LA FORMACIÓN PROFESIONAL DOCENTE: “LOS FORMADORES DE FORMADORES”
1. ENSAYO Nº 1:
LA FORMACIÓN PROFESIONAL
DOCENTE: “LOS FORMADORES
DE FORMADORES”
A CARGO DE LAS ALUMNAS:
MICHELLOD, A. MA. ROSARIO
TOLEDO, MA. FERNANDA.
3º AÑO PROFESORADO DE PSICOLOGÍA
INSTITUTO SUPERIOR GOYA
AÑO: 2008
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2. DESARROLLO
Tomándonos de ejemplo y luego del análisis realizado según las fuentes utilizadas como
referencia, consideramos que la formación que recibimos tiende a ser lineal, si se quiere
conductista, lo cual en ciertos casos lo consideramos positivo, porque en la mayoría de los
casos, es el formador quien nos debe transmitir esos contenidos que desconocemos, ya
que en el proceso de enseñanza aprendizaje es inevitable que haya alguien que posea el
conocimiento y alguien que no. Pero en este caso, se supone, que para ser un futuro
formador, debe desear adquirir esos conocimientos que aún no los ha obtenido.
Lo vemos como la continuación del nivel medio, inclusive en la estructura organizativa,
la organización del espacio, tiempo, la participación política del estudiante dentro de la
institución, etc.
Por ello, pensamos que es necesaria la formación de nuestros formadores pero que ésta no
caiga en la burocracia de la competencia entre docentes, sino más bien que sea
constructiva y constante para que quienes las recibimos podamos convertirnos en buenos
futuros educadores. Que ellos logren fomentar en nosotros la inquietud, la curiosidad, la
creatividad, el respeto y las ganas de enfrentar nuevos desafíos, siendo concientes de que
de nosotros depende el futuro de las nuevas generaciones.
Hay que tener presente que la formación docente se construyó a lo largo de un proceso
que estuvo conformado por marcos cuya impronta duran hasta hoy. Es el caso del
conductismo que era el modelo vigente en la década del 70 donde se consideraba al
docente como el dueño del saber, el dueño de la palabra, el que no daba margen al error,
el que tomaba las decisiones y el que posibilitaba o no a los alumnos en el proceso
enseñanza aprendizaje.
Según nuestra humilde opinión aún perduran en ciertos momentos de una clase, (inclusive
del nivel terciario) por ejemplo en las formas de evaluar, en la ubicación dentro del aula,
la manera en que es considerado el error del alumno y la postura del docente frente a esto,
entre otros.
Es frecuente escuchar en distintos ámbitos incluido el de las instituciones educativas,
expresiones tales como:
(...) “El oficio del docente”, “El trabajo docente”, “La actividad del docente”, “El rol
del docente”, pero por el contrario, es poco frecuente oír hablar de “La profesión
docente”1
Consentimos con los autores en que esto se trata sin lugar a dudas de una cuestión
terminológica construida desde el imaginario colectivo, es decir, desde el lugar que la
sociedad y los mismos docentes le asignan a su rol.
El concepto de “profesión” es poco frecuente en el lunfardo utilizado en la sociedad y
las instituciones educativas. En las jergas institucionales, esta terminología está ocupando
un lugar cada vez mayor.
Quienes tratan este tema coinciden en que las características esenciales de la actividad
profesional son:
A) La formación específica acreditada por título habilitante.
B) Conducta ética (estudio profesional)
C) Sensibilidad y responsabilidad social.
No cabe duda que el título que habilita a quienes siguen la carrera docente, es netamente
profesional, ya que de manera explícita se encuentra en el punto número 6 de la Ley de
Educación Nacional y expresa:
(...) “Los análisis de las estrategias más efectivas para lograr una educación de buena
calidad para todos coinciden en señalar que si bien los recursos materiales son una
condición necesaria, no son suficientes.
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Abraham Bromberg, Eugenia Kirsanov y Martha Longueira Puente.
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3. El actor clave es el docente y sólo se podrá alcanzar ese objetivo con políticas integrales
destinadas a mejorar la calidad inicial y continua, a mejorar sus condiciones de trabajo
y diseñar un modelo de carrera docente que permita su desarrollo profesional”2
Los institutos de formación docente no surgen de manera espontánea, pues fue el propio
estado que mediante sus representantes se encargó (y lo sigue haciendo) de crear
instituciones de formación, definir el tipo de preparación por medio de planes y de
programas de estudio y el establecimiento de modalidades de ingreso, exámenes,
regularidades, etc.
A medida que se fueron construyendo se basaron en distintos modelos docentes.
Por ejemplo:
*El modelo tradicional, que considera un buen docente al que sabe mucho, sin valorizar
su rol de mediador entre el conocimiento y quien lo aprende.
*El modelo conductista limita la libertad del sujeto, lo piensa como una tábula rasa. Esto
significa que un buen docente es quien no permite la participación ni el error del otro.
*El modelo de docente renovado, es aquel que se preocupa por las carencias de la
formación pedagógica de los educadores.
Estos modelos no tienen en cuenta el significado real de lo que se denomina
profesionalidad docente, el cual se logra en el equilibrio entre la formación disciplinar y
la formación pedagógica.
Entiéndase como formación disciplinar a la preparación científica que recibe. Y la
formación pedagógica es la que posibilitará la realización adecuada de una transposición
didáctica interviniente en el acto educativo.
Resultante a esto, creemos que en nuestra formación como futuras docentes, no recibimos
la preparación pedagógica necesaria y adecuada para luego llevarla a la práctica con
nuestros alumnos, aunque no suceda en todos los casos se nos sigue exigiendo repetición
memorística, acopio de datos, poca reflexión sobre conceptos, obedecer regímenes de
asistencia, regímenes de evaluación donde no se permite aprender de los errores.
Esto, como futuras docentes, nos lleva a reflexionar sobre la práctica asumida de
formadores de futuros formadores.
En muchos casos, no solamente el saber es primordial, también hay que asumirlo y
“reproducirlo”. Como sujetos de la educación nos consideramos vacíos de conocimientos,
dependientes, incompletos, por lo cual el encargado de guiarnos es el docente, desde su
lugar de sabio, que posee lo que requerimos para revertir esta situación.
Esto no significa pretender que se nos considere a su imagen y semejanza, que quien
aprende es aquel que puede demostrar, que puede actuar del mismo modo que el docente.
Es importante para nosotros recordar que el conocimiento ya dejó de ser inmodificable y
absoluto y que los sujetos de aprendizaje poseemos conocimientos previos de los cuales
los docentes también pueden aprender.
Otro punto importante para la promoción del cambio de los Institutos de Formación
Docente, según nuestro criterio, es la reformulación de su concepción.
Se critica también las características propias de la institución lo cual conlleva a que
docente y alumno desempeñen ciertas tareas que quizás no sean realmente deseadas.
Inclusive, consideramos que siguen existiendo varios puntos en común con el nivel
medio, por ejemplo:
Organización del espacio: en cuanto a la ubicación geográfica dentro del aula.
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Ministerio de Educación, Ciencia y Tecnología: Documento para el Debate Ley de Educación Nacional,
2006.
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4. Organización del tiempo: en este punto nos referimos a la distribución horaria
por módulos, lo cual implica, una exigente presencia como se da en nivel medio,
donde el alumno no es dueño de retirarse cuando lo desea.
El exigente régimen de asistencia y evaluación: asistencia obligatoria rígida
que limita a las personas a cursar ya que por temas laborales por ejemplo, no lo
pueden llevar a cabo. En lo que respecta a las evaluaciones, como mencionamos
antes, nos referimos a los errores de los alumnos y la participación del docente
frente a estos. Muchas veces los errores son producto de la no transmisión de lo
contenidos, lo cual acarrea infinitos fracasos presentes en los alumnos, y futuras
equivocaciones en la práctica misma.
Creemos que es posible impulsar transformaciones que procuren el cambio a la inversa de
la habitual. Tomando como punto de partida la autonomía que debería tener cada
institución particularmente.
A pesar de las críticas o reflexiones sobre la formación de los IFD y de nuestros
formadores somos concientes y reconocemos que no es tarea fácil de llevar a cabo ya que
muchas veces obedecen normas y reglas internas de la institución que generalmente son
inmodificables.
Desde nuestro punto de vista, creemos que un proceso de enseñanza aprendizaje debería
apoyarse en las ideas de intercambio, la negociación, la democracia, la crítica con
devolución, dejar de lado sentimientos de omnipotencia y respetar que el otro es como es,
evitar relaciones de cercanía entre docentes y alumnos ya que si esto se produce, la primer
finalidad de la educación carecería de sentido.
Consideramos que los formadores de formadores se debieran preguntar con sinceridad
qué esperan verdaderamente de sus alumnos, quienes serán futuros docentes. Si realmente
el docente intenta generar en su alumno un estilo propio que puedan reelaborar esos
saberes que se transmitió, que pueda ser alguien que trabaje por el cambio, pero creemos
que lo más interesante, gratificante en la tarea y la vida de un educador es saber que sus
alumnos tienen sus propias capacidades, que son de su creación y que ellos son solamente
parte del camino que se debe transitar en un buen docente. Cabe recordar que estos, no
solo son parte del proceso enseñanza aprendizaje, es inevitable la existencia de los
contenidos (estos deben tener en cuenta el contexto en que se ubica, esta es la flexibilidad
que permite el currículo), actividades, objetivos, recursos, estrategias, etc.
Reflexionamos que el proceso de formación debe ser novedoso, creativo y que esté en
constante renovación; donde se revisen constantemente para no caer en modelos
tradicionales o conductuales, más de allá de que éstos favorezcan a la aprehensión de
ciertos contenidos que inevitablemente, de otra manera no se pueden adquirir.
Lo que queremos decir, es que se debe buscar un equilibrio para que nuestra formación
sea lo más enriquecedora posible para que al dar la bajada didáctica de lo que nos
enseñan, en la práctica se compruebe lo que realmente fue adquirido y aquello que no, se
debería seguir trabajando.
Estamos convencidas de que el aprendizaje debe ser compartido porque necesitamos de
los formadores que poseen esos conocimientos que nosotros aún no los tenemos, donde
nuestros errores también sean considerados y donde se respeten los tiempos de cada uno,
ya que no todos tenemos el mismo ritmo de aprendizaje.
De manera general decimos que esto se trata de una descripción del conocimiento que
tenemos acerca del profesionalismo docente, para llevarlo a cabo tuvimos en cuenta el
desarrollo de las clases pedagógicas por las que atravesamos los últimos años; no se trata
de una crítica, más bien de las necesidades que tenemoscomo alumnos.
Este recorte se fue definiendo en la re-construcción del conocimiento profesional docente
observado en los desarrollos curriculares, en las planificaciones pedagógicas y en el
discurso oral de los formadores.
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5. Sin lugar a dudas, coincidimos con los autores en que un buen formador de futuros
docentes, debe poseer ciertas características.
Como primera medida, debe ser una persona original, autentica, es decir ser como es,
poder expresar sus emociones, sus intereses, sus dudas, capaz de reconocer sus errores
cuando los tiene, reconocer sus limitaciones y hasta donde llega su conocimiento, que sea
capaz de reconocer que no todo lo sabe y puede.
Otra característica importante que debe poseer es una mirada crítica y reflexiva para sí
mismo, lo cual lo ayudará a superar sus limitaciones.
Como alumnas, y futuras formadoras, deseamos docentes que sean creativos, que estén en
constante búsqueda de novedades y alternativas para la realización de investigaciones y
para su continua formación, lo cual, indirectamente nos favorecerá.
Precisamos docentes que no se aten a la rutina, que sean dinámicos a la hora de planificar
y dictar sus clases. Que en ellas incluyan propuestas significativas y que esperen lo mejor
de nosotros, es decir, lo que nuestras capacidades nos permiten.
Sería ideal que ellos nos transmitan la vocación y el amor sobre la tarea que realizan, para
poder luego identificarnos, tener un modelo y llevarlo a cabo. Es importante replantearse
cuantas personas decidieron su vocación tomando como modelo la admiración tenida
hacia alguno de sus profesores.
Los autores mencionan el concepto de competencia, el cual nos pareció interesante para
hacer referencia. Señala las capacidades complejas que se ponen en juego en las
situaciones correspondientes a los diferentes ámbitos de la vida personal, social y
profesional.
Lo que nos pareció importante de los autores fueron las características propuestas en
cuanto al rol docente y el equilibrio que se debe dar entre la formación disciplinar y la
formación pedagógica.
Los docentes deben poseer un dominio de la disciplina que practica, la cual debe estar en
constante actualización y formación, intentando no caer en los estereotipos
enciclopedistas. Debe tratar de seleccionar contenidos significativos para sus propuestas
de aprendizajes.
Debe poseer un amplio campo de estrategias didácticas, ya que esto le permitirá
seleccionar aquellas que considere más eficaces para el grupo con el cual trabaja. Las
planificaciones deben ser entendidas como una herramienta valiosa para la conducción
del aprendizaje.
Creemos que debe hacer uso de las tecnologías ya que éstas podrán brindarle numerosas y
valiosas herramientas para la tarea que lleve a cabo. Inclusive acercará a quienes no
tengan contacto con éstas.
Los formadores deben en lo posible, explicar los contenidos de la manera más clara
posible, con la adecuación del vocabulario y con el trato cordial hacia el grupo, lo cual no
significa establecer una relación afectiva.
Consideramos de suma importancia para el docente a la hora de planificar, el tener en
cuenta las características y el nivel evolutivo de los sujetos con los que está trabajando.
Esto lo ayudará a seleccionar tareas significativas y pertinentes, acorde a la realidad de
sus alumnos, y también ayudará a superar las limitaciones de estos y el crecimiento
individual de cada uno de los integrantes del grupo.
Para finalizar con estas características resaltamos que cada formador debe asumir su rol
de mediador entre el conocimiento que nosotros no poseemos y ellos sí, haciendo que la
tarea sea lo más llevadera, placentera y estimulante posible, tanto para el formador como
para los alumnos; ya que ambos se enriquecerán con la construcción que se da en la
relación que se da en la práctica pedagógica.
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6. CONCLUSIÓN
Realizar este ensayo nos pareció positivo e importante desde el punto de vista del
profesionalismo docente, es decir de la formación que recibimos, aquello que vamos a
transmitir a nuestros futuros educandos el día demañana.
Ésta nos llevó a considerar una necesaria reflexión acerca de la práctica pedagógica en la
cual participamos, no la realizamos con intenciones negativas, sino más bien como
propuestas que pueden favorecer tanto a quienes nos forman como a nosotros, los
estudiantes.
A partir de las críticas que realizamos, pensamos que se puede producir un equilibrio,
entre lo que nos deben enseñar y lo que deseamos que nos transmitan, para poder en lo
posible no cometer muchos errores en el momento en que nosotras ocupemos el otro
lugar, es decir, cuando estemos del otro lado.
Esto no hubiese sido posible sin las fuentes a las que acudimos ya que no es lo mismo
nuestras vivencias como estudiantes en el profesorado que las experiencias de quienes se
ocupan constantemente de reflexionar y criticar, en el buen sentido de la palabra, sobre el
profesionalismo y el rol de los docentes.
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7. BIBLIOGRAFÍA
BROMBERG, Abraham M.; KIRSANOV, Eugenia; LONGUEIRA
PUENTE, Martha, “Formación profesional docente Nuevos
enfoques”, Buenos Aires, Editorial Bonum, enero de 2007.
http://www.unam.edu.ar/extras/iv-jie/Mesa_2/Alcala.htm
http://www.unrc.edu.ar/publicar/cde/05/Menghini.htm
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8. FORMACIÓN PROFESIONAL DOCENTE
INTRODUCCIÓN:
En los últimos años, diferentes investigaciones se han concentrado en los docentes, que se
desempeñan en todos los niveles que abarcan la educación “obligatoria”, en Argentina.
Por consiguiente, para la elaboración de este ensayo en el cual nos basamos en Abraham
Bromberg, Eugenia Kirsanov y Martha Longueira Puente, vamos a referirnos al tema los
formadores de los futuros formadores, es decir, a los profesores de profesorados. Ya que
ellos son quienes mediante un proceso pedagógico didáctico, difunden la formación
específica a la futura población docente.
Para la confección del mismo recurrimos previamente a la búsqueda de información de
distintas fuentes, donde se intentó comparar la ideología de diferentes escritores. En base
a ello, tratamos de llevar a cabo un modesto análisis, teniendo en cuenta el lugar que
ocupa el rol docente en la actualidad. Es decir, de qué manera puede influir el formador
sobre el educando, hasta tal punto de que este último utilice las herramientas
aprehendidas y logre ponerlas en práctica alcanzando el objetivo en un futuro próximo de
valerse por sí mismo en las tomas de decisiones cotidianas llevadas a cabo en la práctica.
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