2. Durante la enseñanza media, algunos adolescentes pierden las ganas, el
interés, la fascinación necesarios para aprender. Es frecuente que en los
primeros años de la adolescencia, los jóvenes se quejen por los profesores o
por la tarea que tienen que hacer; que abandonen una actividad que en
algún momento disfrutaban; que muestren señales de aburrimiento o se
encuentren perdidos en la escuela.
Desde el punto de vista educativo, la motivación juega un papel muy
importante, porque constituye un factor que condiciona la capacidad para
aprender. En la motivación que un alumno llegue a tener desempeña un
papel fundamental la atención y el refuerzo social que del adulto reciba.
3. Satisfacer las necesidades y motivos de los estudiantes. Los estudiantes
aprenden mejor cuando tienen incentivos para satisfacer sus propios motivos para
para aprender. En este sentido puede ser útil que el profesor intente identificar las
necesidades de los estudiantes tanto aquellas de las que estos son conscientes como
de las que no... Imaginemos que antes de impartir un curso de matemáticas, física,
música, etc. el profesor dedicara algún tiempo a relacionar el valor de este
aprendizaje conectándolo con necesidades y deseos de los estudiantes; el incentivo
para aprender sería mucho mayor.
4. Hacer que los estudiantes sean participantes activos a la hora de aprender.
Estudiantes pueden aprender haciendo, construyendo, escribiendo, diseñando,
creando, resolviendo... La pasividad perjudica la motivación y la curiosidad de los
estudiantes. Haga preguntas... Anime a los estudiantes a sugerir aproximaciones a un
problema o a adivinar los resultados de un experimento...
5. La didáctica nos enseña a integrar y ordenar nuestros pensamientos para
poder transmitir los conocimientos al estudiante, de tal manera que los
entienda fácilmente y le permitan reflexionar sobre los contenidos.
Con el ejercicio didáctico, el docente también aprende a disciplinar su
pensamiento, sus conocimientos y saberlos comunicar mejor al educando.