2. Cualquier persona puede cometer errores
que producen ofensas en quienes le
rodean, y esas ofensas suelen llevar
aparejadas un sentido de culpa para su
causante.
Si la persona se desentiende de la realidad
ignorando la ofensa que ha producido, o
proyecta sin razón su culpa sobre los
demás eso solo sirve para provocar un
daño mayor.
El desconocer un error no remedia el mal
sino que profundiza más la herida
producida.
3. Para poder vivir felices, todas las
personas tenemos que dar y recibir
perdón.
Muchas veces sin quererlo ofendemos a
alguien y necesitamos recuperar la paz.
Para ello debemos aceptar nuestra culpa,
pedir perdón y reparar la falta cometida.
4. Sentirse culpable puede ser algo positivo
si nos lleva a reflexionar y a buscar
remedio.
Sentirse habitualmente inocente de todo
suele ser el síntoma de la acción del
orgullo.
No debemos ser cortos de vista con
nuestros errores y agudos con los de los
demás.
5. Perdonar y pedir perdón son cosas que
generalmente van muy unidas.
Es verdad que nos sentimos ofendidos,
pero también hay ofensas nuestras.
Porque los agravios suelen entrecruzarse
en una maraña muy compleja.
6. La vida es demasiado corta para
almacenar odio y rencor en nuestro
corazón.
Aunque sientas la tentación de recordar
la ofensa, debes ser capaz de superarla y
perdonar.
Además, muchas de las ofensas son
imaginarias y otras están magnificadas.
7. Sea lo que sea o con quien sea,
enfréntate a ello y trata de curar esa
herida.
Toma el teléfono. Escribe un email.
Busca un punto o un lugar de encuentro.
Memoriza unas palabras de
acercamiento y déjalas fluir
naturalmente. Pide perdón!
FUENTE: INTERNET