La historia trata sobre una ratoncita llamada Amy que sale una noche en busca de comida para sus crías a pesar del peligro. Es capturada por una lechuza llamada Sula, pero logra convencerla de dejarla ir prometiendo regresar en un mes para alimentar a los polluelos de Sula. Cuando llega el momento, Amy encuentra a una serpiente intentando comerse a los polluelos, así que distrae a la serpiente para salvarlos. Su valentía impresiona a Sula, quien le da piedras mágicas
1. La Ratoncita Valiente
José Acevedo Jiménez
Plácidos eran los días en el bosque, las liebres y otros pequeños mamíferos diurnos
jugueteaban en la planicie. Trataban de aprovechar al máximo los cálidos rayos del Sol, pues al
caer la noche otro reino imperaba. Era el tiempo de los depredadores.
Consciente del peligro que representaba salir de noche, Amy la ratoncita no tuvo otra opción
más que salir en busca de alimento para sus pequeñuelos.
-
No tengo miedo, no tengo miedo. – Se decía, mientras se deslizaba sobre las hojas secas
de los árboles en busca de alimento. Su plan era confundirse con las inertes hojas, pero
había pensado mal, su mortal enemiga la lechuza podía escuchar el sonido que la
ratoncita causaba al desplazarse por las hojas secas.
De pronto, sin previo aviso, Sula la lechuza se abatió sobre su presa capturándola con sus
poderosas garras.
-
No me comas, no me comas por favor. – Suplicó Amy.
-
Tu error te costará la vida, sabías del peligro que corrías al salir de noche y tomaste el
riesgo. Ahora no supliques por tu vida y afronta tu destino.
-
Por favor, libérame. No suplico por mi vida, suplico por la vida de mis hijos, son tan
pequeños e indefensos. Morirán si me comes.- Dijo la ratoncita mirando a la lechuza
con sus grandes y tristes ojos.
-
Está bien, te perdonaré la vida por ahora, pero cuando tus pequeños puedan valerse por
sí mismos deberás volver para poder devorarte. De no cumplir tu promesa, te aseguro
que regresaré y me comeré a todos tus hijos.- Terminadas las palabras, Sula liberó a
Amy próximo a la madriguera de la última y voló hacia la penumbra de la noche.
2. -
Gracias, gracias, cumpliré mi promesa. En un mes subiré hasta tu nido, para entonces
tus polluelos habrán dejado el cascaron y le serviré como sustento. Gracias, gracias,
cumpliré mi palabra. – Gritó la ratoncita al ver a Sula alejarse.
El tiempo pasó y el mes se cumplió, aquel día Amy se encontraba junto a sus hijos que alegres
jugueteaban fuera de la madriguera. Los últimos rayos de luz del astro rey se asomaban a la
tierra. Con voz firme, pero triste, Amy le dijo a Raúl, el mayor de sus hijos: - por favor, cuida de
tus hermanos. – Sin decir más nada, Amy se marchó a cumplir su promesa.
Ya era de noche cuando Emy llegó al árbol donde Sula había anidado. Estando en el suelo, alzo
su mirada y avistó el nido que se encontraba en lo más alto. Sin demorar empezó a trepar.
-
¡Auxilio, mamá, mamá! – escuchaba mientras se acercaba al nido. Agilizando el paso,
pudo ver una serpiente que se asomaba al nido para devorar a los indefensos polluelos.
-
Serpiente tonta, mira que hay que ser cobarde para intentar comerse a unos pequeños
polluelos indefensos aprovechando que su madre ha salido. Ven, anda y cómeme soy
mucho más grande. – Dijo la valiente ratoncita mordiéndole la cola a la serpiente.
-
Hoy estoy de buenas. No sólo comeré aves, también ratón. – Dijo la serpiente alejando la
cabeza del nido y volviéndose hacia Amy.
-
Acá estoy, acá estoy. – Vociferaba la ratoncita llamando la atención del reptil que fallaba
cada vez que intentaba atrapar a Amy con su boca. Amy distrajo a la serpiente por unos
minutos, dando tiempo suficiente para que Sula regresara al nido.
-
No te comerás a mis hijos. – Dijo Sula lanzándose sobre la serpiente y sujetándola con
sus fuertes garras. Aunque la serpiente tenía un tamaño considerable, Sula alzó vuelo
sujetando la serpiente y de lo alto dejo caer a la serpiente que al caer a la tierra se alejó
rápidamente.
-
¡Gracias ratoncita, de no haber sido por tu valor mis hijos no estarían vivos! pudiste
escapar con tu familia, pero has cumplido tu promesa mostrando gran valor. – Expresó
Sula.
-
Tú también eres muy valiente, muchos pueden pensar que ser compasiva es cosa de
débiles, pero la compasión es una cualidad que sólo los verdaderamente fuertes poseen.
Es cierto que pude correr y escapar con mis hijos, pero mi palabra no valdría nada.
3. -
Por tus actos no sólo te perdonaré la vida, te daré estas cinco piedras de búho. Con ellas
podrán salir sin temor en las noches, al brillar en la oscuridad los de mi especie
reconocerán la señal y no les harán daño, por el contrario serán protegidos. – Dijo Sula
entregándole a Amy cinco piedras brillantes. Luego Sula llamó con un silbido a otra
lechuza que rondaba por el lugar, Amy se montó sobre la lechuza y juntas volaron
hacia el hogar de la ratoncita valiente.