El documento habla sobre los dones espirituales. Explica que Dios otorga dones a cada miembro del cuerpo de Cristo para que sirvan. También describe que al ejercer los dones recibidos con humildad y para edificar a otros, es posible que Dios conceda más dones. Finalmente, señala que aunque no existe una forma de identificar los dones de cada uno, es posible utilizarlos correctamente presentando el cuerpo a Dios como sacrificio y renovando la mente con humildad.
1. Descubriendo Tus Dones Espirituales
Pero el caso es que Dios ha
colocado a cada uno de los
miembros en el cuerpo como Él
quiso. (1Co 12:18 BTX)
Los dones son una facultad espiritual que nos ha sido otorgada en forma milagrosa e inmerecida,
para promover el crecimiento espiritual y el desarrollo del carácter de los creyentes.
Cuando se menciona la frase “dones espirituales”, inmediatamente viene a nuestra mente el
capítulo de 1 Corintios 12, ciertamente este es probablemente el pasaje bíblico más conocido en
relación al tema de los dones espirituales, sin embargo no es el único, también tenemos Romanos
12:3-8 y efesios 4:11. En el presente estudio, seguiremos al apóstol Pablo en su exposición a los
Romanos.
Ken Hemphill define un don espiritual como “una manifestación individual de la gracia del Padre
que te permite servirle y por lo tanto jugar un papel vital en Su plan para la redención del mundo.
“Peter Wagner define un don espiritual como “un atributo especial dado por el Espíritu Santo a
todos los miembros del Cuerpo de Cristo de acuerdo a la gracia de Dios para su uso en el
contexto del Cuerpo.”
El apóstol Pablo nos enseña en la primera epístola a los Corintios capítulo 12 y versículos 28 al
31, que el Espíritu Santo es quien elige los dones, y por supuesto los otorga diferentes a cada
miembro de la iglesia, según la función que cada uno deba desempeñar, en el caso particular de
Corintio, sus miembros estaban fascinados con el don de lenguas, en el versículo 2 de este
capítulo 12, el apóstol les recuerda a los Corintios que antes de convertirse al Dios vivo, se
dejaban arrastrar hacía los ídolos mudos al templo local de la diosa Afrodita, en donde hablaban
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2. en lenguas cuando eran poseídos por demonios, finalmente les recomienda en 1_Cor_12:31 que
“anhelen” mejores dones.
Anhelen es la traducción de la palabra griega zĩlos, que literalmente significa: ardiente (hirviente)
deseo por algo, entendiéndose que tal deseo puede ser bueno o malo. En este caso particular el
desear ardientemente los mayores dones es bueno. Pero esperen un momento, ¿acaso no dijo el
apóstol anteriormente en 1_Cor_12:11 que los dones los reparte a su voluntad el Espíritu Santo?
¿Y ahora dice que anhelemos lo mejores dones? ¿Acaso no se está contradiciendo? De ninguna
manera, ambas están en perfecta armonía con la revelación bíblica, no desespere, pronto
hablaremos de esto.
En el capítulo 12 de la primera epístola a los Corintios (no de los Corintios) encontramos lo
siguiente:
1. Que los dones son repartidos por el Espíritu Santo a Su voluntad v.11
2. Que hay variedad de dones v.28
3. Que existen diferentes grados de dones. v.28
4. Que tenemos la posibilidad de que se nos otorguen más dones v.31.
5. Que posteriormente tenemos la oportunidad de pedir los dones que deseamos para
edificación de la iglesia v.31.
6. Que los dones son buenos, pero únicamente si son ministrados en amor v.31, y
1Cor_13:1-2.
En relación al punto número 5 de la lista anterior, encontramos en la primera epístola a Timoteo
4:14 y en la segunda epístola a Timoteo 1:6 que el apóstol instruye a Timoteo a que ejercite el
don que recibió en el momento en que fue ordenado, notemos que este regalo es distinto al que
recibió cuando nació de nuevo. Entiendo que el apóstol Pablo junto con otros ancianos durante la
ceremonia de ordenación de Timoteo, proclamaron bajo la influencia del Espíritu Santo, un don
espiritual que Timoteo tendría como una habilidad para su ministerio futuro, ambos versículos
indican que Timoteo tenía la responsabilidad de ejercitar ese don para avivarlo.
La parábola de Las diez Minas allá en Lucas 19:11-27 tiene aplicación al tema que nos ocupa.
Allí encontramos que “Un hombre noble se fue a un país lejano, para recibir un reino y volver. Y
llamando a diez siervos suyos, les dio diez minas, y les dijo: Negociad hasta que venga.”
Notemos que entregó la misma cantidad a todos los siervos, esto quiere decir que a todos les dio
las mismas oportunidades (diez minas) y responsabilidades (negociad hasta que venga), se
marchó, y les dejó usarlo como mejor les pareciera, sin imponerles ninguna condición. Se los
dejó a su criterio. Así es como Dios se porta con nosotros.
Por supuesto esto era una prueba para ver si sus siervos eran de fiar en las cosas pequeñas. ¿Y
qué fue lo sucedió con estos siervos cuando su señor regresó?
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3. “Aconteció que vuelto él, después de recibir el reino, mandó llamar ante él a aquellos siervos a
los cuales había dado el dinero, para saber lo que había negociado cada uno. Se presentó el
primero, diciendo: Señor, tu mina ha producido diez minas más. Él le dijo: Está bien, buen
siervo; por cuanto en lo poco has sido fiel, tendrás autoridad sobre diez ciudades. Vino el
segundo, diciendo: Señor, tu mina ha producido cinco minas. Y también a éste dijo: Tú también
estarás sobre cinco ciudades.”
Todos los siervos que obedecieron a su señor obtuvieron rendimiento de lo recibido, diferentes
rendimientos por cierto, pero no por ello su señor reprende a quienes obtuvieron menos, sino que
a todos los felicita y los recompensa.
Pero el premio no fue que se les dejara sentarse tranquilos para no hacer nada. Uno se encontró a
cargo de diez ciudades, y otro de cinco. La recompensa por un trabajo bien hecho es más trabajo.
El mayor cumplido que se le puede hacer a una persona es darle mayores responsabilidades. La
gran recompensa de Dios al que ha satisfecho la prueba es más confianza. El mismo Cielo no se
nos presenta como una jubilación; porque se nos dice que «sus siervos le servirán» (Apo_22:3).
Así es, si le somos fieles poniéndonos a trabajar nos premiara con más dones, incluso de acuerdo
al apóstol Pablo en 1_Cor_12:31 tenemos la oportunidad de pedir el don que deseamos, en la
medida que nos deleitamos en Dios, Él nos concederá los deseos de nuestro corazón (Salmo 37:4-
5) y esto incluye el equiparnos con dones para servirle más eficientemente, lo que nos dará
propósito y satisfacción.
Pero, no todos obedecieron: “Vino otro, diciendo: Señor, aquí está tu mina, la cual he tenido
guardada en un pañuelo”, por supuesto se presentó con las debidas excusas, a veces se justifica el
descuido o la ineptitud en los asuntos ordinarios pretendiendo que «se está por encima de esas
minucias.» Pero Dios no, y es precisamente en esos deberes rutinarios en los que está probando a
los hombres.
Resumamos lo tratado hasta aquí, al nacer de nuevo somos bautizados por el Espíritu Santo y nos
otorga un don (el momento exacto no se nos revela) conforme a Su voluntad, y al igual que la
parábola de las minas, si ponemos a trabajar ese don y lo hacemos rendir (edificando a otros), la
recompensa será que El Espíritu Santo nos dará más responsabilidades (a quienes hicieron rendir
las minas, los puso como gobernadores de ciudades), esto significa que quienes ejerciten en amor
el don que el Espíritu Santo le haya otorgado, se tiene la oportunidad de más dones, y con la
posibilidad de elegirlo (1_Cor_12:31)
Llegado a este punto, posiblemente me dirían, bien hermano, ya entendimos esa parte, ¿pero
cómo identifico mí don espiritual? ¿Es posible saberlo? ¿Cómo quiere el Señor que le sirva?
¿Qué es lo que puedo hacer para la obra de Dios?
Estimados hermanos, la Biblia NO enseña cómo identificar nuestros dones espirituales.
¿Sorprendido? Pues ya somos dos, No existe una fórmula mágica o examen espiritual que pueda
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4. decirnos exactamente cuáles son nuestros dones espirituales. Las Sagradas Escrituras enseñan
cómo se han obtenido, en qué consisten, como usarlos, pero no se nos dice cómo identificarlos.
Pero ello no significa que no existe una forma de saberlo, los invito a continuar leyendo.
Así que, hermanos, os exhorto por las misericordias de Dios que presentéis vuestros cuerpos
como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro servicio racional1
. No os adaptéis
al mundo2
, sino sed transformados por la renovación de la mente, para que comprobéis cuál es
la voluntad de Dios: Lo bueno, lo aceptable y lo perfecto. Ordeno pues, por la gracia que me fue
dada, a cada cual que está entre vosotros, que no piense más altamente de lo que debe pensar,
sino que piense con sobriedad3
, según la medida de fe que Dios dio a cada uno. Porque así como
en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la misma función;
así los muchos somos un cuerpo en el Mesías, y cada uno, miembros los unos de los otros. De
manera que teniendo diferentes dones, según la gracia que nos fue dada, si es de profecía, úselo
según la analogía de la fe; si diaconado, en el servicio; el que enseña, en la enseñanza, el que
exhorta, en la exhortación; el que comparte, con generosidad; el que cuida de los demás, con
diligencia; el que hace misericordia, con alegría. (Rom. 12:1-8 BTX)
1. El apóstol describe este sacrificio como un logiké latreía = servicio inteligente a Dios por
medio de la razón humana. Debe diferenciarse de treskeía = culto Col_2:18-23.
2. Mundo (literalmente edad) se emplea aquí para denotar la sociedad o el sistema que el
hombre ha edificado para hacerse a sí mismo feliz sin Dios.
3. Lit. para ser cuerdo.
En este pasaje encontramos que el apóstol Pablo nos revela el proceso para poder usar los dones
espirituales (no como identificarlos), sin lugar a dudas, a todo hijo de Dios el Espíritu Santo le ha
otorgado uno o más dones, pero dichos regalos podríamos usarlos incorrectamente, o al no
ejercitarlos los ponemos a disposición de quien nos lo dio.
¿Es posible utilizar un don incorrectamente? Sí; podría pensar que mi don es superior al de los
demás, y ello me llevaría a sentirme más valioso que los otros miembros de la iglesia, ello traería
orgullo, confusión y desorden en la obra de Dios. ¿Y cuál es el proceso para poder usarlos
efectivamente para la gloria de Dios? Pues bien; el proceso es el siguiente:
1) Presentar todo nuestro ser a Dios en adoración.
a. En sacrificio vivo vv.1-2.
b. Renovando nuestra mente.
2) Ser Humildes vv.3-5.
a. Pensando de ti con cordura.
b. Funcionando con los hermanos como miembros del cuerpo de Cristo.
3) Utiliza tus dones para la gloria de Dios.
a. Te han sido dados por gracia.
b. Debes usarlos correctamente
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5. 1) Presentar todo nuestro ser a Dios en adoración.
Así que, hermanos, os exhorto por la gran misericordia de Dios que presentéis vuestros cuerpos
como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro servicio racional. No os adaptéis al
mundo, sino sed transformados por la renovación de la mente, para que comprobéis cuál es la
voluntad de Dios: Lo bueno, lo aceptable y lo perfecto. (Rom_12:1-2 BTX)
Lo primero que me llama la atención, es la exhortación del apóstol, esta palabra es la traducción
del vocablo griego Parakalô, el cual expresa una apelación o exhortación a actuar, era usado en
el vocabulario militar para infundir animo a los soldados que estaban a punto de entrar a combate,
es apremiar a alguien para que siga un curso de conducta; siempre en anticipación, mirando al
futuro.
Por tanto; más que un ruego, lo que hace el aposto Pablo es una exhortación a los creyentes a que
consideren “las misericordias de Dios”, es decir; que reflexionemos seria y devotamente las
misericordias de Dios (El plural es una forma hebrea que expresa la abundancia de la
misericordia), tal como ha sido expuesta en los capítulos del 1 al 11 en esta epístola a los
Romanos. Que por toda la compasión y piedad que nos ha demostrado al proveer todo lo que el
hombre necesita para la salvación cuando estábamos condenados, perdidos en nuestros delitos y
pecados, haciendo lo que era agradable a nuestra naturaleza corrompida. Entregó a su Hijo a la
muerte para que podamos ser salvos por Él, y lo único que nos pide es que recibamos a Jesucristo
como nuestro Señor y Salvador, que creamos el evangelio:
«Además, hermanos, os declaro el evangelio que os prediqué y que recibisteis y en el cual
también estáis firmes; por el cual también sois salvos, si lo retenéis como yo os lo he predicado.
De otro modo, creísteis en vano. Porque en primer lugar os he enseñado lo que también recibí:
que Cristo murió por nuestros pecados, conforme a las Escrituras; que fue sepultado y que
resucitó al tercer día, conforme a las Escrituras; (1Co 15:1-4 RVA)
Dios es rico en misericordia, la cual posee en abundancia, estoy seguro que tiene que usar mucho
de ella para conmigo, aun para su pueblo rebelde Israel, el cual nuestro Señor salvará a su debido
tiempo, y todavía tiene suficiente para usar en usted, ello implica compasión, piedad, y la ternura
de Dios. Su compasión nunca falta. Y en respuesta a esa gran misericordia demostrada, lo menos
que podemos hacer los creyentes es presentar todo nuestro ser a Dios…
En sacrificio vivo
Así que, hermanos, os exhorto por la gran misericordia de Dios que presentéis vuestros cuerpos
como sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro servicio racional.
La forma verbal “presentéis” (parastisai) se usaba para expresar la presentación de los sacrificios
en el templo en el antiguo pacto o “AT”, la ley de Moisés establecía los pasos para presentar
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6. sacrificios en el templo, los sacrificios que allí se presentaban eran de animales que tenían que
morir y derramar su sangre como señal y símbolo de la sangre derramada del Cordero de Dios
que algún día seria derramada para el perdón de los pecados.
Dichos sacrificios no perdonaban los pecados, pero los cubrían (como al crédito), y señalaban la
necesidad del derramamiento de sangre para perdón de pecados, dichos sacrificios ya no son
necesarios, pues Jesucristo fue el Cordero de Dios que quito de una sola vez y para siempre el
pecado de todos quienes creen en Él; por ello; el apóstol nos indica que ahora que somos salvos,
el sacrificio que presentemos a Dios debe ser a nosotros mismos.
El Padre busca adoradores que le adoren en espíritu y en verdad (Juan 4:23). La adoración del
creyente es correcta cuando presenta todo su ser (todo su corazón, toda su alma, toda su mente y
todas sus fuerzas Mar_12:30) a Dios en sacrificio vivo (gr. Zisían dsosan: ofrenda viviente).
Eso iba en contra de la corriente del pensamiento griego de ese momento; para ellos lo que
importaba era el espíritu, el cuerpo no era nada más que un envase, una prisión despreciable y
vergonzosa.
Contrastando con ese pensamiento, el apóstol Pablo enseña que podemos y debemos adorar a
Dios con la totalidad de nuestro ser. El mismo Hijo de Dios se hizo hombre, tomando un cuerpo
humano para vivir y servir a Dios por medio de él. Así como Cristo se entregó a la voluntad de
Dios en su cuerpo y alma, así nosotros también debemos presentarnos a Dios y entregarnos a su
voluntad con todo nuestro ser.
Nuestro hablar y actuar deben estar en completa armonía, es un contrasentido el decir o pensar
una cosa, y nuestras acciones hacer lo opuesto. Hablamos de una adoración integral, completa
(Mar_12:30), entregada sin reservas a Dios, es decir; vivir en santidad, esa es la vida que es
agradable al Señor.
Dicha adoración, amplía el apóstol, es nuestro culto racional (gr. Logikós), es decir; una
adoración lógica, inteligente, razonable, que ofrece culto (gr. Latreía: servir a Dios como a Él le
agrada) a Dios, no solamente cuando asistimos a las reuniones de la iglesia, sino que involucra
todas las actividades de la vida diaria.
¿Acaso no tenemos otras necesidades que satisfacer como ser: comer, conversar, dormir, estudiar,
etc.? ¡Claro que sí! Sin embargo entendamos esto muy bien; absolutamente todo lo que hagamos
con nuestro ser, debemos hacerlo para agradar a Dios (Col_1:10), esa es la verdadera santidad
(gr. Agian: separado [entre los griegos, dedicado a los dioses], y por ello, en las Escrituras, en
su sentido moral y espiritual, separado del pecado y por lo tanto consagrado a Dios y su
servicio), ese es el culto inteligente que podemos ofrecerle y que le es agradable.
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7. Renovando nuestra mente
No os adaptéis al mundo, sino sed transformados por la renovación de la mente, para que
comprobéis cuál es la voluntad de Dios: Lo bueno, lo aceptable y lo perfecto. (Rom 12:2 BTX)
Pablo nos apremia a no adaptarnos a las formas de este mundo, o, como lo parafrasea Phillips:
«No dejen que el mundo los comprima dentro de su propio molde». La palabra que Pablo usa
para “adaptéis o conforméis” es sysjímatídsesze, de la raíz sjíma –de donde viene nuestra palabra
esquema-, que significa moldear una figura o forma exterior, que cambia con el tiempo y las
circunstancias.
El sjíma comprende la manera de vivir, acciones, etc., de la humanidad en general; en Flp_2:8 se
usa del Señor, en que fue hallado «en condición» de hombre, y significa lo que él era a los ojos de
los hombres, «el modo exterior y perceptivo total, y manera de su existencia, «Los hombres
vieron en Cristo una forma, un comportamiento, un lenguaje, una acción, un modo de vida
humano … en general el estado y las relaciones de un ser humano, de manera que en todo el
modo de su apariencia se dio a conocer a sí mismo como hombre y como tal era reconocido»
(Meyer).
Así, el sjíma de una persona no es el mismo cuando tiene 17 años que cuando tiene 70; ni cuando
está en el trabajo que cuando está de fiesta. Está cambiando constantemente. Por eso dice Pablo:
"No trates de estar siempre a tono con todas las modas y filosofía de esta era, de este mundo; no
seas como un camaleón, tomando siempre el color del ambiente”. Más bien transformémonos,
que significa cambiar la naturaleza esencial de algo o alguien. Así como una persona no tiene el
mismo sjíma a los 17 años que a los 70 años; sin embargo si tiene la misma morfe; que es la raíz
de la palabra metamorfoo de donde ha sido traducida la palabra “transformaos”.
Morfe nos habla de la esencia del ser de la persona que no cambia a pesar de que pasen los años:
puede tener 15 o 90 sigue siendo la misma persona. Entonces, ¿Qué quiere decirnos Pablo? Que
para adorar y servir a Dios necesitamos experimentar un cambio de nuestro interior. Ese cambio
consiste en la renovación de nuestra mente, para que ya no vivamos bajo el dominio de nuestra
naturaleza pecadora, sino bajo el dominio del Espíritu Santo, ya no una vida egocéntrica, donde
lo único importante es lo que quiero y deseo alcanzar (mis ideas, y mis planes), sino una vida
Cristocéntrica, donde lo importante es lo que Dios quiere hacer en mi vida.
Es por eso que el apóstol Pablo nos dice que debemos transformarnos (gr. Metamórfoisze:
cambiar en otra forma), Cuando nacemos de nuevo por medio de la fe en el Señor Jesucristo,
deberíamos abandonar las pautas mentales y los estilos de vida del mundo.
Fue Shakespeare quien dijo que el mundo era como un escenario y que cada persona debía actuar
(actor en griego es hipócrita) su parte. Pero, eso no es cierto en cuanto al creyente se refiere, debe
ser genuino (en oposición a ser un hipócrita) porque el Espíritu Santo está obrando dentro de él,
transformando su vida al renovar su entendimiento.
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8. Permitamos que el Espíritu Santo Transforme nuestra mente, nuestro entendimiento, aquella
facultad que Dios nos ha dado para entender y procesar el mundo que nos rodea, que sea
renovada, hecha de nuevo, ajustando su forma a la que Dios quiere.
Cuando nuestra mente es renovada, conformada a la obediencia a Cristo somos capaces de
comprobar por nosotros mismos la voluntad de Dios. El vocablo griego dokimazo se traduce
“comprobéis”, el diccionario de palabras de Vine nos dice lo que significa:
1) “someter a prueba”
2) “probar, examinar, comprobar”
3) “decidir” o “aprobar” después de examinar.
El escudriñar y obedecer la palabra de Dios constantemente en nuestras vidas, renueva nuestra
mente y ello nos permite comprobar que el Espíritu Santo, al haber sido «derramado sobre
nosotros», prosigue actuando para nuestra renovación, a fin de mantener por su poder el disfrute
de la relación a la que Él nos ha introducido por el nuevo nacimiento. El resultado de la
renovación constante de nuestra manera de pensar por el Espíritu Santo, es la comprobación o
verificación de la voluntad de Dios en nuestras vidas, no es únicamente la capacidad de distinguir
o discernir la voluntad de Dios sino de comprobarla en experiencia.
La voluntad de Dios se caracteriza mediante tres expresiones: buena, agradable y perfecta.
Buena: traducción del vocablo griego Agazós, Vine lo define como: «aquello que es
bueno, lit: «lo bueno», como siendo moralmente honorable, que agrada a Dios, y por tanto
beneficioso». Es buena en el sentido de que es lo mejor para los propósitos de Dios y, en
última instancia, beneficioso para nosotros mismos.
Agradable: del griego eyárestos (es el mismo término que aparece en el versículo
anterior para describir la ofrenda de nuestras personas a Dios) pues ello es lo que
complace a Dios.
Perfecta: del griego téleios que significa: «habiendo alcanzado su fin», y por tanto
completo, acabado, algunas veces traducido como madurez. Dios nunca se equivoca en lo
que él hace en nuestra vida y en lo que permite que ocurra en la vida de sus hijos.
Si deseas experimentar en tu vida la buena voluntad de Dios, servirle y adorarle como a ÉL le
agrada, necesitas experimentar una transformación, un cambio. Dicho cambio no sucederá
cuando empiezas a hablar como cristiano, o cuando escuchas más música cristiana, ni siquiera
cuando empiezas a servir o ingresas al discipulado.
Ese cambio solo es posible cuando tu mente es moldeada a la forma de la mente de Cristo,
permitiéndole al Espíritu Santo realizar esa obra en nosotros, y ello ocurre cuando empiezas a
alimentarte de la Palabra de Dios y obedecerla, cuando mora en abundancia en tu corazón es que
tu mente es transformada, entonces empiezas a ver las cosas como Dios las ve.
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9. Es cuando te gozas obedecer al Señor en cada área de tu vida. No estoy insinuando que
alcanzaras la perfección en la carne; pero si encontraras una nueva motivación para obedecer sin
reservas al Señor, y un nuevo agradecimiento a Dios por su misericordia y amor contigo.
Una persona llena de la Palabra de Dios no tiene excusas en sus labios, tampoco mentiras o
murmuraciones, una persona que está renovando su mente está ocupada en servir a Dios y en
agradarle.
Ahora bien, podrías estarte preguntando: todo eso está bien, ¿pero qué tiene que ver con los
dones espirituales? Bueno, estamos viendo la base y enseguida veremos cómo se va relacionando
con los demás aspectos que Pablo nos menciona aquí.
2) Ser humildes
Ordeno pues, por la gracia que me fue dada, a cada cual que está entre vosotros, que no piense
más altamente de lo que debe pensar, sino que piense con sobriedad, según la medida de fe que
Dios dio a cada uno. Porque así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los
miembros tienen la misma función; así los muchos somos un cuerpo en el Mesías, y cada uno,
miembros los unos de los otros. (Rom. 12:3-5 BTX)
Pablo, hablando por la gracia que le había sido dada a él como apóstol del Señor Jesús, inicia una
sección que trata sobre las relaciones dentro del cuerpo de Cristo y, en forma especial, la manera
en que los creyentes deben hacer uso de los dones.
Comienza diciendo que no hay nada en el evangelio que pueda alentar a alguien a tener un
complejo de superioridad. Enfatiza la importancia a ser humildes en el ejercicio de nuestros
dones, a respetarnos mutuamente, y a que reconozcamos que la diversidad de habilidades
contribuye a la unidad en el funcionamiento general del cuerpo.
A que nos demos cuenta de que cada creyente es singular y de que todos hemos sido dotados por
Dios con capacidades para el ejercicio de funciones que contribuyen al crecimiento y bienestar
del cuerpo, que todos tenemos una importante función que llevar a cabo para nuestro Señor.
A que nos sintamos felices en el lugar que Dios nos colocó en el Cuerpo, y a que ejercitemos
nuestros dones con toda la energía que Dios suple. La salud y el bienestar del cuerpo dependen de
un funcionamiento apropiado de cada miembro, es por ello, que todo creyente debe entender que
como parte del cuerpo, es individualmente miembro de otro creyente que también forma parte del
cuerpo (miembros los unos de los otros), y este también de otro, y este de…
Todo don que tengamos no es para nuestro uso egoísta ni para nuestra exhibición, sino para el
bien del cuerpo. Ningún don es autosuficiente, ni innecesario. Si reconocemos todo esto,
pensamos sobriamente. Y teniendo dones que difieren según la gracia de manera diferente a
distintos individuos, repartiéndoles diferentes dones. El vocablo “diferentes” del griego Diáfora
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10. que significa “que difieren”. Todos los dones pertenecen a la misma clase, es decir son jarîsmata
o “regalos de la gracia”, pero cada uno difiere del otro en su función.
La verdadera adoración a Dios se evidencia, se puede ver, no en cambio de apariencia física, en
un cambio de lenguaje o de modas; sino en algo tan sencillo como la comunión con los demás
hermanos. Si examinamos como nos relacionamos con los hermanos nos sorprenderíamos de lo
inmaduros que somos y lo poco que dejamos que el Señor gobierne nuestras vidas.
Pensando de ti con cordura
Ordeno pues, por la gracia que me fue dada, a cada cual que está entre vosotros, que no piense
más altamente de lo que debe pensar, sino que piense con sobriedad, según la medida de fe que
Dios dio a cada uno. (Rom. 12:3 BTX)
El apóstol Pablo conecta inmediatamente la vida de adoración a Dios con la manera como nos
relacionamos con quienes nos rodean. Observemos que el mismo apóstol no hace uso de su
posición o autoridad para explicar este punto sino que el mismo reconoce que lo que tiene es por
gracia de Dios. Él sentía que era el primero (el mayor) de los pecadores (1_Tim_1:15), indigno
del llamado y ministerio que tenía (1_Cor_15:8-10); aun así cumplía su labor con fidelidad y con
una perspectiva clara de quien era Dios, quien era él y quien eran sus hermanos: compañeros en
la batalla de la fe.
Este mandato de Pablo no solo está dirigido a los líderes, a los hermanos comprometidos, a los
pastores y maestros, sino también “a cada uno que esta entre ustedes” dice Pablo, este mandato
está dirigido a cada creyente y prestemos atención: No tengamos más alto concepto de nosotros
mismos que el que debemos tener, lo cual sería muestra de arrogancia y altivez,
sobreestimándonos con respecto a los demás.
Lo opuesto también es incorrecto, el tener un bajo concepto de nosotros mismos (autoconcepto)
es un menosprecio de lo que Dios nos ha dado y hecho en nosotros. Debemos pensar de nosotros
mismos con cordura, con prudencia, con una mente madura, sana, balanceada.
¿Y cómo podemos saber que nuestro pensamiento es maduro?
Por el grado de obediencia y confianza que tengamos para con Dios, tal como lo enfatiza el
escritor del libro a los hebreos en el capitulo11 y versículos del 4 al 40. Es por la calidad de
nuestra vida espiritual, alimentada por la Palabra de Dios, la que debe ser el fundamento de
nuestra manera de pensar y sentir.
¿Por qué debemos pensar con cordura? Para apartar la mirada de nosotros mismos y darnos
cuenta de que en el cuerpo de Cristo, todos somos miembros, con diferentes funciones y
actividades, pero que todos estamos unidos y vinculados, los débiles y los fuertes, los obedientes
y los que caen, los pastores y los recién convertidos, a todos se nos ha dado a beber del mismo
Espíritu (1 Corintios 12: 13) y somos parte del mismo cuerpo de Cristo.
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11. Todos hemos recibido una medida (del gr. Métron = porción) de fe por parte de Dios, y somos
responsables de hacerla crecer en nuestras vidas (como el grano de mostaza) como un
instrumento para realizar la buenas obras que Dios preparo de antemano para que las hiciéramos,
y la manera de acrecentarla es escudriñando constantemente las Escrituras y obedeciéndolas.
Funcionando con los hermanos como miembros del cuerpo de
Cristo
Porque así como en un cuerpo tenemos muchos miembros, pero no todos los miembros tienen la
misma función; así los muchos somos un cuerpo en el Mesías, y cada uno, miembros los unos de
los otros. (Rom 12:4-5 BTX)
Tenemos que tener claro que cada miembro tiene una función (gr. Prâxis: denota obra, acto,
función, transacción, hacer o practicar, un hecho cuya acción es considerada como incompleta y
en progreso), una actividad propia, realizada en base a los dones que el Espíritu ha repartido a
cada uno como Él ha querido (1 Corintios 12:11).
No estamos unidos únicamente a Cristo, sino que estamos unidos los unos a los otros, con
funciones específicas cada uno, pero con una meta en particular (Efesios 4:16): crecer a la
semejanza de Cristo, obedeciendo y sirviendo al Señor en la extensión de su reino.
¿Censuraremos al hermano porque no sirve de la manera que yo quiero que lo haga? ¿Son todos
evangelistas? ¿Son todos pastores? ¿Son todos maestros? ¡No! Cada uno tiene un papel y un
lugar en la obra de Dios y es importante que este allí. Hay solo una labor que todos debemos
realizar en el ministerio: ir y hacer discípulos conforme Cristo nos ha mandado; además de esto,
cada uno sirva a Dios conforme a sus dones y habilidades naturales o aprendidas,
perfeccionándolos y usándolos para la gloria de Dios.
Pero, ¿qué pasa si no quieres involucrarte? ¿Qué pasa si prefieres ocultar tus dones y enfocarte en
tu profesión, tu trabajo, tu diversión? No solo desobedeces a Dios, sino que privas al cuerpo de
Cristo de tus dones, que te fueron dados para la edificación del cuerpo de Cristo. Por eso, estamos
en contra de aquellos que usan y abusan de lo que han recibido, explotando y abusando de otros.
No somos gerentes, ni estrellas de cine, somos siervos de Dios, llamados a servirle y a bendecir a
los demás.
¿Qué hemos visto hasta aquí? que debemos presentarnos a Dios como sacrificio vivo, adorándole
a través de la renovación de nuestro entendimiento, viviendo en todo lugar y aspecto como para
Dios, sobretodo en la comunión con nuestros hermanos en la fe.
3) Utiliza tus dones para la gloria de Dios
De manera que tenemos dones que varían según la gracia que nos ha sido concedida: Si es de
profecía, úsese conforme a la medida1
de la fe; si es de servicio, en servir; el que enseña, úselo en
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12. la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que comparte, con liberalidad; el que preside,
con diligencia; y el que hace misericordia, con alegría. (Rom_12:6-8 RVA)
1. El vocablo griego aquí es ἀναλογία (analogía), según G. Kittel significa
“«correspondencia», «proporción». En Romanos 12:6 el don de profecía debe darse en
correspondencia con la fe, no como lo que se cree (cf. vv. 3, 6), sino como el creer mismo.
No puede haber ejercicio alguno de dones tales como el de curación si no hay fe, pero
puede haber un ejercicio inauténtico de la profecía (cf. 1 Co. 12:10; 14:29). De ahí el
recordatorio que el profetizar ha de hacerse en proporción a la fe de uno.”
Vine, citando a Cremer nos apunta el significado de esta palabra en el griego clásico: «la
relación correcta, la congruencia o concordancia existente o demandada en base de la
norma de las varias relaciones, no acuerdo como igualdad»
“Conforme a la medida de fe” se refiere a que debe haber una relación de reciprocidad entre la
función del don y la fe, es decir; no podemos funcionar correctamente si no existe un cohesión
entre nuestro creer y nuestro hacer, a mayor fe, mas útil le seré al cuerpo, ello implica responder a
los demás miembros de la iglesia según lo demandan las necesidades, considerando que mis
funciones son distintas, pero complementarias al resto de los miembros, cuando cumplimos
nuestra función adecuadamente, el cuerpo se desarrolla de acuerdo a la voluntad de Dios.
Este es el último paso para poder usar efectivamente nuestros dones espirituales, ¡usarlos! Un
momento, podría decir, pero si aún no tengo idea de cuál es mi don, ¿Cómo podré servir al
Señor?
La respuesta es simple y profunda al mismo tiempo: en la medida que sirvas y adores a Dios
según Su voluntad, te guiará y mostrará las obras que Él preparó de antemano para que las hagas,
si las haces, crecerás espiritualmente e iras viendo que hay tareas que te producen gozo, y te son
fáciles de realizar. Veras a tus hermanos como parte tuya, y estarás gozoso de bendecirles. No te
hará falta saber que tienes el don de misericordia, pues si estas en el camino de obediencia al
Señor y está en tu corazón llevar alegría, bendición y compartir con el que tiene necesidad, estas
ejerciendo el don sin necesidad de saber si lo tienes o no. El Espíritu Santo tiene un plan y
horario en la vida de cada uno de los creyentes, en el momento que Él considere que estás listo, te
revelará tú, o tus dones.
Adora a Dios, renueva tu mente, se Humilde, mira a tus hermanos en la fe como parte de ti
mismo (pues lo son), todo lo que eres, tienes y sabes ponlo al servicio de Dios, ora, evangeliza,
pues así es como ejercitas tus dones. Cuando menos te des cuenta ya estarás ejercitando tus dones
espirituales para provecho de los demás y para la gloria de Dios. ¿Qué cuál es tu don? ¿De veras
piensas que es importante saberlo si estas glorificando a Dios con todo tu ser? Aun así, hay
algunas cosas que debemos decir con respecto a los dones espirituales que vemos en este pasaje.
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13. Te han sido dados por gracia
De manera que, teniendo diferentes dones, según la gracia que nos es dada.
El vocablo dones (járisma: concesión espiritual, facultad milagrosa) tiene la misma raíz que
gracia (járis: bendición, bondad o favor inmerecido).
Para mí, los dones son una facultad espiritual que nos ha sido otorgada en forma milagrosa e
inmerecida, para promover el crecimiento espiritual y el desarrollo del carácter de los creyentes.
¿Qué tienes que no hayas recibido? 1_Cor_4:7.
Todos los dones vienen de Dios conforme a Su propósito, y forman parte del plan que Dios tiene
para cada uno de sus hijos, para usarlos conforme el desea, para la gloria de Su nombre
(YAHWEH). Él es el alfarero y nosotros simple barro en sus manos, permitamos que nos moldee
conforme a Su voluntad, “En una casa grande no sólo hay vasos de oro y de plata sino también de
madera y de barro, unos para los usos más nobles y otros para los usos más bajos. Si alguien se
mantiene limpio, llegará a ser un vaso noble, santificado, útil para el Señor y preparado para toda
obra buena. Huye de las malas pasiones de la juventud, y esmérate en seguir la justicia, la fe, el
amor y la paz, junto con los que invocan al Señor con un corazón limpio.” (2 Timoteo 2:20-22)
Si sabes que lo que eres y tienes es de gracia, no tienes por qué jactarte; pero sí debes esforzarte
en ser un instrumento útil, santificado para el Señor. Un médico que deja de actualizarse pronto
pierde vigencia, no está al día de los adelantos de su rama y pronto dejará de ser efectivo y no
podrá ser tomado en cuenta para labores de su profesión. Un astronauta realiza miles de horas de
aprendizaje, ensayo y práctica para permanecer unos cuantos días en órbita.
Un atleta entrena meses, absteniéndose de muchas cosas, exigiéndose, preparándose,
entrenándose para una competencia que en muchos casos dura únicamente unos pocos minutos, y
¿tú no te has de preparar para la obra del Rey de reyes y Señor de señores? Si eres un creyente
autentico, no te sentirás satisfecho dándole las sobras de tu tiempo, tú mente, tu corazón y tus
fuerzas ¿te atreverías ir al quirófano sabiendo que el cirujano que te operará aprobó sus materias
con la mínima nota exigida?
Sin embargo, cuantos hay que tienen la osadía de pararse detrás de un pulpito, guían personas, y
tienen en sus hombros la obra del Señor sin saber ni lo que dicen ni lo que hacen. Si los dones
que hemos recibido no los utilizamos conforme Dios ha dispuesto, nos pueden ser retirados por
quien nos los concedió (como el siervo que guardó la mina en un pañuelo), la gracia de nuestro
Dios es tan grande, que de lo recibido de Su mano le damos (1_Cr.29:14). Ante hechos tan
grandes e innegables solo nos resta junto con todos los ángeles que estarán de pie alrededor del
trono, con los ancianos y los cuatro seres vivientes. Postrarnos rostro en tierra, y adorar a Dios
diciendo: « ¡Amén! La alabanza, la gloria, la sabiduría, la acción de gracias, la honra, el poder
y la fortaleza son de nuestro Dios por las edades de las edades. ¡Amén!» Vea Apo_7:1-12.
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14. Debes usarlos correctamente
«… Si es de profecía, úsese conforme a la medida de la fe; si es de servicio, en servir; el que
enseña, úselo en la enseñanza; el que exhorta, en la exhortación; el que comparte, con
liberalidad; el que preside, con diligencia; y el que hace misericordia, con alegría. (Rom 12:6-8
RVA1989)
Roberto Hanna nos da una traducción que considero importante que leamos para un mejor
entendimiento de este pasaje: “Pero tenemos dones de gracia que difieren según la gracia que nos
fue dada, si el de profecía, (difiere) según la medida de nuestra fe, o el de servicio (difiere) en la
esfera del servicio, o el que enseña (ejerciendo-ἔχων- su don) en la enseñanza, o el que exhorta
en su exhortación, el que da (ejerciendo este carisma) con singularidad de propósito, el que
gobierna, con un profundo sentido de responsabilidad, el que muestra misericordia, con alegría.”
Demos una breve mirada a la Palabra de Dios con respecto a los dones espirituales, la lista no
cubre todos los dones; pues tiene el propósito de ser sugestiva, no exhaustiva. Hay más dones
especificados en 1 Corintios 12 y Efesios 4:11; pero por ahora vamos a centrarnos en estos para
poder comprender su significado y sobretodo como usarlos correctamente. Veamos entonces uno
por uno:
Profecía: Rara vez se menciona en el Nuevo Testamento en el sentido de predecir el futuro; más
corrientemente quiere decir proclamar la Palabra de Dios. En 1 Corintios 14:3 se nos dice que el
que profetiza habla para edificar, exhortar y consolar. En la iglesia primitiva, escribe Hodge, los
profetas eran «hombres que hablaban bajo la influencia inmediata del Espíritu de Dios, y
transmitían alguna comunicación relacionada con verdades doctrinales, con los deberes presentes,
con acontecimientos futuros, todo según pudiese ser el caso». Su ministerio nos ha sido
preservado en el NT. No puede haber adiciones inspiradas, proféticas, al cuerpo de doctrina
cristiana, por cuanto la fe ha sido entregada de una vez por todas a los santos (véase Judas 3). De
modo que en la actualidad un profeta es sencillamente alguien que declara la mente de Dios tal
como ha sido revelada en la Biblia. En ese mismo sentido dice Strong:
“Toda la profecía moderna que es cierta es tan sólo la renovada proclamación del mensaje de
Cristo —la proclamación y exposición de la verdad ya revelada en la Escritura.”
William McDonald hablando de este don dice: «Los que entre nosotros tengan el don de profecía
deberían usarlo conforme a la proporción de la fe. Puede que signifique «en conformidad a la
regla o norma de la fe», o, como traduce la BTX: según la analogía de la fe —es decir, en
conformidad a las doctrinas de la fe cristiana tal como se encuentran en la Escritura—. O puede
que signifique: «conforme a la proporción de nuestra fe» —es decir, hasta el punto en que Dios
nos dé fe—. La mayor parte de las versiones suplen aquí el término «nuestra (fe)», pero no se
encuentra en el original.»
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15. Me gusta la explicación que Vernon McGee da sobre este don: « la profecía que se menciona aquí
no quiere decir predecir, sino que se refiere a cualquier mensaje de Dios. Y si nosotros
profetizamos, tenemos que hacerlo en proporción, y esa es una expresión matemática. Dios suple
la fe y el poder para igualar el don.»
Si vas a profetizar la Palabra de Dios, prepárate: estudia los idiomas originales de la Biblia
(Hebreo, Arameo y Griego Koiné) escudriña Las Escrituras, conoce su contexto histórico,
aprende y aplica la hermenéutica, la crítica textual, la homilética, en fin; prepárate bien para
edificar la iglesia.
Servicio: Del griego diakonían, de donde viene nuestra palabra diácono; No se refiere al oficio,
deberes o funciones de un diácono (que es como se usa comúnmente en la actualidad). La
persona que tiene el don de servicio tiene un corazón de siervo. Ve oportunidades de servir, y las
aprovecha, diakonían+ se refiere a un ministerio de ayuda, de servicio, de socorro. Podemos ver
la necesidad de la Iglesia de quienes tienen este don en Hechos 6:3. “Escoged, pues, hermanos,
de entre vosotros a siete hombres que sean de buen testimonio, llenos del Espíritu y de
sabiduría, a quienes pondremos sobre esta tarea.” Notemos las tres cualidades espirituales que
debían tener quienes fueran escogidos (no elegidos por popularidad, y mucho menos a quienes se
auto propusieron), su función era colaborar en diversas necesidades de la iglesia. No todos
pueden predicar, pero todos podemos servir a nuestros hermanos en una gran variedad de tareas.
Enseñanza: es explicar la palabra de Dios y aplicarla a los corazones de sus oyentes. La
predicación sin enseñanza es de poca edificación para los oyentes; la enseñanza es vital para
poner las bases de la Palabra de Dios en las vidas de las personas. Evis Carballosa comenta sobre
este don: «el enseñador tiene una gran responsabilidad dentro de la iglesia. El apóstol Santiago
reconoció esa responsabilidad en Santiago 3:1. Quienes utilizan 1_Juan 2:27 para decir que no
se necesitan maestros porque tienen al Espíritu Santo están totalmente errados, puesto que Dios
ha dado a la Iglesia el don de la enseñanza y ha preparado a enseñadores para que la ejecuten».
El apóstol Pablo nos da la meta de la enseñanza bíblica en Colosenses 1:28:
«A este Cristo proclamamos, aconsejando y enseñando con toda sabiduría a todos los seres
humanos, para presentarlos a todos perfectos en él.» (Col 1:28 NVI)
¿Y cómo puedo ser un buen maestro? Podemos ver el ejemplo de Esdras en el capítulo 7:10 del
libro de Esdras:
Por cuanto Esdras había determinado en su corazón escudriñar1
la Ley de YHVH y practicarla, y
enseñar en Israel sus estatutos y preceptos. (Esd 7:10 BTX)
1. Hebreo Lamád; “aprender las leyes (instrucciones) divinas”, también significa buscar,
inquirir, explicar, cuidar de, enseñar, instruir.
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16. . ¿Y qué debo enseñar? 2 Timoteo 3:16-17 nos dice que es la Palabra de Dios el objetivo y la
fuente de nuestra enseñanza.
Exhorta: Del griego parakaléo, primariamente, llamar a una persona (para, al lado; kaleo,
llamar). Denota: (a) llamar, rogar; (b) amonestar, exhortar, apremiar a alguien para que siga un
curso de conducta; siempre en anticipación, mirando al futuro, en contraste con el significado de
consolar, que es retrospectivo, y que tiene que ver con pruebas ya experimentadas. (Vine)
Tengamos cuidado de no confundir consolar con exhortar, cuyos significados son diferentes, tal
como lo explica Vine.
Exhortar es el don de mover a los santos a emprender nuevos logros para Cristo en santidad y
servicio.
Comparte: traducción del vocablo metadídomi que significa: dar parte de, impartir (meta, con),
distinto de dar.» el apóstol exhorta a aquellos que ministran en las cosas temporales, que lo hagan
compartiendo, y ello de manera “generosa” la cual es la traducción de la palabra Aplotís que
significa: simple, sencillo (de uno), sincero (contrastando con diplous, doble, hacer algo con
doble propósito).
Debemos compartir lo que tengamos con sinceridad, es decir sin doble propósito. Con cuanta
frecuencia vemos como muchos miembros de la Iglesias comparten pero con un propósito oculto,
que puede ser desde ser admirados, hasta manipular situaciones o personas en la congregación,
soy del criterio que toda ayuda, sobre todo económica se haga de forma anónima, preferiblemente
depositando directamente en una cuenta bancaria, para evitar que el o los beneficiados se sientan
comprometidos hacia quienes brindaron la ayuda.
Presidir: (proístimi. Lit., estar de pie ante) El don de presidir está mayormente conectado con la
obra de los pastores (llamados también ancianos y obispos por Pablo, vea Hch_20:1 y 28) en una
iglesia local. El anciano es un subpastor que va delante de la grey y que guía con cuidado y
solicitud. Quien está al frente de una Iglesia (llámese pastor, obispo o anciano), debe ocuparse en
sus responsabilidades con diligencia (del griego spoydí: apresuramiento, velocidad, presteza,
celo, prisa), es decir, no funcionado a velocidad tortuga, dejando las cosas para después, sino
realizando su labor con prontitud, no como una obligación, sino como un ministerio y un servicio
al Señor.
Los lineamientos de este don nos lo ofrece el apóstol Pedro:
«Exhorto pues a los ancianos entre vosotros (yo anciano también con ellos y testigo de los
padecimientos del Mesías, que también soy participante de la gloria que va a ser revelada):
Apacentad la grey de Dios que está entre vosotros, no por fuerza, sino voluntariamente, según
Dios; no con avaricia de ganancia material, sino de buena voluntad; no enseñoreándoos de la gran
heredad, sino siendo ejemplos de la grey. (1Pe 5:1-3 BTX)
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17. Sin lugar a dudas está dirigido a los que presiden, quienes deben hacerlo con el ejemplo y de
buena gana, sin enseñorearse de la Iglesia, es decir, no actuando como si fueran los propietarios
de la grey, no teniendo la actitud de: “¡aquí el que manda soy yo!”.
Este es un don muy importante y probablemente uno de los más abusados en esta época. Si
somos llamados a presidir, debemos hacerlo con amor y celo por los asuntos de Dios, no siendo
tropiezo para la Iglesia. Los líderes de la Iglesia deben de ser activos, responsables, esmerados en
servir a Dios con excelencia. “¡Maldito el que haga con negligencia la obra de Jehovah! (NVI)”
dice en Jeremías 48:10, y esto nos da grandes luces de cómo debe ser el servicio en la iglesia de
Dios. Si eres responsable de un ministerio no lo hagas mediocremente, cuida el rebaño que Dios
ha puesto en tus manos, procura su alimentación, su cuidado, haz todo con excelencia, como para
Cristo y no como para los hombres.
Misericordia: del griego eleéo, significa, en general, sentir simpatía con otra persona en su
miseria, y especialmente simpatía manifestada en actos. Es mostrar bondad, mediante actos
benéficos, o ayuda. Ser compasivo, llevar consolación a otros en desgracia o pecado. Debe
hacerse con alegría, con gozo, sin obligación o hipocresía.
El don de misericordia es la capacidad y talento sobrenatural de ayudar con alegría a los
angustiados. Naturalmente, todos deberíamos mostrar misericordia se posea o no el don.
Conclusión
¿Ya estas sirviendo al Señor? Qué bueno en verdad, gloria a Dios por tu vida. Ahora, prepárate
más y alinéate a lo que la Palabra de Dios nos enseña sobre los dones espirituales y cómo usarlos
correctamente. ¿Aún no estas sirviendo al Señor? entrégate sin reservas en las manos del Señor,
para adorarle y servirle como Él pide.
Los dones espirituales y las habilidades naturales son siempre confirmados por otros. Si piensas
que has sido dotado para ser maestro o cantante, y otros no están de acuerdo, ¿qué crees? Si
quieres saber si tienes el don de liderazgo, ¡pues mira sobre tus hombros! Si nadie te sigue, no
eres un líder.
La mejor manera de descubrir tus dones y habilidades es sirviendo al Señor en la Iglesia.
Mientras no te involucres en el servicio, no sabrás para qué eres bueno.
Puedes poseer muchas habilidades y dones que no sabes que los tienes, porque nunca los has
puesto a prueba. Así que te animo a que sirvas, pues el siervo que no sirve, ¡no sirve! No importa
tu edad, en la obra del Señor hay una tarea que Dios preparó para que la hagas.
No trates de encontrar tus dones antes de enrolarte a servir en algo, simplemente empieza a servir
ya, enseña, dirige, organiza, toca un instrumento, trabaja con los niños o los jóvenes. Hasta que
realmente no te involucres en el servicio, no sabrás para qué eres bueno. Si no funciona, llámalo
"experimento", no fracaso.
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