer normas claras sobre el uso de la tecnología, mantener una comunicación abierta con sus hijos, y compartir espacios de aprendizaje para aprovechar las ventajas de la tecnología y evitar
Generaciones digitales: nativos e inmigrantes en la era tecnológica
1. Lea Sulmont Haak, 2013
Vivir y crecer en un mundo digital
Dra. Lea Sulmont Haak
Existe una generación para la cual las Tecnologías de la Información y de la comunicación
son parte de su vida cotidiana mientras que otra generación se encuentra frente a un
mundo nuevo de artefactos y medios tecnológicos cambiantes que debe apropiarse.
Nativos e inmigrantes digitales
Para Mark Prensky, las generaciones nacidas en las dos últimas décadas han crecido
rodeadas de las tecnologías, Internet y artefactos digitales (CD, el vídeo, el teléfono móvil,
los videojuegos, etc.). Estas tecnologías ya estaban ahí cuando ellos nacieron y las
incorporaron con total naturalidad a su entorno, de la misma forma que las generaciones
anteriores lo hicimos con el automóvil y la televisión. La nueva generación se caracteriza
por tener una total familiaridad con las tecnologías digitales — por ello son llamados
nativos digitales — pero, además, se sabe a partir de estudios en neurociencias, que su
forma de pensar y la estructura física de su cerebro, es distinta a la de los inmigrantes
digitales, que aprendieron y se formaron en un mundo analógico.
Esta distinción tiene implicancias importantes en el proceso de aprendizaje, pues para los
inmigrantes, entrar en el mundo digital, supone la inmersión en un escenario diferente de
su entorno habitual. En el proceso de adaptación al nuevo contexto tecnológico, los
inmigrantes digitales siempre conservan una conexión con el entorno de origen,
observable en lo que Presnky (2001) denomina el “acento” del inmigrante digital. Este
acento se nota en situaciones en las que interactúan con las tecnologías, por ejemplo
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cuando los inmigrantes primero leen manuales de un programa y luego recién lo usan,
mientras que los nativos suelen explorar de manera directa los artefactos.
“Ser o no ser digital”, planteaba Neogroponte en su libro “Ser Digital”, sin embargo, ahí ya
no existe un dilema. Ya no nos planteamos si vivimos o no en un contexto digital;
salvando las brechas existentes en una sociedad como la peruana, el mundo digital es
inminente. Por ello conviene enfrentar con realismo esta brecha los nativos de
inmigrantes digitales y así evitar ahondarla, especialmente en un contexto educativo que
asume la formación de los futuros ciudadanos.
Esto sugiere un cambio radical en la forma de comprender e interactuar con el mundo y
representa un problema real cuando las dos generaciones comparten un mismo espacio:
el hogar y el salón de clases. Los padres tenemos en casa a niños pequeños para los
cuales resulta familiar arrastrar su dedo por las pantallas de los móviles, seleccionar un
objeto, manipularlo, etc. Los profesores, inmigrantes digitales, tienen a alumnos que
crecieron ya sea en contacto directo o con el ruido de las consolas de videojuegos y la
Internet. Navegan en la red, “bajan” música, videos, se conectan por Chat y mensajes vía
celular de manera inmediata, y su “pulgar” tiene la capacidad de manejar varios
dispositivos a la vez. Resulta entonces que tienen poca paciencia para discursos y
explicaciones paso a paso.
Uno de los puntos que resaltamos es que alrededor de esta discusión entre nativos e
inmigrantes digitales existe la oportunidad de analizar cómo se está integrando uso de las
tecnologías en las relaciones entre los miembros de la familia, en especial teniendo en
cuenta los diversos modelos de familia que existen en la actualidad. Por otro lado,
también es una oportunidad para renovar la pedagogía en el aula y valorar el rol del
docente como facilitador y, el del alumno como sujeto activo de su aprendizaje.
Reconsideraciones en los modelos de crianza y docencia
El legado
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Si bien parece que la nueva generación ya nace “conectada” y todo lo relacionado a las
nuevas tecnologías les parece familiar, eso no necesariamente significa que sean
consientes sobre su uso, sino simplemente que están familiarizados con ellas pues no
conocen del mundo “antes de Internet” o b.g. (beforegoogle).
El reto es que puedan aprender otras formas de entretenimiento y de comunicación, que
no estén mediatizadas por las tecnologías. Esto parte por transmitir el legado de una
generación a otra, en ese sentido el rol de los padres y de los abuelos es fundamental para
que los niños puedan conocer desde chicos por ejemplo, distintos tipos de juegos y
valorarlos.
La comunicación
Si un niño no ha tenido experiencias de socialización gratificantes con sus pares y con la
familia y, sobre todo, si no ha aprendido a mantenerlas, es posible que no las valore y
pueda recurrir a formas de aislamiento. Sin embargo, el uso adecuado de las tecnologías
está demostrando que ayuda a mantener el contacto entre las personas, especialmente
cuando se encuentran físicamente alejadas. El uso de videoconferencias entre abuelos y
nietos, hijos y padres es una experiencia que puede ser altamente gratificante si se
mantiene una comunicación cálida y afectuosa. Una vez más, no es la tecnología la que los
va a aislar sino los patrones de socialización que hemos construido, por lo tanto, el rol de
la familia, de la escuela, de los padres es importante para que se pueda tener un balance y
evitar formas de aislamiento.
Sacarle provecho a los nuevos dispositivos
Las cámaras digitales son una herramientas poderosas para conservar la memoria visual y
compartir recuerdos, por ejemplo, a través de las redes (fotos, videos, etc.), lo cual puede
reforzar los vínculos entre seres queridos. A eso se suma las facilidades que ofrecen los
nuevos dispositivos móviles que te permiten una comunicación en cualquier momento y
en cualquier lugar. Las familias pueden compartir información significativa, es un medio
para que los pequeños puedan mostrar sus trabajos, compartir sus logros reforzando
relaciones personales con medios virtuales. Por ejemplo, cuando los padres toman fotos
de los trabajos de sus hijos, filman alguna actividad que ellos realizan y, luego, la envían a
la familia y también la ven en conjunto, pueden reforzar situaciones gratificantes,
demostrar el orgullo de los padres por el logro de los hijos.
Compartir los espacios de aprendizaje y descubrimiento
Por ejemplo: pedir a nuestros hijos que nos enseñen cómo jugar un video juego, cómo
tomarse una foto o crear un video, cómo acceder a un audiolibro, etc. , puede ser una
actividad importante para que nuestros hijos muestren sus habilidades digitales y reforzar
temas de uso ético y seguridad con ellos.
Esta tarea es importante comenzarla tempranamente, pues cuando los hijos ya van al
colegio van a requerir un uso más intensivo, por ejemplo para realizar búsquedas,
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presentaciones, videos, etc. En muchas de esas actividades podemos apoyar a nuestros
hijos y realizar un trabajo colaborativo, pero sobre todo, trasmitirles valores sobre cómo
manejarse en este entorno.
Normas claras
Los videojuegos (wii, playstation, etc.) ofrecen entornos lúdicos, altamente estimulantes
para los niños, pero no por ello podemos echarle la culpa del hecho de que los niños
pasen largas cantidades de tiempo frente a los juegos o a la computadora.
Muchas veces el deseo de controlar las actividades de los hijos está muy presente en los
padres, sobre todo, frente a temas poco familiares si somos “inmigrantes digitales”. Sin
embargo controlar la información, las aplicaciones, los juegos, etc. a los que acceden
nuestros hijos puede convertirse en una tarea a tiempo completo.
La tecnología en sí misma no es la causa de una adicción sino más bien la consecuencia del
entorno donde se desenvuelve el niño. Por eso tenemos que repensar qué alternativas le
estamos dando a nuestros hijos para evitar que se vuelvan adictos a un determinado tipo
de actividad: ¿estamos ofreciendo a nuestros niños un entorno en donde existen reglas
claras?, ¿el niño no tiene compañía?, ¿Hay un balance entre el tipo de actividades que
realiza? La pregunta es cómo están funcionando los patrones familiares para que se
generen adiciones en los niños.
En ese sentido, vale más la pena en invertir ese tiempo en generar una sólida relación de
confianza con nuestros hijos basada en una comunicación continua, directa y abierta
sobre los temas vinculados a Internet.
Más que controlar, deberíamos enfocarnos en observar, conocer y compartir cómo usan
Internet. Con los más pequeños se recomienda tener un uso supervisado hasta que vayan
teniendo la edad y criterio para poder elegir los juegos o páginas a las que puedan
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acceder. Existen filtros que uno puede poner en Internet, así como también para los
canales de cable, para restringir el acceso a contenidos no aptos para menores.
Es importante también acompañar esta actitud de diálogo con normas claras respecto al
uso de las tecnologías:
Tiempo que pasan en frente al computador o en juego.
Conocer las claves de acceso a juegos o aplicativos.
Respetar las restricciones de acceso a ciertas redes para menores de edad.
Acercarnos a nuestros hijos para dialogar con ellos y conocer cómo emplean las
tecnologías es una forma más rentable de generar un espíritu crítico, ético y la confianza
que van a requerir en cualquier otra actividad en su vida.
. En el mundo actual los padres tenemos la responsabilidad de informarnos sobre formas
básicas de tecnologías, los tipos de contenidos y aplicaciones que circulan en Internet, las
formas de acceso, aspectos básicos sobre privacidad, seguridad y ética de la información.
Manejar esta información nos va a permitir guiar de manera más segura y libre a nuestros
hijos en el uso de las tecnologías, que tarde o temprano aprenderán a usarlas, dentro o
fuera de casa. Preparémonos para que esas primeras experiencias ocurran en un
ambiente que les dé seguridad y confianza a nuestros hijos.