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             El Club de las Excomulgadas




                 Agradecimientos
Al Staff Excomulgado: a Nelly Vanessa, por la Traducción;
a Duna, Lelilu y Taratup por la Corrección, a AnaE por la
Diagramación y a Kiti08 por la Primera Lectura Final y a
Maria21 por la Segunda Lectura Final de este Libro para el
              Club de Las Excomulgadas…

    A las Chicas del Club de Las Excomulgado, que nos
acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras Lectoras que



                                                             Felicity Heaton - In Heat
 nos acompañaron y nos acompañan siempre. A Todas….

                                                Gracias!!!




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                             Argumento:
Una ola de calor no era lo único que se hacía sentir en Londres para la abogada

Kim. Había estado pasando cada noche con un hombre que ponía su cuerpo y

corazón en llamas. ¿El problema? Era un hombre que siempre emergía con piel

negra y ronroneaba, y era sólo un sueño. Caminando al trabajo en el día más

caluroso del año, lo último que esperaba era encontrarse con Erik, un hombre

que subía su temperatura y que parecía exactamente su novio soñado.

Con forma de were pantera negra, Erik Blackwell había estado buscando a su

compañera durante veintisiete años. Las visiones que compartían todas las

noches eran cada vez más calientes, pero encontrarla estaba resultando

imposible ya que nunca había visto su rostro. Es decir, hasta que resulta

trabajando como su abogada en sus negociaciones contractuales con su

hermano, Alistair.




                                                                                    Felicity Heaton - In Heat
Kim no podía negar su atracción por Erik. El calor que sentía por él era intenso

y era sólo cuestión de tiempo antes de que se entregara a sus deseos, pero algo

la perseguía. ¿Erik era realmente el hombre de sus sueños? Si era así, ¿Porque le

crecía el pelo y ronroneaba? Y ¿Qué había acerca de la terrible sensación que

tenía alrededor de Alistair y del contrato? ¿Hasta dónde estaría dispuesta a ir

por poner sus manos sobre la empresa propiedad de Erik?

¿Qué iba a hacer Kim cuando descubriera el secreto de Erik? ¿Ella, a su vez le

daría la espalda, o completarían el apareamiento y se quedaría con él, para

poder estar juntos para siempre?




                                                                                    3
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                                Capítulo 1
"No luches contra esto." Una voz de hombre, profunda, sedosa, se hizo eco a su

alrededor. La sensación de sus dedos fantasma sobre sus brazos, a través de su

espalda, haciéndole cosquillas en los omóplatos, la hizo estremecerse de placer.

¿Cómo pensaba él que habría tenido la voluntad de luchar en su contra?

Ella nunca lo habría hecho.

Se volvió, desesperada por echar un vistazo a su cara, con la luz tenue de la

sala. Nunca lograba verlo. Él siempre era un misterio para ella, siempre la

eludía.

Sus uñas acariciaban sus brazos, como ocurrió con su espalda, su cálido aliento

contra su cuello. Le volvía pegajosa la piel, añadiendo más, al ya agobiante

calor de la habitación. Su estómago se apretó, se apretó con excitación mientras




                                                                                   Felicity Heaton - In Heat
sus manos se movían sobre su torso. Sus dedos levantaron el dobladillo de su

camiseta, atrapando el material mientras exploraba su piel desnuda a un ritmo

dolorosamente lento.

Ella se arqueó contra él, frotando su trasero contra su ingle y sintiendo su

deseo. El estaba duro por ella, presionando firmemente la apertura de su

trasero. Una mano llegó a las caderas, tirando de ella, mientras se hundía,

mostrándole sólo lo que estaba por venir y haciendo que se formara una piscina

de humedad en sus bragas. Ella gimió, inclinado la cabeza hacia un lado y trató

de mirarlo por encima de su hombro.

Un ruido sordo resonó a través de ella. Era un ronroneo líquido que se sentía en

cada centímetro de su cuerpo. Ella frotó su trasero contra su longitud,

provocando un estruendo profundo en él, y sonrió para sí misma por el efecto


                                                                                   4
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                        El Club de las Excomulgadas

que tenía sobre él. La mano sobre su vientre serpenteó hasta sus pechos,

resbalando por debajo de la camisola. Ella cerró los ojos mientras sus dedos

jugaban y torturaban su pezón derecho. El fantasma con su otra mano por atrás

de su brazo, encendiéndola lo suficiente para que la piel de gallina surgiera

desde la raíz por su contacto. Él pasó sus dedos sobre su hombro y le deslizó la

correa de la camisola por encima de él, acariciándola a su paso.

Su boca era caliente y satinada contra su piel mientras le besaba el hombro. La

lamió y saboreó, pasando sobre su cuello sus dientes romos, volviendo la

opresión de su vientre en un infierno. Ella movió su mano a su alrededor,

rodeando su cadera, mientras se frotaba contra su parte trasera.

El único sonido en sus oídos era la combinación de su respiración, caliente y

pesada, jadeante mientras se movían contra sí.

Su corazón tronó, alejándose con ella, y se entregó al tempo1 del mismo.




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Su lengua lamía el lóbulo de su oreja, mientras ella se humedeció los labios. Su

ceño se frunció y gimió, moviendo la cabeza hacia un lado y levantó su otro

brazo. Alargó la mano detrás de ella y la pasó a través de su pelo corto y denso.

Era como de terciopelo debajo de su tacto y hundió sus dedos en él, sintiendo la

suavidad y se perdió en las sensaciones que la inundaban.

Él susurró de nuevo.

Ella abrió los ojos y miró su mano, mientras la movía por su cintura y hasta sus

bragas. ¿Cómo era que estaba desnuda?

El pensamiento huyó de su mente cuando su mano bajó. Se mordió el labio

previendo su toque, dispuesta a dejarlo moverse más rápido antes de que ella

explotara en necesidad.

1
    Adaptándose al ritmo del momento…
                                                                                    5
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Le mordió la oreja y ella gruñó.

Sus ojos estaban casi cerrados. Se agrandaron cuando vio la erupción de piel

negra en su brazo.

"No luches contra mí", le susurró. "Estábamos destinados a estar juntos."

Kim se levantó de la cama, el zumbido de la alarma sacudió sus sentidos y

abajo, el sonido de las calles de la ciudad le indicaron que la mañana había

llegado. Respirando pesadamente, luchó porque los latidos de su corazón se

nivelaran y equilibraran. Se apretó la mano contra el pecho. Estaba pegajosa de

sudor. Su camisola estaba empapada.

Respirando profundamente, mantuvo la mano apretada contra su pecho y se

apoyó en la cama con la otra. Las sábanas finas se pegaban a su piel húmeda.

Miró a la gran ventana, dándole la bienvenida a la brisa fresca de la mañana

que entraba a través de ella y agradeciendo en silencio que la había abierto la




                                                                                    Felicity Heaton - In Heat
noche anterior antes de quedarse dormida.

Miró a lo lejos, al frente la construcción de ladrillo rojo y recordó el sueño.

Le venían con más frecuencia ahora. No sabía si se trataba de algún tipo de

señal o no. Si eran una señal, probablemente era sólo su cuerpo diciéndole que

realmente necesitaba conseguirse un novio.

Dejándose caer de nuevo en la cama, apagó la alarma y estiró los brazos a sus

costados.

Los sueños no sólo eran cada vez más frecuentes, eran cada vez más calientes.

Exhaló un aliento y cerró los ojos, dejando que el placer persistente de su sueño

pasara través de ella. Sólo deseaba por una vez poder ver su cara, o al menos

poder llegar a algún tipo de conclusión. Era siempre dolorosamente lento, tan

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                    El Club de las Excomulgadas

lento que en realidad nada había pasado. Él la había tocado como ningún otro

hombre lo había hecho, removiendo sentimientos en ella que la hacían marearse

de deseo, y entonces despertaba.

El hombre de la radio anunció que hoy iba a ser el día más caluroso del año.

Ella suspiró.

Londres en calor era horrible.

Saliendo de la cama se dirigió al cuarto de baño. Se miró al espejo. Los blancos

azulejos del cuarto de baño le daban un aspecto pálido. El chico de su sueño

estaba probablemente fuera de su liga de todos modos. Con el profundo y

atractivo tono de voz como el que tenía, y esas manos dolorosamente hábiles,

definitivamente no sería real. Incluso si lo era, no era lo suficientemente bonita

para atrapar a un hombre como él.

Toda su vida le habían dicho que era evidente.




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Frunció el ceño ante su reflejo, jalando su largo cabello marrón oscuro,

empapado de sudor hacia atrás y sólo dejando un par de filamentos libres. Rió.

Sonrió. Frunció el ceño. Sus ojos se abrieron un poco, hasta que el blanco mostró

todo su iris con el rico color del chocolate.

Dejando caer su pelo, arrugó la nariz y la apretó. Sacó el labio inferior. Hizo un

mohín.

Tal vez era evidente. A veces pensaba que era bonita. Sus dientes eran rectos.

También su nariz. Sus cejas estaban muy bien arqueadas y eran finas. Tenía un

rostro ovalado y no súper delgado, pero tampoco gordo.

Empujó sus costados y tragó saliva al recordar las manos de su novio de

ensueño sobre toda ella.


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Suspirando, se incorporó y miró el reloj digital pegado al espejo. No había

tiempo para un baño de tina esta mañana. Suspiró y miró a la ducha. Sus

padres habían tratado de convencerla de poner uno u otro, pero el baño era lo

suficientemente grande para ambos, y algunas veces también necesitaba un

baño de tina. Se metió en la ducha y la abrió. No sabía por qué estaba tan

preocupada. Su chico soñado era precisamente eso, un sueño. Las posibilidades

de que existiera eran casi tan pocas como la oportunidad de conseguir una

promoción.

En su compañía no sería menos que un milagro. Había estado trabajando en el

bufete de abogados durante casi tres años y todavía no mostraba ninguna signo

de que la tomaban en serio.

Apartando sus pensamientos del hombre de su trabajo y del hombre de sus

sueños, se centró en el lavado de su pelo y en el insoportable trabajo que hacía.




                                                                                    Felicity Heaton - In Heat
Con este calor, iba a ser nada menos que infernal.

Llegaría a su trabajo igual de sudorosa como había despertado esta mañana.

Había un nuevo cliente que vendría el día de hoy, cuyo caso iba a ser muy

Hush, Hush2 y malditamente casi imposible. Y su hermana la había plantado, lo

que significaba que estaba atorada para cenar a solas con sus padres esa noche.

Este día iba a ser perfecto.




                                     ****




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    Súper secreto
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Kim se abrió paso en el atiborrado tren, aplastada en la puerta frunció el ceño

cuando alguien le dio un codazo mientras pasaba por detrás de ella. Se acercó

de puntillas para ver si había algún espacio más y se hundió de nuevo en sus

talones cuando vio que estaba lleno y por demás apretado como una lata de

sardinas. Inclinó la cabeza contra el cristal a su lado y se quedó mirando el

periódico que el hombre en el asiento del otro lado estaba leyendo.

Alguien delante de ella se movió y ella frunció la nariz cuando hedió la

transpiración.

Simplemente genial.

Qué manera de empezar el día.

Ya estaba a punto de la ebullición y apenas eran las ocho de la mañana. El

calentamiento del planeta. Eso era todo lo que era. Toda esta contaminación y

esas cosas. Suspiró de nuevo y cerró los ojos, tratando de sacarse a sí misma de




                                                                                   Felicity Heaton - In Heat
la rutina diaria, recordando su sueño.

Se dijo que no era un sueño.

Era más una fantasía.

Pero era él cada vez, el mismo hombre, ese mismo toque y los mismos labios

contra su recalentada carne.

Siempre le decía lo mismo, cerca de la oreja, a veces frente a ella, a su lado o

detrás. No le importaba. Sólo quería fundirse en un charco cada vez que

hablaba. Él podía no decir nada, no hacer nada, y ella sería suya para que la

tomara.




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El tren se sacudió en una esquina, chirriando los frenos mientras iba cuesta

abajo. Ella frunció el ceño por la interrupción y se dio cuenta de que la próxima

parada era la suya.

Al bajar, empujó junto con el resto de viajeros y luego exhaló un suspiro de

alivio cuando salió a la calle. Su sentido de calma duró poco cuando se volvió

para encontrar a su jefa, Laura Townsend, caminando hacia ella, con los brazos

completamente llenos con una caja que de archivos.

"Kay", gritó Laura.

Kim se encogió. Demasiado tarde para escapar ahora.

"Es Kim" dijo rotundamente, sin preocuparse por la corrección de su jefa porque

sabía que Laura ni siquiera se dio cuenta de que había hablado.

"¿Te puedes llevar esto?" Laura dejó caer la caja en los brazos de Kim.




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Kim frunció el ceño mientras ella se enderezaba su traje de Armani. Nunca

podría entender cómo Laura había conseguido convertirse en su jefa. Habían

ido a la universidad juntas y habían entrado aún a la barra al mismo tiempo.

¿Cómo era que Laura era jefa del departamento, y ella pasaba la mitad de su

tiempo   haciendo      mandados?    Laura   también    había   logrado    olvidar

convenientemente su nombre, y olvidar que se habían conocido una a la otra.

Kim reflexionó que una posición de poder podía hacerle eso a alguien. No había

tiempo para la gente pequeña cuando estás ocupada olfateando a los grandes

jefes.

Ajustó la caja en sus brazos y caminó hacia la oficina. Era un edificio georgiano

color crema con altas ventanas y puertas dobles negras en la entrada. Siempre

había pensado que era hermoso. Fue la mitad de la razón por la que había

                                                                                    10
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                   El Club de las Excomulgadas

decidido unirse a esa empresa. Eso y que su amiga trabajaba allí. Sin embargo,

recientemente había ido cambiando y no estaba segura de que le gustara la

mariposa en que se había convertido. Era más como una polilla.

Los archivos cambiaron de lado a lado en la caja mientras subía las escaleras y

trató de recuperarlos en una mejor posición mientras seguía a Laura a la

entrada. El interior del edificio estaba fresco, la pesada piedra trabajaba para

mantener el calor afuera. Levantó la vista hacia las dos grandes escaleras de

frente a ella, deseando que las oficinas estuvieran en ese piso con el resto de los

socios.

Pagó por su pérdida momentánea de concentración.

La caja se deslizó mientras un archivo cayó de la parte superior y antes de que

pudiera recuperarlo, todos se habían dispersado por el suelo. Se inclinó de

inmediato, poniéndose a cuatro patas y escarbando para recogerlos. Podía oír el




                                                                                      Felicity Heaton - In Heat
clic impaciente de los zapatos de Laura en el suelo. Su corazón latió

asquerosamente más rápido en pánico.

Alguien le tocó el hombro.

"Está bien, los tengo” murmuró ella, muerta de vergüenza a medida que más

personas se reunían.

Se escurrió a través del resto de los archivos, poniéndolos de nuevo en la caja.

Alguien la tocó de nuevo.

Ella sacudió su hombro hacia atrás.

"Le dije que estaba bien. Bájese de mí", casi gruñó las palabras.

Un par de brillantes zapatos negros aparecieron en su vista junto con un

archivo.

                                                                                      11
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                    El Club de las Excomulgadas

No eran zapatos de mujer.

No eran de Laura.

"No luches contra mí", dijo una exuberante grave y masculina voz. "Sólo estoy

tratando de ayudarte."

Se quedó paralizada, su corazón bailó en su garganta mientras miraba sus

zapatos. No podía ser. Simplemente no podía ser. Las palmas de sus manos

sudaban y su respiración se atoró mientras siguió sus pantalones hacia arriba,

pasando por las fuertes, largas piernas y los anchos hombros, todo enfatizado

por un fuerte traje negro a medida. Sus ojos llegaron a su cara y ella enrojeció

bajo la intensidad de su mirada.

Se arrodilló junto a ella, con lo que su cabeza estuvo casi al mismo nivel con la

suya, y sostuvo el archivo caído.




                                                                                      Felicity Heaton - In Heat
Ella miró unos ojos miel marrones, perdiéndose en la fuerza de ellos e incapaz

de decir nada. Todo el sentido de vergüenza desapareció por un momento, pero

volvió con toda su fuerza cuando sonrió, con sus labios suaves curvándose.

"¿Estás bien?", Dijo, su voz hacia que se derritiera por dentro tanto que se alegró

porque ya estuviera en el suelo y no podía caer.

Ella asintió en silencio.

Colocó el archivo en la caja y recogió los otros por ella mientras lo miraba

fijamente, tratando de averiguar si era real o si estaba simplemente fantaseando

de nuevo. Nunca había visto un hombre tan hermoso. Su corto pelo negro

parecía aterciopelado como lo había estado en sus sueños y sus ojos eran todo

lo que había imaginado que serían.




                                                                                      12
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                    El Club de las Excomulgadas

Sus ojos se abrieron cuando de pronto se puso de pie y echó un vistazo a la gran

mano que sostenía su brazo. Tragó saliva y parpadeó, sus sentidos

tambaleándose al recordar la sensación de su tacto. Apartó sus fantasías cuando

él dijo algo y ella miraba sus ojos. Ella se perdió de nuevo al momento en que

encontraron los suyos de nuevo. Eran como el color de la miel, con manchas

oscuras en sus profundidades. Nunca se había dado cuenta de que la gente

pudiera tener ojos de ese color.

"¿Estás segura de que estás bien?", Dijo con una sonrisa divertida, pero no había

el más mínimo atisbo de preocupación en sus ojos.

"Estoy bien, gracias", dijo con una sonrisa. Con sus mejillas encendidas cuando

sonrió.

"No se preocupe por Kay. Siempre ha sido un poco torpe." Laura se interpuso

entre ella y el hombre.




                                                                                    Felicity Heaton - In Heat
"Kim", susurró corrigiéndola.

El hombre sonrió.

"No lo estábamos esperando sino hasta dentro de media hora, Sr. Blackwell",

dijo Laura.

Kim trató de no mirarlo, pero sus ojos parecían ignorar todas las órdenes que

les enviaba. Estaba impresionante. No era sólo su aspecto, era su aire en

general. Había algo en él que hablaba de peligro y pasión, de calor y seducción.

Positivamente rezumaba masculinidad y sensualidad.

O tal vez era sólo sus sueños haciendo que se sintiera así.

El cuarto frío se sintió de repente muy caliente cuando sus ojos volvieron a

encontrarse con ella. Él estaba hablando con Laura pero Kim no oía una palabra

                                                                                    13
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                   El Club de las Excomulgadas

de lo que él decía. Su corazón latía con fuerza en sus oídos. Apartó la mirada de

un segundo, pero vagó por su espalda, como si él la hubiera llamado y ella

fuera incapaz de resistirse.

Laura se volvió hacia ella. "Necesitan esos archivos en la sala dos."

Kim la miró, sintiéndose un poco aturdida y definitivamente confundida. ¿Los

archivos? Miró hacia abajo cuando Laura lo hizo y vio la caja allí. Los archivos.

Se había olvidado por completo de ellos.

"Espero que Kim trabaje en mi caso", dijo el hombre.

Su corazón dio un vuelco cuando dijo su nombre. Él la había escuchado. Había

oído cuando corrigió a Laura. ¿Era por eso que se sonreía? ¿Había sonreído?

"¿A Kim? Ella no trabaja en casos como el suyo", dijo Laura con una amplia

sonrisa.




                                                                                    Felicity Heaton - In Heat
Kim frunció el ceño. Ella sí trabajaba en casos como el suyo y Laura lo sabía. Si

este fuera el hombre que suponía era el de la reunión de esa mañana, entonces

era un caso que se suponía que ella debía estar llevando. Se especializaba en

negociaciones de contratos.

Laura comenzó a caminar y él la siguió. Kim miró en dirección a las escaleras,

tomando nota de la fuerza de su constitución y de su altura.

Quitándole los ojos de encima, se agachó y tomó la caja de archivos.

Sonrió cuando lo oyó hablar.

"Creo que Kim debería trabajar en este caso. Creo que la necesito."




                                                                                    14
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                                 Capítulo
                                 Capítulo 2
Kim se apoyó contra la barandilla del balcón de la sala de juntas y se quedó

mirando el pequeño jardín de abajo.

No era mucho, pero era más de lo que tenía la mayoría de las oficinas de la

ciudad. Era su lugar favorito en el edificio y saboreaba cada momento

excepcional que tenía que pasar allí. Sólo estaba ahora en aquel lugar porque

Laura había recibido una llamada a la oficina y le había pedido que viniera a

sentarse en la segunda mitad de la junta. Necesitaba este momento para

calmase y prepararse si iba a tener que sentarse frente a ese hombre toda la

tarde.

¿Cómo se suponía que tenía que trabajar con él sin imaginar cada excelente

fantasía que había tenido acerca de él? ¿Cómo había él, un hombre que




                                                                                      Felicity Heaton - In Heat
caminaba y hablaba ser una versión real de su novio soñado y entrar en su

vida? No eran más que un sueño, ¿No?

El sol caía sobre el jardín desde donde se encontraba en el patio del edificio,

convirtiéndolo en un lugar poco soleado. Era sofocante. Se quitó el saco negro

limpio y desabrochó los dos botones superiores de su blusa blanca. Colocó la

chaqueta encima de la barandilla de color verde oscuro, apoyó los codos contra

ella de nuevo y lanzó un suspiro. Estaba tan tranquilo.

Cerró los ojos y levantó la cara al sol. Se le calentó de inmediato.

"Se está bien aquí."

Era su voz.

Su corazón se aceleró un poco y ella le dio una mirada. Estaba recostado de

espaldas al jardín, con los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia atrás. El sol

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                   El Club de las Excomulgadas

caía sobre su piel bronceada, tocando suavemente sus bellas facciones. Los ojos

de ella trazaron su perfil, deteniéndose en sus oscuras cejas, en el pelo negro

azabache y su mandíbula cuadrada.

Ella sonrió cuando abrió los ojos y volvió la cabeza para mirarla.

Era extraño sentirse tan cómoda con un cliente, un hombre que sólo acababa de

conocer.

Se enderezó y le devolvió la sonrisa. Haciendo que su corazón se acelerara y

haciendo que su boca se secara.

"Erik Blackwell", dijo extendiendo una mano. "Pero puedes llamarme Erik." Ella

la miró y luego se la tomó cuando tuvo sus sentidos en orden.

Sus dedos se cerraron alrededor de los de ella, sosteniéndola con fuerza, y sus

ojos se dispararon para encontrarse con los suyos. Él la miraba fijamente, con




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los ojos miel fijos en ella de una manera que le daban ganas de sonrojarse de

nuevo. Sus dedos se movieron contra los suyos, enviando un escalofrío a través

de ella, y él frunció el ceño cuando ella le tomó la mano de nuevo.

Ella jugueteó con el puño de su manga izquierda, pretendiendo que se había

deshecho mientras trataba de juntar la pieza posterior. Era ridículo que un

simple toque de su pulgar contra el de ella significara algo. Era una estupidez

dejar que la afectara de la forma en que lo hacía.

Una mirada furtiva hacia él le demostró que todavía la estaba mirando.

"Soy Kim", dijo.

"No Kay” Sonrió.

Ella se sonrojó.


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"No soy normalmente torpe... es decir que... habló de mi jefa." Ella bajó la

mirada otra vez y se quedó mirando las plantas de vivos colores verde del

jardín.

"Me gustaría saber como eres normalmente entonces, Kim."

Tragó, pero no hizo nada para cambiar la masa seca de su garganta. ¿Quería

saber cómo era normalmente? ¿Y por qué tenía que seguir diciendo su nombre?

Apenas podía soportarlo, cuando estaba a su alrededor como ahora. Cada vez

que decía su nombre, rodándolo por su lengua con una voz de seda, la hacía

querer arrojarse sobre él.

"Más profesional", dijo rotundamente, sacando lo mejor de sí misma.

Pareció decepcionado.

Él era un cliente, y sólo había imaginado su decepción. No había forma que un




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hombre como él alguna vez realmente mirara a una chica como ella. Él querría a

Laura… rubia, escultural, la perfecta Laura. Ella era lo suficientemente bonita

para él.

La puerta de la sala de juntas se abrió y Kim se volteó para ver a la mujer que

trataba de entrar con su amigo Simón.

Laura le lanzó una mirada sombría. Kim sabía lo que significaba. Era una

advertencia para no resbalar y avergonzar a la firma, pero era más que eso.

Tenía la impresión de que Laura estaba interesada en Erik como algo más que

sólo un cliente.

"Debemos entrar. Hace demasiado calor aquí de todos modos." Kim lo miró. Él

no mostró ningún signo de moverse. En cambio, inclinó la cabeza hacia atrás de

nuevo, alzando la cara al sol.


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"Me gusta el calor", murmuró. "Puedo sentirlo en cada centímetro de mí, siento

el calor a través de mí."

Estaba cautivada. Su mirada se detuvo en su cara y la sonrisa sublime que le

estaba dando al sol. Parecía positivamente contento. Como un gato acostado al

sol. Casi listo para ronronear.

Ella frunció el ceño ante sus pensamientos y se dijo que los hombres de los

sueños eran los únicos que podían ronronear.

"¿No te gusta el calor, Kim?", Dijo fijando su mirada en ella.

Ella juró por un momento que sus ojos se habían vuelto más amarillos que la

miel. Cambió su atención en sus manos, mirándolas, esperando que su pelo

estallara.

Nada.




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Se dijo que esto era real, y que los hombres del mundo real no ronroneaban

cuando se los tocaba, y de repente no les brotaba pelo de terciopelo negro.

"Bien, ¿Kim?" Dijo. Él estaba más cerca ahora, tan cerca que podía sentir el calor

que provenía de él. Su voz seguía siendo un susurro, jugando con sus sentidos

y enviando sus pensamientos de nuevo a sus sueños. "¿Te gusta el calor?"

Ella miró su pecho, miró su ascenso y su caída, hipnotizada por su cercanía.

Ella asintió.

Él se alejó.

Ella parpadeó y se volvió hacia el jardín, respirando con dificultad mientras

trataba de mantener el equilibrio. Él era un cliente, y realmente no estaba




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                   El Club de las Excomulgadas

interesado en ella. Había sido sólo una conversación inofensiva. Esta atracción

era unilateral.

Nada iba a suceder.

Saltó cuando alguien le tocó el hombro.

"¿Kim?" Simón le sonrió. "Estás un poco nerviosa hoy."

Ella asintió, sonriendo a su amigo. Se alegró de que él estuviera sentado en esta

junta. Esperaba que él la mantuviera en tierra y ella lograra pasar a través de

esto sin estropearlo.

"Sólo un poco nerviosa", dijo.

Simón la miró por encima del hombro. Volvió la cabeza para ver lo que estaba

viendo y se encontró con que Erik los miraba.




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"Parece que al Sr. Blackwell no le gusta que le hagan esperar", dijo Simón con

otra sonrisa. "He escuchado toda clase de cosas acerca de él. Es difícil saber qué

creer."

Antes de que pudiera preguntarle a Simón lo que había oído de él, había

entrado en la sala, dejándola sola en el balcón. Sus ojos fueron atraídos a Erik de

nuevo y se encontró con que todavía la miraba mientras hablaba con Laura.

Al entrar en la habitación, puso su chaqueta por encima del respaldo de la silla

y abrió su portátil. Escribió la fecha en la esquina y el nombre de Erik. Lo miró,

teniendo la sensación de que había más de su dueño de lo que se veía.

Sólo que ¿Quién era Erik Blackwell?

                                      ****




                                                                                      19
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Erik se reclinó en su silla, fascinado con la mujer en la mesa frente a él. Estaba

escribiendo furiosamente, anotando nota después de nota de lo que se estaba

discutiendo. Se preguntó si podía sentir que él la miraba de la misma manera

que podía sentir cuando ella lo miraba.

Le estaba dando a la Srta. Townsend la mitad de su atención, respondiendo a

sus preguntas sobre el contrato tanto como podía y mantenimiento a su chica

escribiendo para poder observarla. Hubo una pausa en la discusión mientras el

hombre que se había presentado como Simón se levantaba, a fin de ofrecerle un

café o té. Él se negó y pidió un poco de agua, con los ojos fijos en Kim. No le

gustaba el trato fácil que ella había tenido con Simón cuando había salido al

balcón. Había algo raro en él. Sea cual sea el pensamiento que Kim sobre su

relación, claramente Simón pensaba que podía ser diferente.

Un vaso de agua apareció delante suyo y pasó la lengua por sus labios mientras




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miraba el fondo de cristal que prometía un fresco alivio. El calor no iba a

disminuir y el aire de la habitación estaba tan caliente ahora que era sofocante.

Se había quitado la chaqueta y aflojado la corbata, pero no había ayudado. El

pelo en la nuca de su cuello estaba húmedo por el sudor.

Simón puso un vaso frente a Kim y la atención de Erik estuvo en ella de nuevo.

Apretó su desnuda muñeca contra la condensación del cristal como frío hielo.

Su lengua recorrió su labio inferior, mojándolo y sus ojos se cerraron

brevemente. Casi pudo sentir su alivio cuando el frío del cristal bajó su

temperatura. Sólo lo hizo sentirse más caliente.

Sus ojos la seguían a cada movimiento mientras tomaba el vaso y se lo llevaba a

los labios. Vio el movimiento de su garganta mientras bebía, con los ojos

cerrados con placer, y luego miró su boca bajo el cristal y se lamió los labios otra

vez, capturando cada gota de humedad en ellos.

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Él agarró su vaso y se lo bebió de una sola vez, tratando de enfriarse, pero no

totalmente. Puso el vaso de regreso y continuó observando a Kim.

Ella, pensativa, mordía la punta de su pluma, sus cejas finas levantadas

mientras arrugaba la nariz y miraba la hoja de papel.

No cabía duda de que era ella.

La atracción que sentía, la forma en que reaccionaba a él, y su forma. Incluso su

olor. Era ella. Había estado soñando con ella durante tanto tiempo, desesperado

por su tacto y muriendo por saber quién era.

Y ahora la había encontrado.

Era más joven de lo que él había esperado y parecía un poco cautelosa con él.

No era en absoluto como le habían dicho que sería. Se suponía que ella debía

saberlo. Pero entonces, se suponía que también debía conocer su rostro en las




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visiones, pero siempre había sido un misterio hasta hoy.

¿Algo estaría mal?

Le preocupaba que ella no reaccionara como él había predicho que lo haría. Lo

había reconocido, de eso estaba seguro. Su actitud hacia él y lo abierta que era a

su alrededor le decía eso.

¿No se sentiría atraída por él? ¿No sentiría la conexión?

Él se estaba quemando por ella, hambriento y desesperado por su tacto, no

podía apartar los ojos de ella más de un segundo. Quería ver si sentía de la

forma en que lo hacía en sueños, si ella sabría y olía tan dulce como lo hacía en

ellos. Estaba ansioso por ver si reacciona a él como lo hacía allí.

Quería que lo deseara.


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Él gruñó en voz baja, una llamada que sólo ella escucharía.

Ella abrió la boca y levantó la cabeza, dilatando sus pupilas mientras lo miraba

a través de la mesa.

Podía oír su acelerado corazón, sentir su estruendosa sangre a través de sus

propias venas, mientras le cantaba a él. Vívidamente recordaba la disposición

de sus piernas contra las suyas, la forma en que sus uñas se clavaron en sus

brazos mientras ella se retorcía en su contra. Recordó el olor de su cuerpo, su

sudor, a medida que avanzaban uno contra el otro. Aún podía sentir el barrido

eléctrico de sus dedos sobre su carne desnuda, burlándose de él con una dureza

tan dolorosa que había sentido que iba a explotar si sólo respirara en toda su

longitud. Él le sostuvo la mirada mientras pensaba en ella; el rasposo

movimiento de su lengua por su cuello, las palabras susurradas en sus oídos, la

forma en que sus dedos siempre se habían enterrado en su cabello, sosteniendo




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su boca contra su cuerpo. Ella parpadeó. Él olfateó, inhalando profundamente

mientras continuaba sostenía su mirada, no dejándola ir. Podía olerla. Ella lo

deseaba. Lo deseaba tanto como él la deseaba.

Era el destino.

Veintisiete años soñando con ella, en busca de ella, y ahora finalmente la había

encontrado.

Largas noches calientes pasadas tentadoramente cerca de ella en sus visiones.

Incontables horas tocándola y torturando su cuerpo mientras exploraba el suyo.

Todo había valido la pena porque ahora la había encontrado.

Ella tragó.

Él sonrió.



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La había encontrado, ahora sólo tenía que demostrarle lo bueno que podía ser

estar juntos.

Desde donde estaba sentado, parecía que iba a tomarle un montón convencerla.

Pero podía hacerlo.

Tenía que hacerla darse cuenta de que los sueños que habían compartido eran

sólo el comienzo.

Lo mejor aún estaba por llegar.




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                                 Capítulo 3
Kim arrojó su bolsa en el suelo junto a la puerta y se volvió para cerrarla. Puso

la cadena de seguridad y chasqueó los pestillos. Con un suspiro, se dejó caer

pesadamente en la sala de su apartamento. La cena había estado terrible. Trató

de borrar el sonido de sus padres discutiendo de cualquier cosa en su mente, y

encontró que no fue tan difícil esta vez.

Probablemente fue porque no les habría prestado realmente atención a todo lo

largo de la noche.

Toda la noche había estado pensando en Erik.

Ahora, no había duda en su mente, que era el hombre con el que había estado

fantaseando durante el último, Dios sabe cuánto, tiempo pero todavía no se

atrevía a creer que era real, o comprender la forma en que se había metido en




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sus sueños.

¿Cómo podría coincidir tan perfectamente con su hombre ideal? Su voz, cabello,

constitución y la forma en que hacía que su interior temblara con pasión.

¿Cómo era posible?

Se frotó las sienes, sintiendo un dolor de cabeza llegar. Era demasiado loco para

pensarlo. Nunca había sido una persona que creyera en las premoniciones y en

cosas locas como ésas. Tenía que haber una explicación sencilla, sana, para ello.

Tal vez ¿Lo había visto una vez y su imagen se había quedado pegada en su

mente? Era razonable. Si lo había visto antes, nunca se habría olvidado de él.

Era uno de esos hombres bellos que se quedaban con uno y era fácil recordar

cómo se veían, ni siquiera después de años sin verlos.




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Sacudió la cabeza y decidió no pensar demasiado en ello. En lugar de eso, trató

de centrarse en el trabajo mientras abría la ventana de su dormitorio y

empezaba a desnudarse.

El caso iba lento. Había tantas cosas que revisar y se suponía que debían

reunirse con la otra parte mañana. No sabía nada de él. Lo único que sabía era

que iba a ser un día largo, y la temperatura no manifestaba ningún signo de

irse.

Sentada en esa habitación, el sofocante exterior era bastante malo, pero estar allí

hoy con Erik viéndola como un halcón, había sido insoportable.

Corrió las delgadas cortinas a través de su ventana y se quitó la ropa interior,

arrojándola a la silla con al resto de su ropa.

Cayó en la cama, suspirando mientras saboreaba la frialdad de las sábanas y

luego cerró los ojos.




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Se preguntó si soñaría de nuevo esta noche. Si lo hacía, ¿Iba a verle la cara

ahora?

¿Soñaría con Erik?




                                        ****




Erik yacía de espaldas, mirando a Kim mientras se movía por la habitación. Se

lamió los labios, esperando que ella llegara junto a él, incluso más hambriento

esta noche por su tacto que la noche anterior. Podía ver su cara ahora, sus

suaves ojos color chocolate y su cabello castaño oscuro. Era ella.


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Ella se volvió a mirarlo con una sonrisa que decía mucho sobre las cosas que iba

a hacer con él, y no mostraba un atisbo de temor. Se tendió en la cama, mirando

su largo cuerpo.

Su camisa estaba sin abrochar, y no se sorprendió al ver que llevaba la que

había usado en la reunión de hoy. El pantalón negro se abrazaba a sus caderas a

medida que su dolorosa erección era visible a través del material.

Ella pasó una mano por su cabello, tarareando en voz baja para sí misma

mientras caminaba hacia él. Llevaba la blusa blanca que había usado ése día, y

la falda corta. Estaba fascinada por sus dedos mientras deshacían lentamente

cada botón de su blusa, revelándose a sí misma a él poco a poco.

Quería levantarse y romperle la camisa, pero no podía moverse, sabía que era

su turno de estar bajo control. Ella no tenía necesidad de decir una palabra para

mantenerlo quieto, esperando. Todo lo que tenía que hacer era dirigirle una




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mirada, una sonrisa, y sabría lo que querría de él.

Él suspiró cuando ella se pasó la camisa fuera por sus hombros, alejándose de él

y escondiéndose a sí misma mientras lo miraba por encima del hombro. Sus

caderas se balanceaban seductoramente, haciendo que su pene le doliera por

ella. Sostuvo el aliento mientras ella se quitaba la camisa, la tela suave

moviéndose sobre también su suave piel. No llevaba sujetador.

Un gemido se le escapó cuando miró de nuevo a su cara, sus brazos cruzados

sobre su pecho, sus manos sosteniéndose los senos. Ella se acercó más, todavía

tarareando una dulce melodía. La luz de las velas parpadeaba a su alrededor,

bañándolo todo con su cálida y dorada luz. Su mirada se redujo a su falda y

pasó la lengua por los labios cuando sus manos aparecieron a su vista, los

dedos rozando a lo largo de su cintura.



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"¿Crees que debería quitarme esto?"

Él asintió con impaciencia, desesperado por verla en toda su gloria, muriendo

por estar dentro de ella.

Ella sonrió dulcemente y comenzó a deshacerse de la falda.

Sus ojos vagaron por encima de su estómago tenso con sus pechos llenos, todo

su cuerpo se tensó al verlos y sólo pudo pensar en tocarlos, acariciarlos y jugar

con sus pezones. Quería chuparlos con su boca y pasar horas y horas jugando

con ellos.

Su falda cayó al suelo con un suave silbido y sus ojos bajaron. Frunció el ceño y

gruñó al verla completamente desnuda. Ella era toda, deliciosas curvas y

sensualidad. Tenía que tenerla. Era una tortura tenerla tan cerca pero tan lejos.

Extendió la mano, tratando de llegar a ella.




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Ella le dio otra sonrisa, llena de simpatía, como si pudiera sentir su dolor, y

luego para su dulce alivio se movió hacia él de nuevo.

Tragó mientras se subía a la cama, arrastrándose lentamente a lo largo de esta.

Sus manos acariciando sus piernas, deteniéndose en sus muslos y luego llegó a

su entrepierna. Cerró los ojos y gruñó cuando sus dedos jugaron con su

miembro y el placer atravesó el material de sus pantalones.

Ella pasó las manos por encima de su longitud, frotándolo hasta que estuvo a

punto de rogarle que lo pusiera en libertad.

Entonces se detuvo.

Él la miró, su temperatura aumentando cuando vio el hambre en sus ojos.

Estaban oscuros por la luz, llenos de ardiente pasión. Su mirada cayó en su

boca. La curva de sus labios pecaminosamente tentadores mientras ella sonreía,
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lo que hizo aletear su corazón. Quería besarla, probarla y aplastar sus labios con

un contundente beso. Quería sentir su boca contra él, bañándolo, mordiéndolo.

El tirón de su cinturón y el sonido del cierre abriéndose le hicieron dar un

empujón a las caderas de ella ávidamente.

Él se quejó aliviado al techo mientras su mano se movía dentro de su pantalón,

recorriéndolo Su mano estaba muy fresca contra su piel, con los dedos trazando

ligeros patrones encima de su duro pene. Él se arqueó hacia atrás, cerró los ojos

fuertemente mientras le sacaba los pantalones y se los bajaba sobre el trasero,

dejándolos en torno a sus caderas.

Se sentó en sus piernas, y pudo sentir sus rodillas a ambos lados de sus caderas.

Se centró en el sentimiento de ella tocándolo. El golpe suave de su mano por su

longitud, desde la punta hasta la raíz, y la forma en que jugaba con sus bolas, lo

hicieron delirar. Gimió su nombre, le rogó que no se detuviera, que mantuviera




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el contacto con él, acariciándolo.

Su pelo le hizo cosquillas en su estómago y mientras él llegaba por encima de

éste, agarrándolo con fuerza en un esfuerzo por anclarse a sí mismo mientras

ella soplaba sobre la cabeza de su pene.

Rugió.




                                      ****




Kim se sentó, todavía a horcajadas sobre sus piernas y aturdida por lo que

había hecho. Miró su cara, mirándolo jadear, tratando desesperadamente de



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recuperar el aliento. La fina capa de sudor sobre su piel reflejaba la luz, por lo

que sus músculos brillaban al respirar.

Su mirada cayó a su estómago y a la masa pegajosa en él.

No podía creer lo que había hecho.

Solamente había soplado sobre él, soplado aire fresco contra su carne caliente

para jugar con él, y lo hizo venirse.

Abrió los ojos, sus profundidades miel llamándola, queriendo mirarlos por una

eternidad.

Los músculos de su garganta trabajando duro mientras trataba de tragar varias

veces.

Ni siquiera sabía por qué lo había hecho. Una parte de ella había sabido que

sería su perdición. De alguna manera, lo había sabido, como si se lo hubiera




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dicho o hubiera ocurrido antes.

Tomando la falda de donde estaba colgada sobre el borde de la cama, limpió el

semen de su estómago.

Él frunció el ceño, tomó su falda y terminó el trabajo. Ahora Ella no sabía qué

hacer. Nunca había tenido una pausa en su sueño como esta. Parecía tan real.

Ella acarició suavemente su miembro ablandado. Se retorcía bajo este.

Haciéndole cosquillas.

Esto no la detuvo. Siguió pasando sus dedos sobre este, y luego se movió hacia

delante hasta seguir con los patrones de su estómago. Todavía podía sentir el

residuo pegajoso, y la suavidad de su piel donde no lo había tocado. Ella bajó la

cabeza, consciente de que sus pechos estaban rozando su piel, mientras que sus

labios exploraban su carne. Los pezones le dolían mientras se movía hacia
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                     El Club de las Excomulgadas

arriba, jugando, mientras tanto él como ella frotaban su cuerpo uno contra el

otro.

Él ronroneó. No había duda de que el sonido bajo provenía de él. Ella levantó la

vista para ver que tenía los ojos cerrados, y una sonrisa sublime en su cara

como la que había estado usando ese mismo día en la oficina. Ella hundió

ligeramente sus uñas sobre su pecho. Suspiró. Sus músculos se tensaron bajo

ella, todo su cuerpo se puso tenso y duro.

Ella se echó hacia atrás, su vagina presionada contra su pene endurecido una

vez más. Bajó un poco, sintiendo que se revolvía bajo suyo y gimiendo cuando

la cabeza le frotó su clítoris.

Ella lo miró a los ojos cuando los abrió de nuevo, con las manos bajando hasta

sus muslos. El calor explotó dentro de ella, recorriendo su cuerpo en un

escalofrío mientras sus manos se sumergían en su entrepierna, y su pulgar




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rozaba labios de su vagina.

Él sonrió, sosteniendo su mirada, atrapándola en la suya. No podía apartar la

mirada, no podía concentrarse en otra cosa que sus ojos y el tacto exquisito de

sus pulgares que se sumergían en su resbaladiza vagina. Él los movió sobre su

clítoris, haciendo círculos, rozándolo y poco a poco volviéndola loca por

necesidad. Ella aterrizó frente a él de nuevo, con su miembro duro para

satisfacer su hambre y con su pulgar torturándola.

Abriendo las piernas un poco más, ella le rogó en silencio que mantuviera su

contacto con ella, dándole la libertad que ella raramente encontró en sus sueños

con él.




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                   El Club de las Excomulgadas

Él hizo un gesto y le levantó las caderas, moviendo la longitud de su miembro

contra ella, mientras le abría los labios de su vulva con la otra mano. Ella gimió

y se retorció mientras él ponía dos dedos en su clítoris, y frotaba lentamente.

Los dientes de ella jugaban con su labio y quería cerrar los ojos pero no podía.

No podía hacer nada excepto mirarlo, dejándole ver cómo la hacía sentir con

sólo un toque, y sabiendo que podía hacer que sintiera mucho más si estaba

dentro de ella.

Ella frunció el ceño cuando él la levantó, haciendo que se arrodillara a

horcajadas sobre él, y luego se quejó bajo con la garganta cuando movió un

dedo dentro de ella. Él se retiró y entonces fácilmente metió los dos dedos en

ella, haciéndola abrir los ojos. Ella estaba muy mojada y con hambre de él y

estaba segura de que fácilmente podría albergar más dedos en ella. Él metió los

dedos en el interior de ella, bombeando lento al principio, pero moviéndose en




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un rápido, rítmico y duro movimiento que hizo que ella jadeara por él cuando

llevó su otra mano también al juego. Dio la vuelta y apretó su clítoris, metiendo

sus dedos dentro de ella.

Ella cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, balanceando sus caderas contra

su mano, no importándole si se veía salvaje con su abandono. Tenía que

sentirlo, tenía que sentir exactamente lo que podía hacer con ella.

Abrió los ojos un poco y lo miró, respirando cada vez más rápido, su corazón

tronando en sus oídos hasta que estuvo segura de que iba a desmayarse.

Cabalgaba desesperadamente sobre sus dedos, su nombre cayendo de sus

labios una y otra vez hasta que todo se hizo demasiado. Su nudo en el

estómago, sus músculos tensos, y se convulsionó hacia delante en su contra, su

mejilla presionada con fuerza contra su pecho mientras su orgasmo la llevó a la



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                   El Club de las Excomulgadas

distancia. Su ritmo se desaceleró a una caída constante dentro y fuera de ella,

sacando los últimos espasmos de su orgasmo.

Levantando la cabeza, lo miró a los ojos, sólo mitad consciente de sus dedos

dejándola, de sus manos acercándose para descansar en su parte trasera.

"Eso fue..." ella respiró, no del todo capaz de hablar, pero queriendo decírselo.

Él negó.

"Esto es sólo un sueño", dijo.

Ella frunció el ceño cuando una de sus manos la dejó y su otra la empujó hacia

atrás. Su pene presionado contra su entrada.

Él sonrió.

"Lo mejor está por venir."




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                                 Capítulo 4
Kim no se atrevió a mirar hacia arriba cuando entró en la sala de reuniones el

día siguiente. No podía ver a Erik, no después de fantasear con él como la

noche anterior, y ciertamente no después de levantarse para encontrarse a sí

misma empapada de deseo y sintiendo el cuerpo hormigueándole, como si

acabara de tener un orgasmo.

Aún así, había sido el sueño más caliente y por lo menos había tenido algún

tipo de conclusión. Dio un furtivo vistazo a la habitación y levantó la cabeza

cuando vio que Erik no estaba allí.

Los únicos ocupantes de la habitación con ella eran dos hombres a los que no

reconoció, y Laura y Simón. Pensó que los dos hombres eran la otra parte en el

contrato. Uno de ellos era sin duda, el abogado. El traje pulcro y serio y el




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arreglado cabello oscuro, no eran lo único que lo distinguían. Era la forma en

que se mantenía socarronamente mirándolas a ella y Laura, y la forma en que

insistía en susurrarle todo al otro hombre con una voz lo suficientemente fuerte

que fácilmente se pudiera oír.

Sus mejillas se sonrojaron al instante en que se abrieron las puertas y Erik entró.

Ella trató de sostener su mirada, pero tristemente no tuvo éxito cuando le

sonrió. Sus ojos se clavaron en el suelo, su rubor pasando por todo su cuerpo la

quemó.

Sacó la silla a su lado y ella se estremeció por dentro mientras se sentaba en ella.

Su mirada fue abajo a sus piernas, mientras él las tocaba bajo la mesa. Recordó

la ágil, fuerte sensación de ellas debajo de ella. Ella cerró los ojos y se dijo a sí

misma que tenía que conseguir algo para agarrarse.



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Club
                   El Club de las Excomulgadas

Colocándose una sonrisa tiesa y esperando no tener que pasar el día entero

ruborizándose, abrió los ojos y miró a Erik.

Él la miraba, con sus ojos de miel intensos haciendo que ella quisiera fundirse

en ellos.

"¿Toma café o té, Sr. Blackwell?", Dijo con un aire brillante, alegre. Su voz

sacudida, temblando sin embargo.

Él sonrió. "Me vendría bien un café. Anoche pasé un infierno de noche. Casi

demasiado caliente para mí."

Sintió el rubor, pero no pudo evitar que sucediera. Ella murió en su interior un

poco, sabiendo que probablemente tenía ahora el color de la remolacha. Él no

pareció darse cuenta. En todo caso, su sonrisa se ensanchó.

Fue arrastrando los pies para conseguir un café de las mesas que habían sido




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puestas a un lado de la habitación, tomó una profunda respiración y trató de

calmarse. Forzó una sonrisa cuando Simón apareció junto a ella, sólo un poco

demasiado alegre, pero era demasiado alegre para esa hora de la mañana. Ella

se sirvió un café también, viéndose tensa con su falsa sonrisa fatigada por

debajo. Él había estado probablemente en la discoteca toda la noche o lo que

fuera que hizo que lo mantuvo desvelado. Le había dicho al respecto una vez, y

había tratado de conseguir que fuera con él, pero ella se excusó diciendo que los

clubes no eran de su gusto.

Ella le entregó su café y luego miró el otro que había derramado. Se había

olvidado de preguntarle a Erik cómo lo tomaba. Ella lo miró y se sorprendió

por la mirada que le estaba dando al hombre frente a ella. Había tanta ira en él,

tanto odio, que lo tomó con la guardia baja. ¿Por qué había firmado un contrato

con alguien a quien claramente despreciaba?


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Club
                   El Club de las Excomulgadas

Tomó un par de terrones de azúcar, los envolvió y los puso en el plato junto con

una cuchara. Llevó todo a través de la habitación, maldijo la forma en que la

cuchara se sacudió contra la taza de porcelana, traicionando sus nervios.

Lo puso frente a Erik y luego se sentó, arreglándoselas para sostener una

verdadera sonrisa cuando él la miró.

"Me olvidé de preguntarte cómo lo tomabas. Lo siento mucho. Mi cabeza está

en todas partes hoy. Espero que te guste negro." En silencio se reprendió por ser

tan casual con él, y se recordó a sí misma que sólo porque le había dado un

orgasmo adormeciéndole la mente en su sueño la noche anterior, no significaba

que ella lo conocía lo suficientemente bien para ser tan informal.

"Me gusta negro", casi susurró las palabras mientras el corazón de ella saltó y

subió hasta su garganta. Se inclinó más cerca, descansando el codo en el brazo

de la silla, y llevando su boca a su oído. Susurró, "Negro es un color tan




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sensual, ¿no te parece?"

Ella tragó y asintió sin decir nada y se retiró de nuevo en su asiento. Miró la

mesa y, después a sus manos mientras revolvía su café. Era fascinante ver la

cuchara dando vueltas y vueltas.

Antes de que lo supiera, sus pensamientos se habían movido a la forma en que

sus dedos le habían acariciado así, dando vueltas y apretándose.

Colocó de nuevo la cuchara en el plato y casi chilló cuando le tocó el brazo.

"¿Kim?", Dijo en voz baja e íntima.

Ella asintió de nuevo, perdida en sus ojos.

"Creo que te buscan."



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Club
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Sus ojos se abrieron. ¿La buscaban? Su temperatura se elevó a la del sol y su

boca se secó.

Sus dedos se movieron de su brazo, acariciándola suavemente y haciéndola

sentir aún más caliente.

Él miró más allá de ella.

Se volvió y encontró a Laura en el extremo de la mesa con las manos en las

caderas.

"Tal vez deberías conseguirte un café, Kim", dijo Laura en un tono agudo. "He

estado tratando de conseguir tu atención durante cinco minutos."

Kim parpadeó varias veces y luego dejó su asiento. Se acercó a la cafetera,

sirviéndose tanto como cabía en forma segura en la taza y poniéndole azúcar.

Pensó en la adición de leche, pero la voz de Erik hizo eco en su cabeza,




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diciéndole lo sensual que era el negro. Cerró los ojos y apretó los muslos

cuando un dolor delicioso se estableció allí.

Sin leche.

El negro era sensual.

Ella había gustado siempre del color negro.

Sentada atrás, abrió el archivo frente a ella y trató de concentrarse en sus notas.

Era imposible cuando el olor del aftershave que usaba Erik llegó hasta ella, y

podía sentir el calor de él tan tentadoramente cerca de ella.

"¿Podemos empezar?", Dijo Laura, su voz rompiendo la ilusión en la que Kim

había caído.




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Club
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El abogado frente a ella se levantó y se aclaró la garganta. "Mi nombre es Lyle

McConnaughy. Estoy aquí para representar a mi cliente, Alistair Blackwell, en

este procedimiento".

Su mirada se movió de inmediato al hombre sentado a su lado. ¿Alistair

Blackwell? Se volvió a Erik.

"Mi hermano", dijo casualmente en respuesta a su pregunta no formulada.

Ella frunció el ceño y miró otra vez al hombre. Pudo ver el parecido ahora.

Tenían los mismos ojos color miel, y la línea de la mandíbula igual, pero sus

labios eran más delgados y su pelo era de color arena caliente, casi rubio fresa.

Él asintió hacia ella, sus ojos reduciéndose pequeños y la comisura de la boca

tirando a una sonrisa que ella juraría estaba destinada a ser seductora. Ella bajó

la mirada a sus notas, frunció el ceño y luego tomando un sorbo de su café. Su

corazón tronó.




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Parecía que Erik no era el único hombre que podía ponerla nerviosa sólo con

una sonrisa.

Un fajo de papel apareció frente a ella. Se quedó mirando las primeras líneas,

viendo el nombre de Erik y el de su hermano. Jalándolos hacia ella, se preguntó

por qué estaba firmando un contrato con su hermano y para que sería.

La habitación se quedó silenciosa mientras todo el mundo leía el contrato. Se

dio cuenta de que los únicos que no leían sus copias eran Erik y su hermano. Se

miraban uno al otro y pudo sentir la tensión irradiando de ellos.

Cambió su atención al contrato y buscó la primera página, hojeó la siguiente y,

entonces lo miró como un todo. Había por lo menos cuarenta páginas, todas

repletas de lo que parecía ser párrafos sobre el uso compartido de activos.


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Club
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Iba a la mitad cuando la hora de almuerzo fue anunciada. Pasó con rapidez,

nada más que un corto descanso en el que todos se arremolinaron en torno para

pasarse sutilezas. Ella se disculpó y fue al baño, desesperada por refrescarse. La

temperatura de la habitación había ido aumentando a medida que el sol se

movía alrededor para caer de lleno en el patio. Todo el mundo volvió a leer el

contrato después del almuerzo y antes de que ella lo supiera, casi había pasado

tres cuartas partes de él. La puerta se abrió y alguien entró, anunciando que

más alimentos estaban en camino, y luego volvió a desaparecer. Ella frunció el

ceño a su reloj. La tarde caía.

Su mirada se movió de nuevo al contrato y se detuvo en el último párrafo que

había leído.

Era sobre sangre.

¿Qué tipo de contrato tenía una cláusula acerca de sangre en él?




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Miró a Erik, dividida entre preguntar y no hacerlo. Sabía que se suponía que

fluiría con facilidad, sin hacer preguntas, acabar de leer el contrato y dejar que

lo firmaran, pero había algo muy equivocado en un contrato entre dos partes

que tan evidentemente se odiaban mutuamente y un contrato en que la sangre

era mencionada.

Erik se volvió hacia ella y luego al contrato. Sabía que su dedo estaba

descansando en el párrafo. Ella lo miró leerlo, frunciendo el ceño y luego

mirando a su hermano y suspirando.

"Por fin... los alimentos", dijo Alistair mientras se abría la puerta. Ella lo miró. Él

le sonrió. "Estoy muerto de hambre."




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Erik permaneció quieto. Ella miró a su derecha. Sus puños estaban apretados y

temblaban. Ella levantó los ojos a su cara y vio que estaba mirando a través de

la mesa a su hermano.

Sus ojos se movieron a él. Su hermano la miraba. Había un hambre en sus ojos

que la ponía nerviosa. Tenía la impresión de que no se moría de hambre por

alimentos.

Levantándose, sonrió cuando Erik miró, sus ojos oscuros y diciendo cosas que

no se atrevía a creer. Su reacción no tenía nada que ver con el hecho de que su

hermano había llegado claramente a ella. Se sintió agradecida por la distracción

cuando Laura se acercó, empujándola fuera del camino para poder hablar con

Erik. La comida se puso sobre la mesa y ella se dirigió a la cafetera, desesperada

por otra dosis de cafeína. Simón abrió las puertas del pequeño jardín y ella

respiró hondo cuando el aire frío se apoderó de ella, despertándola y




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levantando el opresivo aire húmedo de la habitación.

Salió al balcón y bebió un sorbo de café, agradecida por un descanso en la

lectura del contrato y de estar sentada al lado de Erik. Al estar tan cerca de él se

distraía demasiado. No podía concentrarse en su trabajo cuando estaba cerca de

ella.

"Parece que hay algo que no te gustó del contrato", dijo una voz divertida y

sintió que alguien daba un paso cerca a su lado.

Muy cerca.

Ella miró los ojos de Alistair. Él sonrió ampliamente y devoró un pequeño

sándwich triangular de un solo bocado.

"El párrafo 157," dijo ella viendo su expresión de cerca.



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Él arqueó una ceja, la sonrisa permaneciendo fija en su cara, y luego se acercó

más a ella. Olía como a pecado… oscuro y atractivo.

"No te gustaría saber acerca de él", susurró, su aliento fresco contra su cara.

Ella frunció el ceño. Definitivamente había algo que no estaba bien en este

contrato. Alistair sonrió y se lamió los dientes. Había definitivamente algo que

no está bien con él tampoco.

"No se supone que debas hablar con el abogado de la oposición." La voz

profunda de Erik revolvió sus sentidos.

Se volvió para mirarlo, al mismo tiempo que su hermano lo hacía. Tenía la cara

más oscura que la medianoche.

"Oh... no lo sabía", dijo Alistair inocente y apoderándose de su mano. La

sacudió, pasando su otra mano sobre la parte de atrás de la de ella y




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cubriéndola completamente. Él se aferró a ella. Ella frunció el ceño de nuevo.

"Ha sido agradable conocerte. Estoy seguro de que nos veremos pronto.”

Se alejó y ella miró su espalda, confundida y tratando de averiguar lo que había

querido decir. Iba a estar sentada frente a él el resto del día y el martes también.

Por supuesto que estarían viéndose. O había querido decir otra cosa. Había

dicho que estarían viendo más el uno del otro. ¿Qué tanto más de ella quería

ver?

Ella miró a Erik. Estaba apoyado contra la barandilla, con los ojos fijos en el

jardín de abajo.

"¿De qué habla el párrafo 157?" Dijo ella, nerviosa por preguntarle. Tenía que

saberlo.

"Lo leíste," dijo.

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"Pero no lo entendí."

Se enderezó, se volvió y frunció el ceño a la habitación. Asumió que se dirigió a

su hermano. Se sorprendió cuando él entró, dejándola en el balcón. La hizo

sentir frío, como si estuviera enfadado con ella por alguna razón, en lugar de

con su hermano.

Ella lo siguió y puso la taza a un lado.

"¿Tienes algún sitio donde se pueda fumar?", Dijo Erik cerca de su codo.

"Ahí está la azotea”. Ella señaló hacia arriba y se sintió un poco estúpido

cuando sonrió. No era como si no supera donde estaba la azotea. Se

encontraban en la parte superior de los edificios.

"Puedo llevarte allí", dijo Laura con una sonrisa dulce.

Él negó. "Kim se ve caliente."




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Kim levantó las cejas cuando se volvió para mirarla.

Él sonrió y ella se ruborizó.

"Creo que podría utilizar el aire, y tal vez podríamos hablar de dicho apartado."




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                                Capítulo 5
Kim jugó con el puño de su chaqueta y luego se la quitó. La dobló

cuidadosamente y la colgó sobre su brazo.

El ascensor estaba tardando mucho en venir.

Erik estaba de pie a su lado. Su mirada se movió por sus zapatos. Si tuviera que

adivinar, diría que eran Armani. Vestía de negro otra vez. Por lo menos ahora

sabía por qué le gustaba el color. Era sensual.

Se tragó el pensamiento. ¿Qué clase de cliente era tan abierto con sus abogados?

Todos los clientes que había conocido eran hombres de negocios formales, de

gran autoridad que no le habrían dado la hora del día si se los hubiera

encontrado en la calle. Pero no Erik. Por el contrato, podía ver que tenía dinero,

y no sólo un poco. ¿Por qué era tan diferente?




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"Lo siento porque le está tomando tanto tiempo", dijo ella llenando el silencio.

Se encogió de hombros y sonrió. Su expresión fácilmente se podría haber

tomado para decir que no le importaba, pero ella no creía lo que su corazón le

decía. Él acababa de ver lo acalorada que se había puesto por sofocante calor de

la sala de reuniones y por eso le había pedido que fuera con él.

El ascensor sonó.

Las puertas se abrieron.

Ella tragó de nuevo y esperó que pasara antes de seguirlo.

Se volvió y pulsó el botón de la planta superior y respiró profundo mientras las

puertas se cerraban. Ella estaba bien. Respiró hondo, se dijo que todo iba a estar

bien. Cerrando los ojos, trató de imaginarse en un espacio más grande que la

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caja de metal pequeña y estrecha que ahora la levantaba varios pisos, dejando

un gran eje vacío peligrosamente abajo para que cayeran cuando los cables se

rompieran.

Su corazón empezó a correr.

No ayudó que pudiera sentir a Erik cerca detrás de ella, sólo un poco afuera a

su derecha.

Sus manos temblaban. Era una estupidez. No debería haber mencionado el

ascensor. Debería haberle dicho que tendrían que tomar las escaleras.

Levantó la vista y juró que podía oír el traqueteo de los cables del ascensor

disminuyendo bruscamente más allá de un piso. Entonces, su peor pesadilla

pasó. Se detuvo.

Ella miró con ojos muy abiertos a las paredes del ascensor, tratando de sentir si




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se seguía moviendo, desesperada por convencerse de que lo estaba haciendo.

Ella sonrió con voz temblorosa por encima del hombro a Erik.

"Esto sucede hace mucho," chilló ella y luego se aclaró la garganta, tratando de

no dejarle ver su miedo.

Dio un paso hacia ella, frío y sereno y al parecer no del todo molesto por el

hecho de que estaban atrapados en una caja de metal opresivamente caliente a

punto de caer en picado a una muerte prematura.

Y todo lo que pudo pensar fue en besarlo, porque si iba a morir, quería saber lo

real que se sentiría antes de irse. Moriría feliz entonces. Se sacudió, pulsando el

botón de alarma, y luego dio un paso atrás. Un pequeño ruido chirriante escapó

de su garganta. Él sonrió tranquilizador, como si hubiera visto lo asustada que

estaba.

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                   El Club de las Excomulgadas

"Va a moverse de nuevo pronto. Ya lo verás," dijo con voz profunda y tranquila.

Ella asintió y se aferró a esas palabras y al sonido de su voz. Se calmó por un

momento.

Y entonces el elevador se movió. No fue tanto un movimiento sino como un

estremecimiento. El metal se sacudió por encima de ella. Su corazón se aceleró a

toda marcha.

Su pecho se sentía apretado mientras luchaba por respirar con normalidad.

Trató de jalar aire, pero sólo se le resecó la garganta, lo que le hacía imposible

respirar. Miró a Erik, con los ojos muy abiertos, y todo su cuerpo tembló

mientras el pánico le entraba.

En cualquier momento, iban a morir.

"¿Estás bien?", Dijo ladeando la cabeza, viéndose preocupado.




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Ella asintió, pero luego se convirtió en una sacudida de cabeza.

"No me gustan los ascensores." Se las arregló para apretar las palabras. Su voz

sonaba increíblemente pequeña y apretada en sus oídos.

"Deberías habérmelo dicho." Apretó el botón de alarma de nuevo. Varias veces.

"Podríamos haber tomado las escaleras."

Ahora era demasiado tarde, pensó. Se agarró a la pared cuando el ascensor se

estremeció de nuevo.

"Se queda atascado todo el tiempo", dijo más calmarse a sí misma que para

informárselo a él. "Todo el tiempo. Siempre están los ingenieros saliendo para

arreglarlo. Es tan viejo... probablemente tan antiguo como la construcción

misma. Mierda." Su control sobre la pared se apretó y cerró los ojos, tratando de


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no pensar en la larga caída y el hecho de que iba a morir sin besar al hombre

que estaba en el estúpido ataúd de metal con ella. "Oh, Dios mío... Oh mi Dios...

Debería haber dicho algo. Siempre se quedaba atascado. Siempre. Oh Dios."

Unas manos tibias estaban en sus hombros y ella saltó. Sus dedos se cerraron

alrededor de ella, abrazándola, haciendo que su corazón latiera más rápido y su

respiración empeorara.

"Mírame, Kim." La voz de su llamado era baja y melódica, su tono diciéndole

que dejara de lado su miedo y se anclara a él, que creyera en la calma que le

hacía sentir. "Abre los ojos y mírame."

Los abrió una fracción, sin poder hacer otra cosa que obedecerlo. Estaba

inclinado, encorvado hacia abajo para que su rostro estuviera al nivel del suyo.

Lo miró a los ojos, pidiéndole que hiciera que todo se fuera, para que se

perdiera en ellos y olvidara el mundo a su alrededor. Tragó de nuevo. Tenía la




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garganta tan seca.

Reseca. Sintió que le colocaba los pulgares sobre los hombros.

"Oye", suspiró y abrió los ojos un poco más. Sonrió. “Ahí estás. Mantente

mirándome. ¿Entendido?"

Ella asintió, deseando que la adrenalina inundara sus venas porque era la única

razón por la que estaba temblando. Su control sobre ella se apretó y tembló al

sentir el mismo. Cerró los ojos un poco, centrándose en el sentimiento de sus

manos sobre ella. Podía moverse a su mundo de fantasía. Nada de esto existiría

allí. Sólo estaría siempre él, en esa habitación.

"Mírame", dijo él y ella volvió a abrir los ojos por completo.




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"Todo va a estar bien. Vamos a estar bien. Nada malo va a suceder. Va a

moverse de nuevo en un minuto. ¿De acuerdo?"

Ella asintió de nuevo.

"No voy a dejar que nada te suceda. Respira".

Se sorprendió cuando se alejó de ella, sus manos dejaron sus hombros. Trató de

dar la vuelta para enfrentarse a él, presa del pánico que estaba de alguna

manera desapareciendo, pero él la agarró de nuevo por los hombros y dio un

paso detrás de ella.

"Concéntrate en tu respiración," le susurró cerca de su oído.

Su visión desenfocada fluctuó mientras sus dedos presionaban sus hombros,

aplicando una presión suave a su tenso cuerpo. Ella cerró los ojos, su boca

abriéndose mientras se perdía en la sensación del masaje sobre sus hombros.




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No podía creer lo que estaba sucediendo. Tal vez se había movido en su mundo

de fantasía, después de todo.

En algún lugar la Kim real y Erik gritaban mientras el ascensor caía y se

estrellaba contra el suelo, aplastando sus cuerpos. Pero aquí, en la fantasía de

Kim estaba dándole un masaje en los hombros al Erik de ensueño, y lo sentía

divino.

Su pulgar presionaba con fuerza contra su espina, aflojándola y haciéndola

querer fundirse en él. Quería inclinarse hacia atrás y sentir su cuerpo contra el

suyo. La temperatura en el ascensor pareció elevarse, convirtiéndose en algo

casi insoportable.

Ella mantuvo su atención fija en él, dejando fuera los pensamientos de pánico y

fingiendo que estaban de regreso en esa habitación.


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"Así es, simplemente relájate", dijo detrás de ella.

Era tan fácil cuando estaba haciendo eso, sus expertos dedos deshaciendo todos

los nudos dejándola líquida bajo su toque. Se sentía tan bien. Demasiado bien.

Se dijo que era un cliente y esto estaba mal en muchos niveles, pero en el fondo

de su corazón, no le importaba.

"¿Te sientes mejor?" Sopló cerca de su oído.

"Mmhmm.” Sonrió perezosamente, su corazón golpeando fuertemente contra

su pecho.

Ella se echó hacia atrás un poco para conseguir estar más cerca de él. Había

muerto y había llegado al cielo.

"Sigue respirando así. Lo estás haciendo muy bien."




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Una gota de sudor le corrió por la espalda. Y sopló en su rostro, tratando de que

se enfriara. Fue increíblemente caliente. Sus dedos se movieron a los botones de

su camisa blanca almidonada y desabrochó un par, desesperada por un poco de

alivio.

Ella jadeó en silencio cuando sus manos se movieron, la piel de sus dedos

acariciando su piel desnuda mientras le quitaba la camisa por sus hombros lo

más que podía. Ella se mordió los labios y frunció el ceño ante la sensación de

sus manos sobre ella, las palmas de las manos y su masaje, tentador y jugando

con ella. Su estómago se apretó, aleteando con deseo, con hambre de él. Apretó

los muslos, el humedecimiento en sus bragas.

Demasiado caliente.




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Abrió los ojos y vio ascensor. El pánico se alzó dentro de ella otra vez,

aplastando la calma y haciéndola sentir aún más caliente mientras las paredes

parecían cerrarse unas pulgadas.

"No se puede respirar", susurró con lo que su mano iba a su garganta.

"Demasiado caliente... no puedo respirar."

"Cierra los ojos Kim", dijo, su voz aún fresca y serena. "Concéntrate".

Ella lo hizo, cerró los ojos con fuerza y voluntad propia para centrarse en sus

manos. La forma en punta de sus dedos presionados en su carne la hizo sentir

dolor por dentro, y la forma en que sus pulgares rozaron su espalda desnuda

haciendo que sus rodillas quisieran doblarse.

Un escalofrío la recorrió cuando quitó el pelo de su cuello con una mano, sus

dedos apenas acariciándola mientras con la otra mano seguía aflojándole los

hombros. Otra ola la hormigueó, repartida cuando explotó contra su cuello,




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refrescándola. La piel de gallina levantó sus cabellos y sus pezones se elevaron.

Podía sentirlo cerca detrás de ella, casi tocándola. Sopló en su cuello y ella

suspiró. Era tan frío, pero la hacía quemar en el interior.

Definitivamente había muerto y se ha ido al cielo.

El ascensor se sacudió y tarareó mientras empezaba a moverse de nuevo.

Erik miró a Kim y lentamente quitó sus manos cuando ella se volvió hacia él.

Su expresión de asombro con ojos abiertos no hizo nada para aliviar la culpa

que sentía sobre sus acciones. Había sido tan vertiginoso tocándola, perdidos en

su momento íntimo robado, que se había olvidado de sí mismo y donde

estaban. Esto no era su sueño. Este era el mundo real y si cometía un error aquí,

podía perderla para siempre.


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Dio un paso atrás, dándole un poco de espacio mientras ella se abotonaba la

camisa de nuevo y veía a todas partes, excepto a él. Quería decir algo, pero no

tenía las palabras adecuadas. Jugó con su chaqueta, alisando la misma de la

manera que había jugado con la camiseta de manguito de ayer. Deseaba que

saber lo que ella estaba pensando. Todo lo que quería era una señal de que no

había arruinado las cosas.

El problema era que ella estaba tan tentadora en este momento, que sus

instintos le hacían actuar precipitadamente.

Eso y su hermano.

Quería gruñir cuando pensaba en la manera en que Alistair había coqueteado

abiertamente con ella. Alistair lo sabía. Si lo intentaba, sería capaz de sentirla

tan claramente como él lo hacía. Kim era suya.

Suya y únicamente suya.




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El ascensor se detuvo y abrió de golpe las puertas.

Observó a Kim salir y luego suspiró mientras la seguía. Tenía que pensar en

una manera de hacer las cosas adecuadamente entre ellos de nuevo.

Maldiciendo a su hermano por hacerle actuar de la manera que lo había hecho,

siguió a Kim a un estrecho tramo de escaleras y luego hacia afuera sobre la

azotea.

El aire frío lo bañó, llevándose algo de su tensión. Cerró los ojos para sacar el

máximo provecho del sentimiento. Era tanto su alivio después de la cercanía en

el elevador. Dio una breve mirada a Kim y después caminó a lo largo de la

azotea. El conjunto de Londres se exponía delante de él, brillando por el calor.

El sol caía a plomo, calentándole la espalda mientras caminaba. No sabía por

qué había pedido un lugar para fumar.

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No fumaba.

Su hermano se había conducido como un loco por atreverse a hablarle a Kim y

él se sintió obligado a alejarla de él. Fumar parecía la excusa más sensible. No

pensaba que regresar a la habitación y anunciar que le gustaría pasar algún

tiempo a solas con su compañera habría sido bien recibido.

La miró a través la azotea.. Estaba todavía de espaldas a él, la brisa que soplaba

movía su pelo alrededor y hacía que le bailara la ropa. Se preguntó lo que

estaba viendo y caminó hacia ella. Manteniendo la distancia, se quedó en el

lugar en que estaba. Era la Torre BT.

Ella lo miró por encima del hombro, su expresión seguía estando un poco

sorprendida y confusa. Su boca se abrió un par de veces, pero no dijo nada. Tal

vez no sabía qué decir tampoco.

Dándole un poco de espacio, se paseó a lo largo del techo otra vez tratando de




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aclarar su mente y encontrar una forma de disculparse con ella y arreglar las

cosas.

Él respiró hondo y suspiró mientras se dirigía de nuevo hacia ella. Ella se acercó

más al borde y miró hacia abajo, a la calle. Él miró allí, viendo los autobuses

rojos y los taxis negros luchando por el dominio. La gente parecía pequeña. Un

coche de policía aceleró, sus sirenas cortando el calor sofocante y llegando hasta

ellos.

"Aléjate de la orilla Kim," dijo él y ella lo miró. "Me inquieta."

Ella se alejó y luego frunció el ceño. Volvió a mirar la orilla y luego hacia abajo,

a sus pies. Conocía sus pensamientos ahora. Ella obedeció sin siquiera pensar

en ello. Todo era tan confuso para ella ahora mismo.



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"Lo siento por cómo actué. Me pasé de la raya", comenzó él y luego se pasó la

mano por el pelo.

El pelo en la nuca de su cuello estaba empapado de nuevo. No era el único que

había estado recibiendo demasiado calor en el ascensor. Ella le lanzó una

mirada que decía que tenía su atención. “Normalmente no soy así con las

mujeres."

La atención de ella volvió a la ciudad.

"Me gustaría saber cómo eres normalmente entonces, Erik." Perfectamente se

hizo eco de sus palabras de ayer.

Él se sorprendió de que ella se hubiera acordado de ellas.

"Más profesional", dijo con una sonrisa.

Ella lo miró de nuevo, a la derecha de sus ojos, sus marrones cálidos ojos en




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busca de una explicación.

"¿Qué dice el párrafo 157?", Dijo de la nada.

Lo agarró con la guardia baja y frunció el ceño. Se había olvidado del maldito

contrato y la cláusula que le había llamado tanto la atención en algo que no

entendería.

Miró la ciudad. El sol ya estaba empezando a bajar. En pocas horas, estaría

oscureciendo.

"Ven a cenar conmigo", dijo sin mirarla. La sintió acercarse y su mirada se

movió a donde ella estaba de pie. "¿Permitirías eso? ¿Para que pudiera pedirte

disculpas bien?"

Ella negó. "Eso realmente no es necesario."


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Levantó una ceja, preguntándose si la cena no era necesaria o la disculpa de él.

¿No tenía él que disculparse por algo? Claro, la había olido tan excitada y

sentido el hambre en ella tan primitiva como la suya propia, pero había tomado

ventaja de su pánico.

"Insisto," dijo él, acercándose a ella.

Ella no se apartó. Se quedó mirándolo a los ojos. Maldita sea era hermosa. La

cálida luz del sol bañaba su piel, convirtiéndola en oro y brillantes. Tenía los

labios rosados y sus mejillas estaban rojas por el calor. Sus pupilas estaban

dilatadas mientras lo miraba. Podía sentir el deseo en ella, sabía que quería

rendirse a él y decir que sí.

"Realmente no puedo", dijo con voz tensa. "Usted es un cliente".

"Podemos hablar sobre trabajo y nada más, sólo de éste párrafo." Él dio otro

paso hacia ella.




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Ella respiró profundo. Podía ver la indecisión en sus ojos. Se sentía como el

diablo, tentando con su pecado, en lugar de hacerla salir para que cenara con él.

"¿Qué significa?", Dijo con la incertidumbre en sus ojos cada vez más llenos de

curiosidad. "Sé que este contrato está destinado a ser sin preguntas, pero puedo

sentir que hay algo malo en él."

"Ven a cenar y te lo explicaré."

Ella abrió la boca.

La puerta de la azotea se abrió con un chirrido y apareció Simón. Caminó

rápidamente hacia ellos. La atención de Kim fue robada por él, pero Erik notó

que no se veía aliviada de ser rescatada por su amigo.



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"Gracias a Dios que estás bien. Me enteré de lo del ascensor ¿Te encuentras

bien?", dijo Simón cuando se volvió para hacer frente a él.

Ella asintió y Erik notó que su mirada cambió todo para él. "El Sr. Blackwell fue

maravilloso. Realmente se hizo cargo de mí."

"Es bueno saberlo. Alistair Blackwell dio por terminado el día. Dijo algo sobre

una reunión breve después de que recibió una llamada que sonó como una

mujer caliente." Simón sonrió.

Erik frunció el ceño. Nadie como su hermano para tomar algo en serio excepto a

las mujeres.

"¿Quieres que te lleve a casa? No querrás irte en metro hoy. Estará

terriblemente caliente." Simón la tomó del brazo, señalando hacia la puerta

mientras sus ojos recorrían a Kim.




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El corazón de Erik se hundió cuando Kim se alejó, dejando que Simón la

escoltara por la espalda hacia la puerta. Miró hacia él mientras la alcanzaba,

dándole una pequeña sonrisa. Él supo lo que significaba. Si hubieran tenido un

poco más de tiempo a solas, podría haberla convencido de cenar con él.

La puerta se cerró.

Él la miró un momento.

Un fin de semana lejos de ella, y ahora con Alistair husmeando.

Cerrando los ojos, echó la cabeza hacia atrás y rugió al cielo.




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                                 Capítulo 6
El escalofrío que bailó por la espalda de Kim hizo que se parara en la escalera.

Miró hacia atrás, a la puerta por encima de ella, la que llevaba al piso inferior de

la azotea. Juró que había sentido algo, o escuchado algo que venía desde allá

arriba. Algo que le había hecho a su vez sentir dolor de estómago y de corazón.

Sacudiéndolo, se dijo que era ridículo. Era sólo la culpa por dejar de pie a Erik

en la azotea como lo había hecho. No supo qué más hacer. Unos segundos más

a solas con él y habría estado de acuerdo con su propuesta de la cena.

Hubiera querido haberlo hecho.

Su sentido luchó con su corazón, diciéndole que había hecho lo correcto. Él era

un cliente. No podía involucrarse con él, no importaba cuán interesado en ella

pareciera.




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Su corazón le preguntó qué era lo peor que podría venir de ser atrapada con él.

Habría perdido su trabajo con certeza, pero habría valido la pena por un solo y

lento beso de él.

"¿Algo está mal?" La voz de Simón la sacudió de sus pensamientos.

Ella sonrió y comenzó a caminar por las escaleras de nuevo, todavía no del todo

capaz de superar lo del ascensor o incluso la azotea. No lo había creído cuando

Erik comenzó pidiéndole disculpas. Si hubieran estado atrapados en el ascensor

mucho más tiempo, habría sido ella la que tendría que pedir disculpas. Había

estado a una fracción de segundo de distancia de girarse y besarla. Había

preguntado si le gustaba el calor. Había tanto calor viniendo de él, y saliendo de

ella cuando la tocó, que se podían sentir más calientes que el sol. A ella le

gustaba el calor. Su calor.


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No escuchó a Simón mientras caminaba por las escaleras, sus pensamientos se

mantuvieron firmes con Erik. ¿Por qué no, habría aceptado su oferta? Podrían

haberse mantenido estrictamente en los negocios y ella no se habría sentido

ahogada en su apartamento viendo la televisión sola esta noche. Sentada frente

a él toda la noche hubiera sido nada menos que un sueño.

Ella sabía que no había ninguna posibilidad de aceptar ahora. Incluso si lo veía

en la sala de reuniones cuando pusiera sus cosas, habría otra gente alrededor.

No podía caminar hasta él y decirle que le encantaría ir a cenar y que si le

importaría mucho si la servían sobre su cuerpo desnudo y que todo lo que

estaba autorizado a utilizar era su boca

Simón abrió la puerta para ella cuando llegaron al primer piso. Ella sonrió

mientras caminaba junto a él y luego parpadeó cuando se encontró cara a cara

con Erik en la puerta del ascensor cuando éste se abrió.




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Él sonrió, pero no lo mostró en sus ojos. Estaban oscuros y vacíos.

Ella lo vio caminar por el pasillo, tomando nota de su constitución y lo caliente

que se veía incluso desde la parte posterior. Él desapareció en la sala de

reuniones y suspiró, sus hombros temblorosos.

"Estás definitivamente fuera con los espíritus", dijo Simón, mientras la

sobrepasaba. Le volvió a mirarla con una sonrisa aún pegada a su cara.

Ella se encogió de hombros y mintió sin pestañear. "La cena de anoche con mis

padres. Sabes que siempre me agota."

Sonaba como una excusa perfecta para su actual miserable estado de ánimo.

¿Por qué no había dicho que sí? Prácticamente le había rogado cenar con él.

Ningún otro hombre en el planeta le había incluso pedido que cenaran, y

mucho menos le había suplicado.


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Ella fue directamente a la sala de reuniones y agarró su bolso, sin atreverse a

mirar a Erik.

Él estaba cerca de ella mientras metía sus cosas en su maletín. Sería tan fácil

para ella susurrarle sólo "sí" a él.

Su corazón latía asquerosamente rápido en su garganta y antes de que se las

arreglara para encontrar su voz, había salido por la puerta.

Cerró los ojos un momento y se calmó. Probablemente era lo mejor. Realmente

necesitaba este trabajo. La voz en su cabeza le dijo que lo necesitaba más.

"¿Vamos?", Dijo Simón pasándose su bolsa por encima del hombro.

Él seguía sonriendo. ¿Qué demonios hacía que sonriera todo el maldito tiempo?

Ella asintió y lo siguió, contenta por el aire fresco cuando salió a la acera frente

al edificio. Eso le levantó el ánimo un poco, haciendo que el mundo pareciera




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un poco más brillante. Se dijo que vería a Erik el lunes y el martes.

Y entonces estaría fuera de su vida.

Frunció el ceño en la acera, mirando fijamente las marcas de ésta, mientras

caminaba al lado de Simón hacia su coche. No podía permitir que Erik

simplemente entrara en su vida de esa manera y luego desapareciera.

Una puerta se abrió delante de ella y se dio cuenta de que habían llegado al

coche de Simón. Le echó un vistazo. Era nada menos que un símbolo de estatus,

un Jaguar XK rojo brillante. Siempre demasiado pulido, lo suficiente que podía

verse a sí misma en él.

Ella se miró a sí misma.

¿Qué vería Erik en ella?


                                                                                       56
Club
                   El Club de las Excomulgadas

El pelo lacio le colgaba de los hombros, unos ojos apagados la miraron de

vuelta.

Pero tenía que haber visto algo en ella. La forma en que la había tocado en el

ascensor. La suave caricia de sus dedos en su cuello y su aliento fresco jugando

con su piel. Las palabras tranquilizadoras. El hecho de que él le había dicho que

no permitiría que nada le sucediera. Todo ello la hizo creer que le gustaba, que

veía algo que no era una llana mujer cerca de los treinta cuando la miraba.

La bocina sonó y ella sonrió a Simón. Cayó en el asiento del acompañante junto

a él, se abrochó el cinturón de seguridad y puso su bolso en su regazo. Se

preguntó qué clase de coche conduciría Erik.

Probablemente era negro.

El negro era sensual.




                                                                                    Felicity Heaton - In Heat
A juzgar por la forma en que actuaba y se veía, el coche tenía que ser elegante,

negro y sexy, y tendría que hacer un infierno de ronroneo.

Simón encendió el coche.

"Hombre, estás muy lejos hoy." Rió hacia ella y encendió la radio.

Ella se movió un poco para poder oírse pensar, entonces miró por la ventana.

"Simón", dijo mientras salían del flujo principal de tráfico.

"¿Umm?"



Se detuvieron en un semáforo. Un taxi trató de metérseles, utilizando el carril

del autobús para saltarse la fila. Esperaba que las cámaras de tráfico hubieran

capturado eso.


                                                                                    57
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Felicity heaton in heat #1 - in heat- las ex 22

  • 1.
  • 2. Club El Club de las Excomulgadas Agradecimientos Al Staff Excomulgado: a Nelly Vanessa, por la Traducción; a Duna, Lelilu y Taratup por la Corrección, a AnaE por la Diagramación y a Kiti08 por la Primera Lectura Final y a Maria21 por la Segunda Lectura Final de este Libro para el Club de Las Excomulgadas… A las Chicas del Club de Las Excomulgado, que nos acompañaron en cada capítulo, y a Nuestras Lectoras que Felicity Heaton - In Heat nos acompañaron y nos acompañan siempre. A Todas…. Gracias!!! 2
  • 3. Club El Club de las Excomulgadas Argumento: Una ola de calor no era lo único que se hacía sentir en Londres para la abogada Kim. Había estado pasando cada noche con un hombre que ponía su cuerpo y corazón en llamas. ¿El problema? Era un hombre que siempre emergía con piel negra y ronroneaba, y era sólo un sueño. Caminando al trabajo en el día más caluroso del año, lo último que esperaba era encontrarse con Erik, un hombre que subía su temperatura y que parecía exactamente su novio soñado. Con forma de were pantera negra, Erik Blackwell había estado buscando a su compañera durante veintisiete años. Las visiones que compartían todas las noches eran cada vez más calientes, pero encontrarla estaba resultando imposible ya que nunca había visto su rostro. Es decir, hasta que resulta trabajando como su abogada en sus negociaciones contractuales con su hermano, Alistair. Felicity Heaton - In Heat Kim no podía negar su atracción por Erik. El calor que sentía por él era intenso y era sólo cuestión de tiempo antes de que se entregara a sus deseos, pero algo la perseguía. ¿Erik era realmente el hombre de sus sueños? Si era así, ¿Porque le crecía el pelo y ronroneaba? Y ¿Qué había acerca de la terrible sensación que tenía alrededor de Alistair y del contrato? ¿Hasta dónde estaría dispuesta a ir por poner sus manos sobre la empresa propiedad de Erik? ¿Qué iba a hacer Kim cuando descubriera el secreto de Erik? ¿Ella, a su vez le daría la espalda, o completarían el apareamiento y se quedaría con él, para poder estar juntos para siempre? 3
  • 4. Club El Club de las Excomulgadas Capítulo 1 "No luches contra esto." Una voz de hombre, profunda, sedosa, se hizo eco a su alrededor. La sensación de sus dedos fantasma sobre sus brazos, a través de su espalda, haciéndole cosquillas en los omóplatos, la hizo estremecerse de placer. ¿Cómo pensaba él que habría tenido la voluntad de luchar en su contra? Ella nunca lo habría hecho. Se volvió, desesperada por echar un vistazo a su cara, con la luz tenue de la sala. Nunca lograba verlo. Él siempre era un misterio para ella, siempre la eludía. Sus uñas acariciaban sus brazos, como ocurrió con su espalda, su cálido aliento contra su cuello. Le volvía pegajosa la piel, añadiendo más, al ya agobiante calor de la habitación. Su estómago se apretó, se apretó con excitación mientras Felicity Heaton - In Heat sus manos se movían sobre su torso. Sus dedos levantaron el dobladillo de su camiseta, atrapando el material mientras exploraba su piel desnuda a un ritmo dolorosamente lento. Ella se arqueó contra él, frotando su trasero contra su ingle y sintiendo su deseo. El estaba duro por ella, presionando firmemente la apertura de su trasero. Una mano llegó a las caderas, tirando de ella, mientras se hundía, mostrándole sólo lo que estaba por venir y haciendo que se formara una piscina de humedad en sus bragas. Ella gimió, inclinado la cabeza hacia un lado y trató de mirarlo por encima de su hombro. Un ruido sordo resonó a través de ella. Era un ronroneo líquido que se sentía en cada centímetro de su cuerpo. Ella frotó su trasero contra su longitud, provocando un estruendo profundo en él, y sonrió para sí misma por el efecto 4
  • 5. Club El Club de las Excomulgadas que tenía sobre él. La mano sobre su vientre serpenteó hasta sus pechos, resbalando por debajo de la camisola. Ella cerró los ojos mientras sus dedos jugaban y torturaban su pezón derecho. El fantasma con su otra mano por atrás de su brazo, encendiéndola lo suficiente para que la piel de gallina surgiera desde la raíz por su contacto. Él pasó sus dedos sobre su hombro y le deslizó la correa de la camisola por encima de él, acariciándola a su paso. Su boca era caliente y satinada contra su piel mientras le besaba el hombro. La lamió y saboreó, pasando sobre su cuello sus dientes romos, volviendo la opresión de su vientre en un infierno. Ella movió su mano a su alrededor, rodeando su cadera, mientras se frotaba contra su parte trasera. El único sonido en sus oídos era la combinación de su respiración, caliente y pesada, jadeante mientras se movían contra sí. Su corazón tronó, alejándose con ella, y se entregó al tempo1 del mismo. Felicity Heaton - In Heat Su lengua lamía el lóbulo de su oreja, mientras ella se humedeció los labios. Su ceño se frunció y gimió, moviendo la cabeza hacia un lado y levantó su otro brazo. Alargó la mano detrás de ella y la pasó a través de su pelo corto y denso. Era como de terciopelo debajo de su tacto y hundió sus dedos en él, sintiendo la suavidad y se perdió en las sensaciones que la inundaban. Él susurró de nuevo. Ella abrió los ojos y miró su mano, mientras la movía por su cintura y hasta sus bragas. ¿Cómo era que estaba desnuda? El pensamiento huyó de su mente cuando su mano bajó. Se mordió el labio previendo su toque, dispuesta a dejarlo moverse más rápido antes de que ella explotara en necesidad. 1 Adaptándose al ritmo del momento… 5
  • 6. Club El Club de las Excomulgadas Le mordió la oreja y ella gruñó. Sus ojos estaban casi cerrados. Se agrandaron cuando vio la erupción de piel negra en su brazo. "No luches contra mí", le susurró. "Estábamos destinados a estar juntos." Kim se levantó de la cama, el zumbido de la alarma sacudió sus sentidos y abajo, el sonido de las calles de la ciudad le indicaron que la mañana había llegado. Respirando pesadamente, luchó porque los latidos de su corazón se nivelaran y equilibraran. Se apretó la mano contra el pecho. Estaba pegajosa de sudor. Su camisola estaba empapada. Respirando profundamente, mantuvo la mano apretada contra su pecho y se apoyó en la cama con la otra. Las sábanas finas se pegaban a su piel húmeda. Miró a la gran ventana, dándole la bienvenida a la brisa fresca de la mañana que entraba a través de ella y agradeciendo en silencio que la había abierto la Felicity Heaton - In Heat noche anterior antes de quedarse dormida. Miró a lo lejos, al frente la construcción de ladrillo rojo y recordó el sueño. Le venían con más frecuencia ahora. No sabía si se trataba de algún tipo de señal o no. Si eran una señal, probablemente era sólo su cuerpo diciéndole que realmente necesitaba conseguirse un novio. Dejándose caer de nuevo en la cama, apagó la alarma y estiró los brazos a sus costados. Los sueños no sólo eran cada vez más frecuentes, eran cada vez más calientes. Exhaló un aliento y cerró los ojos, dejando que el placer persistente de su sueño pasara través de ella. Sólo deseaba por una vez poder ver su cara, o al menos poder llegar a algún tipo de conclusión. Era siempre dolorosamente lento, tan 6
  • 7. Club El Club de las Excomulgadas lento que en realidad nada había pasado. Él la había tocado como ningún otro hombre lo había hecho, removiendo sentimientos en ella que la hacían marearse de deseo, y entonces despertaba. El hombre de la radio anunció que hoy iba a ser el día más caluroso del año. Ella suspiró. Londres en calor era horrible. Saliendo de la cama se dirigió al cuarto de baño. Se miró al espejo. Los blancos azulejos del cuarto de baño le daban un aspecto pálido. El chico de su sueño estaba probablemente fuera de su liga de todos modos. Con el profundo y atractivo tono de voz como el que tenía, y esas manos dolorosamente hábiles, definitivamente no sería real. Incluso si lo era, no era lo suficientemente bonita para atrapar a un hombre como él. Toda su vida le habían dicho que era evidente. Felicity Heaton - In Heat Frunció el ceño ante su reflejo, jalando su largo cabello marrón oscuro, empapado de sudor hacia atrás y sólo dejando un par de filamentos libres. Rió. Sonrió. Frunció el ceño. Sus ojos se abrieron un poco, hasta que el blanco mostró todo su iris con el rico color del chocolate. Dejando caer su pelo, arrugó la nariz y la apretó. Sacó el labio inferior. Hizo un mohín. Tal vez era evidente. A veces pensaba que era bonita. Sus dientes eran rectos. También su nariz. Sus cejas estaban muy bien arqueadas y eran finas. Tenía un rostro ovalado y no súper delgado, pero tampoco gordo. Empujó sus costados y tragó saliva al recordar las manos de su novio de ensueño sobre toda ella. 7
  • 8. Club El Club de las Excomulgadas Suspirando, se incorporó y miró el reloj digital pegado al espejo. No había tiempo para un baño de tina esta mañana. Suspiró y miró a la ducha. Sus padres habían tratado de convencerla de poner uno u otro, pero el baño era lo suficientemente grande para ambos, y algunas veces también necesitaba un baño de tina. Se metió en la ducha y la abrió. No sabía por qué estaba tan preocupada. Su chico soñado era precisamente eso, un sueño. Las posibilidades de que existiera eran casi tan pocas como la oportunidad de conseguir una promoción. En su compañía no sería menos que un milagro. Había estado trabajando en el bufete de abogados durante casi tres años y todavía no mostraba ninguna signo de que la tomaban en serio. Apartando sus pensamientos del hombre de su trabajo y del hombre de sus sueños, se centró en el lavado de su pelo y en el insoportable trabajo que hacía. Felicity Heaton - In Heat Con este calor, iba a ser nada menos que infernal. Llegaría a su trabajo igual de sudorosa como había despertado esta mañana. Había un nuevo cliente que vendría el día de hoy, cuyo caso iba a ser muy Hush, Hush2 y malditamente casi imposible. Y su hermana la había plantado, lo que significaba que estaba atorada para cenar a solas con sus padres esa noche. Este día iba a ser perfecto. **** 2 Súper secreto 8
  • 9. Club El Club de las Excomulgadas Kim se abrió paso en el atiborrado tren, aplastada en la puerta frunció el ceño cuando alguien le dio un codazo mientras pasaba por detrás de ella. Se acercó de puntillas para ver si había algún espacio más y se hundió de nuevo en sus talones cuando vio que estaba lleno y por demás apretado como una lata de sardinas. Inclinó la cabeza contra el cristal a su lado y se quedó mirando el periódico que el hombre en el asiento del otro lado estaba leyendo. Alguien delante de ella se movió y ella frunció la nariz cuando hedió la transpiración. Simplemente genial. Qué manera de empezar el día. Ya estaba a punto de la ebullición y apenas eran las ocho de la mañana. El calentamiento del planeta. Eso era todo lo que era. Toda esta contaminación y esas cosas. Suspiró de nuevo y cerró los ojos, tratando de sacarse a sí misma de Felicity Heaton - In Heat la rutina diaria, recordando su sueño. Se dijo que no era un sueño. Era más una fantasía. Pero era él cada vez, el mismo hombre, ese mismo toque y los mismos labios contra su recalentada carne. Siempre le decía lo mismo, cerca de la oreja, a veces frente a ella, a su lado o detrás. No le importaba. Sólo quería fundirse en un charco cada vez que hablaba. Él podía no decir nada, no hacer nada, y ella sería suya para que la tomara. 9
  • 10. Club El Club de las Excomulgadas El tren se sacudió en una esquina, chirriando los frenos mientras iba cuesta abajo. Ella frunció el ceño por la interrupción y se dio cuenta de que la próxima parada era la suya. Al bajar, empujó junto con el resto de viajeros y luego exhaló un suspiro de alivio cuando salió a la calle. Su sentido de calma duró poco cuando se volvió para encontrar a su jefa, Laura Townsend, caminando hacia ella, con los brazos completamente llenos con una caja que de archivos. "Kay", gritó Laura. Kim se encogió. Demasiado tarde para escapar ahora. "Es Kim" dijo rotundamente, sin preocuparse por la corrección de su jefa porque sabía que Laura ni siquiera se dio cuenta de que había hablado. "¿Te puedes llevar esto?" Laura dejó caer la caja en los brazos de Kim. Felicity Heaton - In Heat Kim frunció el ceño mientras ella se enderezaba su traje de Armani. Nunca podría entender cómo Laura había conseguido convertirse en su jefa. Habían ido a la universidad juntas y habían entrado aún a la barra al mismo tiempo. ¿Cómo era que Laura era jefa del departamento, y ella pasaba la mitad de su tiempo haciendo mandados? Laura también había logrado olvidar convenientemente su nombre, y olvidar que se habían conocido una a la otra. Kim reflexionó que una posición de poder podía hacerle eso a alguien. No había tiempo para la gente pequeña cuando estás ocupada olfateando a los grandes jefes. Ajustó la caja en sus brazos y caminó hacia la oficina. Era un edificio georgiano color crema con altas ventanas y puertas dobles negras en la entrada. Siempre había pensado que era hermoso. Fue la mitad de la razón por la que había 10
  • 11. Club El Club de las Excomulgadas decidido unirse a esa empresa. Eso y que su amiga trabajaba allí. Sin embargo, recientemente había ido cambiando y no estaba segura de que le gustara la mariposa en que se había convertido. Era más como una polilla. Los archivos cambiaron de lado a lado en la caja mientras subía las escaleras y trató de recuperarlos en una mejor posición mientras seguía a Laura a la entrada. El interior del edificio estaba fresco, la pesada piedra trabajaba para mantener el calor afuera. Levantó la vista hacia las dos grandes escaleras de frente a ella, deseando que las oficinas estuvieran en ese piso con el resto de los socios. Pagó por su pérdida momentánea de concentración. La caja se deslizó mientras un archivo cayó de la parte superior y antes de que pudiera recuperarlo, todos se habían dispersado por el suelo. Se inclinó de inmediato, poniéndose a cuatro patas y escarbando para recogerlos. Podía oír el Felicity Heaton - In Heat clic impaciente de los zapatos de Laura en el suelo. Su corazón latió asquerosamente más rápido en pánico. Alguien le tocó el hombro. "Está bien, los tengo” murmuró ella, muerta de vergüenza a medida que más personas se reunían. Se escurrió a través del resto de los archivos, poniéndolos de nuevo en la caja. Alguien la tocó de nuevo. Ella sacudió su hombro hacia atrás. "Le dije que estaba bien. Bájese de mí", casi gruñó las palabras. Un par de brillantes zapatos negros aparecieron en su vista junto con un archivo. 11
  • 12. Club El Club de las Excomulgadas No eran zapatos de mujer. No eran de Laura. "No luches contra mí", dijo una exuberante grave y masculina voz. "Sólo estoy tratando de ayudarte." Se quedó paralizada, su corazón bailó en su garganta mientras miraba sus zapatos. No podía ser. Simplemente no podía ser. Las palmas de sus manos sudaban y su respiración se atoró mientras siguió sus pantalones hacia arriba, pasando por las fuertes, largas piernas y los anchos hombros, todo enfatizado por un fuerte traje negro a medida. Sus ojos llegaron a su cara y ella enrojeció bajo la intensidad de su mirada. Se arrodilló junto a ella, con lo que su cabeza estuvo casi al mismo nivel con la suya, y sostuvo el archivo caído. Felicity Heaton - In Heat Ella miró unos ojos miel marrones, perdiéndose en la fuerza de ellos e incapaz de decir nada. Todo el sentido de vergüenza desapareció por un momento, pero volvió con toda su fuerza cuando sonrió, con sus labios suaves curvándose. "¿Estás bien?", Dijo, su voz hacia que se derritiera por dentro tanto que se alegró porque ya estuviera en el suelo y no podía caer. Ella asintió en silencio. Colocó el archivo en la caja y recogió los otros por ella mientras lo miraba fijamente, tratando de averiguar si era real o si estaba simplemente fantaseando de nuevo. Nunca había visto un hombre tan hermoso. Su corto pelo negro parecía aterciopelado como lo había estado en sus sueños y sus ojos eran todo lo que había imaginado que serían. 12
  • 13. Club El Club de las Excomulgadas Sus ojos se abrieron cuando de pronto se puso de pie y echó un vistazo a la gran mano que sostenía su brazo. Tragó saliva y parpadeó, sus sentidos tambaleándose al recordar la sensación de su tacto. Apartó sus fantasías cuando él dijo algo y ella miraba sus ojos. Ella se perdió de nuevo al momento en que encontraron los suyos de nuevo. Eran como el color de la miel, con manchas oscuras en sus profundidades. Nunca se había dado cuenta de que la gente pudiera tener ojos de ese color. "¿Estás segura de que estás bien?", Dijo con una sonrisa divertida, pero no había el más mínimo atisbo de preocupación en sus ojos. "Estoy bien, gracias", dijo con una sonrisa. Con sus mejillas encendidas cuando sonrió. "No se preocupe por Kay. Siempre ha sido un poco torpe." Laura se interpuso entre ella y el hombre. Felicity Heaton - In Heat "Kim", susurró corrigiéndola. El hombre sonrió. "No lo estábamos esperando sino hasta dentro de media hora, Sr. Blackwell", dijo Laura. Kim trató de no mirarlo, pero sus ojos parecían ignorar todas las órdenes que les enviaba. Estaba impresionante. No era sólo su aspecto, era su aire en general. Había algo en él que hablaba de peligro y pasión, de calor y seducción. Positivamente rezumaba masculinidad y sensualidad. O tal vez era sólo sus sueños haciendo que se sintiera así. El cuarto frío se sintió de repente muy caliente cuando sus ojos volvieron a encontrarse con ella. Él estaba hablando con Laura pero Kim no oía una palabra 13
  • 14. Club El Club de las Excomulgadas de lo que él decía. Su corazón latía con fuerza en sus oídos. Apartó la mirada de un segundo, pero vagó por su espalda, como si él la hubiera llamado y ella fuera incapaz de resistirse. Laura se volvió hacia ella. "Necesitan esos archivos en la sala dos." Kim la miró, sintiéndose un poco aturdida y definitivamente confundida. ¿Los archivos? Miró hacia abajo cuando Laura lo hizo y vio la caja allí. Los archivos. Se había olvidado por completo de ellos. "Espero que Kim trabaje en mi caso", dijo el hombre. Su corazón dio un vuelco cuando dijo su nombre. Él la había escuchado. Había oído cuando corrigió a Laura. ¿Era por eso que se sonreía? ¿Había sonreído? "¿A Kim? Ella no trabaja en casos como el suyo", dijo Laura con una amplia sonrisa. Felicity Heaton - In Heat Kim frunció el ceño. Ella sí trabajaba en casos como el suyo y Laura lo sabía. Si este fuera el hombre que suponía era el de la reunión de esa mañana, entonces era un caso que se suponía que ella debía estar llevando. Se especializaba en negociaciones de contratos. Laura comenzó a caminar y él la siguió. Kim miró en dirección a las escaleras, tomando nota de la fuerza de su constitución y de su altura. Quitándole los ojos de encima, se agachó y tomó la caja de archivos. Sonrió cuando lo oyó hablar. "Creo que Kim debería trabajar en este caso. Creo que la necesito." 14
  • 15. Club El Club de las Excomulgadas Capítulo Capítulo 2 Kim se apoyó contra la barandilla del balcón de la sala de juntas y se quedó mirando el pequeño jardín de abajo. No era mucho, pero era más de lo que tenía la mayoría de las oficinas de la ciudad. Era su lugar favorito en el edificio y saboreaba cada momento excepcional que tenía que pasar allí. Sólo estaba ahora en aquel lugar porque Laura había recibido una llamada a la oficina y le había pedido que viniera a sentarse en la segunda mitad de la junta. Necesitaba este momento para calmase y prepararse si iba a tener que sentarse frente a ese hombre toda la tarde. ¿Cómo se suponía que tenía que trabajar con él sin imaginar cada excelente fantasía que había tenido acerca de él? ¿Cómo había él, un hombre que Felicity Heaton - In Heat caminaba y hablaba ser una versión real de su novio soñado y entrar en su vida? No eran más que un sueño, ¿No? El sol caía sobre el jardín desde donde se encontraba en el patio del edificio, convirtiéndolo en un lugar poco soleado. Era sofocante. Se quitó el saco negro limpio y desabrochó los dos botones superiores de su blusa blanca. Colocó la chaqueta encima de la barandilla de color verde oscuro, apoyó los codos contra ella de nuevo y lanzó un suspiro. Estaba tan tranquilo. Cerró los ojos y levantó la cara al sol. Se le calentó de inmediato. "Se está bien aquí." Era su voz. Su corazón se aceleró un poco y ella le dio una mirada. Estaba recostado de espaldas al jardín, con los ojos cerrados y la cabeza inclinada hacia atrás. El sol 15
  • 16. Club El Club de las Excomulgadas caía sobre su piel bronceada, tocando suavemente sus bellas facciones. Los ojos de ella trazaron su perfil, deteniéndose en sus oscuras cejas, en el pelo negro azabache y su mandíbula cuadrada. Ella sonrió cuando abrió los ojos y volvió la cabeza para mirarla. Era extraño sentirse tan cómoda con un cliente, un hombre que sólo acababa de conocer. Se enderezó y le devolvió la sonrisa. Haciendo que su corazón se acelerara y haciendo que su boca se secara. "Erik Blackwell", dijo extendiendo una mano. "Pero puedes llamarme Erik." Ella la miró y luego se la tomó cuando tuvo sus sentidos en orden. Sus dedos se cerraron alrededor de los de ella, sosteniéndola con fuerza, y sus ojos se dispararon para encontrarse con los suyos. Él la miraba fijamente, con Felicity Heaton - In Heat los ojos miel fijos en ella de una manera que le daban ganas de sonrojarse de nuevo. Sus dedos se movieron contra los suyos, enviando un escalofrío a través de ella, y él frunció el ceño cuando ella le tomó la mano de nuevo. Ella jugueteó con el puño de su manga izquierda, pretendiendo que se había deshecho mientras trataba de juntar la pieza posterior. Era ridículo que un simple toque de su pulgar contra el de ella significara algo. Era una estupidez dejar que la afectara de la forma en que lo hacía. Una mirada furtiva hacia él le demostró que todavía la estaba mirando. "Soy Kim", dijo. "No Kay” Sonrió. Ella se sonrojó. 16
  • 17. Club El Club de las Excomulgadas "No soy normalmente torpe... es decir que... habló de mi jefa." Ella bajó la mirada otra vez y se quedó mirando las plantas de vivos colores verde del jardín. "Me gustaría saber como eres normalmente entonces, Kim." Tragó, pero no hizo nada para cambiar la masa seca de su garganta. ¿Quería saber cómo era normalmente? ¿Y por qué tenía que seguir diciendo su nombre? Apenas podía soportarlo, cuando estaba a su alrededor como ahora. Cada vez que decía su nombre, rodándolo por su lengua con una voz de seda, la hacía querer arrojarse sobre él. "Más profesional", dijo rotundamente, sacando lo mejor de sí misma. Pareció decepcionado. Él era un cliente, y sólo había imaginado su decepción. No había forma que un Felicity Heaton - In Heat hombre como él alguna vez realmente mirara a una chica como ella. Él querría a Laura… rubia, escultural, la perfecta Laura. Ella era lo suficientemente bonita para él. La puerta de la sala de juntas se abrió y Kim se volteó para ver a la mujer que trataba de entrar con su amigo Simón. Laura le lanzó una mirada sombría. Kim sabía lo que significaba. Era una advertencia para no resbalar y avergonzar a la firma, pero era más que eso. Tenía la impresión de que Laura estaba interesada en Erik como algo más que sólo un cliente. "Debemos entrar. Hace demasiado calor aquí de todos modos." Kim lo miró. Él no mostró ningún signo de moverse. En cambio, inclinó la cabeza hacia atrás de nuevo, alzando la cara al sol. 17
  • 18. Club El Club de las Excomulgadas "Me gusta el calor", murmuró. "Puedo sentirlo en cada centímetro de mí, siento el calor a través de mí." Estaba cautivada. Su mirada se detuvo en su cara y la sonrisa sublime que le estaba dando al sol. Parecía positivamente contento. Como un gato acostado al sol. Casi listo para ronronear. Ella frunció el ceño ante sus pensamientos y se dijo que los hombres de los sueños eran los únicos que podían ronronear. "¿No te gusta el calor, Kim?", Dijo fijando su mirada en ella. Ella juró por un momento que sus ojos se habían vuelto más amarillos que la miel. Cambió su atención en sus manos, mirándolas, esperando que su pelo estallara. Nada. Felicity Heaton - In Heat Se dijo que esto era real, y que los hombres del mundo real no ronroneaban cuando se los tocaba, y de repente no les brotaba pelo de terciopelo negro. "Bien, ¿Kim?" Dijo. Él estaba más cerca ahora, tan cerca que podía sentir el calor que provenía de él. Su voz seguía siendo un susurro, jugando con sus sentidos y enviando sus pensamientos de nuevo a sus sueños. "¿Te gusta el calor?" Ella miró su pecho, miró su ascenso y su caída, hipnotizada por su cercanía. Ella asintió. Él se alejó. Ella parpadeó y se volvió hacia el jardín, respirando con dificultad mientras trataba de mantener el equilibrio. Él era un cliente, y realmente no estaba 18
  • 19. Club El Club de las Excomulgadas interesado en ella. Había sido sólo una conversación inofensiva. Esta atracción era unilateral. Nada iba a suceder. Saltó cuando alguien le tocó el hombro. "¿Kim?" Simón le sonrió. "Estás un poco nerviosa hoy." Ella asintió, sonriendo a su amigo. Se alegró de que él estuviera sentado en esta junta. Esperaba que él la mantuviera en tierra y ella lograra pasar a través de esto sin estropearlo. "Sólo un poco nerviosa", dijo. Simón la miró por encima del hombro. Volvió la cabeza para ver lo que estaba viendo y se encontró con que Erik los miraba. Felicity Heaton - In Heat "Parece que al Sr. Blackwell no le gusta que le hagan esperar", dijo Simón con otra sonrisa. "He escuchado toda clase de cosas acerca de él. Es difícil saber qué creer." Antes de que pudiera preguntarle a Simón lo que había oído de él, había entrado en la sala, dejándola sola en el balcón. Sus ojos fueron atraídos a Erik de nuevo y se encontró con que todavía la miraba mientras hablaba con Laura. Al entrar en la habitación, puso su chaqueta por encima del respaldo de la silla y abrió su portátil. Escribió la fecha en la esquina y el nombre de Erik. Lo miró, teniendo la sensación de que había más de su dueño de lo que se veía. Sólo que ¿Quién era Erik Blackwell? **** 19
  • 20. Club El Club de las Excomulgadas Erik se reclinó en su silla, fascinado con la mujer en la mesa frente a él. Estaba escribiendo furiosamente, anotando nota después de nota de lo que se estaba discutiendo. Se preguntó si podía sentir que él la miraba de la misma manera que podía sentir cuando ella lo miraba. Le estaba dando a la Srta. Townsend la mitad de su atención, respondiendo a sus preguntas sobre el contrato tanto como podía y mantenimiento a su chica escribiendo para poder observarla. Hubo una pausa en la discusión mientras el hombre que se había presentado como Simón se levantaba, a fin de ofrecerle un café o té. Él se negó y pidió un poco de agua, con los ojos fijos en Kim. No le gustaba el trato fácil que ella había tenido con Simón cuando había salido al balcón. Había algo raro en él. Sea cual sea el pensamiento que Kim sobre su relación, claramente Simón pensaba que podía ser diferente. Un vaso de agua apareció delante suyo y pasó la lengua por sus labios mientras Felicity Heaton - In Heat miraba el fondo de cristal que prometía un fresco alivio. El calor no iba a disminuir y el aire de la habitación estaba tan caliente ahora que era sofocante. Se había quitado la chaqueta y aflojado la corbata, pero no había ayudado. El pelo en la nuca de su cuello estaba húmedo por el sudor. Simón puso un vaso frente a Kim y la atención de Erik estuvo en ella de nuevo. Apretó su desnuda muñeca contra la condensación del cristal como frío hielo. Su lengua recorrió su labio inferior, mojándolo y sus ojos se cerraron brevemente. Casi pudo sentir su alivio cuando el frío del cristal bajó su temperatura. Sólo lo hizo sentirse más caliente. Sus ojos la seguían a cada movimiento mientras tomaba el vaso y se lo llevaba a los labios. Vio el movimiento de su garganta mientras bebía, con los ojos cerrados con placer, y luego miró su boca bajo el cristal y se lamió los labios otra vez, capturando cada gota de humedad en ellos. 20
  • 21. Club El Club de las Excomulgadas Él agarró su vaso y se lo bebió de una sola vez, tratando de enfriarse, pero no totalmente. Puso el vaso de regreso y continuó observando a Kim. Ella, pensativa, mordía la punta de su pluma, sus cejas finas levantadas mientras arrugaba la nariz y miraba la hoja de papel. No cabía duda de que era ella. La atracción que sentía, la forma en que reaccionaba a él, y su forma. Incluso su olor. Era ella. Había estado soñando con ella durante tanto tiempo, desesperado por su tacto y muriendo por saber quién era. Y ahora la había encontrado. Era más joven de lo que él había esperado y parecía un poco cautelosa con él. No era en absoluto como le habían dicho que sería. Se suponía que ella debía saberlo. Pero entonces, se suponía que también debía conocer su rostro en las Felicity Heaton - In Heat visiones, pero siempre había sido un misterio hasta hoy. ¿Algo estaría mal? Le preocupaba que ella no reaccionara como él había predicho que lo haría. Lo había reconocido, de eso estaba seguro. Su actitud hacia él y lo abierta que era a su alrededor le decía eso. ¿No se sentiría atraída por él? ¿No sentiría la conexión? Él se estaba quemando por ella, hambriento y desesperado por su tacto, no podía apartar los ojos de ella más de un segundo. Quería ver si sentía de la forma en que lo hacía en sueños, si ella sabría y olía tan dulce como lo hacía en ellos. Estaba ansioso por ver si reacciona a él como lo hacía allí. Quería que lo deseara. 21
  • 22. Club El Club de las Excomulgadas Él gruñó en voz baja, una llamada que sólo ella escucharía. Ella abrió la boca y levantó la cabeza, dilatando sus pupilas mientras lo miraba a través de la mesa. Podía oír su acelerado corazón, sentir su estruendosa sangre a través de sus propias venas, mientras le cantaba a él. Vívidamente recordaba la disposición de sus piernas contra las suyas, la forma en que sus uñas se clavaron en sus brazos mientras ella se retorcía en su contra. Recordó el olor de su cuerpo, su sudor, a medida que avanzaban uno contra el otro. Aún podía sentir el barrido eléctrico de sus dedos sobre su carne desnuda, burlándose de él con una dureza tan dolorosa que había sentido que iba a explotar si sólo respirara en toda su longitud. Él le sostuvo la mirada mientras pensaba en ella; el rasposo movimiento de su lengua por su cuello, las palabras susurradas en sus oídos, la forma en que sus dedos siempre se habían enterrado en su cabello, sosteniendo Felicity Heaton - In Heat su boca contra su cuerpo. Ella parpadeó. Él olfateó, inhalando profundamente mientras continuaba sostenía su mirada, no dejándola ir. Podía olerla. Ella lo deseaba. Lo deseaba tanto como él la deseaba. Era el destino. Veintisiete años soñando con ella, en busca de ella, y ahora finalmente la había encontrado. Largas noches calientes pasadas tentadoramente cerca de ella en sus visiones. Incontables horas tocándola y torturando su cuerpo mientras exploraba el suyo. Todo había valido la pena porque ahora la había encontrado. Ella tragó. Él sonrió. 22
  • 23. Club El Club de las Excomulgadas La había encontrado, ahora sólo tenía que demostrarle lo bueno que podía ser estar juntos. Desde donde estaba sentado, parecía que iba a tomarle un montón convencerla. Pero podía hacerlo. Tenía que hacerla darse cuenta de que los sueños que habían compartido eran sólo el comienzo. Lo mejor aún estaba por llegar. Felicity Heaton - In Heat 23
  • 24. Club El Club de las Excomulgadas Capítulo 3 Kim arrojó su bolsa en el suelo junto a la puerta y se volvió para cerrarla. Puso la cadena de seguridad y chasqueó los pestillos. Con un suspiro, se dejó caer pesadamente en la sala de su apartamento. La cena había estado terrible. Trató de borrar el sonido de sus padres discutiendo de cualquier cosa en su mente, y encontró que no fue tan difícil esta vez. Probablemente fue porque no les habría prestado realmente atención a todo lo largo de la noche. Toda la noche había estado pensando en Erik. Ahora, no había duda en su mente, que era el hombre con el que había estado fantaseando durante el último, Dios sabe cuánto, tiempo pero todavía no se atrevía a creer que era real, o comprender la forma en que se había metido en Felicity Heaton - In Heat sus sueños. ¿Cómo podría coincidir tan perfectamente con su hombre ideal? Su voz, cabello, constitución y la forma en que hacía que su interior temblara con pasión. ¿Cómo era posible? Se frotó las sienes, sintiendo un dolor de cabeza llegar. Era demasiado loco para pensarlo. Nunca había sido una persona que creyera en las premoniciones y en cosas locas como ésas. Tenía que haber una explicación sencilla, sana, para ello. Tal vez ¿Lo había visto una vez y su imagen se había quedado pegada en su mente? Era razonable. Si lo había visto antes, nunca se habría olvidado de él. Era uno de esos hombres bellos que se quedaban con uno y era fácil recordar cómo se veían, ni siquiera después de años sin verlos. 24
  • 25. Club El Club de las Excomulgadas Sacudió la cabeza y decidió no pensar demasiado en ello. En lugar de eso, trató de centrarse en el trabajo mientras abría la ventana de su dormitorio y empezaba a desnudarse. El caso iba lento. Había tantas cosas que revisar y se suponía que debían reunirse con la otra parte mañana. No sabía nada de él. Lo único que sabía era que iba a ser un día largo, y la temperatura no manifestaba ningún signo de irse. Sentada en esa habitación, el sofocante exterior era bastante malo, pero estar allí hoy con Erik viéndola como un halcón, había sido insoportable. Corrió las delgadas cortinas a través de su ventana y se quitó la ropa interior, arrojándola a la silla con al resto de su ropa. Cayó en la cama, suspirando mientras saboreaba la frialdad de las sábanas y luego cerró los ojos. Felicity Heaton - In Heat Se preguntó si soñaría de nuevo esta noche. Si lo hacía, ¿Iba a verle la cara ahora? ¿Soñaría con Erik? **** Erik yacía de espaldas, mirando a Kim mientras se movía por la habitación. Se lamió los labios, esperando que ella llegara junto a él, incluso más hambriento esta noche por su tacto que la noche anterior. Podía ver su cara ahora, sus suaves ojos color chocolate y su cabello castaño oscuro. Era ella. 25
  • 26. Club El Club de las Excomulgadas Ella se volvió a mirarlo con una sonrisa que decía mucho sobre las cosas que iba a hacer con él, y no mostraba un atisbo de temor. Se tendió en la cama, mirando su largo cuerpo. Su camisa estaba sin abrochar, y no se sorprendió al ver que llevaba la que había usado en la reunión de hoy. El pantalón negro se abrazaba a sus caderas a medida que su dolorosa erección era visible a través del material. Ella pasó una mano por su cabello, tarareando en voz baja para sí misma mientras caminaba hacia él. Llevaba la blusa blanca que había usado ése día, y la falda corta. Estaba fascinada por sus dedos mientras deshacían lentamente cada botón de su blusa, revelándose a sí misma a él poco a poco. Quería levantarse y romperle la camisa, pero no podía moverse, sabía que era su turno de estar bajo control. Ella no tenía necesidad de decir una palabra para mantenerlo quieto, esperando. Todo lo que tenía que hacer era dirigirle una Felicity Heaton - In Heat mirada, una sonrisa, y sabría lo que querría de él. Él suspiró cuando ella se pasó la camisa fuera por sus hombros, alejándose de él y escondiéndose a sí misma mientras lo miraba por encima del hombro. Sus caderas se balanceaban seductoramente, haciendo que su pene le doliera por ella. Sostuvo el aliento mientras ella se quitaba la camisa, la tela suave moviéndose sobre también su suave piel. No llevaba sujetador. Un gemido se le escapó cuando miró de nuevo a su cara, sus brazos cruzados sobre su pecho, sus manos sosteniéndose los senos. Ella se acercó más, todavía tarareando una dulce melodía. La luz de las velas parpadeaba a su alrededor, bañándolo todo con su cálida y dorada luz. Su mirada se redujo a su falda y pasó la lengua por los labios cuando sus manos aparecieron a su vista, los dedos rozando a lo largo de su cintura. 26
  • 27. Club El Club de las Excomulgadas "¿Crees que debería quitarme esto?" Él asintió con impaciencia, desesperado por verla en toda su gloria, muriendo por estar dentro de ella. Ella sonrió dulcemente y comenzó a deshacerse de la falda. Sus ojos vagaron por encima de su estómago tenso con sus pechos llenos, todo su cuerpo se tensó al verlos y sólo pudo pensar en tocarlos, acariciarlos y jugar con sus pezones. Quería chuparlos con su boca y pasar horas y horas jugando con ellos. Su falda cayó al suelo con un suave silbido y sus ojos bajaron. Frunció el ceño y gruñó al verla completamente desnuda. Ella era toda, deliciosas curvas y sensualidad. Tenía que tenerla. Era una tortura tenerla tan cerca pero tan lejos. Extendió la mano, tratando de llegar a ella. Felicity Heaton - In Heat Ella le dio otra sonrisa, llena de simpatía, como si pudiera sentir su dolor, y luego para su dulce alivio se movió hacia él de nuevo. Tragó mientras se subía a la cama, arrastrándose lentamente a lo largo de esta. Sus manos acariciando sus piernas, deteniéndose en sus muslos y luego llegó a su entrepierna. Cerró los ojos y gruñó cuando sus dedos jugaron con su miembro y el placer atravesó el material de sus pantalones. Ella pasó las manos por encima de su longitud, frotándolo hasta que estuvo a punto de rogarle que lo pusiera en libertad. Entonces se detuvo. Él la miró, su temperatura aumentando cuando vio el hambre en sus ojos. Estaban oscuros por la luz, llenos de ardiente pasión. Su mirada cayó en su boca. La curva de sus labios pecaminosamente tentadores mientras ella sonreía, 27
  • 28. Club El Club de las Excomulgadas lo que hizo aletear su corazón. Quería besarla, probarla y aplastar sus labios con un contundente beso. Quería sentir su boca contra él, bañándolo, mordiéndolo. El tirón de su cinturón y el sonido del cierre abriéndose le hicieron dar un empujón a las caderas de ella ávidamente. Él se quejó aliviado al techo mientras su mano se movía dentro de su pantalón, recorriéndolo Su mano estaba muy fresca contra su piel, con los dedos trazando ligeros patrones encima de su duro pene. Él se arqueó hacia atrás, cerró los ojos fuertemente mientras le sacaba los pantalones y se los bajaba sobre el trasero, dejándolos en torno a sus caderas. Se sentó en sus piernas, y pudo sentir sus rodillas a ambos lados de sus caderas. Se centró en el sentimiento de ella tocándolo. El golpe suave de su mano por su longitud, desde la punta hasta la raíz, y la forma en que jugaba con sus bolas, lo hicieron delirar. Gimió su nombre, le rogó que no se detuviera, que mantuviera Felicity Heaton - In Heat el contacto con él, acariciándolo. Su pelo le hizo cosquillas en su estómago y mientras él llegaba por encima de éste, agarrándolo con fuerza en un esfuerzo por anclarse a sí mismo mientras ella soplaba sobre la cabeza de su pene. Rugió. **** Kim se sentó, todavía a horcajadas sobre sus piernas y aturdida por lo que había hecho. Miró su cara, mirándolo jadear, tratando desesperadamente de 28
  • 29. Club El Club de las Excomulgadas recuperar el aliento. La fina capa de sudor sobre su piel reflejaba la luz, por lo que sus músculos brillaban al respirar. Su mirada cayó a su estómago y a la masa pegajosa en él. No podía creer lo que había hecho. Solamente había soplado sobre él, soplado aire fresco contra su carne caliente para jugar con él, y lo hizo venirse. Abrió los ojos, sus profundidades miel llamándola, queriendo mirarlos por una eternidad. Los músculos de su garganta trabajando duro mientras trataba de tragar varias veces. Ni siquiera sabía por qué lo había hecho. Una parte de ella había sabido que sería su perdición. De alguna manera, lo había sabido, como si se lo hubiera Felicity Heaton - In Heat dicho o hubiera ocurrido antes. Tomando la falda de donde estaba colgada sobre el borde de la cama, limpió el semen de su estómago. Él frunció el ceño, tomó su falda y terminó el trabajo. Ahora Ella no sabía qué hacer. Nunca había tenido una pausa en su sueño como esta. Parecía tan real. Ella acarició suavemente su miembro ablandado. Se retorcía bajo este. Haciéndole cosquillas. Esto no la detuvo. Siguió pasando sus dedos sobre este, y luego se movió hacia delante hasta seguir con los patrones de su estómago. Todavía podía sentir el residuo pegajoso, y la suavidad de su piel donde no lo había tocado. Ella bajó la cabeza, consciente de que sus pechos estaban rozando su piel, mientras que sus labios exploraban su carne. Los pezones le dolían mientras se movía hacia 29
  • 30. Club El Club de las Excomulgadas arriba, jugando, mientras tanto él como ella frotaban su cuerpo uno contra el otro. Él ronroneó. No había duda de que el sonido bajo provenía de él. Ella levantó la vista para ver que tenía los ojos cerrados, y una sonrisa sublime en su cara como la que había estado usando ese mismo día en la oficina. Ella hundió ligeramente sus uñas sobre su pecho. Suspiró. Sus músculos se tensaron bajo ella, todo su cuerpo se puso tenso y duro. Ella se echó hacia atrás, su vagina presionada contra su pene endurecido una vez más. Bajó un poco, sintiendo que se revolvía bajo suyo y gimiendo cuando la cabeza le frotó su clítoris. Ella lo miró a los ojos cuando los abrió de nuevo, con las manos bajando hasta sus muslos. El calor explotó dentro de ella, recorriendo su cuerpo en un escalofrío mientras sus manos se sumergían en su entrepierna, y su pulgar Felicity Heaton - In Heat rozaba labios de su vagina. Él sonrió, sosteniendo su mirada, atrapándola en la suya. No podía apartar la mirada, no podía concentrarse en otra cosa que sus ojos y el tacto exquisito de sus pulgares que se sumergían en su resbaladiza vagina. Él los movió sobre su clítoris, haciendo círculos, rozándolo y poco a poco volviéndola loca por necesidad. Ella aterrizó frente a él de nuevo, con su miembro duro para satisfacer su hambre y con su pulgar torturándola. Abriendo las piernas un poco más, ella le rogó en silencio que mantuviera su contacto con ella, dándole la libertad que ella raramente encontró en sus sueños con él. 30
  • 31. Club El Club de las Excomulgadas Él hizo un gesto y le levantó las caderas, moviendo la longitud de su miembro contra ella, mientras le abría los labios de su vulva con la otra mano. Ella gimió y se retorció mientras él ponía dos dedos en su clítoris, y frotaba lentamente. Los dientes de ella jugaban con su labio y quería cerrar los ojos pero no podía. No podía hacer nada excepto mirarlo, dejándole ver cómo la hacía sentir con sólo un toque, y sabiendo que podía hacer que sintiera mucho más si estaba dentro de ella. Ella frunció el ceño cuando él la levantó, haciendo que se arrodillara a horcajadas sobre él, y luego se quejó bajo con la garganta cuando movió un dedo dentro de ella. Él se retiró y entonces fácilmente metió los dos dedos en ella, haciéndola abrir los ojos. Ella estaba muy mojada y con hambre de él y estaba segura de que fácilmente podría albergar más dedos en ella. Él metió los dedos en el interior de ella, bombeando lento al principio, pero moviéndose en Felicity Heaton - In Heat un rápido, rítmico y duro movimiento que hizo que ella jadeara por él cuando llevó su otra mano también al juego. Dio la vuelta y apretó su clítoris, metiendo sus dedos dentro de ella. Ella cerró los ojos y echó la cabeza hacia atrás, balanceando sus caderas contra su mano, no importándole si se veía salvaje con su abandono. Tenía que sentirlo, tenía que sentir exactamente lo que podía hacer con ella. Abrió los ojos un poco y lo miró, respirando cada vez más rápido, su corazón tronando en sus oídos hasta que estuvo segura de que iba a desmayarse. Cabalgaba desesperadamente sobre sus dedos, su nombre cayendo de sus labios una y otra vez hasta que todo se hizo demasiado. Su nudo en el estómago, sus músculos tensos, y se convulsionó hacia delante en su contra, su mejilla presionada con fuerza contra su pecho mientras su orgasmo la llevó a la 31
  • 32. Club El Club de las Excomulgadas distancia. Su ritmo se desaceleró a una caída constante dentro y fuera de ella, sacando los últimos espasmos de su orgasmo. Levantando la cabeza, lo miró a los ojos, sólo mitad consciente de sus dedos dejándola, de sus manos acercándose para descansar en su parte trasera. "Eso fue..." ella respiró, no del todo capaz de hablar, pero queriendo decírselo. Él negó. "Esto es sólo un sueño", dijo. Ella frunció el ceño cuando una de sus manos la dejó y su otra la empujó hacia atrás. Su pene presionado contra su entrada. Él sonrió. "Lo mejor está por venir." Felicity Heaton - In Heat 32
  • 33. Club El Club de las Excomulgadas Capítulo 4 Kim no se atrevió a mirar hacia arriba cuando entró en la sala de reuniones el día siguiente. No podía ver a Erik, no después de fantasear con él como la noche anterior, y ciertamente no después de levantarse para encontrarse a sí misma empapada de deseo y sintiendo el cuerpo hormigueándole, como si acabara de tener un orgasmo. Aún así, había sido el sueño más caliente y por lo menos había tenido algún tipo de conclusión. Dio un furtivo vistazo a la habitación y levantó la cabeza cuando vio que Erik no estaba allí. Los únicos ocupantes de la habitación con ella eran dos hombres a los que no reconoció, y Laura y Simón. Pensó que los dos hombres eran la otra parte en el contrato. Uno de ellos era sin duda, el abogado. El traje pulcro y serio y el Felicity Heaton - In Heat arreglado cabello oscuro, no eran lo único que lo distinguían. Era la forma en que se mantenía socarronamente mirándolas a ella y Laura, y la forma en que insistía en susurrarle todo al otro hombre con una voz lo suficientemente fuerte que fácilmente se pudiera oír. Sus mejillas se sonrojaron al instante en que se abrieron las puertas y Erik entró. Ella trató de sostener su mirada, pero tristemente no tuvo éxito cuando le sonrió. Sus ojos se clavaron en el suelo, su rubor pasando por todo su cuerpo la quemó. Sacó la silla a su lado y ella se estremeció por dentro mientras se sentaba en ella. Su mirada fue abajo a sus piernas, mientras él las tocaba bajo la mesa. Recordó la ágil, fuerte sensación de ellas debajo de ella. Ella cerró los ojos y se dijo a sí misma que tenía que conseguir algo para agarrarse. 33
  • 34. Club El Club de las Excomulgadas Colocándose una sonrisa tiesa y esperando no tener que pasar el día entero ruborizándose, abrió los ojos y miró a Erik. Él la miraba, con sus ojos de miel intensos haciendo que ella quisiera fundirse en ellos. "¿Toma café o té, Sr. Blackwell?", Dijo con un aire brillante, alegre. Su voz sacudida, temblando sin embargo. Él sonrió. "Me vendría bien un café. Anoche pasé un infierno de noche. Casi demasiado caliente para mí." Sintió el rubor, pero no pudo evitar que sucediera. Ella murió en su interior un poco, sabiendo que probablemente tenía ahora el color de la remolacha. Él no pareció darse cuenta. En todo caso, su sonrisa se ensanchó. Fue arrastrando los pies para conseguir un café de las mesas que habían sido Felicity Heaton - In Heat puestas a un lado de la habitación, tomó una profunda respiración y trató de calmarse. Forzó una sonrisa cuando Simón apareció junto a ella, sólo un poco demasiado alegre, pero era demasiado alegre para esa hora de la mañana. Ella se sirvió un café también, viéndose tensa con su falsa sonrisa fatigada por debajo. Él había estado probablemente en la discoteca toda la noche o lo que fuera que hizo que lo mantuvo desvelado. Le había dicho al respecto una vez, y había tratado de conseguir que fuera con él, pero ella se excusó diciendo que los clubes no eran de su gusto. Ella le entregó su café y luego miró el otro que había derramado. Se había olvidado de preguntarle a Erik cómo lo tomaba. Ella lo miró y se sorprendió por la mirada que le estaba dando al hombre frente a ella. Había tanta ira en él, tanto odio, que lo tomó con la guardia baja. ¿Por qué había firmado un contrato con alguien a quien claramente despreciaba? 34
  • 35. Club El Club de las Excomulgadas Tomó un par de terrones de azúcar, los envolvió y los puso en el plato junto con una cuchara. Llevó todo a través de la habitación, maldijo la forma en que la cuchara se sacudió contra la taza de porcelana, traicionando sus nervios. Lo puso frente a Erik y luego se sentó, arreglándoselas para sostener una verdadera sonrisa cuando él la miró. "Me olvidé de preguntarte cómo lo tomabas. Lo siento mucho. Mi cabeza está en todas partes hoy. Espero que te guste negro." En silencio se reprendió por ser tan casual con él, y se recordó a sí misma que sólo porque le había dado un orgasmo adormeciéndole la mente en su sueño la noche anterior, no significaba que ella lo conocía lo suficientemente bien para ser tan informal. "Me gusta negro", casi susurró las palabras mientras el corazón de ella saltó y subió hasta su garganta. Se inclinó más cerca, descansando el codo en el brazo de la silla, y llevando su boca a su oído. Susurró, "Negro es un color tan Felicity Heaton - In Heat sensual, ¿no te parece?" Ella tragó y asintió sin decir nada y se retiró de nuevo en su asiento. Miró la mesa y, después a sus manos mientras revolvía su café. Era fascinante ver la cuchara dando vueltas y vueltas. Antes de que lo supiera, sus pensamientos se habían movido a la forma en que sus dedos le habían acariciado así, dando vueltas y apretándose. Colocó de nuevo la cuchara en el plato y casi chilló cuando le tocó el brazo. "¿Kim?", Dijo en voz baja e íntima. Ella asintió de nuevo, perdida en sus ojos. "Creo que te buscan." 35
  • 36. Club El Club de las Excomulgadas Sus ojos se abrieron. ¿La buscaban? Su temperatura se elevó a la del sol y su boca se secó. Sus dedos se movieron de su brazo, acariciándola suavemente y haciéndola sentir aún más caliente. Él miró más allá de ella. Se volvió y encontró a Laura en el extremo de la mesa con las manos en las caderas. "Tal vez deberías conseguirte un café, Kim", dijo Laura en un tono agudo. "He estado tratando de conseguir tu atención durante cinco minutos." Kim parpadeó varias veces y luego dejó su asiento. Se acercó a la cafetera, sirviéndose tanto como cabía en forma segura en la taza y poniéndole azúcar. Pensó en la adición de leche, pero la voz de Erik hizo eco en su cabeza, Felicity Heaton - In Heat diciéndole lo sensual que era el negro. Cerró los ojos y apretó los muslos cuando un dolor delicioso se estableció allí. Sin leche. El negro era sensual. Ella había gustado siempre del color negro. Sentada atrás, abrió el archivo frente a ella y trató de concentrarse en sus notas. Era imposible cuando el olor del aftershave que usaba Erik llegó hasta ella, y podía sentir el calor de él tan tentadoramente cerca de ella. "¿Podemos empezar?", Dijo Laura, su voz rompiendo la ilusión en la que Kim había caído. 36
  • 37. Club El Club de las Excomulgadas El abogado frente a ella se levantó y se aclaró la garganta. "Mi nombre es Lyle McConnaughy. Estoy aquí para representar a mi cliente, Alistair Blackwell, en este procedimiento". Su mirada se movió de inmediato al hombre sentado a su lado. ¿Alistair Blackwell? Se volvió a Erik. "Mi hermano", dijo casualmente en respuesta a su pregunta no formulada. Ella frunció el ceño y miró otra vez al hombre. Pudo ver el parecido ahora. Tenían los mismos ojos color miel, y la línea de la mandíbula igual, pero sus labios eran más delgados y su pelo era de color arena caliente, casi rubio fresa. Él asintió hacia ella, sus ojos reduciéndose pequeños y la comisura de la boca tirando a una sonrisa que ella juraría estaba destinada a ser seductora. Ella bajó la mirada a sus notas, frunció el ceño y luego tomando un sorbo de su café. Su corazón tronó. Felicity Heaton - In Heat Parecía que Erik no era el único hombre que podía ponerla nerviosa sólo con una sonrisa. Un fajo de papel apareció frente a ella. Se quedó mirando las primeras líneas, viendo el nombre de Erik y el de su hermano. Jalándolos hacia ella, se preguntó por qué estaba firmando un contrato con su hermano y para que sería. La habitación se quedó silenciosa mientras todo el mundo leía el contrato. Se dio cuenta de que los únicos que no leían sus copias eran Erik y su hermano. Se miraban uno al otro y pudo sentir la tensión irradiando de ellos. Cambió su atención al contrato y buscó la primera página, hojeó la siguiente y, entonces lo miró como un todo. Había por lo menos cuarenta páginas, todas repletas de lo que parecía ser párrafos sobre el uso compartido de activos. 37
  • 38. Club El Club de las Excomulgadas Iba a la mitad cuando la hora de almuerzo fue anunciada. Pasó con rapidez, nada más que un corto descanso en el que todos se arremolinaron en torno para pasarse sutilezas. Ella se disculpó y fue al baño, desesperada por refrescarse. La temperatura de la habitación había ido aumentando a medida que el sol se movía alrededor para caer de lleno en el patio. Todo el mundo volvió a leer el contrato después del almuerzo y antes de que ella lo supiera, casi había pasado tres cuartas partes de él. La puerta se abrió y alguien entró, anunciando que más alimentos estaban en camino, y luego volvió a desaparecer. Ella frunció el ceño a su reloj. La tarde caía. Su mirada se movió de nuevo al contrato y se detuvo en el último párrafo que había leído. Era sobre sangre. ¿Qué tipo de contrato tenía una cláusula acerca de sangre en él? Felicity Heaton - In Heat Miró a Erik, dividida entre preguntar y no hacerlo. Sabía que se suponía que fluiría con facilidad, sin hacer preguntas, acabar de leer el contrato y dejar que lo firmaran, pero había algo muy equivocado en un contrato entre dos partes que tan evidentemente se odiaban mutuamente y un contrato en que la sangre era mencionada. Erik se volvió hacia ella y luego al contrato. Sabía que su dedo estaba descansando en el párrafo. Ella lo miró leerlo, frunciendo el ceño y luego mirando a su hermano y suspirando. "Por fin... los alimentos", dijo Alistair mientras se abría la puerta. Ella lo miró. Él le sonrió. "Estoy muerto de hambre." 38
  • 39. Club El Club de las Excomulgadas Erik permaneció quieto. Ella miró a su derecha. Sus puños estaban apretados y temblaban. Ella levantó los ojos a su cara y vio que estaba mirando a través de la mesa a su hermano. Sus ojos se movieron a él. Su hermano la miraba. Había un hambre en sus ojos que la ponía nerviosa. Tenía la impresión de que no se moría de hambre por alimentos. Levantándose, sonrió cuando Erik miró, sus ojos oscuros y diciendo cosas que no se atrevía a creer. Su reacción no tenía nada que ver con el hecho de que su hermano había llegado claramente a ella. Se sintió agradecida por la distracción cuando Laura se acercó, empujándola fuera del camino para poder hablar con Erik. La comida se puso sobre la mesa y ella se dirigió a la cafetera, desesperada por otra dosis de cafeína. Simón abrió las puertas del pequeño jardín y ella respiró hondo cuando el aire frío se apoderó de ella, despertándola y Felicity Heaton - In Heat levantando el opresivo aire húmedo de la habitación. Salió al balcón y bebió un sorbo de café, agradecida por un descanso en la lectura del contrato y de estar sentada al lado de Erik. Al estar tan cerca de él se distraía demasiado. No podía concentrarse en su trabajo cuando estaba cerca de ella. "Parece que hay algo que no te gustó del contrato", dijo una voz divertida y sintió que alguien daba un paso cerca a su lado. Muy cerca. Ella miró los ojos de Alistair. Él sonrió ampliamente y devoró un pequeño sándwich triangular de un solo bocado. "El párrafo 157," dijo ella viendo su expresión de cerca. 39
  • 40. Club El Club de las Excomulgadas Él arqueó una ceja, la sonrisa permaneciendo fija en su cara, y luego se acercó más a ella. Olía como a pecado… oscuro y atractivo. "No te gustaría saber acerca de él", susurró, su aliento fresco contra su cara. Ella frunció el ceño. Definitivamente había algo que no estaba bien en este contrato. Alistair sonrió y se lamió los dientes. Había definitivamente algo que no está bien con él tampoco. "No se supone que debas hablar con el abogado de la oposición." La voz profunda de Erik revolvió sus sentidos. Se volvió para mirarlo, al mismo tiempo que su hermano lo hacía. Tenía la cara más oscura que la medianoche. "Oh... no lo sabía", dijo Alistair inocente y apoderándose de su mano. La sacudió, pasando su otra mano sobre la parte de atrás de la de ella y Felicity Heaton - In Heat cubriéndola completamente. Él se aferró a ella. Ella frunció el ceño de nuevo. "Ha sido agradable conocerte. Estoy seguro de que nos veremos pronto.” Se alejó y ella miró su espalda, confundida y tratando de averiguar lo que había querido decir. Iba a estar sentada frente a él el resto del día y el martes también. Por supuesto que estarían viéndose. O había querido decir otra cosa. Había dicho que estarían viendo más el uno del otro. ¿Qué tanto más de ella quería ver? Ella miró a Erik. Estaba apoyado contra la barandilla, con los ojos fijos en el jardín de abajo. "¿De qué habla el párrafo 157?" Dijo ella, nerviosa por preguntarle. Tenía que saberlo. "Lo leíste," dijo. 40
  • 41. Club El Club de las Excomulgadas "Pero no lo entendí." Se enderezó, se volvió y frunció el ceño a la habitación. Asumió que se dirigió a su hermano. Se sorprendió cuando él entró, dejándola en el balcón. La hizo sentir frío, como si estuviera enfadado con ella por alguna razón, en lugar de con su hermano. Ella lo siguió y puso la taza a un lado. "¿Tienes algún sitio donde se pueda fumar?", Dijo Erik cerca de su codo. "Ahí está la azotea”. Ella señaló hacia arriba y se sintió un poco estúpido cuando sonrió. No era como si no supera donde estaba la azotea. Se encontraban en la parte superior de los edificios. "Puedo llevarte allí", dijo Laura con una sonrisa dulce. Él negó. "Kim se ve caliente." Felicity Heaton - In Heat Kim levantó las cejas cuando se volvió para mirarla. Él sonrió y ella se ruborizó. "Creo que podría utilizar el aire, y tal vez podríamos hablar de dicho apartado." 41
  • 42. Club El Club de las Excomulgadas Capítulo 5 Kim jugó con el puño de su chaqueta y luego se la quitó. La dobló cuidadosamente y la colgó sobre su brazo. El ascensor estaba tardando mucho en venir. Erik estaba de pie a su lado. Su mirada se movió por sus zapatos. Si tuviera que adivinar, diría que eran Armani. Vestía de negro otra vez. Por lo menos ahora sabía por qué le gustaba el color. Era sensual. Se tragó el pensamiento. ¿Qué clase de cliente era tan abierto con sus abogados? Todos los clientes que había conocido eran hombres de negocios formales, de gran autoridad que no le habrían dado la hora del día si se los hubiera encontrado en la calle. Pero no Erik. Por el contrato, podía ver que tenía dinero, y no sólo un poco. ¿Por qué era tan diferente? Felicity Heaton - In Heat "Lo siento porque le está tomando tanto tiempo", dijo ella llenando el silencio. Se encogió de hombros y sonrió. Su expresión fácilmente se podría haber tomado para decir que no le importaba, pero ella no creía lo que su corazón le decía. Él acababa de ver lo acalorada que se había puesto por sofocante calor de la sala de reuniones y por eso le había pedido que fuera con él. El ascensor sonó. Las puertas se abrieron. Ella tragó de nuevo y esperó que pasara antes de seguirlo. Se volvió y pulsó el botón de la planta superior y respiró profundo mientras las puertas se cerraban. Ella estaba bien. Respiró hondo, se dijo que todo iba a estar bien. Cerrando los ojos, trató de imaginarse en un espacio más grande que la 42
  • 43. Club El Club de las Excomulgadas caja de metal pequeña y estrecha que ahora la levantaba varios pisos, dejando un gran eje vacío peligrosamente abajo para que cayeran cuando los cables se rompieran. Su corazón empezó a correr. No ayudó que pudiera sentir a Erik cerca detrás de ella, sólo un poco afuera a su derecha. Sus manos temblaban. Era una estupidez. No debería haber mencionado el ascensor. Debería haberle dicho que tendrían que tomar las escaleras. Levantó la vista y juró que podía oír el traqueteo de los cables del ascensor disminuyendo bruscamente más allá de un piso. Entonces, su peor pesadilla pasó. Se detuvo. Ella miró con ojos muy abiertos a las paredes del ascensor, tratando de sentir si Felicity Heaton - In Heat se seguía moviendo, desesperada por convencerse de que lo estaba haciendo. Ella sonrió con voz temblorosa por encima del hombro a Erik. "Esto sucede hace mucho," chilló ella y luego se aclaró la garganta, tratando de no dejarle ver su miedo. Dio un paso hacia ella, frío y sereno y al parecer no del todo molesto por el hecho de que estaban atrapados en una caja de metal opresivamente caliente a punto de caer en picado a una muerte prematura. Y todo lo que pudo pensar fue en besarlo, porque si iba a morir, quería saber lo real que se sentiría antes de irse. Moriría feliz entonces. Se sacudió, pulsando el botón de alarma, y luego dio un paso atrás. Un pequeño ruido chirriante escapó de su garganta. Él sonrió tranquilizador, como si hubiera visto lo asustada que estaba. 43
  • 44. Club El Club de las Excomulgadas "Va a moverse de nuevo pronto. Ya lo verás," dijo con voz profunda y tranquila. Ella asintió y se aferró a esas palabras y al sonido de su voz. Se calmó por un momento. Y entonces el elevador se movió. No fue tanto un movimiento sino como un estremecimiento. El metal se sacudió por encima de ella. Su corazón se aceleró a toda marcha. Su pecho se sentía apretado mientras luchaba por respirar con normalidad. Trató de jalar aire, pero sólo se le resecó la garganta, lo que le hacía imposible respirar. Miró a Erik, con los ojos muy abiertos, y todo su cuerpo tembló mientras el pánico le entraba. En cualquier momento, iban a morir. "¿Estás bien?", Dijo ladeando la cabeza, viéndose preocupado. Felicity Heaton - In Heat Ella asintió, pero luego se convirtió en una sacudida de cabeza. "No me gustan los ascensores." Se las arregló para apretar las palabras. Su voz sonaba increíblemente pequeña y apretada en sus oídos. "Deberías habérmelo dicho." Apretó el botón de alarma de nuevo. Varias veces. "Podríamos haber tomado las escaleras." Ahora era demasiado tarde, pensó. Se agarró a la pared cuando el ascensor se estremeció de nuevo. "Se queda atascado todo el tiempo", dijo más calmarse a sí misma que para informárselo a él. "Todo el tiempo. Siempre están los ingenieros saliendo para arreglarlo. Es tan viejo... probablemente tan antiguo como la construcción misma. Mierda." Su control sobre la pared se apretó y cerró los ojos, tratando de 44
  • 45. Club El Club de las Excomulgadas no pensar en la larga caída y el hecho de que iba a morir sin besar al hombre que estaba en el estúpido ataúd de metal con ella. "Oh, Dios mío... Oh mi Dios... Debería haber dicho algo. Siempre se quedaba atascado. Siempre. Oh Dios." Unas manos tibias estaban en sus hombros y ella saltó. Sus dedos se cerraron alrededor de ella, abrazándola, haciendo que su corazón latiera más rápido y su respiración empeorara. "Mírame, Kim." La voz de su llamado era baja y melódica, su tono diciéndole que dejara de lado su miedo y se anclara a él, que creyera en la calma que le hacía sentir. "Abre los ojos y mírame." Los abrió una fracción, sin poder hacer otra cosa que obedecerlo. Estaba inclinado, encorvado hacia abajo para que su rostro estuviera al nivel del suyo. Lo miró a los ojos, pidiéndole que hiciera que todo se fuera, para que se perdiera en ellos y olvidara el mundo a su alrededor. Tragó de nuevo. Tenía la Felicity Heaton - In Heat garganta tan seca. Reseca. Sintió que le colocaba los pulgares sobre los hombros. "Oye", suspiró y abrió los ojos un poco más. Sonrió. “Ahí estás. Mantente mirándome. ¿Entendido?" Ella asintió, deseando que la adrenalina inundara sus venas porque era la única razón por la que estaba temblando. Su control sobre ella se apretó y tembló al sentir el mismo. Cerró los ojos un poco, centrándose en el sentimiento de sus manos sobre ella. Podía moverse a su mundo de fantasía. Nada de esto existiría allí. Sólo estaría siempre él, en esa habitación. "Mírame", dijo él y ella volvió a abrir los ojos por completo. 45
  • 46. Club El Club de las Excomulgadas "Todo va a estar bien. Vamos a estar bien. Nada malo va a suceder. Va a moverse de nuevo en un minuto. ¿De acuerdo?" Ella asintió de nuevo. "No voy a dejar que nada te suceda. Respira". Se sorprendió cuando se alejó de ella, sus manos dejaron sus hombros. Trató de dar la vuelta para enfrentarse a él, presa del pánico que estaba de alguna manera desapareciendo, pero él la agarró de nuevo por los hombros y dio un paso detrás de ella. "Concéntrate en tu respiración," le susurró cerca de su oído. Su visión desenfocada fluctuó mientras sus dedos presionaban sus hombros, aplicando una presión suave a su tenso cuerpo. Ella cerró los ojos, su boca abriéndose mientras se perdía en la sensación del masaje sobre sus hombros. Felicity Heaton - In Heat No podía creer lo que estaba sucediendo. Tal vez se había movido en su mundo de fantasía, después de todo. En algún lugar la Kim real y Erik gritaban mientras el ascensor caía y se estrellaba contra el suelo, aplastando sus cuerpos. Pero aquí, en la fantasía de Kim estaba dándole un masaje en los hombros al Erik de ensueño, y lo sentía divino. Su pulgar presionaba con fuerza contra su espina, aflojándola y haciéndola querer fundirse en él. Quería inclinarse hacia atrás y sentir su cuerpo contra el suyo. La temperatura en el ascensor pareció elevarse, convirtiéndose en algo casi insoportable. Ella mantuvo su atención fija en él, dejando fuera los pensamientos de pánico y fingiendo que estaban de regreso en esa habitación. 46
  • 47. Club El Club de las Excomulgadas "Así es, simplemente relájate", dijo detrás de ella. Era tan fácil cuando estaba haciendo eso, sus expertos dedos deshaciendo todos los nudos dejándola líquida bajo su toque. Se sentía tan bien. Demasiado bien. Se dijo que era un cliente y esto estaba mal en muchos niveles, pero en el fondo de su corazón, no le importaba. "¿Te sientes mejor?" Sopló cerca de su oído. "Mmhmm.” Sonrió perezosamente, su corazón golpeando fuertemente contra su pecho. Ella se echó hacia atrás un poco para conseguir estar más cerca de él. Había muerto y había llegado al cielo. "Sigue respirando así. Lo estás haciendo muy bien." Felicity Heaton - In Heat Una gota de sudor le corrió por la espalda. Y sopló en su rostro, tratando de que se enfriara. Fue increíblemente caliente. Sus dedos se movieron a los botones de su camisa blanca almidonada y desabrochó un par, desesperada por un poco de alivio. Ella jadeó en silencio cuando sus manos se movieron, la piel de sus dedos acariciando su piel desnuda mientras le quitaba la camisa por sus hombros lo más que podía. Ella se mordió los labios y frunció el ceño ante la sensación de sus manos sobre ella, las palmas de las manos y su masaje, tentador y jugando con ella. Su estómago se apretó, aleteando con deseo, con hambre de él. Apretó los muslos, el humedecimiento en sus bragas. Demasiado caliente. 47
  • 48. Club El Club de las Excomulgadas Abrió los ojos y vio ascensor. El pánico se alzó dentro de ella otra vez, aplastando la calma y haciéndola sentir aún más caliente mientras las paredes parecían cerrarse unas pulgadas. "No se puede respirar", susurró con lo que su mano iba a su garganta. "Demasiado caliente... no puedo respirar." "Cierra los ojos Kim", dijo, su voz aún fresca y serena. "Concéntrate". Ella lo hizo, cerró los ojos con fuerza y voluntad propia para centrarse en sus manos. La forma en punta de sus dedos presionados en su carne la hizo sentir dolor por dentro, y la forma en que sus pulgares rozaron su espalda desnuda haciendo que sus rodillas quisieran doblarse. Un escalofrío la recorrió cuando quitó el pelo de su cuello con una mano, sus dedos apenas acariciándola mientras con la otra mano seguía aflojándole los hombros. Otra ola la hormigueó, repartida cuando explotó contra su cuello, Felicity Heaton - In Heat refrescándola. La piel de gallina levantó sus cabellos y sus pezones se elevaron. Podía sentirlo cerca detrás de ella, casi tocándola. Sopló en su cuello y ella suspiró. Era tan frío, pero la hacía quemar en el interior. Definitivamente había muerto y se ha ido al cielo. El ascensor se sacudió y tarareó mientras empezaba a moverse de nuevo. Erik miró a Kim y lentamente quitó sus manos cuando ella se volvió hacia él. Su expresión de asombro con ojos abiertos no hizo nada para aliviar la culpa que sentía sobre sus acciones. Había sido tan vertiginoso tocándola, perdidos en su momento íntimo robado, que se había olvidado de sí mismo y donde estaban. Esto no era su sueño. Este era el mundo real y si cometía un error aquí, podía perderla para siempre. 48
  • 49. Club El Club de las Excomulgadas Dio un paso atrás, dándole un poco de espacio mientras ella se abotonaba la camisa de nuevo y veía a todas partes, excepto a él. Quería decir algo, pero no tenía las palabras adecuadas. Jugó con su chaqueta, alisando la misma de la manera que había jugado con la camiseta de manguito de ayer. Deseaba que saber lo que ella estaba pensando. Todo lo que quería era una señal de que no había arruinado las cosas. El problema era que ella estaba tan tentadora en este momento, que sus instintos le hacían actuar precipitadamente. Eso y su hermano. Quería gruñir cuando pensaba en la manera en que Alistair había coqueteado abiertamente con ella. Alistair lo sabía. Si lo intentaba, sería capaz de sentirla tan claramente como él lo hacía. Kim era suya. Suya y únicamente suya. Felicity Heaton - In Heat El ascensor se detuvo y abrió de golpe las puertas. Observó a Kim salir y luego suspiró mientras la seguía. Tenía que pensar en una manera de hacer las cosas adecuadamente entre ellos de nuevo. Maldiciendo a su hermano por hacerle actuar de la manera que lo había hecho, siguió a Kim a un estrecho tramo de escaleras y luego hacia afuera sobre la azotea. El aire frío lo bañó, llevándose algo de su tensión. Cerró los ojos para sacar el máximo provecho del sentimiento. Era tanto su alivio después de la cercanía en el elevador. Dio una breve mirada a Kim y después caminó a lo largo de la azotea. El conjunto de Londres se exponía delante de él, brillando por el calor. El sol caía a plomo, calentándole la espalda mientras caminaba. No sabía por qué había pedido un lugar para fumar. 49
  • 50. Club El Club de las Excomulgadas No fumaba. Su hermano se había conducido como un loco por atreverse a hablarle a Kim y él se sintió obligado a alejarla de él. Fumar parecía la excusa más sensible. No pensaba que regresar a la habitación y anunciar que le gustaría pasar algún tiempo a solas con su compañera habría sido bien recibido. La miró a través la azotea.. Estaba todavía de espaldas a él, la brisa que soplaba movía su pelo alrededor y hacía que le bailara la ropa. Se preguntó lo que estaba viendo y caminó hacia ella. Manteniendo la distancia, se quedó en el lugar en que estaba. Era la Torre BT. Ella lo miró por encima del hombro, su expresión seguía estando un poco sorprendida y confusa. Su boca se abrió un par de veces, pero no dijo nada. Tal vez no sabía qué decir tampoco. Dándole un poco de espacio, se paseó a lo largo del techo otra vez tratando de Felicity Heaton - In Heat aclarar su mente y encontrar una forma de disculparse con ella y arreglar las cosas. Él respiró hondo y suspiró mientras se dirigía de nuevo hacia ella. Ella se acercó más al borde y miró hacia abajo, a la calle. Él miró allí, viendo los autobuses rojos y los taxis negros luchando por el dominio. La gente parecía pequeña. Un coche de policía aceleró, sus sirenas cortando el calor sofocante y llegando hasta ellos. "Aléjate de la orilla Kim," dijo él y ella lo miró. "Me inquieta." Ella se alejó y luego frunció el ceño. Volvió a mirar la orilla y luego hacia abajo, a sus pies. Conocía sus pensamientos ahora. Ella obedeció sin siquiera pensar en ello. Todo era tan confuso para ella ahora mismo. 50
  • 51. Club El Club de las Excomulgadas "Lo siento por cómo actué. Me pasé de la raya", comenzó él y luego se pasó la mano por el pelo. El pelo en la nuca de su cuello estaba empapado de nuevo. No era el único que había estado recibiendo demasiado calor en el ascensor. Ella le lanzó una mirada que decía que tenía su atención. “Normalmente no soy así con las mujeres." La atención de ella volvió a la ciudad. "Me gustaría saber cómo eres normalmente entonces, Erik." Perfectamente se hizo eco de sus palabras de ayer. Él se sorprendió de que ella se hubiera acordado de ellas. "Más profesional", dijo con una sonrisa. Ella lo miró de nuevo, a la derecha de sus ojos, sus marrones cálidos ojos en Felicity Heaton - In Heat busca de una explicación. "¿Qué dice el párrafo 157?", Dijo de la nada. Lo agarró con la guardia baja y frunció el ceño. Se había olvidado del maldito contrato y la cláusula que le había llamado tanto la atención en algo que no entendería. Miró la ciudad. El sol ya estaba empezando a bajar. En pocas horas, estaría oscureciendo. "Ven a cenar conmigo", dijo sin mirarla. La sintió acercarse y su mirada se movió a donde ella estaba de pie. "¿Permitirías eso? ¿Para que pudiera pedirte disculpas bien?" Ella negó. "Eso realmente no es necesario." 51
  • 52. Club El Club de las Excomulgadas Levantó una ceja, preguntándose si la cena no era necesaria o la disculpa de él. ¿No tenía él que disculparse por algo? Claro, la había olido tan excitada y sentido el hambre en ella tan primitiva como la suya propia, pero había tomado ventaja de su pánico. "Insisto," dijo él, acercándose a ella. Ella no se apartó. Se quedó mirándolo a los ojos. Maldita sea era hermosa. La cálida luz del sol bañaba su piel, convirtiéndola en oro y brillantes. Tenía los labios rosados y sus mejillas estaban rojas por el calor. Sus pupilas estaban dilatadas mientras lo miraba. Podía sentir el deseo en ella, sabía que quería rendirse a él y decir que sí. "Realmente no puedo", dijo con voz tensa. "Usted es un cliente". "Podemos hablar sobre trabajo y nada más, sólo de éste párrafo." Él dio otro paso hacia ella. Felicity Heaton - In Heat Ella respiró profundo. Podía ver la indecisión en sus ojos. Se sentía como el diablo, tentando con su pecado, en lugar de hacerla salir para que cenara con él. "¿Qué significa?", Dijo con la incertidumbre en sus ojos cada vez más llenos de curiosidad. "Sé que este contrato está destinado a ser sin preguntas, pero puedo sentir que hay algo malo en él." "Ven a cenar y te lo explicaré." Ella abrió la boca. La puerta de la azotea se abrió con un chirrido y apareció Simón. Caminó rápidamente hacia ellos. La atención de Kim fue robada por él, pero Erik notó que no se veía aliviada de ser rescatada por su amigo. 52
  • 53. Club El Club de las Excomulgadas "Gracias a Dios que estás bien. Me enteré de lo del ascensor ¿Te encuentras bien?", dijo Simón cuando se volvió para hacer frente a él. Ella asintió y Erik notó que su mirada cambió todo para él. "El Sr. Blackwell fue maravilloso. Realmente se hizo cargo de mí." "Es bueno saberlo. Alistair Blackwell dio por terminado el día. Dijo algo sobre una reunión breve después de que recibió una llamada que sonó como una mujer caliente." Simón sonrió. Erik frunció el ceño. Nadie como su hermano para tomar algo en serio excepto a las mujeres. "¿Quieres que te lleve a casa? No querrás irte en metro hoy. Estará terriblemente caliente." Simón la tomó del brazo, señalando hacia la puerta mientras sus ojos recorrían a Kim. Felicity Heaton - In Heat El corazón de Erik se hundió cuando Kim se alejó, dejando que Simón la escoltara por la espalda hacia la puerta. Miró hacia él mientras la alcanzaba, dándole una pequeña sonrisa. Él supo lo que significaba. Si hubieran tenido un poco más de tiempo a solas, podría haberla convencido de cenar con él. La puerta se cerró. Él la miró un momento. Un fin de semana lejos de ella, y ahora con Alistair husmeando. Cerrando los ojos, echó la cabeza hacia atrás y rugió al cielo. 53
  • 54. Club El Club de las Excomulgadas Capítulo 6 El escalofrío que bailó por la espalda de Kim hizo que se parara en la escalera. Miró hacia atrás, a la puerta por encima de ella, la que llevaba al piso inferior de la azotea. Juró que había sentido algo, o escuchado algo que venía desde allá arriba. Algo que le había hecho a su vez sentir dolor de estómago y de corazón. Sacudiéndolo, se dijo que era ridículo. Era sólo la culpa por dejar de pie a Erik en la azotea como lo había hecho. No supo qué más hacer. Unos segundos más a solas con él y habría estado de acuerdo con su propuesta de la cena. Hubiera querido haberlo hecho. Su sentido luchó con su corazón, diciéndole que había hecho lo correcto. Él era un cliente. No podía involucrarse con él, no importaba cuán interesado en ella pareciera. Felicity Heaton - In Heat Su corazón le preguntó qué era lo peor que podría venir de ser atrapada con él. Habría perdido su trabajo con certeza, pero habría valido la pena por un solo y lento beso de él. "¿Algo está mal?" La voz de Simón la sacudió de sus pensamientos. Ella sonrió y comenzó a caminar por las escaleras de nuevo, todavía no del todo capaz de superar lo del ascensor o incluso la azotea. No lo había creído cuando Erik comenzó pidiéndole disculpas. Si hubieran estado atrapados en el ascensor mucho más tiempo, habría sido ella la que tendría que pedir disculpas. Había estado a una fracción de segundo de distancia de girarse y besarla. Había preguntado si le gustaba el calor. Había tanto calor viniendo de él, y saliendo de ella cuando la tocó, que se podían sentir más calientes que el sol. A ella le gustaba el calor. Su calor. 54
  • 55. Club El Club de las Excomulgadas No escuchó a Simón mientras caminaba por las escaleras, sus pensamientos se mantuvieron firmes con Erik. ¿Por qué no, habría aceptado su oferta? Podrían haberse mantenido estrictamente en los negocios y ella no se habría sentido ahogada en su apartamento viendo la televisión sola esta noche. Sentada frente a él toda la noche hubiera sido nada menos que un sueño. Ella sabía que no había ninguna posibilidad de aceptar ahora. Incluso si lo veía en la sala de reuniones cuando pusiera sus cosas, habría otra gente alrededor. No podía caminar hasta él y decirle que le encantaría ir a cenar y que si le importaría mucho si la servían sobre su cuerpo desnudo y que todo lo que estaba autorizado a utilizar era su boca Simón abrió la puerta para ella cuando llegaron al primer piso. Ella sonrió mientras caminaba junto a él y luego parpadeó cuando se encontró cara a cara con Erik en la puerta del ascensor cuando éste se abrió. Felicity Heaton - In Heat Él sonrió, pero no lo mostró en sus ojos. Estaban oscuros y vacíos. Ella lo vio caminar por el pasillo, tomando nota de su constitución y lo caliente que se veía incluso desde la parte posterior. Él desapareció en la sala de reuniones y suspiró, sus hombros temblorosos. "Estás definitivamente fuera con los espíritus", dijo Simón, mientras la sobrepasaba. Le volvió a mirarla con una sonrisa aún pegada a su cara. Ella se encogió de hombros y mintió sin pestañear. "La cena de anoche con mis padres. Sabes que siempre me agota." Sonaba como una excusa perfecta para su actual miserable estado de ánimo. ¿Por qué no había dicho que sí? Prácticamente le había rogado cenar con él. Ningún otro hombre en el planeta le había incluso pedido que cenaran, y mucho menos le había suplicado. 55
  • 56. Club El Club de las Excomulgadas Ella fue directamente a la sala de reuniones y agarró su bolso, sin atreverse a mirar a Erik. Él estaba cerca de ella mientras metía sus cosas en su maletín. Sería tan fácil para ella susurrarle sólo "sí" a él. Su corazón latía asquerosamente rápido en su garganta y antes de que se las arreglara para encontrar su voz, había salido por la puerta. Cerró los ojos un momento y se calmó. Probablemente era lo mejor. Realmente necesitaba este trabajo. La voz en su cabeza le dijo que lo necesitaba más. "¿Vamos?", Dijo Simón pasándose su bolsa por encima del hombro. Él seguía sonriendo. ¿Qué demonios hacía que sonriera todo el maldito tiempo? Ella asintió y lo siguió, contenta por el aire fresco cuando salió a la acera frente al edificio. Eso le levantó el ánimo un poco, haciendo que el mundo pareciera Felicity Heaton - In Heat un poco más brillante. Se dijo que vería a Erik el lunes y el martes. Y entonces estaría fuera de su vida. Frunció el ceño en la acera, mirando fijamente las marcas de ésta, mientras caminaba al lado de Simón hacia su coche. No podía permitir que Erik simplemente entrara en su vida de esa manera y luego desapareciera. Una puerta se abrió delante de ella y se dio cuenta de que habían llegado al coche de Simón. Le echó un vistazo. Era nada menos que un símbolo de estatus, un Jaguar XK rojo brillante. Siempre demasiado pulido, lo suficiente que podía verse a sí misma en él. Ella se miró a sí misma. ¿Qué vería Erik en ella? 56
  • 57. Club El Club de las Excomulgadas El pelo lacio le colgaba de los hombros, unos ojos apagados la miraron de vuelta. Pero tenía que haber visto algo en ella. La forma en que la había tocado en el ascensor. La suave caricia de sus dedos en su cuello y su aliento fresco jugando con su piel. Las palabras tranquilizadoras. El hecho de que él le había dicho que no permitiría que nada le sucediera. Todo ello la hizo creer que le gustaba, que veía algo que no era una llana mujer cerca de los treinta cuando la miraba. La bocina sonó y ella sonrió a Simón. Cayó en el asiento del acompañante junto a él, se abrochó el cinturón de seguridad y puso su bolso en su regazo. Se preguntó qué clase de coche conduciría Erik. Probablemente era negro. El negro era sensual. Felicity Heaton - In Heat A juzgar por la forma en que actuaba y se veía, el coche tenía que ser elegante, negro y sexy, y tendría que hacer un infierno de ronroneo. Simón encendió el coche. "Hombre, estás muy lejos hoy." Rió hacia ella y encendió la radio. Ella se movió un poco para poder oírse pensar, entonces miró por la ventana. "Simón", dijo mientras salían del flujo principal de tráfico. "¿Umm?" Se detuvieron en un semáforo. Un taxi trató de metérseles, utilizando el carril del autobús para saltarse la fila. Esperaba que las cámaras de tráfico hubieran capturado eso. 57